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La última búsqueda de Lorca termina sin resultados

El equipo liderado por el arqueólogo Javier Navarro y el historiador Miguel Caballero detiene la excavación por falta de fondos y sin haber hallado restos humanos

Unos arqueólogos trabajando en noviembre de 2014 en la zona donde, según varios falangistas, fue enterrado el poeta Federico García Lorca, un paraje conocido como Peñón Colorado, en Alfácar (Granada).
Unos arqueólogos trabajando en noviembre de 2014 en la zona donde, según varios falangistas, fue enterrado el poeta Federico García Lorca, un paraje conocido como Peñón Colorado, en Alfácar (Granada). M. Zarza

 

Tras un mes de trabajo en las inmediaciones de Alfacar, el arqueólogo de la Universidad de Zaragoza, Javier Navarro y el historiador, Miguel Caballero, han dado por concluida la tercera búsqueda de la fosa donde sus teorías apuntaban a que se podía encontrar Federico García Lorca. En los terrenos de lo que se conoce como los Llanos de Corbera o el Peñón Colorado tampoco hay rastro de restos humanos. Sí de fosas, pero vacías.

Hace más de 80 años, el 17 de agosto de 1936, el poeta granadino fue asesinado junto al maestro de escuela Dióscoro Galindo y dos banderilleros anarquistas, Juan Arcoya Cabezas y Francisco Galadí. La investigación en los años ochenta de Eduardo Molina Fajardo, basada en testimonios directos del escuadrón de fusilamiento, así como la confirmación años después por parte del general Fernando Nestares, hijo del capitán Nestares, encargado de la zona en plena guerra civil, apuntaban concretamente al lugar donde las máquinas excavadoras han estado apartando tierra en dos ocasiones sin éxito. Se trataba de una teoría que difería de la del hispanista Ian Gibson –que dio lugar a la primera de las excavaciones- en 500 metros.

Esta vez han estado más cerca de alguna evidencia, como que allí hubo disparos al haber hallado restos de balas, pero ningún cuerpo. La falta de medios económicos obliga a la expedición, formada por diversos expertos de varias universidades españolas, a dar por concluidos los trabajos.

Durante la primera fase, aproximadamente 10 días, la pala intervino en la tierra de un campo de fútbol construido años después. Pero al llegar a los pozos donde, según todos los indicios han existido fosas…, nada. “Las sucesivas intervenciones sobre el terreno, el campo de fútbol y un circuito de motocross, han removido mucho previamente el terreno. Los pozos son los que los testigos apuntaban, el resto del camino blanco también, pero no están”, afirma Miguel Caballero.

A partir de ahora, los responsables de la búsqueda creen que debe seguir explorándose terreno, pero ante la falta de resultados, las autoridades locales de Alfacar se inclinan por tapar los agujeros. Los restos de munición, metal y cerámica hallados van a ser examinados en el laboratorio, apunta Caballero. Cualquier pista no debe caer en saco roto.

20-N: muere Franco, pero siguen los asesinatos en las calles

 

Funeral de los cinco obreros asesinados por la Policía en Vitoria.- EFE

Funeral de los cinco obreros asesinados por la Policía en Vitoria.- EFE

SEVILLA.- La Transición no fue una etapa pacífica. También tuvo su lista de asesinados. Hechos paradójicos en una etapa de intento democrático con otros modelos de actuación. El investigador Alfredo Grimaldos apunta en su libro La Sombra de Franco en la Transición (Oberon) que el “el franquismo sin Franco”, arroja un creciente “número de víctimas que se producen a consecuencia de intervenciones desproporcionadas de las Fuerzas de Orden Público contra pacíficos manifestantes o huelguistas y también como resultado de criminales agresiones y atentados de bandas fascistas”. Tiros a bocajarro, a la espalda, al aire… Todo valía para unas autoridades con comportamientos heredados. Comportamientos viciados de una dictadura demasiado extensa en el tiempo.

Grimaldos señala otra característica: la juventud de los represaliados. “Los muertos y heridos en la calle durante la segunda mitad y finales de los 70 tienen alrededor de 20 años. La violencia estatal, parapolicial y ultraderechista de la Transición se ceba con los jóvenes que pelean por la ruptura democrática”.

Si hablamos de heridos de arma, agredidos en interrogatorios, sórdidas palizas en los cuartes de la Guardia Civil u hospitalizados con pronóstico grave, los números se disparan. Mariano Sánchez Soler así lo destaca en su investigación La Transición Sangrienta (Península). Del 20 de noviembre de 1975 hasta el 31 de diciembre de 1983, la Transición española se cobró “más de 2.663 víctimas por violencia política entre muertos y heridos hospitalizados”. De estas, un total de 591 personas perdieron la vida. 188 murieron en actos de violencia política de origen institucional. 1.072 hombres y mujeres fueron víctimas de la brutal represión policial.

Salvo en casos concretos, cuyas muertes han sido recordadas públicamente. El resto ha quedado prácticamente invisible. Los sucesos de Vitoria, en marzo del 76, con un balance de cinco muertos y 150 heridos de bala o el de los abogados laboralistas de Atocha el 24 de enero de 1977 como una auténtica carnicería organizada por funcionarios del Sindicato de Transportes y por militantes de Fuerza Nueva. Sin olvidar el asesinato de la joven estudiante Yolanda González, ocurrido el 2 de febrero de 1980 y perpetrado por ultraderechistas.

Muchos de ellos no llegaron a los medios y sus muertes solo perviven en la memoria de sus familiares y amigos. Público rescata cinco casos de aquella etapa de represión. Cinco biografías. Cinco pequeños héroes. Algunos casos mediatizados. Otros olvidados o casi desconocidos.

Francisco Aznar Clemente. Muerto por disparos en el caso Vitoria. Marzo 1976

Francisco Aznar Clemente

Francisco Aznar Clemente

Salió en todos los medios. El caso de Francisco Aznar Clemente, protagonista de los sucesos de la matanza de Vitoria y panadero de profesión, con tan solo 17 años, no dejó a nadie indiferente. Clemente murió junto a cuatro compañeros a las 17.20 horas del 3 de marzo de 1976 mientras participaba en una asamblea pacífica de trabajadores.

En la iglesia de Francisco de Asís, del barrio obrero de Zaramaga, había una concentración, en la que participaría Francisco. Miles de trabajadores, a las puertas del recinto religioso, se agolpaban para pedir mejores coberturas salariales. Mientras, la Policía comunicaba las acciones que tenía en mente por radio para interrumpir la protesta. Grabaciones que han llegado hasta nuestros días. “Si desalojan por las buenas, vale. Si no, a palo limpio”, se escucharía antes de iniciar la terrible matanza que ordenó gasear la iglesia.

Las bombas de humo fueron el primer aviso de evacuación. Más tarde, llegaron los tiros al aire y la histeria colectiva con más de 150 heridos. Francisco fue uno de los cinco muertos que cayó tiroteado, de forma indiscriminada.

Nunca se reconocieron los hechos por parte del gobierno. La sentencia de un tribunal militar, dictaba que la acción policial hizo uso de la “legítima defensa para responder a la agresión” de los obreros. Se archivó la causa sin pedir culpables y a pesar de la pelea de aquellas familias en reclamar justicia. Hoy los descendientes del caso Vitoria, han acudido a la querella argentina para pedir reparación por los suyos a la Jueza María Servini.

