Tag Archives: memoria histórica

Los desmemoriados ya son menos

No hace mucho leí un artículo de prensa muy interesante, trataba sobre la memoria y cómo el hombre en su afán de guardar toda la información, su cerebro le falla. Cualquiera de nosotros nos agrada la idea de pensar que recordamos todo, pero lamentablemente esto no es cierto al cien por cien. El cerebro, ese órgano tan misterioso para los científicos aun en el siglo XXI, nos confunde. Según ese estudio, el cerebro no guarda toda la información sino tan solo “pedacitos”, y luego cuando tiene que recordar toda la historia esos huecos que quedan los “rellena” con información que bien puede ser ficticia o real, es decir, imaginemos la situación siguiente: el propietario de ese cerebro juguetón, quiere recordar qué hizo en un viaje a Estocolmo, en unas fechas concretas, pues la respuesta de su cerebro sería la siguiente: “estuviste en Estocolmo entre el 25 y el 30 de junio y a la respuesta de qué es lo que hiciste, como esos recuerdos no los tengo muy claros me los voy a inventar, y voy a hacerte creer que fueron verdad, porque yo tengo ese poder, ¿cómo no me vas a creer?”. A los españoles les ha sucedido algo similar con uno de los episodios más duros de su historia, están desmemoriados, no se acuerdan o no saben qué es lo que realmente sucedió entre los años 1936 y 1975 (Faber, 2010), por eso los historiadores y ahora también los novelistas intentan “rellenar” esos huecos que tan vacíos quedaron.  Volviendo al símil del comienzo del artículo, ¿cómo se completan en la actualidad esos vanos? La nueva novela sobre la Guerra Civil, que es el hecho que trato en este comentario, es un nuevo género que tiene distintos enfoques y, todos ellos los hemos visto en las novelas que hemos ido leyendo a lo largo de este curso. El modo vivencial, es quizás el que llega a más lectores, ya que el autor hace partícipes a los lectores de la trama de su novela. Ejemplos de este tipo de novela, Luna de Lobos, en la que nos adentramos en la vida de los del monte, vivimos con ellos sus temores, sus esperanzas, nos sentimos parte de ellos, parte de su grupo. Otro ejemplo que también ha pasado por nuestras manos es La voz dormida, en esta historia, profundizamos en el tema de la mujer republicana, cómo sobreviven en el país de la posguerra. También somos cómplices de ellas, de sus intentos de fuga, de las vidas de sus seres queridos, en verdad somos una sufridora más que está junto a ellas. Ambas novelas consiguen transportarnos a ese período de manera que casi lo estemos viviendo nosotros mismos. Se podría decir que este tipo de novelas son las que la mayoría de lectores lee con avidez, porque se encuentra embebido en la trama. Con el modo reconstructivo, el autor de la novela, que no el narrador, pone a prueba al lector, ya no quiere lectores tan pasivos, quiere que pongan en duda si lo que realmente escribe es facto o ficción, o quizás ambas cosas. Ejemplos de este modo los encontramos en Soldados de Salamina, donde el autor ayudado de un narrador-protagonista que busca su identidad con ciertos toques de novela policíaca, debe desenmascarar un hecho que no sabe si es cierto o no. El otro ejemplo que leímos fue Los rojos de ultramar, el protagonista quiere entender qué es lo que le pasó a su abuelo y mientras va investigando su pasado descubre un acontecimiento, que también en este caso, no se sabe si verídico o no. El lector debe prestar más atención con estas obras, puesto que el autor juega con la línea temporal y con las distintas voces. Por último, está el modo contestatario. Las novelas que usan este modo son las que intentan debatir y hacer cuestionar al lector qué es lo que se ha contado del pasado y de qué manera, es decir el cómo. Estas lecturas requieren una mente abierta por parte del lector, ya que son relatos experimentales, no son fáciles de leer, y menos si se realiza una lectura somera, muy superficial. El lector debe poner todos los sentidos mientras lee, ya que se le preguntan muchas cosas. No pretenden dar a conocer un pasado que ya se supone se conoce, sino más bien la manera y los problemas que esto conlleva. La obra que leímos que se enmarca perfectamente en este caso es El vano ayer, donde es más difícil afiliarse a un protagonista o a otro. No interesa lo que les sucedió a los protagonistas, lo realmente interesante es cómo se relató, y con ello hacernos más críticos en materia de novelas a leer, entre otras cosas.

Un último apunte a este comentario, ¿acaso nos podría pasar lo mismo que en la novela 1984? ¿Serán capaces de borrar lo que sucedió e inventarse una nueva historia en la que creer? Yo creo que no, sabemos ahora más y queremos saber más. Pero cuidado con lo que leemos, no vaya a ser que nuestro cerebro guarde esa información como memoria fiable y no sea el caso.

