Diario de aprendizaje I (Maria)

En este diario quería reflexionar un poco lo tratado en clase con mis experiencias personales en España. Quiere decir que el texto tendrá muchas observaciones personales que de ninguna manera se pueden considerar ni correctas ni falsas. Es simplemente como yo veo España.

Ya nos ha quedado muy claro que la Guerra Civil de España fue una guerra horrible. Se mataron hasta entre primos y hermanos y muchas veces los jóvenes no sabían ni para qué luchaban. Después de la guerra hubo 40 años de represión, asesinatos, autarquía, pobreza, megalomanía de Franco, apartamiento del exterior etc. Franco llevó España a la Edad Media y durante los últimos 30 años este país ha tenido que hacer un gran trabajo para salir adelante. La gente ha tenido que tragar muchas cosas para llegar a la democracia. Las personas han tenido que callarse la boca y no han podido condenar los militares que cometieron cientos y cientos de crímenes durante la dictadura.

Hoy en día España no es un país sino que de cierta manera son 17 países. Yo he vivido en la comunidad autónoma que quizás lo más España es, en Castilla y León, y lo peor de todo (con todo el cariño que tengo hacia esta ciudad), en Valladolid. Hay gente de fuera que juega con el nombre de la ciudad y la llama “Fachadolid”. Para muchos vallisoletanos es algo que realmente no quieren oír hoy en día. Es cierto que en Valladolid el PP lleva gobernando muchos años pero aún así es muy exagerado llamar “fachas” a las personas que viven allí. Algunos lo toman muy personalmente y les duele de verdad. Sólo hay que entrar en los foros por Internet para ver cuanta discusión y comentarios causa cuando alguien se atreve, una vez más, llamar a los ciudadanos vallisoletanos fachas sólo porque es un estereotipo.

No sé si alguien de vosotros ha visitado Valladolid pero es una ciudad muy curiosa. Obviamente lo que voy a decir son generalizaciones pero en Valladolid la gente realmente es distinta comparado con otras ciudades de España. Son más fríos, secos, y rancios que en ningún otro sitio que he visitado en España. Hasta mis amigos que son de allí utilizan el adjetivo “supercastellano” al referirse a una persona que se ha comportado de manera muy fría o seca. Alberto (mi novio) y yo muchas veces hacemos bromas de la “amabilidad pucelana” (Valladolid se llama también Pucela) cuando entramos en un bar y vemos otra vez la cara de mala leche con la que nos atienden en la barra. Dicen que es por la forma de vida de Castilla, por la cultura tradicional y religiosa, y hasta por el clima. Algo tendrá que ver también la sombra del pasado que se deja sobre la ciudad cuando es llamada Fachadolid. Los jóvenes de hoy en día no pueden entender para qué tienen que sufrir por los crímenes de sus abuelos, si es que se puede considerar un crimen haber sido “facha” en los circunstancias que todos conocemos. A lo mejor son crímenes solamente del Generalísimo Franco.

En Valladolid hay todavía un monumento a la memoria, un tipo de estatua de la Falange. Está situado en el cerro de San Cristóbal, unos seis kilómetros del centro de la ciudad. Para mí es un vertedero, lleno de mierda y nadie quiere verlo. Aquí os adjunto una foto que he sacado.

 

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Todavía hoy el partido segundo más grande de España, el Partido Popular, sigue siendo el único partido democrático español que no ha condenado el franquismo. Tampoco quiere cumplir la Ley de Memoria Histórica en la que se trata de reponer el honor y la dignidad de los caídos en la Guerra Civil, sobre todo del bando republicano, por ejemplo quitando símbolos franquistas de las ciudades españolas. Dice el PP que no hay que remover el pasado. Allá ellos.