Josu Zabala. Tiro por la espada en Hondarribia. Septiembre 1976

Josu Zabala

Josu Zabala

En aquellos días este joven vasco de 24 años, trabajador de la empresa de Laminaciones de Lesaka se encuentra de vacaciones en las fiestas patronales del Alarde, junto a sus compañeros. Después de pasar una jornada de descanso, Josu decide participar en una manifestación, sin imaginar, en ningún momento, lo que podría esperarle en la protesta a la que iría hasta el barrio de la Marina, en la que vivía desde pequeño.

La tensión era notable. Más creciente con las fiestas locales. La pequeña manifestación fue disuelta, al poco tiempo, con botes de humo y culatazos de la Guardia Civil que controlaba al grupo desde sus coches oficiales. El joven Zabala correría con fuerza para resguardarse del caos cuando, al doblar la esquina de uno de los callejones cayó tras la ráfaga de dos disparos de un Guardia Civil. Testigos de aquellas horas recuerdan como el policía gritó cuando apretaba el gatillo “¡Jódete, cabrón!”.

El cuerpo del joven, ya sin vida, fue trasladado a Donostia. La autopsia determinó la causa del fallecimiento por peritonitis. En ningún informe constan las dos balas que recibió en el tórax por culpa del disparo.

En el lugar de los hechos, los hondarribiarras improvisaron un altar con flores y velas. Además de recoger dinero para su familia. Mientras, los tribunales juzgaban al Guardia civil que le provocó la muerte. El policía fue sentenciado y puesto en libertad un año después con la Ley de Amnistía del 1977.

Francisco Rodríguez Ledesma. Tiro al aire a un albañil en Sevilla. Junio 1977

Francisco Rodríguez

Francisco Rodríguez

56 años y trabajador en la construcción. Francisco Rodríguez Ledesma, vecino de Sevilla y miembro del sindicato de Comisiones Obreras resultó herido por “disparos al aire” el 8 de julio de 1977 por un policía de la Brigada Político Social cuando regresaba hacia su casa, después de trabajo.

En el sevillano polígono de Hytasa, junto al barrio del Cerro del Águila, los trabajadores protestaban por el expediente de regulación de empleo presentado por la empresa textil que da nombre al polígono. Ledesma resultó herido en la puerta de Hytasa por uno de los cinco disparos efectuados por un agente de unos 45 años, con gafas, que bajó de un coche de forma inesperada.

Seis meses después fallecía en el hospital. Cecilio Gordillo, representante del grupo Recuperando la Historia Social de CGT Andalucía recuerda a Público la tremenda injusticia y olvido de este caso, al ser también “víctima de la represión franquista”. El disparo, perpetrado por aquel policía, le penetró por la espalda y le provocó estallido del bazo, dejándolo en un estado casi vegetal. Hasta su muerte el cinco de enero de 1978, Ledesma pasó una lenta agonía. Tuvo que ser sometido a seis intervenciones. Hoy el grupo de memorialista de Gordillo pide que el rincón de aquel disparo sea declarado “Lugar de la Memoria” de Andalucía, sin haber recibido aún respuesta por parte de la Dirección competente de la Junta.

Gladys de Estal. Tiro en la sien “por defender el agua y la libertad”. Junio 1979.

Gladys de Estal

Gladys de Estal

Gladys del Estal tenía 23 años cuando fue abatida como consecuencia del disparo de un Guardia Civil el 3 de junio de 1979. Era estudiante en el País Vasco e hija de exilia-dos en Venezuela. Su participación en la concentración contra el Plan Energético Nacional, mientras solicitaba la paralización de la central nuclear de Lemóniz, era “pacífica”. Miles de personas, la mayoría estudiantes, se encontraban en la marcha.

Sin embargo, aquel acto se convirtió pronto en tragedia cuando los antidisturbios cargaron violentamente contras los asistentes. La Guardia Civil intervino de inmediato acercándose uno de ellos, a Gladys. Según los testigos, el policía, José Martínez Salas le dirigió un comentario obsceno y la joven quiso contestarle. Minutos después recibiría un culatazo del fusil en los riñones. Al intentar levantarse, el agente arroja un disparo a Gladys en la nuca.

Martínez Salas fue condenado por la Audiencia de Pamplona por un delito de imprudencia temeraria a 18 meses de cárcel. El agente nunca entraría en prisión, recibiendo “irónicamente” la Cruz del Mérito Militar por el gobierno de Felipe González en el año 92.

Valentín González. Disparo a bocajarro en Valencia. Junio 1979

Valentín González

Valentín González

Estudiante cenetista valenciano de 20 años. Valentín González muere en una manifestación por un disparo de una bala de goma, lanzada al pecho. La mala suerte hizo que aquel tiro le atravesara el corazón en el acto. Era 25 de junio de 1979 cuando Valentín se encuentra en la manifestación junto a su padre de 48 años, apaleado brutalmente por otro miembro de la Guardia. Ambos se encontraban en una huelga pacífica y legal en el Mercado de Abastos de Valencia, siendo la primera huelga protestataria de la ciudad.

“A cargar, es que no tenéis cojones”, gritaba el jefe de Policía con fuerza. Los testigos directos cuentan que “los trabajadores comenzaron a refugiarse en la caseta que tenían en el mercado”. El objetivo no era solo asustarlos. También cargar contra ellos. Valentín vio en primera persona el sufrimiento de su padre. Le contestaría al agente. “Ya está bien de pegarle”. Sin miramiento alguno, el policía disparó una bala de goma al pecho de Valentín, reventándole el corazón.

Tendido en el suelo, y ya casi sin vida el Guardia le asestó un nuevo golpe con la porra para rematar “la faena”. Del mercado saldría ya muerto, dirección al hospital.
El informe de la muerte de Valentín González tuvo un diagnóstico muy diferente a la realidad, al morir por “parada cardíaca”, según los médicos. Dos días después de su entierro, se produjo una huelga general en la ciudad de Valencia. El llamamiento de los compañeros por la muerte injusta del joven sindicalista reunió a la clase obrera para protestar por el terrible suceso.

‘Sevilla en guerra’: la base rebelde que cimentó la victoria de Franco

La exposición ‘Sevilla en guerra: 1936-1939’ muestra el papel trascendental de la capital andaluza en el estallido golpista y en la propia guerra civil.

La Consejería de Cultura y el Archivo Histórico Provincial de Sevilla sacan a la luz un patrimonio documental, en parte inédito, para construir “memoria colectiva”.

Exposición 'Sevilla en guerra'.
La directora del Archivo Histórico Provincial, Amparo Alonso, junto a la viceconsejera de Cultura, Marta Alonso Lappí. | JUAN MIGUEL BAQUERO

“La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros”, decía el historiador francés Jacques Le Goff. Y para construir las páginas de la historia, nada más útil que el aporte documental. Como muestra, la exposición ‘Sevilla en guerra: 1936-1939’ organizada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía a través del Archivo Histórico Provincial de Sevilla.

Cuando se cumplen 41 años de la muerte del dictador, Francisco Franco, y a 80 años del estallido golpista que provocó la guerra civil española quedan relatos por escribir. El país de la desmemoria,  sembrado de fosas comunes y de olvido a las víctimas del fascismo, ofrece a cuenta gotas escaparates tan completos como el expuesto. Una recopilación que certifica, si había dudas, el “papel capital que tuvieron Sevilla y su provincia en el comienzo de la rebelión y en el trascurso del periodo bélico”.

Sevilla, entonces, como base del ulterior triunfo fascista. Y también del terror fundacional del franquismo. La exposición, inaugurada por la viceconsejera de Cultura, Marta Alonso Lappí, y el director general de Memoria Democrática, Javier Giráldez, está abierta al público hasta el próximo día 5 de enero de 2017. Participaron en el arranque la directora del archivo provincial, Amparo Alonso, y el comisario de la exposición, Antonio García.

expo sevilla en guerra
‘Sevilla en guerra’, una muestra para la memoria colectiva. | J.M.B.

