Desmantelamiento del discurso de la migración naturalizada en Rasgos occidentales de Isaac Rosa

Isaac Rosa describe en su texto Rasgos occidentales (2006) la realidad de la costa española que es el destino de los refugiados africanos que viajan hacia Europa a través de Marruecos. En su asombrosa historia imagina la reacción de los pobladores de la ciudad costeña, las autoridades y medios de comunicación al descubrimiento de personas blancas entre las masas de cadáveres de africanos. El escritor ilustra la apatía política y actitud racista hacia la migración africana desesperada y peligrosa, que deja miles de muertos que nadie recuerda y de quienes nadie habla. En hacer un relato de la reacción emocional en la esfera pública por la muerte de personas blancas en el mismo contexto, Rosa genera el contraste a través de lo cuál analiza y critica el discurso de la migración.

Los discursos se definen como símbolos, textos, imágenes y maneras de hablar que construyen la realidad social. Estas representaciones producen el conocimiento de temas específicas que a su vez influencian las prácticas sociales. Discursos comunican ideales de lo bueno y de lo malo y moldean las ideas de lo que percibimos como natural y aceptable. En mi análisis sobre Rasgos occidentales voy a partir de la anotación de Stuart Hall (1992) que los discursos operan siempre en relación con poder. Discursos son el sistema en que el poder circula. Maneras de hablar y representar ciertos fenómenos crean, mantienen y reproducen el poder cultural.

En Rasgos occidentales Rosa relata como ‘asistimos con inquietud y asombro a la inesperada desnaturalización del fenómeno migratorio’ (p. 8), haciendo referencia al inesperado hallazgo de las personas blancas en las lanchas de refugiados. Así sostiene que la muerte de miles de personas africanas no blancas es asumida sin preguntas como el producto natural de la migración. Rasgos occidentales es un afrontamiento a este discurso popular de la migración naturalizada y un esfuerzo de visibilizar la lógica racista detrás ello. El texto es una ilustración de cómo la migración africana y sus innumerables muertes llegan a ser una noticia sólo cuando conciernen una persona ‘con rasgos occidentales’. Contrapone el silencio sobre la migración y sus víctimas a las reacciones sobre hallazgos de personas muertas que son blancas. A través de esa contraposición intenta visibilizar la hipocresía y racismo que está escondido en el silencio e indiferencia contra la situación migratoria.

El discurso de la migración es un discurso generado a través de la otredad y la deshumanización. En Rasgos occidentales Rosa lo acentúa en contraponer ‘solo africanos’ (p. 6) a ‘cadáveres hermosos’ (p. 6) y ‘tesoros’ (p. 7). Los africanos se representan como masas de cadáveres que requieren labor manual, un hecho desagradable a la cual uno tiene que acostumbrarse. Así lo recuerda uno de los personajes de la historia:

Aunque el juez había ordenado ya el levantamiento de varias docenas de cadáveres en los seis meses que llevaba al frente del juzgado de la isla, y su antecesor le había asegurado que acabaría acostumbrándose y con el tiempo ya no le impresionaría tanto, él seguía sin soportar aquella frecuencia de la muerte. Lo de hoy, además, era especialmente horrible… (p. 1)

Por otro lado, los cadáveres con rasgos occidentales son una tragedia y una noticia. Requieren investigación y más vigilancia para la realización de la cuál no faltan recursos. El escritor planta una crítica perspicaz hacia el sistema en relatar como la inercia política y la escasez de recursos terminan cuando es una cuestión de una vida blanca.

Rosa muestra la presunta diferencia de valor cultural de la vida de un africano refugiado a un africano refugiado blanco, que está reflejado en cada punto del proceso desde el encuentro del cadáver hasta el enterramiento. El cementerio es un ejemplo que representa Rosa de la naturalización de la migración con toda su violencia silenciosa. Los refugiados fallecidos son solamente cifras sin nombre, en una parte externa del círculo de recordar y honrar los difuntos.

Stuart Hall (1992, p. 205) enfatiza que el poder de los discursos se mide en su impacto. En la teoría foucaultiana de los discursos y poder se definen los discursos que llegan a formar parte de la lógica común y que tienen impactos verdaderos y prácticos como ‘el régimen de la verdad’. La historia de Isaac Rosa reprocha la verdad sobre la migración (y la manera de entenderla) e ilustra el impacto de los discursos racistas y eurocentristas a vidas humanas. Lo hace a través de imaginar como sería perder vidas de personas blancas en el contexto migratorio, y a través de ello suma la cruda realidad de la valorización cultural de las vidas racializadas. Rosa enfatiza esa percepción en escribir: ‘Algo se había roto, una grieta inesperada en la pared de lo previsible, de lo acostumbrado, de lo lógico.’ (p. 7). Así describe como la situación migratoria que produce miles de muertos ha llegado a ser algo lógicamente aceptada y pertinente. El discurso de la migración naturalizada se ha fijado como parte de nuestro sistema de conocimiento.

He expandido a través del marco teórico del poder y discurso la percepción de la migración que critica Isaac Rosa. He destacado partes del texto que representan la construcción del discurso de la migración y la naturalización de sus víctimas, y reflejado los morales, políticas y ambiente social que lo constituyen. Rosa pretende mostrar que la indiferencia y la falta de voluntad política no es únicamente una cuestión de recursos ni algo inevitable. Tiene que ver con un fenómeno de la migración discursivamente construido, basado en los ideales de hegemonía blanca. Es evidente que la representación de la migración en las noticias o en la discusión política tienen efectos reales y prácticos.

