Diario de aprendizaje III (Leena)

Después de las dos clases en las cuales hablamos de La voz dormida, me quedé con la impresión de que era la única a la que le había gustado la novela. Puede ser que mi gusto literario no sea muy refinado, pero a mí no me importaba que fuera una historia sentimental o que diera una imagen demasiado optimista de la posguerra española. No me parecía calculado que la autora hubiera incluido tantas historias de amor para que la novela vendiese más —al contrario, soy de los muchos lectores (o, mejor dicho, lectoras) a los que ha ganado Dulce Chacón con este truco.  

Mientras devoraba el libro, me identificaba con la protagonista, Pepita. Vivía sus penas, lloraba con ella en momentos de tristeza y de felicidad. Más que nada, me interesaba el amor de hermana que se sentían Pepita y Hortensia. Tengo una hermana —morena, como Hortensia, mientras yo soy rubia como Pepita— y pensaba mucho en ella cuando leía la novela por primera vez. Por eso, en este diario de aprendizaje quiero analizar la relación entre las dos hermanas.  

Hortensia es la cara opuesta de la moneda con respecto a su hermana, Pepita. Aquélla es fuerte, valiente, comprometida; ésta, temerosa, sensible, llorona. Se complementan: una subraya las características de la otra. Presentan los dos papeles que las mujeres jugaban en la época de la posguerra: el de militante-guerrillera y el de heroína de la vida cotidiana.

Hortensia se fue a la guerrilla estando embarazada de cinco meses. Antes de que huyera al monte, fue sometida a tortura durante más de un mes. La Guardia Civil la interrogaba a diario para que soltase la lengua y dijese dónde estaba Felipe. Lo aguantó todo sin pronunciar una palabra, hasta que un día un policía le dio una patada en el vientre y le hizo temer que perdiese al hijo que esperaba. En cambio, según consta la propia Pepita, ella “no resistiría ni una sola patada. Ella no.” (p. 28), ya que “ella no es valiente, como lo es su hermana” (p. 27). Efectivamente, cuando le toca a Pepita ser detenida, se le llena la cabeza de espuma y pierde la consciencia antes de que empiece el interrogatorio.  

Mientras Hortensia está en la cárcel, Pepita hace cuanto pueda para aliviar su sufrimiento. A pesar de que la comida escasea, siempre consigue juntar algo para llevárselo a Hortensia, nunca falta al día de visita, y le hace un vestido bonito. Cuando Hortensia es condenada a muerte, Pepita manda un pliego de súplica a Franco. Durante un mes y medio, la fiel Pepita va a la prisión de Ventas todas las mañanas a preguntar por Hortensia, con el fin de llevar consigo la niña recién nacida cuando esté muerta la madre y encargarse de ella. El último deseo de Hortensia es “Que se lo den a mi hermana, [–] que no lo lleven al orfanato” (p. 228), lo cual no es de extrañar, teniendo en cuenta lo horribles que eran los orfelinatos en aquellos años. 

Es más, Pepita se enreda, poquito a poco, en la actividad subversiva porque así lo quiere su hermana. Actúa como mensajera, llevándole a Hortensia mensajes de Felipe y acude a citas clandestinas con los enlaces de la guerrilla. Medio muerta de miedo, Pepita lo hace todo por el amor que siente por su hermana. “Y ella se levantará, claro que se levantará. Porque chico disgusto se llevaría la Hortensia si llega a enterarse de que Felipe la ha llamado y a ella no le ha dado la gana de ir.” (p. 71).

Pepita insiste en que no quiere tener nada que ver con el Partido Comunista. Lejos de luchar por cuestiones ideológicas, se convierte en enlace del Partido sin querer. “Yo lo hago por mi hermana, ¿sabe usted?, por mi hermana únicamente, que me da mucha lástima.” (p. 106). Más tarde, será por el amor que siente por Paulino. Por el contrario, Hortensia es fiel a sus principios hasta la muerte. Pocas horas antes de su fusilamiento, “el cura la quiso convencer para que confesara y comulgara. Le dijo que su deber era salvarle el alma, y que si se ponía en orden con Dios le dejaba que le diera la teta a la niña. Pero ni confesó ni comulgó, no consintió, esa mujer tenía los principios más hondos que el propio corazón.” (p. 243). 

Mientras su hermana, su padre, Felipe, Paulino, doña Celia y muchos otros a su alrededor están cometidos a combatir contra la dictadura, Pepita advierte que es “de «los demás». Y los demás estamos cansados. Muy cansados. Muy cansados y muy hartos.” (p. 260). Pesimista en cuanto al futuro de la lucha clandestina, predice que “esto no nos va a traer más que desgracias, desgracias, únicamente” (p. 106). 

Después de la muerte de Hortensia, Pepita cuida a su sobrina, Tensi, como si fuese su propia hija. Como le asegura con cariño a la huérfana, es su “madre de mentirijilla” (p. 371). Tensi le recuerda a Pepita su hermana, cuya presencia se siente en cada momento. “Pepita siente al verla [a Tensi] que su madre también la está viendo. [–] Hortensia la estará mirando embelesada, como la mira Pepita.” (p. 395-6). Hortensia le ha delegado el papel de madre, y por el cariño que siente por su hermana, Pepita lo desempeña lo mejor que pueda.  

Tensi hereda el idealismo de sus padres y, al cumplir los dieciocho años, declara que quiere afiliarse al Partido, cosa que Pepita desaprueba decididamente. Sin embargo, poco pesan las prohibiciones de Pepita; mientras Pepita aconseja que Tensi no se meta la política, Hortensia (aun desde la tumba) la anima a hacerlo. Durante toda su niñez y adolescencia, Tensi escucha atentamente las palabras de su madre que retumban en sus oídos: “Lucha, hija mía, lucha siempre, como lucha tu madre, como lucha tu padre, que es nuestro deber, aunque nos cueste la vida.” (p. 398). A los ojos de Tensi, sus padres serán verdaderos héroes, cuyos pasos quiere seguir. A Pepita, en cambio, le aterroriza la idea de que Tensi corra el mismo peligro que ellos.

Sin embargo, no todo es blanco y negro. Por un lado, Pepita va cambiando a lo largo de la novela y descubre que sí tiene coraje cuando haga falta. Por otro lado, el destino de Hortensia sería determinado, en parte, por sus circunstancias. Claro que no podía traicionar a su marido delatándolo en la comisaría. Y no tendría más remedio que echarse al monte cuando la policía la perseguía. La valentía, no sólo la demostraban las que participaban en la lucha armada, sino también las que actuaban en un segundo plano, como enlaces y colaboradoras. Hacían cara a la represión del régimen, burlaban la vigilancia de la Guardia Civil y de la manada de chivatos, y soportaban el constante miedo.

Diario de aprendizaje III (Gonzalo)

DIARIO DE APRENDIZAJE DE LA VOZ DORMIDA.

En este diario quisiera llamar la atención sobre un hecho que aparece reflejado en el libro y que aún hoy día se sigue practicando de manera generalizada entre, sobre todo, las señoras mayores. Hablo y hablaré de los donativos del católico español y sus contradicciones.

En la novela llama la atención cómo Pepita reza a los santos para conseguir sus favores, negocia con ellos, les compra su gracia.

Él nos ayudará. El Altísimo. Pepita se repite a sí misma la frase, y acude esa misma tarde a la iglesia de San Judas Tadeo con un billete de una peseta para su cepillo. Él nos ayudará. ….. Él nos ayudará. El Altísimo. Pepita esperará con paciencia repitiendo su deseo. El nos ayudará. …. Prenderá una vela. Él nos ayudará. Y echará en el cepillo el billete de una peseta mientras dirige su mirada al santo.