En la elaboración de ‘Sevilla en guerra: 1936-1939’ han colaborado las direcciones generales de Memoria y de Innovación Cultural y del Libro. El material seleccionado sirve además para afianzar el compromiso “con la recuperación de la Memoria Histórica a partir de la difusión y el conocimiento, de la investigación y de la puesta en valor de los archivos como centros de transmisión de saber sobre nuestro pasado”, según la organización.

Un golpe “vergonzoso y criminal” contra la República

El material seleccionado parte de distintos fondos documentales del Archivo Histórico Provincial de Sevilla. De aquellos legajos salen a la luz fotografías, libros y escritos que atestiguan cómo el ejército Sur, comandado por Queipo de Llano, usa la ciudad como base rebelde que cimenta la victoria final de Franco y los sublevados.

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El Gobierno republicano pide la rendición de las tropas sublevadas. | AHPS

Un “rico patrimonio” obtenido para la muestra del Fondo de la Prisión Provincial de Sevilla, del Juzgado de 1ª Instancia sevillano, del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas y del archivo de la Naviera Ybarra que proporcionaría apoyo logístico. Con el ‘barco de la muerte’, por ejemplo: el cabo Carvoeiro.

“Al levantaros en armas contra la República habéis cometido un acto vergonzoso y criminal”, escribía el Gobierno republicano en unas octavillas inéditas que fueron impresas en los talleres del diario El Liberal de Sevilla. La idea, tatuada en estos pergaminos rescatados del olvido, era lanzar esta proclama sobre las tropas sublevadas en el Protectorado Español de África ordenando su rendición. Está fechado el propio 18 de julio de 1936, por orden del presidente de la República, Santiago Casares Quiroga.

‘Sevilla en guerra: 1936-1939’ expone cómo se desarrolló y quiénes protagonizaron los sucesos golpistas en la ciudad. Qué elementos toman las armas y cómo se produce la sucesiva ocupación a sangre y fuego de los pueblos. Incluso cuenta de qué forma sucedía la vida cotidiana en una Sevilla transformada en plaza clave de la retaguardia franquista.

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A la derecha, imagen de un triunfal Queipo. | J.M.B.

Patrimonio documental para la memoria colectiva

Con este objetivo divulgador, la exposición explica las fases y los distintos procedimientos represivos ejecutados por los golpistas durante el periodo bélico y la posguerra. Y hay un apartado, también, a informar sobre las diversas iniciativas investigadoras relacionadas con la Memoria Histórica que han basado sus trabajos en los documentos obrantes en el Archivo Histórico Provincial.

El patrimonio documental, puesto así, como sustento de la memoria colectiva y fuente primaria para la investigación histórica. Para contar cómo la conspiración contra la República devino en un golpe de Estado que, en Andalucía, sólo triunfaría en capitales como Cádiz y Córdoba junto a Sevilla. Y cómo el fracaso de la asonada provocó una cruenta guerra civil que sumió luego a España en una larga dictadura.

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Reproducción de la fachada de la Prisión Provincial. | J.M.B.

Como dice el párrafo 50 del Informe del Relator Especial de la ONU sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, dedicado a las violaciones de los derechos humanos durante la guerra civil y la dictadura franquista: los archivos están en una situación central en el impulso del derecho a la verdad. Y la muestra ‘Sevilla en guerra: 1936-1939’ cumple con el propósito al establecer mecanismos de acceso a los archivos y fondos documentales. O como escribía Le Goff, “procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento”.

Una muestra dividida en varios espacios expositivos

El primer ámbito de la exposición, titulado Sevilla, julio de 1936, narra la forma en que se produjo el golpe de Estado en Sevilla, la resistencia mostrada por las autoridades republicanas y los vecinos de los barrios obreros y la ocupación de la provincia por parte de los sublevados. Este ámbito se articula en las siguientes escenas: El Golpe, 18 de julio; La batalla de la Plaza Nueva; La columna minera de Huelva, 19 de julio; Banderas blancas en Triana, 20 – 21 de julio; La resistencia de los barrios, 22 de julio; Consummatum est, resistencia y ocupación de la Provincia, 18 de julio – 11 de septiembre; y, la instalación Barricada de la Memoria, donde se proyectarán documentales relativos al conflicto civil en Sevilla.

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Queipo y simbología nazi en publicaciones de la época. | J.M.B.

El segundo ámbito, denominado Capital del Virreinato, pretende representar cómo el General Franco fue acaparando el poder en el “Nuevo Estado” creado por los sublevados. Además, a través de los documentos se testimonia como fue la vida cotidiana en la Sevilla del General Queipo de Llano, militar que convirtió a la capital hispalense en el centro de su poder. Una Sevilla de discursos grandilocuentes, de desfiles, de himnos patrióticos y de grandes actos públicos. El área se desarrolla en las escenas: Una nueva era; ¡Buenas noches Señores!; En el frente; y, Victoria sin Paz.

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Fotografía de golpistas. | J.M.B.

El tercer ámbito, Borradas la piedad y la amnistía, recibe su título de una expresión utilizada frecuentemente por el General Queipo de Llano para advertir de las consecuencias que conllevaban la oposición al golpe de Estado. Desde el inicio del conflicto civil los sublevados desataron una ola represiva destinada a la neutralización física del enemigo político y al control del resto de la población mediante la ejemplaridad, la obediencia y la sumisión. Esta violencia no solo acompañó al golpe en sus comienzos, provocando multitud de muertes en los momentos de combate abierto entre sublevados y defensores de la República. La represión se extendería durante y después de la Guerra Civil, cuando en la ciudad hacía tiempo que no se producían enfrentamientos armados. Este espacio se estructura en las siguientes escenas: En la Prisión de Sevilla; Cárceles provisionales; El barco-prisión Cabo Carvoeiro; Bando de Guerra; Consejos de Guerra; Responsabilidades políticas; Depuración.

El cuarto y último ámbito, titulado Recuperando el pasado, muestra las iniciativas públicas y privadas que desde la Transición han permitido reconstruir los hechos y recuperar la memoria de este período. El área destaca el papel de las familias en la reconstrucción de la memoria de las víctimas a través de la escena titulada Me llamo Antonino Sanz Toscano. La escena Memoria de Sevilla expone las investigaciones sobre la Guerra Civil en Sevilla realizadas con documentos de este Archivo Histórico Provincial.

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Franco sigue metiendo goles

En el país de la desmemoria, el partido lo pierden las víctimas del franquismo: en la parafernalia simbólica y en el cumplimiento de los derechos humanos

Que España cuente su historia reciente en las escuelas de forma equidistante no es casual y sí una herramienta para el olvido

 

Homenaje a Franco en un partido de fútbol.
Homenaje a Franco en un partido de fútbol.

Franco sigue jugando al fútbol. Y es una estrella en lo suyo, meter goles en la Liga (del fascismo). Imaginen un locutor que desgrana, con voz de antiguo noticiero, la alineación del equipo más ofensivo.

“Repite once la temida escuadra entrenada por el tuerto, cojo y manco Millán-Astray. En la portería, el cancerbero Primo de Rivera. Defienden los aguerridos Fraga, Martín Villa y Utrera Molina. Sanjurjo cierra el medio campo acompañado en la destrucción por Gil-Robles y los creativos March y Pemán. Como delanteros, el tridente mortal con los extremos Mola y Queipo comandados por la máxima figura del balompié nacional: Paquito Franco”.