Bibliografía

Rosa, Isaac (2006). Rasgos occidentales. Inmenso estrecho II. Cuentos sobre inmigración. Kailas, Madrid.

Hall, Stuart (1992). The West and the Rest: Discourse and Power. Bram Gieben, Bram & Hall, Stuart. (Ed.) The Formations of Modernity: Understanding Modern Societies. 185–227. Polity Press, Cambridge.

Rastros de deshumanización en Rasgos occidentales

Mi objetivo en este texto es analizar en qué formas el proceso de deshumanización está presente en la narración sobre los inmigrantes de rasgos africanos en la obra Rasgos occidentales (2006) de Isaac Rosa. El concepto de deshumanización se refiere al proceso, donde un ser individuo o un grupo se niega la característica de humanidad y, a su vez, se compara con algo que no es humano, lo que promueve una actitud de ellos contra nosotros que crea separación entre diferentes grupos. A lo largo de la historia, la deshumanización ha estado estrechamente relacionada con la discriminación, la opresión, la violencia y hasta el genocidio. La deshumanización puede ser discreto e inconsciente, pero también se ha descubierto que es un fenómeno motivado que conduce a la agresión y al desprendimiento de convicciones morales. (Véase Warnock 2019.) Considero que el acto de deshumanización de los refugiados es uno de los temas principales de la historia de Isaac Rosa, por lo que aquí analizaré algunas de las formas en que el escritor retrata este proceso en su narración. 

El narrador ejemplifica el efecto de deshumanización vía cierto uso de palabras y retórica. Un ejemplo de estos, y uno de los elementos más efectivos es el uso repetitivo de la frase “solo africanos”, lo que enfatiza la falta de valor que se le da a los africanos fallecidos que han perdido la vida en el intento de cruzar el mediterráneo y buscar seguridad y una vida mejor. La palabra “sólo” es muy descriptiva, resaltando la emoción de decepción y menosprecio que sienten, por ejemplo, los periódicos y periodistas europeos, interesados en escribir titulares sobre el misterio del difunto blanco. “Sólo” desgarra a los africanos del valor humano, y este valor se disminuye por completo en la penúltima página, donde el autor narra sobre el fotógrafo que gana un premio por una serie de imágenes del ahogamiento de dos inmigrantes: ver a un inmigrante africano perder la vida sí que es digno de un espectáculo. Esta es la única parte de la historia en la que a los africanos se les da algo de “valor”, y es entonces cuando los hemos visto morir.

Una forma de deshumanización visible en la obra es el hecho de despojar a los refugiados de rasgos africanos de cualquier rasgo de carácter personificado: para los personajes de obra los refugiados “africanos” son un mero grupo de personas no identificadas sin atributos, aparte de su color de piel oscuraEllos, como grupo, se reducen a un color de piel, un grupo impersonalizadodel cual solo conocemos la cantidad de cadáveres de que consta, aunque tampoco nos fijamos mucho en esta cifra. En el texto se habla de los africanos en forma pasiva, y llegan a ser referidos como cadáveres, ahogados o como en el decimosexto párrafo: polizones exhaustosEn contraste, por ejemplo, la mujer y el bebé de piel blanca terminan siendo referidos como “la imagen de la madre y el hijo“, palabras que transmiten un sentido de identidad y apego a alguien o algún lugar. 

Una forma clara de cómo este proceso de deshumanización se hace evidente, por supuesto, es a través del contraste: cuán diferente son los cuerpos de personas con “rastros occidentales” tratados por las autoridades y otros personajes 

“Lo de hoy, además, era especialmente horrible, por la terquedad con que los cadáveres estaban enlazados unos a otros. Hacían falta dos guardias para doblar un brazo, que se tronchaba con un crujido de madera vieja. Un guardia joven vomitaba a pocos metros (…) [s]e parece al chico de mi hermana, me cago en todo -dijo otro entre dientes. (Rosa 2006: 1–2.) 

Los cuerpos en el barco se están pudriendo, huelen y hacen que los oficiales se sientan mal del estómago. Pero también es el caso de los cuerpos de los que tienen rastros occidentales, pero los funcionarios superan la repugnancia y el disgusto para tratar esos cuerpos como restos de un ser humano, de una manera completamente diferente a la forma en que se trata a los de los africanos: 

El guardia saltó de la barca hasta el muelle, con el niño en brazos, al que cogía ahora como si fuera su hijo, contra el pecho, la cabecita apoyada en el antebrazo izquierdo y la mano derecha sujetándolo por debajo, con cuidado, y no se atrevió a depositarlo en el suelo, como si no estuviera tan muerto como en efecto estaba (…) contradiciendo su piel acartonada, sus ojos hundidos y sobre todo el olor, el fortísimo olor a podrido del pequeño cuerpo, de sus vísceras secas. (Rosa 2006: 2.) 

A los cuerpos blancos de rasgos occidentales se acerca con respeto y delicadez, pero los cuerpos de los africanos en su multitud están más asociados con sentimientos de disgusto y hasta frustración  fíjense a la expresión “terquedad” en la primera citación sin percepciones de compasión por estos individuos humanos o su humanidad. Este contraste en el respeto por los cuerpos culmina también en la descripción del narrador de los arreglos funerarios: los cuerpos caucásicos se entierran por separado de las fosas comunes de refugiados de piel oscura. Incluso etiquetar a los blancos fallecidos como “refugiados” se considera problemático. El mensaje es claro: ¿cómo se puede llamar a un caucásico refugiado, o sea “un otro”, cuando el color de su piel ya indica que forma parte del “nosotros”, que es un individuo con el que es posible identificarse? Esta consideración y compasión no se muestra a los refugiados de origen africano. 