Échale tú una mano, San Tadeíto. (Capítulo 25)

¿Habéis visto alguna vez una capillita portátil? Es una pequeña caja de madera de unos de cincuenta centímetros de alto, unos diez de profundidad que contiene la imagen de un santo o de la Virgen María. Una tapa de cristal protege la figura de escayola policromada. Las muy católicas señoras (rara vez algún hombre le presta atención) lo circulan de casa en casa, cada una tiene derecho a prestarle devoción durante una semana, le reza y “negocia” con el santo o la virgen de turno. En la parte inferior de la capillita hay una pequeña hucha cerrada con un candado aun más pequeño. La piadosa señora se encarga de ir añadiendo moneditas una a una hasta que pasada una semana lleva la capillita a la siguiente piadosa de la lista que puede verse en la parte trasera de la cajita. La lista consiste en una sucesión de nombres femeninos típicos de la España profunda de los treinta y cuarenta: Dolores, Charo, Consuelo, Concha, Genoveva, Asunción, Carmen y, claro, María Josefa, o Pepa, como así llaman a mi madre. Sí, mi madre es una de estas piadosas.

Llama la atención que esta generación de señoras a las que les merezco todo el cariño y, en el caso de mi madre, amor, de piadosas tienen más bien poco, viven con una doble moral de la que para nada son conscientes. Son personas, y aquí ya incluyo también a los hombres, que no han vivido en la abundancia precisamente, han sufrido la guerra, la posguerra, el hambre y la necesidad casi a diario. Algunos, claro, más que otros. Estas personas no pueden comprender que un joven pueda comprar una cabra en Uganda para ayudar a otros, pueda pagar el doble por un producto de Comercio Justo o dedique su tiempo y dinero a trabajos sociales aquí o allá. Personas educadas con las más rígidas normas católicas que sin embargo no son capaces de soltar el mínimo céntimo pensando en la comunidad, pero ojo, a Dios sí, al santo, a la Virgen de la capillita.

Y hay que ir a misa, aunque allí no se rece, eso no importa, es que hay que cumplir. Recuerdo una imagen de mi madre y sus tres hermanas charlando en misa sin atender lo más mínimo al cura, pero, ojo, ahí estaban. Ahora, mientras escribo, tengo una sonrisa de oreja a oreja recordando a esas 4 señoras maduras del mismo tamaño rondando el metro y medio vestidas con ropa de invierno mostrando su respecto al Altísimo mientras cotilleaban de sus cosas en voz baja. Una de ellas, mi tía Asunción, va de negro, está de luto, de luto eterno. Su marido murió hace casi treinta años.

Sigo con estas cosas. La semana pasada que estuve en Sanlúcar de Barrameda, tierra natal de mis padres, tuve la ocasión de encontrame en un bar con una hucha que pedía 11 euros de contribución para la reparación de un paso de semana santa. En San Fernando, mi tierra de nacimiento, vi otra parecida aunque no era tan exigente con la cantidad. En fin, qué fácil parece ganarse un pedacito de cielo.

Y depositará un billete de una peseta en el cepillo, para que el santo le diga si Jaime está vivo:

Que se ve que cobras los imposibles por adelantado, y de uno en uno. Tú sí que eres listo. Un imposible: una vela, una perra gorda. Pues por éste te he echado una peseta, y he puesto un velón bien hermoso, que yo también soy muy lista y sé que los trabajos mientras más difíciles, más caros.

De regreso a la pensión, mirará hacia el cielo. Subirá a la azotea para tender una colada blanca y volverá a mirarlo mientras sacude una sábana y la sujeta bien estirada con dos pinzas:

No sabía yo que los santos fueran tan peseteros.

(Cápítulo 19)

Mi tierra es tierra de contradicciones. Mucho se ha hablado de la racanería del católico español que de ninguna manera contribuiría directamente al mantenimiento de la Iglesia. Mucho se ha hablado también de la mano tendida, más bien brazo, por parte del gobierno socialista a la institución eclesiástica que por intentar separar de manera definitiva Estado e Iglesia le ha prometido una partida monetaria gigantesca para paliar sus elevados costes de burocracia y, sobre todo, salud, educación y beneficiencia. El Estado tenía que ser y no el católico español el que se encargara de satisfacer las enormes cantidades de recursos que la Iglesia necesita para sus faraónicas campañas. El luterano finlandés, así como el ortodoxo, contribuye voluntariamente al sostenimiento de su Iglesia, el católico español antes se veía obligado a hacerlo, más tarde podía elegir entre destinarlo a la Iglesia o a organizaciones no gubernamentales (ONG) a la hora de rellenar el Impuesto sobre la Renta. Esta obligatoriedad del pago sostenía a la Iglesia porque si de las piadosas y otros muchos católicos de boquilla dependiera muchos pobres pasarían hambre, y mucha.

Como conclusión a este diario de aprendizaje quisiera sólo llamar la atención de lo complicado de la situación, que ahora, tras haber leído lo aquí escrito entenderéis aún menos. Así son las cosas. ¿Quién entiende al católico español? Católico de puertas para afuera, pero que en semana santa se viste del Ku Klux Klan y desfila por las calles, paga una cantidad considerable y alimenta el negocio de otros que viven exclusivamente de esa semana. La conclusión es que haría falta un estudio de miles de páginas para comenzar a ver la luz de un tema en el que deberían tenerse en cuenta mil factores como historia, religión, tradición, aunque también imaginería y, claro, cultura, pero más bien incultura. Acabo.

Diario de aprendizaje II (Gonzalo)

EL VOCABULARIO EN LUNA DE LOBOS por Gonzalo Hernández Reyes

Llamazares, como hablamos en clase, utiliza gran cantidad de adjetivos y sustantivos oscuros, fríos, depresivos, sombríos, decadentes reflejados en la naturaleza para expresar los propios sentimientos de Ángel, el personaje. Quisiera con este pequeño diario confirmar nuestra idea confrontando vocablos negativos con otros positivos. Para ello encontraremos el número de veces que aparece una palabra negativa y compararemos este número con su palabra antónima, por ejemplo, blanco frente a negro, noche frente a día, etcétera.

Este proceso es muy entretenido pero no tanto como podría pensarse a priori. Me he bajado de Internet el libro y una vez abierto he utilizado la opción del buscador de word (CTRL + F). Nada especial. Espero que os parezca curioso.

El vocablo luna aparece prácticamente el mismo número de veces que sol. Luna, 37 veces, sol, 33. Esto me pareció sorprendente, pero al buscar en qué contextos surge ”sol” es fácil entender que este sol no contine un mensaje positivo, sino todo lo contrario, está rodeado de situaciones dramáticas. Aquí coloco algunos ejemplos de la aparición de sol:

-La luz del sol no es buena para los muertos.

-Así nunca llegaban a saber que estaban ciegas y no podían resistir la luz del sol.

-el sol se desmorona en una charca sucia…

-Cuando se olvidan el color y la textura de la luz, cuando la luna se convierte en sol y el sol en un recuerdo,..

Con respecto a los colores. Negro o negra, 48 veces, gris, 22, mientras que blanco o blanca sólo 18 veces. También hay que añadir, como el caso anterior que blanco aparece en contextos muy negativos, donde el valor positivo de limpieza y pureza del blanco se limita a contextos relacionados con la muerte y la crudeza de la naturaleza. Algunos ejemplos de esto:

La niebla nos sepulta con un bramido blanco.

-¿Qué te pasa, Ramiro? Estás blanco como la nieve.

-Tina mira a Ramiro, blanco y desencajado a la luz del candil.

-…blanco de muerte sobre la superficie blanca de la almohada

-La paja gime con un sonido blando. Está podrida y blanca. Como mis pies. Como mi alma.

También me llamó la atención la comparación entre vivir, vida, vivo y viva con muerte, muerto, muerta y el verbo morir. El primer grupo aparece 47 veces, mientras que el segundo 54 (morir sólo aparece una vez). Esto, parece a priori extraño, pero así como en los anteriores casos estos conceptos están sacados de contextos en los que la muerte, más que la vida, hace acto de presencia. Veamos algunos ejemplos.