La metáfora futbolera rescata una realidad palpable: la memoria del franquismo sigue vigente y, lejos de recibir tarjeta roja, campa por las canchas con total impunidad. Franquismo sociológico, dicen los historiadores. ¿Imaginan un Hitler Club de Fútbol? O un Recreativo Stalin, Real Videla, Sporting Pol Pot, Pinochet Deportivo…  El Villafranco CF aún existe, como contábamos en el especial de eldiario.es por el  40 aniversario de la muerte del dictador (que provocó una oleada de insultos y amenazas, y también, justo es decirlo, de felicitaciones).

Mensajes ofensivos contra el periodista Juan Miguel Baquero.
Mensajes ofensivos contra el periodista Juan Miguel Baquero.

En tiempos de mundialización del odio, con los derechos humanos a precio de saldo, en España nadie puede impedir que un equipo de fútbol honre con su nombre a uno de los militares que con el fracasado golde de Estado provocaron la guerra civil española. Rebeldes que dejaron una tierra sembrada de fosas comunes. Ahí sigue el Villafranco Club de Fútbol, para escarnio de las víctimas y sus familias.

Y es sintomático. Una muesca más en la empuñadura del régimen campeón en el mantenimiento de parafernalia simbólica. El enaltecimiento de la dictadura está en topónimos, en calles y plazas dedicadas a golpistas, en el Valle de los Caídos, los regates del Estado a la investigación de los crímenes franquistas y hasta en la Fundación Nacional Francisco Franco que vela por la “memoria y obra” del genocida.

Pero lo más grave no se ve. Está bajo tierra: unos 150.000 desaparecidos forzados, muertos a tiros por los sublevados y condenados luego al olvido en el país de la desmemoria. A 80 años del estallido golpista, la estrategia de aniquilación del adversario social y político mantiene a España como una de las naciones donde más en entredicho está el cumplimiento de los derechos humanos, según la ONU y Amnistía Internacional. Un manto nocivo para que florezca una sociedad sana, reparada, verdaderamente democrática.

La educación es un elemento vertebrador esencial en este sentido. Lo confirma, como detalle paradigmático, aquel reguero de reacciones a la publicación del reportaje sobre el conjunto balompédico que porta el apellido de Franco. Mensajes insertos en la mayoría de casos, ahí está la clave, en el repleto estadio del odio y el desconocimiento.

Porque España nunca contó su historia reciente en las escuelas. Ni en las facultades. O, mejor, la contó mal a sabiendas. El analfabetismo ante la barbarie franquista es el triunfo del terror y la derrota de la democracia. La construcción de un relato histórico equidistante, falaz, no es una jugada casual y sí una herramienta útil que pasa la mano a un listado interminable de crímenes contra la humanidad e impide que sea delito llevar impreso el apellido de un genocida en la camiseta. Como pasaría en Alemania, sirva el ejemplo.

El resultado final del partido está todavía en juego. En la Liga de la memoria, la zamarra a patrocinar es la que lleva en su escudo un lema: verdad, justicia y reparación para las víctimas del fascismo. Derechos humanos, garantía de no repetición, respeto a nuestros muertos. O Franco seguirá metiendo goles.

Colau, Forcadell y Romeva entran dentro de la prisión Modelo para pedir justicia para las víctimas del franquismo

Las entidades de memoria histórica y Òmnium Cultural reclaman cerrar la Modelo para convertirla en un centro de recuerdo de la represión franquista.

La alcaldesa confía en poder anunciar “muy pronto” el cierre de la prisión.

Colau, junto a presos políticos de la dictadura en la prisión Modelo
Colau, junto a presos políticos de la dictadura en la prisión Modelo

Medio centenar de represaliados por la dictadura y políticos catalanes de varios partidos han protagonizado este domingo un hecho inédito: han entrado en la prisión Modelo de Barcelona, y, en un acto en el auditorio de la cárcel, han reclamado justicia para las víctimas del franquismo. El acto ha sido organizado por Òmnium Cultural para conmemorar los 41 años que se cumplen este 20-N de la muerte del dictador Francisco Franco.

En su intervención, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha recordado que el Ayuntamiento se ha puesto al servicio de los vecinos de la ciudad que quieran personarse en las causas por los bombardeos italianos en Barcelona y en la que investiga la jueza argentina María Servini. El objetivo, ha añadido Colau, es ayudar en el “anhelo de reparación” a las víctimas. “Exigimos justicia para que el crimen no quede impune y el recuerdo sirva a las nuevas generaciones”, ha afirmado la alcaldesa.

La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, se ha comprometido ante las víctimas a “continuar exigiendo reparación” desde las instituciones. “Lo hacemos por la dignidad del conjunto de la sociedad”, ha añadido. Por su lado, el conseller de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia, Raül Romeva, ha pedido disculpas a las entidades de memoria histórica porque la reparación “llega tarde”. “Franco murió, pero el franquismo no y revive de manera constante cotidianamente”, ha lamentado.

Los presos políticos recuerdan su paso por la Modelo

La Modelo fue, junto a la comisaría de la Policía de la Via Laietana o el Camp de la Bota, uno de los epicentros de la represión franquista. En esta cárcel se ajustició mediante el garrote vil al militante anarquista Salvador Puig Antich en 1974, y fueron encarcelados muchos otros presos políticos. Algunos de ellos han tomado la palabra en el acto de este domingo.

Visiblemente emocionado, Agustí Alcoberro, militante del PSAN que celebró su 17 cumpleaños en la Modelo, ha recordado el vínculo que dentro de la cárcel tenían con los presos comunes, como con el Vaquilla y la familia Moreno Cuenca. Asimismo, ha rememorado como el 20 de noviembre de 1975 les pusieron en el patio de la cárcel el discurso de Arias Navarro anunciando la muerte del dictador.

Josep Lluís Carod-Rovira, exconseller en cap del Govern, fue detenido en la llamada “caída de los 113” de la Assemblea de Catalunya. “Franco es muerto pero una parte del franquismo es vivo”, ha afirmado. Raimon Carrasco, hijo de Manuel Carrasco i Formiguera (político de Unió Democràtica ejecutado en Burgos durante la Guerra Civil), ha recordado las últimas palabras de su padre antes de ser fusilado: “Visca Catalunya Lliure! Jesús, Jesús, Jesús!”.

Anna Sellés, una de las pocas presas políticas encarceladas en la Modelo durante el franquismo, ha explicado que la policía la detuvo en la universidad durante una manifestación de apoyo a la huelga minera de Asturias en 1962 y que pasó seis meses encarcelada . “Las clases sociales también se notaban dentro de la cárcel. Yo era ‘la estudiante’ y prácticamente todo el tiempo estuve sola y los funcionarios tenían hasta un trato deferente”, ha aseverado. Y es que el resto de mujeres encerradas en la Modelo, ha recordado Sellés, eran prostitutas, asesinas o ladronas.

La Generalitat pide cerrar la Modelo

Por su lado, el conseller de Justicia de la Generalitat, Carles Mundó, ha recordado que la Modelo tiene 112 años y que a día de hoy todavía están encarcelados en ella 900 presos. Ha pedido “cerrar lo antes posible” la prisión Modelo como un “acto de justicia” para los represaliados. En este sentido, el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha reclamado que la cárcel, una vez se cierre, se convierta en un espacio de memoria histórica. La alcaldesa ha cogido el guante y ha confiado en poder anunciar “muy pronto” un acuerdo con la Generalitat para cerrar la prisión.

