El Supremo admite una querella contra Garzón por prevaricación

crimenes del franquismo

El magistrado de la Audiencia deberá declarar en calidad de imputado por la causa contra el franquismo.- El juez asegura que la ley es “igual para todos” y se defenderá “en su momento”

ELPAÍS.com 27/05/2009

El Tribunal Supremo ha admitido a trámite una querella presentada por Manos Limpias contra el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón en la que se acusa al magistrado de prevaricación, por excederse en sus competencias en la investigación de los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo, según ha podido saber ELPAÍS.com de fuentes judiciales. La admisión de esta querella, que obligará al magistrado a declarar en calidad de imputado cuando sea requerido por el tribunal, se adopta en oposición al criterio de la Fiscalía, que había informado en contra.

Tras conocer la decisión del Supremo, Garzón ha manifestado que la ley “es igual para todos” y ha añadido que está “tranquilo” y que se defenderá “en su momento” de la acusación de Manos Limpias. El magistrado ha asegurado que no tiene conciencia de haber cometido delito alguno al pedir los certificados de defunción de los responsables de la dictadura franquista.

El Supremo cita el informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el que se oponía a que el juez investigara los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la dictadura y negaba la competencia de la Audiencia, informa Julio M. Lázaro. El ponente de la resolución ha sido el magistrado Adolfo Prego, quien hasta la última renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) desempeñó el cargo de consejero a propuesta del PP.

“Esta sala, sin valorar ni prejuzgar lo sucedido, entiende que no se dan las condiciones para rechazar la admisión a trámite de esta querella; lo afirmado en la querella no es algo que, ab initio, pueda considerarse ajeno al tipo penal de prevaricación, al menos como hipótesis que no se advierte sea ni absurda ni irracional”, indica el alto tribunal en su auto, firmado por el presidente de la Sala de lo Penal, Juan Saavedra, y los magistrados Adolfo Prego, Joaquín Jiménez, Francisco Monterde y Juan Ramón Berdugo. Luciano Varela ha sido el juez designado como instructor, quien a su vez fue el ponente de la resolución de la querella presentada por dos abogados contra Garzón por cobrar de una universidad de EE UU, entre marzo de 2005 y junio de 2006, y que hoy ha archivado definitivamente el Supremo.

Suspensión cautelar

La organización ultraderechista Manos Limpias ha explicado que en su querella también solicita que el CGPJ suspenda cautelarmente de sus funciones al juez mientras termina de instruirse ese procedimiento. El presidente, Miguel Bernard -ex responsable de Fuerza Nueva-, considera que Garzón cometió prevaricación, es decir, dictó resoluciones injustas a sabiendas de que lo son, al iniciar un procedimiento para la investigación y exhumación de las fosas del franquismo sin tener competencia para ello y en contra del criterio de la propia Fiscalía de la Audiencia Nacional.

En la querella, presentada el pasado 26 de enero, Manos Limpias exponía que el juez prescindió “total y absolutamente del procedimiento establecido, de la irretroactividad de la ley penal, de la ley de amnistía de 1977 y de sus propios actos y autos, en los que rechazó como genocidio los asesinatos de Paracuellos del Jarama”.

Durante el año pasado, el magistrado abrió la investigación para esclarecer las responsabilidades de los crímenes cometidos durante la dictadura. El juez acusaba al General Francisco Franco y a otros 44 miembros de sus Gobiernos y miembros de Falange de “delitos contra Altos Organismos de la Nación y la forma de Gobierno, y detención ilegal con desaparición forzada de personas en un marco de crímenes contra la humanidad”.

En lo que respecta a la apertura de fosas de los represaliados por la dictadura, Garzón se inhibió en noviembre en favor de los 62 juzgados territoriales donde se encuentran enterrados los cuerpos, pero añadía que debían investigarse las desapariciones y las sustracciones de niños. El juez tomó esta decisión después de declarar extinguida la responsabilidad penal de Franco y del resto de mandos de la dictadura. Para el Supremo, “cuando la muerte es anterior a una condena y la condena por ello no ha existido, lo que se extingue es la acción penal, lo cual determina que si el proceso estaba abierto porque vivía la persona, se archive de plano, y si no lo estaba resulte absolutamente imposible incoarlo”.

De acuerdo con el auto emitido el año pasado por el magistrado, Franco y los militares golpistas desarrollaron una “actividad criminal planeada y sistemática de desaparición y eliminación de personas por razones ideológicas”, lo que significó un “crimen contra la humanidad como claramente se definió en el Estatuto y Tribunal de Nüremberg”.

