El horror de la Guerra Civil, a golpe de viñeta

Carlos Giménez vuelve a la actualidad del cómic con su álbum ’36-39. Malos tiempos’

ÁLVARO PONS El País25/11/2007

En 1977, con una democracia apenas incipiente, Carlos Giménez (Madrid, 1941) comenzaba a publicar en las páginas de la revista Muchas Gracias la serie Paracuellos, en la que plasmaba los recuerdos de su paso por un colegio del Auxilio Social durante los primeros años de posguerra española. Tras haberse formado en la aventura y la fantasía, el dibujante de personajes tan famosos como Gringo, Delta 99 o Dani Futuro, optaba arriesgadamente por la introspección, surcando caminos prohibidos o voluntariamente olvidados durante las cuatro décadas anteriores.

Conscientemente o no, Paracuellos se convertía así en el primer capítulo escrito de una reivindicación de lo que ahora conocemos como nuestra memoria histórica. A medida que buscaba en su pasado, Giménez iba construyendo un legado de valor incalculable: el de los sentimientos de toda una generación de españoles. Tras Paracuellos llegó Barrio, contando la vida en las calles españolas de los años cincuenta. Después, la hilarante Los profesionales, una obra que ofrece, además, un fresco único de una sociedad que comenzaba a reivindicar unas libertades que habían sido cercenadas.

Un trabajo de notario de la vida de la calle que se complementaría a la perfección con el día a día de la transición que reflejó en las historietas que realizaba semanalmente para la revista El Papus, recopiladas en el volumen España Una, Grande y Libre. Treinta años de trabajo que dejan una densa obra que se puede considerar como sinónimo de la historia de este país, pero protagonizada por aquellos que nunca salen en los libros de historia o las enciclopedias.

De forma obligada, esta trayectoria le llevaba a enfrentarse al origen de todo lo que había contado durante ese tiempo: la Guerra Civil española. “Lo intenté un par de veces. Yo suelo tener unos dossiers donde guardo las ideas básicas que luego desarrollaré y uno de ellos era sobre la Guerra Civil. Quería hacerlo coincidiendo con uno de los aniversarios de la guerra, pero no sabía muy bien cómo, por lo que al final lo dejé, reconvirtiéndolo en una historieta de Barrio”, cuenta Giménez.

Un difícil tratamiento al que había que añadir que, por primera vez, se enfrentaba a hechos que no había vivido en primera persona: “Necesitaba recopilar historias y anécdotas, alguien que me las contase y, además, me las contase bien. Al final lo conseguí y comencé a preparar esta obra”. Nace así 36-39. Malos tiempos, primer volumen de una tetralogía que busca narrar la devastadora Guerra Civil española desde una perspectiva diferente: la de la gente de a pie. No es la historia de la Guerra Civil, sino de aquellos que la padecieron en sus carnes: “Yo no soy historiador. Ni tengo los datos ni me interesan las fechas o las batallas. Sólo he querido contar lo que es la puta guerra. El hambre, el miedo, las bombas, todo lo que traen las guerras. Lo cuento desde la perspectiva del que la sufre, del que tiene hijos y no sabe si les va a poder dar de comer, o incluso si mañana estarán vivos. Por eso voy adelante y atrás en el tiempo, para que los datos dejen de tener importancia y sólo lo tengan las personas”.

Pero contar la guerra no es fácil. Mostrar el horror puede implicar caer fácilmente en el morbo de lo vacuo, de banalizar el dolor y convertirlo en un espectáculo sanguinolento. Una dificultad que tenía clara desde el principio: “No me interesa mostrar cómo destripan a alguien o cómo le vuelan la cabeza. He evitado las imágenes de género de terror, no por herir la sensibilidad del espectador, sino porque voy por otro lado. Yo intento contar el hecho, no el morbo del hecho. En esta historia de muertes y desolación, intento evitar que se vean las muertes y la desolación. Trato de evidenciar lo tremendo de la guerra, lo injusto de las bombas, de los tiros en la nuca, de los paseos, esa veda que se abre para matar al ciudadano por parte de los dos bandos. Que cuando sitúas a la gente en un caldo de cultivo para el odio, lo único que produce es odio”.