El acuerdo necesario  para cerrar la Modelo entre la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona todavía está pendiente de las negociaciones entre las administraciones. El anterior alcalde, Xavier Trias, firmó un convenio que nunca llegó a ejecutarse para trasladar la prisión a la Zona Franca, atendiendo una larga petición vecinal.

Cuixart también ha afeado al Estado que 41 años después de la muerte del dictador “no haya juzgado nunca” al franquismo. “El Estado español no ha rendido nunca cuentas con su pasado totalitario y todavía es cómplice de los asesinatos franquistas”, ha aseverado, algo que ha considerado “inaceptable” en la Europa del siglo XXI. “No descansaremos nunca hasta conseguir que sus crímenes sean juzgados”, ha añadido.

Además de Colau, Romeva y Forcadell, han acudido al acto, entre otros, los tenientes de alcaldía de Barcelona, Gerardo Pisarello y Jaume Asens (BComú); la diputada de la CUP, Mireia Boya; la alcaldesa de Berga, Montse Venturós (CUP); la diputada de Catalunya Sí Que es Pot, Jéssica Albiach (Podem); la expresidenta del Parlament, Núria de Gispert (Demòcrates); y los secretarios generales de CCOO y UGT de Catalunya, Joan Carles Gallego y Camil Ros.

Las mujeres quieren desbancar a Franco en las calles

Algunos ayuntamientos como Valencia, Oviedo o Cádiz fomentan los nombres de mujeres aprovechando la sustitución de los callejeros franquistas.

Las 27 constituyentes, la periodista Carmen de Burgos o la ministra Federica Montseny reemplazarán a cargos de la dictadura en las calles alicantinas.

“No se trata de cambiar todas las calles por nombres femeninos, sino de potenciar una política municipal que apueste por ello”, asegura la profesora de Historia Antigua de la Universidad de Vigo Susana Reboreda.

 

Son muchas las científicas,matemáticas, artístas, filósofas o políticas que con sus obras e ideas contribuyeron al progreso de la Humanidad
Algunos ayuntamientos impulsan los nombres de mujeres al sustituir el callejero franquista

El callejero en España tiene nombre de varón. Las mujeres se pueden contar casi con los dedos de las manos en los mapas de las ciudades. Las cifras no alcanzan el 5% en algunas como León y en otras como Cádiz son ocho el número de vías dedicadas a nombres propios de mujeres de un total de 736.

Pero las calles sí se convirtieron en espejo del golpe de Estado de 1936, la victoria del ejército franquista tres años después y la dictadura. Por eso muchas ciudades cuentan con avenidas y plazas con nombres de cargos del régimen y personalidades franquistas que, nueve años después de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, continúan marcando los callejeros.

Las elecciones municipales de mayo de 2015 supusieron la entrada a los consistorios de plataformas políticas y confluencias  que reavivaron el debate. Así, muchos ayuntamientos comenzaron a poner en marcha la medida a la que les obliga el artículo 15 de la ley: eliminar las calles franquistas.

Los cambios –o la declaración de intenciones– revolucionaron el panorama, pero mientras la polémica crecía, en varios puntos de España comenzaban a recopilar nombres de mujeres. Las dos circunstancias –la invisibilización femenina y las exaltaciones franquistas– han llevado a muchos grupos políticos a entrecruzarlas.

La ministra sustituye a un coronel

Pintoras, historiadoras, periodistas, científicas, republicanas, feministas, mujeres vinculadas de alguna manera a las ciudades… Algunos ayuntamientos han aprovechado la Ley de Memoria Histórica para hacerles un hueco en los callejeros. “La representación femenina actual está liderada con diferencia por monjas, reinas o vírgenes“, dice Victoria Rodríguez, de León en Común.

El grupo acaba de cerrar la votación que proponía 100 nombres de mujeres para sustituir las 35 con denominación franquista que deberá cambiar el consistorio, gobernado por el PP, a raíz de la denuncia que ha presentado el abogado Eduardo Ranz. La más votada ha sido la maestra, escritora e inventora Ángela Ruiz Robles, que en 1949 desarrolló la primera propuesta de enciclopedia mecánica.

Hipatia de Alejandría, que logró numerosos avances en el mundo de la ciencia, la astronomía y las matemáticas, Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’, la pedagoga María de Maeztu o Rosa Parks son algunos de los nombres recopilados. Algunos compartidos por otras ciudades como Alicante, que el pasado martes aprobó modificar el nombre de casi 50 calles franquistas.

Las 27 constituyentes –diputadas del parlamento democrático tras la dictadura– reemplazarán a Adolfo Muñoz Alonso, falangista y procurador en Cortes durante el franquismo; la periodista Carmen de Burgos sustituirá al ministro del Ejército franquista, el general Varela, y la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España, Federica Montseny, hará lo mismo con Teniente Coronel Chápuli.

Nombres femeninos como política municipal

“Lo primero es tomar conciencia de que las mujeres no estamos en las calles porque nos hemos acostumbrado a esta invisibilidad y lo segundo es tener voluntad política”, afirma la profesora de Historia Antigua de la Universidad de Vigo, Susana Reboreda. “No se trata de cambiar todas las calles por nombres femeninos, sino de potenciar una política municipal que apueste por ello”, prosigue.

Es el caso de Valencia, cuya Comisión de Igualdad ha dado luz verde a la medida de que cuatro de cada cinco calles que se denominen a partir de ahora tengan nombre de mujer. “Esto afectará a las calles franquistas que se van a renombrar y a las nuevas”, afirman fuentes de Cultura.

La decisión ya ha sido tomada en el municipio valenciano de Quart de Poblet, que tiene en marcha una consulta ciudadana para suplir ocho vías que aluden a nombres de la dictadura por mujeres de una lista de 24 ilustres. Entre ellas, Rosa Luxemburgo, Las 13 Rosas, Marie Curie o Carmen Martín Gaite.

Un criterio, el de incluir a mujeres, que también tendrán en cuenta en Oviedo, gobernado por Somos Oviedo, PSOE e Izquierda Unida. “Se está cerrando la lista final de vías que se deben modificar, que serán 22”, aseguran fuentes del consistorio. Bilbao y Cádiz también seguirán esta tendencia, que en Santander está de momento paralizada.

Ganemos Santander Sí Se Puede presentó una moción en el pleno que fue rechazada con los votos en contra de PP y Ciudadanos. Quería romper con el callejero marcado por el franquismo, pero también por el machismo. “Nuestra apuesta era renombrar las calles con mujeres represaliadas por la dictadura, muchas abanderadas del feminismo en España”, apunta Susana Ruiz, coordinadora general de la formación.

La ciudad gaditana, sin embargo, sí se sacudirá el franquismo de sus calles. Los datos que ha recopilado hasta ahora el consistorio reflejan la oscuridad a la que han sido sometidos los nombres femeninos. Solo ocho nombres propios de mujeres tienen alguna calle. El resto se refieren a santas –Santa Bárbara, Santa Inés…–, vírgenes o denominaciones impersonales –La amante, Rosa, Concepción…–.

Adolfo Suárez no sometió a referéndum la monarquía porque las encuestas le dijeron que perdería

En una entrevista inédita al expresidente en 1995, que desvela este viernes La Sexta Columna, Suárez confiesa que incluyó la palabra rey y monarquía en la Ley de la Reforma Política de 1977 para no tener que hacer la consulta.

Según Suárez, era Felipe González quien pedía el referéndum sobre la monarquía.

eldiario.es

https://www.youtube.com/watch?v=cnkAyimqAz4

 ¿Por qué no hubo referéndum sobre monarquía o república durante la transición? Esta consulta estuvo encima de la mesa, la exigían los países extranjeros, pero se desechó. En una entrevista no conocida de la periodista Victoria Prego en 1995 al expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, Suárez responde a esta pregunta. Esta noche, La Sexta Columna hace pública por primera vez esta confesión inédita.

