Reflexiones finales

En este último diario voy a aprovechar la oportunidad de reflexionar sobre el curso y todo lo aprendido. Es un curso de la literatura (incluyendo algunas películas) pero a través de las novelas analizadas me ha ofrecido una mejor imagen de España en general; entiendo un poquito más sobre su historia y su actualidad. La literatura y el cine nos transmiten actitudes e información sobre el momento de su producción. En este curso hemos tenido la oportunidad de entender qué tipo de actitudes existen en la España actual en cuanto al pasado trágico.

Lo que más me ha chocado es la inmensidad de la demanda por tratar el pasado, expresada por la gran parte de la población española. Se ve claramente en los numerosos libros y películas publicadas sobre la guerra y la dictadura, en asociaciones como ARMG (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), en la Ley de Memoria Histórica (2007) y sobre todo, en la continua discusión en los medios de comunicación sobre la condenación del franquismo, la apertura de las fosas comunes y en muchas otras cosas. Sin duda la palabra correcta es el boom de la memoria.

Este boom es un fenómeno muy interesante, pues nos dice algo sobre la sicología humana en cuanto al tratamiento del pasado. Todo lo que está surgiendo en España sugiere que la mayoría de la población (mire Público 10.5.2010) no tiene miedo de abrir las heridas, al contrario, hay una sensación de que el trabajo de duelo aún está por terminar. Por otro lado, el tema es como la política en España, divide la población en dos según las ideologías. Efectivamente, el PP afirmó en 2007 que la Ley de Memoria Histórica divide la sociedad española y en vano abre las viejas heridas. También opinaron que el tratamiento del tema es contrario al espíritu conciliador de la Transición. Sin embargo, votaron a favor de algunos puntos, como la ayuda a las víctimas de la guerra y el franquismo. Aznar opinó que “no es tarea del gobierno desenterrar tumbas” (BBC). Pregunto que ¿si el gobierno no se encarga del tratamiento del pasado, quién reserva ese derecho/esa obligación entonces? La guerra y la dictadura tocaron al país entero, de ahí que ahora el asunto pertenezca a todos. El boom tiene sus antecedentes en diversas leyes y decretos establecidos en las últimas décadas pero creo que ahora está más vivo que nunca y no se ve final para las discusiones acerca de los horrores cometidos durante la guerra y la dictadura. España ha recibido apoyo de otros países en el proceso de desvelar los crímenes, por ejemplo de Colombia: “La verdad es un derecho fundamental para quienes han sido víctimas de graves violaciones de derechos humanos y por ello recomendamos a España continuar avanzando en la implementación de la Ley de la Memoria Histórica” (Público 6.5.2010)

No creo que sea una coincidencia que todo esto está ocurriendo ahora y no antes. Una cuestión de que se oye hablar es si la democracia actual en España nació como consecuencia del “pacto del olvido”. Podemos también preguntar si la literatura se apuntó a ese pacto. López Merino menciona en su ensayo a algunas personas que opinan que sí: «Tanto en lo político como en lo cultural, la transición a la democracia vendría marcada por un rechazo de los proyectos críticos, por el olvido colectivo como pacto de convivencia nacional, activándose así una lógica de “demanda represiva” o “política de borradura”»  (2008). Sea como sea, está claro que España y también todo lo cultural ha pasado esa fase y no hay vuelta atrás.

De esta reflexión nace la siguiente pregunta que me interesa: ¿cómo responden la literatura y el cine a este boom actual y a la sed de los españoles de sacar los temas antes prohibidos? Hay que empezar pensando cuales son los fines de los autores y cineastas. ¿Quieren informar, provocar interés por el pasado, chocar, acusar, justificar ciertos hechos, declarar algún grupo como víctimas o simplemente entretener utilizando acontecimientos trágicos del pasado? Las obras publicadas después del franquismo son tantas que probablemente en ellas caben todos los motivos mencionados y muchos más. En general, se ha dado voz al bando vencido al que se prohibió cualquier expresión referente a la guerra durante la dictadura.

Durante el curso hemos leído novelas que tratan el pasado de formas distintas. Luna de lobos y La voz dormida llevan al lector directamente al pasado, mientras Soldados de Salamina, El vano ayer y Llegada para mí la hora del olvido relacionan la investigación del pasado con el presente y analizan y critican el proceso de intentar reconstruir el pasado. Esto es característico especialmente para las dos primeras, pues la tercera es algo difícil de clasificar por ser tan distinta que las otras novelas que hemos tratado. Es interesante intentar dividir obras en grupos, porque así se puede opinar más fácilmente qué tipo de obras creemos más eficaces en la transmisión del mensaje. Labanyi hace la división entre obras en las que el pasado nos persigue hasta el presente y las obras en las que hay una clara ruptura entre el pasado trágico y el presente. A mí me gustan las ideas de Labanyi, aunque también opino que generaliza demasiado algunas cosas. Cada lector es diferente y no creo que necesariamente tenga razón cuando dice que en las obras con una ruptura clara que optan por el realismo documentada se pueda producir un “feel-good factor” en el lector. Es posible que este tipo de obras no permiten tan fácilmente relacionar el pasado con el presente pero no estoy muy segura de sentirse “morally improved by having momentarily shared the suffering represented in the text” (112). En lo que sí estoy de acuerdo es en que las obras con “haunting motif” suelen recordarnos mejor de que no podemos entender completamente como era la vida en el pasado y como se sienten las víctimas de los horrores. Creo que cuanto menos la obra intente capturar todo lo ocurrido, más nos consigue informar del impacto increíblemente grave de los horrores. Las obras que rechazan el realismo puro y duro honran más, por decirlo así, la dificultad de describir una trauma. Me gusta lo que dice López Merino:

Articular históricamente el pasado (…) no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Pretender «hacernos con» los verdaderos hechos pasados mediante el cotejo de los textos disponibles es sólo una ilusión alentada por los productores de historia de la literatura, que son quienes esculpen esa verdad. Resulta mucho más fructífero y esclarecedor limitarse a desvelar cómo se ha forjado esa «verdad» en lugar de inventariar, catalogar y periodizar nombres, títulos, etapas y tendencias.