Bibliografía:

  • Faber Sebastiaan, 2010, LA LITERATURA COMO ACTO AFILIATIVO:LA NUEVA NOVELA DE LA GUERRA CIVIL (2000-2007)
  • Apuntes del curso

The Ghosts Spain Tries to Ignore

“In Spain,” wrote the poet Federico García Lorca, “the dead are more alive than the dead of any other country in the world.” García Lorca was writing in 1933; only three years later, he was assassinated by a militia supporting Gen. Francisco Franco’s fascist uprising, only a month into the Spanish Civil War.

Despite extensive detective work, excavations and even recent DNA tests of his relatives, García Lorca’s remains have never been found, and he has never been given a proper burial. In this at least, he is not alone. It is thought that at least 114,000 victims of fascist death squads remain missing or unidentified from the period of the civil war and the dictatorship that followed Franco’s victory in 1939. Most were political prisoners who supported the left-wing Popular Front government, executed under cover of darkness, then bundled into unmarked mass graves.

In recent years, the clamor to acknowledge and commemorate Spain’s many ghosts has grown louder. Last month, 50 bodies were excavated in the small town of Porreres on the Balearic island of Majorca, off the Spanish mainland — a full 80 years after their deaths. Most showed signs of having been shot in the head at close range. According to local historians, they were lined up alongside the wall of the town church before being executed. The passage of time, and the lack of records about the executions, makes both finding and identifying victims fiendishly difficult, although DNA testing will help in some cases. It is thought there are 47 such mass graves on Majorca alone.

The excavation followed campaigning by a relatives’ group, the Memory Association of Majorca, and the passing of a law by the Balearic Islands’ regional parliament in May, which also funded the digging. Civil society, in particular, has taken up the cause, thanks to an absence of government support. Last month, Amnesty International started a campaign, Justice for Christmas, calling for the government to investigate mass graves.

Bones exhumed last month from a mass grave in Porreres, Spain, of people executed during the Spanish Civil War. Credit Jaime Reina/Agence France-Presse — Getty Images

The citizen-driven historical memory movement came into being at the turn of the millennium, and as public pressure grew, the Spanish government under the center-left prime minister at the time, José Luis Rodríguez Zapatero, passed a “law of historical memory” in 2007, lending government support and funding to excavation, commemoration and reburial. Many on the right accused Mr. Zapatero of politicizing tragedy and reopening old wounds, while historical memory campaigners felt the legislation had been watered down.

When the right-wing People’s Party won the election in 2011, the new prime minister, Mariano Rajoy, promptly defunded the project and closed the Office of Victims of the Civil War and the Dictatorship. The Spanish people, Mr. Rajoy had said in 2008, would have to “look to the future, and generate neither tension nor division.”

It may sound like a noble sentiment in isolation, but it is disingenuous. Spain is no more able to escape its past than any other country, and historical memory is not just an interest of Spain’s defeated left. Under Franco’s dictatorship, the winners in the civil war not only spent 36 years writing the history of their victory, teaching it in schools and enshrining it in popular culture, but also left exactly the kind of solemn monuments to their dead that have been denied to the missing 114,000. The most profound and awe-inspiring example of these is Franco’s final resting place, the Valley of the Fallen. It is a basilica topped by the largest memorial cross in the world, at nearly 500 feet high — and is the site of annual commemorations by the far right, dressed in fascist uniforms, on the anniversary of Franco’s death.

As a new generation of fascists gains influence with governments from the United States to Hungary, it may be the source of some surprise that Spain has no equivalent to Greece’s Golden Dawn or France’s National Front, especially given the desperate and long-lasting effects of the economic crisis in Spain. In part the absence of a major contemporary Spanish far-right party is a legacy of the civil war and dictatorship, and the mass killings that ensued, which loom over the country to this day. In part — and this is the other reason Mr. Rajoy would prefer to look to the future — it is because the governing Popular Party absorbed much of the Francoist political machinery. The party’s founder, Manuel Fraga, had been a government minister under Franco.

The fault lines over the mass graves run deep in Spanish politics and society. During the transition after Franco’s death in 1975, as Spain edged toward the re-establishment of democracy, the spirit of the age was enshrined in the political parties’ self-explanatory Pact of Forgetting. There was no reckoning, no equivalent of de-Nazification of the civil service, judiciary or security forces. To cement the spirit of top-down amnesia, a 1977 amnesty law prevents any legal proceedings into crimes committed during the civil war and the dictatorship; Spain would not enter into anything resembling a “truth and justice” commission.

This institutional blockade has not gone unnoticed outside Spain. In 2013, the United Nations Committee on Enforced Disappearances censured Mr. Rajoy’s government and the Spanish judiciary, and demanded Spain overturn the amnesty law and stop obstructing investigations into the hundreds of thousands of missing victims. Ana Menéndez Pérez, Spain’s permanent representative to the United Nations, rejected the suggestion that the Spanish judiciary was not independent and impartial. (That would have been news to Spain’s famous campaigning judge, Baltasar Garzón, whose attempts to bring Francoist crimes to trial in 2008 were followed by his being put on trial himself only a few years later.) Ms. Menéndez Pérez also accused the committee of “excessive focus on the past.”