-Un lejano destello en sus ojos casi ciegos me dice —pobre Bruna— que está dispuesta a defender mi vida con la suya.

-…ráfagas de nieve, correr buscando la raíz más profunda de la noche, la salvación cercana de esas rocas que marcan, en lo alto de la loma, la frontera de la muerte y de la vida.

-…como buscando el tabaco para liar el último cigarro de su vida.

-Es el apego a esta tierra sin vida —sin vida y sin esperanza— el que se impone como una losa sobre nosotros.

La noche aparece nombrada 136 veces, frente a 46 del día. También el día tiene a menudo connotaciones negativas.

-Os matarían al día siguiente en cualquier cuneta como han hecho con tantos.

-Por el día, dormimos escondidos entre los matorrales. Y, al anochecer,

-Hay que matarla ahora —dice Ramiro—. Antes de que se haga totalmente de día.

Frío, 27, aparece muchas más veces que calor, 8. Claro, que algunas de las alusiones a calor no son para nada positivas. Veamos:

-El calor es húmedo, asfixiante. Fermenta sobre sí mismo como un animal corrompido. Se pudre. Impregna con su olor penetrante las maderas y el agua y el aire y el silencio.

-…entre mí y esta fosa donde el calor y la desesperación se funden en una sustancia putrefacta que comienza a invadir ya mi cuerpo …

Palabras violentas aparecen a menudo. Matar, 9, disparar, 23, las formas derivadas de violencia, 6 y destaca la diferencia de uso entre la palabra paz, 2, y guerra, 15.

Los derivados de oscuro y oscuridad aparecen 52 veces, la palabra sombra, 22 veces, mientras que luminoso, iluminado y sus formas, sólo 19 veces. Destaca sobre todo la presencia de la palabra luz que aparece 60 veces. De todos ellos cuesta encontrar uno que sea positivo y también hay que decirlo, carente de belleza. Aquí algunos ejemplos.

-Juana tiene razón. No puedo permanecer eternamente aquí, tumbado como un muerto boca arriba, sin luz, sin esperanza, con la mirada y el corazón siempre prendidos del vacío

-Hiere la luz después de tanto tiempo. Hiere con un fulgor de nieve esta luz triste y helada que ahora nace. Después de tanto tiempo. Después de tantos días sin sentirla como se sienten en la piel la lluvia o la nostalgia. Hiere la luz y

-Rasga la luz con su hoja de sangre la oscuridad inmensa de las entrañas de la tierra.

El silencio aparece 101 veces, frente a ruido, 3.

Soledad, 24 veces, compañía, 15, también, esta última usado en contextos negativos.

-…con la única compañía del caballo.

-Hasta que, poco a poco, hube de admitir que nada podría hacer por evitar su presencia y su compañía. Hasta que, poco a poco, hube de reconocer que él, el silencio, era el único amigo que me quedaba ya.

-Hace mucho que aprendí a desear menos la compañía de los hombres que la de los animales

-Las cabras, como siempre, retroceden asustadas ante mí. Lejos de acostumbrarse, cada día que pasa rehúyen más mi compañía

La palabra animal aparece 29 veces, frente a 75 que lo hace hombre (humano, sólo una vez). Hombre también aparece a menudo en contextos desagradables aunque la mayoría de las ocasiones sirve para quitarle el protagonismo, su nombre, a la persona de la que se habla.

-a pistola de Ramiro encañona la mirada de un hombre traspasado de terror y de frío.

-el instinto primario de supervivencia que puede llevar a un hombre acosado hacia la violencia

-la figura de un hombre alertado por los ladridos.

-es sólo un hombre brutal, escondido como una alimaña en las mismas montañas de las que habla.

Entre amanecer y anochecer, existe una clara diferencia. 22 a favor de amanecer, frente a 2 de anochecer. Podríamos pensar que aquí se contradice lo que hasta ahor hemos planteado, pero no. Teniendo en cuenta las condiciones en las que viven los protagonistas, el amanecer significa la oscuridad diurna, el escondite, la soledad, el silencio del interior de la tierra.

Como conclusión debo decir que, este pequeño análisis no hace más que confirmar lo que hasta ahora sabíamos. Julio Llamazares utiliza un vocabulario frío, oscuro, deprimente, a la vez encantador, hipnotizante, sencillamente genial. También quisiera añadir que este trabajo se podría ampliar estudiando la evolución del vocabulario a lo largo de la obra, o por ejemplo, dividir el estudio en adjetivos y sustantivos y analizar la relación entre ellos. Pero en esta ocasión aquí lo dejamos. Saludos y espero que os haya parecido interesante.

 

Diario de Aprendizaje II (Eeva)

Hace algunos días tuve un debate con una amiga mía sobre las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer. Al principio yo sostuve que sería difícil de gozar de la literatura sin entenderla. Pensaba sobre todo en poesía: la comprensión como un factor de placer me parece más importante en cuanto a la literatura  que con respecto a otras formas del arte. Lo pienso puesto que las palabras no son imágenes de sus referentes y, por consiguiente, no son perceptibles por los sentidos de la misma manera que, por ejemplo, la música y la pintura. Mi amiga me hizo notar que, aunque no se esté consciente de la intertextualidad de una novela, de todas maneras se puede gozar de la obra. Yo nunca lo había pensado de ese lado, sólo había pensado que cuanto más encuentre cosas ocultas en el texto o ”entiende que estoy entendiendo” una metáfora, tanto más disfruto de la obra. Reconozco que esta idea del placer máximo que he tenido es bastante subjetiva; tengo que ajustar un poco mi actitud. Y ¿qué tiene que ver todo esto con la obra Luna de lobos por Julio Llamazares? Sólo lo quería contar porque, en mi opinión, explica bien por qué me gustó tanto el libro. Luna de lobos es una mina de metáforas, el lenguaje de la novela es tan poético que se puede encontrar matices interesantes en casi todas las frases.   En este diario de aprendizaje quiero tratar algunos recursos literarios de Luna de lobos. Voy a concentrarme en dos apartados específicos que me impresionaron personalmente a mí. Advierto que todo lo que diga sobre estos apartados es subjetivo, está basado en mi pensamiento y mis emociones, y no en hechos reales. Simplemente quiero compartir las ideas que me imagino haber encontrado leyendo entre líneas.  Empezamos por el búho; tanto la figura como su canto me alegraron durante toda la obra. Mi favorito es el apartado en el que se describe el animal sin conectarlo de ninguna manera a lo que se ha dicho antes o a lo que se va a decir después.                       

 “Hacia las tres de la mañana, ha cantado el búho en el hueco de algún roble cercano. Debe de ser rojo y negro como la hoguera que agoniza dentro de la cueva. Y sus ojos resplandecientes en la noche como dos brasas.” –Luna de lobos, 41 

Como hemos aprendido en la clase, la imitación del canto del búho fue una de las contraseñas que usaban los enlaces y apoyos para contactar con los guerrilleros. Sin embargo, en el apartado citado no se trata de una situación en la que fuera usada la contraseña. El búho está simplemente presentado al lector por primera vez. Por el hecho de que no esté usado para avisarle al lector la contraseña sino por otro motivo, me puse a pensar en el simbolismo de los colores. El narrador piensa que el búho debe ser rojo y negro. No creo que sea la única que, al oír estos colores, piensa en la enseña rojinegra que, según Wikipedia, “une el color negro del anarquismo con el color rojo del sindicalismo o movimiento obrero”. El simbolismo del apartado no termina en los colores. Si el rojo y el negro significan el anarquismo y el movimiento obrero, se puede preguntar si la hoguera que agoniza dentro de la cueva es sólo una hoguera, o, por ejemplo, la pasión anarcosindicalista de los hombres que están dentro de la cueva.  