Noche y Niebla

MANUEL RIVAS El País – 30/05/2009

Si la oblicua maquinaria puesta en marcha contra Garzón avanza, asistiremos al kafkiano proceso de un tribunal que encausa, en carne, a la Justicia. No sería la primera vez que en España se quema en figura a un hombre justo, pues el sambenito ya se lo han puesto, pero esta vez, de culminarse, esa maldad activa lo mancharía todo. La democracia en España sufriría su peor golpe desde el 23-F. Garzón sería nuestro Dreyfus. La secuencia de los hechos se presenta ante los ojos con la claridad de un storyboard. Una partida de leguleyos de ultraderecha presenta una querella contra el único juez que intentó investigar los indubitables crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura fascista (olvidemos el eufemismo de “franquismo”), crímenes al estilo del decreto NN (Noche y Niebla) de Hitler. Los que comparan la iniciativa de Garzón con una “causa general”, estableciendo un pérfido paralelismo, parecen ignorar lo que semejante expresión significó en el régimen programado de terror que siguió a la guerra: a la altura de 1944, se registran más de 400.000 represaliados. Prosigamos. Quien actúa como ponente en esta versión castiza de Un enemigo del pueblo ha mantenido públicamente posiciones que acaso en otros contextos, como la Alemania democrática, no le permitirían ejercer la más noble función. En la siguiente viñeta, el partido de la derecha jalea como un triunfo la admisión a trámite de la querella contra Garzón. Mientras tanto, en España hay oficialmente 130.000 víctimas NN. Sus familiares fallecen sin ver que en su país se cumpla el mandato de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas: reconocimiento, reparación, justicia. En la Ilíada, Aquiles arrastra y maltrata el cuerpo ya muerto de Héctor. Los dioses, reunidos en asamblea, le obligan a honrar al fallecido. Es un episodio inaugural de la ética. ¿Dónde están los dioses? Y, por favor, para la náusea, ¿dónde quedan los servicios?

El horror de la Guerra Civil, a golpe de viñeta

Carlos Giménez vuelve a la actualidad del cómic con su álbum ’36-39. Malos tiempos’

ÁLVARO PONS El País25/11/2007

En 1977, con una democracia apenas incipiente, Carlos Giménez (Madrid, 1941) comenzaba a publicar en las páginas de la revista Muchas Gracias la serie Paracuellos, en la que plasmaba los recuerdos de su paso por un colegio del Auxilio Social durante los primeros años de posguerra española. Tras haberse formado en la aventura y la fantasía, el dibujante de personajes tan famosos como Gringo, Delta 99 o Dani Futuro, optaba arriesgadamente por la introspección, surcando caminos prohibidos o voluntariamente olvidados durante las cuatro décadas anteriores.

Conscientemente o no, Paracuellos se convertía así en el primer capítulo escrito de una reivindicación de lo que ahora conocemos como nuestra memoria histórica. A medida que buscaba en su pasado, Giménez iba construyendo un legado de valor incalculable: el de los sentimientos de toda una generación de españoles. Tras Paracuellos llegó Barrio, contando la vida en las calles españolas de los años cincuenta. Después, la hilarante Los profesionales, una obra que ofrece, además, un fresco único de una sociedad que comenzaba a reivindicar unas libertades que habían sido cercenadas.

Un trabajo de notario de la vida de la calle que se complementaría a la perfección con el día a día de la transición que reflejó en las historietas que realizaba semanalmente para la revista El Papus, recopiladas en el volumen España Una, Grande y Libre. Treinta años de trabajo que dejan una densa obra que se puede considerar como sinónimo de la historia de este país, pero protagonizada por aquellos que nunca salen en los libros de historia o las enciclopedias.

De forma obligada, esta trayectoria le llevaba a enfrentarse al origen de todo lo que había contado durante ese tiempo: la Guerra Civil española. “Lo intenté un par de veces. Yo suelo tener unos dossiers donde guardo las ideas básicas que luego desarrollaré y uno de ellos era sobre la Guerra Civil. Quería hacerlo coincidiendo con uno de los aniversarios de la guerra, pero no sabía muy bien cómo, por lo que al final lo dejé, reconvirtiéndolo en una historieta de Barrio”, cuenta Giménez.