In doing so, Ms. Menéndez Pérez accused not just the United Nations committee, but great segments of Spanish civil society, and the descendants of hundreds of thousands of murdered Spaniards still searching for justice. Some local administrations have begun taking action in contravention of the government in Madrid (highlighting another Spanish tradition: the great tension between the capital and the regions). Following the Balearic Islands’ example, the Valencian regional government is now preparing the way to pass its own historical memory law and apportion funds for excavations.

In April, Mr. Rajoy angered historical memory groups when he said on the popular TV program “Salvados” that he didn’t think there was anything his government could do to help. Soon he may not have much choice. He returned as prime minister in October, but with a slender minority government. The major center-left opposition parties in the Spanish Parliament, the Socialist Party and the new left-wing party Podemos, are planning to force the government to restore funding to the historical memory project nationwide in 2017.

The dirt has been smoothed over in Majorca, but forgetting may not be possible for much longer.

Una web homenajea a los 5.500 españoles muertos en los campos de concentración nazis

  • “Durante la dictadura franquista, se ocultó este hecho porque la mayor parte de los 9.000 españoles que acabaron allí eran republicanos que se habían exiliado a Francia”, aseguran los responsables de la página
  • En la página se pueden encontrar fotografías, carnets, listados originales de las SS, extractos del libro de registro de Mauthausen o fichas originales de los prisioneros
infolibrePublicada 01/02/2015 a las 13:21 Actualizada 01/02/2015 a las 14:16

Un padre y sus dos hijos en una imagen antes de ser deportados a Mauthausen. Un padre y sus dos hijos en una fotografía tomada días antes de ser deportados a Mauthausen. Deportados.es

En 2015 se cumple un doble aniversario histórico: los 70 años de la liberación de los campos de concentración nazis –en enero de 1945 las tropas soviéticas del Ejército Rojo liberaron Auschwitz, el campo de exterminio más grande– y 75 de la llegada de los primeros españoles al campo de concentración de Mauthausen, en Austria.

Con motivo de este acontecimiento, el pasado viernes se presentó una web dedicada al mundo de la deportación española. “La presencia de españoles en los campos de concentración nazis es uno de los capítulos más ignorados de nuestra historia reciente. Durante los cuarenta años que duró la dictadura franquista, se ocultó reiteradamente este hecho, porque la mayor parte de los 9.000 hombres, mujeres y niños que acabaron allí eran republicanos que se habían exiliado a Francia al finalizar la Guerra Civil”, aseguran los responsables de la página en un comunicado.

Para su lanzamiento, trece deportados pusieron su voz y su rostro en un vídeo en el que se rinde homenaje “a estos 9.000 españoles y, especialmente, a los 5.500 que fueron asesinados en los campos”. Se trata de los barceloneses José Alcubierre, Marcial Mayans, Cristóbal Soriano y Manuel Alfonso; el malagueño José Marfil; el murciano Francisco Griéguez; los cordobeses Virgilio Peña y Juan Romero; el gaditano Eduardo Escot; los cántabros Ramiro Santisteban y Lázaro Nates; el ibicenco de origen alemán Siegfried Meir; y el toledano, recientemente fallecido, Esteban Pérez.

La web reúne gran cantidad de material e información relacionada con la deportación española. La mayor parte ha sido fruto del trabajo de investigación del periodista Carlos Hernández. En las distintas pestañas y secciones del portal, el visitante podrá encontrar centenares de fotografías, actuales e históricas. Además, podrá acceder a material cedido por los propios deportados y sus familiares –carnets, documentos o fotografías, entre otros–, así como listados originales elaborados por las SS de los convoyes que llegaban al campo, extractos del libro de registro de Mauthausen o fichas originales de los prisioneros.

Señalar a los culpables y homenajear a las víctimas

La web dedica un amplio espacio a hablar de los responsables políticos, militares y empresariales que contribuyeron de una u otra manera al sufrimiento de los prisioneros españoles. “En ese escalafón, Franco, Hitler y Pétain [jefe de Estado francés del régimen de Vichy] ocupan el primer peldaño; por debajo de ellos se sitúan los empresarios alemanes y estadounidenses que se aprovecharon del trabajo esclavo de los deportados; y a continuación se sitúan otros líderes mundiales que prefirieron mirar para otro lado mientras millones de hombres, mujeres y niños morían en los campos de concentración nazis”, apuntan los responsables de la página en la nota de prensa.

El periodista Carlos Hernández afirma que “el portal pretende ser un lugar de encuentro para conocer lo ocurrido y rendir tributo a esos miles de españoles que lucharon por nuestra libertad y pagaron un precio muy alto por ello”. Esta iniciativa se une al perfil de Twitter @deportado4443, el prisionero español que está tuiteando “en tiempo real” desde Mauthausen.