Por eso, los personajes de 36-39. Malos tiempos no son ni los políticos ni los generales, son los vecinos de la calle, aquellos que vivían tranquilamente y que se encontraron con una guerra que no habían pedido, que se vieron involucrados contra su voluntad en bandos que no habían inventado. “La española fue una guerra confusa, no eras de una ideología, sino de donde te pillaba. Si estabas en Valladolid, eras franquista, y en Madrid, rojo. Y si te pillaba mal, la habías jodido. Nadie sabía realmente lo que era”.

Es el relato de cómo el miedo al otro comienza a calar en el hombre hasta deshumanizarlo completamente y convertirlo en un asesino. Un testimonio que se atreve, sin partidismos, a denunciar las barbaridades que los dos bandos hicieron: “Una vez empieza la guerra, el miedo nos convierte a todos en asesinos”, dice Giménez, “pero sin olvidar quiénes fueron los causantes”. En una de las historias de este álbum no puede evitar tomar voz a través de uno de los personajes y lanzar un durísimo alegato contra las guerras. “No hay guerras buenas, nadie tiene la razón ni los motivos para empezarlas. Si pensamos en todas las guerras, las anteriores y las de ahora, nadie tiene derecho a comenzarlas. Una guerra sólo tiene sentido para el que la piensa, no es buena para nadie. El único beneficiario de una guerra es el hijo de la grandísima puta que la empezó”.

Y como es habitual en él, consigue que el lector note cómo se le encoge el corazón al leer historias terribles, pero sin perder nunca el horizonte de la sinrazón de la guerra, como en esa historia en la que un hombre se encuentra con el asesino de su padre en un bar. “La guerra es el absurdo, un montón de mierda. Incluso cuando se mata, se mata mal y a destiempo. Este tipo, que tenía razones para hacerlo, no lo hace cuando se encuentra al asesino de su padre, sino más tarde, por una tontería, porque estaba inmerso en una cadena de matar y de mierda, en la que al final, no se sabe por qué, se mata”, afirma contundentemente el autor. La venganza pierde su sentido en un mundo donde la supervivencia es la única regla: “Es increíble que al mismo tiempo que la gente vivía al límite, sin saber si perdería la vida por una bomba o un chivatazo, la vida transcurría. Con todo ese horror, la gente iba al teatro, había que zurcir los calcetines o ir al bar. La gente se olvida de la guerra, porque el ser humano tiene una capacidad de supervivencia tremenda”.

Cuatro álbumes, que publicará Ediciones Glénat y que conformarán un durísimo pero sincero relato del mayor horror que ha vivido nuestro país, dando voz a aquellos que nunca saldrán en las enciclopedias, pero que llenaron los cementerios de este país con tumbas anónimas.

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Cien personalidades de la cultura piden el Príncipe de Asturias para Carlos Giménez

De la Iglesia y González Ledesma, entre otros, solicitan que el historietista de ‘Paracuellos’ compita por el galardón en la categoría de Artes

ELPAÍS.com – Madrid – 01/05/2009

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Cercas: “El Rey hizo cosas en el 23-F que no debería haber hecho”

El escritor presenta ‘Anatomía de un instante’, una revisión poco complaciente de la reacción al golpe de Estado

JESÚS RUIZ MANTILLA El País16/04/2009

Javier Cercas cree que la sociedad española está suficientemente madura como para enfrentarse a toda la verdad sobre el 23 F. Esto incluye la indagación en las reacciones y las acciones de los principales personajes, desde Adolfo Suárez hasta el Rey, pasando por la sociedad civil, el Ejército y toda la clase política. Es lo que ha hecho el escritor en su último libro Anatomía de un instante (Mondadori), presentado este jueves en el hotel Palace, justo en frente del Congreso de los Diputados, donde se vivió aquella noche fría y tensa.

“La verdad es la verdad. ¿Que si creo que este país está suficientemente maduro para soportarla? Pues sí. No creo que este libro vaya a provocar ninguna catástrofe”.