Un difícil tratamiento al que había que añadir que, por primera vez, se enfrentaba a hechos que no había vivido en primera persona: “Necesitaba recopilar historias y anécdotas, alguien que me las contase y, además, me las contase bien. Al final lo conseguí y comencé a preparar esta obra”. Nace así 36-39. Malos tiempos, primer volumen de una tetralogía que busca narrar la devastadora Guerra Civil española desde una perspectiva diferente: la de la gente de a pie. No es la historia de la Guerra Civil, sino de aquellos que la padecieron en sus carnes: “Yo no soy historiador. Ni tengo los datos ni me interesan las fechas o las batallas. Sólo he querido contar lo que es la puta guerra. El hambre, el miedo, las bombas, todo lo que traen las guerras. Lo cuento desde la perspectiva del que la sufre, del que tiene hijos y no sabe si les va a poder dar de comer, o incluso si mañana estarán vivos. Por eso voy adelante y atrás en el tiempo, para que los datos dejen de tener importancia y sólo lo tengan las personas”.

Pero contar la guerra no es fácil. Mostrar el horror puede implicar caer fácilmente en el morbo de lo vacuo, de banalizar el dolor y convertirlo en un espectáculo sanguinolento. Una dificultad que tenía clara desde el principio: “No me interesa mostrar cómo destripan a alguien o cómo le vuelan la cabeza. He evitado las imágenes de género de terror, no por herir la sensibilidad del espectador, sino porque voy por otro lado. Yo intento contar el hecho, no el morbo del hecho. En esta historia de muertes y desolación, intento evitar que se vean las muertes y la desolación. Trato de evidenciar lo tremendo de la guerra, lo injusto de las bombas, de los tiros en la nuca, de los paseos, esa veda que se abre para matar al ciudadano por parte de los dos bandos. Que cuando sitúas a la gente en un caldo de cultivo para el odio, lo único que produce es odio”.

Por eso, los personajes de 36-39. Malos tiempos no son ni los políticos ni los generales, son los vecinos de la calle, aquellos que vivían tranquilamente y que se encontraron con una guerra que no habían pedido, que se vieron involucrados contra su voluntad en bandos que no habían inventado. “La española fue una guerra confusa, no eras de una ideología, sino de donde te pillaba. Si estabas en Valladolid, eras franquista, y en Madrid, rojo. Y si te pillaba mal, la habías jodido. Nadie sabía realmente lo que era”.

Es el relato de cómo el miedo al otro comienza a calar en el hombre hasta deshumanizarlo completamente y convertirlo en un asesino. Un testimonio que se atreve, sin partidismos, a denunciar las barbaridades que los dos bandos hicieron: “Una vez empieza la guerra, el miedo nos convierte a todos en asesinos”, dice Giménez, “pero sin olvidar quiénes fueron los causantes”. En una de las historias de este álbum no puede evitar tomar voz a través de uno de los personajes y lanzar un durísimo alegato contra las guerras. “No hay guerras buenas, nadie tiene la razón ni los motivos para empezarlas. Si pensamos en todas las guerras, las anteriores y las de ahora, nadie tiene derecho a comenzarlas. Una guerra sólo tiene sentido para el que la piensa, no es buena para nadie. El único beneficiario de una guerra es el hijo de la grandísima puta que la empezó”.

Y como es habitual en él, consigue que el lector note cómo se le encoge el corazón al leer historias terribles, pero sin perder nunca el horizonte de la sinrazón de la guerra, como en esa historia en la que un hombre se encuentra con el asesino de su padre en un bar. “La guerra es el absurdo, un montón de mierda. Incluso cuando se mata, se mata mal y a destiempo. Este tipo, que tenía razones para hacerlo, no lo hace cuando se encuentra al asesino de su padre, sino más tarde, por una tontería, porque estaba inmerso en una cadena de matar y de mierda, en la que al final, no se sabe por qué, se mata”, afirma contundentemente el autor. La venganza pierde su sentido en un mundo donde la supervivencia es la única regla: “Es increíble que al mismo tiempo que la gente vivía al límite, sin saber si perdería la vida por una bomba o un chivatazo, la vida transcurría. Con todo ese horror, la gente iba al teatro, había que zurcir los calcetines o ir al bar. La gente se olvida de la guerra, porque el ser humano tiene una capacidad de supervivencia tremenda”.

Cuatro álbumes, que publicará Ediciones Glénat y que conformarán un durísimo pero sincero relato del mayor horror que ha vivido nuestro país, dando voz a aquellos que nunca saldrán en las enciclopedias, pero que llenaron los cementerios de este país con tumbas anónimas.