Aunque yo podría hablar del búho hasta el infinito, quiero también presentar el otro apartado que me encantó. En esta escena los maquis Ángel, Ramiro y Gildo han bajado al pueblo para buscar a Juan. Están volviendo al monte.

                       “Es la señal: sobre los campos desolados, sobre las extensiones infinitas de la noche,    sobre las soledades eternamente juntas de río y del camino, comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre.  

                    Por los últimos huertos, cerca ya del cementerio, la ventisca arrecia. Desciende por el monte con un aullido doblando las cabezas de los árboles como animales sagrados que se inclinan ante el dios que pasa.[…]                      Ha sido justo aquí, al salir a monte abierto, cuando nos ha sorprendido a bocajarro la descarga: una cortina de fuego que se enciende de repente junto a las viejas tapias del cementerio.”  -Luna de lobos, 48 

Sigue acción, una situación confusa de un tiroteo entre los maquis y la guardia civil.                    

                     “La noche ha reventado como un barril de pólvora. Se ha convertido en un devastador y helado torbellino. La nieve, el viento, el tableteo de las armas, los gritos de los guardias, se funden bajo la noche dibujando una lámina borrosa e indescifrable. El ruido es sobrehumano. […]” -Luna de lobos, 48 

Hay más acción, los maquis resisten con una granada de mano. Con la ayuda de la explosión logran escaparse. 

                      “Y otra vez, correr, correr monte arriba con todas nuestras fuerzas, correr entre las urces y las ráfagas de nieve, correr buscando la raíz más profunda de la noche, la salvación cercana de esas rocas que marcan, en lo alto de la loma, la frontera de la muerte y de la vida.” Luna de lobos, 49 

De repente, le disparan a Ángel, siente un golpe en la rodilla. 

                      “Al cabo de unos minutos, una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo.  

                    La noche se resiste a aceptar el silencio. Tan intenso. Pero, en seguida, el aullido gris de la ventisca reaparece entre las urces para llenar el vacío que la pólvora ha dejado.   […]” -Luna de lobos, 49 

Por fin vuelve la calma y los guardias comienzan a salir. 

                      “En la collada de Illarga, la nieve alcanza ya un palmo de altura. La ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. 

                      Apoyado en el hombro de Gildo, hundiéndome en la nieve a cada paso, sin un solo descanso, sin ni siquiera un alto mínimo para mirar atrás y contemplar la larga estela de silencio que vamos dejando entre nosotros y las botas de los guardias …” -Luna de lobos, 50 

En este apartado de unas páginas me gusta, además de la personificación, el uso de los cambios del tiempo. El autor usa en especial la nevada para reflejar los cambios en el ritmo de los acontecimientos. Justo antes del apartado citado, los personajes se han enterado de que muy probablemente uno de ellos, Juan, ha muerto. Me imagino que como consecuencia de tal noticia, uno se siente bastante solo. Sin embargo,  Ángel, el narrador, no describe como se siente solo, sino refleja su soledad a la naturaleza alrededor de él. El lector se entera de que es la señal: […] comienza a nevar con repentina y aprendida mansedumbre. Cuando yo leí esta parte, tuve una impresión de que el nieve refleja la muerte, y esta impresión tuvo apoyo cuando, en cuanto los maquis acercaron al cementerio, también la ventisca arreció, como si la presencia más cercana de la muerte hiciera más violente la ventisca. Está presente la muerte a través del cementerio, arrecia la ventisca, y empieza el tiroteo; justamente en el mismo sitio la amenaza de la muerte de los tres maquis se acerca. En el mismo momento aumenta el ritmo de la narración: los acontecimientos, en vez de seguir pasando de manera tranquila (si bien tensa), se suceden como las ráfagas de nieve.  

La relación entre la muerte fría y el ritmo rápido de la narración se mantiene también cuando el autor compara la noche con un  barril de pólvora que ha reventado y con un helado torbellino. Al huir ante el peligro, los hombres corren a más no poder, el ritmo de narración no cambia, el lector puede casi sentir los fuertes latidos del corazón resultados de tanto correr y de tanto pánico. A todo eso acompañan las ráfagas de nieve. Hasta que, de repente, todo cambia: le dan el golpe en la rodilla de Ángel y el ritmo de la narración se vuelve a tranquilizar. Nieve por un momentito, pero no con tanta intensidad que antes: primero una ráfaga corta y desesperanzada pone fin al tiroteo y después el aullido gris [como lo del lobo] de la ventisca reaparece […] para llenar el vacío que la pólvora ha dejado. Ya está tranquila la situación,  los guardias comienzan a salir. De la misma manera se tranquiliza el tiempo: [l]a ventisca ha amainado y, ahora, una calma densa y fría se extiende mansamente sobre el monte. La tranquilidad de la situación en el fin está aún enfatizada por la larga estela de silencio que van dejando entre ellos y las botas de los guardias. 

Pienso que los apartados citados muestran bien el modo del que Julio Llamazares usa las metáforas, la personificación y otros recursos lingüísticos. Sin embargo, al escribir este diario me he dado cuenta de que mientras trato el tema, he argumentado contra mi propia opinión de antes, me he metido en un jardin. La mayoría de lo que pensaba haber encontrado en Luna de lobos no está basado en la comprensión sino en las emociones que me surgieron leyendo el texto. Así que, para volver al tema con el que empecé a escribir este diario, el de las relaciones entre la literatura, la comprensión y el placer, tengo que admitir que, al fin y al cabo, la comprensión no tenía mucho que ver con el hecho de que disfrutara de la novela. Tengo que llamar a mi amiga y reconocer mi error.   

– Julio Lamazares: Luna de lobos (1994)

http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADmbolos_anarquistas

Diario de aprendizaje I (Essi)

Tanto en La Luna de Lobos como en El Silencio Roto se habla de los hombres del monte. Fueron los rojos que tenían que huir para salvar su vida durante y después de la guerra civil. Algunos de ellos resistieron años escondiendose en la cuevas y a veces bajando al pueblo las noches. En este diario quiero discutir la relación entre los aldeanos y los guerrilleros.

Los del monte necesitaban de aldeanos. Recibían mucha ayuda de parte de sus familiares y de sus amigos que vivían en los pueblos. Les daban de comer y  les contaban las novedades. Probablemente era por ellos que aguantaban en los montes y no se renunciaban. Sobre todo los aldeanos les daban esperanza que algún día todo ése acabara.

A veces las familias ayudaban a sus seres queridos a esconderse en sus viviendas o terrenos. Claro que los guardias civiles sabían sospecharlo y buscaban todas las casas. Torturaban y maltrataban a las personas que podrían haber tenido algún tipo de relación con los fugados. A pesar de todo el daño que la protección de los del monte causaba a las familias, los seguían protegiendo. Tal vez lo hacían por amor o algunas veces por pura obligación o por lástima. De todos modos, los fugados dependían de los aldeanos.

No podían confiarse en nadie. Se les daba una recompensa a las personas que denunciaban a los guerrilleros o a sus ayudantes. También los aldeanos vivían con el miedo constante. No podían saber si el día siguiente fuera el último para los suyos que estaban en el monte, y también tenían que preocuparse por ellos mismos. En Luna de lobos la hermana de Ángel le repite cada rato que le van a matar. No sé si lo dice por Ángel o por  toda su familia.

El tema me trae a la memoria una pelicula que vi. Se llama La Lengua de las mariposas. Los acontecimientos están ambientados al inicio de la guerra civil. En esa pelicula se ve bien el poder del miedo y la presión de la conformidad en un pueblo pequeño. El niño acaba  insultando a su profesor favorito a pesar de que le respeta mucho y le tiene cariño. Lo hace porque los demás lo hacen. Sabe que si no insulta va a ser uno de los insultados.

