La memoria histórica asalta Cannes

La presentación de ‘Hors la loi’ de Rachid Bouchareb reaviva el fantasma del colonialismo francés en Argelia y desata la polémica

BORJA HERMOSO El País21/05/2010

Manifestaciones de grupos de extrema derecha, de asociaciones de ex combatientes y de pieds noirs (los franceses repatriados de Argelia tras la independencia de 1962), presencia masiva de policía antidisturbios en los aledaños del Palacio de Festivales, cacheos especiales a los acreditados del Festival durante el acceso a las salas, cruces de acusaciones políticas y páginas especiales en los diarios franceses de debate en torno al pasado colonial y su legado… (‘Francia-Argelia: ¿se pueden reconciliar las memorias?’, titula hoy el rotativo Le Monde en su portada )… y todo ello sobre la alfombra roja que suele acoger las pisadas de las estrellas rutilantes: el Festival de Cannes ha cambiado hoy el glamour por el debate político, y todo por culpa de una película: Hors la loi (Fuera de la ley) del realizador francés de origen argelino Rachid Bouchareb .

Como pasa con otros países -léase España- y su memoria histórica, ocurre que también hay ‘dos Francias’: la que admite las burradas que la República cometió en Argelia durante el período colonial (el torturador Le Pen sabe mucho de eso) y está dispuesta a reabrir el debate las veces que haga falta, y aquella que -intensificando día tras día su ‘no’ a cualquier atisbo de arrepentimiento- exhibe un orgullo casi pornográfico en su defensa de la grandeur, incluida la grandeur de lo que fue la vieja potencia colonial hasta la declaración de independencia de Argelia en 1962.

Así que hoy ha aterrizado en Cannes, con la intensidad de fondo y forma que define a las heridas reabiertas, la eterna controversia en torno a la guerra de Argelia. La nueva película de Bouchareb –cuyo trabajo Indigènes también hablaba sobre los problemas de los argelinos franceses y ya fue premiado hace cuatro años en Cannes con un galardón colectivo para todos sus actores- tiene otra vez como evidente telón de fondo temático lo que el actor Jamel Debbouze ha definido hoy en Cannes como “la mala pareja que hacen la República y la Colonia”.

El argumento narrado por Bouchareb, la historia de tres hermanos y una madre separados por culpa de la guerra, tiene su punto de partida en las matanzas de 1945 tras una manifestación celebrada por independentistas argelinos en la localidad de Sétif, donde un policía francés disparó a un joven manifestante que enarbolaba una bandera de la Argelia independiente. La ira de los independentistas se tradujo en el asesinato de más de un centenar de colonos franceses y europeos. Pero la posterior y brutal represión de las fuerzas francesas, coordinada desde París por el propio gobierno del general De Gaulle, arrojó cifras que hablan de entre 1.200 y 45.000 muertos según las fuentes (las de los archivos civiles franceses y británicos acotan el número de muertos entre 6.000 y 15.000, cifras que los sucesivos gobiernos de la República nunca han reconocido oficialmente.

El affaire Hors la loi estaba caliente desde el mes de noviembre, cuando el diputado neogaullista Lionel Lucca acusó a Rachid Bouchareb de haber firmado “una película antifrancesa a la mayor gloria del Frente de Liberación Nacional argelino” y de haber “falseado la Historia”. La polémica subió de tono cuando se supo que Lucca había hecho estas declaraciones sin haber visto la película, lo que no le impidió indignarse de que “Francia haya podido financiar algo así” (Canal Plus Francia y el Centro Nacional de la Cinematografía han sido las dos principales fuentes de financiación de la película, una coprodcucción entre Francia, Argelia, Bélgica, Túnez e Italia). Incluso se ha llegado a decir que desde el Palacio de Matignon, sede del primer ministro francés, se han ejercido presiones sobre los responsables del Festival de Cannes para que esta película no concursara bajo bandera francesa… cosa que ha acabado ocurriendo, pues lo hace bajo pabellón argelino.

Rachid Bouchareb se ha mostrado esta mañana indignado ante el ‘ruido’ que ha armado su presencia en Cannes y se ha dicho “francamente sorprendido ante las medidas de seguridad `puestas en marcha hoy aquí”. “Esta película está hecha para abrir un debate, no para provocar enfrentamientos; yo ya sabía que el pasado colonial seguía provocando ciertas tensiones en este país, pero que haya suscitado tal violencia verbal es increíble y me entristece. Quiero que, de una vez por todas, todo el mundo pueda manifestar sus opiniones sobre la cuestión, y que se pase página. Las nuevas generaciones tienen que saber lo que pasó, no hay razón para que hereden el pasado, ha dicho el director.

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Tráiler de la película Hors la loi de Rachid Bouchareb:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=C1_opLxdpzE]

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La Legión marcha por la alfombra roja (Público)

“Lo de Garzón va a hacer mucho daño a España”

Patricio Guzmán. Director chileno del documental ‘Nostalgia de la luz’

GONZALO DE PEDRO AMATRIA – Público – 19/05/2010 08:30

El cineasta chileno, ayer en Cannes.afp

El cineasta chileno, ayer en Cannes.afp

En el desierto de Atacama, al norte de Chile, uno de los lugares más secos del planeta, un grupo de astrónomos trabaja escudriñando el pasado del universo. A sus pies, un grupo de mujeres palpa el desierto, centímetro a centímetro, en busca de un pasado más reciente: los huesos de sus familiares asesinados por la dictadura de Pinochet. Patricio Guzmán (Santiago de Chile, 1941), incansable luchador en pro de la recuperación de la memoria, enlaza esas dos miradas hacia el pasado en un documental, Nostalgia de la luz, tan poético como doloroso, personal y militante, presentado en la sección oficial fuera de competición.