Yo tuve la suerte de estar en España la primavera pasada cuando había elecciones. Vi con mis propios ojos que el país está dividido en dos, en los del PP y en los del PSOE. Me daba un poco de miedo ver qué fuerte es el bipartidismo. Los otros partidos no tenían ninguna posibilidad de triunfar en las elecciones porque nadie les escuchaba. A los grandes debates de la televisión sólo se invitó a Rajoy y a Zapatero lo que a mí personalmente me chocó. El periodismo en España está también muy politizado y las noticias parecen una cosa u otra según qué medio se escoge. De cierta manera todo tiene dos lados, el lado de PP y el lado de PSOE. A mí no me parece nada buena esa división en dos. Por una parte fomenta el odio y la falsedad en las noticias y por otra me trae recuerdos horrorosos del pasado aunque sepa que esas barbaridades no volverán a pasar en España. Sé que el país no caerá nunca más en el error de una Guerra Civil. Yo tengo fe en España.

Tengo que añadir una cosa. Unas dos horas después de haber puesto el diario aquí me mandaron esto por correo. Es para divertirnos un poco…

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Diario de aprendizaje I (Marianne)

Sobre la pérdida de la memoria

Me he preguntado el entusiasmo con el que tanto los periódicos como los escritores españoles tratan la época franquista y especialmente el tema Guerra Civil. Franco murió ya hace 34 años y la mayoría de los sobrevivientes de la guerra también se ha convertido en polvo. El mundo, así como España ha cambiado, pero los acontecimientos detrás de generaciones nos soplan historias y reivindican justicia. Desmond Tutu, arzobispo que dirigía el sistema surafricana de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, ha escrito que la pérdida de la memoria no es para siempre: el olvido hace que el pasado vuelva a perseguir a los descendientes. 

Como finlandesa el marco de referencia a través del que veo el pasado y con el que comparo la Guerra Civil española es la otra guerra civil en la Europa del siglo XX, la finlandesa. Las dos guerras se separan sólo por unos veinte años que en esta escala de un siglo ya no resulta ser una diferencia significativa. Ambas fueron sangrientas y resultaron de una polarización social y política. En cuanto a la Guerra Civil finlandesa, se dice que todavía todo el mundo sabe del que grupo formaban parte sus antecesores. Sin embargo, no sé mencionar por el nombre a nadie quien lo sepa decir ni quien hubiera sabido decirlo hace veinte años. Igualmente, he oído decir y he leído que los españoles quieren recuperar la memoria y tener derecho a encontrar con su propia historia, los parientes desaparecidos. No lo he oído decir a la gente ordinaria sino a los periodistas, los profesores – las personas de mucha influencia. Parece que algunos prefieren pasar adelante sin tocar las heridas, otros necesitan la influencia terapéutica de la discusión. Pero, no sé decir quienes son. 

Debido a la ley universal, el vencedor declara a los culpables y escribe la historia. En Finlandia la historia era la de los blancos hasta los años de 60, y no es hasta entonces cuando empezó a dar paso a la verdad de los rojos. En España la conciencia de la historia parcial supervivía en la memoria privada y habría sido descubierta también por los jóvenes hacia los finales de la dictadura. La memoria colectiva no se había deteriorado durante la era a pesar de la enseñanza de la historia propagandista del vencedor de la guerra. Pero si el pasado no fue olvidado, y así ya saben la verdad, ¿qué quieren alcanzar con las demandas de abrir las fosas? ¿De qué se alimenta la reclamación? En su libro “Anteeksiantaminen -Tie tulevaisuuteen” escribe Desmond Tutu que con la negación de los crímenes se quita a la víctima su dignidad humana y el tratamiento de las violaciones de los derechos humanos simplemente admitiéndolas devuelve a las víctimas su dignidad humana. Los franquistas ya recibieron la recompensa nada más establecer el régimen y ellos ya no tienen la necesidad de abrir los archivos. Sus hijos, sin embargo, pueden cuestionar la historia otra vez.

La negación de la verdad republicana ha creado una necesidad de recuperar la historia. No obstante, por décadas de clandestinidad, una parte de la memoria ya no existe, y las historias fictivas están rellenando este hueco. Según Tutu la verdad no es sólo una. Son tantas como las personas y la subjetiva experiencia de la verdad es tan importante para la gente que la verdad considerada probada lo es para el juzgado. 