Banalizar la historia del franquismo

Con la serie ‘Lo que escondían sus ojos’ se ha alcanzado el grado más alto de banalización de uno de los periodos más siniestros y crueles de la historia de España. Un buen lavado de cara para una de las figuras con más poder del franquismo: Ramón Serrano Suñer.

Diagonal – Shlomo Vlasov – 23/11/16

Imaginemos por un momento que en Alemania a alguien se le ocurre hacer una serie en la que Martin Bormann, uno de los nazis más destacados y que se suicidó en su huida de Berlín, se enamora de alguna aristócrata alemana, y esa bonita historia de amor es el hilo argumental. Una serie en la que no se abordarían los crímenes contra la humanidad que cometió. En realidad sería mucho imaginar en Alemania. Pero en España esas cosas suceden.

Quede claro que para nada me opongo a que se realicen series donde aparezcan personajes históricos, ya sean polémicos o no. Para eso están los llamados biopic. Pero lo de la serie de Telecinco Lo que escondían sus ojos ha alcanzado el grado más alto de banalización de uno de los periodos más siniestros y crueles de la historia de España. Y han puesto como protagonista a alguien que representó en aquel momento la cara filonazi del régimen franquista que había alcanzado el poder definitivo en 1939 tras un golpe de Estado contra la República en 1936.

La serie, basada en la novela de Nieves Herrero del mismo nombre, narra la historia de amor de Ramón Serrano Suñer con María Sonsoles de Icaza y León, marquesa de Llanzol. Ése es el eje central. Lo demás es subsidiario. O no tanto, porque el trasfondo histórico muestra beneplácito y desconocimiento/ocultamiento de la historia. Porque ese apuesto galán que representa el actor Rubén Cortada fue uno de los ejes de la política del franquismo.

Serrano Suñer había sido uno de los políticos derechistas más destacados del periodo republicano. Diputado de derechas, al empezar la Guerra Civil fue detenido y encarcelado en la prisión en Madrid por su apoyo al golpe de Estado. En 1937 logró evadirse vestido de mujer y alcanzar la zona sublevada donde, desde el primer momento, adquirió un papel protagonista.

Muy cercano a las posiciones fascistas, Serrano Suñer promovió la unificación entre Falange (a la que se había adherido, pues durante la República fue integrante de la CEDA) y los Tradicionalistas con el objetivo de conseguir el partido único. Muy unido a Franco (eran cuñados, de ahí su sobrenombre de ‘El Cuñadísimo’), tuvo una enorme influencia política sobre los gobiernos franquistas. Ocupó los cargos de ministro de la Gobernación durante la guerra y de Asuntos Exteriores una vez finalizado el conflicto. Igualmente, fue el ideólogo del Fuero del Trabajo, una de las Leyes Fundamentales, basándose en la Carta di Lavoro de los fascistas italianos a los que tanto admiraba.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, y ya como ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer fue un firme partidario de apoyar al Eje nazi-fascista. Por su iniciativa se toman contactos y apoyo directo desde la España franquista con la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. En septiembre de 1940 viajó a Alemania acompañado de los falangistas más partidarios de los nazis: Demetrio Carceller, Miguel Primo de Rivera, Dionisio Ridruejo, Miguel Tovar, etc. Tras la reunión de Hendaya con Hitler y en Bordiguera con Mussolini, las pretensiones de Serrano Suñer no quedaron del todo confirmadas. Pero su germanofilia y simpatía por los nazis le llevó a promover la creación de la División Azul.

Ese hombre, enamorado de la marquesa de Llanzol en la serie, fue el mismo que en los consejos de ministros de aquel primer franquismo, de aquellos años de plomo, daba el visto bueno a las penas de muerte que se dictaban por decenas todos los días en España. Ese mismo Serrano Suñer consideró “apátridas” a miles de españoles recluidos en los campos de concentración nazis.

Sin embargo, todas estas cuestiones no las aborda la serie. No hace falta. Lo importante es presentar a un Serrano Suñer enamorado, que se acerca amablemente a los monárquicos, que conversa con el embajador inglés para decirle que España es neutral en la Segunda Guerra Mundial, que no ve bien que Franco dé una de cal y otra de arena en el conflicto mundial, etc.

Un buen lavado de cara para una de las figuras con más poder en la dictadura franquista. La demonización de la República también está presente. El embajador inglés considera que la República amaba a la URSS y Franco a Hitler. Lo segundo es más acertado, pues Franco colaboró con aquel que le había ayudado a ganar la guerra. Lo primero es completamente falso y forma parte de las falacias que se alimentaron durante cuarenta años de dictadura.

Y claro, algunos van a estropear esa bonita historia de amor. Una vez que Serrano Suñer ha consumado su amor con la marquesa de Llanzol, unos terroristas ponen un cartucho de dinamita en un carro que explota al paso del coche del ministro franquista. Qué malos los rojos. No sabemos si son anarquistas o comunistas. Qué más da. Serrano estaba de acuerdo en fusilarlos tuvieran las ideas que tuvieran. Para que nos vamos a parar en detalles insignificantes. O para qué vamos a reparar si las prisiones españolas rebosaban de presos políticos, muchos de ellos fusilados.

