El próximo 2009 se celebrará el septuagésimo aniversario de la terminación de la Guerra Civil y han sido ya más de tres décadas las transcurridas desde el pistoletazo de salida que invirtiera el rumbo político de nuestra querida patria, “España Camisa blanca de mi esperanza… donde entendernos sin destrozarnos, donde sentarnos y conversar…” conforme el cántico de paz, musicalizado por Ana Belén con éxito en los ochenta, del poeta zamorano León Felipe a quien, como Machado y muchos otros, “cubre el polvo de un país vecino”. (Recordar la significativa estadística que Ruth refirió en su presentación sobre el intelecto en el exilio). La Transición; nada más y nada menos que el delicado desmantelamiento de un fuertemente arraigado régimen caduco de totalitarismo político, paternalismo despótico, represor y supresor de libertades fundamentales para pasar a una vehementemente anhelada sociedad de las libertades; algo insólito en la história del país.
Dos obras, una literaria y otra cinematográfica, conforman el material que nos representa ese periódo histórico del fin del Franquismo (instaurado “por la Gracia de Dios” tras la Guerra Civil), que hemos tratado durante estas dos semanas: la novela Llegada para mí la hora del olvido publicada en 1997 del escritor y periodista especializado en literatura Tomás Val Sáez (1961-) y la película cargada de humor ¡Buen Viaje, Excelencia! estrenada el 2003 bajo la dirección y guión de Albert Boadella (1943-) e interpretada por el grupo catalán Els Joglars. (Se agradece a nuestra profesora su elección pues ambas obras de contenido jocoso e irónico se complementan muy bien. Además por actuar como eficaz revulsivo “relativizador o desdramatizador” de la “franquitis aguda” que bajo un sol radiante a muchos nos ennubla, como os dije en la última clase sin sorna alguna).
Entendiendo que en un curso de literatura parezca sacrílego decir aquello de que “más vale una imagen que mil palabras”, haré referencias al filme y hablaré sobre la personalidad del Caudillo. La cinta regida por el prestigioso actor y dramaturgo español, director de tan exitosa compañía teatral (el ciego del bar, cupones en pecho y mueca de bobalicón) muestra al espectador un Caudillo crepuscular, decrépito, demenciado y senil, meditabundo, divagante, con sus recuerdos anclados en el pasado haciendo en las noches de insomnio balance de su álbum necrológico, con sus hojas plagadas de muertos en las postrimerías de su existencia, años 1973-75. Todo un contraste entre ese anciano decrépito, de carne y hueso, y aquel Caudillo todopoderoso con aureola celestial que entraba bajo palio en los templos, Padre de la Patria, Generalísimo de todos los Ejércitos en permananente cruzada contra la amenaza del Comunismo, los enemigos de la Patria y de la Civilización Cristiana, etc., etc. (la misma cantinela siempre). Y sin duda los siglos venideros vendrán a adorar al hombre más grande, justo y defensor de la Cristiandad que España ha tenido: Franco (como recrea Val). Además la película ofrece una reflexión, no solo sobre la sombra de un caudillo degradado, sino también sobre la miseria mental y la ridiculez que entraña la decadencia del poder absoluto. El ingenio humorístico posibilita una visión distanciada y didáctica de la historia.
