Diario de aprendizaje I (Eeva)

Me parece que después de cada lección del curso sobre la guerra civil española tengo que considerar de nuevo si quiero continuar en las clases o no. No te preocupes, Elina; es sólo un curso más entre muchos. El problema no es la enseñanza ni el contenido ni nada por el estilo, sino mi propio carácter: me vuelve a conmover tanto la historia aterradora que me quedo inquieta. Mi tolerancia contra las atrocidades, tanto de la historia humana como del presente, es prácticamente inexistente. Lo que más me deprime no es el egoísmo del ser humano ni sus indicios en nuestra realidad, sino la conciencia de que yo soy incapaz de hacer algo, de prevenir actos correspondientes en el futuro.

Después de las primeras clases del curso he dado muchas vueltas a varios temas de los que podría escribir mi diario de aprendizaje. He pensado lo difícil que es saber, al fin y al cabo, qué habría hecho yo si hubiera estado en la misma situación. O sea, aunque está clarísimo que el franquismo representa un modo de ver las cosas completamente contrario a lo mío, yo no puedo jurar que, si ahora me echaran a España de los años 30, luchara cuerpo a cuerpo para apoyar la República y la ideología mía. No sé si pudiera asumir la responsabilidad; si me opusiera por ejemplo mi familia o mis vecinos. También he pensado en la guerra civil de España en comparación con la guerra civil finlandesa así como, en particular, con las guerras fino-soviéticas de los años 30 y 40. En esas guerras, se puede decir que Finlandia luchaba contra la República española combatiendo sólo en frente diferente, en Carelia, junto con los estados fascistas. ¿De que lado estoy yo, o habría estado si hubiera vivido en aquella época? Además de pensar en estas cosas, he dado vueltas al totalitarismo, a cómo surge repetidamente y cómo seduce la gente. He pensado en lo que pasó en los países que no se sometieron al poder derecha. No sé que opinar, después de haber pensado tanto, me da miedo a opinar.

A pesar de todos estos pensamientos, al fin decidí a concentrarme en cómo se cuenta la historia. Quiero reflexionar los motivos y las maneras, así como la justificación detrás de la historia contada por la memoria colectiva.

Se dice que la historia la escribe quien gana. Fue así también en España durante la dictatura; la historia que fue contada como la verdad era más bien una forma de la propaganda estatal. Era una arma ideológica de los franquistas (Graham 2005: 139). Lo interesante en el caso de España es que, durante la época de la transición, la historia se cambió de la historia de los vencedores a la historia de los perdedores. Si no me equivoco, la historia contada por los nietos de la guerra, o sea, por la nueva generación, pertenece en gran parte al bando de los perdedores, está contada desde su punto de vista. No me malinterpreten, yo también prefiero colocarme en ese mismo bando, simpatizo con los republicanos. Aun así, en cuanto a los cuentistas, me interesa el cambio marcado, de un bando a otro. Primero pensé que será por la vergüenza; si fuera yo en su lugar, no querría admitir la intolerancia o la barbarie de mis padres o abuelos. Sin embargo, después de haber pensado un poco más, llegué a la conclusión de que (también) en el bando de los vencedores todo el asunto de la guerra debe haber sido explicado a la descendencia como una necesidad absoluta, no sólo para excusarse sino también para superar la culpabilidad. Pero ¿dónde están las versiones explícitas de estas explicaciones? ¿Existen representaciones modernas sobre la guerra del lado de los vencedores? ¿Todavía escriben la historia los que ganan? ¿Cómo es su historia?

Sea como sea, los vencedores sí han escrito una historia durante la dictatura, los perdedores la escriben ahora sin o con los vencedores. El otro punto interesante en cuanto al tema es la motivación del acto de contar la historia de una cierta manera. Las razones de las cuales surgen las historias son completamente distintas. Como ya he mencionado, durante la dictatura, la historia que fue contada como la verdad era más bien una forma de la propaganda estatal. Según Graham (2005: 139), en los años 70 y 80 también los estudios publicados por la oposición fueron alterados ideológicamente. Sin embargo, fuera de los objetivos ideológicos, los motivos de las historias son considerablemente diferentes: la historia contada por los vencedores durante la dictatura procuraba constantemente hacer recordar el resultado de la guerra, o sea, reprimir y sojuzgar los perdedores. Se podría llamarla una historia escrita por, además de vencedores, también por sádicos. En contraposición, la historia más reciente escrita por los perdedores surge de motivos más bien altruistas: surge del  deseo de rehabilitar, de rehonrar a los parientes y otros republicanos. Surge de la solidaridad y de la búsqueda de consolación (Graham 2005:142-144).