En ese Madrid que narra el romance (devastado por las bombas de los amigos nazis de los franquistas durante la Guerra Civil), en el periodo que Serrano Suñer fue ministro (1939-1942) se fusiló en el Cementerio de la Almudena a 2.452 personas. Sólo allí. En el resto de la provincia mucho más. Y en el resto de España es incalculable. Todas estos fusilamientos fueron aprobados en Consejo de Ministros y ratificadas luego con el visto bueno de Franco.

El lavado de cara que se ha hecho a Serrano Suñer es increíble a través de esta serie. Cosa que no sorprende viendo cómo se trata la memoria histórica en este país.

Aun así hay una cosa curiosa en esta historia de Serrano Suñer con la marquesa de Llanzol. Y es que el ‘Cuñadísimo’ llegó a tener una hija con ella. No reconocida por él, claro está. Esa hija fue Carmen Díez de Rivera, que estuvo a punto de casarse con Ramón Serrano Suñer Polo, hijo legítimo de Serrano Suñer. Evidentemente ese matrimonio no se produjo porque eran hermanos, lo que llevó a Carmen a hacerse monja e irse a las misiones. Luego entró en política. Primero de la mano de Suárez en la UCD y el CDS donde llegó a ser eurodiputada. Luego mantuvo su escaño cuando en 1989 se pasó al PSOE. Esas historias para no dormir.

Como conclusión, mientras miles de militantes antifascistas y demócratas se pudren en fosas comunes, mientras los juicios sumarísimos del franquismo siguen vigentes, la televisión (en este caso privada) invierte dinero en remozar la imagen de uno de los ministros que llevó a España a uno de los periodos más siniestros de su historia.

Lecturas adicionales relacionadas con Los rojos de ultramar

Os dejo aquí enlaces a algunos artículos que os pueden interesar:

Jordi Soler: “Los nuevos españoles“. El País, 3/1/2008.

Jordi Soler: “La ignorancia“. El País, 1/2/2008.

Jordi Soler: “Rojos y judíos“. El País, 15/2/2009.

Jordi Soler: “La desmemoria“. El País, 12/1/2013.

Jordi Soler: “México no está en Sudamérica“. El País, 29/6/2013.

Jordi Soler: “La Europa mohosa“. El País, 23/2/2014.

Jordi Soler: “Una casa para los españoles al otro lado del mar“. El País, 9/6/2014.

Jordi Soler: “La herencia de la República“. El País, 20/7/2014.

Jordi Soler: “El catalán de ultramar“. El País, 8/10/2014.

Jordi Soler: “Piezas de ficción“. El País, 25/09/2015.

Jordi Soler: “La Europa flexible“. El País, 14/11/2015.

Jordi Soler: “Los campos de concentración“. El País, 16/10/2015.

Rosa Mora: “Los nietos de la guerra también somos mutilados“. El País, 10/6/2005.

 

Resistencias invisibles de mujeres contra el Franquismo

Miles de mujeres lucharon contra el régimen con sutiles y no tan sutiles formas de resistencia a la represión y el despojo.

Diagonal – Irene Murillo Aced, Historiadora – 22/11/15

Cárcel de mujeres en Ventas, en 1955 / Sánchez Yubero

 

Valentina Lizalde quedó viuda con dos hijos después de que su marido, albañil, fuera fusilado junto a otros vecinos por “pertenecer al Frente Popular”. Por si fuera poco, tras su muerte, fue multada con mil pesetas en virtud al artículo 15 de la mayor legislación de incautación del franquismo, la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939.

Valentina envió una carta al presidente de la Comisión de Incautaciones negándose a pagar la multa impuesta y denunciando abiertamente el discurso de justicia social de Falange: “Bastante tengo con preocuparme de buscar [recursos], lavando ropa para familias particulares y haciendo recados, con los que poder dar a mis pequeñuelos un trozo de pan y ver que mi humilde hogar tenga algún día lumbre, cosas que no siempre consigo en la cantidad necesaria, y por lo que, contra las disposiciones de nuestro invicto caudillo, en mi casa existen días sin pan y también en mi hogar días sin lumbre”.

En Aragón, de los veinte millones de pesetas exigidos en forma de multas a la población vencida, sólo tres millones y medio se saldaron

La resistencia que se reconoce y se ha integrado en el imaginario colectivo es la abordada en singular y con mayúsculas, lo que nos coloca frente a frente con un análisis eurocéntrico y androcéntrico: es héroe de la resistencia el hombre militante que se va a Europa a luchar con las armas contra el fascismo, pero no es ni heroína ni resistente la mujer que permanece en su pueblo y se niega a pagar las multas que le impone un régimen considerado ilegítimo.