Por otro lado, mucha gente esperaba que los maquís se formaran y  tomaran el poder. En algunos pueblos así sucedió pero no podían cambiar las cosas. Muchos guerrilleros sólo querían vengarse. En El Silencio Roto la alegría de la toma del pueblo no dura mucho. Al fin la situación de los aldeanos y de los del monte es peor que nunca. Así también pasó en vida real en muchos pueblos.

En pueblo tenían mucho miedo de los fugados. Los del monte muchas veces robaban y hasta mataban para sobrevivir. Era muy peligroso encontrarse con ellos. Como los guerrilleros tenían mucho miedo de que se los denunciara, eran capaces de matar a cualquier persona que los viera. Pasaban tanto tiempo fuera de la civilización perseguidos que ya parecían más animales que seres humanos. Hasta mataban a sus propios compañeros guerrilleros.

En Luna de Lobos hay una parte que me parece especialmente interesante. Cuando Ángel está en la casa de María ella le dice que en el pueblo hablan que lo mejor que podría hacer es tragarse una botella de coñac y pegarse un tiro. Él le contesta: ” Diles que no soy un perro”.  El contraste entre cómo los aldeanos ven la situación de Ángel y cómo él mismo la ve es fascinante.  Mi interpretación es que Ángel se considera un poco como un mártir. Es un buen muchacho que tiene derecho a llevar una vida normal, pero por la fuerza de la circunstancias vive como un animal de rapiña.

Diario de aprendizaje II (Anna)

En este diario de aprendizaje voy a seguir con el interesantísimo tema de la memoria, concentrándome en la memoria histórica del maquis creado por la literatura. La palabra maquis proviene del francés “maquisard” significando matorral o lugar poblado de matorrales. Parece increible que los guerrilleros resistieran en el monte años y años, aislados de sus familias y de la sociedad. Y muy triste el hecho de que a gente con una fortísima fe en su ideología, poco a poco se le vayan quitando todas las ilusiones de vivir una vida normal. Su vida en el monte se puede comparar a la de unos animales perseguidos, como lo hace también Julio Llamazares en “Luna de lobos”. En un capítulo de la novela Ramiro (si me acuerdo bien) cuenta como se cazaban lobos en su pueblo. Es una buena comparación, ya que para los maquis también el espacio, las posibilidades de sobrevivir y las iluciones del regreso con sus familias van de poco a menos a lo largo del tiempo. Es como un círculo que se hace cada día más pequeño.

En la película “El silencio roto” hay una escena casi al principio, cuando Lucia vuelve al pueblo y pregunta: ”¿Todavía hay gente en el monte? Pero la guerra ya ha terminado.” Parece que en la España de entonces generalmente no se sabía la cantidad de “los del monte”. Luego, el régimen franquista rebajó a los maquis a la categoría de delincuentes comunes. Se hablaba de “bandoleros”, y la gente les temía. Pero también para la democracia,  parece que el maquis se haya convertido en un incómodo residuo del pasado. Los gobiernos democráticos han negado distintas peticiones  para que los años que los maquis pasaron en el monte se reflejen en sus pensiones y para que se revisen los procesos judiciales que los condenaron como “bandoleros”, “malhechores” y “terroristas”. (Carmen Moreno-Nuñez p.236)

Una cita de El Mundo del 20 de mayo 2001:

 “…todos los diputados del Congreso, puestos en pie, sellaban con una salva de aplausos la rehabilitación histórica de los guerrilleros antifranquistas que se echaron al monte al acabar la Guerra Civil para huir de la sangrienta represión de los vencedores, primero, y organizar la resistencia a la dictadura, después. Pero el gesto de sus señorías fue sólo moral, y dejó un regusto agridulce en el veterano luchador: la Guardia Civil borrará de sus archivos la humillante etiqueta de «bandoleros» y «malhechores» que el franquismo colocó a los casi 7.000 maquis que desafiaron, con sus sueños de libertad y democracia, a la España grande y libre de la posguerra.

 … la cicatería del PP impidió que el Congreso reconociera el carácter militar de la guerrilla, y con él, el pago de pensiones o indemnizaciones a los supervivientes: los pocos que no murieron en combate o fueron fusilados en las cárceles franquistas, sobreviven hoy en la estrechez de sus raquíticas pensiones. «Su reconocimiento presenta obstáculos legales», afirma el diputado popular Manuel Atencia, argumentando que los maquis no están incluidos en la legislación especial sobre la Guerra Civil, la misma que permitió resarcir a los militares republicanos o facilitar el regreso de los exiliados.” 

Carmen Moreno Nuño afirma en su obra “Las huellas de la Guerra Civil, Mito y trauma en la narrativa de la España democrática” que la recuperación de la memoria histórica del maquis ha resultado ser especialmente trabajosa. Muchos historiadores se han quejado de la falta de la accesibilidad a los archivos de la Guardia Civil y el Ejército.  Mientras el maquis francés llegó casi a ser un mito nacional, en España la guerrilla antifranquista ha sido hasta recientemente una de las areas más desconocidos por el público y más abandonadas por la historiografia tradicional.

En la literatura española existen tres modelos básicos de representación de maquis según se hayan producido en la España de Franco, en el exilio o en la España democrática. Los tres tipos de presenter a los maquis son: de bandoleros, de héroes y de supervivientes.

Durante los años 40 el maquis llega a ser un amenazante foco de oposición armada y una seria preocupación para un gobierno recientemente constituido. Según Paul Preston, el maquis constituye la oposición más seria al régimen. En los años 50 y 60, el maquis se convierte en un tema literario. Los supervivientes de la guerrilla llegan a ser víctimas de una version official que los tacha de criminales y bandoleros. Es entonces, cuando se atreve a llevar el maquis a la literatura. El resultado es una literatura popular de contenido melodramático que mezcla el idealismo politico con el sentimentalismo. En la mayoría de estas novelas, la muerte del guerrillero es la única solución posible ante un problema político insalvable, dado que la España de Franco niega a los guerrilleros el perdón, la reconciliación y la posibilidad de reinserción en la sociedad. Voy a tomar como ejemplo de las novelas nacionalistas “El ladrido” de Òscar Muñiz Martín, publicada en 1969. En “El ladrido”, el mito se ha convertido en un instrumento de manipulación – declara los guerrilleros del monte “pura leyenda”. Los dos guerrilleros que presenta, Mauro y el Valiente, forman una estereotípica pareja de “malos” con una irracionalidad animal y frialdad astute. A esto se añade una pasión imposible que el Valiente desencadena en una joven. La novela franquista presenta a la mujer como “salvadora” del hombre en pecado. Sin embargo, la muerte es el único final posible.

Para la literatura republicana es característico presentar a los maquis como heroes; una vision que también llega a ser mitificadora. Se conocen pocas novelas sobre el tema, y están escritas en el exilio. lo que lleva a una vision idealizadora. Un ejemplo de novelas sobre el maquis escrito en el exilio es “Juan Caballero” de Luisa Carnés, publicada en Méjico D.F. en 1956. Es una novela que de ninguna forma habría pasado la censura en España: narra el encuentro de un jefe guerrillero y la esposa de un jefe local de Falange al estilo de la novela rosa.

Es evidente que la literatura ha tenido un papel importante en la propaganda y todavía sigue influyendo en el modo de ver las cosas. Durante la democracia, la novela ha llegado a ser instrumento de la recuperación de la memoria. La literatura de la democracia tiende a ver cada vez más a los vencidos de la Guerra Civil, incluyendo a los maquis. Identifica a los maquis con supervivientes enfrentados a extremas condiciones de vida de las que no pueden salir. Según Moreno Nuño, “Luna de lobos” de Llamazares es una de las novelas más importantes publicadas durante la democracia sobre la guerrilla antifranquista.  La novela “Maquis” de Alfons Cervera, publicada en 1997, es una vision novelada de los que más perdieron dentro del terrible mundo de la guerrilla: sus familiares y enlaces.  