Además, al narrar las formas en que diferentes fuentes han tratado de darle sentido al descubrimiento de cuerpos blancos en un barco lleno de refugiados africanos, hay temas claros y formas de retórica que se pueden rastrear en el proceso de deshumanización de los refugiados: 

 (…) tal vez se habían comido al padre y la madre, y que se reservaban el mejor plato, el infantil, pero la muerte les llegó antes de poder zampárselo (…) tal vez el niño hubiese sido secuestrado, y que detrás estuviera una trama de tráfico de órganos, y para sostener su teoría contó algunos casos de niños secuestrados en países del tercer mundo mientras estaban de vacaciones con sus padres y de los que nunca más se supo (…). (Rosa 2006: 23.)” 

Por ejemplo, un rastro clásico de la narración deshumanizante es vincular a un grupo de personas y delincuencia. Otro es imponer estereotipos culturales sobre los rituales, creencias y comportamiento de un grupo marginado. Estas son formas con que ciertos grupos pueden ser alejados y alienados de la mayoría. También refuerzan ciertas asociaciones y crean prejuicios hacia estos “otros” que no son como “nosotros” y, por lo tanto, no deben ser tratados ni concedidos derechos similares a nosotros. Ambos elementos se pueden encontrar en el texto, y creo que Rosa ha incluido estos elementos en la historia para criticar la narración estrecha practicada y aplicada por los medios occidentales. 

Para concluir, considero que el cuento de Isaac Rosa es una obra que en apenas ocho páginas logra narrar muy efectivamente la falta de humanidad en cómo los países europeos afrontan la catastrófica y desgarradora crisis de refugiados, y cómo el color de la piel sirve como filtro para decidir a quién debemos mostrar reciprocidad y a quién debemos ver como humano. El cuento contiene varios elementos sobre la deshumanización, y solo he logrado arañar la superficie en este breve análisis. Evidentemente, el propio autor es muy crítico hacía la situación de los refugiados y el trato racista que reciben por parte de “nosotros” los europeos, por lo que es evidente que Rosa ha fomentado estos elementos en su obra como un medio para retratar conscientemente el proceso de deshumanización de los refugiados africanos. Opino que sobresale en este objetivo. 

Bibliografía: 

https://docs.lib.purdue.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1365&context=jpur

“Despertar diez años después” y Flashbulb-Memory

El siguiente ensayo tiene como objetivo, analizar el capítulo <<despertar diez años antes>> de la novela autobiográfica <<Volverse Palestina>> escrita por Lina Meruane y desarrollar algunas ideas para puntos de enfoque que podrían ser proseguidos por la ciencia literaria.

El capítulo en cuestión se encuentra en la segunda parte de la novela <<El llamado palestino>>. Esa posición en la mitad del texto y el título en sí muestran que la sequencia es decisivo para el entendimiento profundo de la novela.

Los eventos descritos en ello son los del 9 de septiembre de 2001 y ensiguiente quiero relacionar los detalles descritas por la autora bajo el conocimiento de los estudios sobre flashbulb-memory que están siendo continuado por casi veinte años.

Este concepto describe básicamente, como momentos de asombro emocionál se graban en la memoria con cierta certitud sobre la exactitud de hasta los detalles más profanos. Parecido al flash de una cámara, una imágen factorial se manifesta delante el ojo interior.

Los ataques en Nueva York del 11 de septiembre 2001 se grabaron en la memoria colectiva del pueblo estadounidense y de todo el mundo como pocos otros eventos de la década. Pero detrás de los innumerables reportes mediales, cada individuo tiene memorias muy particulares e individuales conectadas con ese día. Personas recuerdan precisamente y detalladamente, dónde estaban cuando escucharon del ataque. Recuerdan, con quíen estaban y si hacía sol o si llovía. Igualmente Lina Meruane describe la situación en su apartamento, dice qué hora era y menciona el detalle interesante de una taza de café frío que se bebía mientras miraba la televisión. Reseña las imágenes que se repetían en la televisión y sus sentimientos. Ensiguiente quiero enfocar tres detalles del capítulo e introducir algunas ideas para analizarlos:


 

  1. La descripción profana, detallada

Sólo días después de los eventos, científicos empezaron a trabajar en estudios que tenían como objetivo guardar las historias de individuos de este día para compararlas con lo que recuerdan esas personas en varios puntos más tardes en su vida. En esos estudios se mostraba que en realidad no existía una memoria muy precisa, pero que existe una certitud más fuerte sobre la exactitud de lo que se recuerda.

Como ya mencionado, la autora recuerda y nombra algunos detalles muy profanos del día de los ataques. La obra fue escrita en el año 2012 y los estudios ganaron una grán atención en las medias. Así que es legítima considerar la posibilidad de que la autora conocía estudios de este tipo y hace la referencia a sus resultados para llamar la atención una vez más en la naturaleza de la memoria.

 

  1. El uso de lenguaje

Por primera vez en la novela, el inglés está introducido. La noticia le llega inicialmente del novio de su compañera de casa. Lo que escuchaba de él, está traducido al castellano en voz directa (<<Están cerrando el metro, […] y despierta a Niki, pónmela al teléfono.>>). Pero al final de lo recontado, en cursiva, dice <<Please>>. A lo largo  del capítulo aparecen recortes de varias voces que suenan del televisor.  Esas reacciónes de reporteros no son traducidos o recontados por el yo, sino que puesto en cursiva como impresiones casuales. Aunque Meruane nota, que en la mañana tiene problemas con el inglés (<<Y a lo mejor era su acento o mi dificultad con el inglés por la mañana>>), esas fráses aparentemente se grabaron en la memoria de ella no como información sobre lo que pasó, sino como imágen vivo del sonido de las palabras en un lenguaje extraño.