Es importante no olvidar que para el proyecto político de Franco la “contrarrevolución de género” era una prioridad. De hecho, la dictadura puso en marcha numerosas normativas de carácter específicamente antifeminista para la patologización y fiscalización de las vidas de las mujeres, así como medidas de violencia explícita, implícita y simbólica para su control social. Pero la actitud de las mujeres estuvo lejos de ser la de meras receptoras del modelo. La historia desde abajo del franquismo así nos lo muestra.

Las estrategias de resistencia de mujeres tuvieron como objetivo principal minimizar en su día a día la apropiación del poder sobre sus vidas. En la recuperación de la dignidad material se produjeron todo tipo de acciones para lograr una cierta autonomía. Por ejemplo, reapropiarse de los recursos materiales de los que habían sido despojados a través de la aplicación de diversas medidas, entre las que se encuentra la Ley de Responsabilidades Políticas.

Las denuncias de las viudas e hijas de republicanos destaparon la verdad de los eufemismos franquistas

Estas resistencias incluían la reocupación de sus casas cuando habían sido incautadas, el cultivo de sus campos cuando estaban embargados, o auténticas luchas titánicas para que la máquina de coser, el instrumental médico o el utillaje agrícola les fueran devueltos. Es interesante pensar que, en Aragón, de los veinte millones de pesetas exigidos en forma de multas a la población vencida, sólo tres millones y medio se saldaron, en buena parte gracias a los mecanismos de dilación y de­so­bediencia civil de las víctimas de la Ley de Responsabilidades Políticas.

Precursoras de la memoria

El propio discurso de género franquista que les relegaba al ámbito doméstico y privado fue revertido, como en un juego de espejos, y transformado en arma mediante la cual defender una conciencia femenina que ensalzaba su papel como administradoras del hogar y priorizaba el derecho a la vida y al pan ante las imposiciones de la Ley.

En agosto de 1940, y sin que se hubiera todavía celebrado el consejo de guerra que la mantenía presa, María Bordonaba, analfabeta de 28 años y acusada de ser una “mujer peligrosa para el régimen actual”, escribió al Auditor de Guerra gracias a la ayuda de Flora Mateos, una de las muchas mujeres que ejercieron de escritoras delegadas en pueblos y cárceles. En la carta pedían la libertad atenuada de Bordonaba para poder atender a sus “hijitos” y a su “salud quebrantada”. Concedida la libertad provisional, pedía su traslado a Zaragoza, con sus niños, “para dedicarse a trabajos domésticos para cuidar a su familia y socorrer” a su marido.

Precisamente la emigración a las ciudades permitía la búsqueda de trabajos informales como el servicio doméstico, la hospedería, la limpieza de ropa y edificios, o el cuidado de personas, así como el tránsito de los márgenes de la Ley formando parte del mercado negro local, o practicando la prostitución, pero también llevando a cabo hurtos y estafas.

Otra vertiente de estas resistencias fue la escritura, un mecanismo clave que supuso para las mujeres la posibilidad de reivindicar su voz y su propia visión de los acontecimientos, dejando además para la Historia no pocos relatos que unían testimonio con conocimiento y conocimiento con denuncia. Mediante cartas a las autoridades, plasmaban ante los más altos tribunales relatos de ilegalidad, rapiña y saqueo donde tanto ellas como sus familias eran víctimas de los hechos, o denunciando violaciones por parte de patronos, o la violencia de guardias civiles y falangistas.

Además, dejaban constancia de que la legislación franquista venía acompañada del enriquecimiento y la reposición en el poder de personas provenientes de un mundo de privilegios económicos y sociales, mientras dejaba en la indigencia a la mayor parte de la población.

En tanto que supervivientes de la guerra y agentes de memoria, la labor de no pocas mujeres durante la posguerra puede considerarse pionera de la hoy conocida como memoria histórica. Las denuncias de las viudas e hijas de republicanos destaparon la verdad de los eufemismos franquistas, desafiando la versión oficial y descubriendo dónde estaban los cuerpos de los “desaparecidos” que la sublevación había dejado tras de sí y quiénes fueron sus verdugos.

Historiar la resistencia de las mujeres al franquismo es una cuestión de género, pero también de construcción de ciudadanía. Al incorporar estas experiencias al imaginario colectivo, a los tejidos culturales más invisibles, reclamamos este patrimonio como asunto de todas y todos, y nos reivindicamos como sujetos, también en lo que respecta a la resistencia al poder.

Traspaso del patrimonio a los vencedores

Las mujeres denunciaron cómo la guerra y el enriquecimiento que de ella surgía había sido una opción planea­da desde arriba y ejecutada a nivel local por agentes conocidos. Dejaban así constancia del enriquecimiento que acompañaba a la incautación de bienes de particulares vencidos en la guerra, cuyo patrimonio iba a parar a manos de las fuerzas vivas, solidificando un mundo de privilegios económicos para los colaboradores del nuevo Estado en su tarea represiva… Entre los testimonios, el de una mujer, llamada Fermina Larraga, que describía al mínimo detalle cómo un grupo de gente armada del pueblo “que se dijeron falangistas” se llevaron de su establo cuatro vacas, seis ocas, diez gallinas “porque se incautaba de las mismas el Estado”. De aquella requisa “no les dieron justificante o recibo de clase alguna”.