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Cien personalidades de la cultura piden el Príncipe de Asturias para Carlos Giménez

De la Iglesia y González Ledesma, entre otros, solicitan que el historietista de ‘Paracuellos’ compita por el galardón en la categoría de Artes

ELPAÍS.com – Madrid – 01/05/2009

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Imbroda pide a Defensa que busque sitio a la estatua de Franco o se quedará en la calle

El monumento conmemora la llegada a Melilla de La Legión comandada por Franco en 1921

El País – 13/04/2009

El presidente de Melilla, Juan José Imbroda, ha asegurado hoy que no retirará la estatua de Franco de la ciudad, la única que queda en España en una vía pública, a no ser que el Ministerio de Defensa le busque otra ubicación en algún acuartelamiento o en el Museo Militar. A preguntas de los periodistas, Imbroda ha manifestado que la estatua se retirará para “llevarla a algún sitio concreto”, por lo que se va a tramitar “por escrito” al Ministerio de Defensa la solicitud de que sea trasladada a alguna dependencia del Ejército. “Si no, si resulta que esto no está cuajando, se quedará ahí”, ha afirmado la primera autoridad melillense.

Imbroda ha querido dejar claro que el monumento, que se encuentra situado en Melilla a la entrada del puerto de la ciudad, a los pies de las murallas antiguas, no está dedicada a Franco como caudillo, sino al comandante de La Legión que en 1921 salvó a la ciudad del sitio en el que se encontraba. “Estamos hablando del año 1921, de un militar y del Ministerio de Defensa”, ha dicho el presidente, quien ha considerado que la estatua tiene poco sentido que se lleve a un museo civil o arqueológico, de ahí que se pida una ubicación a Defensa. En el caso de que no se encuentre otro emplazamiento, el mandatario autonómico ha aseverado que seguirá en el mismo lugar en el que se encuentra y en el que está como comandante de una unidad militar, no como Generalísimo. […]

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Como en la última clase hablamos de la retirada de símbolos franquistas, os pongo aquí una foto de la protesta contra la retirada de la estatua de Franco (Madrid, 2005).

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Cercas: “El Rey hizo cosas en el 23-F que no debería haber hecho”

El escritor presenta ‘Anatomía de un instante’, una revisión poco complaciente de la reacción al golpe de Estado

JESÚS RUIZ MANTILLA El País16/04/2009

Javier Cercas cree que la sociedad española está suficientemente madura como para enfrentarse a toda la verdad sobre el 23 F. Esto incluye la indagación en las reacciones y las acciones de los principales personajes, desde Adolfo Suárez hasta el Rey, pasando por la sociedad civil, el Ejército y toda la clase política. Es lo que ha hecho el escritor en su último libro Anatomía de un instante (Mondadori), presentado este jueves en el hotel Palace, justo en frente del Congreso de los Diputados, donde se vivió aquella noche fría y tensa.

“La verdad es la verdad. ¿Que si creo que este país está suficientemente maduro para soportarla? Pues sí. No creo que este libro vaya a provocar ninguna catástrofe”.

Pero habrá que esperar a las reacciones que su lectura provoque. Sobre todo en lugares como la Casa Real, donde ciertos hechos e interpretaciones relatados en el libro pueden resultar incómodos. En cuanto al papel de don Juan Carlos, Cercas es tajante: “El Rey no organizó el golpe, está claro, lo paró. Nadie podía pararlo si no era él, que tenía el poder de hacerlo. Pero eso no significa que tengamos que santificarlo. El Rey también se equivoca, e hizo cosas que no debería haber hecho. La verdad es que lo facilitó y en eso se equivocó, como se equivocó gran parte de la clase política”.

Cercas relata en el libro cómo el ambiente insoportable, “de depresión generalizada en todo el país”, que se vivió el año anterior al golpe fue lo que desencadenó que los militares culpables y los cabecillas -el teniente coronel Tejero, el general Armada y el teniente general Milans del Bosch- se vieran alentados para cometerlo.

“Nadie estuvo a la altura. Tampoco la sociedad civil. Muy pocos dieron la cara aquella noche. No hubo una reacción seria. Los golpistas hasta mucho después no comprendieron que nadie quería aquello. Como país no actuamos de manera brillante, ni estuvimos a gran altura. Fue un mal momento”.

“El deseo de acabar políticamente a toda costa con Suárez obsesionaba a todo el mundo, desde la oposición hasta al propio Rey”. Eso es lo que, según Cercas, da alas a los golpistas, y eso es lo que sin duda va a traer más polémica en los próximos meses.

