Diario de Aprendizaje I (Hanna)

Recuerdos del Franquismo

Después de la época de Franco, que estuvo en el poder de 1939 a 1975, muchos de los trofeos franquistas han sido quitados: los nombres de las calles han sido (una vez más) cambiados, y las estatuas han sido quitadas. Pero no todos, y la cuestión es si se deberían quitar los que quedan o no.

Durante el franquismo, se renombraron muchas calles con nombres que tenían relación directa con Franco o algún general de su bando. Había avenidas “del Generalísimo”, plazas “del General Franco” etc. En cada pueblo se veía la dictadura en el callejero; por ejemplo, en Salamanca, la actual Gran Vía se llamaba “Generalísimo Franco”. En todos los pueblos y ciudades de España se levantaron monumentos en homenaje a Franco, a batallas contra los republicanos y la gente que los combatió, y a importantes personajes de la dictadura que se formó tras la Guerra Civil.

Después de la muerte del “Caudillo”, estos trofeos han sido poco a poco quitados. Las calles han vuelto a tener sus nombre originales, y las estatuas han sido quitadas. Este proceso ha sido lento y, de hecho, todavía no ha terminado. En los últimos años, estatuas franquistas han sido removidas de las calles de Santander y Zaragoza, la primera incluso antes de que la Ley de Memoria Histórica(2007) estableciera que “los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura” debieran ser retiradas de los edificios y espacios públicos1.

Las estatuas y las calles con nombres franquistas que todavía existen provocan mucho debate entre los españoles. Visto desde fuera, es decir, desde el punto de vista de una extranjera, sería bueno dejar algunas de estas estatuas y nombres de calles tal y como están ahora para recordarnos la época de la dictadura. Forman parte de la historia, parte de la memoria histórica, que no debe ser olvidada. Tantos años de dictadura no pueden desaparecer sin dejar huellas, pues son ellas las que nos hacen recordar que pasó y que no debemos dejar que ocurra otra vez. Pero en España el tema se ve de modo diferente: según la mayoría de la gente, los símbolos de franquismo existen solamente para glorificar el régimen de Franco. Lo curioso es que así piensan los dos bandos: los que dicen que hay que quitarlos y los que creen que hay que conservarlos.

Hay mucha gente en España que cree que la época del franquismo fue buena. Quieren dejar las estatuas y otros trofeos en sus lugares, porque aprecian a Franco y al franquismo. Esa gente ha tenido familia de derechas durante la Guerra Civil, ha sido educada en la época del franquismo, según sus normas, y sigue creyendo en lo que les han enseñado sobre el mundo. Muchos son de mediana edad, de clase alta, muchas veces de familias religiosas o militares, es decir, la gente que más aprovechó los frutos de la dictadura, los que estaban en el poder. Son los que realmente creían que la época de la dictadura era una época de paz. Actualmente, ellos votan al Partido Popular, que nunca negó sus raíces franquistas.

Los izquierdistas, descendientes o no de los republicanos, y también muchos otros que no quieren glorificar la memoria del franquismo, quieren quitar las estatuas, porque para ellos las estatuas no sirven más que para dar mérito a la dictadura. Cada estatua les parece un intento de justificar las crueldades que hubo durante la guerra y la época del franquismo, de menospreciar el sufrimiento del pueblo, y una aceptación de la política de la época de la dictadura. Así que para ellos no se puede dejar ningún símbolo del franquismo en la España actual.

Aquí, una vez más, se ven los contrastes que existen en España. Por un lado, es fácil entender el punto de vista de los que quieren quitar las estatuas, ya que si aceptaran el argumento de que hay que conservar estos símbolos franquistas porque forman parte de la memoria histórica, el campo opuesto lo tomaría como una victoria. Por otro lado, si alguien defendiera la legitimidad histórica de las estatuas, se les acusaría de fascista.

Por lo visto, a los españoles el tema de franquismo les sigue molestando. A pesar de haber conseguido pactar una transición a la democracia que ha recibido muchos elogios por parte de la comunidad internacional, la división del país sigue presente en la sociedad española.

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1http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Memoria_Histórica_de_España#Disposiciones

Un ejemplo del tipo de discusión que las estatuas franquistas provocan en la España actual:

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Granada/saluda/fascismo/elpepiespand/20090104elpand_5/Tes

http://es.wikipedia.org/wiki/Simbolog%C3%ADa_del_franquismo#Las_estatuas_del_Caudillo


3 thoughts on “Diario de Aprendizaje I (Hanna)”

  1. El enfoque que has elegido me parece interesante. Aunque yo también me concentré en la memoria colectiva en mi diario de aprendizaje, ni siquiera pensé el tema desde el punto de vista de La Ley de Memoria Histórica. Gracias por plantear un nuevo enfoque al tema. O sea, gracias por plantear nuevos enfoques, como son muchos las disposiciones de la ley.

