Souvenirs de la historia reciente

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Entrevista con María Ruido
Carolina del Olmo (Minerva, 08, 2008)

En el marco del Proxecto-Edición, un intento multidisciplinar de ir más allá de los formatos expositivos habituales, la artista María Ruido (Ourense, 1967) presentó en el CBA La escena del crimen, una instalación audiovisual que recorre algunos escenarios de guerra y analiza la turistización de los lugares de memoria. La obra constituye la primera parte de un trabajo aún en progreso titulado Plan Rosebud: sobre documentalidades, lugares y políticas de memoria, en el que la influencia de Walter Benjamin es palpable y con el que María Ruido pretende, según sus palabras, «evidenciar la calidad constructiva de los discursos; exponer la complejidad de los fragmentos que conforman las memorias; reflexionar sobre la distancia que existe entre relatos de memoria y narrativas históricas, a veces superpuestas o confusamente solapadas».

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La historia oral de la guerra llega a juicio

Los investigadores reclaman protección constitucional y que secumpla la Ley de Memoria Histórica frente a las acusaciones de las familias de presuntos represores de la Guerra Civil y del franquismo

JOSÉ ANDRÉS ROJOEl País – 02/06/2008

dionisiopereira.jpg Dionisio Pereira

¿Hasta dónde se puede llegar a la hora de investigar el turbio pasado de la Guerra Civil? ¿Es más importante conocer lo que ocurrió, y hacerlo público, o abstenerse para respetar el honor de los descendientes de episodios tan poco edificantes? ¿Qué margen tienen las víctimas, que pasaron años de humillación y oprobio, para recuperar una dignidad que la dictadura les escamoteó? ¿Hay algún consuelo en conocer la verdad? ¿Qué peso tienen los documentos que se conservan de la represión, con juicios sin garantías jurídicas y con testimonios arrancados en una atmósfera de miedo a una autoridad implacable? ¿Y qué crédito dar a los testimonios orales de los supervivientes que, en muchos casos, no pudieron hablar hasta fechas recientes?

Hace unos meses, el Juzgado de Primera Instancia de A Estrada, en Galicia, absolvió al historiador Dionisio Pereira que había sido acusado por los descendientes de Manuel Gutiérrez, alcalde de Cerdedo durante el franquismo, de no querer rectificar para salvar el honor de sus antepasados las conclusiones que hizo públicas en 2003 en un libro colectivo sobre la represión franquista.

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Sartaguda inaugura ante miles de asistentes el ‘Parque de la Memoria’

M. MERINO 10/05/2008 – Diario de Navarra (Edición digital)

Miles de personas han asistido hoy en la localidad navarra de Sartaguda a la inauguración del ‘Parque de la Memoria’, erigido en recuerdo de los más de 3.400 fusilados en la Comunidad foral durante la Guerra Civil española.  Este ‘Parque de la Memoria’ ha sido promovido por la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra y la Asociación Pueblo de las Viudas de Sartaguda, que debe su nombre a los 84 fusilados en la guerra en esta localidad, que fue una de las más castigadas durante la contienda. 

La inauguración del parque ha congregado a miles de personas procedentes de toda la geografía navarra, así como a autoridades y representantes de partidos políticos, sindicatos y colectivos sociales. 

Construido sobre una superficie de 6.000 metros cuadrados que han sido cedidos por el Ayuntamiento de Sartaguda, en el parque se levantan tres esculturas y un muro de siete metros con los nombres de 3.420 fusilados en Navarra, además de cinco textos inscritos en monolitos. 

Una de las esculturas es del artista Joxe Ulibarrena y muestra tres jóvenes abrazados mientras son fusilados; otra es de Néstor Barrenetxea y reproduce un paredón acribillado de balas con la silueta de un hombre que va a ser fusilado, y la tercera es obra de José Ramón Anda y sirve de puerta de entrada al reciento. 

Por su parte, los textos han sido redactados por los escritores Bernardo Atxaga, Pablo Antoñana, José María Jimeno Jurío, Castillo Suárez y Jokin Muñoz. 

El parque, cuya primera piedra se colocó el 17 de junio de 2006, ha costado unos 480.000 euros, de los que 250.000 han sido aportados por el Parlamento de Navarra y 120.000 por el Ministerio de Presidencia, mientras que el resto han sido desembolsados por 85 municipios navarros. 

El Comité Regional del PSN ha aprobado una resolución política en la que se solidariza con los familiares de las personas homenajeadas en el Parque de la Memoria de Sartaguda, que se inauguró hoy, en una jornada calificada por IUN-NEB como “un día histórico” para Navarra. En la resolución, el PSN manifiesta públicamente su satisfacción por “haber logrado el reconocimiento de todas las personas que fueron perseguidas, privadas de libertad e incluso de la vida entre 1936 y 1975 como consecuencia de su ideología”. 

Asimismo, felicita a todos los familiares de las víctimas porque, “gracias a su tenacidad en conservar la memoria de sus seres queridos y perdidos, algunos todavía por recuperar de las cunetas, se ha podido crear este espacio de Paz que recupera el honor de todos y todas los navarros y navarras”. 

Con la participación en este acto, subraya IUN-NEB, “queremos reconocer este día histórico en Navarra, en el que se reconoce a la Segunda República y todos aquellos que fueron asesinados y represaliados por los fascistas”. 