Para terminar, quiero tratar del tema que, desde mi punto de vista es el más contradictorio en cuanto a la memoria colectiva. Es la historia escrita por los perdedores, que no ha sido escrita por los perdedores.  Digo contradictorio porque pienso que el tema, si bien es simplísimo, también da lugar a muchas preguntas. Lo que estoy planteando es que, por mucho que exista el llamado lazo de sangre, al fin la historia de los perdedores no es suya, sino una historia de los ajenos. Tiene todo el sentido que la mayoría de los cuentistas no han atravesado ni la guerra civil ni la dictatura: los nietos, preguntando sobre la guerra, sacan a la luz la historia guardada en silencio porque, como dice Graham (2005:143) ellos, por contraste con sus padres y abuelos, no tienen miedo. Lo que me preocupa en el tema es la justificación: ¿tienen el derecho de abrir las heridas que el tiempo ha curado? Otra vez pido, no me malinterpreten. Yo estoy de acuerdo de que la verdad se debe contar y las injusticias se deben  revelar, eso tiene sentido. El problema es que a pocos, probablemente a nadie quien ha sobrevivido la guerra, es un asunto del sentido y razón, sino de la emoción. Es aquí exactamente, donde el núcleo del problema, mi problema, está: las emociones, los sentimientos del individuo, ¿son algo a que podemos reservarnos el derecho? Se dice que la nueva generación cuenta la historia porque no les da miedo. Y, ¿si les dan miedo a los protagonistas y a los personajes de la historia? No tiene que ser un temor razonable, no tiene que ser un temor ajeno. Puede que sea un temor, un terror que se ha quedado dentro de la persona, puede que sea el silencio la única manera de sobrevivirlo. Puede que sea que no pensar en la causa de ese temor es la única manera de seguir adelante. En particular me inquieta una cita de la obra de Graham, de la página 143 (el énfasis es mío):

                      “For the now elderly victims of forced labour or lengthy political imprisonment, the purpose is that what was done to them should be publicly acknowledged before they die.”

Seguro que muchos sobrevividos piensan asi. Pero ¿hay aquellos que usan el silencio y el olvido para poder superar lo que ha pasado? ¿No les dejamos olvidar? ¿Les obligamos a recordar y, de esa manera, sentir todas las emociones que no querrían?


GRAHAM, Helen: The Spanish Civil War: A Very Short Introduction. Oxford, Oxford University Press, 2005.

4 thoughts on “Diario de aprendizaje I (Eeva)”

  1. No son sencillos los temas y problemas que trata Eeva en su diario. Es cierto, pensando en ellos uno se situa ante preguntas grandísimos que seguramente no tienen una única respuesta. Comparto con Eeva el irritante sentimiento de impotencia. La pregunta “que hubiera hecho yo en una situación semejante?” es importante, pienso yo, para evitar que pase lo mismo en el futuro. Es interesante lo que escribe Eeva sobre el totalitarismo, que tiene algún aspecto seductor. Por ejemplo, la capacidad de Adolf Hitler de formar un especie de histeria de masas, ha sido investigado bastante. Sin embargo, el totalitarismo no surge sólo de la megalomanía de una persona, sino parece que la gente tiene una necesidad de un líder fuerte. Una necesidad de que alguién le diga como son las cosas. Una necesidad de sentirse uno de los “buenos”, de los “vencedores”. Esto naturalmente tiene mucho que ver con la historia y la educación de una nación.
    La problemática de como se cuenta la historia, es muy compleja. Yo intentaba tratar un poco el mismo tema en mi diario, y después de haberlo escrito, casi me daba vergüenza de opinar sobre cosas con tan pocos conocimientos. Eeva lo presenta muy bien, la confusión de los españoles ante el pasado y su interpretación. Es qué existe una interpretación corecta?
    El problema que plantea Eeva sobre el derecho de las nuevas generaciónes de abrir las heridas ya curadas por el tiempo, es todavía más complejo. Tiene un punto: respetar al sufrimiento de las víctimas de la represión franquista, el silencio que se les ha metido dentro. Por otro lado: hay familias que nunca han podido enterrar a sus muertos y llevar luto por ellos. No sería justo darles esta oportunidad? Desde el punto de vista terapéutico, se considera que las heridas del pasado doloroso sólo se curan enfrentándolas. Sea como sea, creo que cada generación tiene que enfrentar el pasado y manifestar su opinión sobre él.