En la II Guerra Mundial los finlandeses tuvieron que unirse y luchar por una causa común. El proceso de democratización de España probablemente ha conseguido la misma sensación de solidaridad. Pero hay una causa simple que hace que no se resuelva el debate sobre la investigación del pasado: todos tienen diferentes necesidades de llegar a las raíces. Y, sin embargo, nueva información es excavada cada día.   

Bibliografía:Tutu, Desmond. Anteeksiantaminen – Tie tulevaisuuteen. Ajatus kirjat. 2001.

Diario de Aprendizaje I (Hanna)

Recuerdos del Franquismo

Después de la época de Franco, que estuvo en el poder de 1939 a 1975, muchos de los trofeos franquistas han sido quitados: los nombres de las calles han sido (una vez más) cambiados, y las estatuas han sido quitadas. Pero no todos, y la cuestión es si se deberían quitar los que quedan o no.

Durante el franquismo, se renombraron muchas calles con nombres que tenían relación directa con Franco o algún general de su bando. Había avenidas “del Generalísimo”, plazas “del General Franco” etc. En cada pueblo se veía la dictadura en el callejero; por ejemplo, en Salamanca, la actual Gran Vía se llamaba “Generalísimo Franco”. En todos los pueblos y ciudades de España se levantaron monumentos en homenaje a Franco, a batallas contra los republicanos y la gente que los combatió, y a importantes personajes de la dictadura que se formó tras la Guerra Civil.

Después de la muerte del “Caudillo”, estos trofeos han sido poco a poco quitados. Las calles han vuelto a tener sus nombre originales, y las estatuas han sido quitadas. Este proceso ha sido lento y, de hecho, todavía no ha terminado. En los últimos años, estatuas franquistas han sido removidas de las calles de Santander y Zaragoza, la primera incluso antes de que la Ley de Memoria Histórica(2007) estableciera que “los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura” debieran ser retiradas de los edificios y espacios públicos1.

Las estatuas y las calles con nombres franquistas que todavía existen provocan mucho debate entre los españoles. Visto desde fuera, es decir, desde el punto de vista de una extranjera, sería bueno dejar algunas de estas estatuas y nombres de calles tal y como están ahora para recordarnos la época de la dictadura. Forman parte de la historia, parte de la memoria histórica, que no debe ser olvidada. Tantos años de dictadura no pueden desaparecer sin dejar huellas, pues son ellas las que nos hacen recordar que pasó y que no debemos dejar que ocurra otra vez. Pero en España el tema se ve de modo diferente: según la mayoría de la gente, los símbolos de franquismo existen solamente para glorificar el régimen de Franco. Lo curioso es que así piensan los dos bandos: los que dicen que hay que quitarlos y los que creen que hay que conservarlos.

Hay mucha gente en España que cree que la época del franquismo fue buena. Quieren dejar las estatuas y otros trofeos en sus lugares, porque aprecian a Franco y al franquismo. Esa gente ha tenido familia de derechas durante la Guerra Civil, ha sido educada en la época del franquismo, según sus normas, y sigue creyendo en lo que les han enseñado sobre el mundo. Muchos son de mediana edad, de clase alta, muchas veces de familias religiosas o militares, es decir, la gente que más aprovechó los frutos de la dictadura, los que estaban en el poder. Son los que realmente creían que la época de la dictadura era una época de paz. Actualmente, ellos votan al Partido Popular, que nunca negó sus raíces franquistas.

Los izquierdistas, descendientes o no de los republicanos, y también muchos otros que no quieren glorificar la memoria del franquismo, quieren quitar las estatuas, porque para ellos las estatuas no sirven más que para dar mérito a la dictadura. Cada estatua les parece un intento de justificar las crueldades que hubo durante la guerra y la época del franquismo, de menospreciar el sufrimiento del pueblo, y una aceptación de la política de la época de la dictadura. Así que para ellos no se puede dejar ningún símbolo del franquismo en la España actual.