El nuevo libro de Cercas es un cruce muy eficaz e insólito de géneros. De hecho, al principio el autor quería hacer una novela. Pero cuanto más se iba metiendo en la historia mejor se dio cuenta de que lo responsable era abandonar esa idea. “Hay muchas ficciones y muchas leyendas sobre el 23-F. Por eso yo decidí prescindir de la ficción. Mi trabajo ha sido como el de una asistenta, me he dedicado a limpiar la casa de falsedades, pero aún así seguirán existiendo leyendas sobre el 23-F”. Pese a que su empeño no ha sido, como cualquier experto en marketing desearía, contar toda la verdad y demás pamplinas, Cercas ha querido acercarse lo más posible a ella, aunque cree que es una tarea todavía difícil. “Ya no existen grandes enigmas sobre el 23-F. Lo digo después de haberlo leído todo y hablado con muchos de los protagonistas. Lo que quedan son zonas de sombra. No hay historiadores académicos que se hayan ocupado del golpe. La razón es que no existen documentos. Pero yo me he dedicado a mirar, a escuchar y a leer con atención. A fijarme en esas cosas que todo el mundo hemos visto pero que no hemos acertado todavía a interpretar”.

Entre todo lo que le ha servido para la investigación, resalta un documento: “La grabación de 35 minutos del asalto. Apenas hemos visto cinco segundos de manera repetitiva y reiterada, pero esos 35 minutos son algo alucinante y extraordinario. Uno de los grandes documentos de la historia de España. El libro parte de ahí”. Un momento en el que sólo tres diputados permanecieron sentados en sus escaños cuando tronaban los disparos en el techo del Congreso. “Lo normal era tirarse al suelo y no podemos juzgar a quienes lo hicieron, pero el gesto de aquellos tres personajes [Suárez, Gutiérrez-Mellado y Carrillo] fue algo simbólicamente extraordinario”. Tanto, que aquel rasgo heroico preocupó muchísimo los días posteriores a la clase política. “Ha habido determinados políticos importantes que, una vez pasado el golpe, se preguntaban ‘¿alguna vez nos van a preguntar esto?’ Creían que el hecho de que se tiraran al suelo lo iban a pagar electoralmente”.

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Os recomiendo también la crítica del libro de Cercas por Jordi Gracia, publicado en El País el 11/04/2009 con el título “Tres héroes de un instante“.

Javier Cercas disecciona el 23-F en ´Anatomía de un instante´

Analiza la intentona militar a partir de la foto de los políticos que no se tiraron al suelo.

08/04/2009 – El Periódico Extremadura. – MERCEDES JANSA

La foto fija de Adolfo Surárez, solo, en el banco azul del Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981, es el punto de partida elegido por Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) para desmenuzar el golpe de estado en Anatomía de un instante (Mondadori), que hoy sale a la venta. Pero la intención del escritor es ir más allá del análisis de una imagen.

A diferencia de su gran éxito Soldados de Salamina , Cercas elude la ficción y repasa con notable precisión las claves de la asonada y sus protagonistas, quedando al final el regusto de un análisis de la historia de la España del siglo XX a través de sus dos hitos: la larga dictadura y la reciente democracia.

El libro, por el que tres importantes editoriales (Tusquets, Planeta y Mondadori) pujaron a fondo para quedarse con la edición, se apunta como uno de los fenómenos de la temporada. A medio camino entre la crónica y el ensayo, Cercas no escatima datos ni análisis. Y, a veces, entra en el terreno de la intriga, sobre todo, cuando aplica la lupa a los servicios secretos en la trama golpista.

Ha leído miles de documentos y ha conversado durante cientos de horas con todos los protagonistas –excepto con Suárez, por razones de salud– para al final volcar sus conclusiones en casi 450 páginas. Pero la llama permanente de inspiración son los 35 minutos de grabación televisiva de la ocupación del Congreso por Tejero. Del análisis de esas imágenes, Cercas extrae el significado del gesto de no tirarse al suelo, como ordenaron los golpistas, de Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, a su juicio los héroes de ese día. Fueron, sostiene, gestos de “coraje, gracia, rebeldía y libertad” de tres hombres en el ocaso de sus actividades públicas.

Los cinco capítulos se abren con un epílogo y se cierran con un prólogo de una novela, que se quedó en borrador cuando reflexionó sobre si una realidad tan intensa como la del 23-F se podría ficcionar. Cercas juega con lo que llama “simetrías de ficción” que le permiten analizar la psicología de cada personaje y las coincidencias entre antagonistas. La más importante la que establece entre Suárez y su padre, José Cercas, al que dedica el libro.

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Leer el reportaje de El País sobre el tema.

Reenactment and Carnival: Els Joglars Take Franco to Vic

Encontré en Internet un artículo de Jill Buckenham que habla sobre un performance de Els Joglars relacionado con la película ¡Buen viaje, Excelencia!. El artículo se titula “Reenactment and Carnival: Els Joglars Take Franco to Vic” y fue publicado en Journal of Catalan Studies en 2006.