Pero habrá que esperar a las reacciones que su lectura provoque. Sobre todo en lugares como la Casa Real, donde ciertos hechos e interpretaciones relatados en el libro pueden resultar incómodos. En cuanto al papel de don Juan Carlos, Cercas es tajante: “El Rey no organizó el golpe, está claro, lo paró. Nadie podía pararlo si no era él, que tenía el poder de hacerlo. Pero eso no significa que tengamos que santificarlo. El Rey también se equivoca, e hizo cosas que no debería haber hecho. La verdad es que lo facilitó y en eso se equivocó, como se equivocó gran parte de la clase política”.

Cercas relata en el libro cómo el ambiente insoportable, “de depresión generalizada en todo el país”, que se vivió el año anterior al golpe fue lo que desencadenó que los militares culpables y los cabecillas -el teniente coronel Tejero, el general Armada y el teniente general Milans del Bosch- se vieran alentados para cometerlo.

“Nadie estuvo a la altura. Tampoco la sociedad civil. Muy pocos dieron la cara aquella noche. No hubo una reacción seria. Los golpistas hasta mucho después no comprendieron que nadie quería aquello. Como país no actuamos de manera brillante, ni estuvimos a gran altura. Fue un mal momento”.

“El deseo de acabar políticamente a toda costa con Suárez obsesionaba a todo el mundo, desde la oposición hasta al propio Rey”. Eso es lo que, según Cercas, da alas a los golpistas, y eso es lo que sin duda va a traer más polémica en los próximos meses.

El nuevo libro de Cercas es un cruce muy eficaz e insólito de géneros. De hecho, al principio el autor quería hacer una novela. Pero cuanto más se iba metiendo en la historia mejor se dio cuenta de que lo responsable era abandonar esa idea. “Hay muchas ficciones y muchas leyendas sobre el 23-F. Por eso yo decidí prescindir de la ficción. Mi trabajo ha sido como el de una asistenta, me he dedicado a limpiar la casa de falsedades, pero aún así seguirán existiendo leyendas sobre el 23-F”. Pese a que su empeño no ha sido, como cualquier experto en marketing desearía, contar toda la verdad y demás pamplinas, Cercas ha querido acercarse lo más posible a ella, aunque cree que es una tarea todavía difícil. “Ya no existen grandes enigmas sobre el 23-F. Lo digo después de haberlo leído todo y hablado con muchos de los protagonistas. Lo que quedan son zonas de sombra. No hay historiadores académicos que se hayan ocupado del golpe. La razón es que no existen documentos. Pero yo me he dedicado a mirar, a escuchar y a leer con atención. A fijarme en esas cosas que todo el mundo hemos visto pero que no hemos acertado todavía a interpretar”.

Entre todo lo que le ha servido para la investigación, resalta un documento: “La grabación de 35 minutos del asalto. Apenas hemos visto cinco segundos de manera repetitiva y reiterada, pero esos 35 minutos son algo alucinante y extraordinario. Uno de los grandes documentos de la historia de España. El libro parte de ahí”. Un momento en el que sólo tres diputados permanecieron sentados en sus escaños cuando tronaban los disparos en el techo del Congreso. “Lo normal era tirarse al suelo y no podemos juzgar a quienes lo hicieron, pero el gesto de aquellos tres personajes [Suárez, Gutiérrez-Mellado y Carrillo] fue algo simbólicamente extraordinario”. Tanto, que aquel rasgo heroico preocupó muchísimo los días posteriores a la clase política. “Ha habido determinados políticos importantes que, una vez pasado el golpe, se preguntaban ‘¿alguna vez nos van a preguntar esto?’ Creían que el hecho de que se tiraran al suelo lo iban a pagar electoralmente”.

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Os recomiendo también la crítica del libro de Cercas por Jordi Gracia, publicado en El País el 11/04/2009 con el título “Tres héroes de un instante“.