Esta noticia proviene de Sartaguda                                                                                         (leer completa en  http://www.sartaguda.com/web/news.php?extend.234)

Juan Goytisolo: la ironía y el exilio

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EDUARDO SUBIRATS 10/05/2008 – El País

Acaban de publicarse los cinco primeros volúmenes de las obras completas de Juan Goytisolo en Galaxia Gutenberg. […] Una de las dimensiones que realza una reunión de obras completas es su desarrollo diacrónico y su inserción en el tiempo histórico. En el caso de Goytisolo esta historicidad significa: memoria de la España de Franco, del españolismo nacional católico y de sus secuelas intelectuales y éticas. Significa también la experiencia literaria de su exilio de esa realidad. Conciencia exiliada que se proyecta sobre un horizonte que abraza la Guerra Civil española en un extremo (Duelo en el paraíso) y en el otro extremo la guerra global (cuya esquizofrenia deconstruccionista Goytisolo anticipó en Paisajes después de la batalla). […]

Punto de partida ineludible de este proyecto lingüístico, literario e intelectual: su exilio. Francia, Estados Unidos, América Latina, Marruecos y el mundo islámico. A Goytisolo se le ha presentado oficialmente como novelista latino, como escritor morisco, como intelectual multicultural… y como desterrado español. Por lo demás, este exilio lo ha asumido y cultivado a lo largo de toda su obra, y en particular en sus volúmenes autobiográficos, Coto vedado y En los reinos de taifa. Más aún: lo ha transformado en programa intelectual y estético. En el interior de este exilio el escritor restaura un virtual espacio reflexivo más real que la irrealidad de la España oficial y mediática. Éste es el punto de inflexión que, por una parte, le vincula con los exilios internos del misticismo ibérico de Ben Arabí o Juan de la Cruz. En esta in-versión o sub-versión del orden falso de las palabras y las cosas, o sea, en el distanciamiento y exilio de su irrealidad, reside también su ironía. Su fuerza liberadora de una realidad más profunda a través de la irrealidad de las palabras se resuelve a menudo en su obra con la violencia del sarcasmo, la mordacidad satírica y paródica, o la ligereza de la mofa. Don Julián o los Paisajes después de la batalla son dos diamantes imperecederos en la historia de las literaturas ibéricas en este sentido. Esta doble condición del exilio y la ironía es el hilo de oro que vincula profundamente la obra de Goytisolo con el gran ironista moderno que fue Cervantes. […]

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El PP perpetúa a Franco en Salamanca

El pleno vuelve a negarse a quitarle al dictador el cargo de alcalde de honor

IGNACIO FRANCIA – Salamanca – El País – 09/05/2008

Franco, de seguir así las cosas, será eternamente alcalde de Salamanca. El PP, que gobierna el Ayuntamiento de Salamanca, rechazó ayer en pleno la moción del grupo socialista sobre la retirada a Francisco Franco del título de “alcalde de honor a perpetuidad” de la ciudad -concedido por la corporación en 1964- e igualmente tampoco aceptó revocar la concesión de la primera Medalla de Oro de Salamanca otorgada al dictador en 1948. Los ediles que sostienen al alcalde, Julián Lanzarote, también rechazaron la propuesta de retirar de la plaza Mayor el medallón grabado con la efigie de Franco que se colocó en 1937 en el pabellón dedicado a los reyes.

El PP apenas hizo caso a la moción de los socialistas, que se fundamentaba en la Ley de Memoria Histórica. Sin discusión alguna, el PP la rechazó sin ni siquiera justificar su voto. El grupo popular ya rechazó una moción similar el 26 de enero de 2007, cuando aún no estaba vigente la normativa legal aprobada por el Parlamento. La iniciativa también señalaba que el medallón de Franco, una vez retirado de su emplazamiento actual según la tramitación establecida por la legislación, pasara al Museo de Historia de la Ciudad.

El portavoz socialista, Fernando Pablos, al defender la moción, puso de relieve que “la actual corporación democrática no puede aceptar que el responsable de miles de asesinatos políticos ilegítimos” -entre los que señaló que también figuran los del alcalde de Salamanca y varios concejales al comenzar la guerra civil- continúe como alcalde honorario a perpetuidad, que cuente con la primera medalla de oro y que su efigie figure en uno de los medallones del pabellón real de la plaza Mayor. “Estos hechos son lesivos para la imagen pública de Salamanca y contravienen la legislación vigente”, esgrimió. Además, el portavoz de la oposición trasladó al grupo gobernante el ejemplo que representaba la reciente decisión unánime del Ayuntamiento de Cádiz, también gobernado por el PP, de retirar los honores concedidos al dictador.

Para Pablos, la retirada de honores a Franco supone una manifestación de “dignidad colectiva”, por lo que representó su figura y por la forma en que se le concedieron las distinciones. Así, por ejemplo, cuando la medalla de oro se le concedió sin el preceptivo expediente previo, por, se alegó entonces, “resultar mezquino el marco de un expediente para recoger el desbordado entusiasmo y la expresión de gratitud infinita que la municipalidad salmantina siente y guarda al Generalísimo”.

Desde “la diferencia negativa” que ofrece el grupo popular en la corporación municipal, el portavoz del grupo socialista lamentó que, como ya ocurrió también tiempo atrás con la negativa a rehabilitar como concejal a Miguel de Unamuno y retirar los insultos vertidos contra él en 1936, por parte del PP salmantino se insiste en una línea “alejada de la que debe inspirar a una corporación democrática”, aparte de no respetar la legislación.