No son pocos los elementos que rememora de aquellos tiempos:
Personajes: Nuestro protagonista; su esposa Doña Carmen Polo de Franco (1900-1988), Señora de Meirás, Grande de España, “la Collares”, pues parecía llevar uno colgado al cuello hasta para “eso”, amén de sus enjoyadas manos, con quien celebró las Bodas de Oro en 1973, dama caritativa de estrecha moral católica (al referirse a Hitler lo refiere como “amancebado con una fulana”, fíjese Vd.), muy presente en la novela, que pasó a la historia gracias a la merienda campestre de 1917 donde conoció a Paco; su única hija Carmen Franco y Polo (1926-), duquesa de Franco, también conocida como Nenuca, Carmencita y Morita (madre de siete hijos); su hijo político Cristobal Martínez-Bordiú (1922-1998), , Marqués de Villaverde, médico especialista en cirujía cardio-vascular (que en 1984 fue suspendido durante cinco años del cargo de jefe del Departamento de Cirugía Cardiovascular que ocupaba desde 1971), el Yernísimo, chulesco y todo un donjuán; su cuñado Ramón Serrano Suñer (el que lo acompañaba en la reunión con Hitler) conocido como el Cuñadísimo, un inteligente jurista, uno de los principales artífices del Régimen y promotor de la División Azul dada su germanofilia; los temibles bereberes del Rif; su padrino en la fulgurante carrera militar, Millán Astray, y sus férreamente disciplinados “legías” (los canarios enjaulados); la Guardia Mora, su fiel escolta en los actos multitudinarios; “los Grises”, la temida Policía Armada; su primo y sempiterno ayudante Pacón, Francisco Franco Salgado; el padre Bulart, su confesor; el equipo médico habitual, con la rivalidad profesional existente entre el Dr. Bustelo y la “loquera”, Dra Müller (si bien no se cita las cantidades de jalea real que, como elixir de la eterna juventud, el paciente ingería); Torcuato Fernández Miranda, profesor de Derecho Político, presidente del Gobierno a finales de 1973 y luego autor material de la “Ley para la reforma política”, instrumento legal que permitió desmontar el régimen franquista legalmente con la aprobación de las propias Cortes nombradas por Franco, conocida como el “hara-kiri franquista”; y naturalmente Carlos Arias Navarro, fiscal, presidente del Gobierno entre 1973-76, quien con voz temblorosa y lágrimas en los ojos inmortalizó ante las cámaras de tve aquel “Franco ha muerto” y dio lectura al discurso póstumo de Franco para los españoles; etc.
Objetos: El yate Azor (mientras que S.S. M.M. navegan en el Bribón) y las enormes capturas junto a las que se fotografiaba, como ocurría en las monterías también (con el Rey Juan Carlos compartía el gusto por la caza); la milagrosa Mano de Santa Teresa, su reliquia inseparable; los gemelos de campo que le permitieron orientar tantas estratégias militares contra sus enemigos; los automóviles Dodge Dart GL (gran lujo) de aquellos tiempos; etc.
Acontecimientos y lugares: El Palacio del Pardo (hoy convertido en residencia de los altos mandatarios que visitan el país); el Desfile de la Victoria (por eso en España hay por todos lados avenidas de la Victoria y antes había avenidas del Generalísimo –como en Rusia hay plazas del Alzamiento–); el popular programa-concurso “1, 2, 3 responda otra vez”; la sintonía de despedida de tve; el mensaje tradicional de Nochebuena (que ha continuado S.M. el Rey D. Juan Carlos); el Noticiario Documental NO-DO (que entre 1942-1981 se proyectaba en los cines antes de la proyección de la película (y que nuestro protagonista veía en en su palacio entre cabezadas); el diario sensacionalista El Caso; la rutinaria inauguración de pantanos y centrales hidroeléctricas, junto a los que han quedado lápidas conmemorativas; la manifestación junto al Palacio de Oriente (1.10.1973), el último acto multitudinario que celebró ya muy tocado de salud; el traslado en estado comatoso a la Residencia Sanitaria de La Paz, de la Seguridad Social; el ambiente ruidoso y amontonado del típico bar español (que no es santo de mi devoción), donde se percibe el izquierdismo aflorante y el gracejo popular con dichos como el de “Franco es como el cruzado mágico, levanta a los caídos , oprime a los de dentro y engaña a los de fuera” (el cruzado mágico de Playtex era una famosa marca de sujetador que realzaba el busto femenino), o el de los reproches lanzados a los cuatro vientos por Ramón Fontseré (quién también hace de Caudillo) “Si es que nunca habéis tenido c. pa’ cargaros al viejo… porque nosotros que somos unos hijos de la gran p. vigilábamos y estábamos alerta”; etc.
Especialmente impactantes fueron las crueles torturas, los fusilamientos en la charlótica escena de guerra y las ejecuciones a garrote vil, el atentado mortal del Almirante Carrero Blanco y su chófer (como inicio de la lacra terrorista que llega hasta nuestros días) y la masacre de la Calle Correo. Destacar el simbolismo del pajarito muerto, cazado durante una de las sesiones de tiro de pichón de salón que Su Excelencia practicaba y la doctora Müller recoge diciendo “país de bárbaros”. La entrada “agachapado” por el arco del “Todo por la Patria” (que figura en las fachadas de los cuarteles de la Guardia Civil), el paseíllo triunfal por los callejones ruinosos y vacíos, engalanados y vitoreantes por momentos, de un pueblo con Suspiros de España como melodía de fondo, la tétrica llegada con la guerrera llena de condecoraciones y en calzoncillos largos a la audiencia de altos mandos y los desvaríos, así como las visiones oníricas de remordimientos y temores que entre jamacucos experimentaba, junto a las asunciones y destituciones del Príncipe Juan Carlos del poder a modo de títere político, no pasan desapercibidas. Oír himnos de emblemáticos Cuerpos de Ejército como la Legión y los Regulares, e incluso el propio Himno Nacional, y la mofa hecha con sus símbolos me pareció más fuera de lugar.
