trabajo III

Salvar al Villano: el concepto de heroísmo en Soldados de Salamina

 
Soldados de Salamina gira en gran parte alrededor de un solo acto de ‘heroísmo’: la decisión tomada por un soldado republicano de no delatar a un enemigo falangista (Sánchez Mazas) tras toparse con él en el bosque. Este acto en el que un personaje perdona la vida a su enemigo es un cliché que aparece frecuentemente en el cine y en la literatura, sobre todo si tratan el tema de la guerra. En un enfrentamiento entre dos grupos, un miembro de un bando decide ayudar a un miembro del otro bando, a menudo sin que se especifiquen sus razones. Uno de los ejemplos más recientes aparece en la película Fury (2014), protagonizada, como no, por Brad Pitt. Ambientada en la segunda guerra mundial, Fury sigue a un grupo de cinco soldados americanos, cuyo objetivo es matar a todos los nazis que puedan. Al final de la película, cuando la batalla entre los soldados americanos y los agentes de la SS está llegando a su fin, hay un momento en el que un joven soldado de la SS mira debajo de un tanque, donde hay escondido un soldado americano (Norman). El nazi decide ignorar a su enemigo y no da la voz de alarma. Este acto de piedad permite que Norman sea el único superviviente de su pelotón.

 
Este cliché se conoce en la cultura popular como Save the Villain; salvar al villano. Es frecuente en peliculas de accion, siendo otros buenos ejemplos GoldenEye (1995), El Caballero Oscuro (2008) o Thor (2011). En este tipo de películas es habitual ver al héroe-protagonista y al enemigo-villano forcejeando sobre un tejado, cuando de repente el enemigo-villano cae al vacío o se queda colgando de sus pantalones en alguna cornisa. Aunque la intención del héroe parece haber sido matar al villano desde el principio de la pelea, disparándolo, acuchillándolo y propinándole una paliza que dejaría a cualquier persona normal muerta en el primer asalto, este decide salvarlo. Da igual lo cruel que sea el villano y las muertes que haya causado y causará, ya que ver a su enemigo en una posición tan vulnerable despierta el instinto heroico del protagonista, y no puede resistirse a echarle una mano.

 
Por regla general, dejar vivir al villano en las historias resulta casi siempre un grave error, ya que el villano sigue siendo un villano y seguirá haciéndole la vida imposible al héroe. Pero el héroe no puede luchar contra su instinto, por muchos problemas que le traiga dejar a su enemigo con vida. Esta idea del heroísmo como algo innato e intuitivo está fuertemente presente en a Soldados de Salamina. Bolaño explica de esta manera su  visión de un héroe: ”[un héroe es] Alguien que se cree un héroe y acierta. O alguien que tiene el coraje y el instinto de la virtud, y por eso no se equivoca nunca, o por lo menos no se equivoca en el único momento en que importa no equivocarse, y por lo tanto no puede no ser un héroe. O quien entiende, como Allende, que el héroe no es el que mata, sino el que no mata o se deja matar” (63). Como dice Bolaño, un héroe prefiere dejarse matar antes que mancharse las manos de sangre, aunque esto constituya un grave error que resulte en el sufrimiento y la muerte de miles de personas a las que, en principio, el héroe estaba intentando proteger. Sin duda esto parece un comportamiento irresponsable por parte del héroe, pero la idea de que el honor es algo que sobrepasa la razón está fuertemente ligada a esta percepción del heroísmo.

 
En ciertas ocasiones el haber sido salvado por el héroe hace (como por arte de magia) reflexionar al enemigo. El enemigo se ve endeudado con el héroe y su causa, algo que sin duda lo humaniza. El soldado republicano deja vivir a Sánchez Mazas y después sus amigos del bosque lo protegen, algo que años después permite al propio Sánchez Mazas cometer pequeños actos de ‘heroísmo’, ayudando a varios republicanos a salir de la cárcel. El villano es, de este modo, contagiado por el heroísmo republicano, lo que le da cierto aire de nobleza y honor. El escritor/narrador resalta estos actos de bondad en la historia de Sánchez Mazas, ignorando las posibles injusticias que cometió bajo el régimen franquista o durante la guerra civil.

