Diario de aprendizaje III (Gonzalo)

DIARIO DE APRENDIZAJE DE LA VOZ DORMIDA.

En este diario quisiera llamar la atención sobre un hecho que aparece reflejado en el libro y que aún hoy día se sigue practicando de manera generalizada entre, sobre todo, las señoras mayores. Hablo y hablaré de los donativos del católico español y sus contradicciones.

En la novela llama la atención cómo Pepita reza a los santos para conseguir sus favores, negocia con ellos, les compra su gracia.

Él nos ayudará. El Altísimo. Pepita se repite a sí misma la frase, y acude esa misma tarde a la iglesia de San Judas Tadeo con un billete de una peseta para su cepillo. Él nos ayudará. ….. Él nos ayudará. El Altísimo. Pepita esperará con paciencia repitiendo su deseo. El nos ayudará. …. Prenderá una vela. Él nos ayudará. Y echará en el cepillo el billete de una peseta mientras dirige su mirada al santo.

Échale tú una mano, San Tadeíto. (Capítulo 25)

¿Habéis visto alguna vez una capillita portátil? Es una pequeña caja de madera de unos de cincuenta centímetros de alto, unos diez de profundidad que contiene la imagen de un santo o de la Virgen María. Una tapa de cristal protege la figura de escayola policromada. Las muy católicas señoras (rara vez algún hombre le presta atención) lo circulan de casa en casa, cada una tiene derecho a prestarle devoción durante una semana, le reza y “negocia” con el santo o la virgen de turno. En la parte inferior de la capillita hay una pequeña hucha cerrada con un candado aun más pequeño. La piadosa señora se encarga de ir añadiendo moneditas una a una hasta que pasada una semana lleva la capillita a la siguiente piadosa de la lista que puede verse en la parte trasera de la cajita. La lista consiste en una sucesión de nombres femeninos típicos de la España profunda de los treinta y cuarenta: Dolores, Charo, Consuelo, Concha, Genoveva, Asunción, Carmen y, claro, María Josefa, o Pepa, como así llaman a mi madre. Sí, mi madre es una de estas piadosas.

Llama la atención que esta generación de señoras a las que les merezco todo el cariño y, en el caso de mi madre, amor, de piadosas tienen más bien poco, viven con una doble moral de la que para nada son conscientes. Son personas, y aquí ya incluyo también a los hombres, que no han vivido en la abundancia precisamente, han sufrido la guerra, la posguerra, el hambre y la necesidad casi a diario. Algunos, claro, más que otros. Estas personas no pueden comprender que un joven pueda comprar una cabra en Uganda para ayudar a otros, pueda pagar el doble por un producto de Comercio Justo o dedique su tiempo y dinero a trabajos sociales aquí o allá. Personas educadas con las más rígidas normas católicas que sin embargo no son capaces de soltar el mínimo céntimo pensando en la comunidad, pero ojo, a Dios sí, al santo, a la Virgen de la capillita.

Y hay que ir a misa, aunque allí no se rece, eso no importa, es que hay que cumplir. Recuerdo una imagen de mi madre y sus tres hermanas charlando en misa sin atender lo más mínimo al cura, pero, ojo, ahí estaban. Ahora, mientras escribo, tengo una sonrisa de oreja a oreja recordando a esas 4 señoras maduras del mismo tamaño rondando el metro y medio vestidas con ropa de invierno mostrando su respecto al Altísimo mientras cotilleaban de sus cosas en voz baja. Una de ellas, mi tía Asunción, va de negro, está de luto, de luto eterno. Su marido murió hace casi treinta años.

Sigo con estas cosas. La semana pasada que estuve en Sanlúcar de Barrameda, tierra natal de mis padres, tuve la ocasión de encontrame en un bar con una hucha que pedía 11 euros de contribución para la reparación de un paso de semana santa. En San Fernando, mi tierra de nacimiento, vi otra parecida aunque no era tan exigente con la cantidad. En fin, qué fácil parece ganarse un pedacito de cielo.

