Así fue… en las artes y en las calles

José Enrique Ruiz-Doménec viaja por la historia de España a través de sus hitos culturales y cotidianos – La Hispania romana y la Guerra Civil acotan la obra

MIGUEL ÁNGEL VILLENA – El país – 14/02/2009

“La historia del matrimonio de Alfonso XII con su prima María de las Mercedes, hija de los condes de Montpensier, se hizo para ser recitada en las plazas públicas, como la de su tataranieto Felipe de Borbón con Letizia Ortiz se hizo para las cámaras de televisión”. Con este párrafo, el historiador José Enrique Ruiz-Doménec ilustra el papel que la Monarquía jugó para asentar la Restauración, un sistema político que se prolongó en España durante más de medio siglo (1876-1931).

La relevancia concedida a los movimientos culturales y a la vida cotidiana, junto a una cuidada elección de anécdotas históricas que llegan a elevarse a categorías, como en la famosa boda de Alfonso XII que ha llegado al imaginario popular e incluso al cine, figuran entre los ejes de España, una nueva historia (Gredos). El libro, que aparecerá la semana próxima, responde al intento de Ruiz-Doménec, historiador formado en Francia y en el Reino Unido, de ofrecer una obra de síntesis, divulgativa y rigurosa al mismo tiempo.

“Analizar los factores humanos”, señala el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, “y cómo inciden en los grandes hechos históricos ha sido mi objetivo. Hay que tener en cuenta que detrás de cada decisión con trascendencia se halla el factor humano. Cuando hablo de nueva historia, de un enfoque distinto para abordar la evolución de España, quiero decir que estoy mezclando el microrrelato con el macrorrelato, subrayando siempre la importancia de las mentalidades, de la vida cotidiana y de la cultura. De este modo, utilizo mucho las obras de artistas como Cervantes, Quevedo, Farinelli, Larra, Sorolla, Falla o Pardo Bazán para ayudar a entender las distintas épocas de España, más allá de los sucesos políticos o los avatares económicos”.

Para conseguir esos objetivos resulta necesario que el historiador escriba como un novelista o, incluso mejor, como un periodista. “Mi maestro Georges Duby me impuso como deberes que aprendiera a escribir bien, con ritmo y estilo. Es básico para una buena narración histórica saber contar los acontecimientos para que los comprenda cualquier lector de periódicos y no sólo los eruditos. De hecho, yo escribo historia por responsabilidad ciudadana”.

Persuadido de que Internet ha acabado con la necesidad de notas a pie de página y con las bibliografías infinitas, Ruiz-Doménec no tiene dudas de que el éxito que vive el género histórico en España, desde la novela al ensayo pasando por las biografías, obedece a las carencias del sistema educativo.

El autor defiende un salto interpretativo y argumenta que muchas fechas históricas han afectado más a la memoria colectiva que a la realidad diaria de los que la vivieron. Y a la hora de analizar, el catedrático de Historia Medieval, aunque con vocación de generalista, resalta las dos o las múltiples Españas que convivieron en algunas etapas de la Edad Media.

[Leer todo el artículo]

Vencidos y saqueados

Los republicanos españoles pagaron la derrota no sólo con la vida, la cárcel o el exilio. Los tribunales políticos del franquismo también confiscaron sus bienes y fijaron abultadas multas

TEREIXA CONSTENLAEl País – 15/02/2009

xirgu.jpg

Margarita Xirgu era un icono del teatro, un meteorito que horadó el casticismo de las tablas con su apuesta por la vanguardia europea. Para media España, un símbolo del compromiso de una generación de artistas de entreguerras. Para la otra media, una roja con un pasado que expiar. El expediente de la actriz es uno de los 36.018 resueltos hasta noviembre de 1941 por los 18 tribunales regionales de responsabilidades políticas, creados para castigar a los perdedores de la Guerra Civil por su ideología, a golpe de multas e incautaciones.

Por ellos desfilaron desde presidentes de la República como Manuel Azaña o Niceto Alcalá Zamora hasta insignificantes militantes de partidos del Frente Popular que alguien ponía en la diana del tribunal. Daba igual que el procesado estuviese en España o en el exilio; daba igual que estuviese vivo o muerto. En el peor de los casos, la familia pagaba el ajuste de cuentas. Así que Xirgu, de notoria afinidad republicana, no se libró de esta persecución, que comenzó mientras ella estaba de gira en México. “Es persona de izquierda, figurando afiliada en Izquierda Republicana. En octubre de 1934 tuvo oculto en su casa a Manuel Azaña, del que era íntima amiga, así como de Marcelino Domingo

[ministro de Instrucción Pública]. Le cogió el Movimiento Nacional en el extranjero, no habiendo regresado a su patria, dedicándose a realizar propaganda roja en festivales, representaciones teatrales y giras. Protege a los elementos marxistas en una finca que ha adquirido en Chile”.