 

  1. La recapitulación del breve artículo del mismo día que lee años después

Al final del capítulo, Meruane nos cuenta de algo que escribió el mismo día para un diario chileno. Este texto relaciona todo lo que escribe más de diez años después, informandonos de que sí, existe una cierta certitud acerca de sus emociónes y los eventos, como ella los vivió el once de septiembre.

Una sequencia del mismo reporte está, entre comillas, asentada en el texto y Meruane refleja sobre ello, <<…un momento parpadeando ante el recorte>>, lo que muestra la discrepancia entre su memoria y sus apuntes de entonces. Así que esta diferencia entre la memoria flash-bulb de Meriane y su fuente de información que escribió ella misma diez años antes puso en marcha una reflexión en la autora y lo debería hacer en nosotros también.


 

Entonces, las teorías sobre flashbulb-memory podrían ayudarnos a entender porqué Meruane incluye detalles profanos en el capítulo; porqué, de repente usa el inglés; y que importancia se puede dar a su reflexión al final del capítulo.

Voy a concluir, notando, que hay por supuesto más aspectos interesantes en el capítulo, pero que bajo el aspecto de la memoria, la concepción del capítulo entrega muchas preguntas sobre cómo la autora evalua memorias individuales y como nosotros podríamos evaluar las otras memorias colectivas e individuales que están presentadas sobre todo en la primera parte de la novela.

Representación de los personajes de color en “Rasgos occidentales” de Isaac Rosa

Representación de los personajes de color en “Rasgos occidentales” de Isaac Rosa

Isaac Rosa es un autor español nacido en Sevilla en 1974. Pasó sus años de juventud en Extremadura, y actualmente reside en Madrid. Aparte de dedicarse a la literatura, ha colaborado con varios medios de comunicación, por ejemplo, Cadena Ser y la revista satírica El Jueves. Sus obras tratan temas variables – por ejemplo, las amenazas de la vida urbana, relaciones interpersonales de la juventud, inmigración y el miedo e inseguridad conllevados. Ha ganado varios premios valorados de literatura con sus obras.

Su relato Rasgos occidentales fue publicado en una colección de cuentos titulado Inmenso Estrecho II en 2006. La colección se publicaba de forma altruista – los beneficios económicos de la colección se destinaban a una organización llamada Red Acoge, que se dedica a defender los derechos de las personas que se emigran a España. El enfoque de este análisis está en la representación de los personajes de color a través de ciertos elementos de narración y lenguaje.

Un equipo de la guardia civil halla un cadáver de un bebé, el cual posee rasgos occidentales. Encuentran el cadáver entre un grupo de otras personas muertas, y todas las demás tienen rasgos oscuros. Este encuentro les parece extraño, y se convierte en una de las noticias más discutidas en la prensa. A lo largo del relato este hecho vuelve a suceder varias veces, y los medios de comunicación se fijan solamente en la minoría de cadáveres entre un grupo excesivo de fallecidos, dando más valor solo a los muertos con rasgos occidentales, ya que parecen más a ellos mismos.

El tema del relato es la crítica contra los valores del mundo occidental. La prensa refleja estos valores, y con su poder puede definir la perspectiva desde que se observa el mundo, quedando viciada y sesgada. Reconocemos que inmigración con alto nivel de riesgo ocurre diariamente, incluso ahora mismo, pero no lo damos mucha importancia hasta que el fenómeno esté relacionado con alguien con quien podemos identificarnos más facilmente. Comprueba nuestra actitud problemática hacia una gente, que ni siquiera es una gente coherente y unida sino personas con culturas distintas. Aun así, nosotros les tratamos de manera discriminatoria, despreciativa y racista, aunque fuera de manera inconsciente. La sociedad de hoy se ha convertido en un mundo lleno de microagresiones hacia las personas de color – el racismo no ha disminuido ni mucho menos desaparecido, solo ha cambiado de forma.

El relato empieza con un encuentro de una patera a la deriva. Uno de los marineros salta a la piragua y observamos como no se atreve tocar los cuerpos que la llenan – ni siquiera intenta averiguar por si alguien siguiera con vida, y por la rapidez de sus acciones en la piragua se da la sensación de que está a disgusto entre los cuerpos, y solo quiere volver a su barca lo antes posible. No parece tomar los cuerpos por personas, sino por algo asqueroso con que quiere tratar lo menos posible. Más adelante transportan los cadáveres a tierra para meterlos en las bolsas.

Luego viene un equipo de guardia civil para investigar en la patera y hallan al primer cuerpo con rasgos occidentales – un niño pequeño. El trato hacia el cuerpo es totalmente distinto – se describe como uno de los guardias coge el niño muerto en sus brazos, como si fuera su hijo. Este cadáver no tiene el mismo destino que los demás que fueron hallados de la misma patera a la vez – el niño es enterrado en el cementerio municipal de la localidad a cuyo puerto fue remolcada la patera. Los cadáveres con personas de color se meten desde las bolsas a cajas, y encima marcan “inmigrante sin identificar”, la fecha del hallazgo y el número de expediente judicial. Con los cadáveres de personas de color siguen el protocolo habitual sin ningún tipo de sentimiento, mientras un bebé recibe trato especial por su apariencia.