Y depositará un billete de una peseta en el cepillo, para que el santo le diga si Jaime está vivo:

Que se ve que cobras los imposibles por adelantado, y de uno en uno. Tú sí que eres listo. Un imposible: una vela, una perra gorda. Pues por éste te he echado una peseta, y he puesto un velón bien hermoso, que yo también soy muy lista y sé que los trabajos mientras más difíciles, más caros.

De regreso a la pensión, mirará hacia el cielo. Subirá a la azotea para tender una colada blanca y volverá a mirarlo mientras sacude una sábana y la sujeta bien estirada con dos pinzas:

No sabía yo que los santos fueran tan peseteros.

(Cápítulo 19)

Mi tierra es tierra de contradicciones. Mucho se ha hablado de la racanería del católico español que de ninguna manera contribuiría directamente al mantenimiento de la Iglesia. Mucho se ha hablado también de la mano tendida, más bien brazo, por parte del gobierno socialista a la institución eclesiástica que por intentar separar de manera definitiva Estado e Iglesia le ha prometido una partida monetaria gigantesca para paliar sus elevados costes de burocracia y, sobre todo, salud, educación y beneficiencia. El Estado tenía que ser y no el católico español el que se encargara de satisfacer las enormes cantidades de recursos que la Iglesia necesita para sus faraónicas campañas. El luterano finlandés, así como el ortodoxo, contribuye voluntariamente al sostenimiento de su Iglesia, el católico español antes se veía obligado a hacerlo, más tarde podía elegir entre destinarlo a la Iglesia o a organizaciones no gubernamentales (ONG) a la hora de rellenar el Impuesto sobre la Renta. Esta obligatoriedad del pago sostenía a la Iglesia porque si de las piadosas y otros muchos católicos de boquilla dependiera muchos pobres pasarían hambre, y mucha.

Como conclusión a este diario de aprendizaje quisiera sólo llamar la atención de lo complicado de la situación, que ahora, tras haber leído lo aquí escrito entenderéis aún menos. Así son las cosas. ¿Quién entiende al católico español? Católico de puertas para afuera, pero que en semana santa se viste del Ku Klux Klan y desfila por las calles, paga una cantidad considerable y alimenta el negocio de otros que viven exclusivamente de esa semana. La conclusión es que haría falta un estudio de miles de páginas para comenzar a ver la luz de un tema en el que deberían tenerse en cuenta mil factores como historia, religión, tradición, aunque también imaginería y, claro, cultura, pero más bien incultura. Acabo.

4 thoughts on “Diario de aprendizaje III (Gonzalo)”

  1. Gracias por este diario de aprendizaje, Gonzalo, ¡ha sido muy interesante leerlo y me ha hecho reír! Creo que tienes toda la razón, das en el clavo.

  2. Es cierto y comparto prácticamente la totalidad de lo que escribiste. Pero, creo que actualmente España ha cambiado mucho en este aspecto. Ahora, casi nadie va a misa, los curas son más bien pocos y los jóvenes no se sienten para nada atraídos por la actual Iglesia, anclada en ideas del pasado. Pero bueno, como dices, hablas de señoras mayores y no de los jóvenes.
    La Semana Santa, como la Navidad, o las celebraciones de bautizos y comuniones en España, en mi opinión representan el poder, el “querer dar buena imagen al exterior”. Aparentar y querer aparentar, en eso se ha basado el catolicismo español 🙂

  3. Tu diario está bien redactado y resulta ameno para leer. Sin embargo, tengo que objetar al tema que has elegido: lo que discutes no es un tema literario ni tiene mucho que ver con la novela de Chacón. Lo que haces, en realidad, es utilizar un pasaje de La voz dormida como excusa para hablar de otro asunto, es decir, de la hipocresía y de la falsa piedad. Aunque es un tema que seguramente interesa a los compañeros, no corresponde con la temática y los contenidos del curso.

    En clase dijiste que la novela no te había gustado nada. Como parece que a prácticamente todos los demás les ha encantado, habría sido muy interesante que analizases, por ejemplo, las características del libro que te repateaban. Y siempre que resulta difícil inventar un tema para el diario, un buen remedio es echar un vistazo a las lecturas complementarias (en la bibliografía o en la carpeta) por si sugieren algo.

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