    Estoy de acuerdo de que, visto desde fuera, sería bueno dejar algunas estatuas en su lugar así como no cambiar algunos nombres de calles para recordarnos la época de la dictadura. Tienes razón, forman parte de la historia que no debe ser olvidada.

    Sin embargo, tengo que volver al tema de mi propio diario. O sea, el tema de la justificación. Como en cuanto a la novela moderna, puede que también en cuanto a los trofeos franquistas haya aquellos que usan el olvido para poder superar lo que ha pasado. Creo que yo tendría dificultades de olvidar si tuviera que pasar por la Plaza del General Franco o la Avenida del Generalísimo cada día. Dejando los nombres y las estatuas en su lugar les obligamos a recordar a aquellos que usan el olvido para poder superar lo que ha pasado?

    La observación que has hecho sobre los contrastes que existen en España, y sobre cómo están manifestados en este debate me interesa también. Como dices, probablemente, si alguien defendiera la legitimidad histórica de las estatuas, se les acusaría de fascista, aunque lo habría hecho más bien por motivos solidarios y altruistas, para que no se borren de memoria las injusticias y la verdad.

  2. Gracias a Hanna por el diario y a Eeva por comentarlo. Por favor, Hanna, comenta el diario de Marianne cuanto antes.

  3. Has elegido un tema muy apropiado, actual y controvertido, para tu diario. Me gusta que analices la situación actual en España reconociendo tu perspectiva ajena (“Visto desde fuera, es decir, desde el punto de vista de una extranjera”), pero sin embargo procuras –y creo que lo consigues bastante bien– explicar las actitudes enfrentadas de los propios españoles ante el problema que suponen lo que llamas “los trofeos” franquistas.

    Opinas que “desde el punto de vista de una extranjera, sería bueno dejar algunas de estas estatuas y nombres de calles tal y como están ahora para recordarnos la época de la dictadura. Forman parte de la historia, parte de la memoria histórica, que no debe ser olvidada.” Yo creo que la cuestión es muy enrevesada y no tiene una respuesta fácil; parece que Eeva señala lo mismo en su comentario, aunque está de acuerdo contigo. Si os interesa, podéis leer también el diario de una estudiante del año pasado que reflexionó sobre el mismo asunto (http://blogs.helsinki.fi/literaturaguerracivil/2008/02/13/diario-de-aprendizaje-eriikka/) al tratar la Ley de Memoria Histórica.

    Para tener una nueva perspectiva sobre el asunto, podríamos preguntarnos, por ejemplo, si en Alemania quedan estatuas de Hitler, o en Chile de Pinochet, y si creemos que deberían conservarse algunos para no perder parte de la llamada memoria histórica.

    A mi entender, la idea de conservar la nomenclatura o los lugares de memoria franquistas no solamente ofende a las víctimas, sino que provoca también otros problemas y preguntas. Generalmente, una sociedad erige estatuas en honor a una persona o unos acontecimientos que considera ejemplares o merecedores de su admiración. Los monumentos públicos no sólo expresan valores de una comunidad sino que también procuran reproducirlos. Dicho de otro modo, los monumentos buscan reforzar la identificación del ciudadano con los valores que expresan. Desde este punto de vista, me parece lógico que una gran parte de los españoles desea deshacerse de las estatuas de Franco y demás “trofeos” de su régimen.

    Sin embargo, como bien indicas en tu diario, el franquismo sociológico sigue existiendo y hay una parte de la población que defiende la permanencia de los símbolos franquistas. A mí, no obstante, no me convence el argumento según el que es necesario mantener los símbolos de la dictadura para no olvidar el pasado (y, por lo tanto, correr el riesgo de repetirlo). Los monumentos sin más no ofrecen un conocimiento del pasado; necesitan ser contextualizados. (Si estamos acostumbrados a estatuas que representan “héroes”, ¿no haría falta explicar a los niños que, en el caso de Franco, no se trata de un héroe sino que hemos erigido una estatua a un villano?) Creo que conservar “los trofeos” en su sitio no ayuda a los jóvenes a comprender el pasado dictatorial, sino que lo que se necesita es una buena enseñanza de historia en los colegios.

    Para terminar, os recomiendo el libro de Paloma Aguilar Fernández titulado Políticas de la memoria, memorias de la política (Madrid, Alianza, 2008), que ayuda a comprender por qué la Guerra Civil y la dictadura siguen siendo temas tan delicados en España aún hoy en día.

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