Diario de aprendizaje IV (Hanna)

Según Isaac Rosa, el novelista tiene un labor ideologizante, ya que una mayoría de lectores reciben conocimientos y forman opiniones del pasado y del presente a través de la ficción literaria. En El vano de ayer Rosa ha adoptado este compromiso ético y la responsabilidad del autor como parte esencial de su obra, y sin duda, ha aportado algo nuevo y necesario al campo literario que trata el franquismo. Tanto la obra como las entrevistas de Isaac Rosa ofrecen muchos temas intresantísimos que comentar y desarrollar, pero aquí voy a centrar en la función social de la literatura. Estoy de acuerdo con Rosa quien dice que “tal vez la literatura no sirva para cambiar el mundo, pero sí está sirviendo para conservarlo” (entrevista en Ladinamo).

Creo que la literatura, como practicamente toda la actividad humana, por un lado refleja y, por otra, construye la sociedad. La historia sirve de material para la construcción del presente, y por lo tanto, también las historias, que crean los autores, forman parte de este proceso. La literatura inevitablemente tiene influencia social, aunque sea difícil estimar en qué medida. Así se presenta la cuestión de ¿cómo este hecho debería influir en el proceso de creación literaria?

Rosa plantea como el objetivo escribir sobre el franquismo y describirlo como realmente era, es decir una ”dictadura cruel que torturó hasta el final”. Parece que El vano ayer surge como crítica hacia la literatura y otras representaciones que pretenden recuperar la memoria histórica, pero que caen en la trampa de nostalgia y sentimentalismo. La obra contiene mucha crítica, y no sólo hacia otros autores, sino también hacia los lectores, el público. Esto fue algo que me chocó al principio y me pareció una postura algo elitista, pero pronto la forma irónica en que Rosa lo hace reveló no es que el autor se crea excepcional o superior, sino que es crítica aguda, pero con fundamento y sobre todo constructiva: no critica por criticar, sino para renovar, desarrollar. También hay una fuerte dosis de autoironía y -crítica en la obra, lo que demuestra que es resultado de mucha autoreflexión. Me ha parecido fascinante, en particular, como Rosa desmonta esctrucuras, que normalmente pasan inapercebidos, a nível del lenguaje. Este pasaje es de la entrevista en Ladinamo:

Inicialmente, pensé en una novela más convencional pero en seguida me di cuenta de que también yo era víctima de las trampas del discurso heredado, de que también yo, que no había vivido el franquismo, había asumido como propia una memoria insatisfactoria, fraudulenta en muchos sentidos. Entendí que necesitaba un replanteamiento formal, que construyese un discurso nuevo mediante el desmontaje del existente, utilizando sus mismos recursos, desnudándolos mediante la ironía.

Como el lenguaje suele ser un elemento conservador, es importante prestar atención al discurso. Aunque esto no cambie el mundo, sirve de reorientar el pensamiento.

El labor ideologizante y la función social conllevan varias cuestiones, entre otras, la del equilibrio entre la libertad artística y la responsabilidad social o ideológica. Especialmente cuando se trata de pasado reciente que tiene mucha importancia en el presente, los autores deberían tener mayor conciencia de las consecuencias y de la influencia que puedan ejercer. ¿Pero hasta qué punto el autor es responsible de las interpretaciones del lector? ¿La responsabilidad limita la expresión artística?

También la literatura sobre el franquismo se puede concebir como un proceso evolutivo, en que las etapas anteriores son necesarios para los avances. No sé si Isaac Rosa es un caso aislado, o si representa la vanguardia dentro de un campo literario que se ha estancado y comienza una nueva tendencia de describir temas fuertes (ej. la tortura) de manera fuerte, sin adornos, sin rodeos. En el ambiente de la Transición se necesitaba otro tipo de acercamiento, pero creo que ya empieza a haber suficiente distancia y la necesidad de tener una visión más clara, más crítica y más “veraz”.

http://www.fsap.ccoo.es/comunes/temp/recursos/22/29408.pdf

http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=13&id=324

One thought on “Diario de aprendizaje IV (Hanna)”

  1. Gracias por tu diario, Hanna. Has elegido un tema interesante y muy central, si tomamos en cuenta el enfoque del curso. La responsabilidad social del novelista es una cuestión muy polémica, pero me parece que tú lidias bien con esta gran cuestión. A veces resulta más inteligente responder a una pregunta con más preguntas, como tú haces, en vez de intentar agotar un tema prácticamente inabarcable. Además, creo que las preguntas bien planteadas son el mejor acicate para el pensamiento.

    Tu diario me parece en general bien estructurado y redactado, pero hay una frase que no me queda muy clara. Cuando dices que te “ha parecido fascinante […] cómo Rosa desmonta esctrucuras, que normalmente pasan inapercebidos, a nível del lenguaje”, echo en falta algún ejemplo para entender mejor a qué te refieres exactamente. Inmediatamente después de esta frase, donde yo esperaba encontrar un ejemplo o una explicación, hallé sin embargo una cita de la entrevista de Rosa. La cita apoya tu argumentación en general, pero, en mi opinión, no a contribuye a aclarar la frase anterior. En todo caso, esto es sólo un pequeño detalle en un trabajo que me parece muy bueno en su conjunto.

    El último párrafo de tu diario me parece muy sugerente. Hablar de un “proceso evolutivo” me suena quizás un poco demasiado darwinista, pero entiendo a qué te refieres. De algún modo, cada libro que se escribe es una respuesta a todos los anteriores. En las últimas décadas, el tema de la guerra civil y el franquismo se ha puesto de moda en la novela española, lo cual a producido ciertos moldes narrativos y discursivos recurrentes. El vano ayer nace claramente, como confiesa el propio Isaac Rosa, del hartazgo del joven autor ante este discurso estancado o “momificado”. Como tú sugieres, me parece probable que a partir de ahora los temas “fuertes” se hagan cada vez más habituales en este tipo de literatura, dado el interés de las nuevas generaciones en los aspectos más duros de la contienda y la dictadura (la represión, el terror, los campos de concentración, etc.).¹

    Aunque ahora, después de más de treinta años de democracia, el caudal de novelas sobre el reciente pasado de España no muestra señales de agotamiento, no puedo evitar preguntarme hasta cuándo seguirá seduciendo a escritores y a lectores este tema ya bastante trillado. ¿Será suficiente el cambio potencial que podrán aportar los jóvenes autores para mantener el interés del público lector?

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    ¹ Sobre este tema, recomiendo el excelente artículo “Echar al olvido. memoria y amnesia en la Transición” de Santos Juliá, publicado en Claves de razón práctica, 124, 2003, pp. 14-24. Lo tengo fotocopiado, si a alguien le interesa.

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