“¿Quién será mapeado en la historia y quién no?” Lucha contra el olvido y la subjetividad de la historia en Desierto sonoro

Desierto sonoro (2019) de Valeria Luiselli es una novela que narra la historia de una familia que viaja en coche desde Nueva York a Arizona. Simultáneamente, cuenta la historia de seis niños centroamericanos que tienen que cruzar el desierto mexicano para lograr sus sueños y llegar a Estados Unidos. La obra abarca temas como la migración y la infancia. Además, hay una pregunta que el libro plantea constantemente: ¿quién merece su lugar en las páginas de la historia y quién no? También es una pregunta que la autora plantea abiertamente en una entrevista televisiva (Democracy Now! 2019, 11min17s–11min28s). Inspirada por esta discusión, también considerada central por la autora, en este trabajo analizaré las diferentes formas en las que la pregunta se manifiesta a lo largo de la obra y la lucha constante de los personajes contra la subjetividad de la historia.

En Desierto sonoro los nombres tienen un valor simbólico importante de mostrar quién merece ser mapeado en la historia o, mas bien en este caso, quién no lo merece. Los protagonistas, un matrimonio y sus dos hijos (el niño de él y la niña de ella) no tienen nombre, simplemente se refiere a ellos con términos como el niño o mi esposo. Como dice la propia autora en la entrevista arriba citada, ella “intenta ser coherente con [su] preocupación en quien será mapeado en la historia con un nombre y quien no”. Sin embargo, relacionándome con la realidad y con la temática de este curso, en el mundo real observamos muchas veces muy poca coherencia en esto –los nombres de los migrantes perdidos y muertos normalmente no ganan su lugar en las páginas de la historia, pero los de las personas occidentales sí–.

Desierto sonoro también trata el tema de la incoherencia mediante su estructura tipo “novela dentro de una novela”. Una parte de la obra consiste en capítulos de una novela imaginaria, Elegías para los niños perdidos de Ella Camposanto. Narra una historia de seis niños migrantes que tienen que cruzar el desierto mexicano a bordo del infame tren La Bestia para llegar a los EE. UU. Nunca conocemos los nombres de estos niños tampoco.

Aunque la historia de Elegía para los niños perdidos es ficticia, al mismo tiempo es la historia de miles de niños verdaderos. En el mundo real, los migrantes muchas veces pasan desconocidos: normalmente no se conocen las historias o los nombres de los migrantes que llegan a Estados Unidos, ni mucho menos las historias o los nombres de los que mueren al intentarlo. Además, muchos de los niños migrantes nunca llegan a su destino sino, por ejemplo, se pierden en el desierto. También hay algunos que sí que llegan, pero son deportados. Estos niños son olvidados por la historia, son niños perdidos. A veces la media de masas decide destacar las vidas de algunos de ellos en sus reportajes, pero la mayoría es vista como una masa, unas cifras, un problema. El discurso del problema también hace desaparecer las personas detrás de los números, lo que a su vez hace que las olvidemos. Esto demuestra que la historia que conocemos es muchas veces subjetiva. La situación es igual en el caso de los migrantes que cruzan el Mediterráneo para llegar a Europa, o en cualquier sitio con un “problema” migratorio.

Algo que también simboliza el caerse en el olvido es el tema de los apaches chiricahuas, el punto de interés del proyecto del padre de la familia. La familia comienza su viaje con el propósito de alcanzar el territorio que se conoce como la Apachería, una zona que habita y habitaba tradicionalmente el pueblo indígena de los apaches. Algo característico de ellos es que tradicionalmente daban nombres guerreros sólo a los que se lo habían merecido. El tema de los nombres se enreda perfectamente con la decisión de la autora de no nombrar los personajes –no obstante, ellos también deciden inventar unos nombres “apaches” para todos los miembros de la familia: Pluma Ligera, Flecha Suertuda, Papá Cochise y Memphis–. Es como si la autora intentase mantener la objetividad, pero los personajes tratan luchar contra no ser mapeados en la historia.