Por tales “hechos graves”, el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Barcelona le confiscó todos sus bienes en 1941, la inhabilitó para ocupar cargos “de toda clase” a perpetuidad y la condenó al destierro, también perpetuo. Entre las propiedades incautadas se incluían tres viviendas en Barcelona y la casa de Badalona, donde Azaña se había alojado tras su retención en el puerto barcelonés en 1934, y por la que también habían pasado Federico García Lorca y Jacinto Benavente.

Margarita Xirgu jamás regresó del exilio, a su juicio, el peor de los males. […]

(Leer todo el artículo)

Rojos y judíos

JORDI SOLEREl País -15/02/2009

El éxodo de republicanos que, huyendo de la cólera vengativa del general Franco, cruzó la frontera francesa en febrero de 1939, fue repartido en varios campos de concentración que, en general, no eran más que grandes extensiones de terreno cercado con alambre, una especie de corral, vigilado por guardias senegaleses, donde los republicanos españoles vivían, dormían, defecaban y con frecuencia morían a la intemperie. El más grande y emblemático de estos campos era el de Argelès-sur-Mer, una larga playa donde murieron cientos de españoles que hoy se ha reconvertido en lugar de veraneo; en esa misma arena donde los republicanos luchaban por sobrevivir, o morían de hambre, enfermedad o desesperación, ahora los turistas beben cerveza en un chiringuito con D. J. o exponen, sobre una toalla mullida, sus cuerpos al sol. Mi abuelo, al perder la guerra, purgó varios meses en esa playa y en ese tiempo, un tiempo indecente para vivir a la intemperie, experimentó una serie de cambios que fueron transformando el signo del campo de concentración: al principio era una prisión exclusiva para republicanos pero conforme la Segunda Guerra Mundial fue consolidándose comenzaron a llegar judíos y gitanos, dos pueblos que, junto con el éxodo republicano, constituían entonces una tribu errante que no tenía lugar en Europa, y que en la España franquista contaba incluso con un eslogan, con una idea machacona que decía, muy a la manera de Bush y su Eje del Mal, que todas las desgracias del mundo se debían a un complot de rojos, judíos y masones.

Luego vino el horrendo capítulo de los campos de concentración y de exterminio nazis donde volvieron a coincidir judíos y republicanos, en una proporción, y a partir de un proceso de selección, que desde luego los convierte en tragedias que no pueden compararse. Sin embargo, aquél es un capítulo, el de los rojos y los judíos en el mismo campo de concentración, que por salud mental, y para no perder la perspectiva histórica, no deberíamos olvidar; sobre todo en esta temporada en que España acaba de ser declarada, por el prestigioso Pew Research Center de Washington, el país más antisemita de Europa; un deshonor mayor que es la suma de la clásica, y añeja, animadversión del mundo católico frente al judío, y de la educación franquista que durante décadas reforzó esta animadversión.

Mientras Europa, después de la Guerra Mundial, lidiaba con el genocidio nazi, trataba de digerirlo y hacía un examen de conciencia a nivel colectivo y personal, en España los judíos seguían perteneciendo a ese eje del mal que Franco con tanto empeño y desparpajo había promocionado. Alejandro Baer, enun estupendo artículo publicado en estas mismas páginas, nos contaba cómo la Noche de los Cristales, ese pogromo antisemita que organizaron los nazis en 1938, fue condenado por la República española y justificado, e incluso aplaudido, por el bando franquista. Cuarenta años de discurso oficial antisemita es tiempo suficiente para contaminar a varias generaciones, para deformar la visión que tiene el país del pueblo judío y de los individuos que lo componen. ¿Que España es el país más antisemita de Europa? Según el Pew Research Center lo es, pero también es el país que tiene la curia más poderosa, vociferante y arcaica del planeta, dos anomalías complementarias que deberían revisarse seriamente como eso que son, anomalías en un país europeo, en la octava economía del mundo, anomalías como esos huesos de los combatientes republicanos que sus familias no pueden desenterrar.

Quiero decir que el antisemitismo español tiene mucho de tara, tiene que ver con esa zona de burricie que el dictador extendió durante décadas para perfilar un ambiente que sirviera a sus propósitos, y así como es necesario que cada ciudadano pueda desenterrar a sus muertos de la Guerra Civil (para que después pueda enterrarlos en santa paz), también es imperativo un análisis personal sobre esa pulsión antisemita que, según ese centro de investigadores de Washington, posee la mitad de España.

La guerra entre Israel y Palestina ha puesto esta pulsión al rojo vivo, en las manifestaciones de Madrid y Barcelona hemos oído consignas y leído pancartas que tienen que ver más con el antisemitismo puro y duro que con la guerra misma. En la de Barcelona, por ejemplo, vimos fotografías de respetables ciudadanos barceloneses a los que, exclusivamente por el hecho de ser judíos, les habían pintado un blanco en la frente, y, hace unos días, fue vandalizada una de las sinagogas de la ciudad por un grupo de exaltados que piensan que con ese acto apoyan la causa palestina. Y esto acaba de suceder en Barcelona, una de las ciudades, no está de más recordarlo, que se cita a menudo como ejemplo de urbe civilizada y tolerante.