Lleva años trabajando el tema de la recuperación de la memoria, ¿siente alguna responsabilidad?

Ninguna: me apasiona el tema de la memoria y por eso hago la película, pero no me siento un abanderado de nada. Es cierto que en Chile, como en los lugares donde hubo conflictos fuertes, hay una amnesia colectiva. El caso más dramático es España: 70 años después hay 200.000 cuerpos fuera de los cementerios.

Supongo que está enterado del tema de Garzón…

Me parece un desprestigio enorme para la imagen de España. Garzón se adelantó a la Corte Penal Internacional, y creo que es un error apartarle del trabajo, porque quiere entrar en el jardín secreto de la Guerra Civil. Es algo que va a hacer mucho daño a España, un paso atrás. Yo tuve mucho trato con él cuando rodé El caso Pinochet y me pareció un hombre obsesionado por la justicia. Y que sea mediático… ¿qué más da? Si es guapo, y tiene buena planta. Es como Allende, que era más elegante que la derecha y lucía trajes estupendos… ¡tanto mejor!

¿Cómo se reciben sus películas en Chile?

Ninguna película mía ha sido pasada por las televisiones chilenas. Tampoco han sido compradas por el Ministerio de Educación, ni por el de Cultura, ni por los museos, ni por el recientemente creado Museo de la Memoria. Desde 1996 he conversado año tras año con las televisiones y la respuesta es siempre la misma: “Es todavía pronto, vuelve el año que viene”. Al final me di cuenta de que hay un pacto de silencio para no tocar ciertos temas, como en España.

¿Sigue siendo tabú?

Se habla más, pero hay demasiada prudencia, nadie quiere meter el dedo en la llaga, y la opinión generalizada es “yo no fui, yo no estuve, yo no vi”. El pueblo chileno no se hace responsable de sus actos, cuando la memoria no es un problema abstracto, es algo que tiene que ver con la energía de un país: si un pueblo tiene energía es porque ha solucionado sus problemas con el pasado. Recordar ayuda a construir el futuro

¿Cómo consigue entonces ayudas para poner en marcha una película?

No es nada fácil. Todavía tenemos muchas deudas. No conozco a nadie que se haya hecho rico haciendo documentales.

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Para ver extractos de la película Nostalgia de la luz, haz clic aquí.

La vida peligrosa del tío favorito

A sus 29 años, Renate Costa deslumbra en Berlín y Cannes con un documental sobre la homofobia en Paraguay

GREGORIO BELINCHÓN El País17/05/2010

Renate Costa, de espaldas, en una de las entrevistas que aparecen en Cuchillo de palo.

En Paraguay, llamarle a alguien 108 es calificarle de “maricón”. No de homosexual o gay. Sino de maricón, como insulto. El número se refiere a “la lista de los 108”, el primer registro de homosexuales hecho durante la dictadura de Alfredo Stroessner, que duró 35 años, de 1954 a 1989. En ese listado de 108 nombres, Rodolfo Héctor Costa Torres aparecía en el puesto 41. Y por salir allí sufrió una vida de humillaciones, hasta que un día, ya en el siglo XXI, apareció sin vida, tirado desnudo frente a su casa.

“Mi documental es el retrato de un fantasma. Porque mi tío, aún muerto, está constantemente en todos los planos”. Renate Costa, cineasta paraguaya de 29 años, recuerda perfectamente -y así arranca su filme- la llamada de su padre para anunciarle la mala noticia. “Me dijo que había muerto de tristeza”. Decidió grabar todo el proceso de investigación, sus confrontaciones con su padre, que consideraba a su hermano alguien enfermo, un bicho raro, el único de la familia que no quiso ser herrero. De ahí el título del filme, Cuchillo de palo, una inmersión en una historia silenciada en Paraguay, en la represión -que aún hoy en día existe- de los homosexuales en un país “en el que a veces parece que nada cambió, a pesar de que hayan transcurrido 20 años del fin de la dictadura”.

Renate Costa ha estado seis años rumiando la historia. Licenciada en Documental en la Escuela de Cine de San Antonio de Baños (Cuba) y en la barcelonesa Universidad de Pompeu Fabra, tras trabajar en varias series documentales decidió sumergirse en su relato familiar. “Mudarme a Barcelona hizo que fluyera”.

Cuchillo de palo participó en el pasado certamen de Berlín y el viernes se proyectó en una sección paralela del festival de Cannes. “Queríamos priorizar Francia, pero nos llamaron de Alemania y decidimos no esperar. Al final, hemos podido compatibilizarlo”. Más aún, el filme ganó en el prestigioso concurso de documentales del festival de Málaga y se proyectó la semana pasada en Documenta Madrid. “La película tiene que ver con conocer a mi padre, a toda su generación, y con ahondar en un tema familiar. He pasado por varios estados rodándolo”. Se ve en pantalla: de cineasta enfadada ante un progenitor que habla de su hermano como alguien enfermo a hija compasiva. “Somos una sociedad muy dividida con respecto a los gays. A veces parece que nada cambió. Las viejas generaciones sienten vergüenza, entiendo que es complicado que cambien su mentalidad; mi generación está haciéndolo gracias al cambio político. Aún así, nos cuesta dejar de lado los prejuicios. Quería recuperar la dignidad de mi tío y, de paso, de todos los homosexuales paraguayos que sufrieron una vida clandestina y muy peligrosa”.

¿Ha visto su padre Cuchillo de palo? “Sí. En Berlín dijo en un coloquio que era una historia muy dura, pero que era su realidad como hijo, hermano y padre”. ¿Y se puede morir de tristeza? “En Paraguay se usa esa expresión para las muertes inexplicables. Una contradicción, porque mi tío era, sobre todo, alegre”.