Adolfo Suárez asegura, en la entrevista en Antena 3, que los Gobiernos extranjeros pedían una consulta sobre monarquía o república instigados por Felipe González: “Era Felipe el que estaba pidiendo a los otros que lo pidieran”. Suárez le confiesa a Victoria Prego, pensando que no está siendo grabado, que el Estado hizo encuestas y el resultado era que monarquía perdía.

“Cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república…, hacíamos encuestas y perdíamos”, admite el expresidente fallecido en marzo de 2014. La solución para que esta consulta no se realizara fue meter “la palabra rey y la palabra monarquía en la ley” de la Reforma Política de 1977. De esta manera, “dije que había sido sometido a referéndum ya”, explica. Poniendo  monarquía en la ley, se aseguró la permanencia de la institución. 

El vídeo que abre el artículo es un avance de lo que emitirá este viernes el programa ‘La Sexta Columna’ de La Sexta a partir de las 21.30h.

El momento de exhumar a Franco

Saquemos del Valle de los Caídos a Franco y a José Antonio. ¿De verdad es necesario explicar los motivos? ¿Puede alguien que no sea franquista defender que permanezcan allí enterrados como si fueran héroes en lugar de asesinos?

Franco y sus biografías: las mil caras de un romo poliedro
Francisco Franco Bahamonde. EFE

Es ahora o ahora. 41 años después de la muerte del dictador ha llegado el momento de acabar para siempre con su negro legado. A los hijos, nietos y bisnietos de las víctimas del franquismo ya no les consuela mirar al pasado reciente para culpar de la situación actual a la complicidad de la derecha, a la cobardía de Felipe González o la injustificable marcha atrás de Zapatero con su bienintencionada Ley de Memoria Histórica. No es tiempo de lamentos sino de ejecutar, de una vez por todas, una misión democrática que el resto de Europa culminó hace 70 años.

2016 ha supuesto un impulso muy importante. La llegada de gobiernos progresistas a ayuntamientos como Valladolid, Alicante, Pamplona o Barcelona y a comunidades autónomas como Navarra, Valencia o Baleares han servido como catalizadores para la adopción de iniciativas de enorme trascendencia. En cuatro décadas de democracia, las instituciones navarras no se habían atrevido a sacar de su lujoso panteón público los restos mortales de los sanguinarios generales Mola y Sanjurjo; ni se había presentado en la Comunidad Valenciana una ley que permitirá excavar todas las fosas; ni se había visto a una consejera balear asistiendo a una exhumación; ni habíamos escuchado a los responsables de Educación en Aragón comprometerse a incorporar la represión franquista como materia de estudio en las escuelas; ni los portavoces de la Generalitat de Cataluña habían prometido trabajar hasta encontrar el cuerpo del último ‘desaparecido’.

Siendo cierto ese papel esencial de los llamados “gobiernos del cambio” y el arrastre que han suscitado en otras instituciones, nada habría sido posible sin el heroico trabajo que han desempeñado los descendientes de las víctimas y asociaciones memorialistas como la ARMH, Foro por la Memoria o Recuerdo y Dignidad. Miles de ciudadanos anónimos que se han dejado su salud, su tiempo y sus ahorros para buscar los restos de padres, madres, hermanas y abuelos. Personas como la entrañable Ascensión Mendieta, como el incansable Emilio Silva y como tantos otros, que se han quedado por el camino, son los verdaderos responsables de que la derecha no haya logrado echar una capa de olvido e impunidad sobre la memoria y los cadáveres de los más de 100.000 asesinados que continúan tirados en las cunetas.

Es una verdadera lástima que esta ola no esté siendo secundada con la determinación necesaria por otros gobiernos, teóricamente, progresistas. Dejaremos al margen Andalucía, confiando en que Susana Díaz no acabe destrozando su importantísima Ley de Memoria Democrática. Sin embargo, Castilla La Mancha, Extremadura, Asturias o el Ayuntamiento de Madrid, por citar solo algunos ejemplos, siguen actuando con los mismos complejos que nos han llevado a ser una verdadera anomalía democrática en Europa. Anomalía democrática, sí, porque lo que ocurre en nuestro país no pasa en ningún otro lugar del mundo. Solo aquí se tacha de radicales a los que exigen acabar con los vestigios de una dictadura y se justifica a quienes siguen venerando a líderes fascistas.

Para confirmar lo que somos, resulta muy revelador ver la cara incrédula que se les pone a los historiadores y periodistas alemanes o británicos cuando su colega español les explica que en su país existen calles dedicadas a los golpistas; o que un general genocida que animaba a sus soldados a violar mujeres, sigue reposando en una santísima tumba de la basílica sevillana de La Macarena. El mismo rostro de perplejidad que se les queda al conocer que el dictador español aliado de Hitler y de Mussolini continúa enterrado en un gigantesco mausoleo, construido con el sudor y la sangre de miles de presos políticos.

Somos muchos los que pensamos que esto no solo es injusto y antidemocrático sino que representa un perverso legado para las futuras generaciones. Por ello deberíamos aprovechar esta ola generada en 2016 para zanjar el tema para siempre. No es tan complicado como algunos intentan hacer creer: se trata de eliminar los símbolos de la dictadura, permitir que las familias de las víctimas recuperen los restos de sus seres queridos y hacer que en las escuelas se estudie Historia en lugar de la versión franquista de los hechos.

En ese camino tendremos que dinamitar democráticamente el Valle de los Caídos como defendió en este mismo diario Jon Lee Anderson o, en el peor de los casos, reconvertirlo en un museo dedicado a las víctimas de la dictadura. Antes de eso, como ya han propuesto varios partidos políticos y ha exigido judicialmente Baltasar Garzón, saquemos de allí a Franco y a José Antonio. ¿De verdad es necesario explicar los motivos? ¿Puede alguien que no sea franquista defender que permanezcan allí enterrados como si fueran héroes en lugar de asesinos? ¿Es necesario apelar a la imaginación para pensar en lo que sentiríamos si Hitler, Mussolini o Pétain contaran con un memorial en su honor?

Frente a estas decisiones necesarias solo se revolverá con rabia un puñado de fascistas sinceros. Otro grupo mucho mayor y más hipócrita, lo hará tratando de ocultar su filofranquismo tras las sandeces habituales: “Se reabren heridas”, “dejemos de mirar hacia el pasado”, “todos cometieron excesos”… No aceptemos sus argumentos falaces porque no hacer nada, es hacer mucho; no hacer nada, es permitir la dulcificación de la dictadura y la humillación de las víctimas; y esto es lo que llevamos tolerando desde hace 40 años.

En unos días veremos una nueva consecuencia de esta inacción: una serie de televisión humanizará a un galán llamado Ramón Serrano Suñer, responsable de innumerables crímenes y de la deportación y muerte de miles de españoles en los campos de concentración nazis. Es solo una prueba más de lo que nos espera si seguimos tragando desmemoria.

El momento, por tanto, es ya. Saquemos de sus tumbas al dictador y al fundador del partido fascista español para colocarles en el negro lugar de la Historia que les corresponde. Es hora de convertirnos en un país… normal.

El minero anarquista al que quemaron su biblioteca

"Mineros de la sierra de Huelva apresados en la zona de la Pañoleta" (Archivo Serrano).

“Mineros de la sierra de Huelva apresados en la zona de la Pañoleta” (Archivo Serrano).