He empezado estas líneas en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer porque aquel episodio, casi olvidado, ilustra el flanco bárbaro de España, y en general de Europa. En aquella playa, expuesta a los cuatro vientos, españoles y franceses vivían encerrados por ser rojos y judíos, los dos sin un país al cual regresar, sin un rincón que les sirviera de refugio y con un futuro inmediato rigurosamente negro, ambos víctimas de un prejuicio que, en el caso de los judíos, sigue operando con alarmante virulencia, un prejuicio que en España le debe mucho al eje del mal que vislumbraba el dictador, que tiene mucho de tara y, con bastante frecuencia, es una forma de la ignorancia y la sandez.

Todos coincidimos en que la respuesta del ejército israelí ha sido desproporcionada y en que la masacre de la población civil palestina, con énfasis en las criaturas, no tiene ni nombre ni, si me lo permiten, perdón de Dios. Pero, a partir de aquí, habría que plantearse ¿qué culpa tiene un pacífico judío de Barcelona, o de París o de la Ciudad de México, de lo que hace aquel ejército?; ¿por qué el apoyo al pueblo palestino, apoyo que, por cierto, muchos judíos comparten, tiene que derivar en la barbarie antisemita? Así como han sido importantes las manifestaciones en la calle para detener aquella guerra, con esa misma energía habría que hacer un esfuerzo por separar a los dirigentes y al ejército del Estado de Israel de las personas que, por puro azar, han nacido judías, y viven entre nosotros. Porque el antisemitismo se dirime a ese nivel, en una cena, en una mesa donde, entre los invitados, hay un judío y en cuanto brinca el tema de la guerra entre Israel y Palestina, se instala entre el pan y el vino una incómoda tensión. La cosa empieza ahí, en esa cena hipotética donde, estos días, echan un pulso la civilización y la barbarie.

Jordi Soler es escritor.

¿Debe España recordar el franquismo?

RAMIN JAHANBEGLOOEl País – 15/02/2009

La llamada Ley de Memoria Histórica ha desatado un torbellino de debates en España. Según algunos españoles, el país tiene que mantener enterrado el pasado; de no ser así, la sociedad española se desgarraría totalmente. Pero España no es el primer país que se enfrenta a la pregunta sobre si debe o no recordarse un pasado atroz. Al abordar esta cuestión, es muy importante plantearse en primer lugar quién quiere olvidar. Y en segundo, saber si alguna víctima ha olvidado.

Cuando una nación tiene el valor de hacerse preguntas sobre su pasado, no sólo se trata de recordar su historia, sino de romper el silencio y de reivindicar la dignidad de las víctimas. En consecuencia, también tenemos que preguntarnos si recordar es un fin en sí mismo o si es el principio de un auténtico proceso de reconciliación y construcción de la paz. Como señaló James Joyce, “la historia es una pesadilla de la que tratamos de despertar”.

Para poder despertar, no es preciso ni amar el pasado ni odiarlo, sólo comprenderlo y superarlo. Y sólo siendo fieles a la verdad de la historia podremos lograr ambas cosas. Conocer la verdad histórica puede ser doloroso, pero no cabe duda de que es enormemente liberador. Con ese conocimiento, una nación puede dejar de lado el dolor.

En muchos países del mundo los procesos de conocimiento de la verdad histórica estuvieron congelados durante años. En las dictaduras de países de África, Latinoamérica y Oriente Próximo, la gente se vio obligada a vivir con culpa y la dignidad se convirtió en algo sin valor. Irónicamente, eran los oprimidos, no los opresores, los que se sentían culpables. A la gente comenzó a desagradarle su pasado, pero no podía cambiarlo. Las personas eran culpables de vivir en el lugar y el momento equivocados.

Sin embargo, la historia siempre encuentra formas de juzgarse y condenarse a sí misma. Echemos un vistazo al caso de Suráfrica. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación dio a los surafricanos la posibilidad de lidiar con su pasado partiendo de una base moral consensuada y de avanzar así hacia la reconciliación. En Suráfrica, las víctimas colocaron la necesidad de verdad y de reconocimiento por encima de la necesidad de reparación. En ese país, la cuestión no radicaba en si se imponían compensaciones monetarias o reparaciones simbólicas (o ambas). Lo primordial era la necesidad de verdad en un contexto de transición política negociada. La sustitución de la justicia punitiva por la recuperación de la verdad posibilitó que todo el mundo accediera a la información, proporcionando al mismo tiempo un testimonio incontestable sobre cómo habían tenido lugar los abusos y las vulneraciones de derechos individuales. Y el hecho de revelar la verdad sirvió para prevenir posibles violencias futuras.