De algún modo, hasta las profesiones de la madre y el padre tienen que ver con intentar hacer historia. Ella es documentalista y él documentólogo, o sea, explicado por su hijo: “[…] un documentólogo es como un bibliotecólogo y un documentalista es más parecido a un alquimista. Pero en el fondo papá y mamá hacían casi lo mismo: tenían que encontrar sonidos, grabarlos, meterlos en una computadora y luego ordenarlos para que contaran una historia”. (p. 238) Antes de partir hacia Arizona, habían tenido juntos un proyecto de grabar todos los idiomas que se hablan en Nueva York. Esta también parece una manera de combatir contra el olvido: en vez de que la historia sólo conserve el inglés o algunos de los idiomas más hablados de Nueva York, con su proyecto consiguieron captar la multidimensionalidad de la realidad. El nuevo proyecto del padre también tiene que ver con el mismo tema, es un intento de conservar la memoria de los apaches chiricahuas. Sin embargo, con sus proyectos los padres también forman parte de la subjetividad de la historia, ya que son ellos que deciden qué van grabando.

Quizás lo que mejor demuestra los intentos de los personajes de luchar contra el olvido, no obstante, es la narración del niño de la familia. El niño es uno de los narradores de la novela, pero siempre narra directamente a su hermana de cinco años. Él, tanto como sus padres, entiende los peligros de las historias olvidadas y por eso decide grabarlo todo para que su hermana lo pueda recordar más tarde –ha escuchado su pediatra decir que los niños menores de seis años no guardan recuerdos–. Además, tiene otras razones por qué su hermana debería oír la versión de él también:

Cuando veas todas las fotos y escuchas esta grabación, vas a entender muchas cosas, y en algún momento tal vez incluso entenderás todas las cosas. También por eso decidí ser tanto un documentalista como documentólogo, para que te toquen por lo menos dos versiones de todo y conozcas las cosas de diferentes maneras, lo cual siempre es mejor que de una sola manera. Vas a saberlo todo, y luego poco a poco empezarás a entenderlo. (p. 422)

Como los niños y la infancia son unos de los temas principales de la obra, la decisión de incluir la narración del niño parece clave. Uno de los logros de la novela también es su manera de ofrecer el punto de vista de los niños. Muchas veces la historia es narrada por los adultos y muchas veces nosotros, los adultos, no vemos las cosas que los niños ven. De este modo, frecuentemente, todos los niños son niños olvidados por la historia.

En este trabajo he analizado cómo se manifiestan los temas del olvido y la subjetividad de la historia en la obra Desierto sonoro. La autora ha afirmado explícitamente que reconoce el problema e intenta ser lo más objetivo posible con sus decisiones sobre a cuáles de los personajes debería nombrar, por ejemplo. No da nombres a los miembros de la familia, pero tampoco a los seis migrantes niños. Como sabemos, el mundo real es muchas veces más subjetiva, y los migrantes probablemente no serían nombrados, los miembros de la familia, por otro lado, sí. A pesar de la objetividad de la autora, parece que los personajes de la obra intentan con toda su fuerza combatir contra no ser olvidados por la historia: se dan nombres apaches, documentan voces e idiomas mediante sus trabajos o graban historias para que la niña más pequeña también las pueda recordar. Por su vez, los personajes parecen reflejar nuestra realidad y los instintos humanos: queremos ser recordados por la historia, pero la historia no da la misma oportunidad de ser recordado a todos.

Fuentes:

Cátedra Alfonso Reyes (6.12.2019): VALERIA LUISELLI. Desierto sonoro [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=rSYUYYb3pbc

Democracy Now! (8.3.2019): Valeria Luiselli on Trump’s Border Crisis, Ethical Storytelling & Her Book “Lost Children Archive” [Archivo de Vídeo]. https://www.youtube.com/watch?v=ma8mwVQYWco

LUISELLI, Valeria (2019): Desierto sonoro. Madrid: Sexto Piso.

