Diario de Aprendizaje II (Eeva)

Hace algunos días tuve un debate con una amiga mía sobre las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer. Al principio yo sostuve que sería difícil de gozar de la literatura sin entenderla. Pensaba sobre todo en poesía: la comprensión como un factor de placer me parece más importante en cuanto a la literatura  que con respecto a otras formas del arte. Lo pienso puesto que las palabras no son imágenes de sus referentes y, por consiguiente, no son perceptibles por los sentidos de la misma manera que, por ejemplo, la música y la pintura. Mi amiga me hizo notar que, aunque no se esté consciente de la intertextualidad de una novela, de todas maneras se puede gozar de la obra. Yo nunca lo había pensado de ese lado, sólo había pensado que cuanto más encuentre cosas ocultas en el texto o ”entiende que estoy entendiendo” una metáfora, tanto más disfruto de la obra. Reconozco que esta idea del placer máximo que he tenido es bastante subjetiva; tengo que ajustar un poco mi actitud. Y ¿qué tiene que ver todo esto con la obra Luna de lobos por Julio Llamazares? Sólo lo quería contar porque, en mi opinión, explica bien por qué me gustó tanto el libro. Luna de lobos es una mina de metáforas, el lenguaje de la novela es tan poético que se puede encontrar matices interesantes en casi todas las frases.   En este diario de aprendizaje quiero tratar algunos recursos literarios de Luna de lobos. Voy a concentrarme en dos apartados específicos que me impresionaron personalmente a mí. Advierto que todo lo que diga sobre estos apartados es subjetivo, está basado en mi pensamiento y mis emociones, y no en hechos reales. Simplemente quiero compartir las ideas que me imagino haber encontrado leyendo entre líneas.  Empezamos por el búho; tanto la figura como su canto me alegraron durante toda la obra. Mi favorito es el apartado en el que se describe el animal sin conectarlo de ninguna manera a lo que se ha dicho antes o a lo que se va a decir después.                       

 “Hacia las tres de la mañana, ha cantado el búho en el hueco de algún roble cercano. Debe de ser rojo y negro como la hoguera que agoniza dentro de la cueva. Y sus ojos resplandecientes en la noche como dos brasas.” –Luna de lobos, 41 

Como hemos aprendido en la clase, la imitación del canto del búho fue una de las contraseñas que usaban los enlaces y apoyos para contactar con los guerrilleros. Sin embargo, en el apartado citado no se trata de una situación en la que fuera usada la contraseña. El búho está simplemente presentado al lector por primera vez. Por el hecho de que no esté usado para avisarle al lector la contraseña sino por otro motivo, me puse a pensar en el simbolismo de los colores. El narrador piensa que el búho debe ser rojo y negro. No creo que sea la única que, al oír estos colores, piensa en la enseña rojinegra que, según Wikipedia, “une el color negro del anarquismo con el color rojo del sindicalismo o movimiento obrero”. El simbolismo del apartado no termina en los colores. Si el rojo y el negro significan el anarquismo y el movimiento obrero, se puede preguntar si la hoguera que agoniza dentro de la cueva es sólo una hoguera, o, por ejemplo, la pasión anarcosindicalista de los hombres que están dentro de la cueva.  

Aunque yo podría hablar del búho hasta el infinito, quiero también presentar el otro apartado que me encantó. En esta escena los maquis Ángel, Ramiro y Gildo han bajado al pueblo para buscar a Juan. Están volviendo al monte.

                       “Es la señal: sobre los campos desolados, sobre las extensiones infinitas de la noche,    sobre las soledades eternamente juntas de río y del camino, comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre.  

                    Por los últimos huertos, cerca ya del cementerio, la ventisca arrecia. Desciende por el monte con un aullido doblando las cabezas de los árboles como animales sagrados que se inclinan ante el dios que pasa.[…]                      Ha sido justo aquí, al salir a monte abierto, cuando nos ha sorprendido a bocajarro la descarga: una cortina de fuego que se enciende de repente junto a las viejas tapias del cementerio.”  -Luna de lobos, 48 

Sigue acción, una situación confusa de un tiroteo entre los maquis y la guardia civil.                    