Para terminar, algunas citas del libro de Carmen Moreno Nuño sobre el tema del silencio, ya que el primero que me llamó la atención del franquismo fue el silencio (“Silencio roto”, “La voz dormida”…): “Silencio y trauma van inseparablemente unidos, ya que el silencio es efecto y respuesta al trauma. …El silencio es un instrumento de represión, pero también es una respuesta psicológica a esa represión, es decir, el silencio es síntoma de un estado traumático; además, el silencio hace más difícil la curación del trauma….El silencio protege falsamente a las víctimas del trauma, pero sobre todo, protege a los otros, a los que tuvieron la suerte de escapar del trauma y todavía huyen de él.” (pp.237-239) 

Fuentes: Carmen Moreno Nuño:Las huellas de la Guerra Civil, Mito y trauma en la narrativa de la España democrática, Madrid, Ediciones Libertarias, 2006

http://www.elmundo.es/2001/05/20/espana/997883.htmlhttp:/

www.elmundo.es/elmundo/2009/02/04/opinion/2590520.html

http://www.youtube.com/watch?v=q7xMFPJaX5w  

Diario de aprendizaje II (Leena)

La sangre siempre tira, en España incluso más que en Finlandia. A los familiares se los ayuda hagan lo que hagan y, como vemos en Luna de lobos, ni siquiera el huir de la sociedad y lanzarse al monte hace que rompan los lazos familiares. En este diario de aprendizaje voy a analizar las relaciones entre los guerrilleros y sus familias. Los guerrilleros republicanos y los huidos —el maquis— contaban con una extensa red de colaboradores, sin la cual no hubieran persistido tanto tiempo. Los cuatro soldados de la novela bajan a menudo al pueblo de La Llánava a por comida, cigarrillos, ropa y mantas, entre otras cosas. 

En un documento titulado “12 preguntas sobre el maquis”, publicado en torno a unas jornadas para el conocimiento y estudio de la guerrilla antifranquista (Andorra, 2003), se aborda el tema del apoyo social de la guerrilla:  El apoyo social se plasmaba en acciones concretas [–] Los guerrilleros encontraron cobijo en las casas de estos simpatizantes y colaboradores, fueron provistos por ellos de elementos de subsistencia, se les suministró información (prensa, noticias acerca de los movimientos represores, y pistas para guiar los golpes económicos y demás actuaciones), y les sirvieron de contacto-enlace con otros grupos.”(1)  Muchos de estos simpatizantes eran mujeres: madres, esposas, hermanas, hijas… Es difícil calcular con exactitud el número de colaboradores, pero “más de 60.000 enlaces acabaron en la cárcel, sólo durante el periodo de mayor represión, la llamada etapa del terror, de 1947 a 1949” (1), lo que demuestra indiscutiblemente que estamos ante un fenómeno muy extendido.

En este diario de aprendizaje, me voy concentrar en la evolución de los lazos familiares que unen al narrador-protagonista, Ángel, con su hermana y su padre. Transcurre casi una década en la novela y el protagonista sufre cambios profundos. Por tanto, describiré cómo evoluciona su relación con la familia a lo largo de la novela, parte por parte.

La primera vez que se habla de la familia de Ángel es cuando él ve a su hermana Juana desde lo lejos. La contempla con cariño y se fija en que la chica lleva el pañuelo amarillo que le regaló él mismo. Ángel baja a ver a Juana, pero ella se asusta al verlo y apenas sabe decir otra cosa que “Te van a matar” (2, p. 22), palabras que retumbarán en los oídos de Ángel. A pesar de que Ángel aún no lleva mucho tiempo en el monte, parece que su familia ya perdió la esperanza de volverlo a ver en vida.

Cuando bajan todos los compañeros al pueblo por la noche, el padre de Ángel no está, puesto que lo han llevado al cuartel. Ángel se queda escondido esperando a que vuelva. De vuelta, el padre le advierte a su hijo del peligro. Parece “delgado, muy delgado, envejecido. Y, en sus ojos, un poso de impotencia se mezcla con la rabia.” (p. 29). Ángel se queda profundamente afectado por este encuentro y toma conciencia de lo mal que están sus seres queridos por su culpa. Describe el rayo de luna que entra por la ventana como una “barra de plata helado” (p. 29), lo que hace referencia al miedo que siente y, tal vez, a la muerte. Cuando sale de casa, las cuatro campanadas del reloj de la torre de La Llánava derraman sobre el corazón de Ángel como “una sustancia fría, mineral y amarga” (p. 30).

Al principio de la segunda parte Ángel baja a casa de su novia, María, por tres noches. María le dice: “No podéis seguir así, Ángel. No podéis estar siempre viviendo como animales.” (p. 68). Antes de que Ángel empiece a sentirse una alimaña, María lo ve convirtiéndose en una. Ángel siente lástima por María, porque está “condenada para siempre a esperar a una sombra, a un fantasma. A alimentar el recuerdo de un hombre que jamás volverá.” (p. 68) En este punto de la historia, Ángel ya se ve a sí mismo como un fantasma. Ha dejado de creer que un día termine su huída y pueda volver a la vida normal.

Luego, Ángel pasa por casa y se queda horrorizado, sin palabras ante su hermana, que está muy mal porque la han pegado los guardias civiles. Está claro que la familia de Ángel sufre mucho. A los guerrilleros les da mucha pena la mala suerte y soledad de sus seres amados, y les entristece aún más el hecho de que la culpa por todas las desgracias la tengan ellos. En el capítulo XIV, Ángel siente pena por el marido de Juana, porque “ha comenzado a sufrir ya las consecuencias de entrar a formar parte de mi vida” (p. 159).

En 1943, Ángel contempla el pueblo de La Llánava meditando: “son ya seis años los que llevan así, viviendo en silencio, aterrados, en la indecisión de la pena que les mueve a ayudarnos y el miedo, mayor cada vez, a las represalias.” (p. 116). Con esta frase, resume de manera perspicaz la situación angustiosa del pueblo; está entre la espada y la pared.

En la última parte, Pedro, el marido de Juana, sube al monte para avisar a Ángel que el padre de éste está muriendo. Cuando cae la noche, Ángel se lanza monte abajo y entra en su casa por la puerta principal burlando la vigilancia de los guardias civiles porque quiere despedirse de su padre. Todos los que se han juntado para velar el cadáver se asustan y Juana lo echa de allí. No tiene sitio en la compañía de otras personas, está condenado a la soledad del monte. Otra vez, la naturaleza refleja la pena del protagonista: rompe a llover “como si nunca más hubiera de volver a amanecer” (p. 163).

Al final de la novela, Juana y Pedro esconden a Ángel en una fosa subterránea. Pasa un mes allí, sin ver la luz del día. Luego vienen los guardias civiles a registrar la casa, se llevan a Pedro y golpean a Juana, lo que —por fin— lleva a Juana a pedirle a su hermano que se marche de allí. Los años han ido diluyendo los lazos que los unían. “Los dos estamos ahora frente a frente, distantes, sin mirarnos, sin hablarnos, como si ya no fuéramos hermanos.” (p. 181). A Ángel ya no le queda nada en el pueblo, ni siquiera su propia familia lo quiere allí. Por eso, opta por dejar su tierra y se va, despistado, solo, perdido ante un futuro desconocido.  

1) http://www.loquesomos.org/elpalabro/leer/12%20preguntas%20sobre%20el%20maquis%20guerrilla%20antifranquista1.pdf 

2) Julio Llamazares: Luna de lobos. Barcelona 2000 (segunda edición).

Diario de aprendizaje I (Seija): Luna de lobos

Los lobos

Luna de lobos (1985) por Julio Llamares es una novela sobre los ”maquis”, las guerrillas antifranquistas que huiron a los montes durante la guerra civil española y los comienzos de la era franquista. Como se dice el título, lobos tienen el papel metafórico en la novela. En mi diario de aprendizaje voy a concentrarme en la tema de los lobos. ¿Por qué Llamares ha elegido esto animal a representa los maquis? También voy a reflexionar ¿cómo es esta especie de fiera pintado en el libro? Quiero saber su significado escondido.