El segundo y el tercer cuerpo blanco son de una mujer y supuestamente su bebé. La mujer tiene “pelo liso y negro recogido en un moño, está vestida con una camisola harapienta”. El bebé en sus brazos es “blanco, blanquísimo, con el cuero cabelludo abrasado”. La descripción de la apariencia del cadáver se centra en la persona en sí, la individualizan e identifican más, hasta usan formas diminutivas para hablar de algunos de los cuerpos con cariño. Le repetición de adjetivos descriptivos – blanco, blanquísimo – procura intensificar la personalización de la persona muerta, y hacer el fallecimiento aparentar más dramático. En una ocasión describen a los cuerpos de personajes blancos “hermosos” – y sinceramente el uso de un adjetivo tan idolatrado no es muy frecuente a la hora de referirse a un cadáver.

Sin embargo, esto no sucede con personas con color – los únicos adjetivos y descripciones que obtenemos sobre ellos están relacionados de su muerte. Por ejemplo, en el primer hallazgo las extremidades de los cuerpos negros estaban rígidas y retorcidas, pero no se cuenta para ayudar a los lectores imaginar cómo están los cuerpos de apariencia, sino para hacerles entender lo difícil que ha sido para el equipo de rescate manejar con los cadáveres al tener que partir y desatar las extremidades.

La prensa se interesa en los hallazgos extraños de las personas blancas, y varios periodistas están esperando en la costa a que vengan más barcas llenas de personas muertas, y, con suerte, algún cuerpo blanco, sobre que escribir y obtener réditos económicos. No tienen esa suerte, ya que llegan pateras llenas de sólo africanos. La palabra sólo se repite varias veces en el relato al hablar de las personas de color – eso disminuye el valor de los personajes con esa etnia. Resulta hasta difícil hablar de ellos como individuales, ya que en el relato los tratamos como un colectivo – sólo africanos.

La representación de los personajes de color se puede estudiar básicamente solo en comparación con la de los personajes de piel blanca. Sobre los cadáveres blancos se usan más adjetivos y hasta descripciones cariñosos para individualizarlos y personalizarlos, para que sentamos más pena por ellos. El trato de los cadáveres con rasgos occidentales es humano y sutil, la prensa procura averiguar sus pasados y posibles motivos para el fallecimiento, lo cual es un término más discreto al hablar de la muerte. La palabra fallecimiento aparece solo relacionada con los personajes blancas de la historia.

Al reconocer la representación privilegiada de los personajes de rasgos blancos, podemos observar que estos mismos privilegios de la narrativa y lenguaje no están presentes al tratar, encima brevemente, los cuerpos de personas de color. Considero que esto es lo que ocurre en el mundo real – solo reconociendo los privilegios y el aprovechamiento del mundo y de personas con rasgos occidentales, al admitir algo que nos pueda incomodar, podemos verdaderamente aceptar que la representación de las personas de color tanto en el relato como en la vida real es discriminatoria y sesgada.

Bibliografia:

https://www.escritores.org/biografias/1982-rosa-isaac

El papel del lector en “Rasgos occidentales” de Isaac Rosa

Mi objetivo en este trabajo es analizar, cuál es el papel del lector en el cuento Rasgos occidentales de Isaac Rosa. También procuraré reflejar mis propias experiencias como una lectora “de rasgos occidentales”. Muchas veces hay un componente dialógico en la literatura de la migración, y, según Berlage (2016), “las obras de literatura de la migración favorecen, pues, esta lectura activa por parte de los lectores quienes, al leer, cuestionan su cultura y la cosmovisión personal que han ido desarrollando desde sus primeras lecturas”. Creo que es exactamente esto lo que quiere hacer Rosa con su obra.

Rasgos occidentales es publicado en 2006 y está ambientado en las costas de España en la misma época. Es una historia breve sobre pateras llenas de cadáveres de inmigrantes africanos, entre los que, de alguna razón, también se hallan unos cadáveres “de rasgos occidentales”, como los acaba describiendo un funcionario en la nota de prensa. Estos hallazgos imprevisibles causan mucha especulación, hasta teorías macabros, en los medios de comunicación y entre los ciudadanos y las autoridades. Generalmente, la reacción a los cadáveres “de rasgos occidentales” es muy distinto de la reacción a los cadáveres “de rasgos africanos”.

Al principio, la narración de Rosa parece neutral y describe los acontecimientos a través de un narrador impersonal y de focalización externa. Hace una excepción en el inicio del cuento al describir los pensamientos del juez, que atiende a la primera patera: “… él seguía sin soportar aquella frecuencia de la muerte. Lo de hoy, además, era especialmente horrible…” Poco a poco aumenta la voz personal del narrador y la involucración del lector, principalmente a través del empleo casi imperceptible de la primera persona del plural, por primera vez en la página 4: “… quienes cubren de huesos el fondo oceánico entre uno y otro continente, como un puente submarino que crece y crece hasta que tal vez un día alcance la superficie y podamos atravesar el Estrecho a pie…”. De esa manera el narrador refuerza su propia participación y la del lector en los acontecimientos o por lo menos en las reacciones hacia lo que está ocurriendo. No oculta su actitud. En las últimas páginas la involucración ya es muy clara: “… eran fenómenos paranormales para los que carecíamos de esquemas de interpretación; no había molde donde encajarlos.” En la página 8 escribe: “Los ciudadanos nos desinteresamos poco a poco del inexplicado asunto, y comprobamos con inconfesable alivio que ya sólo llegaban muertos africanos.” Y claro que la involucración  –y no solamente la involucración sino la culpabilidad–  es la más obvia en el último párrafo de la historia, en el que dirige sus palabras directamente al lector, empezando “Como tú, hipócrita lector…”.

