Piedad para los muertos y la historia

El retorno de los recuerdos reprimidos durante una transición voluntariamente amnésica prueba la solidez de la democracia española. Pero la ‘judicialización’ no es el camino adecuado para asumir el pasado

ENZO TRAVERSOEl País – 21/12/2008

El tiempo no siempre cierra las heridas de la historia, a veces las abre. Tras un largo olvido, los campos de la muerte nazis, el Gulag y el colonialismo se han convertido en un “pasado que no pasa”. No es sorprendente que los espectros de la Guerra Civil y el franquismo resurjan hoy en España, 30 años después de una transición democrática voluntariamente amnésica, fundada sobre lo que dio en llamarse “pacto del olvido”. El miedo a un rebrote de violencia estuvo detrás de esa represión de la memoria -ni impuesta ni total, pero real- que acompañó a la llegada de la democracia. Hoy, el retorno de los recuerdos reprimidos prueba que la democracia nacida de las cenizas del franquismo es lo bastante sólida como para asumir la historia de España en todas sus dimensiones.

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La judicialización del pasado con el fin de inscribir las violencias de una guerra civil bajo la categoría de “crímenes contra la humanidad” empobrece y simplifica la historia, reduciéndola a una confrontación binaria entre víctimas y verdugos.

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