Diario de aprendizaje II (Marianne)

En este diario me concentro en la división de la historia sentimental versus la historia real con el elemento sentimental. Después de la clase me quedé pensado en la combinación de las dos. Literatura siempre tiene la libertad de tratar los temas desde un punto de vista poco convencional y hasta inaceptable (si es posible). No obstante, existen problemas de todo tipo en el tratamiento de una historia verdadera cuando es modificada en una forma fictiva, y no estoy segura de que la autora Dulce Chacón hubiera tenido éxito en su intento de combinarlas en “La voz dormida”. Me encantó la novela, pero la leí como una novela rosa. A lo mejor las historias reales merecen ser contadas con todo el horror con lo que han sido vividas. Al fin y al cabo, de la novela solamente me acuerdo de Pepita, la protagonista atrapada a la vida de la oposición por amor.

La relación entre la credibilidad y “ternurización” (como lo describe José-Carlos Mainer en su crítica en el ppt de Elina) puede ser problemática. La novela me dejó una impresión de ser pura ficción. Las páginas de los agradecimientos me sorprendieron y me dejan en un estado de los pensamientos en contradicción. ¿Cuál es ficción y cuál no lo es? La realidad brutal vivida sin demasiada desesperación no puede ser la verdadera realidad durante la guerra, en una cárcel y ni durante los actos represivos de posguerra. Se habla de la desmoralización, pero en la novela no existe. El estilo suavizante quizá no da bastante peso a los hechos atroces ocurridos en la realidad, que tienen el derecho de ser contadas, pero en esta novela no son protagonistas sino pasan al segundo plano de una historia de amor. Sirven para esta historia como entorno trágico que ha de ser aguantado para alcanzar el feliz final. En el texto faltan las palabras finales escritas “vivieron felices y comieron perdices”, pero existen en esta historia sentimental también sin la forma textual concreta.

Por otro lado, la novela ofrece un punto de vista de las personas invisiblemente heroicas, que intentan sobrevivir entre los dos frentes y en unas circunstancias en las que es casi imposible rechazar uno u otro. Sus nombres no son mencionados en las historias de los partidos, aunque ellos son el intermediario, el enlace que detiene a unos de salir del país y a otros de convertirlo en un culto de fascismo del pueblo entero. Todos no son hombres políticos ni en una situación imperiosa, y se llevan más o menos bien con el entorno reinante. Siguen viviendo – muriendo, naciendo y enamorándose – a pesar de todo.

El amor en ese entorno debería ofrecer un contraste a los horrores, pero en esta novela no funciona de esa manera. No intensifica, más bien palidece los horrores, como el rojo y el blanco desaparecen en el rosa.

Otro problema es el toque idealizador de la lucha armada. El estilo amoroso no deja que se destaque la realidad brutal y no pinta la lucha con colores oscuros. En la obra, la lucha vale la pena y las personas no pierden la esperanza sobre la victoria. No es nada nuevo hacer románticas las realidades de carácter contrario a lo ideal, y no está empleado exclusivamente por las autoras. El resultado final de la novela, la sensación de que no es real, la descarga del conflicto: las novelas sentimentales no dan impulsos a los campeones de la libertad ni a los nuevos aventureros, los turistas de guerra etc.

Quizás la novela no es políticamente comprometida, al menos no directamente, sin embargo, la idealización de la situación toma una postura parcial. Existe bastante clara distribución entre lo malo y lo bueno. Los maquis matan y luego dan justificaciones con lo que demuestran lo fuerte que es su confianza en la doctrina marxista. A los malos, no se les da la posibilidad de explicar sus actos. Me parece que la objetividad todavía no ha llegado a la literatura, posiblemente, porque elimina el ambiente y no van muy bien juntos. La historia real debería ser neutral y objetiva. La novelística antifranquista no lo es.

No sé si la voz dormida es una novela rosa o una historia con sentimientos. Es tan fácil de leer como cualquiera novela rosa, y a lo mejor por ello, la historia verdadera se convierte en algo difícil de creer .

3 thoughts on “Diario de aprendizaje II (Marianne)”

  1. Me parece interesante que dices que “la historia real debería ser neutral y objetiva”. Sí, es verdad, idealmente. Pero nunca se realiza. La historia real es siempre un poco (o mucho) subjetiva, nunca neutral. Po eso, no me puedo estar de acuerdo contigo 🙂

    Sin embargo, me gustaba mucho tu diario. Frases y opiniones fuertas con cierta convicción. Crees que, después de todo, ¿”La voz dormida” ha provocado sentimientos bastante intensivos?

  2. Me gusta la actitud crítica con que tratas la novela y, en gran parte, estoy de acuerdo contigo. A mí también me parece que el mundo que nos pinta la novela está bastante lejos de la realidad, de la vida cotidiana de los vencidos (o de los maquis) en la posguerra, aunque los agradecimientos al final del libro intentan convencernos de lo contrario. El optimismo casi infranqueable de los personajes me parece a veces desproporcionado; es como si supieran a ciencia cierta que les espera un final feliz y confiaran en que por él vale la pena aguantar cualquier cosa.

    Sin embargo, no entiendo muy bien lo que quieres decir en el penúltimo párrafo de tu diario. En él, observas que “la objetividad todavía no ha llegado a la literatura […]. La historia real debería ser neutral y objetiva. La novelística antifranquista no lo es.” La pretensión de objetividad es un asunto muy complejo y, además, hablas a la vez de dos géneros muy divergentes en cuanto a este aspecto, es decir, de historia y ficción.

    Como comenta Seija, creo que la historia nunca puede ser contada de manera neutral o objetiva, ya que implica siempre selección e interpretación de fuentes históricas que, a su vez, son siempre parciales, incapaces de transmitirnos una época o un acontecimiento histórico en su totalidad. No obstante, los historiadores tradicionalmente luchan por lograr una mayor objetividad posible. En el caso de la ficción, sin embargo, me parece que los autores pocas veces tienen como finalidad la objetividad o neutralidad de la narración. De hecho, lo que procuran transmitir, a menudo, es la subjetividad de un personaje (o varios) y su forma particular de percibir la realidad circundante.

    En suma, en mi opinión no es muy pertinente exigir a los novelistas neutralidad o objetividad, aunque sí creo que es importante discutir las ideologías, las políticas y la ética implícitas en las representaciones históricas que crean y promueven.

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