Es razonable cuestionar la versión  dada por Sánchez Mazas en cuanto a su encuentro en el bosque con el soldado republicano. El propio narrador se pregunta en varias ocasiones si los hechos contados por sus entrevistados son del todo fiables: ”Me pregunté si esos relatos se ajustarían a la realidad de los hechos o si, de forma acaso inevitable, estarían barnizados por esa pátina de medias verdades y embustes que prestigia siempre un episodio remoto y para sus protagonistas quizá legendario, de manera que lo que acaso me contarían que ocurrió no sería lo que de verdad ocurrió y ni siquiera lo que recordaban que ocurrió, sino sólo lo que recordaran haber contado otras veces (26). En cualquier caso, no importa que el relato de Sánchez Mazas haya podido ser distorsionado por su imaginación dada a lo poético y novelesco. Al fin y al cabo, es el escritor quien decide cómo tratar y enfocar este relato. El narrador (o narrador-escritor) decide tomar esta romantica versión de los hechos y tratarla de forma que concuerda con la visión sobre el heroísmo que quiere transmitir en su novela. El heroísmo es, según Soldados de Salamina, algo innato, una fuerza contra la que no se puede luchar. Da igual lo irracional que esta fuerza sea y las locuras que haga cometer a su portador, ya sea dejar vivo a un peligroso enemigo, dejarse matar o deambular por un desierto sin ningún propósito concreto. Este concepto de héroe se ve plasmado en el último párrafo de la historia, cuando el narrador proyecta su visión de un héroe sobre Mirailles, quien pensó que podria ser el dueño de la mirada que ha estado buscando durante toda la novela: ”[el narrador] piensa en un hombre acabado que tuvo el coraje y el instinto de la virtud y por eso no se equivocó nunca o no se equivocó en el único momento en que de veras importaba no equivocarse, piensa en un hombre que fue limpio y valiente y puro en lo puro y en el libro hipotético que lo resucitará cuando esté muerto, y entonces el periodista mira su reflejo entristecido y viejo en el ventanal que lame la noche hasta que lentamente el reflejo se disuelve y en el ventanal aparece un desierto interminable y ardiente y un soldado solo, llevando la bandera de un país que no es su país, de un país que es todos los países y que sólo existe porque ese soldado levanta su bandera abolida, joven, desharrapado, polvoriento y anónimo, infinitamente minúsculo en aquel mar llameante de arena infinita, caminando hacia delante bajo el sol negro del ventanal, sin saber muy bien hacia dónde va ni con quién va ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante” (91).

 

Cercas, Javier: Soldados de Salamina (2001)

2 thoughts on “trabajo III

  1. Cristina, el título de tu trabajo despertó enseguida mi interés. Me parece que los dos primeros párrafos son una buena introducción al desarrollo de tu tema . La estructura del trabajo nos permite ahondar en el tema, el cual está bien argumentado. Comparto tu opinión en cuanto a que el heroísmo como algo innato e intuitivo está fuertemente presente en Soldados de Salamina; sin embargo, el dejar vivo a un enemigo no lo relacionaría con lo irracional, al contrario, me parece que en ese momento el soldado no comparte el sentido irracional de las guerras y toma una decisión más humana.

  2. Gracias por tu trabajo, Cristina. Haces un buen análisis del concepto de heroísmo en la novela de Cercas, pero lo que más me gusta en tu trabajo es el hecho de que vincules la obra con un fenómeno más amplio de la cultura popular (al igual que hiciste en el trabajo anterior). Ese enfoque nos permite entender mejor a las novelas. En el curso analizamos las novelas situándolas en el contexto español, pero tus trabajos ponen de manifiesto que hay también otras formas de contextualizar y analizar las obras que pueden resultar fructíferas.

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