El mañana efímero

 A Roberto Castrovido

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

– Antonio Machado

(Escuchar el poema)

Lecturas sobre Isaac Rosa y El vano ayer

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En internet hay muchas críticas sobre El vano ayer y también entrevistas a Isaac Rosa. Os pongo aquí algunos enlaces:

CRESPO, Marciano: “El franquismo torturó y ejecutó hasta el último momento” [entrevista a Isaac Rosa]. Tribuna, octubre de 2004 [http://www.fsap.ccoo.es/comunes/temp/recursos/22/29408.pdf].

ECHEVARRÍA, Ignacio: “Una novela necesaria”. El País, 12/06/2004 [http://www.elpais.com/articulo/semana/novela/necesaria/elpepuculbab/20040612elpbabese_16/Tes].

RENDUELES, César: “Isaac Rosa. La anamnesis del franquismo”. Ladinamo, 13, 2004 [http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=13&id=324].

En el “I Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas”, celebrado en la Universidad Nacional de la Plata (Argentina) del 1 al 3 de octubre del 2008, se presentaron varias ponencias sobre El vano ayer. Tenéis acceso a ellas en la página del congreso.

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Os recomiendo también la siguiente novela de Isaac Rosa:

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y un artículo sobre ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!:

GOYTISOLO, Juan: “Ejercicio de valentía y lucidez”. El País, 17/03/2007 [http://www.elpais.com/articulo/narrativa/Ejercicio/valentia/lucidez/elpepuculbab/20070317elpbabnar_9/Tes].

Javier Cercas disecciona el 23-F en ´Anatomía de un instante´

Analiza la intentona militar a partir de la foto de los políticos que no se tiraron al suelo.

08/04/2009 – El Periódico Extremadura. – MERCEDES JANSA

La foto fija de Adolfo Surárez, solo, en el banco azul del Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981, es el punto de partida elegido por Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) para desmenuzar el golpe de estado en Anatomía de un instante (Mondadori), que hoy sale a la venta. Pero la intención del escritor es ir más allá del análisis de una imagen.

A diferencia de su gran éxito Soldados de Salamina , Cercas elude la ficción y repasa con notable precisión las claves de la asonada y sus protagonistas, quedando al final el regusto de un análisis de la historia de la España del siglo XX a través de sus dos hitos: la larga dictadura y la reciente democracia.

El libro, por el que tres importantes editoriales (Tusquets, Planeta y Mondadori) pujaron a fondo para quedarse con la edición, se apunta como uno de los fenómenos de la temporada. A medio camino entre la crónica y el ensayo, Cercas no escatima datos ni análisis. Y, a veces, entra en el terreno de la intriga, sobre todo, cuando aplica la lupa a los servicios secretos en la trama golpista.

Ha leído miles de documentos y ha conversado durante cientos de horas con todos los protagonistas –excepto con Suárez, por razones de salud– para al final volcar sus conclusiones en casi 450 páginas. Pero la llama permanente de inspiración son los 35 minutos de grabación televisiva de la ocupación del Congreso por Tejero. Del análisis de esas imágenes, Cercas extrae el significado del gesto de no tirarse al suelo, como ordenaron los golpistas, de Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, a su juicio los héroes de ese día. Fueron, sostiene, gestos de “coraje, gracia, rebeldía y libertad” de tres hombres en el ocaso de sus actividades públicas.

Los cinco capítulos se abren con un epílogo y se cierran con un prólogo de una novela, que se quedó en borrador cuando reflexionó sobre si una realidad tan intensa como la del 23-F se podría ficcionar. Cercas juega con lo que llama “simetrías de ficción” que le permiten analizar la psicología de cada personaje y las coincidencias entre antagonistas. La más importante la que establece entre Suárez y su padre, José Cercas, al que dedica el libro.

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Leer el reportaje de El País sobre el tema.

Los desaparecidos de Tomás Eloy

CARLOS FUENTESEl País – 21/03/2009

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Narrativa. El lenguaje en la novela, portadora constante de la duda frente a la fe ideológica, la certeza religiosa o la conveniencia política, no puede dejar de lado ni ideología, ni religión, ni política. Tampoco puede, la novela, ser dominada por cualquiera de ellas. Lo que puede hacer es convertir ideología, religión o política en problema, abriéndolas a la puerta de la interrogación, levantado el techo de la imaginación, bajando al sótano de la memoria, entrando a la recámara del amor y, sobre todo, dejando la ventana abierta a la palabra de Pascal:

-J’ai un doute à vous proposer.