SEVILLA.- “Pedro Masera Polo. Fusilado por Consejo de Guerra. Causa de la muerte. Hemorragia interna. Lugar de fallecimiento. Huelva, cerca de la Soledad. Cargos. Auxilio a la rebelión”. La historia de este minero anarquista nunca descansó en paz para los suyos. María Luisa Masera, su nieta, tiene ahora sesenta y nueve años y pide justicia desde hace siete meses ante el Ayuntamiento de Huelva capital, gobernado por el PP. “Era una de aquellas niñas de la posguerra que vivió el trauma del silencio de sus padres. Nadie contaba lo que había pasado hasta que tuve la edad suficiente”, aclara en conversación a Público.

El pasado mes de abril tramitaría en el Ayuntamiento de Huelva capital, la primera petición de exhumación de un fusilado de la guerra, de las casi 4.000 víctimas que descansan en este camposanto. “Todo fueron buenas intenciones por parte del alcalde, Gabriel Cruz, pero poco hicieron para buscar una solución al trauma de las víctimas de estos crímenes de estado hace ochenta años”.

El silencio del gobierno local llevó a María Luisa a acudir a la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, para tramitar una reclamación. Siete meses después de escritos y ruegos y gracias a la ayuda del grupo de CGT de Memoria en Andalucía, la historia de este minero ha vuelto a salir a la luz. La Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía ya ha iniciado los trámites pertinentes para realizar las catas con las coordenadas indicadas por el forense, que certificó la muerte de Masera el 10 de febrero de 1938. Con 61 años, fue fusilado de madrugada junto a un grupo de compañeros, traslados desde la vieja cárcel de Huelva, declarada lugar de memoria de Andalucía, aunque en estado de ruinas y absoluta dejadez.

La biblioteca de Masera

El abuelo de María Luisa era minero en el pequeño municipio de Cerro de Andévalo, con apenas dos mil habitantes. “En el pueblo lo apodaban Pedro Palillo y tenía una biblioteca en su casa que aún hoy los más ancianos recuerdan”. Schopenhauer, Nietzsche, Voltaire, la enciclopedia completa de Rousseau… “Estaba suscrito a revistas como Solidaridad Obrera desde Barcelona y mandaba hasta artículos para que se los publicaran, además de recibir publicaciones de divulgación científica de la época como la revista Estudios o la revista Blanca”. Pedro trabajaba por jornales en la mina y era autodidacta. María Luisa no olvida como sus apellidos figuraban en muchas “listas negras”, a causa de su actividad política.

Zona de fosas en el cementerio de la Soledad

Zona de fosas en el cementerio de la Soledad

“Le costaba conseguir trabajo en la mina de Río Tinto y se tenía que ir a otras compañías más pequeñas en la zona por su vinculación a la CNT”, recuerda su nieta. La actividad de Masera, con sesenta años ya en aquella época, se centraba en llevar sus libros hasta el conocido casino del pueblo del Cerro, donde muchas veces hacía reuniones sobre política y leía “en voz alta” para todos los asistentes en la sala de arriba. “Nunca estuvo metido en disturbios y es lo que más me duele es que tuviera que vivir aquel infierno con esa edad”.
El mayor de los Masera decidió entregarse al cuartel de la Guardia Civil en marzo de 1937.

Desde el inicio del golpe había permanecido escondido en la sierra. Su hijo Pedro, padre de María Luisa, habría marchado a Madrid a luchar como miliciano. “No quería que tomaran represalias contra sus hijas como sabía qué hacían en muchos pueblos y fueron hasta su casa donde quemaron todos los libros de biblioteca en medio de la calle, lanzando todos los ejemplares por la ventana y haciendo una hoguera púbica”. En aquel incendio también destrozarían la importante correspondencia que Pedro Masera Polo mantenía con importantes intelectuales de aquella etapa como Francisco Ferrer Guardia, precursor de la Escuela Moderna.

El forense que certificó, al pie de la fosa del cementerio de la Soledad, la muerte de Masera dejó por escrito las coordenadas exactas del enterramiento.

No fue el único familiar represaliado para María Luisa. Su padre, también Pedro Masera, sería internado en 1939 en el campo de concentración de los Almendros, Alicante. “Tenía pasaporte para viajar a Veracruz pero aquel barco nunca llegaría” a tiempo. Tras aquel primer intento de huida, el joven Masera pasaría por cárceles de toda la geografía hasta llegar a su ciudad, Huelva, donde sería internado en la antigua prisión provincial. “Mi padre recordaba a compañeros morir de hambre con la espalda negra por las chinches que tenían en todo el cuerpo y tendidos cada noche sin llevarse nada a la boca”. Hasta 1945, Pedro Masera estuvo encarcelado. “No conoció la triste noticia de la muerte de mi abuelo hasta que salió muchos años más tarde”.

La casa del Cerro, donde Pedro Masera Polo guardaba su biblioteca, fue destrozada y posteriormente abandonada. “Hasta principio de los 60, mis padres no me llevaron al Cerro para intentar vender la casa que estaba en malísimas condiciones. Yo tenía ya quince años y fue cuando nos enteramos por los vecinos cómo quemaron todas sus pertenencias y sus libros. Aquel recuerdo ha sido para mí un gran trauma en mi vida”, apunta.

Una pista clave, las coordenadas

El forense que certificó, al pie de la fosa del cementerio de la Soledad, la muerte de Masera dejó por escrito las coordenadas exactas del enterramiento. “Gracias a estos datos tengo más esperanzas de que podrán encontrar a mi abuelo”, aclara. La Dirección General de Memoria Democrática iniciará los trabajos antes de finalizar el año. Si el resultado es positivo, la administración andaluza se hará “cargo de las labores de exhumación e identificación del minero”, según han destacado en una nota.

Hay que poner "Mineros de la sierra de Huelva apresados en la zona de la Pañoleta" (Archivo Serrano)

Hay que poner “Mineros de la sierra de Huelva apresados en la zona de la Pañoleta” (Archivo Serrano)

Luisa Carnés, la feminista olvidada de la generación del 27

Luisa Carnés vuelve a la vida después de 80 años de olvido con la reedición de su novela ‘Tea Rooms’, donde retrata las condiciones de trabajo de las mujeres obreras de la II Répública. Un viaje al pasado tan actual y certero que remueve las entrañas.

Luisa Carnés, la feminista olvidada y silenciada de la generación del 27

Luisa Carnés, la feminista olvidada y silenciada de la generación del 27

MAITE GARRIDO COURIEL – 4/11/2016 – Público

MADRID.- Las calles de Madrid huelen a revuelta y a miseria. Son los comienzos tumultuosos de los años 30 de un siglo que le queda mucha guerra por vivir. Pero todavía no. Todavía son tiempos de cambio aunque huelan a hambre atrasada y a ropa vieja. Por esas calles mugrientas camina una joven Luisa Carnés*, escritora autodidacta y periodista autónoma pero también camarera, sombrerera y trabajadora del textil.

Ella va a retratar como nadie lo que son las condiciones de la mujer trabajadora en ese Madrid de la II República. Porque sabe lo que es pasar hambre y lo que es trabajar desde los once años. Su mirada es aguda y su pluma afilada. Escribe cuentos y novelas periodísticas y la crítica literaria de la época ya la reconoce como una de las revelaciones literarias del momento. “Esta mujer humilde, que gana su vida como una obrera y que da a su juventud firmeza melancólica, posee el don indiscutible del novelista”, publicaba el Heraldo de Madrid en 1929. “Es la revelación de fortísimo temperamento de artista”, escribía La Gaceta literaria dos años antes.