PBS NewsHour (7.3.2019): Novelist Valeria Luiselli on writing to document ‘political violence’ [Archivo de Vídeo]. https://www.youtube.com/watch?v=gZxMCeGXVtc

RACCIATTI, Emilia (2020): “”Desierto sonoro”, un libro con múltiples registros que potencia la voz de Valeria Luiselli”. Télam Cultura. Disponible en: https://www.telam.com.ar/notas/202002/429378-desierto-sonoro-libro-valeria-luiselli.html

STAGNO, Leonardo (2020): “[Reseña de] Desierto sonoro (2019) de Valeria Luiselli”. Guay: Revista de lecturas (Septiempbre). En Meoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.11932/pr.11932.pdf

 

La desaparición de Mamá(M) como representación de enfermedad mental en Conjunto vacío

En este trabajo trataré el tema de la desaparición del personaje Mamá(M) en la obra Conjunto vacío de Verónica Gerber Bicecci e intentaré responder a la pregunta de por qué la narradora describe la desaparición de esta manera. No se explica explícitamente lo que le ha pasado a la madre de la protagonista Verónica, pero la narradora sí proporciona varias pistas sobre el destino de ella.

La desaparición de Mamá(M) es un acontecimiento muy importante en la vida de la protagonista-narradora, su hija Verónica. Se implica que la madre desaparece cuando ella tiene 14 años, pero nunca se explica lo que le pasó exactamente. No obstante, queda claro que algo raro está pasando en el apartamiento de la madre (o “búnker”, como lo denominan la protagonista y su hermano); las cosas se mueven sin que nadie las mueva y se escuchan voces, aunque nadie debería estar allí:

En el búnker las cosas se cambian de lugar. O al menos parece. Estaba segura de que había dejado un libro sobre el escritorio y no en el librero, o los zapatos en la sala y no en mi recámara. Podría jurar que compré yogur y ya no había. (129)

La primera noche sola volví a escucharla hablando en la sala. La luz de la computadora ya no iluminaba el camino así que me guie con las paredes. Nadie. Regresé a cama. (29)

La narradora da una explicación casi sobrenatural ya que implica que las cosas extrañas que acontecen en el búnker se explican por el hecho de que el búnker “había logrado producir algún tipo de singularidad espaciotemporal”. (18) También da la impresión de que Mamá(M) simplemente ha abandonado sus hijos y se ha ido a algún sitio desconocido. Sin embargo, no creo que esto sea el caso. Tal como afirma Deffis, para entender la obra es imprescindible que el lector intente descifrar lo que se dice e ilustra en ella (2020, 26). Aunque la narradora no da una respuesta explícita al misterio de la madre, sí que da pistas continuas al lector. Yo pienso que la respuesta está en el búnker –la madre sigue allí físicamente, pero mentalmente está en otro lugar–.

Ya desde el inicio de la obra queda bastante claro que la madre tiene algún tipo de paranoia, quizás síntomas de esquizofrenia. Por eso ha montado el búnker en primer lugar: “Un sistema perfectamente cerrado que Mamá(M) construyó antes de desdibujarse […]. (18) La narradora también nos hace saber que la madre no se siente segura, siente que algo o alguien le está amenazando a ella y a sus hijos:

Era temprano en la mañana, estábamos saliendo a la escuela y mamá dijo que no. Dijo que era mejor quedarse en casa. Dijo que no prendiéramos la tele, que no prendiéramos nada. Dijo que había que guardar silencio. (16)

Mamá(M) empieza a hablar de los árboles del parque. Dice que en las cortezas se ven rostros. Que todos esos rostros miran hacia la casa. Que todos esos rostros nos miran.
Nos ordena dejar de regar las plantas. (16)

La presencia de síntomas mentales está muy fuerte justamente antes de la desaparición de la madre. Sin embargo, la narradora nunca dice que la madre se salió del búnker –dice que “empieza a difuminarse” (15) y que “al final ya no podíamos verla” (16)–. Según mi interpretación, Mamá(M) nunca se fue a ningún sitio, sino no solamente se cerró en el búnker, pero también en su mundo interno donde está a salvo de los que le persiguen. Sabemos que la madre se ha exiliado a México para huir de la dictadura argentina, lo que muy probablemente también es la causa de sus síntomas.