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Tráiler de Cuchillo de palo de Renate Costa:

[vimeo http://vimeo.com/10407151]

En la Guerra Civil de Cartier-Bresson

Un investigador español halla en Nueva York la película que el fotógrafo filmó sobre la Brigada Lincoln en Quinto de Ebro – El material se creía perdido desde 1938

JESÚS RUIZ MANTILLA El País14/05/2010

Cartier-Bresson, con los brigadistas

Cartier-Bresson, con los brigadistas-

Los héroes de la Brigada Lincoln no llevaban uniforme. Tampoco iban rapados al cero y muchos, en vez de casco, usaban gorros de lana para rascarse el frío a la orilla del Ebro. Los voluntarios de la Brigada Lincoln eran idealistas y parranderos. Fumaban, reían, cantaban y para ellos carecía de importancia el miedo. Peor era dejar pasar a los fascistas.

Venían de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña. Muchos fueron parte importante de los 2.800 americanos de las Brigadas Internacionales y participaban en varios batallones. Los que caían en el frente eran sustituidos en la formación por españoles del ejército republicano. Su contribución a la guerra, entre 1937 y 1938, fue filmada por el fotógrafo Henri Cartier-Bresson en un documental que se daba por perdido. Juan Salas, investigador de la Universidad de Nueva York, lo ha encontrado tras una búsqueda de años. Se titula Con la Brigada Lincoln en España y el 27 de mayo verá la luz en la Filmoteca Española.

No fue el único trabajo que Cartier-Bresson hizo sobre la Guerra Civil. En total, filmó tres documentales: Victoria de la vida y España vivirá son los otros dos. Se proyectarán también en la Filmoteca. El cine fue un amante esquivo para aquel rey de la fotografía que fundó, tras la Segunda Guerra Mundial, la agencia Magnum. “Al principio le fascinaba, pero después se decepcionó por la lentitud del proceso”, comenta Salas.

Del poder inmediato de una foto a la labor de meses requerida por un documental podía mediar un tiempo precioso para remover conciencias. Cartier-Bresson quiso aprender cine fascinado por Buñuel. “Incluso intentó ser ayudante de dirección suyo”. Pero don Luis le rechazó. Algo que no hizo después Jean Renoir, para quien trabajó de asistente en Una salida al campo y La vie est a nous. Aun así, en sus documentales españoles se aprecia la huella de Las Hurdes, por ejemplo. “Buñuel fue una influencia evidente. Ésa y la de otros artistas de la revista Documents o directamente del cine soviético”.

Motivado con esa nueva arma de la comunicación, Cartier-Bresson quiso arrimar el hombro. Estudiaba cine documental en Nueva York con Paul Strand, uno de los artistas de izquierdas más activos en al apoyo a la República Española en la ciudad. “Rápidamente le dijo que contactara con Herbert Kline en París y que escribieran un guión”.

Lo hicieron juntos y se presentaron al lado de Jacques Lemare en el frente del Ebro. Con sus cámaras Eyemo (70 A) de 35 milímetros. “La idea era filmar el día a día de los voluntarios, mostrar la diversidad de procedencias, los atuendos. Como una fuerte motivación política podía suplir la disciplina de un ejército regular y ser efectivos”. La película muestra cómo vivían, qué comían, cómo se bañaban y la distinta suerte que corrían en el frente.

Todo eso y más en 18 minutos. Pero también incluye imágenes de ciudadanos leyendo en la calle. “Ensalzaban los logros de la política educativa de la República”. Aunque el grueso se centra en el día normal de un batallón. Con sus glorias y sus miserias. Su indestructible mentalidad y su incierta suerte. Hay escenas de camaradería y sacrificio. Imágenes que captan el jolgorio, el frío pelón, la sopa aguada, el pan gomoso y un aire anárquico en la organización y las arengas con que trataba de insuflar ánimos Robert Merriman, profesor de Económicas de la Universidad de California, que fue comandante de la Lincoln. También hay sangre. La lucha, las bombas y los hospitales de Villa Paz, en Saelices, y Benicàssim. “Se filmó para recaudar fondos que ayudaran a repatriar los heridos a EE UU”.

Llegaron tarde, pero se estrenó. “Fue el 21 de mayo de 1938 en el cine Cameo de la calle 42”. Después, la película desapareció. Hasta Pierre Assouline, biógrafo de Cartier-Bresson, la dio por destruida en el libro que le dedica a la vida del fotógrafo. Eso no evitó que a Juan Salas le picara la curiosidad.

Descubrió el material en las oficinas que todavía tiene la Brigada en Nueva York. Cotejó con unas fotos que Harry Randall, sargento del batallón, había hecho el día que los tres documentalistas llegaron a Quinto de Ebro y resolvió el enigma. “Las fotos de los cineastas cámara en mano hechas por los voluntarios muestran a estos filmando escenas que aparecen en el documental. Fue lo que me permitió probar que es la película de Cartier-Bresson”.

Entre los fotogramas de Con la Brigada Lincoln en España hay otra curiosidad: planos de Robert Capa que Juan Salas ha descubierto por otra parte. La culpa es de un campesino y su horca de madera. Habían encargado a este profesor madrileño de la NYU un artículo sobre algún aspecto de la famosa maleta del fotógrafo. “El campesino de una de las imágenes aparecía en la película”. Con el mismo gesto, la misma herramienta, el mismo traje. Las fotos de ese día y las imágenes son las mismas. Como era amigo de Cartier-Bresson le debió ceder su material para la película”.

Fue un trabajo de concienciación, de lucha, de compromiso. No se preocupaban de la autoría. Todo valía. “Aunque sí hay una voluntad de estilo, también una narrativa coherente y una estructura clara. Era un arma política”. Hay travellings inversos y curiosos primeros planos. Más tratándose de un fotógrafo que resaltaba las tomas medias. En ellas se aprecia vida, sonrisas y barbas cerradas. También muerte y heridas. Luces y sombras de una memoria que no se debe extinguir.