Carnés pertenecía por derecho pero sin saberlo a la Generación del 27, esa que tan bien ha tratado la historia a sus hombres y que tan olvidadas ha dejado a sus mujeres. Decía Dostoyevski que la pobreza y la miseria forman al artista, la desigualdad además, te hace ver la realidad con unas lupas hechas con culos de botella rota.

A pesar de ser “la figura literaria más interesante de la juventud femenina española” fue arrollada por una Guerra Civil que la engulló y la sepultó bajo los escombros del olvido

“Aquí, las únicas que podrían emanciparse por la cultura son las hijas de los grandes propietarios, de los banqueros, de los mercaderes enriquecidos; precisamente a aquellas que no les preocupa la emancipación, porque nunca conocieron los zapatos torcidos ni el hambre, que engendra rebeldes”, escribía en su novela periodística Tea Rooms. Mujeres obreras. La misma novela que acaba de ser reeditada y que la ha traído hasta nuestra actualidad 80 años después de que la escribiera. Porque a pesar de ser “la figura literaria más interesante de la juventud femenina española”, como publicaba el diario La Libertad en 1930, lo cierto es que Luisa Carnés fue arrollada por una Guerra Civil devastadora que la engulló y la sepultó bajo los escombros del olvido durante más de medio siglo.

Hasta que un profesor de historia dio con ella por azar a comienzos de los años 90. “Buscaba textos de apoyo para mis clases sobre la vida cotidiana y la situación de la población en la II República. Ese fue el primer paso, encontré a una autora prácticamente desconocida porque en esos años no se había editado nada de ella en España. Solamente quedaba, si es que quedaba, lo que se había publicado en los años 30”, recuerda Antonio Plaza, historiador y el auténtico revitalizador de la obra de Carnés.

Cubierta de la obra

Cubierta de la obra

Ese fue el punto de partida de una cadena de casualidades, aunque la siguiente no tuvo lugar hasta 15 años más tarde, cuando la editorial Hoja de Lata se la encontró de nuevo por azar. “Coincidimos en Barcelona con David Becerra autor del ensayo La guerra civil como moda literaria (Clave intelectual, 2016) que nos habló de una novela sensacional de una autora española absolutamente olvidada. La novela era Tea Rooms y la autora, Luisa Carnés”, explica a Público el editor Daniel Álvarez. “Es una novela rompedora en lo formal y de una vigencia preocupante en la temática, con unas reivindicaciones para las mujeres trabajadoras que en muchos casos no se han resuelto en estos ochenta años que han pasado desde que la novela fuera publicada”.

Matilde es la joven protagonista que entra a trabajar en un refinado salón de té cerca de Sol. A través de su mirada, trasunto de la autora, vemos las miserias de un grupo de mujeres trabajadoras en una ciudad que hierve con una crisis que nos es muy familiar y lo hace, además, de una forma muy cinematográfica. “Su estilo literario es muy fresco, retrata la realidad de una forma muy visual donde hay escenas que parecen de película”, afirma Antonio Plaza. Los temas son crudos: explotación laboral, abortos clandestinos, maternidades obligadas, sumisiones múltiples, pero entre tanta ignominia, un atisbo de esperanza puesta en la mujer nueva: “Las mujeres se preparan para luchar contra la guerra, para luchar por su emancipación. Antes no había más que dos caminos abiertos: el del matrimonio y el de la prostitución, pero ahora ante la mujer se abre un nuevo camino”, escribía en Tea Rooms.

El feminismo de Luisa Carnés se refleja abiertamente en un artículo suyo del 33 dedicado al voto de la mujer, seis o sietes meses antes de que Clara Campoamor consiguiera el voto femenino en el Congreso. “Es muy posible que Carnés y Campoamor se conocieran en un Madrid con un círculo que seguramente no era muy amplio de mujeres intelectuales que escribían, que se pronunciaban y que eran activistas. Las dos venían de familias de pocos medios: Clara Campoamor era hija de una portera de origen humilde al igual que Luisa, que trabajó desde pequeña en un taller de sombreros”, nos cuenta el historiador.

La paradoja del destino quiso que ella confeccionara los sombreros de aquellas mujeres que luego se les denominó las ‘Sinsombrero’, sus coetáneas, artistas y creadoras de la Generación del 27 olvidadas por la historia también, pero recientemente recuperadas. “Falta Luisa en ese grupo de las Sinsombrero, porque ella, además, es doblemente sin sombrero”, nos dice por teléfono Juan Ramón Puyol Carnés, nieto de la escritora. “Ese grupo de mujeres eran personas de élite intelectual con acceso a libros y cultura, una procedencia muy distinta a la de mi abuela, pero que compartían con ella inquietudes, pensamientos, actividad, dedicación y logros”.

Volver a la vida

Para la familia de la autora, la reedición de Tea Rooms por parte de Hoja de Lata, ha tenido el don de volver a la vida a Carnés para el gran público. “Ha sido un proceso psicológico muy fuerte, sobre todo para mi padre”, explica Puyol. “Él guardó en una caja todas la cartas de mi abuela, sus fotos, sus manuscritos, sus papeles…”. Una caja que se mantuvo cerrada y que contenía toda una vida en el exilio y su experiencia de la guerra. Durante la contienda escribió en periódicos de corte comunista y con el final de la Guerra Civil huyó a Francia primero y luego a México, donde vivió en el exilio hasta su prematura muerte. Siempre con la pena de no poder volver a España: “Hemos engendrado hijos para una patria ajena”, escribía. Así de simple, así de tremendo.

Como una Irène Némirovsky española y proletaria, Carnés poseía un agudo sentido de la observación que la dotaban de una perspectiva histórica inaudita y afilada

El historiador Antonio Plaza fue el primero en ayudar a abrir esa caja de los recuerdos: “Se había mantenido intacta durante años con todas las novelas inéditas de su madre”, nos cuenta. Luisa Carnés nunca pudo volver a España. Un 8 de marzo de 1964, el Día de la Mujer, tuvieron un accidente con el coche en el que Luisa perdió la vida. Tenía 59 años.
“Fue muy duro para mi padre abrir los recuerdos durante tantos años silenciados”. Como una Irène Némirovsky española y proletaria, Carnés poseía un agudo sentido de la observación que la dotaban de una perspectiva histórica inaudita y afilada. En esa caja reposaba lo profundo, lo abismal, lo desgarrado y lo violento de su estilo. La sensibilidad exquisita de quien sabe transmitir porque parte de la experiencia vivida.

Ahora, gracias a la reedición de Tea Rooms. Mujeres obreras, Luisa Carnés vuelve a caminar por las calles de su Madrid, pero esta vez en los comienzos de otro siglo.

Las otras vidas literarias de Luisa Carnés

Peregrinos de Calvario (1927). Su primer libro de cuentos por el que salta a la fama en la literatura de la época.

Natacha (1930). Recoge la vida de una chica que trabaja en un taller textil. Es su alter ego, Natalia Valle, del que toma el nombre para escribir después como seudónimo tanto en España en el 36 como en México hasta el 51.

De Barcelona a Bretaña (1939). Testimonio sobre los hechos acaecidos durante los últimos meses de la Guerra Civil en Cataluña, su huida hacia la frontera, junto a otros miles de refugiados, y su estancia en un centro de internamiento en Francia.

El eslabón perdido (1957). La primera novela editada en España después de su muerte en exilio.

*Luisa Carnés dejó escritos otros tantos libros inéditos e inacabados por su prematura muerte, más un montón de artículos escritos antes y durante la Guerra Civil para distintas publicaciones. Su historiador y su familia siguen luchando porque se reedite el resto de su obra