  2. Tu diario toca tantos temas a la vez sensibles e interesantes que me temo que mi comentario va a ser muy largo…

    Para empezar, me ha gustado leer sobre tus reacciones personales ante la temática del curso, aunque también me alegro de que tu diario no trate sólo de ellas, sino que entres en “materia pesada” en el tercer párrafo.

    El tema que has elegido me parece muy sugestivo y da mucho juego. Sin embargo, creo que en tu planteamiento hay una contradicción o confusión de términos que estorba un poco el análisis que llevas a cabo. En mi opinión, deberías hacer una distinción entre los conceptos historia y memoria, y urilizarlos de modo más congruente. Hay muchas formas de conceptualizar la diferencia entre historia y memoria, pero creo que la siguiente cita del famoso artículo “Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire” (Representations, 26, 1989, pp. 7-24) de Pierre Nora sirve para aclararla:

    Memory, insofar as it is affective and magical, only accommodates those facts that suit it; it nourishes recollections that may be out of focus or telescopic, global or detached, particular or symbolic—responsive to each avenue of conveyance or phenomenal screen, to every censorship or projection. History, because it is an intellectual and secular production, calls for analysis and criticism. […] Memory is blind to all but the group it binds […] History, on the other hand, belongs to everyone and to no one, whence it claims to universal authority. […] Memory is absolute, while history can only conceive the relative.

    En tu diario escribes que “durante la época de la transición, la historia se cambió de la historia de los vencedores a la historia de los perdedores”. En este aspecto, no puedo estar de acuerdo contigo, pero creo que llegaremos a entendernos mejor si establecemos una diferencia entre lo que es la memoria y lo que es la historia. Como sabemos, hoy en día en España existen varios colectivos que reivindican a gritos la necesidad de “recuperar la memoria”. Uno de los objetivos de estos grupos es, a mi entender, dar a conocer a la sociedad en general las experiencias e injusticias sufridas por los perdedores de la guerra y las víctimas de la dictadura, que fueron silenciadas durante el franquismo e incluso durante la Transición. Las expresiones, sean artísticas o documentales, que surgen de esta necesidad de “desenterrar” una memoria anteriormente proscrita, son a menudo muy emotivas, parciales y poco analíticas.

    Sin embargo, creo que es poco justificado mantener que la historia que se escribe hoy en día en España sea solamente historia de los perdedores, y me parece fuera de lugar comparar la historiografía actual con la franquista. Durante las últimas décadas, los historiadores españoles han concentrado su atención en aspectos silenciados o falseados durante en franquismo (la represión, los campos de concentración, el maquis…), pero eso no significa que no sean críticos también con el lado republicano o antifranquista. Asimismo, no creo que los historiadores actuales, sean de la generación de los nietos o mayores, consideren ya formar parte de un bando de los que se enfrentaron en la guerra, aunque la mayoría de ellos seguramente simpatiza más con las ideas republicanas y de la izquierda que con la política del régimen.

    En tu diario formulas también la pregunta de si actualmente siguen existiendo “representaciones modernas sobre la guerra del lado de los vencedores”. Me parece que en cuanto a las representaciones literarias (novelas), prácticamente no; sin embargo, en el campo de la historia (o quizás más bien pseudo-historia) hay autores muy vendidos que difunden una versión prácticamente franquista de la historia reciente de España. Entre estos autores revisionistas, que tuvieron su resurgimiento a mediados de los años 90, se sitúan por ejemplo Pío Moa y César Vidal (en la biblioteca de la Universidad hay algunas obras suyas, lo cual me parece muy extraño).

    En tu diario hay también muchas otras cosas que me gustaría comentar, pero creo que no debo extenderme más (además, Anna ya ha comentado algunas de ellas). Como ves, tu diario me ha dado mucho que pensar, lo que siempre es bueno.

  3. Tienes razón, hay una confusión de términos que estorba mi análisis. No intentaba a hablar de la historiografía, sino simplemente de las representaciones literarias.
    Gracias por aclarar la distinción entre los conceptos historia y memoria.

  4. Eso es lo que me imaginaba, pero creo que tu formulación daba pie a malas interpretaciones, por eso mi comentario :).

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