Aquí, una vez más, se ven los contrastes que existen en España. Por un lado, es fácil entender el punto de vista de los que quieren quitar las estatuas, ya que si aceptaran el argumento de que hay que conservar estos símbolos franquistas porque forman parte de la memoria histórica, el campo opuesto lo tomaría como una victoria. Por otro lado, si alguien defendiera la legitimidad histórica de las estatuas, se les acusaría de fascista.

Por lo visto, a los españoles el tema de franquismo les sigue molestando. A pesar de haber conseguido pactar una transición a la democracia que ha recibido muchos elogios por parte de la comunidad internacional, la división del país sigue presente en la sociedad española.

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1http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Memoria_Histórica_de_España#Disposiciones

Un ejemplo del tipo de discusión que las estatuas franquistas provocan en la España actual:

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Granada/saluda/fascismo/elpepiespand/20090104elpand_5/Tes

http://es.wikipedia.org/wiki/Simbolog%C3%ADa_del_franquismo#Las_estatuas_del_Caudillo


Diario de aprendizaje I (Gonzalo)

La longevidad del franquismo

Quisiera en este diario llamar la atención sobre uno de los aspectos tratados en las clases y que considero que caracteriza especialmente la etapa franquista: su longevidad. Desde el Levantamiento del 18 de Julio de 1936 hasta el 20 de noviembre de 1975, día de la muerte de Franco, transcurrieron treinta y nueve años. ¿Qué hizo que una dictadura fascista sobreviera durante casi cuatro décadas y que además tuviera legitimidad internacional? Veamos:

En diciembre de 1946, la ONU, organización recién fundada un año atrás, condena el régimen dictatorial de Franco y recomienda a sus miembros imponer sanciones a España. Estas recomendaciones son seguidas por la práctica totalidad de la comunidad internacional con la excepción de la Argentina de Perón, el Portugal de Salazar y el Vaticano. Las sanciones perseguían forzar el cambio político de una España colaboradora del bando perdedor de la Segunda Guerra Mundial (1) y el consiguiente giro hacia la democracia.

Franco, rechazado por las potencias mundiales, aprovecha con creces la aparición de un invitado inesperado: la Guerra Fría.

Los ganadores de la Guerra querían un cambio político que transformara la dictadura militar en una monarquía con base democrática (EEUU y Gran Bretaña) y en un república también democrática (URSS) en la que el PCE (Partido Comunista Español) se pudiera hacer con el poder y depender por lo tanto de la influencia soviética. Estas diferencias acrecentaban el monstruo de la Guerra Fría y fueron aprovechadas al máximo por el dictador.

Franco se empleó para modificar en la medida de lo posible su imagen y transformar su vertiente falangista en una ultracatólica que tendría mayor aceptación a nivel internacional y también decreta su línea de sucesión que será la monarquía (evidentemente una república, a la que acababa de hacerle la guerra, no podía sucederle con su consentimiento).

España, que había sido excluida del Plan Marshall estadounidense (1947-1951), despertó el interés de los EEUU gracias a su importante papel estratégico y por medio del Acuerdo de Madrid de 1953 firmó con Franco la instalación de las bases militares de Torrejón de Ardoz (Madrid), Rota (Cádiz), Morón de la Frontera (Sevilla) y Zaragoza. La justificación internacional del acuerdo militar y económico no era otra que el enemigo común de ambos países: el comunismo.

La legitimación del régimen a nivel internacional continuó. En 1955 la ONU aceptó a España bajo la presión de EEUU. En 1959, lo hace la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) y el Fondo Monetario Internancional (FMI) después de la visita de Eisenhower a Madrid en diciembre del mismo año, la primera visita de un presidente norteamericano a España.

Bien es cierto que España no fue invitada a entrar en la OTAN, organización a la que no llegó a formar parte hasta 1982 y que tampoco fue invitada a los Tratados de Roma (1957), origen de la actual Unión Europea (entró en 1986), pero a pesar de ello la dictadura de Franco contaba con el apoyo norteamericano, como aliado menor, pero en definitiva como aliado, y contaba con la legitimidad necesaria para existir. La dictadura estaba a salvo.