Para responder a la cuestión de por qué se describe la enfermedad mental de la madre de este modo, necesitamos tener en cuenta varios puntos. El primer es que Mamá(M) “se desapareció” cuando la protagonista tenía sólo 14 años –o sea, era una niña–. Una enfermedad mental de un pariente cercano siempre es un acontecimiento traumático que es difícil de entender, especialmente para una niña de 14 años.

A lo largo de la obra también queda claro que a veces la narradora no sabe o no quiere expresar sus sentimientos mediante palabras, así que acaba usando diagramas o dibujos: de allí podemos deducir que tiene una mente bastante analítica, ve el mundo vía imágenes, entiende su vida mediante diagramas. Por lo tanto, interpreto la “desaparición” de la madre como una metáfora de intentar explicar y entender que ella ya no está mentalmente en el lugar donde debería estar, que ya es imposible establecer contacto con ella. La madre ha desaparecido del universo de Verónica, ha escapado a un mundo que no está en ningún sitio que conozca Verónica o su hermano:

“Les hicimos creer que Mamá(M) estaba ahí –aunque ni siquiera nosotros podíamos verla–. Había cruzado una frontera que ni mi Hermano(H) ni Yo(Y) sabíamos cómo cruzar.” (19)

Desde mi punto de vista, los diagramas que presenta la narradora-protagonista dan la última prueba de que la madre está en un mundo aparte. El diagrama siguiente muestra perfectamente que la madre ha construido su propio mundo que no está en México ni en Argentina, sino “Mamá(M) encontró la forma de quedarse justo en medio, en un lugar donde nadie puede encontrarla.” (35) P1 representa México, P2 Argentina.

Figura 1 (p.35)

En este trabajo he argumentado que la desaparición de la madre de Verónica, que se narra de una manera poco explícita en la obra, funciona como una metáfora de una enfermedad mental. La protagonista intenta procesar un acontecimiento muy traumático para ella de la manera que le resulta la más lógica y que reflecta el punto de vista de una niña. Sin embargo, la manera de describir la enfermedad de la madre también reflecta una imagen del mundo muy analítica y visual, que encaja perfectamente con la tendencia de la narradora de expresar pensamientos mediante diagramas y dibujos en vez de palabras.

Bibliografía:

DEFFIS, Emilia (2020): “‘La necrópolis interior’ en Conjunto vacío de Verónica Gerber Bisecci”. Anclajes XXIV (2), pp. 17-32.

GERBER BICECCI, Verónica (2017): Conjunto vacío. La Rioja: Pepitas.

Las lenguas como representaciones de pertenencia en “Volverse Palestina” de Lina Meruane

En este trabajo analizaré cómo las diferentes lenguas que se mencionan en la obra Volverse Palestina de Lina Meruane reflejan sentimientos de pertenencia en la autora-protagonista. Con “pertenencia” me refiero a la definición de Antonsich en que se describe el concepto como “un sentimiento personal e íntimo de sentirse ‘en casa’ en un sitio” (apud Lähdesmäki et al. 2016: 236). Como par del término “pertenencia” voy a usar el concepto de “no-pertenencia” que según Harris & Ganfoldo significa “un bienestar en no formar parte de algo” (apud Lähdesmäki et al. 2016: 238). Analizaré la función de las lenguas como representaciones de pertenecerse o no en algo: quiere decir, en algunas de las lenguas de la obra la protagonista se siente en casa, en otras no.