En el caso español, la mayoría de los pretextos presentados para no recordar la época franquista es aquello de que no debemos reabrir las heridas del pasado. Pero negando ese pasado nunca podremos cerrar tales heridas. Si una nación, o una gran parte de ella, tiene la necesidad de recordar es porque no ha olvidado. El perdón asociado al olvido es la opción más tentadora para criminales y opresores, pero siempre es mejor perdonar sin olvidar.

Un proceso de recuerdo no sólo tiene que constituir una oportunidad para que las víctimas muestren su verdad, como hicieron los judíos respecto a la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración nazis, sino un método para que el conjunto de la sociedad construya una historia común. También sirve para que cada sociedad afronte sus pesadillas, acepte la responsabilidad de lo ocurrido y haga cambios que garanticen que esas atrocidades no vuelvan a ocurrir jamás.

El recuerdo debe ser un punto de partida que sirva para ver la propia historia con los ojos de las víctimas. Y debe ir vinculado a una nueva concepción del futuro. No tiene sentido volver la vista al pasado si no nos ayuda a crear un futuro mejor.

Una nación no puede cicatrizar sus heridas mientras la memoria colectiva esté en suspenso. La concesión de memoria histórica a las víctimas del periodo franquista es una forma de devolverle a la historia española la dignidad que merece. Pero también servirá para sacar a la luz realidades de la historia contemporánea española largo tiempo ocultas, proporcionando de manera retroactiva dignidad a los vencidos por esa misma historia. De este modo, la memoria de las víctimas del régimen franquista podría convertirse en un gran antídoto contra el odio y el prejuicio en España.

Sólo una sociedad que sepa cómo recordar al unísono sabrá cómo respetar la dignidad de la diferencia. Y el valor de ésta depende totalmente de la comprensión de sus límites. Dicho de otro modo, la historia debe escribirse por y para las víctimas que fueron abandonadas por la historia. No debemos olvidar el rastro de sangre y de lágrimas que la historia siempre deja a su paso. Un pueblo libre no puede permitirse olvidar las atrocidades de su pasado.

Ha llegado el momento de que España ponga al día su perspectiva histórica, reduciendo la brecha existente entre la memoria de las víctimas y el futuro de la democracia. La historia de la libertad tiene que ver con la posibilidad de juzgar libremente la propia historia.

Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto (Canadá).

Una novela sobre la memoria política en Chile gana el Premio Primavera

Luis Sepúlveda obtiene el galardón por su obra ‘La sombra de lo que fuimos’.- José María Beneyto queda finalista

El País Madrid – 19/02/2009

El escritor chileno Luis Sepúlveda ha ganado hoy la XIII edición del Premio Primavera de Novela, dotado con 200.000 euros, con su obra La sombra de lo que fuimos, mientras que el español José María Beneyto se lleva los 30.000 euros correspondiente al finalista con Los elementos del mundo. El jurado que ha fallado este premio, que convocan cada año la editorial Espasa Calpe y Ambito Cultural de El Corte Inglés, ha estado presidido por Ana María Matute y han formado también parte de él Antonio Soler, Ángel Basanta, Ramón Pernas, Ana Rosa Semprún y Miryam Galaz, como secretaria sin voto.

Luis Sepúlveda ha escrito una novela generacional “con estructura detectivesca” que habla del desengaño de unos chilenos que recuerdan su juventud, en los años sesenta y setenta, su relación con el Partido Comunista, el golpe de Estado, el exilio y su regreso a un Chile en democracia, “un país que ya sólo existía en su memoria”, ha explicado Ángel Basanta al presentar la obra. La novela finalista es una obra muy extensa en la que José María Beneyto propone una gran reflexión sobre Alemania y Europa, el nazismo y el sentimiento de culpa, con una mezcla de géneros, ha señalado Antonio Soler.

Afincado en Gijón desde hace años, Luis Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949) es uno de los escritores en lengua española más traducido, y, en concreto, su obra El viejo que leía novelas de amor (1989) está publicada en sesenta idiomas. Hijo de vasca y de jienense, Sepúlveda se considera miembro del grupo de escritores latinoamericanos posteriores al boom del realismo mágico y es autor además de títulos como Patagonia Express (1995), Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar (1996) y La rosa de Atacama (2000).

Por su parte, José María Beneyto es director del Instituto Europeo de la Universidad San Pablo-CEU y autor de varios ensayos, y ésta es su primera novela. Casi 300 originales, procedentes de cuatro continentes, se habían presentado a esta XIII edición del Premio Primavera de Novela.

Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria 

Diario de aprendizaje II (Gonzalo)

EL VOCABULARIO EN LUNA DE LOBOS por Gonzalo Hernández Reyes

Llamazares, como hablamos en clase, utiliza gran cantidad de adjetivos y sustantivos oscuros, fríos, depresivos, sombríos, decadentes reflejados en la naturaleza para expresar los propios sentimientos de Ángel, el personaje. Quisiera con este pequeño diario confirmar nuestra idea confrontando vocablos negativos con otros positivos. Para ello encontraremos el número de veces que aparece una palabra negativa y compararemos este número con su palabra antónima, por ejemplo, blanco frente a negro, noche frente a día, etcétera.

Este proceso es muy entretenido pero no tanto como podría pensarse a priori. Me he bajado de Internet el libro y una vez abierto he utilizado la opción del buscador de word (CTRL + F). Nada especial. Espero que os parezca curioso.

El vocablo luna aparece prácticamente el mismo número de veces que sol. Luna, 37 veces, sol, 33. Esto me pareció sorprendente, pero al buscar en qué contextos surge ”sol” es fácil entender que este sol no contine un mensaje positivo, sino todo lo contrario, está rodeado de situaciones dramáticas. Aquí coloco algunos ejemplos de la aparición de sol:

-La luz del sol no es buena para los muertos.

-Así nunca llegaban a saber que estaban ciegas y no podían resistir la luz del sol.

-el sol se desmorona en una charca sucia…

-Cuando se olvidan el color y la textura de la luz, cuando la luna se convierte en sol y el sol en un recuerdo,..

Con respecto a los colores. Negro o negra, 48 veces, gris, 22, mientras que blanco o blanca sólo 18 veces. También hay que añadir, como el caso anterior que blanco aparece en contextos muy negativos, donde el valor positivo de limpieza y pureza del blanco se limita a contextos relacionados con la muerte y la crudeza de la naturaleza. Algunos ejemplos de esto:

La niebla nos sepulta con un bramido blanco.

-¿Qué te pasa, Ramiro? Estás blanco como la nieve.

-Tina mira a Ramiro, blanco y desencajado a la luz del candil.

-…blanco de muerte sobre la superficie blanca de la almohada

-La paja gime con un sonido blando. Está podrida y blanca. Como mis pies. Como mi alma.

También me llamó la atención la comparación entre vivir, vida, vivo y viva con muerte, muerto, muerta y el verbo morir. El primer grupo aparece 47 veces, mientras que el segundo 54 (morir sólo aparece una vez). Esto, parece a priori extraño, pero así como en los anteriores casos estos conceptos están sacados de contextos en los que la muerte, más que la vida, hace acto de presencia. Veamos algunos ejemplos.

-Un lejano destello en sus ojos casi ciegos me dice —pobre Bruna— que está dispuesta a defender mi vida con la suya.

-…ráfagas de nieve, correr buscando la raíz más profunda de la noche, la salvación cercana de esas rocas que marcan, en lo alto de la loma, la frontera de la muerte y de la vida.

-…como buscando el tabaco para liar el último cigarro de su vida.

-Es el apego a esta tierra sin vida —sin vida y sin esperanza— el que se impone como una losa sobre nosotros.

La noche aparece nombrada 136 veces, frente a 46 del día. También el día tiene a menudo connotaciones negativas.

-Os matarían al día siguiente en cualquier cuneta como han hecho con tantos.

-Por el día, dormimos escondidos entre los matorrales. Y, al anochecer,

-Hay que matarla ahora —dice Ramiro—. Antes de que se haga totalmente de día.

Frío, 27, aparece muchas más veces que calor, 8. Claro, que algunas de las alusiones a calor no son para nada positivas. Veamos:

-El calor es húmedo, asfixiante. Fermenta sobre sí mismo como un animal corrompido. Se pudre. Impregna con su olor penetrante las maderas y el agua y el aire y el silencio.

-…entre mí y esta fosa donde el calor y la desesperación se funden en una sustancia putrefacta que comienza a invadir ya mi cuerpo …

Palabras violentas aparecen a menudo. Matar, 9, disparar, 23, las formas derivadas de violencia, 6 y destaca la diferencia de uso entre la palabra paz, 2, y guerra, 15.

Los derivados de oscuro y oscuridad aparecen 52 veces, la palabra sombra, 22 veces, mientras que luminoso, iluminado y sus formas, sólo 19 veces. Destaca sobre todo la presencia de la palabra luz que aparece 60 veces. De todos ellos cuesta encontrar uno que sea positivo y también hay que decirlo, carente de belleza. Aquí algunos ejemplos.

-Juana tiene razón. No puedo permanecer eternamente aquí, tumbado como un muerto boca arriba, sin luz, sin esperanza, con la mirada y el corazón siempre prendidos del vacío

-Hiere la luz después de tanto tiempo. Hiere con un fulgor de nieve esta luz triste y helada que ahora nace. Después de tanto tiempo. Después de tantos días sin sentirla como se sienten en la piel la lluvia o la nostalgia. Hiere la luz y

-Rasga la luz con su hoja de sangre la oscuridad inmensa de las entrañas de la tierra.