Contra la desmemoria, repensemos los relatos audiovisuales sobre la historia reciente de España

En el ciclo Narrar la historia se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española.

Uno de los peligros a los que se enfrenta cualquier acercamiento al pasado histórico es la tendencia a perpetuar aquellas perspectivas, juicios e imaginarios que han constituido el centro del discurso mayoritario en torno a determinada época o acontecimiento y a eludir aquellas otras que, por diversos motivos, han permanecido al margen desde sus inicios. Siendo conscientes de este riesgo, determinadas iniciativas provenientes del ámbito cultural y académico se han acercado a algunos momentos de la historia intentando dejar de lado las desatenciones y los maniqueísmos que han regido los discursos predominantes sobre sucesos concretos. Así ocurrió, por ejemplo, con la revisión llevada a cabo el pasado 2008 de las revueltas de mayo del 68 con motivo de su 50 aniversario: frente a ese “escenario generalmente reducido a los iconos de las barricadas, pintadas y manifestaciones estudiantiles”(1) que pobló la mayor parte de los discursos conmemorativos del mayo del 68 francés, los comisarios de una muestra organizada en el Instituto Francés de Barcelona que se podía disfrutar durante el mes de mayo apostaron por el cine declaradamente militante y realizado in situ para aportar una mirada más directa y rigurosa a dicho acontecimiento histórico.

Una motivación similar se aprecia en el ciclo de vídeo y conferencias que la artista Virginia Villaplana programó para el MNCARS (2), que tuvo lugar entre el 22 de febrero y el 26 de marzo, y que podemos interpretar como una respuesta tardía pero, desde luego, muy útil aún al tono exultante de las distintas efemérides celebradas en los últimos cinco años para conmemorar la consecución de la democracia en España. Dicho ciclo, que formaba parte de un proyecto más amplio (en el que se incluía una instalación en la galería Off Limits, un taller, la presentación de una novela y hasta una visita guiada a las fosas de la ciudad de Valencia), se planteó como un espacio de reflexión en torno a uno de los periodos de la historia de España que más relatos míticos ha provocado hasta el momento: la Transición democrática. Su intención fue “centrar la atención sobre las formas de olvido, trauma y narración tomando como caso de estudio la memoria familiar, las formas de resistencia en el relato oral y el documentalismo como práctica artística” (3).

Reproduciendo en parte ese impulso que durante los años setenta llevó a determinados realizadores a ofrecer una visión distinta y, en ocasiones, contrapuesta a la oficial, algunos creadores se han lanzado en los últimos quince años a concebir una serie de relatos audiovisuales que hacen hincapié en las ambigüedades de una memoria que, desde mediados de los años ochenta, se ha visto claramente infravalorada o simplificada. Dichos relatos (algunos de los cuales fueron incluidos en la muestra) se sitúan en las antípodas del modelo que, representado por la serie televisiva La Transición, dirigida por Victoria Prego en 1995, se ha impuesto como predominante en los medios. Si en dicha serie el éxito de la democratización de España se explicaba desde los cambios impulsados por la clase política del momento, en aquéllos se valora como indispensable la disposición renovadora y hasta radical del ciudadano de a pie; si en el primero se optaba por una locución explicativa que aportaba todas las claves necesarias para conocer, de una manera clara y precisa, quiénes fueron los impulsores de ese cambio político y cómo se llevó a cabo, en estas nuevas aportaciones se buscan aquellas zonas de sombra e ideas que contradicen la existencia de una única mirada sobre el hecho histórico, recurriendo principalmente, tal y como deducimos del ciclo que nos ocupa, a la entrevista y a la evocación poética.

Piezas como Abanico Rojo (Pedro Ortuño, 1997) y La tierra de la madre (José Antonio Hergueta y Marcelo Expósito, 1993-94), donde la entrevista es un dispositivo imprescindible, se plantean desplazar los relatos absolutos y cerrados con la inclusión de testimonios diversos -y a veces contrapuestos entre sí- de los “niños de la guerra”; así como con la apertura de varios puntos de fuga que, si bien inciden negativamente en la línea discursiva (en ocasiones da la sensación de que estamos visionando varias películas en una), logran trasladar al espectador la sensación de complejidad que les falta a otros discursos audiovisuales más definidos y acabados. Por su parte, No haber olvidado nada (Marcelo Expósito, Arturo Fito Rodríguez y Gabriel Villota, 1996-97) y Plan Rosebud 1 (La escena del crimen)  y 2 (Convocando a los fantasmas), de María Ruido (2008), denuncian la desmemoria que ha estado presente en los medios de comunicación desde los años posteriores a la Transición y que ha acompañado a los discursos institucionales hasta ahora. Cercanos a una de las tendencias más consolidadas del documental (la que mezcla entrevista con el uso de imágenes de archivo), todos estos trabajos reivindican la importancia del relato particular frente al relato impersonal que suelen presentar los medios para componer un fresco irregular en su forma pero rico en su contenido.

