Diario de aprendizaje I (Marianne)

Sobre la pérdida de la memoria

Me he preguntado el entusiasmo con el que tanto los periódicos como los escritores españoles tratan la época franquista y especialmente el tema Guerra Civil. Franco murió ya hace 34 años y la mayoría de los sobrevivientes de la guerra también se ha convertido en polvo. El mundo, así como España ha cambiado, pero los acontecimientos detrás de generaciones nos soplan historias y reivindican justicia. Desmond Tutu, arzobispo que dirigía el sistema surafricana de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, ha escrito que la pérdida de la memoria no es para siempre: el olvido hace que el pasado vuelva a perseguir a los descendientes. 

Como finlandesa el marco de referencia a través del que veo el pasado y con el que comparo la Guerra Civil española es la otra guerra civil en la Europa del siglo XX, la finlandesa. Las dos guerras se separan sólo por unos veinte años que en esta escala de un siglo ya no resulta ser una diferencia significativa. Ambas fueron sangrientas y resultaron de una polarización social y política. En cuanto a la Guerra Civil finlandesa, se dice que todavía todo el mundo sabe del que grupo formaban parte sus antecesores. Sin embargo, no sé mencionar por el nombre a nadie quien lo sepa decir ni quien hubiera sabido decirlo hace veinte años. Igualmente, he oído decir y he leído que los españoles quieren recuperar la memoria y tener derecho a encontrar con su propia historia, los parientes desaparecidos. No lo he oído decir a la gente ordinaria sino a los periodistas, los profesores – las personas de mucha influencia. Parece que algunos prefieren pasar adelante sin tocar las heridas, otros necesitan la influencia terapéutica de la discusión. Pero, no sé decir quienes son. 

Debido a la ley universal, el vencedor declara a los culpables y escribe la historia. En Finlandia la historia era la de los blancos hasta los años de 60, y no es hasta entonces cuando empezó a dar paso a la verdad de los rojos. En España la conciencia de la historia parcial supervivía en la memoria privada y habría sido descubierta también por los jóvenes hacia los finales de la dictadura. La memoria colectiva no se había deteriorado durante la era a pesar de la enseñanza de la historia propagandista del vencedor de la guerra. Pero si el pasado no fue olvidado, y así ya saben la verdad, ¿qué quieren alcanzar con las demandas de abrir las fosas? ¿De qué se alimenta la reclamación? En su libro “Anteeksiantaminen -Tie tulevaisuuteen” escribe Desmond Tutu que con la negación de los crímenes se quita a la víctima su dignidad humana y el tratamiento de las violaciones de los derechos humanos simplemente admitiéndolas devuelve a las víctimas su dignidad humana. Los franquistas ya recibieron la recompensa nada más establecer el régimen y ellos ya no tienen la necesidad de abrir los archivos. Sus hijos, sin embargo, pueden cuestionar la historia otra vez.

La negación de la verdad republicana ha creado una necesidad de recuperar la historia. No obstante, por décadas de clandestinidad, una parte de la memoria ya no existe, y las historias fictivas están rellenando este hueco. Según Tutu la verdad no es sólo una. Son tantas como las personas y la subjetiva experiencia de la verdad es tan importante para la gente que la verdad considerada probada lo es para el juzgado. 

En la II Guerra Mundial los finlandeses tuvieron que unirse y luchar por una causa común. El proceso de democratización de España probablemente ha conseguido la misma sensación de solidaridad. Pero hay una causa simple que hace que no se resuelva el debate sobre la investigación del pasado: todos tienen diferentes necesidades de llegar a las raíces. Y, sin embargo, nueva información es excavada cada día.   

Bibliografía:Tutu, Desmond. Anteeksiantaminen – Tie tulevaisuuteen. Ajatus kirjat. 2001.

3 thoughts on “Diario de aprendizaje I (Marianne)”

  1. Me gusta el hecho de que has hecho comparaciones entre Finlandia y España, entre las guerra civiles europeas del siglo XX. No las he comparado nunca y me has hecho pensar.

    Según yo, Finlandia no ha olvidado su guerra civil, aunque ya no haya nadie quien haya luchado en ella. El año pasado se habló bastante sobre el tema en los medios de comunicación, y se publicaron libros también. Por parte de la familia de mi padre, siempre se supo en que bando habían estado, e incluso se sentían orgullosos de ello.

    Claro que la Guerra Civil finlandesa ya no nos duele del mismo modo que su guerra a los españoles, y creo que es por las diferentes consecuencias que han tenido las dos guerras: en España el resultado fue una dictadura que duró muchos años y hizo que la polarización de la sociedad siguiera. A lo mejor después de unos 90 años del fin de la dictadura ya no les dolerá a los españoles tampoco.

  2. Me gusta la idea de comparar el caso de España con el de Finlandia, aunque establecer este tipo de paralelismos históricos también tiene sus problemas, ya que dos contextos históricos nunca son iguales ni, por lo tanto, fácilmente comparables. Como señala Hanna, quizás la diferencia más grande entre las dos situaciones consiste en el hecho de que en España la guerra condujo a una larga dictadura y en Finlandia no; aquí la reconciliación, o el apaciguamiento, llegó antes.

    Asimismo, el modo en que se llevó a cabo la transición a democracia en España es una de las causas principales del surgimiento de un interés masivo por el pasado cercano del país a finales de los años 90. Algunos hablan de un “pacto de olvido”, que supuestamente impidió discutir abiertamente los acontecimientos del pasado durante la Transición, pero creo que el término no es muy acertado. Paloma Aguilar Fernández y Julián Casanova, entre otros, han discutido sobre el término, pero si queréis leer algo más corto sobre el tema, os recomiedo el artículo de Javier Cercas titulado “Cómo acabar de una vez por todas con el franquismo” (El País, 29/11/2005).

    Dices que sólo has oído o leído hablar de la necesidad de “recuperar la memoria” a periodistas y profesores. Desde luego, este tipo de personas tienen más protagonismo en los medios de comunicación, pero creo que por ejemplo en El País y en varios documentales recientes encuentras muchísimas entrevistas a personas normales y corrientes que luchan por aclarar el destino de sus familiares durante la guerra y la dictadura. El llamado boom de la memoria surgió a finales de los años 90 precisamente por iniciativas procedentes de la sociedad civil; los políticos se interesaron por la “recuperación de la memoria” más adelante y en gran parte por la presión ejercida por varias asociaciones. Sin duda, el colectivo más influyente ha sido y sigue siendo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, fundada en 2000 por la iniciativa de Santiago Macías y Emilio Silva, nieto de una víctima de la represión franquista (ambos son periodistas).

    Una última observación: dices hacia el principio de tu diario que “[l]a memoria colectiva no se había deteriorado” durante el franquismo “a pesar de la enseñanza de la historia propagandista del vencedor de la guerra”. Yo creo que eso no es cierto. Hubo varias generaciones que no tuvieron acceso a la versión de los “rojos” sobre la contienda y los años posteriores. Desde luego, es imposible extirpar totalmente la memoria, o sea, había personas que recordaban y contaban historias de los vencidos, pero el hecho de no poder hacerlo públicamente y sin miedo impidió que una gran parte de los jóvenes conocieran las “verdades” de los varios grupos sociales del lado republicano perseguidos por el franquismo.

    Por cierto, ¡tengo muchas ganas de leer el libro de Desmond Tutu que citas!

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