Diario de aprendizaje IV (Estefanía)

Llegada para mí la hora del olvido nos presenta a un Francisco Franco, que se parece más a un personaje cómico o satírico que a un personaje de la historia más reciente de España. Un hombre que se cree Dios, que se cree omnipresente y, que se considera superior a sus enemigos. En la novela nos encontramos con muchos episodios humorísticos- grotescos: un ejemplo, los que tratan el tema del brazo de Santa Teresa. Tomás Val lo considera como un tercer miembro del matrimonio, que incluso está presente en las pocas “relaciones íntimas” que llevan a cabo. Uno de los momentos más grotescos es cuando Carmen Polo intenta encontrar las falangues, en un brazo en avanzado estado de descomposición. O, la presencia de los muertos, que siguen a Franco. Incluso, llega a tener una conversación con un fantasmal Primo de Rivera.

Nos encontramos a un Franco que, dentro de su mundo tan peculiar, intentará resucitar a una princesa mora, Casilda, para que se convierta en amiga de su hija, porque las demás niñas desentonan (no así una niña muerta). A partir de este momento nos encontramos con uno de los episodios más grotescos de la novela: sólo la niña le tiene asco a su “nueva amiga”.
Pero este Franco también tiene algo de Dios: es onmipotente, sabe cosas del futuro, sabe cosas que no tendría porque saber: “Nadie se atreve a decirme que hay neveras atestadas de botellas de champán que se descorcharán el día de mi muerte (…) Pondrán la radio y escucharán Franco ha muerto y el deprimente café con leche será sustituido por la copa de espumoso, muchos celebrarán esa incierta aurora como el final de una pesadilla”; o, sabe que tras su muerte España no seguirá en una dictadura: “Por los despachos, bajo el emblema del yugo y las flechas, ya pululan hombres con cara de presidente de Gobierno demócrata”. Pero este Franco también es contradictorio, pues prefiere La Internacional antes que El cara el sol. Incluso, llega a considerarse una víctima de los españoles: “Yo he sido más benevolente con todos los condenados que 30 millones de españoles conmigo”. Es cómica y surrealista la situación que se narra vinculada a la catedral de Burgos, Franco piensa en irse a vivir a una catedral, pues, claro, él es una figura religiosa como las que hay en dichos lugares. Incluso, es un Dios en aquello que él ve pecaminoso, o sea, que es un hipocrita: “Dios de Falo Incomparable”. Se cree igual que Felipe II, Carlos I o el propio Cid; o sea, más de lo que es. Tomás Val nos relata una vida llena de momentos surrealistas: por ejemplo, cuando pasan por un pueblo, y se encuentran con un entierro, el ataúd se cae y el cuerpo del muerto sale desparramado. Tomás Val logra describir un cuadro que posee un cierto paralelo con la entrada de Jesus en Jerusalén.

Tomás Val utiliza la sátira y el humor para tratar el papel de Carmen Polo en el matrimonio: pone en boca de Franco: “- Resucita, Casilda, te lo ordeno en nombre de Carmen Polo”; en lugar de en nombre de Dios. Carmen Polo aparece como una mujer fría, y como la mano derecha de Franco. Incluso, ella es ELLA, como si fuera la única mujer importante, con sólo decir ella, sabemos que estamos hablando de Carmen Polo, la mujer que le roba los collares a los comerciantes. es una mujer que considera España, y todo lo que hay en ella de su propiedad: “- Me pregunto una cosa, Paco: ¿Es nuestra la catedral de Burgos?”, y es el único personaje que trata al dictador por su nombre de pila. Es una mujer tan fría que, incluso es fría para Franco: “ (…) Carmen Polo, hembra frígida que en su cuerpo no guarda ni un beso fogoso”. Es tal el poder que tiene esta mujer sobre el caudillo, que él mismo se queja que delante de ella, nunca, ha podido ser como realmente es.
Además de burlarse de este matrimonio “tan peculiar”, Tomás Val es muy irónico, dándole al editor la característica de ser catalán ( y todos sabemos que el Franco real odiaba a los catalances).

El autor busca que el lector se ría, pero, al mismo tiempo, que piense en lo que se está contando: los últimos días de la vida de Franco contados por él, con continuos saltos en el tiempo. Trata su vida en África, presentando aquella época como un momento muy importante, tanto desde el punto de vista de su historial militar, como por su relación con las mujeres. Y, con el futuro. Un futuro que él o verá con sus propios ojos, pero conoce, pues él es omnipresente y omnipotente, como el Dios que él venera. Pero, detrás de la fachada del hombre fuerte, jefe del país, se esconde un hombre que es manejado por su mujer, una Carmen Polo fría y más temible que el propio Franco. Una mujer que no se caracteriza por la inteligecia, pero si se caracteriza por su arrogancia y su condición de mujer “dueña de España”.

Tomás Val, además, le da un aire más intenso a lo relatado, al ponerlo en primera persona, al escribir las memorias de un Franco que ya está harto, harto de esta mierda de país que le ha tocado. Un Franco que es atormentado por los muertos, y que se ha acostumbrado a vivir rodeado de mentiras.

Diario de aprendizaje III (Enrique)

Durante esta tercera parte tratamos la novela Soldados de Salamina del escritor extremeño y profesor de Literatura Española de la Universidad de Girona, Javier Cercas (1962-), publicada en 2001, galardonada con varios premios otorgados por la crítica literaria y traducida a trece idiomas. Todo un boom comercial que avala su calidad. 