En su texto el autor expresa un supuesto muy fuerte: que el lector solo piensa en los cadáveres blancos. También parece suponer, que el lector es, de hecho, “de rasgos occidentales”. A través de estos supuestos acusa al lector de olvidar el problema verdadero, los miles de destinos trágicos de inmigrantes “de rasgos africanos”. ¿Esto es justo? Es bien cierto que el autor construye su texto a esa dirección: describe solo los fallecidos “de rasgos occidentales” y su tratamiento en la prensa, por consiguiente estimulando el interés en este lado de la historia. Y aunque no revela más de las identidades detrás de “los rasgos occidentales”, son personajes redondos, los cuales merecen privilegios aunque ya están muertos. Los africanos a su vez forman una masa, sin personajes ni siquiera planos, a los que el autor no da ningún tipo de voz –¿así que cómo la podría oír el lector…?

Después de toda la especulación en el cuento hay que decir que sí, estaba esperando una explicación de los cadáveres “de rasgos occidentales”. Por una parte leí la historia como un misterio, como un relato de suspense, y es natural querer soluciones a todas las preguntas que el autor deja abiertas. Por otra parte también estaba esperando un vínculo al problema verdadero, la situación de decenas de miles de inmigrantes. Y sí, tuve un vínculo, y no de manera muy agradable si bien efectiva, en la acusación de solo estar preocupada por los cadáveres blancos. ¿Reconozco el sentimiento de culpa en mi misma? Como lectora no tanto, porque la cuestión existía todo el tiempo allí, en los cadáveres “de rasgos africanos”. Sin embargo, como ciudadana europea sí, es mi obligación ser consciente de lo que está pasando en las fronteras de Europa. Y debido a la magnitud del problema ni siquiera intento profundizar en ese tema aquí.

¿Cómo lee un lector “de rasgos africanos” esta historia? ¿Va dirigida a él también? No sé responder.

Una anécdota más, basada en una experiencia personal. Un poco antes de la época del cuento de Rosa trabajé un verano en Holanda en una explotación agrícola. Pasé mis días en los campos con compañeros de Rumania y de Camerún, de Angola y algunos otros países africanos. Los africanos eran jornaleros que vivían en un centro de acogida para solicitantes de asilo, autorizados a trabajar una cierta cantidad de días al mes. Un día llegaron un par de autoridades, inspectores, para ver que todos los trabajadores tuviéramos los documentos en regla –con la excepción de que no me pidieron nada a mí. Pero sí charlé un rato divertido sobre los pilotos de Fórmula Uno y futbolistas finlandeses con uno de los inspectores al que el dueño de la finca debió haber dicho que era de Finlandia. Bueno, esto es de ninguna manera un evento dramático, solo un pequeño ejemplo del efecto de “los rasgos occidentales”.  Y es importante tener en cuenta, que “los rasgos occidentales” no solamente son rasgos externos sino también internos y que afectan a mi pensamiento y a mi cosmovisión.

 

BIBLIOGRAFÍA

Berlage, Pauline (2016): “Mundialidad hispánica y literatura de la migración”. Revista suiza de literaturas románicas 63:3, págs. 167-183.

Rosa, Isaac (2006): “Rasgos occidentales”. En:  VV.AA: Inmenso estrecho II. Cuentos sobre inmigración. Madrid: Kailas. [disponible en línea en: https://elcultural.com/Inmenso-Estrecho-II-Cuentos-sobre-inmigracion, consultado el 19/10/2020]. (Hay que notar que los números de páginas mencionados en este trabajo son números de la versión de la obra que está usada durante el curso.)

 

Metáforas en la construcción de la identidad palestina en “Volverse Palestina” de Lina Meruane

En este trabajo, analizaré las metáforas con las que se construye la identidad palestina en el relato autobiográfico Volverse Palestina (2014) de Lina Meruane. Las metáforas son una estrategia literaria que la autora emplea para describir cómo la identidad de la protagonista/narradora Lina Meruane evoluciona. Durante el transcurso de la obra, la protagonista atraviesa una transformación personal donde su identidad palestina va cambiando, pero a pesar de la voluntad de encontrar respuestas a las incógnitas identitarias, muchas preguntas en relación con su identidad quedan sin resolver. La autora emplea las metáforas para dar sentido a este proceso de evolución borroso y fluctuante.

Al principio de la obra, la protagonista Lina Meruane afirma sentirse como chilena “común y corriente” (Meruane 2014: 40) igual que sus abuelos que llegaron a Chile a principios del siglo XX. Reconoce haber subrayado su palestinidad solo cuando le han tomado como turca en Chile.  Lo palestino para ella ha sido “un rumor de fondo” (Meruane 2014: 17). Esta metáfora define el punto de partida para la transformación de identidad palestina de la protagonista. Hasta ahora no se ha interesado por sus raíces y ha vivido lejos de su familia en un ambiente cosmopolitano en Nueva York. Por lo tanto, ha tenido poco contacto con la comunidad palestina en Chile y tampoco ha leído Al Damir, la revista de los palestinos de su tierra de nacimiento. La familia de la protagonista ha tenido una fuerte voluntad de asimilación a la sociedad chilena, por lo cual sus abuelos castellanizaron sus nombres y no enseñaron la lengua árabe a sus hijos. La palestinidad es un “rumor de fondo” al que la protagonista no ha prestado atención, un relato que ha circulado en la familia para explicar su origen común, pero que no ha tenido importancia personal para la protagonista. Además existe una desconexión entre las generaciones donde los nietos de los abuelos palestinos ya no necesitan luchar por su posición en la sociedad chilena mientras que el pasado migrante todavía define la forma de vivir de sus padres. Esta falta de conexión personal con Palestina permite que la protagonista se interese por su pasado familiar y trate de rellenar las lagunas en la memoria colectiva de la familia.