El momento cumbre del apoyo norteamericano fue la ya mencionada visita del presidente Eisenhower a Madrid. España por aquel entonces necesitaba de eco internacional y quiso aprovechar al máximo las 18 horas que pasó el presidente norteamericano en la capital de España. Por primera vez, la recién nacida TVE enviaba imágenes a la red de Eurovisión. Diez autobuses paseaban a los 150 corresponsales extranjeros (más otros tantos españoles). Franco y Eisenhower hicieron los 20 kilómetros que separan Torrejón de Madrid en tres coches, uno de ellos descubierto, aclamados por un millón de personas. El anfitrión, pletórico, colgó 60.000 banderas, distribuyó 20.000 retratos de ambos, encendió un millón de bombillas y 360 proyectores para iluminar Madrid, y colocó arcos de triunfo florales. A Eisenhower le hicieron alcalde honorario de Marbella y miembro de honor de la Federación Española de Béisbol, además de regalarle un par de mantillas para su señora, un cuadro y libros de turismo de España. Le alojaron en el palacio de la Moncloa y le agasajaron con una cena en el palacio de Oriente, en la que Franco dijo: “Nuestros dos países están alineados en el mismo frente de la paz y de la libertad”, además de afirmar que Estados Unidos era responsable de “la paz que disfrutamos y de que el Occidente de Europa haya permanecido libre sin caer bajo el yugo comunista”.

Al franquismo le quedaba aún mucha guerra fría para protegerse.

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Foto: El abrazo de Franco con Eiseinhower en 1959.

Como conclusión a este diario de clases diría que aunque España se vio apartada de la escena internacional sí se le permitió continuar con su modelo político dictatorial por conveniencia norteamericana. España, el único país fascista sobre la tierra, enemigo político de todos, contó con el apoyo norteamericano que, siempre velando por sus propios intereses, prefirió mirar hacia otro lado y aceptar el régimen franquista. El fascismo no era ya un problema para los norteamericanos y sí lo era el enemigo común de ambos, el comunismo.

Sección de vídeos:

Vídeo sobre la amistad entre España y EEUU. La Instalación de las Bases americanas en España. 1953

http://www.youtube.com/watch?v=ibnPdLaAUCw&eurl=http://historiaaportodas.blogspot.com/2008/06/repaso-de-contenidos-y-errores-condena.html

Vídeo de la entrada de España en la ONU. 1955.

http://www.youtube.com/watch?v=sGHtdSpNqtY

Vídeo sobre la visita de Eisenhower a España en 1959:

http://www.youtube.com/watch?v=fV2-snlDCGU

España parcial a favor de EEUU y en contra de la URSS en la crisis de los misiles.

http://www.youtube.com/watch?v=P9MyQJFtDl4

Bibliografía y para más information:

http://www.historiasiglo20.org/BIO/franco.htm

http://www.fuenterrebollo.com/Gobiernos/general-franco.html

http://guerracivil.sotmar.net/pagina4.htm

(1) España permaneció en un principio neutral a la contienda. Tras la rápida conquista de Francia por las tropas de Hitler (1940) adoptó una posición de no beligerancia que cambió de nuevo hacia la neutralidad cuando se avecinaba la derrota alemana.

Diario de aprendizaje I (Leena)

El uso de la propaganda durante la guerra

En este diario de aprendizaje voy a hablar de la representación del enemigo durante la guerra civil. Voy a analizar, sobre todo, los pósters propagandistas de la época y debatir los motivos psicológicos detrás de las imágenes e eslóganes empleados tanto por los republicanos como por los nacionales. Eran variadas las estrategias empleadas por los dos bandos, pero hay ciertas semejanzas. Son rasgos omnipresentes en casi toda imagen propagandista, sea el que sea el país en guerra del que se hable. Las imágenes y los símbolos que recurrían en los pósters de ambos bandos —la sangre, el fuego, las banderas, el rojo, el negro— reflejaban la realidad tumultuosa de la guerra. No obstante, en otros aspectos dichos pósters no eran, ni tenían por qué ser, una representación veraz de la sociedad española en guerra.