                     “La noche ha reventado como un barril de pólvora. Se ha convertido en un devastador y helado torbellino. La nieve, el viento, el tableteo de las armas, los gritos de los guardias, se funden bajo la noche dibujando una lámina borrosa e indescifrable. El ruido es sobrehumano. […]” -Luna de lobos, 48 

Hay más acción, los maquis resisten con una granada de mano. Con la ayuda de la explosión logran escaparse. 

                      “Y otra vez, correr, correr monte arriba con todas nuestras fuerzas, correr entre las urces y las ráfagas de nieve, correr buscando la raíz más profunda de la noche, la salvación cercana de esas rocas que marcan, en lo alto de la loma, la frontera de la muerte y de la vida.” Luna de lobos, 49 

De repente, le disparan a Ángel, siente un golpe en la rodilla. 

                      “Al cabo de unos minutos, una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo.  

                    La noche se resiste a aceptar el silencio. Tan intenso. Pero, en seguida, el aullido gris de la ventisca reaparece entre las urces para llenar el vacío que la pólvora ha dejado.   […]” -Luna de lobos, 49 

Por fin vuelve la calma y los guardias comienzan a salir. 

                      “En la collada de Illarga, la nieve alcanza ya un palmo de altura. La ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. 

                      Apoyado en el hombro de Gildo, hundiéndome en la nieve a cada paso, sin un solo descanso, sin ni siquiera un alto mínimo para mirar atrás y contemplar la larga estela de silencio que vamos dejando entre nosotros y las botas de los guardias …” -Luna de lobos, 50 

En este apartado de unas páginas me gusta, además de la personificación, el uso de los cambios del tiempo. El autor usa en especial la nevada para reflejar los cambios en el ritmo de los acontecimientos. Justo antes del apartado citado, los personajes se han enterado de que muy probablemente uno de ellos, Juan, ha muerto. Me imagino que como consecuencia de tal noticia, uno se siente bastante solo. Sin embargo,  Ángel, el narrador, no describe como se siente solo, sino refleja su soledad a la naturaleza alrededor de él. El lector se entera de que es la señal: […] comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre. Cuando yo leí esta parte, tuve una impresión de que el nieve refleja la muerte, y esta impresión tuvo apoyo cuando, en cuanto los maquis acercaron al cementerio, también la ventisca arreció, como si la presencia más cercana de la muerte hiciera más violente la ventisca. Está presente la muerte a través del cementerio, arrecia la ventisca, y empieza el tiroteo; justamente en el mismo sitio la amenaza de la muerte de los tres maquis se acerca. En el mismo momento aumenta el ritmo de la narración: los acontecimientos, en vez de seguir pasando de manera tranquila (si bien tensa), se suceden como las ráfagas de nieve.  

La relación entre la muerte fría y el ritmo rápido de la narración se mantiene también cuando el autor compara la noche con un  barril de pólvora que ha reventado y con un helado torbellino. Al huir ante el peligro, los hombres corren a más no poder, el ritmo de narración no cambia, el lector puede casi sentir los fuertes latidos del corazón resultados de tanto correr y de tanto pánico. A todo eso acompañan las ráfagas de nieve. Hasta que, de repente, todo cambia: le dan el golpe en la rodilla de Ángel y el ritmo de la narración se vuelve a tranquilizar. Nieve por un momentito, pero no con tanta intensidad que antes: primero una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo y después el aullido gris [como lo del lobo] de la ventisca reaparece […] para llenar el vacío que la pólvora ha dejado. Ya está tranquila la situación,  los guardias comienzan a salir. De la misma manera se tranquiliza el tiempo: [l]a ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. La tranquilidad de la situación en el fin está aún enfatizada por la larga estela de silencio que van dejando entre ellos y las botas de los guardias. 