Los desaparecidos de Tomás Eloy

CARLOS FUENTESEl País – 21/03/2009

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Narrativa. El lenguaje en la novela, portadora constante de la duda frente a la fe ideológica, la certeza religiosa o la conveniencia política, no puede dejar de lado ni ideología, ni religión, ni política. Tampoco puede, la novela, ser dominada por cualquiera de ellas. Lo que puede hacer es convertir ideología, religión o política en problema, abriéndolas a la puerta de la interrogación, levantado el techo de la imaginación, bajando al sótano de la memoria, entrando a la recámara del amor y, sobre todo, dejando la ventana abierta a la palabra de Pascal:

-J’ai un doute à vous proposer.

Regreso por ello a un novelista que es mi contemporáneo, el argentino Tomás Eloy Martínez, y su obra última, Purgatorio, donde el autor se propone novelar un tema inescapable: los desaparecidos, la práctica brutal y tétrica de la dictadura militar de los años 1976-1981, llamada “Proceso de Reorganización Nacional”. Desaparecer y torturar a los disidentes enfrente de sus esposas e hijos, asesinar a todo sospechoso de leer, pensar o acusar de manera no aprobada por la dictadura, secuestrar a los niños, cambiarles el nombre y la familia.

Toda esta odiosa violación de la persona humana puede ser denunciada en un diario, un discurso, una manifestación.

¿Cómo incorporarla a la ficción, cuando la realidad supera a cualquier ficción?

Tomás Eloy Martínez, en Purgatorio, cuenta la historia de una mujer, Emilia Dupuy, hija de un poderoso argentino que apoya la dictadura y celebra sus distracciones, al grado de invitar a Orson Welles a filmar el campeonato mundial de fútbol, comparable al filme de Leni Riefenstahl sobre la olimpiada de Berlín. Emilia se ha casado con un cartógrafo, Simón Cardoso, que, obligado a recorrer y medir el territorio, como es su obligación profesional, es confundido con un terrorista por la policía de la dictadura y desaparecido.

¿Adónde van a dar los desaparecidos? Emilia Dupuy sigue, desesperada, las posibles rutas del marido desaparecido, de Brasil a Venezuela, a México y al cabo a Estados Unidos, hasta que, mujer de sesenta años, establecida en una pequeña ciudad universitaria de Nueva Jersey, recobra al marido perdido.

Sólo que éste sigue siendo un hombre de treinta años y rompe la costumbre de Emilia, que es sentir la ausencia de la única persona que amó en la vida y que ahora regresa con una “sonrisa de un lugar muy lejano”.

No digo más, sino que Orson Welles pone como condición para aparecer en la película que los militares hagan aparecer a los desaparecidos. Y es que en la novela, como en el cine, se pueden crear todas las realidades, imaginar lo que aún no existe y detener el tiempo.

Busquemos entonces, en la novela, la realidad de lo que la historia olvidó. Y porque la historia ha sido lo que es, la literatura nos ofrece lo que la historia no siempre ha sido.

Argentina hace memoria de los crímenes de la dictadura militar

Confirmada la condena a cadena perpetua para el “genocida” Etchecolatz

ALEJANDRO REBOSSIO – El País – 25/03/2009

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Miles de argentinos hicieron ayer memoria al cumplirse 33 años del golpe militar que inició la última y más sangrienta dictadura (1976-1983) que sufrió este país suramericano. Desde hace tres años el 24 de marzo es un día no laborable en Argentina, según dispuso el entonces Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007). Pero no es un festivo, sino el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

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Waltz with Bashir


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Waltz With Bashir (Vals con Bashir) de Ari Folman es una extraordinaria película sobre la guerra y la memoria traumática. Este documental de dibujos animados no trata de la guerra civil española, sino de la guerra de Líbano de 1982, pero os lo recomiendo en el blog del curso porque me ha hecho reflexionar sobre mismo tipo de cuestiones que tratamos en clase, o sea: ¿Cómo representar de forma ética un conflicto armado y sus consecuencias? ¿Cómo plasmar la memoria personal o de grupo sin perder de vista el panorama histórico más amplio? ¿Cómo narrar un suceso histórico sin convertirlo en una verdad absoluta, sin dar respuestas definitivas? ¿Cómo dar voz al perpetrador sin anular la víctima?

El artículo de Jo Labanyi (“Memory and Modernity in Democratic Spain: The Difficulty of Coming to Terms with the Spanish Civil War”, Poetics Today, 28:1, 2007), que os mandé a leer antes de la última clase, discute los mismos problemas, sólo que con referencia a la representación de la guerra de España y sus secuelas.