Sinopsis argumental: Un novelista retoma su carrera de escritor rastreando una historia real sucedida en los últimos días de la Guerra Civil, con el imparable avance de las tropas nacionales y los restos del Ejército republicano debatiéndose en retirada, ejecutando los presos y destruyendo las vías de comunicación. Esa historia trata de cómo el escritor y falangista Rafael Sánchez Mazas escapó milagrosamente de un fusilamiento colectivo de cincuenta presos nacionales en las inmediaciones del Santuario de Santa María del Collell, zona de Banyoles (Girona). Por un espeso bosque y bajo la lluvia sale en su búsqueda una patrulla integrada por un soldado republicano, que días antes emocionó a presos y milicianos (civiles, gente del SIM y carabineros) cantando y bailando abrazado a su fusil reglamentario (un Mauser 1893 de 7 mm, creo) el pasodoble Suspiros de España. Finalmente lo encuentra, encañona y le perdona la vida. Luego Mazas se esconde y consigue la ayuda de un grupo de payeses ex soldados republicanos (los amigos del bosque) a quienes ayudará tras la conflagración. Siempre recordará a aquel miliciano de extraña mirada que no lo delató, una asombrosa experiencia que contará mil veces. El escritor recompone las piezas de esta historia plagada de contradicciones y personajes enigmáticos. El autor, Javier Cercas, se convierte en personaje de su propia novela como el periodista que investiga el suceso para escribir su libro. En su búsqueda, además de tratar de desentrañar el secreto de la asombrosa aventura bélica, trata de encontrarse a sí mismo, “porque uno no encuentra lo que busca, sino lo que la realidad le entrega”.  

El autor divide la obra en tres partes. Durante la primera (Los amigos del bosque) encuentra la historia que está buscando. La segunda parte (Soldados de Salamina) es la narración que había estado investigando. (Recordar que con Soldados de Salamina se hace referencia al libro que Sanchéz Mazas prometió a uno de los “los amigos del bosque” escribir contando todo aquello, promesa que no cumplió). La tercera (Cita en Stockton) consiste en la búsqueda de la pieza que falta en la historia. Saber lo que no puede saberse, como se demuestra al final: ¿Por qué decidió salvar la vida de Sánchez Mazas el miliciano republicano que lo dejó huir? ¿Quién era ese hombre? ¿Cómo en una guerra despiadada algo así se puede explicar? (Esta parte es la que me resultó más cautivadora. Hago luego una breve alusión a su personaje central, el entrañable Miralles).

[D. Manuel Ruiz-Maya y Chinchilla, un querido familiar que era menor de edad al estallar la guerra, se alistó como enlace en la V Bandera de la Legión. Su padre, destacado médico psiquiatra republicano, fue “paseado” por los nacionales al comienzo. Recuerdo cuando contó que en una avanzadilla se tropezó con una patrulla republicana que le dio el alto. Cuando tras interrogarlo y golpearlo uno lo iba a matar, otro dijo “No lo mates que es un chaval”. Le pegaron un tiro en la pierna y se fueron. Lo cuento sólo por la coincidencia].  

Vi la versión cinematográfica del director y guionista David Trueba (1969-) estrenada en 2003, ganadora del Goya a la mejor fotografía en 2004 . En ella se realizan algunas modificaciones argumentales: como novelista aparece una mujer; aunque se reduce el protagonismo de la Falange y de Sánchez Mazas, éste parece no desprenderse de la connotación de héroe; asimismo se suaviza demasiado el trato de las fuerzas republicanas. 

La novela me resultó en principio muy atrayente por tres motivos: Primero el título, una alusión metafórica a la desigual batalla naval de un pasado tan remoto (480 a.C.) junto a la isla de Salamina, donde la flota ateniense, muy inferior, venció a la del poderoso Imperio Persa; segundo la cita introductoria de la obra Los trabajos y los días, del poeta de la Antigua Grecia Hesíodo “Los dioses han ocultado lo que hace vivir a los hombres” (esto lo asocié con la frase “La vida es como un hilo que me une a Dios”, que oí decir a una persona japonesa centenaria); tercero por la alta elaboración que se le presuponía, con la nota del autor “… es fruto de numerosas lecturas y largas conversaciones” y el número de agradecimientos.  

Soldados de Salamina, novela testimonio de trama detectivesca, es un ejemplo representativo de la metaficción historiográfica, una ficción que habla sobre la ficción, una novela dentro de otra novela, literatura dentro de la literatura, de una ficción extraída de la realidad. Escrita en primera persona (su modalización discursiva), el propio autor-narrador insiste mucho en que lo que cuenta no es una novela sino un relato real (“Será como una novela. Sólo que en vez de que todo sea mentira, todo es verdad”), algo que no es cierto, pues lo literario termina prevaleciendo sobre lo histórico, para construir otra historia ficticia (literaria) mediante la invención y la palabra. Parece escudriñear los hechos históricos de un modo apasionante. Se muestra el drama del casi medio millón de españoles −hombres, mujeres, niños y ancianos−, que tuvo que cruzar la frontera ante la inminente llegada de las tropas nacionales a Barcelona. A medida que avanza el relato el narrador se embelesa por la figura de los supervivientes republicanos y el olvido en que cayeron caídos (también por España) en la defensa de sus ideales. En opinión del consagrado escritor Mario Vargas Llosa :

“ … aunque las historias que nos cuenta su libro se deban más a la invención y a la magia verbal de que está hecha la buena literatura que a un rastreo de testimonios y datos verdaderos, Soldados de Salamina tiene sus raíces muy hundidas en una realidad histórica sin la cual esta hermosa ficción no hubiera sido posible”. 

En cuanto al reparto de roles sexuales, se trata de una novela principalmente masculina. Esto también se refleja en la importancia de los vínculos masculinos: hay un reconocimiento al padre ante la presencia narrativa de padres ausentes (al inicio el narrador da a conocer al lector sobre la muerte del padre, al que no olvida); Sánchez Ferlosio cuenta el fallido fusilamiento de su padre; Jaume Figueras se emociona con el recuerdo de su padre, muerto diez años atrás; con el pobre anciano de Miralles crea un estrecho vínculo afectivo, tras un único día de encuentro, un vínculo semejante al de un padre simbólico; una camaradería sin igual entre Miralles y sus compañeros de filas también está presente (hago una cita al final); asimismo, entre Bolaño y Miralles tras conocerse en el camping Estrella de Mar, con aquel dicho simbólico “Nos vemos en Stokton”, (la ciudad de los perdedores); etc. 