Como en el todo el mundo, en España la gente creen que el lobo es un animal muy peligroso. Ha sido muchas lobos en España rural, pero los campesinos tradicionalmente prefieren los matar cuando los ven.  El protagonista y narrador de la novela, un maqui que se llama Ángel, explica que en la sierra ”cazan lobos todavía como los hombres primitivos: acorralándoles.” (p.112). No obstante – y quizá por eso – los combatantes para justícia son representados como los lobos. Son cazados y injustamente tratados, todo el tiempo en peligro de extinción.

Pero en la novela también hay gente que tienen admiración mezclado con miedo. Un niño los mira a los maquis con veneración:
”- Son ellos, ¿verdad? Los del monte.
Lo ha dicho entre feliz y asustado. Como si una manada de lobos hubiera pasado a su lado sin hacerle daño.” (p.66).

Para los anti-republicanos los maquis no tenían más valor que los animales. Don José, el dueño de la mina, dice: ”Para unos, sois unos simples ladrones y asesinos. Y, para otros, aunque no lo digan, sois unos pobres desgraciados que lo único que hacéis es tratar de salvar la vida.” (p.81). Es interesante notar que la jerarquía permanece entre los ricos y los pobres. Aunque han raptado don José, todavía los maquis le dan de usted. También le dan de usted a la cura de La Llánava, don Manuel, en el mismo tiempo que están amenazándole con una metralleta. Pero estos personajes – dueños y curas etc. – nunca les dan de usted a los maquis, por mucho que tienen miedo o están a la merced de ellos.

Si los maquis son como lobos, los franquistas, la guardia civil y los partidarios suyos son perros. Muchas veces los perros ladran cuando los del monte entran en un pueblo. Los perros son domésticos, familiares. Los lobos temibles y libres, aún perseguidos. Los lobos tienen miedo a los perros, los persequidores. Perros siempre los ”ve entrar con un gruñido hosco entre los dientes.”( p. 116). Pero incluso un perro puede convertirse en algo peligroso. Puede cambiar por completo, convertirse en un lobo:
”Coja usted un animal doméstico, el perro más noble y más bueno […] Enciérrelo en una habitación y azúcelo. Verá cómo se revuelve y muerde. Verá cómo mata si puede.” (p.82).

Es claro que los maquis tampoco no están inocentes. Como todos, tienen que comer y sobrevivir. Algunos veces roban cabras. Encima, forzan otros personajes a ayudarles. Esto no está tan sorprendente. Aunque hay mucha gente que los soportan, hay otros que no quisieran correr el riesgo. Como dice un pastor que les da carne: ”[…] tendrás que apuntar a la cuenta del lobo unos cuantos corderos más.” (p.68). Tampoco los maquis no dudan matar un hombre si lo consideran necesario. Son excluidos de la sociedad, y no tienen una posibilidad a revolver.

La lenguaje de la novela es muy bonita. Hay muchas capítulos que describan el paisaje, la luna o el cielo en maneras poéticas: ”La luna se ha asomado, entre las nubes, y baña de plata helada las ramas de los robles. Un espeso silencio sostiene hoy la bóveda del cielo, la arcada de agua negra que se comba mansamente sobre el valle.” (p.21). Hay metáforas y comparaciones asombrosos: ”A la puerta del chozo hay una caldera con agua. Sumerjo la cabeza y su lengua me atraviesa como una cuchillada.” (p.69). Y el lobo aparece una y otra vez. La noche olfatea como un lobo herido. (p.12). ”El viento aúlla como un lobo esparciendo la lluvia en todas las direcciones.” (p.38).

Finalmente, parece que no hay un libro actual sobre la guerra civil española que no menciona el silencio. Luna de lobos no es una excepción. En el desenlace Ángel dice: ”Hasta que, poco a poco, hube que reconocer que él, el silencio, era el único amigo que me quedaba ya.” (p.127)

Aquí tenéis dos vídeos. El primero es de Youtube. Es un extracto de la película “Luna de Lobos” (1987). La segunda no tiene nada en común con la guerra civil española. Es sólo un webpage sobre la conservación de los lobos en España.

http://www.fapas.es/pacto_lobos.htm

Diario de aprendizaje I (Anna)

En este diario de aprendizaje voy a concentrarme en algunos aspectos de sufrimiento. Hablando de guerras, quizás lo más difícil de entender es el carácter inhumano de la guerra: las humiliaciones y la crueldad. Sin embargo, no son tan raros – a lo mejor no son actos inhumanos; a lo mejor tenemos que aceptar la visión del ser humano con una libertad de elegir entre lo bueno y lo malo. Pero, las circunstancias muchas veces nos llevan a la injusticia – para salvar a sí mismo, uno denuncia a su vecino o a su hermano. Durante la represión franquista, los que resisten hasta el último momento, son los maquis. Pero, pasando los años en el monte, lo suyo vuelve a ser más bien una lucha por la supervivencia que la ideología política.

Tengo que admitir que sabía poco de la guerra civil y el franquismo. En los años 80 y 90, cuando pasaba largos ratos en España, no se hablaba de estos temas. Pero ya veo que son elementales para entender la España de hoy. Ahora los españoles todavia tienen cierta inseguridad de como deberían confrontarse con el pasado. Un proceso semejante han tenido los alemanes con su pasado nazi, pero la intervención de los aliados y el control internacional les obligó a confrontar el pasado traumático y la culpa colectiva. Aún así, los alemanes siguen luchando con eso. En España, parece que este proceso acaba de empezar. 

De alguna forma, cada generación va a tener que buscar su modo de ver a las cosas. En Finlandia tenemos una situación parecida con nuestra guerra civil del 1918, de la cual tampoco se hablaba hasta los últimos años. Hay otro vínculo interesante entre España y Finlandia. A un lector finlandés le puede chocar la manera de la cual Helen Graham presenta en su libro ‘The spanish civil war – a very short introduction’ a la Brigada Internacional. Dice que para entender a la Brigada Internacional como un fenómeno histórico, hay que tener en cuenta sus orígenes en la diaspora europea. Muchos de los que se fueron a luchar para España republicana, huían de dictaturas derecha-nacionalistas. Graham da como un ejemplo los finlandeses que habían huído de la represión nacionalista dirigido por Mannerheim después de la guerra civil del 1918.

Lo que caracteriza la época del franquismo es el miedo y el no fiar en nadie. Los espacios públicos eran inseguros, pero la casa también era insegura y frágil. El concepto de lo privado no existía. Las mujeres, sino trabajaban o iban a visitar a sus familiares emprisionados, fueron vigilados por la Sección Femenina, una organización del falange. La intención era construir una sociedad hierárgica. Mientras a las mujeres repúblicanas se les rapaba, mujeres de media clase de zonas conservativas vivían una vida facíl dónde un papel importante llevaba la vida pública de la iglesia católica.

Igual a otros sistemas totalitarias, el franquismo se veía responsable de la educación de la nueva generación. ‘Los niños perdidos’ eran niños, a los que se quitaron de sus madres, muchas veces encarceladas, y que fueron adoptados por familias del régimen. Miles de niños de familias obreras tuvieron que ingresar a institutos del estado, cambiar sus nombres y su identidad. Los niños tenían que “pagar los pecados” de los padres – al mismo tiempo que eran “rehabilitados”. Los reformatorios franquistas de los años 40 se les pueden comparar con los campos de concentración de los nazis – ambos eran fábricas de deshumanización. Muchos republicanos fueron incluso llevados a campos de concentración alemanes.