Disfrazadas para llegar a sobrevivir

En el ambiente de la dictadura, estas mujeres debían pasar desapercibidas a ojos del régimen. Para que sus técnicas fueran exitosas, el régimen debía encontrar en ellas todo el elenco de virtudes políticas y morales que el nacionalcatolicismo franquista llevaba por bandera. Por eso, la protesta de estas mujeres no era siempre y en todo caso abierta. Es significativa la gran cantidad de mujeres que en el pueblo de Caspe (Zaragoza) escribieron defendiéndose con las mismas palabras ante acusaciones también similares. Magdalena Dolador, Pilar Lacarta, Antonia Piera, María Poblador, Lucía Rafales y Benita Sorrosal compartieron un texto común para defenderse de sus cargos de “transgresoras”. Reproducimos, poniendo entre corchetes las variaciones entre unos y otros pliegos: “(…) tanto por su sexo, como por su estado de viuda [tanto por su sexo, edad y estado; y de salud], como por su falta de instrucción, nunca ha tenido la menor intervención en política [de la cual no entiende lo mas mínimo y que la tenía sin cuidado; ni cosas sindicales; sin que se haya metido nunca en política, ni pueda ser considerada como revolucionaria], no se ha ocupado de otra cosa que de las atenciones de su hogar [sin haber desarrollado otras actividades que las de su casa; de las faenas de su casa]; más que de sus faenas en el campo; y de sus seis hijos; haciendo la vida propia de un pueblo de las de su sexo”.

La lucha por la justicia y la reparación

La idea de que la violencia es conocida por todos y que no podrá ser sepultada por eufemismos como “desaparecido”, la encontramos en muchos testimonios, como el de Romualda Garulo, que ejercía de voz de la memoria de las historias familiares. Ella recordaba que “se habla en el expediente de fallecimiento, más lo cierto es que, a mediados del mes de agosto de 1936, se presentaron en casa unas cuantas personas, que obligaron a mi esposo y a nuestros dos hijos Emilio y José de 24 y 21 años respectivamente, a que se levantasen de la cama y los acompañasen, apareciendo días después el cadáver de mi esposo y no habiendo sido posible encontrar hasta el presente el de mis dos hijos. Comprenderá el Tribunal la situación de terror en que se desenvolvía nuestra actividad familiar”.

La última búsqueda de Lorca termina sin resultados

El equipo liderado por el arqueólogo Javier Navarro y el historiador Miguel Caballero detiene la excavación por falta de fondos y sin haber hallado restos humanos

Unos arqueólogos trabajando en noviembre de 2014 en la zona donde, según varios falangistas, fue enterrado el poeta Federico García Lorca, un paraje conocido como Peñón Colorado, en Alfácar (Granada).
Unos arqueólogos trabajando en noviembre de 2014 en la zona donde, según varios falangistas, fue enterrado el poeta Federico García Lorca, un paraje conocido como Peñón Colorado, en Alfácar (Granada). M. Zarza

 

Tras un mes de trabajo en las inmediaciones de Alfacar, el arqueólogo de la Universidad de Zaragoza, Javier Navarro y el historiador, Miguel Caballero, han dado por concluida la tercera búsqueda de la fosa donde sus teorías apuntaban a que se podía encontrar Federico García Lorca. En los terrenos de lo que se conoce como los Llanos de Corbera o el Peñón Colorado tampoco hay rastro de restos humanos. Sí de fosas, pero vacías.

Hace más de 80 años, el 17 de agosto de 1936, el poeta granadino fue asesinado junto al maestro de escuela Dióscoro Galindo y dos banderilleros anarquistas, Juan Arcoya Cabezas y Francisco Galadí. La investigación en los años ochenta de Eduardo Molina Fajardo, basada en testimonios directos del escuadrón de fusilamiento, así como la confirmación años después por parte del general Fernando Nestares, hijo del capitán Nestares, encargado de la zona en plena guerra civil, apuntaban concretamente al lugar donde las máquinas excavadoras han estado apartando tierra en dos ocasiones sin éxito. Se trataba de una teoría que difería de la del hispanista Ian Gibson –que dio lugar a la primera de las excavaciones- en 500 metros.

Esta vez han estado más cerca de alguna evidencia, como que allí hubo disparos al haber hallado restos de balas, pero ningún cuerpo. La falta de medios económicos obliga a la expedición, formada por diversos expertos de varias universidades españolas, a dar por concluidos los trabajos.

Durante la primera fase, aproximadamente 10 días, la pala intervino en la tierra de un campo de fútbol construido años después. Pero al llegar a los pozos donde, según todos los indicios han existido fosas…, nada. “Las sucesivas intervenciones sobre el terreno, el campo de fútbol y un circuito de motocross, han removido mucho previamente el terreno. Los pozos son los que los testigos apuntaban, el resto del camino blanco también, pero no están”, afirma Miguel Caballero.