Los roles femeninos brillan por su ausencia. Conchi, la tercera “novia” del escritor desde su separación, es el personaje femenino más relevante. Pitonisa de televisión local conocida como Jasmine, malhablada, descreída y maternal, divertida. Toda una caja de sorpresas esta peculiarmente “compenetrada” pareja:    

“Conchi me intimidaba un poco, y desde luego procuraba que ningún conocido me viera con ella, no tanto porque me diera vergüenza que me vieran saliendo con una conocida pitonisa, cuanto por su aspecto un tanto llamativo (pelo oxigenado, minifalda de cuero, tops ceñidos y zapatos de aguja); y también porque, para qué mentir, Conchi era un poco especial”  

-“Esa misma noche, mientras cenaba con Conchi en un restaurante griego, le anuncié solemnemente, porque tenía necesidad de anunciárselo solemnemente, que, después de diez años sin escribir un libro, había llegado el momento de intentarlo de nuevo.
-¡De p. m.! –gritó Conchi…. (le explica el tema del libro):-“Tiene miga –comentó Conchi con un rictus de asco-. ¡Mira que ponerse a escribir sobre un facha, con la cantidad de buenísimos escritores rojos que debe de haber por ahí! García Lorca, por ejemplo. Era rojo, ¿no? Uyyyy –dijo sin esperar respuesta, metiendo la mano por debajo de la mesa: alarmado, levanté el mantel y miré -. Chico, qué manera de picarme el ch.
-Conchi –le recriminé en un susurro, incorporándome rápidamente y esforzándome en sonreír mientras espiaba de reojo las mesas de al lado -, te agradecería que por lo menos cuando salgas conmigo te pongas bragas”. 

Pese al desigual reparto de roles aludido, el peso específico de cada personaje parece estar bien sopesado, desde el propio narrador Cercas hasta su deliciosa novia Conchi, el ex miliciano Miralles o el escritor chileno Roberto Bolaño. Si acaso decir que el tratamiento de la Falange y del ideólogo falangista con suerte de minino (pues si no en siete, en dos salvó increíblemente el pellejo) me resultó algo espeso. Haber escatimado algunos ladrillos de esa parte del edificio que es la obra se le habría agradecido al autor, a quien hay que felicitar por el hábil juego narrativo que establece con el lector sobre la parte de realidad o de ficción de cada uno de sus personajes.   

Como muestra de las citas en la narración sobre Falange y el por qué de esta Cruzada Nacional, va la siguiente:     

“… los motivos que indujeron al puñado de hombres cultos y refinados que fundaron Falange, a lanzar al país a una furiosa orgía de sangre”.     

“Consignas y normas de estilo” (falangistas que) acabarían convertidos en el estilo de vida y las ideas que, primero adoptadas como revolucionaria ideología de choque ante las urgencias de la guerra y más tarde rebajadas a la categoría de ornamento ideológico por el militar gordezuelo, afeminado, incompetente, astuto y conservador que las usurpó, acabarían convertidas en la parafernalia cada vez más podrida y huérfana de significado con la que un puñado de patanes luchó durante cuarenta años de pesadumbre por justificar su régimen de m.”. 

Miralles, [el antiguo soldado republicano de “constitución de toro” superviviente a guerras y embolias, con ”la cabeza muy clara y la memoria intacta” (?), huérfano de patria y de lazos afectivos profundos (al escuchar música le sienta mal, “… me pongo a pensar en lo que me ha pasado, y sobre todo en lo que no me ha pasado”.) y de posesiones materiales (sus ropas, quizás algunas fotografías y unos muebles), conforme se va descubriendo al auténtico protagonista y sus valores humanos (fuerza de espíritu, resignación, modestia, …)], es una víctima más de lo anterior. En él, −como en el Gorete que conocimos a través de Elina y Julio Llamazares− se personifica al héroe olvidado y se trata de homenajear a los muchos españoles que lucharon en defensa de las libertades quedando su heroicidad no reconocida. Condición de la que reniega él mismo… :    

“En la paz no hay héroes … Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o los matan … nacen en la guerra y mueren en la guerra … Todos están muertos”. 

… desde la mansedumbre del asilo de ancianos de Dijon que lo acoge junto a un estanque de aguas alfombradas de nenúfares, atendido por religiosas como ironía del destino: “Toda la vida despotricando contra los curas y las monjas y aquí me tiene, rodeado de monjas”. (Como contraste, recordar el escandaloso despliegue o parafernalia que rodeó al Caudillo en su último peregrinaje terrenal). El emotivo abrazo que pide al escritor al despedirse no me dejó indiferente −aunque ese gesto y mi reacción emotiva puedan rayar en la sensiblería−.  Hago eco de las palabras de Juan Ollé, co-director de una adaptación teatral de Soldados de Salamina:  

“… El European Vision acaba de anclar en El Pireo, el puerto de Atenas (…). Yo, en el balcón del camarote, devoro las últimas páginas de Soldados de Salamina. (…) Termino el libro y rompo a llorar. (…) Y en esta ambigüedad entre vida y ficción, …, me dan ganas de abrazar a Miralles, el viejo soldado republicano, porque, gracias a él y a gente como él, ahora mi hijo puede dormir y soñar incruentas batallas de soldados antiquísimos desde una siesta de luz pura (…)”.      