Durante una guerra, el papel de los medios de comunicación no es informar al público de lo que acontece y ser fiel a los hechos. Al contrario, deben ocultar lo que acontece de verdad e informar al público de lo que el régimen considere apropiado. Las autoridades intentan controlar y manejar la información a su favor. Esa manipulación se llama censura, y en la guerra es lo esperado. Las verdaderas noticias se difunden por otros medios: de boca en boca, a susurros, en secreto, en la intimidad del hogar.

Según el general prusiano y teórico de la ciencia militar moderna Carl von Clausewitz: “Gran parte de la información obtenida en la guerra es contradictoria, una parte aún mayor es falsa, y la parte mayor de todas, con mucho, no inspira ninguna confianza.” Las noticias del frente se manipulan para que la población civil no se desanime y para que guarde el ánimo, la esperanza y la fe. En tiempos revueltos y duros la gente quiere apaciguarse escuchando mentiras. Por eso son muchos los que no las ponen en duda. Si no hubiera sido por las regulares dosis de propaganda, dudo que el ejército republicano hubiera aguantado tanto tiempo.

La cruz gamada nazi y la hoz y el martillo comunistas eran símbolos recurrentes, atribuidos a los nacionales y a los republicanos, respectivamente. El objetivo era subrayar que el enemigo estaba aliado con y comprometido a las fuerzas extranjeras y, por consiguiente, era “anti-español”. Es más fácil persuadir a los combatientes a luchar contra un invasor externo que contra sus propios compatriotas. La guerra afrentaba amigos, vecinos y familiares, y cuánto menos éstos se enteraban de eso, con más ánimo lucharían.

El enemigo no estaba compuesto por seres humanos de carne y hueso, sino que era una ideología, ya que es más justificable hacer la guerra a una ideología. El enemigo era deshumanizado y demonizado. De ese modo no tenía derechos que respetar o sentimientos que tomar en cuenta. La estrategia daba ganas de seguir luchando, porque insinuaba que el enemigo era un monstruo sin misericordia y que más valía morir en combate que caer en sus manos.

En tiempos de guerra todo es blanco y negro; hay buenos y malos; si no estás por nosotros, estás contra nosotros. En los pósters de los republicanos, los malos eran la iglesia, el ejército y la oligarquía. El Generalísimo era el malo por excelencia, un demonio puro y duro. Además de ser demonizado, a veces el enemigo era ridiculizado. Inspiraba miedo, así que venía bien burlarse de él de vez en cuando. Era como si los pósters dijeran a los civiles y los soldados: “venga, podremos con él, se cree invencible pero mirad lo ridículo que es.” El caballero soñoliento, vestido de manera extravagante, montado a un caballito sonriente no atemorizaba a nadie. Los monstruos verdes tal vez sí dieran miedo, pero el héroe republicano los tenía firmemente bajo su control. Por tanto, se dejaba deducir que las tropas republicanas iban a triunfar.

Ha dicho el escritor y dramaturgo francés Jean Anouilh: “Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte.” Creo que esta frase es aplicable a la guerra civil española también. Aunque es cierto que los republicanos se declaraban anti-clericales y que poco les importaba el favor del cielo, sí que creían en la justificación de su causa. De su parte tenían, si no Dios, sí la justicia, la verdad y la razón, lo que —si paramos a pensarlo— es lo mismo.

Los pósters, junto con la radio, eran el medio más adecuado para la difusión de la propaganda, porque alcanzaban toda la población civil. Hay que tener en cuenta que en aquél entonces una gran parte de la población española era prácticamente analfabeta, con lo cual era importante que el mensaje principal se entendiese sólo por las imágenes. La polarización de la sociedad era un hecho, así que no hacía falta más que fomentar el odio y el recelo con los que la mitad de la población veía a la otra mitad. Hoy en día, las técnicas usadas en los años 30 nos dan risa por lo anticuadas que parecen. Sin embargo, el uso propagandístico de los medios de comunicación es más actual hoy que nunca. Casi todo lo que sabemos de la guerra en Iraq, por ejemplo, se basa en información censurada por las autoridades estadounidenses. Se utilizan las mismas estrategias discursivas para hablar del enemigo como durante la guerra civil española.