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Aquí os copio dos críticas de Waltz With Bashir publicadas en la página de Yle:

Paras sotakuvaus vuosiin

Voiko sotaa kuvata uskottavasti animaation keinoin? Kun katsoo israelilaisen Ari Folmanin omaelämäkerrallista animaatiodokumenttia Waltz with Bashir, tulee mieleen ajatus, ettei sodan subjektiivista todellisuutta millään muulla tavalla voisikaan yhtä vakuuttavasti tavoittaa.

Ari Folman on dokumenttiohjaaja, joka 18-vuotiaana, asepalvelustaan suorittavana nuorukaisena osallistui Israelin miehitykseen Libanonissa vuonna 1982. Parikymmentä vuotta myöhemmin hän alkoi ihmetellä, miksei hänellä ole mitään muistoja tuosta ajasta. Waltz with Bashir syntyi vastauksena tuohon kysymykseen.

Elokuvassa Folman availee muistinsa salpoja haastattelemalla armeija-aikaisia tovereitaan. Eri näkökulmista ja muistojen sirpaleista kasvaa surullinen ja järkyttävä silmäys sodan todellisuuteen tavallisten rivisotilaiden näkökulmasta. Elokuva päättyy Sabran ja Shatilan pakolaisleireillä toteutettuun verilöylyyn, jossa murhattiin todennäköisesti tuhansia palestiinalaisia siviilejä – heistä monet naisia, lapsia ja vanhuksia.

Animaation avulla Folman pystyy kuvittamaan paitsi itse sotatapahtumia myös niiden jättämiä, uniin ja kuvitelmiin sekoittuvia muistijälkiä. Sodan kaoottisuuden ja sen kokijassaan herättämän epätodellisuuden tunteen hän tavoittaa paremmin kuin yksikään elokuva sitten Francis Coppolan Vietnam-spektaakkelin Ilmestyskirja.Nyt.

Suorastaan aavemaista on se, miten täsmällisesti 27 vuoden takaista sotaa kuvaava elokuva heijastaa Israelin ja palestiinalaisten tuoreinta konfliktia Gazassa.

Tarmo Poussu

Fantastinen läpileikkaus sotamuistoista

Waltz With Bashir on fantastinen elokuva. Jo sen ensimmäinen kohtaus, prologi, jossa villit koirat laukkaavat pitkin katua saa sanattomaksi. En ole koskaan nähnyt vastaavanlaista dokumentti-animaatiota. Esittämistapa on tälle tarinalle aivan loistava. Upean animaatiojäljen lisäksi elokuva käyttää musiikkia rohkeasti, yhdistellen kuvaamansa ajan hittibiisejä ja herkkää pianomusiikkia. Kysymys on muistojen heräämisestä ja niiden herättelemisestä. Waltz With Bashir on subjektiivinen matka historiaan. Päähenkilö Ari, eli ohjaaja Ari Folman, kulkee koko elokuvan ajan kohti muistoaan Sabran ja Shatilan verilöylystä – siis sitä muistoa, jonka hän on unohtanut. Tätä matkaa tukee erinomaisesti animaatiojälki, joka on subjektiivisempaa verrattuna tavalliseen kuvausjälkeen. Muistoja ikään kuin kuvitetaan. Ne ovat eläviä, mutta kuitenkin hiukan todellisuudesta poikkeavia.

Folmanin psykologiystävä toteaa tälle, että ”Muisti on dynaaminen, se elää”. Waltz With Bashir onkin ennen kaikkea sukellus muistiin ja mieleen. Se kertoo myös muistojen torjunnasta. Voi olla, että jotkin Folmanin ja hänen ystäviensä muistoista ovat vääristyineitä. Ehkäpä he muistavat joidenkin muiden muistoja, jotka ovat muuttuneet heidän omikseen. Yksi elokuvan kauneimmista kohtauksista, merestä nousevat alastomat miehet, ei ehkä olekaan totuuteen perustuva muisto. Sillä ei ole lopulta väliä, sillä eri osasia yhdistelemällä muodostuu kokonaisuus. Ja tosiasioita ei voi pyyhkiä pois, vaikka oma mieli haluaisikin tehdä niin. Sabran ja Shatilan verilöyly oli todellinen.

Waltz With Bashir elää yksityiskohtien kautta, jotka herättävät muistoja. Tällaisia ovat patsulin tuoksu, joka leijaili aina erään armeijatoverin ympärillä, tai kuolleiden hevosten lasittuneet silmät. Elokuva on paitsi matka Folmanin mieleen, myös läpileikkaus hänen tovereidensa yksityisistä sotamuistoista. Samalla se on koskettava ja pelottavan ajankohtainen matka Lähi-idän tulehtuneeseen tilanteeseen. Elokuvan nimi viittaa Libanonin surmattuun presidenttiin Bachir Gemayeliin, vaikka kirjoitusasu onkin eri. Kohtaus, jossa tavallaan tanssitaan Bachirin kanssa, luotien viuhuessa ympärillä, on ikimuistoinen.