Permítaseme añadir que, pese a la modernidad que ha alcanzado el país y su notable desarrollo económico, sobre todo en las últimas décadas, a la octava economía más rica del mundo cabe auspiciarle un futuro nuevamente glorioso. Sin embargo, en el subconsciente colectivo de su ciudadanía siguen difusamente anclados los desastres de aquella guerra y sus sectarismos, así como el largo período de sufrimiento y tiranía o bienestar y seguridad (según se mire) que supuso el Franquismo. Quizá por ello las inclinaciones políticas de muchos españoles las oriente la herencia ideológica familiar, pues casualmente siguen fragmentadas en tres bloques ideológicos desde hace casi un siglo: la izquierda, la derecha y el nacionalismo independentista. Entre periodistas y escritores las rivalidades resultan más que manifiestas. Como ejemplo recuérdese el intercambio de acusaciones que mantuvieron el que fuera ministro de Cultura de la UCD, Ricardo de la Cierva, y catedrático de Imagen Román Gubern (conocido de Estefania) con la polémica reedición de Raza, la novela de Franco, con motivo del 20-N de 1997. (Véase en la dirección El mundo.es. Cultura. La reedición de Raza).
La gran descentralización administrativa ha fomentado un férreo apego a cada terruño territorial, a sus parcelas de poder y sus identidades culturales, separándolas cada vez más. Algo que contradice a todas el sentido de la solidaridad interterritorial y la unidad del Estado. Como aderezo, los escandalos de corrupción que acontecen en nuestra sociedad política actual y los soterradamente acaecidos durante el Franquismo (el artículo publicado sobre la familia Franco el 23.3.2008 en Helsingin Sanomat ilustra suficientemente el caso), si bien, en términos comparativos Franco pareció tratarse de un dictador “de segunda”, comparado con los expolios a mansalva del régimen Nazi hasta 1945 y el institucionalizado oficialmente por el comunismo de la U.R.S.S. durante ocho décadas.
Este tal Paquito, luego Franquito y finalmente Caudillo de España por la Gracia de Dios, el hijo más grande del Ferrol y el más querido de toda la patria, fue un niño frágil, de baja estatura, con una voz retenida por el frenillo y un estudiante del montón. Algunos compañeros de la Academia lo atildaron de gallego poco culto, tímido y receloso. Todo pareció cambiar tras su primera misión en África, y sobre todo tras la gravísima herida que recibió en El Biutz en junio de 1916. Pero a pesar de su buen comportamiento durante las batallas, demostrando un desprecio por su propia vida y la ajena que sorprendía por su frialdad calculada, siguió siendo Franquito para los altos oficiales, y todavía Sanjurjo en 1936, cada vez que dudaba si Franco se decidía o no a intervenir en el Alzamiento, preguntaba: “¿Qué va a hacer Franquito?”
Su inseguridad en la vida civil se convertía en lo contrario en la vida militar. Tenía fama de reglamentista, duro, implacable hasta la crueldad, pero también exigente consigo mismo y concienzudo en sus movimientos de liturgia militar o de guerra. Fue precisamente allí donde se construyó la base de su pedestal de oficial africanista, muy diferente a los otros militares echaos palante, puteros, jugadores de la soldada y de valor caliente. Antes de atacar ponía los prismáticos entre él y el enemigo. Cuando el histriónico Millán Astray organizó la Legión Extranjera, escribió a los tres comandantes de Infanteria más jóvenes para mandar banderas (pequeños batallones), y Franco mandó la primera de ellas, con imposición de una disciplina que rayaba en la crueldad. El pelotón de castigo trabajaba duramente, con las mochilas rellenas de piedras, y los legionarios indisciplinados eran fusilados sistemáticamente. Franco no tuvo nunca prejuicios humanitarios. La compasión y la piedad ante los sufrimientos de sus semejantes no entraban en su mentalidad. Con sus compañeros legionarios era seco, casi sin muestras de amistad o afecto, lo respetaban y temían, pues como militar tenía mucho prestigio. Se cubrió, desde entonces, con una falsa máscara impasible y severa. El Tercio fue un instrumento definitivo en su carrera militar y para los cimientos de su carrera política.