A causa de esta voluntad de recuperar el pasado y entender el presente, la identidad de la protagonista entra en un estado confuso y fragmentado. Su palestinidad no existe en ella como algo claro ni definido, sino que se ha construido a base de los relatos de la familia. Como consecuencia, hay muchos huecos en el conocimiento, y por falta de reivindicación personal, la identidad palestina de la protagonista se manifiesta a través de la “agonía de las cosas” (Meruane 2014: 24). Esta metáfora simboliza la nostalgia ante un “pasado familiar fragmentario y eventualmente inventado” (Ochoa Provoste 2020: 109). La protagonista quiere volver a la casa de sus padres, entender el pasado de su familia y dar sentido a su propia identidad, pero las huellas ya han sido borradas y la palestinidad del presente está compuesta a partir de las memorias ajenas. “Las cosas palestinas desaparecieron misteriosamente mientras yo mataba el tiempo en otras cosas […]” (Meruane 2014: 33), lamenta la protagonista al visitar la antigua casa de la familia.  Al final, tiene que asumir que no puede recuperar el pasado, sino que tiene que construir su identidad en el presente.

El encuentro con los oficiales israelíes en el aeropuerto de Heathrow es un punto de inflexión en la forma en la que la protagonista percibe su propia palestinidad. La metáfora de la cicatriz describe a la perfección el telón de fondo violento y traumático de su identidad palestina que la categoriza como un sujeto peligroso ante las autoridades israelíes. Sin embargo, la protagonista se siente orgullosa por esta distinción, ya que la palestinidad impuesta por los oficiales israelíes le permite solidarse con la causa palestina que ahora también es la suya. Su “superioridad en el peligro” (Meruane 2014: 65) ante los ojos del Estado de Israel hace que ella encuentre una vinculación personal con lo palestino. “Tengo la certeza de que en las horas que pasé con los tiras fui más palestina que en mis últimos cuarenta años de existencia” (Meruane 2014: 64), asegura la protagonista sobre la incidencia en el aeropuerto londinense. Esta palestinidad impuesta y teñida de un tono negativo posibilita, a pesar de todo, que la protagonista pueda formar una conexión con su origen y empezar a construir su propia identidad palestina.

Sin embargo, no se resuelve la incertidumbre alrededor de la identidad palestina de la protagonista ni al final de la obra.  La metáfora de la llave describe la naturaleza inestable de una identidad que se ha basado en los relatos de los demás, pero necesita construcción propia para sostenerse.  Del mismo modo, los palestinos desplazados han guardado las llaves de sus casas como recuerdos de su tierra, pero ya no existen las puertas que se podrían abrir con esas llaves. La protagonista sabe que en parte su palestinidad es una construcción borrosa e impuesta por otros. Pero a pesar de todas las incógnitas, el viaje es liberador porque la protagonista encuentra un lugar de origen personal “al que no se puede regresar, pero […] al que sí se puede ir” (Guzmán Rubio 2019: 156). En el ensayo “Volvernos otros” que acompaña el relato, Lina Meruane define su identidad palestina de esta manera: “[…] no soy ni israelí ni judía ni verdaderamente palestina, solo un poco árabe de apellido inverosímil y otro poco chilena pero ciudadana de diversos conflictos que me imponen «el deber elemental de dejar constancia» […]” (Meruane 2014: 186). De esta manera, ella vincula su palestinidad con la causa solidaria del pueblo palestino y esta es su forma de volver. No físicamente, sino que volviéndose palestina en el sentido afectivo. Sin embargo, esta identidad no tiene contornos definidos, sino que es fluctuante e imprecisa y entiende las áreas grises y la complejidad del conflicto palestino-israelí.

En conclusión, la transformación de la identidad palestina de Lina Meruane en Volverse Palestina se refleja mediante el uso de las metáforas que describen los diferentes tonos que adopta lo palestino en la identidad de la protagonista. Evoluciona desde algo poco definido y poco personal hacia una marca de la solidaridad y una construcción propia. Las metáforas describen el proceso de concienciación y crecimiento de la protagonista, pero también demuestran que a pesar de la presión que la narradora recibe desde fuera, su manera de ser palestina y definirse a si misma es el resultado de una evolución personal que evita categorizaciones simples. Son las metáforas las que guían al lector a través de este proceso, donde la protagonista acepta las incógnitas y la inseguridad que llegan con las identidades múltiples, pero también reivindica una palestinidad solidaria y dinámica desde un punto de vista multicultural.

REFERENCIAS:

GUZMÁN RUBIO, Federico (2019). “El viaje a la raíz: un nuevo modelo de crónica en tres autoras chilenas contemporáneas”. Literatura y Lingüística, 40, pp. 141-158.

MERUANE, Lina (2014). Volverse Palestina. Barcelona: Penguin Random House.