“La intención de llevar Soldados de Salamina al escenario nace … con el único fin de compartir con … el público algunos de los grandes “secretos esenciales” que Cercas, a través de su altísima escritura, nos invita a descifrar: ¿qué leyó Miralles en la mirada de Sánchez-Mazas? ¿Por qué el pasodoble “Suspiros de España” es una de las músicas más tristes del mundo? ¿Por qué los héroes son aquellos que no matan?                                     

Y, sobrevolándolo todo, aquellos versos de Jaime Gil de Biedma:

«De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España / porque termina mal. Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el gobierno y la administración de su pobreza».       

Acaba con lágrimas, las de Miralles en Stockton, las mías en El Pireo, muy cerca de Salamina”. Y las de otros muchos lectores/espectadores también, se me ocurre añadir.  

Miralles es el gran personaje del libro, el guerrero de las buenas causas, el héroe sin quererlo ni saberlo, el que sobrevive como invisible sin parientes queridos ni profundas amistades del presente, salvo las inquebrantables de antaño vivas en el recuerdo. Concluyo con las connotaciones sobre estas últimas en una frase que traslada al escritor: 

“Cuando salí hacia el frente en el 36 iban conmigo otros muchachos. Hicimos la guerra juntos. … Murieron todos. Todos. Ninguno probó las cosas buenas de la vida: ninguno tuvo una mujer para él solo, ninguno conoció la maravilla de tener un hijo y de que su hijo se metiera en la cama entre su mujer y él. A veces sueño con ellos, y entonces me siento culpable: les veo a todos, intactos, saludándome entre bromas … y preguntándome por qué no estoy con ellos… “. 

Y es que “las (malditas) guerras están llenas de historias muy novelescas”, no ya literariamente arduas de analizar sino, sencillamente imposibles de entender.   

FUENTES

La Butaca.net                                http://www.labutaca.net/films/15/soldadosdesalamina.htm 

El Ejército republicano                                     http://www.guerracivil1936.galeon.com/ejrep.htm 

Agapea Libros Urgentes                                                                  http://www.agapea.com/Soldados-de-Salamina-n104596i.htm 

Wikipedia. Soldados de Salamina.                http://es.wikipedia.org/wiki/Soldados_de_Salamin 

ClubCultura.com. Javier Cercas y el relato real. http://www.clubcultura.com/clubliteratura/cercas/cercas01.htm 

Bitó Produccions                                   http://www.bitoproduccions.com/EspectaclesDetall.asp?Programacio_Id=88 

Elena Poniatowska. La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2003/07/06/03aa1cul.php?origen=opinion.php&fly=1    http://www.jornada.unam.mx/2003/07/07/03aa1cul.php?origen=opinion.php&fly=1 

Mario Vargas Llosa. El Sueño de los Héroes. http://www.trazegnies.arrakis.es/cercas3.html 

José V. Saval. Simetría y paralelismo en la construcción de Soldados de Salamina. University of Edinburgh                                                                                                                    http://letrashispanas.unlv.edu/Vol4iss1/Saval.htm

Diario de aprendizaje IV (Hanna)

Según Isaac Rosa, el novelista tiene un labor ideologizante, ya que una mayoría de lectores reciben conocimientos y forman opiniones del pasado y del presente a través de la ficción literaria. En El vano de ayer Rosa ha adoptado este compromiso ético y la responsabilidad del autor como parte esencial de su obra, y sin duda, ha aportado algo nuevo y necesario al campo literario que trata el franquismo. Tanto la obra como las entrevistas de Isaac Rosa ofrecen muchos temas intresantísimos que comentar y desarrollar, pero aquí voy a centrar en la función social de la literatura. Estoy de acuerdo con Rosa quien dice que “tal vez la literatura no sirva para cambiar el mundo, pero sí está sirviendo para conservarlo” (entrevista en Ladinamo).

Creo que la literatura, como practicamente toda la actividad humana, por un lado refleja y, por otra, construye la sociedad. La historia sirve de material para la construcción del presente, y por lo tanto, también las historias, que crean los autores, forman parte de este proceso. La literatura inevitablemente tiene influencia social, aunque sea difícil estimar en qué medida. Así se presenta la cuestión de ¿cómo este hecho debería influir en el proceso de creación literaria?

Rosa plantea como el objetivo escribir sobre el franquismo y describirlo como realmente era, es decir una ”dictadura cruel que torturó hasta el final”. Parece que El vano ayer surge como crítica hacia la literatura y otras representaciones que pretenden recuperar la memoria histórica, pero que caen en la trampa de nostalgia y sentimentalismo. La obra contiene mucha crítica, y no sólo hacia otros autores, sino también hacia los lectores, el público. Esto fue algo que me chocó al principio y me pareció una postura algo elitista, pero pronto la forma irónica en que Rosa lo hace reveló no es que el autor se crea excepcional o superior, sino que es crítica aguda, pero con fundamento y sobre todo constructiva: no critica por criticar, sino para renovar, desarrollar. También hay una fuerte dosis de autoironía y -crítica en la obra, lo que demuestra que es resultado de mucha autoreflexión. Me ha parecido fascinante, en particular, como Rosa desmonta esctrucuras, que normalmente pasan inapercebidos, a nível del lenguaje. Este pasaje es de la entrevista en Ladinamo:

Inicialmente, pensé en una novela más convencional pero en seguida me di cuenta de que también yo era víctima de las trampas del discurso heredado, de que también yo, que no había vivido el franquismo, había asumido como propia una memoria insatisfactoria, fraudulenta en muchos sentidos. Entendí que necesitaba un replanteamiento formal, que construyese un discurso nuevo mediante el desmontaje del existente, utilizando sus mismos recursos, desnudándolos mediante la ironía.