Pienso que los apartados citados muestran bien el modo del que Julio Llamazares usa las metáforas, la personificación y otros recursos lingüísticos. Sin embargo, al escribir este diario me he dado cuenta de que mientras trato el tema, he argumentado contra mi propia opinión de antes, me he metido en un jardin. La mayoría de lo que pensaba haber encontrado en Luna de lobos no está basado en la comprensión sino en las emociones que me surgieron leyendo el texto. Así que, para volver al tema con el que empecé a escribir este diario, el de las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer, tengo que admitir que, al fin y al cabo, la comprensión no tenía mucho que ver con el hecho de que disfrutara de la novela. Tengo que llamar a mi amiga y reconocer mi error.   

– Julio Lamazares: Luna de lobos (1994)

http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADmbolos_anarquistas

4 thoughts on “Diario de Aprendizaje II (Eeva)”

  1. De las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer, pienso que las dos tienen rázon. Creo que depende de la obra. Muchas obras tienen varios niveles, pero se las puede disfrutar sin entenderlos todos. Especialmente si el texto evoca fuertes sentimientos como es en el caso de Luna de lobos.

    Estoy sorprendida de que no dedicaras todo el diario a los búhos. Lo que dices sobre el símbolismo de los colores es una observación interesante. Puede ser que representen el anarquismo y el sindicalismo como dices tú. Yo pensé que simbolizan sólo la oscuridad, el desespero y la sangre.

    También me gusta tu idea que la nieve refleja la muerte. Es verdad que se habla de la nieve en varias partes cuando la muerte está presente. La nieve es blanca como la cara de un muerto y tan fría como su mano. Es fácil a relacionar la nieve con el silencio y con la serenidad que, por su parte, se asocian con la muerte.

    La única cosa que se me ocurre criticar en tu diario es la largura de las citas que has unido en tu trabajo. Aunque te perdono porque se nota que esa parte te ha encantado. Es curioso cómo te has fijado en detalles que yo ni siquiera recuerdo haber leído.

  2. Me ha gustado tu diario porque me parece que te has fijado en unos detalles muy atractivos y que los analizas de forma aguda. Asimismo, creo que la introducción personal de tu diario (sobre las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer) funciona muy bien, ya que capta la atención del lector y, además, sirve para enfocar las reflexiones siguientes desde un punto de vista concreto.

    Essi dice en su comentario que le resulta “curioso cómo te has fijado en detalles que yo ni siquiera recuerdo haber leído”. Eso es precisamente la razón por la que quiero que todo el mundo lea siempre los diarios de los demás: cada uno presta atención a un aspecto distinto y, por lo tanto, las lecturas particulares de los compañeros nos hacen ampliar nuestras propias ideas sobre la novela en cuestión.

    Estoy de acuedo con Essi también en cuanto a la extensión de las citas sobre la escena en que los tres maquis bajan al pueblo para buscar a Juan. Las citas cortas que utilizas en medio del análisis funcionan bien, sirven para dar fuerza a tus observaciones, pero los párrafos largos sin una conexión inmediata a tu argumentación solamente distraen el lector. Aunque a una le haya gustado mucho la obra, ¡no hay que excederse con las citas!

    Suprimiendo algunas citas superfluas, habrías tenido espacio para aumentar un poco la parte de conclusiones de tu diario. Después de un análisis sútil, concluir con un simple “[p]ienso que los apartados citados muestran bien el modo del que Julio Llamazares usa las metáforas, la personificación y otros recursos lingüísticos” me parece un poco escueto.

    Si te apetece leer algo más sobre la simbología natural en la obra de Llamazares, tengo varios artículos sobre el tema. En la biblioteca encuentras también algo, por ejemplo, el siguiente artículo:

    IZQUIERDO, José María: “Julio Llamazares un escritor español para lectores escandinavos”. Moderna språk (Göteborg, Sverige), Vol. XCII, N. 1 (1998): 92-99.

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