La sicología del totalitarismo se ha investigado mucho en Alemania. También se ha discutido sobre la personalidad de Hitler. De la vida privada y la personalidad de Franco sabemos poco, casi nada. Sería interesante saber más de él.  Aunque una sola  persona no llegara a hacer lo que él hizo, sin ayuda de, por ejemplo, la iglesia católica, algo en su personalidad habrá sido. El maltrato físico y sícico de la represión produjo personas con la identidad destruida. Después del conflicto militar, cientos de miles de prisioneros republicanos fueron tratados con una crueldad sistemático. Antés de destruir los cuerpos de ellos, los franquistas tenían una necesidad de destruir sus mentes. Y si no fueron matados, salían sicologicamente “reformados” por la represión y sus experiencias en la cárcel. 

Según la ley de Memoria Histórica del 2007, los tribunales franquistas y sus condenas fueron declarados ilegítimos. Hay muchas preguntas sobre el franquismo, las que los españoles de hoy no pueden ignorar. A lo mejor, no existen respuestas, pero plantear el problema ya es un paso importante.  

Diario de aprendizaje I (Eeva)

Me parece que después de cada lección del curso sobre la guerra civil española tengo que considerar de nuevo si quiero continuar en las clases o no. No te preocupes, Elina; es sólo un curso más entre muchos. El problema no es la enseñanza ni el contenido ni nada por el estilo, sino mi propio carácter: me vuelve a conmover tanto la historia aterradora que me quedo inquieta. Mi tolerancia contra las atrocidades, tanto de la historia humana como del presente, es prácticamente inexistente. Lo que más me deprime no es el egoísmo del ser humano ni sus indicios en nuestra realidad, sino la conciencia de que yo soy incapaz de hacer algo, de prevenir actos correspondientes en el futuro.

Después de las primeras clases del curso he dado muchas vueltas a varios temas de los que podría escribir mi diario de aprendizaje. He pensado lo difícil que es saber, al fin y al cabo, qué habría hecho yo si hubiera estado en la misma situación. O sea, aunque está clarísimo que el franquismo representa un modo de ver las cosas completamente contrario a lo mío, yo no puedo jurar que, si ahora me echaran a España de los años 30, luchara cuerpo a cuerpo para apoyar la República y la ideología mía. No sé si pudiera asumir la responsabilidad; si me opusiera por ejemplo mi familia o mis vecinos. También he pensado en la guerra civil de España en comparación con la guerra civil finlandesa así como, en particular, con las guerras fino-soviéticas de los años 30 y 40. En esas guerras, se puede decir que Finlandia luchaba contra la República española combatiendo sólo en frente diferente, en Carelia, junto con los estados fascistas. ¿De que lado estoy yo, o habría estado si hubiera vivido en aquella época? Además de pensar en estas cosas, he dado vueltas al totalitarismo, a cómo surge repetidamente y cómo seduce la gente. He pensado en lo que pasó en los países que no se sometieron al poder derecha. No sé que opinar, después de haber pensado tanto, me da miedo a opinar.

A pesar de todos estos pensamientos, al fin decidí a concentrarme en cómo se cuenta la historia. Quiero reflexionar los motivos y las maneras, así como la justificación detrás de la historia contada por la memoria colectiva.

Se dice que la historia la escribe quien gana. Fue así también en España durante la dictatura; la historia que fue contada como la verdad era más bien una forma de la propaganda estatal. Era una arma ideológica de los franquistas (Graham 2005: 139). Lo interesante en el caso de España es que, durante la época de la transición, la historia se cambió de la historia de los vencedores a la historia de los perdedores. Si no me equivoco, la historia contada por los nietos de la guerra, o sea, por la nueva generación, pertenece en gran parte al bando de los perdedores, está contada desde su punto de vista. No me malinterpreten, yo también prefiero colocarme en ese mismo bando, simpatizo con los republicanos. Aun así, en cuanto a los cuentistas, me interesa el cambio marcado, de un bando a otro. Primero pensé que será por la vergüenza; si fuera yo en su lugar, no querría admitir la intolerancia o la barbarie de mis padres o abuelos. Sin embargo, después de haber pensado un poco más, llegué a la conclusión de que (también) en el bando de los vencedores todo el asunto de la guerra debe haber sido explicado a la descendencia como una necesidad absoluta, no sólo para excusarse sino también para superar la culpabilidad. Pero ¿dónde están las versiones explícitas de estas explicaciones? ¿Existen representaciones modernas sobre la guerra del lado de los vencedores? ¿Todavía escriben la historia los que ganan? ¿Cómo es su historia?

Sea como sea, los vencedores sí han escrito una historia durante la dictatura, los perdedores la escriben ahora sin o con los vencedores. El otro punto interesante en cuanto al tema es la motivación del acto de contar la historia de una cierta manera. Las razones de las cuales surgen las historias son completamente distintas. Como ya he mencionado, durante la dictatura, la historia que fue contada como la verdad era más bien una forma de la propaganda estatal. Según Graham (2005: 139), en los años 70 y 80 también los estudios publicados por la oposición fueron alterados ideológicamente. Sin embargo, fuera de los objetivos ideológicos, los motivos de las historias son considerablemente diferentes: la historia contada por los vencedores durante la dictatura procuraba constantemente hacer recordar el resultado de la guerra, o sea, reprimir y sojuzgar los perdedores. Se podría llamarla una historia escrita por, además de vencedores, también por sádicos. En contraposición, la historia más reciente escrita por los perdedores surge de motivos más bien altruistas: surge del  deseo de rehabilitar, de rehonrar a los parientes y otros republicanos. Surge de la solidaridad y de la búsqueda de consolación (Graham 2005:142-144).

Para terminar, quiero tratar del tema que, desde mi punto de vista es el más contradictorio en cuanto a la memoria colectiva. Es la historia escrita por los perdedores, que no ha sido escrita por los perdedores.  Digo contradictorio porque pienso que el tema, si bien es simplísimo, también da lugar a muchas preguntas. Lo que estoy planteando es que, por mucho que exista el llamado lazo de sangre, al fin la historia de los perdedores no es suya, sino una historia de los ajenos. Tiene todo el sentido que la mayoría de los cuentistas no han atravesado ni la guerra civil ni la dictatura: los nietos, preguntando sobre la guerra, sacan a la luz la historia guardada en silencio porque, como dice Graham (2005:143) ellos, por contraste con sus padres y abuelos, no tienen miedo. Lo que me preocupa en el tema es la justificación: ¿tienen el derecho de abrir las heridas que el tiempo ha curado? Otra vez pido, no me malinterpreten. Yo estoy de acuerdo de que la verdad se debe contar y las injusticias se deben  revelar, eso tiene sentido. El problema es que a pocos, probablemente a nadie quien ha sobrevivido la guerra, es un asunto del sentido y razón, sino de la emoción. Es aquí exactamente, donde el núcleo del problema, mi problema, está: las emociones, los sentimientos del individuo, ¿son algo a que podemos reservarnos el derecho? Se dice que la nueva generación cuenta la historia porque no les da miedo. Y, ¿si les dan miedo a los protagonistas y a los personajes de la historia? No tiene que ser un temor razonable, no tiene que ser un temor ajeno. Puede que sea un temor, un terror que se ha quedado dentro de la persona, puede que sea el silencio la única manera de sobrevivirlo. Puede que sea que no pensar en la causa de ese temor es la única manera de seguir adelante. En particular me inquieta una cita de la obra de Graham, de la página 143 (el énfasis es mío):

                      “For the now elderly victims of forced labour or lengthy political imprisonment, the purpose is that what was done to them should be publicly acknowledged before they die.”

Seguro que muchos sobrevividos piensan asi. Pero ¿hay aquellos que usan el silencio y el olvido para poder superar lo que ha pasado? ¿No les dejamos olvidar? ¿Les obligamos a recordar y, de esa manera, sentir todas las emociones que no querrían?


GRAHAM, Helen: The Spanish Civil War: A Very Short Introduction. Oxford, Oxford University Press, 2005.