Como el lenguaje suele ser un elemento conservador, es importante prestar atención al discurso. Aunque esto no cambie el mundo, sirve de reorientar el pensamiento.

El labor ideologizante y la función social conllevan varias cuestiones, entre otras, la del equilibrio entre la libertad artística y la responsabilidad social o ideológica. Especialmente cuando se trata de pasado reciente que tiene mucha importancia en el presente, los autores deberían tener mayor conciencia de las consecuencias y de la influencia que puedan ejercer. ¿Pero hasta qué punto el autor es responsible de las interpretaciones del lector? ¿La responsabilidad limita la expresión artística?

También la literatura sobre el franquismo se puede concebir como un proceso evolutivo, en que las etapas anteriores son necesarios para los avances. No sé si Isaac Rosa es un caso aislado, o si representa la vanguardia dentro de un campo literario que se ha estancado y comienza una nueva tendencia de describir temas fuertes (ej. la tortura) de manera fuerte, sin adornos, sin rodeos. En el ambiente de la Transición se necesitaba otro tipo de acercamiento, pero creo que ya empieza a haber suficiente distancia y la necesidad de tener una visión más clara, más crítica y más “veraz”.

http://www.fsap.ccoo.es/comunes/temp/recursos/22/29408.pdf

http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=13&id=324

Diario de aprendizaje IV (Eriikka)

Hacia el final del último diario procuré problematizar el gran elogio extático que Cercas, en el final de su novela Soldados de Salamina presenta en honor al típico soldado de fila que no tiene muy claro los motivos de su lucha, pero que lucha a pesar de todo, sin recibir por ello ningún tipo de reconocimiento u honor. Esa figura, que bien podría parecernos lo más triste y absurdo desde el punto de vista de la historia de la humanidad, para Cercas llega a representar el héroe sublime, postura esta que puede sorprender el lector de la novela. La novela Llegada para mí la hora del olvido (1997) de Tomás Val parecería ofrecernos una voz de crítica paralela a la nuestra, a través del Franco ficticio. En la novela de Val, Franco, al pasar por un pueblo pequeño, para a conversar con unos hombres que no le reconocen, y les indaga sobre sus motivos de lucha. Al recibir una respuesta que bien podría haber salido de la boca de un héroe de Cercas (“Porque no quedaban más cojones, porque había que estar allí, que un día vinieron y nos llevaron al frente.” [121]), Franco reflexiona lo siguiente: “Maldito país, que hace guerras sin conocer la razón, que va a la carnicería como carnero obediente.” (121) El que este comentario salga de la boca del personaje de Franco no deja de tener una ironía especial, porque además, para Franco, es una desilusión entender que la gloria de su victoria depende de una historia inventada: Si ni unos ni otros sabían muy bien porqué luchaban, la lucha de por sí pierde importancia. Si el enemigo no era lo que lo habían pintado ser, pues quizá la victoria tampoco se mostraba ya tan gloriosa. Por eso, Franco pregunta “¿A quién, entonces, gané yo una guerra?”. Otro punto importante del comentario de Franco es que apunta el dedo, no ya hacia sí mismo, hacia la figura de Franco como el único responsable, sino hacia el pueblo, “el maldito país”. Pasaré a comentar, a continuación, algunos otros momentos de crítica hacia los individuos o ciudadanos en general, ya que me parece un aspecto central en la obra.

La novela de Val invierte la postura común de soler acusar a un sólo individuo, en este caso un dictador, por las atrocidades cometidas, ejecutadas o silenciadas por muchos. Es fácil demonizar retrospectivamente a una sola persona, más fácil que reconocer que la colectividad siempre tiene su parte de la responsabilidad. Val saca esta crítica a través de la voz ficticia de Franco, lo cual por un lado da más eficiencia, ironía y hasta humor negro al mensaje, por otro lado rompe con la idea del “padre benévolo” y demuestra un líder que desdeña y ridiculiza el mismo pueblo necio que le entrega el poder tan ciegamente, a la vez que describe lo absurdo de esa idolatría. El siguiente pasaje es un buen ejemplo de esto:

“Qué país. Yo nunca pedí nada de eso, ni palios ni cohetes ni coros danzantes. Ya no puede faltar mucho para que todos miren atrás. [...] Entonces [...] todos se apresurarán a echar la vista atrás y me culparán de todo. ¿Pero cuando pedí campanas y palios y flores derramadas y coros y danzas y cuándo ordené tanto luto y tanto silencio y cuándo prohibí esta Radio Pirenaica que tanto me divierte y cuándo ordené a mis ministros que cerraran periódicos y que atestaran los ríos de truchas y que lanzaran bandadas de pájaros dispuestos para la escopeta?" (60-61)

Destaca también aquí la frase “todos se apresurarán a echar la vista atrás y me culparán de todo” que esconde un análisis de una de las mentalidades típicas de la época posterior al franquismo en que la gente evita mirarse al espejo para buscar respuestas a lo que pasó. Sin embargo, un dictador no existe sin las masas de gente que le sirven de espejo. Pasajes con un mensaje como éste abundan en la obra:

“Fueron las masas que me convirtieron en dictador, las que me otorgaron el papel” (27)

“Jamás he sido un impostor, nunca he fingido ser lo que no soy ni he aparentado sentir lo que no siento. Son los demás los que se han engañado, quienes me han pintado sin acertar nunca.” (56)

“Lo único que ha cambiado en estos últimos treinta años es que antes creía que Yo había concebido a España y ahora sé que es ELLA quien me ha engendrado.” (163)