El silencio aparece 101 veces, frente a ruido, 3.

Soledad, 24 veces, compañía, 15, también, esta última usado en contextos negativos.

-…con la única compañía del caballo.

-Hasta que, poco a poco, hube de admitir que nada podría hacer por evitar su presencia y su compañía. Hasta que, poco a poco, hube de reconocer que él, el silencio, era el único amigo que me quedaba ya.

-Hace mucho que aprendí a desear menos la compañía de los hombres que la de los animales

-Las cabras, como siempre, retroceden asustadas ante mí. Lejos de acostumbrarse, cada día que pasa rehúyen más mi compañía

La palabra animal aparece 29 veces, frente a 75 que lo hace hombre (humano, sólo una vez). Hombre también aparece a menudo en contextos desagradables aunque la mayoría de las ocasiones sirve para quitarle el protagonismo, su nombre, a la persona de la que se habla.

-a pistola de Ramiro encañona la mirada de un hombre traspasado de terror y de frío.

-el instinto primario de supervivencia que puede llevar a un hombre acosado hacia la violencia

-la figura de un hombre alertado por los ladridos.

-es sólo un hombre brutal, escondido como una alimaña en las mismas montañas de las que habla.

Entre amanecer y anochecer, existe una clara diferencia. 22 a favor de amanecer, frente a 2 de anochecer. Podríamos pensar que aquí se contradice lo que hasta ahor hemos planteado, pero no. Teniendo en cuenta las condiciones en las que viven los protagonistas, el amanecer significa la oscuridad diurna, el escondite, la soledad, el silencio del interior de la tierra.

Como conclusión debo decir que, este pequeño análisis no hace más que confirmar lo que hasta ahora sabíamos. Julio Llamazares utiliza un vocabulario frío, oscuro, deprimente, a la vez encantador, hipnotizante, sencillamente genial. También quisiera añadir que este trabajo se podría ampliar estudiando la evolución del vocabulario a lo largo de la obra, o por ejemplo, dividir el estudio en adjetivos y sustantivos y analizar la relación entre ellos. Pero en esta ocasión aquí lo dejamos. Saludos y espero que os haya parecido interesante.

 

Diario de Aprendizaje II (Eeva)

Hace algunos días tuve un debate con una amiga mía sobre las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer. Al principio yo sostuve que sería difícil de gozar de la literatura sin entenderla. Pensaba sobre todo en poesía: la comprensión como un factor de placer me parece más importante en cuanto a la literatura  que con respecto a otras formas del arte. Lo pienso puesto que las palabras no son imágenes de sus referentes y, por consiguiente, no son perceptibles por los sentidos de la misma manera que, por ejemplo, la música y la pintura. Mi amiga me hizo notar que, aunque no se esté consciente de la intertextualidad de una novela, de todas maneras se puede gozar de la obra. Yo nunca lo había pensado de ese lado, sólo había pensado que cuanto más encuentre cosas ocultas en el texto o ”entiende que estoy entendiendo” una metáfora, tanto más disfruto de la obra. Reconozco que esta idea del placer máximo que he tenido es bastante subjetiva; tengo que ajustar un poco mi actitud. Y ¿qué tiene que ver todo esto con la obra Luna de lobos por Julio Llamazares? Sólo lo quería contar porque, en mi opinión, explica bien por qué me gustó tanto el libro. Luna de lobos es una mina de metáforas, el lenguaje de la novela es tan poético que se puede encontrar matices interesantes en casi todas las frases.   En este diario de aprendizaje quiero tratar algunos recursos literarios de Luna de lobos. Voy a concentrarme en dos apartados específicos que me impresionaron personalmente a mí. Advierto que todo lo que diga sobre estos apartados es subjetivo, está basado en mi pensamiento y mis emociones, y no en hechos reales. Simplemente quiero compartir las ideas que me imagino haber encontrado leyendo entre líneas.  Empezamos por el búho; tanto la figura como su canto me alegraron durante toda la obra. Mi favorito es el apartado en el que se describe el animal sin conectarlo de ninguna manera a lo que se ha dicho antes o a lo que se va a decir después.                       