Explotando el poder evocador de las imágenes y de la voz, propuestas como Mortaja (Antonio Perumanes, 1995), Contando con los dedos de una mano (Josu Rekalde, 1996) y Más Muertas Vivas que Nunca (Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, 2002) realizan operaciones más sutiles que entrañan una reflexión sobre el tiempo histórico y el tipo de acceso que se tiene a él. Mortaja se interna en la memoria fragmentaria y plena de detalles de una mujer perteneciente a la generación que vivió la posguerra y que, desde la muerte, lanza sus recuerdos al silencio de un presente desconectado del pasado. Contando con los dedos de una mano hace reflexivo el hecho de narrar una historia mediante el recurso de reducir la puesta en escena a la mínima expresión: los diez dedos de sus manos le sirven al autor para ilustrar de manera metafórica lo que su voz va contando, una historia en la que se remite al pasado reciente (la dictadura y la democracia) y que denuncia la “tiranía de la imagen (y) de las palabras” a la hora de construir relatos sobre el tiempo. Por último, Más Muertas Vivas que Nunca emplea una puesta en escena donde se reproduce a modo de tableau vivant el cuadro La coiffure (El peinado) de 1896 de Degas, acompañada de una lectura en tono subjetivo que remite de manera poética a la experiencia de las mujeres víctimas de la matanza en la Plaza de Toros de Badajoz en agosto de 1936; el film cuestiona los imaginarios femeninos a la vez que fomenta una reflexión sobre los relatos traumáticos, que suelen acabar convirtiéndose en monumentos, esos lugares donde, según explican los autores, “las víctimas nunca tienen la palabra” (4) . Las tres piezas renuncian a utilizar las formas habituales de representación audiovisual para proponer otro tipo de relación con el pasado; una relación que parte de la conciencia de la dificultad que ésta entraña y que ve en diversas estrategias de extrañamiento la manera de plantear un ejercicio de reflexión en torno a las formas de narrar los hechos del pasado.

En este recorrido se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española. Un sentimiento que, como evidencian esas otras piezas incluidas en el ciclo y de factura más reciente, ha permanecido y quizá hasta cobrado fuerza durante los últimos diez años, cuando éste ha adquirido una visibilidad inusitada en forma, por ejemplo, de relatos audiovisuales que, de manera más o menos interesante, han abordado la memoria y la historia reciente del país (5).

Narrar la historia es una muestra pertinente en cuanto que plantea la necesidad de compilar y mostrar aquellos trabajos que, en parte por su marginalidad, en parte por su novedad, son capaces de cuestionar y hasta enmendar algunas de las fallas en las que han podido incurrir los relatos en torno a la historia reciente de España que han abundado en los medios hasta la actualidad. Un planteamiento que resulta relevante por lo que conlleva de reflexión sobre “la función política de las imágenes, su relación con la historia, y la producción de desmemoria histórica como proceso social y contemporáneo” (6). Cuestiones todas ellas que se han revelado como imprescindibles a la hora de entender la realidad política, social y cultural de nuestro país durante las últimas décadas.

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(1)“Presentación”, David Cortés y Amador Fernández-Savater (eds.), Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68, Sevilla / Madrid / Barcelona, Unia Arte y Pensamiento / Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales / Fundació Antoni Tàpies, 2008, pág. 11.

(2) Motivación que parece justificar la presencia de la única propuesta incluida en el ciclo que no corresponde a las dos últimas décadas: Ocaña. Exposición en la galería Mec-Mec (Video-NOU, 1977), un documento que “muestra un fragmento de la vida contracultural de la Barcelona de la transición democrática” y que aporta la memoria personal del transgresor artista. Ésta puede ser interpretada como el lugar desde el que desea partir el ciclo: el de aquellos relatos situados en los márgenes del discurso histórico que surgieron directamente del encuentro con “la calle” durante los años setenta y principios de los ochenta.

(3) Cuadernillo que complementa el proyecto, MNCARS, 2010.

(4) Ver nota anterior.

(5) Podemos mencionar, entre otros, Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), La guerrilla de la memoria (Javier Corcuera, 2002), Así en la tierra como en el cielo (Isadora Guardia, cortometraje, 2002), Entre el dictador y yo (VV. AA., 2005), El tren de la memoria (Marta Arribas y Ana García, 2005), Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008) y Nadar (Carla Subirana, 2008). Una aproximación a las estrategias de rememoración empleadas en estos trabajos podrá encontrarse en el texto “Hacer visible el trauma: la invocación de la memoria en la producción documental desde los años setenta en España”, que aparecerá publicado próximamente en el n.º 31 de Secuencias. Revista de Historia del cine, monográfico dedicado a las relaciones entre el cine y la memoria (traumática).
(6) Ver nota 3.

Las culpas de los espías de Franco llegan a la tele

Un documental desvela la labor de los informadores nacionales desde 1936

TONI POLO – Público – 08/05/2010 21:24 Actualizado: 09/05/2010 10:24

El comandante Julián Troncoso cometió actos terroristas en el sur  de Francia y los achacó a los rojos'.

El comandante Julián Troncoso cometió actos terroristas en el sur de Francia y los achacó a los rojos’.TONI POLO

Barcelona, Lleida, Granollers y Gernika son algunas de las ciudades que sufrieron en la Guerra Civil los primeros bombardeos aéreos indiscriminados sobre población civil en la historia, algunos de los cuales sólo fueron posibles gracias a la información que Franco obtenía de su red de espionaje, localizada sobre todo en el sur de Francia.

La labor de estos informadores sale a la luz ahora en televisión gracias a Espías de Franco, un documental dirigido por Xavier Montanyà y producido por BATABAT en colaboración con TV3, TVE, France 3 y Canal Historia que la cadena catalana emitirá mañana y que más adelante podrá verse en TVE y Canal Historia. El documental, que incluye el testimonio de algunos de los protagonistas que siguen vivos, ya se emitió entre diciembre de 2009 y febrero de 2010 en la televisión francesa, donde cosechó muchos elogios debido a la implicación del país vecino en los hechos que se narran.

“El tema de los espías de Franco se había desprestigiado un poco, quedaba algo así como un TBO”, comenta el director de la cinta, Xavier Montanyà. “Sabíamos algo de la implicación de muchos nombres, algunos conocidos como Josep Pla o Carlos Sentís, y otros no tanto, como Julián Troncoso o José Bertran, en las redes de espionaje franquista en Francia durante la guerra, pero la derecha siempre lo ha trivializado”, dice.