Para la autora-protagonista el castellano es la lengua en la que se siente más en casa. Es la lengua en que ha crecido en Chile y es la lengua que habla con sus padres y que hablaba con sus abuelos. La historia también se narra en castellano. Además, la narradora-protagonista se dirige en castellano a todos los parientes o amigos palestinos que sepan hablarlo –Ankar, Zima y Maryam–. La narradora también dedica un párrafo bastante largo a describir cómo la lengua castellana ha sido una manera de regreso para sus antepasados, lo que a su vez demuestra que siente fuertemente que el castellano es una parte de ella y algo en que su familia también se siente en casa:

Los inmigrantes árabes adquirieron el castellano a medida que perdían el idioma materno […] No les costó tampoco sumar el castellano a sus lenguas porosas: sus antepasados habían habitado el español durante siglos en la península ibérica, lo habían arabizado, le habían conquistado el alma con el silencioso paréntesis de la hache intercalada y de los alharacos prefijos árabes. Hablarlo ahora era otra manera del regreso. (p. 29-30)

Aunque el castellano es la lengua que mejor domina la protagonista, el árabe también despierta sentimientos de pertenencia en ella. Es un idioma que no habla y también describe que lo han olvidado sus parientes que han querido asimilarse a la cultura chilena. No obstante, la protagonista reconoce algo familiar, algo que le hace sentirse en casa en la manera árabe en que habla el taxista neoyorquino Jaser: “Debería ir allá, usted, dice activando mi palestinidad con el ritmo de su habla.” (p.40) Aunque la autora no habla el árabe, la entonación, el ritmo y la forma son algo que activan alguna parte de su identidad, algo en que pertenece. El árabe también está presente en el apellido Meruane de la protagonista, algo que construye una parte significante de su identidad. En varias partes de la obra también queda claro que se siente más cómoda usando términos árabes en vez de hebreos, por ejemplo, prefiere usar el nombre Jaffa en vez de Yafo.

El inglés también es un idioma que la protagonista usa en su vida diaria, tanto en Nueva York como en su viaje a Palestina. Sin embargo, parece que esta lengua no tiene un significado especial para ella, es una herramienta que usa para comunicarse con personas que no hablan el castellano. En situaciones en que se habla el inglés, la narradora no dedica descripciones a la lengua como hace en algunas partes del habla castellana o árabe. Además, se narran algunos diálogos parcialmente en inglés, por ejemplo, su conversación con las rusas en el aeropuerto de Londres:

El supervisor vino a buscarme y las rusas, reconociendo mi superioridad en el peligro, acusaron el trato preferencial que me otorgaban. Lucky you!, dijo una. Special treatment!, dijo la otra. Indeed, dije yo, sin volver la cara, […] (p.65)

Una lengua más que se menciona en la obra, pero que ningún de los familiares o amigos de la protagonista hablan, es el hebreo. Sin embargo, el hecho de que nadie cercano a la protagonista ni ella lo hablan es una demonstración de no-pertenencia. La autora-protagonista hasta no se siente a gusto cuando tiene que usar palabras hebreas: “Me gusta mucho Yafo, contesto, aunque la palabra que modulo por dentro es Jaffa.” (p.102) La protagonista no se siente en casa en el hebreo, ya que para ella esa lengua representa una cultura que no considera parte de su identidad, algo que no resuena con su palestinidad. La protagonista no se siente en casa hablando el hebreo, pero tampoco lo desea.

En la obra Volverse Palestina las distintas lenguas tienen una función importante: reflejan sentimientos de pertenencia. En conclusión, el castellano es la lengua más importante para ella y la lengua en la que se siente más en casa. El árabe, en menor medida, también despierta sentimientos de pertenencia en la protagonista ya que, aunque no lo habla, representa la palestinidad y sus raíces. El hebreo funciona como un ejemplo de no-pertenencia porque la protagonista no lo habla ni quiere hablarlo –para ella, representa la cultura israelí y quiere distanciarse de ella también por vías de la lengua–. El inglés también es una lengua bien presente en la obra, pero la narradora-protagonista parece no tener ninguna relación con él, funciona más bien como una herramienta de comunicación para ella.

BIBLIOGRAFÍA:

Fuentes principales

MERUANE, Lina (2016): Volverse Palestina. Barcelona: Penguin Random House.

Fuentes secundarias

LÄHDESMÄKI et al. (2016): “Fluidity and Flexibility of Belonging: Uses of the Concept in Contemporary Research.” Acta Sociologica 59 (3), pp. 233-247.