Diario de aprendizaje IV (Estefanía)

Llegada para mí la hora del olvido nos presenta a un Francisco Franco, que se parece más a un personaje cómico o satírico que a un personaje de la historia más reciente de España. Un hombre que se cree Dios, que se cree omnipresente y, que se considera superior a sus enemigos. En la novela nos encontramos con muchos episodios humorísticos- grotescos: un ejemplo, los que tratan el tema del brazo de Santa Teresa. Tomás Val lo considera como un tercer miembro del matrimonio, que incluso está presente en las pocas “relaciones íntimas” que llevan a cabo. Uno de los momentos más grotescos es cuando Carmen Polo intenta encontrar las falangues, en un brazo en avanzado estado de descomposición. O, la presencia de los muertos, que siguen a Franco. Incluso, llega a tener una conversación con un fantasmal Primo de Rivera.

Nos encontramos a un Franco que, dentro de su mundo tan peculiar, intentará resucitar a una princesa mora, Casilda, para que se convierta en amiga de su hija, porque las demás niñas desentonan (no así una niña muerta). A partir de este momento nos encontramos con uno de los episodios más grotescos de la novela: sólo la niña le tiene asco a su “nueva amiga”.
Pero este Franco también tiene algo de Dios: es onmipotente, sabe cosas del futuro, sabe cosas que no tendría porque saber: “Nadie se atreve a decirme que hay neveras atestadas de botellas de champán que se descorcharán el día de mi muerte (…) Pondrán la radio y escucharán Franco ha muerto y el deprimente café con leche será sustituido por la copa de espumoso, muchos celebrarán esa incierta aurora como el final de una pesadilla”; o, sabe que tras su muerte España no seguirá en una dictadura: “Por los despachos, bajo el emblema del yugo y las flechas, ya pululan hombres con cara de presidente de Gobierno demócrata”. Pero este Franco también es contradictorio, pues prefiere La Internacional antes que El cara el sol. Incluso, llega a considerarse una víctima de los españoles: “Yo he sido más benevolente con todos los condenados que 30 millones de españoles conmigo”. Es cómica y surrealista la situación que se narra vinculada a la catedral de Burgos, Franco piensa en irse a vivir a una catedral, pues, claro, él es una figura religiosa como las que hay en dichos lugares. Incluso, es un Dios en aquello que él ve pecaminoso, o sea, que es un hipocrita: “Dios de Falo Incomparable”. Se cree igual que Felipe II, Carlos I o el propio Cid; o sea, más de lo que es. Tomás Val nos relata una vida llena de momentos surrealistas: por ejemplo, cuando pasan por un pueblo, y se encuentran con un entierro, el ataúd se cae y el cuerpo del muerto sale desparramado. Tomás Val logra describir un cuadro que posee un cierto paralelo con la entrada de Jesus en Jerusalén.

Tomás Val utiliza la sátira y el humor para tratar el papel de Carmen Polo en el matrimonio: pone en boca de Franco: “- Resucita, Casilda, te lo ordeno en nombre de Carmen Polo”; en lugar de en nombre de Dios. Carmen Polo aparece como una mujer fría, y como la mano derecha de Franco. Incluso, ella es ELLA, como si fuera la única mujer importante, con sólo decir ella, sabemos que estamos hablando de Carmen Polo, la mujer que le roba los collares a los comerciantes. es una mujer que considera España, y todo lo que hay en ella de su propiedad: “- Me pregunto una cosa, Paco: ¿Es nuestra la catedral de Burgos?”, y es el único personaje que trata al dictador por su nombre de pila. Es una mujer tan fría que, incluso es fría para Franco: “ (…) Carmen Polo, hembra frígida que en su cuerpo no guarda ni un beso fogoso”. Es tal el poder que tiene esta mujer sobre el caudillo, que él mismo se queja que delante de ella, nunca, ha podido ser como realmente es.
Además de burlarse de este matrimonio “tan peculiar”, Tomás Val es muy irónico, dándole al editor la característica de ser catalán ( y todos sabemos que el Franco real odiaba a los catalances).

El autor busca que el lector se ría, pero, al mismo tiempo, que piense en lo que se está contando: los últimos días de la vida de Franco contados por él, con continuos saltos en el tiempo. Trata su vida en África, presentando aquella época como un momento muy importante, tanto desde el punto de vista de su historial militar, como por su relación con las mujeres. Y, con el futuro. Un futuro que él o verá con sus propios ojos, pero conoce, pues él es omnipresente y omnipotente, como el Dios que él venera. Pero, detrás de la fachada del hombre fuerte, jefe del país, se esconde un hombre que es manejado por su mujer, una Carmen Polo fría y más temible que el propio Franco. Una mujer que no se caracteriza por la inteligecia, pero si se caracteriza por su arrogancia y su condición de mujer “dueña de España”.

Tomás Val, además, le da un aire más intenso a lo relatado, al ponerlo en primera persona, al escribir las memorias de un Franco que ya está harto, harto de esta mierda de país que le ha tocado. Un Franco que es atormentado por los muertos, y que se ha acostumbrado a vivir rodeado de mentiras.

One thought on “Diario de aprendizaje IV (Estefanía)”

  1. Gracias, Estefanía. En el diario, te centras en describir la forma humorística o grotesca en la que se representa a los dos protagonistas, a Franco y a Carmen Polo, en la novela de Tomás Val. Me gusta que hayas prestado atención también a Carmen Polo, ya que tiene un papel importante en la novela, sobre todo porque, como tú indicas, ejerce un poder considerable sobre el Caudillo, pero también porque sirve para ejemplificar algunos aspectos poco favorables del franquismo.

    Sin embargo, me habría gustado que reflexionases un poco más sobre los motivos y funciones de este tipo de representación. ¿Por qué crees que el autor ha elegido ridiculizar a Franco? ¿Qué es lo que persigue? Y también, ¿te parece adecuada una representación de este tipo, cómica y crítica a la vez? ¿O te ha parecido más cómica que crítica?

    Es cierto lo que dices sobre el uso de la primera persona, da sin duda un aire más intenso a lo narrado. ¿Pero por qué? Creo que la fuerza de la primera persona en esta novela tiene que ver con el efecto irónico, como analiza Eriikka en su diario: resulta algo chocante que es el propio Franco quién más critica su régimen.

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