A partir de ahora, los responsables de la búsqueda creen que debe seguir explorándose terreno, pero ante la falta de resultados, las autoridades locales de Alfacar se inclinan por tapar los agujeros. Los restos de munición, metal y cerámica hallados van a ser examinados en el laboratorio, apunta Caballero. Cualquier pista no debe caer en saco roto.

Franco sigue metiendo goles

En el país de la desmemoria, el partido lo pierden las víctimas del franquismo: en la parafernalia simbólica y en el cumplimiento de los derechos humanos

Que España cuente su historia reciente en las escuelas de forma equidistante no es casual y sí una herramienta para el olvido

 

Homenaje a Franco en un partido de fútbol.
Homenaje a Franco en un partido de fútbol.

Franco sigue jugando al fútbol. Y es una estrella en lo suyo, meter goles en la Liga (del fascismo). Imaginen un locutor que desgrana, con voz de antiguo noticiero, la alineación del equipo más ofensivo.

“Repite once la temida escuadra entrenada por el tuerto, cojo y manco Millán-Astray. En la portería, el cancerbero Primo de Rivera. Defienden los aguerridos Fraga, Martín Villa y Utrera Molina. Sanjurjo cierra el medio campo acompañado en la destrucción por Gil-Robles y los creativos March y Pemán. Como delanteros, el tridente mortal con los extremos Mola y Queipo comandados por la máxima figura del balompié nacional: Paquito Franco”.

La metáfora futbolera rescata una realidad palpable: la memoria del franquismo sigue vigente y, lejos de recibir tarjeta roja, campa por las canchas con total impunidad. Franquismo sociológico, dicen los historiadores. ¿Imaginan un Hitler Club de Fútbol? O un Recreativo Stalin, Real Videla, Sporting Pol Pot, Pinochet Deportivo…  El Villafranco CF aún existe, como contábamos en el especial de eldiario.es por el  40 aniversario de la muerte del dictador (que provocó una oleada de insultos y amenazas, y también, justo es decirlo, de felicitaciones).

Mensajes ofensivos contra el periodista Juan Miguel Baquero.
Mensajes ofensivos contra el periodista Juan Miguel Baquero.

En tiempos de mundialización del odio, con los derechos humanos a precio de saldo, en España nadie puede impedir que un equipo de fútbol honre con su nombre a uno de los militares que con el fracasado golde de Estado provocaron la guerra civil española. Rebeldes que dejaron una tierra sembrada de fosas comunes. Ahí sigue el Villafranco Club de Fútbol, para escarnio de las víctimas y sus familias.

Y es sintomático. Una muesca más en la empuñadura del régimen campeón en el mantenimiento de parafernalia simbólica. El enaltecimiento de la dictadura está en topónimos, en calles y plazas dedicadas a golpistas, en el Valle de los Caídos, los regates del Estado a la investigación de los crímenes franquistas y hasta en la Fundación Nacional Francisco Franco que vela por la “memoria y obra” del genocida.

Pero lo más grave no se ve. Está bajo tierra: unos 150.000 desaparecidos forzados, muertos a tiros por los sublevados y condenados luego al olvido en el país de la desmemoria. A 80 años del estallido golpista, la estrategia de aniquilación del adversario social y político mantiene a España como una de las naciones donde más en entredicho está el cumplimiento de los derechos humanos, según la ONU y Amnistía Internacional. Un manto nocivo para que florezca una sociedad sana, reparada, verdaderamente democrática.

La educación es un elemento vertebrador esencial en este sentido. Lo confirma, como detalle paradigmático, aquel reguero de reacciones a la publicación del reportaje sobre el conjunto balompédico que porta el apellido de Franco. Mensajes insertos en la mayoría de casos, ahí está la clave, en el repleto estadio del odio y el desconocimiento.

Porque España nunca contó su historia reciente en las escuelas. Ni en las facultades. O, mejor, la contó mal a sabiendas. El analfabetismo ante la barbarie franquista es el triunfo del terror y la derrota de la democracia. La construcción de un relato histórico equidistante, falaz, no es una jugada casual y sí una herramienta útil que pasa la mano a un listado interminable de crímenes contra la humanidad e impide que sea delito llevar impreso el apellido de un genocida en la camiseta. Como pasaría en Alemania, sirva el ejemplo.

El resultado final del partido está todavía en juego. En la Liga de la memoria, la zamarra a patrocinar es la que lleva en su escudo un lema: verdad, justicia y reparación para las víctimas del fascismo. Derechos humanos, garantía de no repetición, respeto a nuestros muertos. O Franco seguirá metiendo goles.

Lecturas para la siguiente clase

Kuvahaun tulos haulle Cambio16, noviembre de 2015

Os dejo aquí enlaces a dos artículos para que los leáis antes de la siguiente clase (la del 29 de septiembre):