El documental revela la implicación de esa red de espionaje franquista, que actuó sobre todo en 1937 en Marsella, desde donde informaba a Franco de los buques que zarpaban con alimentos o armas para el bando republicano, de la ubicación de objetivos en determinadas ciudades o de los movimientos de los agentes republicanos en Francia.

“Un ejemplo trágico es el bombardeo de Barcelona”, explica el director. “Se han encontrado planos de la ciudad con 220 objetivos estratégicos para bombardear: los nazis alemanes y los fascistas italianos, a quienes se canalizaron esas informaciones, se encargaron de la ejecución”.

Fondos de Moscú

La aportación principal del documental reside en los datos aportados por los archivos de los fondos de Moscú. Se trata de documentación clave porque contiene las investigaciones y los seguimientos de la Securité francesa sobre la red de espías. Tras la retirada de París, los nazis se llevaron los archivos a Berlín, donde poco después cayeron en manos de los soviéticos liberadores de la capital alemana. Hace unos cinco años, el historiador Jordi Guixé los examinó y pudo constatar el apoyo de la ultraderecha francesa a los espías españoles.

El archivo militar de Ávila arrojó también datos definitivos, puesto que se citan nombres de los agentes en Marsella. “Ya nadie podrá negar la implicación en esta trama de Pla, Sentís, Bertran i Musitu, entre otros nombres de la alta burguesía catalana”, dice Montanyà.

Un ensordecedor silencio histórico

LOS CAMINOS DE LA MEMORIA

Dirección: José Luis Peñafuerte.

Género: documental. España, 2010.

Duración: 96 minutos.

J. C. El País – 23/04/2010

Si uno tiene la costumbre -quizá buena, pero casi siempre dolorosa- de estar al corriente de las últimas noticias -ya saben, la casi victoria post mórtem de un caudillo, con los superpoderes del Cid, sobre esa lujuria por la integridad que caracteriza al juez Garzón- o si uno decide abandonarse al cristalino propósito didáctico de este oportuno documental, quizá no tenga otro remedio que asumir una idea inquietante: el final de la Guerra Civil nunca tuvo lugar. O fue un espejismo impuesto por decreto.

Se podría ir más allá: la contienda fue el único momento en que el país fue consecuente con su médula de tierra de esencia cainita, segmentada en dos Españas irreconciliables, tan capaces de evolucionar en sus formas, como incapaces de encontrar un idioma común para el balance de daños. La violencia que la aprobada Ley de Memoria Histórica ejerce sobre el pacto (o conspiración) de silencio sobre el que se asentó la llamada Transición es el gran motor de este documental de José Luis Peñafuerte, que pulsa a fondo la funcionalidad del formato para espolear el debate en presente.

Los caminos de la memoria sólo comete una tontería: esas transiciones que ritualizan el pulso entre las dos Españas en clave de danza contemporánea. El resto pinza los nervios precisos, tanto al registrar el dolor, la indignación o la decepcionada humanidad de los vencidos como al articular su narrativa a partir de la transmisión pedagógica a unas nuevas generaciones que ojalá siempre tuviesen el grado de atención que muestran -o simulan- en la película. En algunos momentos, Peñafuerte no teme ser incómodo, ni agresivo: algunas de las escenas más cargadas de violencia y mal rollo en este trabajo son de fecha reciente. En concreto, de una estremecedora celebración del 20-N en el Valle de los Caídos y la plaza de Oriente. También resulta particularmente certera la mención, en una de las declaraciones recogidas, al doctor Vallejo-Nágera y su teoría del gen marxista. Peñafuerte tiene claro que hablar de memoria histórica no es remover el pasado, sino, en todo caso, esclarecer el presente, dirigiendo su mirada a las razones individuales.

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Podéis ver el tráiler de Los caminos de memoria en un post anterior sobre el documental.

La vía fascista del ‘Spain is different’

Peñafuerte viaja por Europa con su obra sobre la memoria

José Luis Peñafuerte, ayer, en una cafetería del centro de Madrid. – GRACIELA DEL RIO

C. P. – MADRID – Público – 20/04/2010

Bélgica 4 – España 3. No, no es el marcador de un partido de fútbol, sino el número de ciudades belgas y españolas en las que se podrá ver Los caminos de la memoria, documental de José Luis Peñafuerte (Bruselas, 1973) sobre la memoria histórica, los represaliados del franquismo y las fosas comunes que se estrena el viernes.

Para hacernos una idea de la repercusión que está teniendo la película en Bélgica, Peñafuerte, hijo de exiliados, cuenta que el pasado miércoles participó en un debate en la radio pública belga con el ex presidente del parlamento europeo José María Gil-Robles y el historiador Ángel Viñas.

“Los periodistas belgas no daban crédito a lo que decía Gil-Robles, que defendió la vigencia de la Ley de Amnistía del 77 y aseguró que los españoles no quieren reabrir las heridas del pasado. Pero en Europa conocen bien la historia del franquismo. Y las imágenes de, por ejemplo, las concentraciones en esa caricatura del mal gusto llamada Valle de los Caídos sólo pueden provocar perplejidad”.

La visión del exiliado

Estupefacción que se ha incrementado estos días tras ver cómo los grupúsculos ultraderechistas Manos Limpias y Falange Española de las Jons han conseguido llevar a Baltasar Garzón al banquillo por investigar los crímenes del franquismo. “Es como si el Partido Nacionalsocialista pidieran a los jueces alemanes que cesen inmediatamente los ataques que viene sufriendo el nazismo”, resume.

“Lo que está en juego es la jurisprudencia internacional sobre los delitos de lesa humanidad por la irresponsabilidad de un pequeño sector de jueces españoles. Si una democracia no puede juzgar los crímenes de su pasado, ¿cómo podemos exigirle luego lo mismo a una dictadura?”, se pregunta el cineasta, que cree que los exiliados pueden aportar una mirada sobre el pasado a prueba del aislamiento ideológico y la trifulca partidista que se vive en España.