Tras su llegada a la jefatura del Estado se convirtió en un hombre puntualísimo y siempre muy serio y distante. Parecía no abandonar ni un solo instante su aspecto antipático de persona perfecta. Evitaba sonreír ni tener un gesto amable o humano. Muy estirado, para parecer más alto y disimular su tripita ya incipiente. Conforme a declaraciones de su hermano, siempre tuvo el complejo de su pequeña estatura y de su tendencia a engordar. Saludaba muy reglamentariamente y ponía mala cara o decía algo desagradable si las cosas no salían como él esperaba.
Según Ricardo de la Cierva, que habló varias veces a fondo con él, Franco era un introvertido pero no un introspectivo. Entre su mirada interior y el núcleo de su personalidad se levantaba una tenaz muralla de prejuicios enquistados que no le permitía la menor posibilidad de revisión de sus fuertes principios. Entre ellos, la idea histórica de España nacida en los años del Desastre, que no se atribuía a causas naturales (Ejército, etc.) sino esotéricas, como la acción masónica y la enemistad tradicional de los países de Occidente. La Iglesia y la fe cristiana en cuanto a la implantación ideológica. La milicia como carrera absorbente. Todo este conjunto de bases ideológicas iba implantándose en la mente militar de Franco –que fue por encima de todo un militar– durante su agitada vida, hasta que pudo resumirse en la reacción contra la República , que amenazaba a esa carrera, y en los moldes autoritarios de Alemania e Italia, dos naciones de Europa admiradas. Era también constante en forma de presión ideológica la admiración imitativa hacia el vecino Portugal, regido con mano de hierro y guante de seda por Antonio de Oliveira Salazar. La vida familiar de Franco fue siempre su recurso serenador. Si se quiere resumir en una palabra la personalidad de Franco, esa es el poder, el mando, como él decía. Lo subordinó todo, hasta su profundo e innegable patriotismo, a su permanencia vitalicia en el poder, aferrado a pretextos de todo tipo (la necesidad de su presencia para la solución del asunto Sahara, etc.).
Vázquez Montalban dice: “Yo me quedo con aquella perla que le dedicara Joaquín Arrarás cuando lo imaginaba conduciendo la nave de la nueva España, la nave de la muerte, la tortura, la expatriación, la desidentificación para tantos de sus compatriotas: Timonel de la dulce sonrisa”. (Obsérvese la expresión de serenidad y bondad de la fotografía –retocada- con sello oficial y firma. Véase en dirección Curiosidades Marco1/firmas y foto/foto oficial).
Al final de la obra de Val, tras despejarse las razonables dudas sobre si convertirse en Sumo Pontífice con lo inadecuado del atuendo, su naturaleza humana se impone a la divina y el personaje que inspiró tantas líneas para nuestra asignatura como fantasmas para sus pasillos novelescos, después de una larga agonía cruzó ineluctablemente el umbral de la eternidad. FRANCISCO FRANCO (4.12.1892-20.11.1975).
FUENTES
Biografía de Franco (fuente derechista). http://www.generalisimofranco.com/biografia/biografia.htm
Canción: España camisa blanca (interpretada por Ana Belén y Miguel Ríos). http://es.youtube.com/watch?v=PWvjSO6zbF4
Curiosidades Marco1 http://www.filaperso.com/CURIOSIDADES/Curio_Marco_1.html
De la Cierva, Ricardo (1977). La Historia se confiesa. Tomo IV. ¿Cómo era de verdad Francisco Franco? págs. 261-280. Editorial Planeta, S.A. Barcelona.
El mundo.es. Cultura. La reedición de Raza. http://www.elmundo.es/1997/11/20/cultura/20N0108.html
La Butaca.net. Revista de cine. http://www.labutaca.net/films/19/buenviajeexcelencia.htm
Manuel Vázquez Montalván. De Franquito a ¡Franco, Franco, Franco! El País Semanal 29/11/1992 http://www.vespito.net/historia/franco/franft.html