La migración internacional y el deseo de cambios. España, una puerta giratoria hacia los cambios

El texto que a continuación el lector o la lectora leerá contiene reflexiones propias de la autora que ha ido recabando a lo largo de su experiencia vital. El tema del que me propongo reflexionar es a día de hoy un tema candente, puesto que existen dos bandos de opiniones muy confrontados. Por una parte, surgen los partidarios de las migraciones internacionales; consideran que estos movimientos, estos flujos de personas tienen efectos positivos tanto para los migrantes como para los países receptores. Pero, por otra parte, están los detractores de estas ideas, los movimientos, los flujos de personas no traen más que quebraderos de cabeza para el estado al que llegan. Esta última ideología encaja perfectamente con los movimientos ultraderechas o populistas que están aflorando tanto en Europa como a nivel global.

La migración internacional es un fenómeno con el que he convivido desde pequeña. Nací en España, a finales del siglo pasado. Y puedo contar con los dedos de la mano, cuántas olas de migrantes han ido pasando por el territorio español, quisiera hacer una reflexión sobre este fenómeno visto desde los ojos de una persona que ha vivido en un país que se le consideró país con muchas oportunidades para mejorar la calidad de vida, tanto económica como socialmente del migrante y cómo con el paso de los años esa ilusión de “El Dorado” se fue resquebrajando y se fue desplazado hacia otro lugar, con lo que supuso una nueva migración de los propios habitantes hacia nuevas tierras. Esto último es lo que yo hice hace ya nueve años, migré a este país con el deseo de cambios.

Lo cierto es que hasta la adolescencia no me di cuenta de que, en mi barrio, en mi ciudad o en mi comunidad autónoma había inmigrantes. El término inmigrante era el que se usaba al principio. Posteriormente se fueron añadiendo adjetivos para concretar qué tipo de inmigración era la que estaba acercándose en pateras a las costas españolas. La inmigración ilegal, los sin papeles, eran algunos de los términos. Los primeros en arribar fueron los marroquíes. Tan solo nos separa un pequeño estrecho de agua. El efecto llamada que en su momento los políticos defendieron era que en España se vivía bien, se ganaba mucho dinero y mejoraba tu calidad de vida. Lo cierto era que sí se ganaba dinero, pero no de una manera tan legal como se quisiera. De manera paralela a la entrada por mar a España, también lo hacían, sobre todo los menores, por vías increíbles e imposibles, por vía terrestre. Se metían en los bajos de los camiones aún a sabiendas de que podían ser atropellados, podían ser descubiertos o podían morir. Por mi mente corren muchas imágenes de jóvenes y adultos en las cuales sus ojos delatan ese anhelo de cambio, conseguirlo cueste lo cuesta, al precio que haga falta, luchar y seguir ese camino hasta su meta. Llegar sí o sí a Europa para forjarse un nuevo futuro. Después de los marroquíes, comenzaron a llegar también en pateras los subsaharianos. Este era y es el término oficial, pero, desgraciadamente, se escuchaban y escuchan cosas como los negros, los de color, los que no son marroquíes.  No hay que olvidar que además de estas migraciones del sur, también había migración que provenía de países del Este, Polonia, Rumania, Serbia, Croacia, Bulgaria. Cada uno de ellos tenía su propio nicho de trabajo. Los del sur iban al campo, a hacer la vendimia, a recoger frutas de los invernaderos, allí donde se necesitaba mano de obra “barata” para trabajar el campo, un oficio muy duro y mal pagado (lo pongo entre comillas, porque en realidad me estoy refiriendo a mano de obra sin contrato, mano de obra sin derecho a seguridad social, a paro, o a cualquier prestación estatal). Los del este eran los “curritos” de la obra, albañiles, fontaneros, gruistas, carpinteros, soldadores. Cada cual tenía y sabía dónde iba a acabar trabajando. Pero, os pregunto, ¿En dónde encajan todo esto las mujeres? Pues desgraciadamente como bien lo estaréis pensando, las mujeres han sido tratadas mucho peor. Con ellas se han hecho negocio, se han traficado, se las ha considerado material de intercambio entre mafias, las han tratado como ganado, eran fantasmas de la noche, con las que había gente que se lucraba. Todo para acabar desgraciadamente en un puticlub de carreteras con un chulo maltratador, o haciendo la calle en las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona. Antes los medios de comunicación no hablaban tan abiertamente de estos sucesos. Aparecían pequeñas reseñas en periódicos, en los telediarios no se les daba cabida. Pero cuando la sociedad empezó a alzar la voz por aquellas víctimas, entonces sí que se leía o se oía que la policía había desmantelado alguna red de prostitución, redes de tráfico de drogas, redes de trata de blancas, redes de tráfico de personas.