Y concluye volviendo a sacar el belga (léase europeo) que lleva dentro. “Más que un proceso contra un juez estamos ante un juicio a los valores democráticos sobre los que se construyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial”, afirma aludiendo a los Juicios de Núremberg . “Ya va siendo hora de condenar el franquismo y recordar a sus 130.000 víctimas. Se lo debemos a Europa. No se trata de reabrir heridas, sino de curarlas del todo. Haciendo justicia”, zanja.

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Trailer del documental Los caminos de la memoria:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=iqK5iFPWdcs]

Cámara, acción… ¡todos al suelo!

Chema de la Peña dirige la primera película sobre el 23-F, con Paco Tous en el papel de Tejero, Juan Diego en el de Armada y Fernando Cayo en el del Rey – Bono pone pegas para rodar en el Congreso

ROCÍO GARCÍA El País17/04/2010

El teniente coronel Tejero, amenazando la democracia desde la tribuna del Congreso el 23-F de 1981.- BARRIOPEDRO

Es la mañana del 23 de febrero de 1981 y el teniente coronel Antonio Tejero está en la cocina de su casa. Su mujer, Carmen Díez, está corrigiendo unos exámenes mientras desayuna. “¿Te tuesto un poco de pan? Quedan unas madalenas…”. “No, no, ya me lo tomo en la calle. ¿Te queda mucho, ratita?”. “Un par de exámenes. Cada día escriben con más faltas. No sé este país dónde va a llegar cuando estos niños crezcan”. Tejero le da un beso en la frente y ella nota algo raro. “¿Va todo bien papaíto?”. “Nada, luego te llamo”. Ese lunes, pocas horas después, exactamente a las 18.23, Tejero y 200 guardias civiles irrumpieron pistola en mano en el Congreso de los Diputados, en la carrera de San Jerónimo de Madrid, secuestrando al Gobierno y a todos los parlamentarios reunidos. Después de 17 horas y media, ya en la mañana del martes 24, tras una noche trágica en la que se estuvo a punto de acabar con la incipiente democracia española, el golpe había fracasado.

El relato minuto a minuto de esas 17 horas y media es lo que narrará la película 23F que, dirigida por Chema de la Peña y producida por Lazona con participación de TVE, se empezará a rodar en agosto y se convertirá en la primera aproximación cinematográfica a esos acontecimientos. “Será un thriller político con mucha intriga y al mismo tiempo muchas conversaciones privadas. Contamos con una exhaustiva información y una profunda investigación sobre los hechos objetivos. Me atrae mucho este género político que en nuestro país es casi inexistente sobre un hecho histórico tan presente en la vida de los españoles. Más allá de los tópicos vamos a entrar de lleno en las motivaciones de los personajes con esos elementos tan shakespearianos de códigos de honor, vida, valentía y traición”, asegura Chema de la Peña (Salamanca, 1964).

El estreno del filme, el 23 de febrero de 2011, coincidirá con el 30º aniversario de este acontecimiento. Paco Tous, en el papel de Tejero, Juan Diego en el del general Alfonso Armada y Fernando Cayo, como el rey Juan Carlos, son los principales protagonistas de este proyecto que cuenta con un presupuesto de 4,5 millones de euros. Hasta llegar al reparto definitivo ha habido muchos saltos y propuestas. Incluso se contactó con Antonio Banderas para el papel del Rey, aunque él, antes de retirarse del proyecto por problemas de fecha, sugirió que lo que de verdad le gustaría sería hacer… de Tejero.

Chema de la Peña asegura que cuando leyó el guión, escrito por Joaquín Andújar, sintió que tenía entre sus manos “un diamante en bruto”. “Es tan difícil que eso pase que es como un milagro”, dice el realizador, que tardó apenas dos días en dar el al encargo que le hicieron los hermanos Ignacio y Gonzalo Salazar, productores de Lazona, que tenían 13 y 11 años, respectivamente, el 23-F de 1981.

“Por salud democrática es fundamental hacer esta película”, explica Gonzalo, el menor de los hermanos, en la luminosa oficina que la productora tiene en Madrid. “El 23-F tiene los elementos suficientes dramáticos y cinematográficos como para llevarla al cine. Además representa mucho para los españoles”, dice Ignacio.

Todo comenzó hace cuatro años una tarde a la salida de una proyección de The Queen, el filme de Stephen Frears sobre la muerte de Lady Di y su repercusión en la monarquía británica. “Iba sin muchas ganas porque a mí la historia de Diana de Gales no me interesaba especialmente, pero nada más salir del cine y antes de llegar al coche ya había tomado la decisión de llevar al cine nuestro 23-F”, señala Ignacio Salazar, que comenzó un laborioso trabajo de investigación y documentación y entrevistas con muchos de los protagonistas reales, como el entonces director general de la Guardia Civil, Aramburu Topete; Landelino Lavilla, ex presidente del Congreso; José Pedro Pérez Llorca, entonces diputado de UCD, y otros muchos más. “Me lo sé casi todo de ese día. Nuestra intención es contar todo lo que ocurrió con rigor y objetividad, sin entrar en las teorías conspirativas y enfoques políticos”.

23F dará cuenta de si hacía calor o frío en el hemiciclo o en las calles de Valencia, contará pequeñas anécdotas como la de las pistolas de los guardaespaldas amontonadas sobre una mesa de un despacho del Congreso, como el bar del recinto parlamentario fue saqueado esa noche por los guardias civiles y al día siguiente hubo que reponerlo con 300.000 pesetas o los reproches que se hicieron en la intimidad el entonces presidente Adolfo Suárez y el general golpista que entró en el Congreso, pistola en mano, al aterrador grito de. “¡Todo el mundo al suelo!”.