Algunas obras sobre la guerra y el franquismo me han afectado profundamente. Una película de que me acuerdo ya del año pasado es El espíritu de la colmena, también tratada en el artículo de Labanyi. Creo que es un ejemplo muy bueno del “haunting” y de cómo representar las cosas indirectamente. Aunque el mensaje es claro la censura no pudo prohibir la película. Entre las obras que más me gustaron en el curso caben por ejemplo Luna de lobos por su belleza de descripción y por su fluidez y Llegada para mí la hora del olvido por su ironía y su originalidad. Es importante que la generación que escribe ahora tenga manos libres a la hora de tratar el pasado y creo que cualquier forma de acercar el tema puede funcionar. A mí me impacta la sustitución de datos y hechos por otros recursos narrativos pero como he dicho, cada lector es un mundo y está claro que sobre gustos no hay nada escrito.

En fin, en mi caso el curso ha provocado reflexión interna tanto sobre la situación actual de España como sobre el rol de la literatura (y el cine) en la reconstrucción del pasado y en la respuesta a la demanda creciente de hablar del pasado. Naturalmente también ha servido para mejorar los conocimientos históricos y para analizar éstos y la literatura desde varios puntos de vista. Creo que la historia y la actualidad de España son temas importantes también en otros países y es esencial poder analizar la dictadura y la transición a la democracia con la palabra libre. Efectivamente, el tema del curso está de moda, si no, ¿cómo entonces una serie como “Cuéntame” puede llegar a tener tanto éxito incluso en nuestro país? No creo que se trate de mera diversión, es más probable que la gente aquí quiera tener una ventanita a un pasado que no pueden entender pero que interesa.

 

BBC Mundo. “España aprueba la Ley de Memoria Histórica” (31.10.2007) http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7072000/7072004.stm

López Merino, Juan Miguel. “Hacer historia: crítica literaria y poesía posfranquistas” Tonos 15, (2008)  http://www.um.es/tonosdigital/znum15/secciones/estudios-18-Poesia%20posfranquista.htm                   

Público. 1) “Los españoles, a favor de investigar los crímenes del franquismo” (10.5.2010) http://www.publico.es/espana/311445/espanoles/favor/investigar/crimenes/franquismo

                 2) “México y Cuba piden a España que investigue el franquismo” (6.5.2010) http://www.publico.es/internacional/310519/mexico/cuba/piden/espana/investigue/franquismo

Labanyi, Jo. “Memory and Modernity in Democratic Spain: The Difficulty of Coming to Terms with the Spanish Civil War” Poetics Today  28:1 (2007)

2 Replies to “Reflexiones finales”

  1. Me ha gustado mucho leer tus reflexiones sobre la temática el curso. Haces muy buenas preguntas y abordas el boom de la memoria desde muchos enfoques.

    La división política entre los que quieren esclarecer el pasado y los que prefieren olvidarlo es evidente en la sociedad española. En parte, se trata de que los familiares de las víctimas quieren saber y recordar, mientras que los se beneficiaron del régimen, prefieren no hurgar en el pasado, pero desde luego esto es una simplificiación. En todo caso, el fenómeno no es exclusivo de España, sino que suele generarse en todos los sitios en que se ha sufrido una dictadura. Por ejemplo, Andreas Huyssen analiza en sus obras, aparte de casos concretos, características generales de las culturas de la memoria actuales.

    La pregunta que planteas sobre los fines de los autores me parece muy importante. Como dices, ha habido un intento muy considerable de dar voz a los vencidos y las víctimas de la dictadura. Aparte de sacar del olvido esta ”otra” historia, manipulada por la dictadura y ”olvidada” en la Transición, creo uno de los objetivos más importantes de las novelas de la tercera generación (la de ”los nietos de la guerra”) es transmitir las experiencias de las generaciones anteriores –las que vivieron la guerra y sufireron la represión franquista– a las futuras generaciones. También ha habido intentos, como la de Isaac Rosa, de deconstruir el discurso de la memoria actual, algo repetitiva y a veces repleta de lugares comunes. De los autores jóvenes, es quizás Isaac Rosa el que más a contribuido a lo que dice López Merino, a desvelar cómo se han forjado distintas ”verdades” del pasado.

    Estoy de acuerdo contigo sobre lo que dices del ”feel-good factor” de Labanyi y de la eficacia del tropo del fantasma. Distintos textos funcionan de manera diferente, pero creo que también las novelas realistas pueden contribuir a la comprensión crítica del pasado cercano.

    Muchas gracias por compartir tus ideas conmigo, con tus compañeros de clase (aunque no hay comentarios, supongo que algunos han leido tu diario) y los demás seguidores del blog.

    ¡Felices vacaciones!

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