Volvamos un momento a los movimientos migratorios. Finales de los años 90. De nuevo la prensa se hace eco de la inmigración, en este caso hay que mirar hacia otro lado. Ahora no llegan por patera o hacinados en camiones de doble fondo, llegan por avión desde Latinoamérica. Todos ellos piensan que tendrán mejores expectativas de cambios porque nos une una misma lengua, el español, quizás una misma cultura. Este movimiento migratorio tuvo altibajos, momentos muy importantes de llegada de latinoamericanos y momentos en los que regresaban. Los recién llegados venían pisando fuerte, ya que, en sus países, algunos habían hecho maestrías, eran doctores y otros, en cambio, llegaban con su graduado escolar. Todos intentaban encontrar trabajo de lo suyo, unos lo conseguían mejor que otros. Lista interminable de papeleos para convalidar títulos, pago de tasas, etc. Se podía encontrar gente muy cualificada para tareas domésticas, para trabajos en restauración. Lo único que importaba era conseguir un contrato para obtener la legalidad en el país y comenzar el largo camino de la reunificación familiar. Poder ver a sus hijos crecer en un país próspero es el mayor deseo que todos tenemos. Los hombres, en su mayoría fueron a parar a sector primario o terciario, la falta de personal en restauración hizo que ese volumen de personas fuera absorbido rápidamente por la gran demanda. También la construcción absorbió este movimiento y el campo. La mayoría de las mujeres latinoamericanas que entraron en España, fueron a través de contratos de tareas domésticas, limpiadoras, chicas del hogar, cuidadoras de niños y ancianos, etc. Por aquel entonces desde el lejano oriente, desde China, comienza otro movimiento migratorio. La pequeña comunidad china, buscaba su nicho. Y lo encontró. Las tiendas de todo a 100 pesetas, las tiendas de productos baratos, los restaurantes chinos. Este nicho fue ampliándose poco a poco, después vinieron las tiendas de comida, productos de primera necesidad, como el pan, la leche, o la cerveza, eran lo que se vendía y se vende en estos establecimientos. La jerga popular creó un nuevo concepto: ir al chino,por ejemplo se oye decir: voy al chino, ¿quieres algo? Más adelante, el sector terciario abría las manos a los chinos, los restaurantes, aquellos que no tenían reemplazo de personal, eran cogidos por chinos. Y actualmente, tenemos peluquerías chinas, centros de bellezas de uñas de chinos. Y, por supuesto el término, voy a la china a hacerme las uñas, o voy a la china a cortarme y teñirme, se normaliza en la jerga popular.

Finalmente, recordemos el gran estruendo que se generó en 2008. Quiebra de Lehman Brothers. Crisis económica mundial. Ya unos años antes, la España que tanto prometía se venía abajo, se derrumbaba. El mercado laboral no podía absorber a los recién licenciados de las universidades, a los recién titulados de la formación profesional, tampoco podía con el volumen de demandantes de empleo extranjeros. Sí, ahora la denominación había cambiado. Ahora los inmigrantes, se les llamaba con otro término, extranjeros. ¿Por qué cambió la terminología? Me imagino que los políticos cambiaron su discurso a uno más radical. Los que venían, eran “los otros”, no eran de nuestro entorno. Esa barrera que deseaban interponer con la terminología, lo estaba consiguiendo, dividía, más y más a la sociedad española. No podía ser que nos clasificaran a todos en, nosotros y ellos, los otros (recomiendo la lectura del libro Suomalainen vieraskirja, el cual trata estos conceptos de una manera muy sencilla, y te hace pensar realmente en una cosa. Desde el comienzo de los países, de las sociedades estas dos ideas han estado muy presentes, o somos “nosotros” o somos “los otros”). La crisis apareció de lleno y para reducir las cifras de paro, los políticos crearon la ayuda de retorno, es decir, a los demandantes de empleo extranjeros se les incentivaba a retornar a su país, se les daba una ayuda económica para que abandonaran la búsqueda de su Dorado y volvieran a sus países, con algo de plata en sus bolsillos, para que sintieran que todos esos años de esfuerzo y sacrificio habían merecido la pena. La crisis hizo que los jóvenes y no tan jóvenes que querían trabajar, que querían independizarse, que querían vivir sus vidas salieran al extranjero. Ahora ese nosotros, se convertía en los otros. La fuga de personal cualificado y no cualificado se veía constantemente en los medios de comunicación. Incluso en los anuncios de la televisión. Y en esa fuga entro yo. Con un trabajo estable de ingeniero de una multinacional, siendo el más joven y el último en llegar tenía todas las papeletas para ser el primero en salir. Y antes de que eso sucediera, me marché. Decidimos mi marido y yo empezar una nueva vida, deseábamos cambios. Empaquetamos toda nuestra vida en cajas y nos mudamos a Finlandia. Comenzaba una nueva aventura. A buscar nuestro Dorado. Y en eso estamos, en el camino…

Las cifras de paro en España están bajando, se empieza a ver a migrantes que vuelven al país del que salieron, pero ¿volverías a tu país aun sabiendo que la crisis puede volver a reaparecer y entonces tendrías que reemprender de nuevo el viaje hacia otro lugar y ser de nuevo “los otros”? Todos, al fin y al cabo queremos pertenecer a un grupo.

One thought on “La migración internacional y el deseo de cambios. España, una puerta giratoria hacia los cambios

  1. Helena R Laakso

    Todo lo que escribes de la historia recién de España y de tu vida, tus propias experiencias de migración, primero en España (nosotros y los otros) y luego en Finlandia, cuando el “nosotros” se convertía en los otros, parece, no sólo interesante, sino que importante saber y entender.

    No he visto muchas noticias de la situación económica de España en nuestros medios de comunicación (vi un documental sobre los españoles que habían comprado pisos, con el dinero abundante de los bancos, y no podían pagar las hipotecas), desde el año 2008 y Lehman Brothers era Grécia y su crisis económica que llenó los medios finlandeses.

    La manera tuya escribir cautiva al lector, en finés se dije “sinulla on sana hallussa” (no sé traducirlo en español, ni me ayudan los diccionarios).

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