 “Hacia las tres de la mañana, ha cantado el búho en el hueco de algún roble cercano. Debe de ser rojo y negro como la hoguera que agoniza dentro de la cueva. Y sus ojos resplandecientes en la noche como dos brasas.” –Luna de lobos, 41 

Como hemos aprendido en la clase, la imitación del canto del búho fue una de las contraseñas que usaban los enlaces y apoyos para contactar con los guerrilleros. Sin embargo, en el apartado citado no se trata de una situación en la que fuera usada la contraseña. El búho está simplemente presentado al lector por primera vez. Por el hecho de que no esté usado para avisarle al lector la contraseña sino por otro motivo, me puse a pensar en el simbolismo de los colores. El narrador piensa que el búho debe ser rojo y negro. No creo que sea la única que, al oír estos colores, piensa en la enseña rojinegra que, según Wikipedia, “une el color negro del anarquismo con el color rojo del sindicalismo o movimiento obrero”. El simbolismo del apartado no termina en los colores. Si el rojo y el negro significan el anarquismo y el movimiento obrero, se puede preguntar si la hoguera que agoniza dentro de la cueva es sólo una hoguera, o, por ejemplo, la pasión anarcosindicalista de los hombres que están dentro de la cueva.  

Aunque yo podría hablar del búho hasta el infinito, quiero también presentar el otro apartado que me encantó. En esta escena los maquis Ángel, Ramiro y Gildo han bajado al pueblo para buscar a Juan. Están volviendo al monte.

                       “Es la señal: sobre los campos desolados, sobre las extensiones infinitas de la noche,    sobre las soledades eternamente juntas de río y del camino, comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre.  

                    Por los últimos huertos, cerca ya del cementerio, la ventisca arrecia. Desciende por el monte con un aullido doblando las cabezas de los árboles como animales sagrados que se inclinan ante el dios que pasa.[…]                      Ha sido justo aquí, al salir a monte abierto, cuando nos ha sorprendido a bocajarro la descarga: una cortina de fuego que se enciende de repente junto a las viejas tapias del cementerio.”  -Luna de lobos, 48 

Sigue acción, una situación confusa de un tiroteo entre los maquis y la guardia civil.                    

                     “La noche ha reventado como un barril de pólvora. Se ha convertido en un devastador y helado torbellino. La nieve, el viento, el tableteo de las armas, los gritos de los guardias, se funden bajo la noche dibujando una lámina borrosa e indescifrable. El ruido es sobrehumano. […]” -Luna de lobos, 48 

Hay más acción, los maquis resisten con una granada de mano. Con la ayuda de la explosión logran escaparse. 

                      “Y otra vez, correr, correr monte arriba con todas nuestras fuerzas, correr entre las urces y las ráfagas de nieve, correr buscando la raíz más profunda de la noche, la salvación cercana de esas rocas que marcan, en lo alto de la loma, la frontera de la muerte y de la vida.” Luna de lobos, 49 

De repente, le disparan a Ángel, siente un golpe en la rodilla. 

                      “Al cabo de unos minutos, una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo.  

                    La noche se resiste a aceptar el silencio. Tan intenso. Pero, en seguida, el aullido gris de la ventisca reaparece entre las urces para llenar el vacío que la pólvora ha dejado.   […]” -Luna de lobos, 49 

Por fin vuelve la calma y los guardias comienzan a salir. 

                      “En la collada de Illarga, la nieve alcanza ya un palmo de altura. La ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. 

                      Apoyado en el hombro de Gildo, hundiéndome en la nieve a cada paso, sin un solo descanso, sin ni siquiera un alto mínimo para mirar atrás y contemplar la larga estela de silencio que vamos dejando entre nosotros y las botas de los guardias …” -Luna de lobos, 50 

En este apartado de unas páginas me gusta, además de la personificación, el uso de los cambios del tiempo. El autor usa en especial la nevada para reflejar los cambios en el ritmo de los acontecimientos. Justo antes del apartado citado, los personajes se han enterado de que muy probablemente uno de ellos, Juan, ha muerto. Me imagino que como consecuencia de tal noticia, uno se siente bastante solo. Sin embargo,  Ángel, el narrador, no describe como se siente solo, sino refleja su soledad a la naturaleza alrededor de él. El lector se entera de que es la señal: […] comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre. Cuando yo leí esta parte, tuve una impresión de que el nieve refleja la muerte, y esta impresión tuvo apoyo cuando, en cuanto los maquis acercaron al cementerio, también la ventisca arreció, como si la presencia más cercana de la muerte hiciera más violente la ventisca. Está presente la muerte a través del cementerio, arrecia la ventisca, y empieza el tiroteo; justamente en el mismo sitio la amenaza de la muerte de los tres maquis se acerca. En el mismo momento aumenta el ritmo de la narración: los acontecimientos, en vez de seguir pasando de manera tranquila (si bien tensa), se suceden como las ráfagas de nieve.  