Satu Linnapuomi

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Más información sobre Waltz with Bashir:

Guillermo Altares: “Cicatrices más hondas que la guerra“. El País, 14/2/2009.

Juan Miguel Muñoz: “El baile del horror“. El País, 14/2/2009.

Las páginas web de la película

El trailer de la película

Otro episodio de la infamia, en un banquillo argentino

El general Olivera protagoniza el juicio más importante a la dictadura después de los procesos a Videla y Massera

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País11/02/2009

El general argentino Jorge Carlos Olivera Rovere compareció ayer ante el Tribunal Oral Federal Número 5 de Buenos Aires con un impecable terno gris y paso reposado, propio de sus 82 años de edad. Miró de frente, casi sin pestañear, a los familiares de los asesinados y desaparecidos, y se sentó con la espalda rígida, sin hacer caso a los murmullos de “asesino” que recorrieron la sala. El general Olivera Rovere está acusado de ser el máximo responsable de los centros clandestinos de detención y tortura que funcionaron en Buenos Aires durante los años de la dictadura y su juicio es, quizás, el más importante que se ha desarrollado en Argentina contra los responsables de aquella barbarie, una vez procesados los integrantes de la propia Junta Militar, como Videla o Massera.

Olivera y los otros cinco altos mandos que comparecieron ayer con él (dos generales, dos coroneles y un teniente coronel, subjefes de la misma zona militar) representan al terrible Primer Cuerpo del Ejército que encabezó la represión política en Buenos Aires a partir de 1976. En concreto, y para esta causa, Olivera está acusado de cuatro asesinatos (cuatro refugiados uruguayos, entre ellos los diputados Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez, que fueron arrebatados a la puerta de sus hoteles el 18 de mayo de 1976 y cuyos cuerpos aparecieron tres días después en un coche abandonado), 116 secuestros y desapariciones, y numerosos delitos de tortura. Entre sus víctimas puede figurar también el escritor y periodista Haroldo Conti.

El general Olivera casi logró salir impune, a pesar de la larga lista de crímenes que se le imputan. Con la llegada de la democracia fue procesado, pero su eventual condena quedó interrumpida gracias a las leyes de perdón y amnistía. Reabiertas las causas en 2003, fue de nuevo detenido y estuvo preso durante tres años, hasta que la Cámara de Casación lo puso en libertad a la espera de juicio.

Así pues, Jorge Carlos Olivera llegó ayer al Tribunal tranquilamente, desde su domicilio porteño. El secretario de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Eduardo Luis Duhalde, que asistió a la sesión, aseguró que “las pruebas colectadas son tan abrumadoras” que considera que la condena está asegurada. “Espero que sea condenado al máximo de la pena prevista”, añadió. Dada su edad es, sin embargo, poco probable que vuelva a pisar la cárcel.

El juicio, que durará varios meses debido al gran número de testigos citados, empezó en medio de una fuerte polémica porque los jueces del Tribunal Federal impidieron la entrada de cámaras de televisión y fotográficas, en contra, se supone, de las órdenes ya dadas por la Corte Suprema que ampara el derecho a la publicidad de los juicios. Los jueces de este tribunal decidieron autorizar únicamente a un cámara del canal público de televisión y a un fotógrafo para que entraran en la sala durante tres minutos. La televisión rechazó el acuerdo y el fotógrafo no pudo hacer ninguna foto sensata, porque los jueces decidieron sorprendentemente que los tres minutos habían acabado antes de que el procesado entrara en la sala. “Queremos ver la cara del asesino”, protestaban en la puerta familiares de las víctimas. El tribunal, integrado por los jueces Daniel Obligado, Guillermo Gordo y Ricardo Frías, se mostraron también inflexibles al exigir a las representantes de las Abuelas de la Plaza de Mayo que se despojaran de sus famosos pañuelos blancos, por considerarlos “símbolos” inapropiados.

Entre los testigos figuran algunas de las víctimas que consiguieron sobrevivir a su paso por alguno de los centros de detención controlados por el Primer Cuerpo del Ejército, cuyo jefe era el tristemente célebre general Carlos Suárez Mason, el más despiadado de los despiadados, muerto en 2005, a los 81 años, de un ataque al corazón. Lugares como El Banco, el Olimpo o Automotores Orletti forman ya parte de la historia de la infamia en Argentina.