Regreso por ello a un novelista que es mi contemporáneo, el argentino Tomás Eloy Martínez, y su obra última, Purgatorio, donde el autor se propone novelar un tema inescapable: los desaparecidos, la práctica brutal y tétrica de la dictadura militar de los años 1976-1981, llamada “Proceso de Reorganización Nacional”. Desaparecer y torturar a los disidentes enfrente de sus esposas e hijos, asesinar a todo sospechoso de leer, pensar o acusar de manera no aprobada por la dictadura, secuestrar a los niños, cambiarles el nombre y la familia.

Toda esta odiosa violación de la persona humana puede ser denunciada en un diario, un discurso, una manifestación.

¿Cómo incorporarla a la ficción, cuando la realidad supera a cualquier ficción?

Tomás Eloy Martínez, en Purgatorio, cuenta la historia de una mujer, Emilia Dupuy, hija de un poderoso argentino que apoya la dictadura y celebra sus distracciones, al grado de invitar a Orson Welles a filmar el campeonato mundial de fútbol, comparable al filme de Leni Riefenstahl sobre la olimpiada de Berlín. Emilia se ha casado con un cartógrafo, Simón Cardoso, que, obligado a recorrer y medir el territorio, como es su obligación profesional, es confundido con un terrorista por la policía de la dictadura y desaparecido.

¿Adónde van a dar los desaparecidos? Emilia Dupuy sigue, desesperada, las posibles rutas del marido desaparecido, de Brasil a Venezuela, a México y al cabo a Estados Unidos, hasta que, mujer de sesenta años, establecida en una pequeña ciudad universitaria de Nueva Jersey, recobra al marido perdido.

Sólo que éste sigue siendo un hombre de treinta años y rompe la costumbre de Emilia, que es sentir la ausencia de la única persona que amó en la vida y que ahora regresa con una “sonrisa de un lugar muy lejano”.

No digo más, sino que Orson Welles pone como condición para aparecer en la película que los militares hagan aparecer a los desaparecidos. Y es que en la novela, como en el cine, se pueden crear todas las realidades, imaginar lo que aún no existe y detener el tiempo.

Busquemos entonces, en la novela, la realidad de lo que la historia olvidó. Y porque la historia ha sido lo que es, la literatura nos ofrece lo que la historia no siempre ha sido.

Así fue… en las artes y en las calles

José Enrique Ruiz-Doménec viaja por la historia de España a través de sus hitos culturales y cotidianos – La Hispania romana y la Guerra Civil acotan la obra

MIGUEL ÁNGEL VILLENA – El país – 14/02/2009

“La historia del matrimonio de Alfonso XII con su prima María de las Mercedes, hija de los condes de Montpensier, se hizo para ser recitada en las plazas públicas, como la de su tataranieto Felipe de Borbón con Letizia Ortiz se hizo para las cámaras de televisión”. Con este párrafo, el historiador José Enrique Ruiz-Doménec ilustra el papel que la Monarquía jugó para asentar la Restauración, un sistema político que se prolongó en España durante más de medio siglo (1876-1931).

La relevancia concedida a los movimientos culturales y a la vida cotidiana, junto a una cuidada elección de anécdotas históricas que llegan a elevarse a categorías, como en la famosa boda de Alfonso XII que ha llegado al imaginario popular e incluso al cine, figuran entre los ejes de España, una nueva historia (Gredos). El libro, que aparecerá la semana próxima, responde al intento de Ruiz-Doménec, historiador formado en Francia y en el Reino Unido, de ofrecer una obra de síntesis, divulgativa y rigurosa al mismo tiempo.

“Analizar los factores humanos”, señala el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, “y cómo inciden en los grandes hechos históricos ha sido mi objetivo. Hay que tener en cuenta que detrás de cada decisión con trascendencia se halla el factor humano. Cuando hablo de nueva historia, de un enfoque distinto para abordar la evolución de España, quiero decir que estoy mezclando el microrrelato con el macrorrelato, subrayando siempre la importancia de las mentalidades, de la vida cotidiana y de la cultura. De este modo, utilizo mucho las obras de artistas como Cervantes, Quevedo, Farinelli, Larra, Sorolla, Falla o Pardo Bazán para ayudar a entender las distintas épocas de España, más allá de los sucesos políticos o los avatares económicos”.