“Era España la que, como un espejo, me reproducía cuando intentaba huir; la que alumbraba el dictador que necesitaba, la que creaba de la nada el nuevo caudillo.” (227)

En la novela también se establece una crítica hacia la historiografía que procura(ba) embellecer y censurar tanto la imagen de Franco como las noticias diarias sobre la realidad del país. Otra vez, es irónicamente el propio Franco quien critica a la censura: el Franco ficticio juega él mismo el papel de iconoclasta en la novela, no tiene miedo a la verdad y reprocha a los fabricantes de mentiras. De esta manera, Val logra tanto resaltar aspectos negativos de Franco – pero estableciéndolos como características de las que él mismo se hubiera sentido orgulloso, o que no hubiera negado – como criticar no sólo a los historiadores, ministros y medios de comunicación, sino a la sociedad entera:

“Yo sí soy un asesino, yo sí he matado y si la sociedad o los historiadores consideran que eso es moralmente censurable, es cosa de ellos, es su error.”(84)

“Qué país de mierda me ha tocado en suerte, qué maldito territorio conquisté [...] todos los ministros de Información han cometido siempre ese error – cree[n] que su cometido es controlar lo que aparece en los periódicos y en los noticieros de las radios y televisión. De dónde les vendrá a los ministros el miedo a la verdad.” (79)

“Pero fue imposible averiguar nada, como si el destino se empeñara en fabricar su propia verdad. Hace mucho tiempo que dejé de luchar contra esa fuerza fatal. La Historia me acusará de falsificador, de manipulador, de repetir mil veces una mentira para convertirla en verdad... No hice nunca nada de eso” (154)

Hay en la novela una idea recurrente sobre los españoles como muertos en vida. Su servilismo los ha convertido en máscaras, en “un país de bultos, siluetas, [y] sombras”. (176) Aquí por un lado se intenta cuestionar la idea bastante difundida de que los años de franquismo fueron años de felicidad y de estabilidad. La estabilidad bajo una dictadura tiene su otra cara, que es la de un pueblo silenciado, reprimido, “muerto en vida”. Es decir, la novela procura describir “la paz” de los españoles de aquellos tiempos desde un punto de vista que desafía a la imagen oficial difundida por la propaganda nacional. Por otro lado, también sirve de crítica hacia el pueblo pasivo, que no reacciona, que está muerto.

“La gente que atestaba las calles, la multitud vestida de azul, los rostros hoscos, los ojos vacíos que nunca han presentido el mar, las legiones de curas y seminaristas que levantaban su brazo en saludo fascista, las mujeres acodadas sobre las colchas que adornaban los balcones, parecían más muertos en vida que las reliquias guardadas bajo siete llaves. Cada vez me asalta más a menudo la sensación de pasear entre cadáveres, de gobernar un territorio de difuntos. [...] Quién ha ordenado a España que se calle, cuándo he pedido a las multitudes que parezcan muertas en vida.” (72)

“España era un país de muertos y yo nunca di esa orden. ¿Me creerá alguien si digo ahora que me dolía ese paisaje humano? Es igual, no trato de justificarme; eso lo dejo para los dictadores democráticos” (208)

Aquí es esencial la expresión incisiva “eso lo dejo para los dictadores democráticos”, que tanto puede ser interpretado como una pulla hacia aquellos que durante la llamada democracia todavía intentan justificar la época del franquismo, como también deja a la luz el hecho de que a veces los líderes democráticos tampoco están tan lejos de ser “dictadores”; en el fondo lo que cambia es la apariencia y el modo de actuar pero quizá los intereses – y las reacciones del pueblo – son (en algunos casos) las mismas.

Asimismo, se critica en varias ocasiones de la obra la falta de conciencia y compromiso político, la actitud de estar en contra por el hecho de estar en contra, así como la breve memoria política e histórica de los españoles. Una vez más, es irónico que sea Franco quien frente a las multitudes de brazos levantados se extraña del hecho de que se hayan olvidado tan rápidamente sus sueños de la república. Así la crítica también gana más poder. Además, para Franco esta conciencia también trae tristeza y desilusión porque sabe que de la misma manera se olvidarán de él. Así, pasajes como el siguiente también pueden ser vistos como claras tomas de postura hacia el tema de la memoria histórica:

“El hombre, y más si es español, todo lo olvida. Cuando paso por los bosques de brazos levantados, cuando el Franco Franco Franco resuena como tormenta en los cielos patrios, cuando me informan de que a los recién nacidos varones se les pone Francisco y a las hembras Carmen, cuando los intelectuales me nombran como ejemplo de pensamiento y sabiduría, me acuerdo de aquel otro día, no tan lejano en el tiempo – la Historia del milenio nos pondrá en el mismo espasmo –, en el que las calles de llenaron de sueños. República. ¿Se acordarán todavía de aquel alboroto de locas ilusiones? Creo que no, estoy convencido de que no. Incluso mis detractores se oponen a mí por el simple placer de estar en contra, no porque defiendan otra forma de gobierno.” (183)

La novela Llegada para mí la hora del olvido de Tomás Val es, en muchos sentidos, una novela iconoclasta que emplea el narrador-focalizador más propicio para ello, el de un Franco ficticio. Uno de los efectos que se logra con esto es la crítica a la sociedad. Y con esto termino, con una frase de la novela que está formulada como una profecía del futuro, llena de esperanza, y a la vez muy irónica porque imposible.

“Algún día saldrá una historia verdadera del mundo, de los hombres y mujeres que lo gobernaron, y las gentes comprenderán entonces qué descabellado fue todo.” (246)

Fuente: Val, Tomás (1997) Llegada para mí la hora del olvido, Alfaguara, Madrid.