Después de conseguir permiso para rodar en los jardines del palacio de la Zarzuela o el patio de la Guardia Civil, es el rodaje en el propio hemiciclo, en donde todavía se pueden ver las huellas de los disparos de los guardias civiles amotinados, donde los hermanos Salazar se están enfrentando al mayor problema. El presidente del Congreso, José Bono, y los miembros de la Mesa están negándoles, de momento, lo que ellos consideran un derecho como es el de rodar en el mismo lugar en el que se produjeron los acontecimientos.

“Es fundamental para el proyecto”, aseguran los productores. Aunque tienen todo preparado para reconstruir en decorados los diferentes escenarios del Congreso, en caso de que la negativa sea definitiva, todavía confían en poder entrar en el mismo lugar en el que el teniente coronel Tejero le espetó a su superior, el general Aramburu Topete, cuando este procedía a su detención. “Si da un paso más le pego un tiro y luego me mato”.

‘Casablanca’ y el No-Do vuelven a la Gran Vía

BEATRIZ PORTINARI El País13/04/2010

Suenan los inconfundibles acordes del No-Do, aparecen los títulos en blanco y negro, los uniformes y Franco saludando al Frente de Juventudes y, en pleno siglo XXI, una sala de cine estalla en aplausos. Termina la información sobre la guerra en Europa, los nuevos inventos -como las “lámparas de incandescencia”, hoy llamadas bombillas-, vuelven a salir tropas de las SS, soldados aliados “en minoría” y el respetable vuelve a aplaudir.

El cine Callao vivió ayer una tarde para nostálgicos con motivo de la conmemoración del centenario de la Gran Vía y su vinculación al mundo cinematográfico, con la programación en pantalla grande de la mítica Casablanca, que colgó el cartel de completo. Muchas de sus 1.033 butacas fueron ocupadas por veteranos que vivieron el estreno en 1946, y otros aproximadamente 50 asientos albergaban a jóvenes que, bien por afición al cine clásico o por pura curiosidad, se acercaron a ver en gran formato aquella mirada lánguida de Humphrey Bogart.

Como si el cine Callao hubiera retrocedido en el tiempo hasta los años cuarenta, su fachada amaneció ayer cubierta por una gigantesca tela que reproducía aquella imagen inolvidable de (mejilla con mejilla) Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Una imagen y una historia que llegaron a España con cuatro años de retraso respecto al estreno mundial. Y no porque tuviera un mensaje amoral de adulterio o un claro trasfondo político, sino porque Hollywood no quería introducir películas en un país que había sido aliado del fascismo.

“Si acudes a la prensa de la época te encuentras que no hay críticas de esta película. ¿Por qué? Porque se estrenó un poco de tapadillo. Si salió en 1942 aquí no llegó hasta diciembre de 1946 porque España estaba en la lista negra de quienes habían apoyado a Alemania en la Segunda Guerra Mundial y los estudios americanos decidieron prohibir que sus películas se estrenaran aquí”, explicaba minutos antes de la proyección Antonio García-Rayo, coordinador del programa conmemorativo organizado por el Ayuntamiento y diversos comercios de Gran Vía-Callao, que incluye proyecciones de cine clásico, exposiciones de carteles, conferencias y tertulias cinematográficas.

Entre esos testimonios gráficos se encuentran viejas fotografías de las interminables colas que se organizaban para conseguir una entrada de cine. “Para el estreno de Lo que el viento se llevó, que también llegó a España con retraso en el año 50, incluso se organizaban autobuses que iban a los pueblos, recogían a los espectadores, los traían a Madrid y esperaban una noche entera para el siguiente día comprar su entrada. En aquella época Madrid tenía cerca de 130.000 butacas en 160 salas y se llenaban todos los días. Era el ocio del momento”, describe García-Rayo.

Y aunque ayer no hubo colas kilométricas, sino espectadores despistados que no tenían muy claro dónde sacar la invitación para el pase gratuito, Casablanca consiguió conmover de nuevo con el mítico tema As time goes by o la despedida en el aeropuerto que todavía mucha gente intenta explicarse.

“Historias como esta, tan profundas y con un mensaje tan intenso ya no se hacen. El cine de antes no es lo mismo que el de ahora”, suspiraba nostálgica Blanca, de 72 años, que había acudido a Callao acompañada por sus amigas Angelines (90 años) y Sagrario (67), todas ellas con intensos recuerdos sobre el estreno en el año 46. “Me acuerdo que vi por primera vez esta película de joven, en alguno de los cines de la Gran Vía, no sé exactamente cuál”. “Yo lo vi en Cuatro Caminos, en un cine de barrio, que era donde podíamos ir los pobres”.

Contrastaban con sus memorias los jóvenes que pocas butacas más allá intentaban sacar fotos de la pantalla con su teléfono móvil, cubo de palomitas en mano, y que admitían sin reparos no haber visto jamás la película. “Hombre, por edad no me fue posible acudir al estreno”, ironizaba Saray, de 19 años. “Pero sí es una película que siempre se comenta y se sabe por frases típicas como ‘Tócala otra vez, Sam”.

El ciclo conmemorativo tiene previsto continuar las proyecciones cada lunes hasta el 14 de junio, con reestreno gratis de títulos como Lo que el viento se llevó (26 de abril), Cantando bajo la lluvia (3 de mayo), Mogambo (17 de mayo), o Gilda (14 de junio). Las invitaciones se podrán retirar el mismo día de la proyección en la FNAC o El Corte Inglés de Callao, de diez de la mañana a dos de la tarde. Ambos establecimientos albergarán además las exposiciones sobre carteles y publicidades cinematográficas de la época, y la estrecha relación de la Gran Vía con el mundo del celuloide.