Para conseguir esos objetivos resulta necesario que el historiador escriba como un novelista o, incluso mejor, como un periodista. “Mi maestro Georges Duby me impuso como deberes que aprendiera a escribir bien, con ritmo y estilo. Es básico para una buena narración histórica saber contar los acontecimientos para que los comprenda cualquier lector de periódicos y no sólo los eruditos. De hecho, yo escribo historia por responsabilidad ciudadana”.

Persuadido de que Internet ha acabado con la necesidad de notas a pie de página y con las bibliografías infinitas, Ruiz-Doménec no tiene dudas de que el éxito que vive el género histórico en España, desde la novela al ensayo pasando por las biografías, obedece a las carencias del sistema educativo.

El autor defiende un salto interpretativo y argumenta que muchas fechas históricas han afectado más a la memoria colectiva que a la realidad diaria de los que la vivieron. Y a la hora de analizar, el catedrático de Historia Medieval, aunque con vocación de generalista, resalta las dos o las múltiples Españas que convivieron en algunas etapas de la Edad Media.

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Una novela sobre la memoria política en Chile gana el Premio Primavera

Luis Sepúlveda obtiene el galardón por su obra ‘La sombra de lo que fuimos’.- José María Beneyto queda finalista

El País Madrid – 19/02/2009

El escritor chileno Luis Sepúlveda ha ganado hoy la XIII edición del Premio Primavera de Novela, dotado con 200.000 euros, con su obra La sombra de lo que fuimos, mientras que el español José María Beneyto se lleva los 30.000 euros correspondiente al finalista con Los elementos del mundo. El jurado que ha fallado este premio, que convocan cada año la editorial Espasa Calpe y Ambito Cultural de El Corte Inglés, ha estado presidido por Ana María Matute y han formado también parte de él Antonio Soler, Ángel Basanta, Ramón Pernas, Ana Rosa Semprún y Miryam Galaz, como secretaria sin voto.

Luis Sepúlveda ha escrito una novela generacional “con estructura detectivesca” que habla del desengaño de unos chilenos que recuerdan su juventud, en los años sesenta y setenta, su relación con el Partido Comunista, el golpe de Estado, el exilio y su regreso a un Chile en democracia, “un país que ya sólo existía en su memoria”, ha explicado Ángel Basanta al presentar la obra. La novela finalista es una obra muy extensa en la que José María Beneyto propone una gran reflexión sobre Alemania y Europa, el nazismo y el sentimiento de culpa, con una mezcla de géneros, ha señalado Antonio Soler.

Afincado en Gijón desde hace años, Luis Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949) es uno de los escritores en lengua española más traducido, y, en concreto, su obra El viejo que leía novelas de amor (1989) está publicada en sesenta idiomas. Hijo de vasca y de jienense, Sepúlveda se considera miembro del grupo de escritores latinoamericanos posteriores al boom del realismo mágico y es autor además de títulos como Patagonia Express (1995), Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar (1996) y La rosa de Atacama (2000).

Por su parte, José María Beneyto es director del Instituto Europeo de la Universidad San Pablo-CEU y autor de varios ensayos, y ésta es su primera novela. Casi 300 originales, procedentes de cuatro continentes, se habían presentado a esta XIII edición del Premio Primavera de Novela.

Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria 

Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros

Luis Cernuda escribió estos versos en 1961, cuando al terminar una lectura de poemas en una remota universidad norteamericana, se le acercó un hombre de su edad, un antiguo soldado de la Brigada Lincoln. El poema se titula 1936.

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

En 1961 y en ciudad extraña,
más de un cuarto de siglo
después. Trivial la circunstancia,
forzado tú a pública lectura,
por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.

Veinticinco años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, para él lejana
y extraña toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.

Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
sólo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.

Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.

Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.