OCHOA PROVOSTE, Alejandra (2020). “Desplazamientos y apropiaciones: La construcción del yo en Volverse Palestina, de Lina Meruane”. Alpha, 50, 97-111.

Las lenguas como representaciones de pertenencia en “Volverse Palestina” de Lina Meruane

En este trabajo analizaré cómo las diferentes lenguas que se mencionan en la obra Volverse Palestina de Lina Meruane reflejan sentimientos de pertenencia en la autora-protagonista. Con “pertenencia” me refiero a la definición de Antonsich en que se describe el concepto como “un sentimiento personal e íntimo de sentirse ‘en casa’ en un sitio” (apud Lähdesmäki et al. 2016: 236). Como par del término “pertenencia” voy a usar el concepto de “no-pertenencia” que según Harris & Ganfoldo significa “un bienestar en no formar parte de algo” (apud Lähdesmäki et al. 2016: 238). Analizaré la función de las lenguas como representaciones de pertenecerse o no en algo: quiere decir, en algunas de las lenguas de la obra la protagonista se siente en casa, en otras no.

Para la autora-protagonista el castellano es la lengua en la que se siente más en casa. Es la lengua en que ha crecido en Chile y es la lengua que habla con sus padres y que hablaba con sus abuelos. La historia también se narra en castellano. Además, la narradora-protagonista se dirige en castellano a todos los parientes o amigos palestinos que sepan hablarlo –Ankar, Zima y Maryam–. La narradora también dedica un párrafo bastante largo a describir cómo la lengua castellana ha sido una manera de regreso para sus antepasados, lo que a su vez demuestra que siente fuertemente que el castellano es una parte de ella y algo en que su familia también se siente en casa:

Los inmigrantes árabes adquirieron el castellano a medida que perdían el idioma materno […] No les costó tampoco sumar el castellano a sus lenguas porosas: sus antepasados habían habitado el español durante siglos en la península ibérica, lo habían arabizado, le habían conquistado el alma con el silencioso paréntesis de la hache intercalada y de los alharacos prefijos árabes. Hablarlo ahora era otra manera del regreso. (p. 29-30)

Aunque el castellano es la lengua que mejor domina la protagonista, el árabe también despierta sentimientos de pertenencia en ella. Es un idioma que no habla y también describe que lo han olvidado sus parientes que han querido asimilarse a la cultura chilena. No obstante, la protagonista reconoce algo familiar, algo que le hace sentirse en casa en la manera árabe en que habla el taxista neoyorquino Jaser: “Debería ir allá, usted, dice activando mi palestinidad con el ritmo de su habla.” (p.40) Aunque la autora no habla el árabe, la entonación, el ritmo y la forma son algo que activan alguna parte de su identidad, algo en que pertenece. El árabe también está presente en el apellido Meruane de la protagonista, algo que construye una parte significante de su identidad. En varias partes de la obra también queda claro que se siente más cómoda usando términos árabes en vez de hebreos, por ejemplo, prefiere usar el nombre Jaffa en vez de Yafo.

El inglés también es un idioma que la protagonista usa en su vida diaria, tanto en Nueva York como en su viaje a Palestina. Sin embargo, parece que esta lengua no tiene un significado especial para ella, es una herramienta que usa para comunicarse con personas que no hablan el castellano. En situaciones en que se habla el inglés, la narradora no dedica descripciones a la lengua como hace en algunas partes del habla castellana o árabe. Además, se narran algunos diálogos parcialmente en inglés, por ejemplo, su conversación con las rusas en el aeropuerto de Londres:

El supervisor vino a buscarme y las rusas, reconociendo mi superioridad en el peligro, acusaron el trato preferencial que me otorgaban. Lucky you!, dijo una. Special treatment!, dijo la otra. Indeed, dije yo, sin volver la cara, […] (p.65)

Una lengua más que se menciona en la obra, pero que ningún de los familiares o amigos de la protagonista hablan, es el hebreo. Sin embargo, el hecho de que nadie cercano a la protagonista ni ella lo hablan es una demonstración de no-pertenencia. La autora-protagonista hasta no se siente a gusto cuando tiene que usar palabras hebreas: “Me gusta mucho Yafo, contesto, aunque la palabra que modulo por dentro es Jaffa.” (p.102) La protagonista no se siente en casa en el hebreo, ya que para ella esa lengua representa una cultura que no considera parte de su identidad, algo que no resuena con su palestinidad. La protagonista no se siente en casa hablando el hebreo, pero tampoco lo desea.

En la obra Volverse Palestina las distintas lenguas tienen una función importante: reflejan sentimientos de pertenencia. En conclusión, el castellano es la lengua más importante para ella y la lengua en la que se siente más en casa. El árabe, en menor medida, también despierta sentimientos de pertenencia en la protagonista ya que, aunque no lo habla, representa la palestinidad y sus raíces. El hebreo funciona como un ejemplo de no-pertenencia porque la protagonista no lo habla ni quiere hablarlo –para ella, representa la cultura israelí y quiere distanciarse de ella también por vías de la lengua–. El inglés también es una lengua bien presente en la obra, pero la narradora-protagonista parece no tener ninguna relación con él, funciona más bien como una herramienta de comunicación para ella.

BIBLIOGRAFÍA:

Fuentes principales

MERUANE, Lina (2016): Volverse Palestina. Barcelona: Penguin Random House.

Fuentes secundarias

LÄHDESMÄKI et al. (2016): “Fluidity and Flexibility of Belonging: Uses of the Concept in Contemporary Research.” Acta Sociologica 59 (3), pp. 233-247.