La relación entre la muerte fría y el ritmo rápido de la narración se mantiene también cuando el autor compara la noche con un  barril de pólvora que ha reventado y con un helado torbellino. Al huir ante el peligro, los hombres corren a más no poder, el ritmo de narración no cambia, el lector puede casi sentir los fuertes latidos del corazón resultados de tanto correr y de tanto pánico. A todo eso acompañan las ráfagas de nieve. Hasta que, de repente, todo cambia: le dan el golpe en la rodilla de Ángel y el ritmo de la narración se vuelve a tranquilizar. Nieve por un momentito, pero no con tanta intensidad que antes: primero una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo y después el aullido gris [como lo del lobo] de la ventisca reaparece […] para llenar el vacío que la pólvora ha dejado. Ya está tranquila la situación,  los guardias comienzan a salir. De la misma manera se tranquiliza el tiempo: [l]a ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. La tranquilidad de la situación en el fin está aún enfatizada por la larga estela de silencio que van dejando entre ellos y las botas de los guardias. 

Pienso que los apartados citados muestran bien el modo del que Julio Llamazares usa las metáforas, la personificación y otros recursos lingüísticos. Sin embargo, al escribir este diario me he dado cuenta de que mientras trato el tema, he argumentado contra mi propia opinión de antes, me he metido en un jardin. La mayoría de lo que pensaba haber encontrado en Luna de lobos no está basado en la comprensión sino en las emociones que me surgieron leyendo el texto. Así que, para volver al tema con el que empecé a escribir este diario, el de las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer, tengo que admitir que, al fin y al cabo, la comprensión no tenía mucho que ver con el hecho de que disfrutara de la novela. Tengo que llamar a mi amiga y reconocer mi error.   

– Julio Lamazares: Luna de lobos (1994)

http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADmbolos_anarquistas

Diario de aprendizaje I (Essi)

Tanto en La Luna de Lobos como en El Silencio Roto se habla de los hombres del monte. Fueron los rojos que tenían que huir para salvar su vida durante y después de la guerra civil. Algunos de ellos resistieron años escondiendose en la cuevas y a veces bajando al pueblo las noches. En este diario quiero discutir la relación entre los aldeanos y los guerrilleros.

Los del monte necesitaban de aldeanos. Recibían mucha ayuda de parte de sus familiares y de sus amigos que vivían en los pueblos. Les daban de comer y  les contaban las novedades. Probablemente era por ellos que aguantaban en los montes y no se renunciaban. Sobre todo los aldeanos les daban esperanza que algún día todo ése acabara.

A veces las familias ayudaban a sus seres queridos a esconderse en sus viviendas o terrenos. Claro que los guardias civiles sabían sospecharlo y buscaban todas las casas. Torturaban y maltrataban a las personas que podrían haber tenido algún tipo de relación con los fugados. A pesar de todo el daño que la protección de los del monte causaba a las familias, los seguían protegiendo. Tal vez lo hacían por amor o algunas veces por pura obligación o por lástima. De todos modos, los fugados dependían de los aldeanos.

No podían confiarse en nadie. Se les daba una recompensa a las personas que denunciaban a los guerrilleros o a sus ayudantes. También los aldeanos vivían con el miedo constante. No podían saber si el día siguiente fuera el último para los suyos que estaban en el monte, y también tenían que preocuparse por ellos mismos. En Luna de lobos la hermana de Ángel le repite cada rato que le van a matar. No sé si lo dice por Ángel o por  toda su familia.

El tema me trae a la memoria una pelicula que vi. Se llama La Lengua de las mariposas. Los acontecimientos están ambientados al inicio de la guerra civil. En esa pelicula se ve bien el poder del miedo y la presión de la conformidad en un pueblo pequeño. El niño acaba  insultando a su profesor favorito a pesar de que le respeta mucho y le tiene cariño. Lo hace porque los demás lo hacen. Sabe que si no insulta va a ser uno de los insultados.

Por otro lado, mucha gente esperaba que los maquís se formaran y  tomaran el poder. En algunos pueblos así sucedió pero no podían cambiar las cosas. Muchos guerrilleros sólo querían vengarse. En El Silencio Roto la alegría de la toma del pueblo no dura mucho. Al fin la situación de los aldeanos y de los del monte es peor que nunca. Así también pasó en vida real en muchos pueblos.

En pueblo tenían mucho miedo de los fugados. Los del monte muchas veces robaban y hasta mataban para sobrevivir. Era muy peligroso encontrarse con ellos. Como los guerrilleros tenían mucho miedo de que se los denunciara, eran capaces de matar a cualquier persona que los viera. Pasaban tanto tiempo fuera de la civilización perseguidos que ya parecían más animales que seres humanos. Hasta mataban a sus propios compañeros guerrilleros.

En Luna de Lobos hay una parte que me parece especialmente interesante. Cuando Ángel está en la casa de María ella le dice que en el pueblo hablan que lo mejor que podría hacer es tragarse una botella de coñac y pegarse un tiro. Él le contesta: ” Diles que no soy un perro”.  El contraste entre cómo los aldeanos ven la situación de Ángel y cómo él mismo la ve es fascinante.  Mi interpretación es que Ángel se considera un poco como un mártir. Es un buen muchacho que tiene derecho a llevar una vida normal, pero por la fuerza de la circunstancias vive como un animal de rapiña.