Al principio de Silencio roto hubo una escena que se me quedó grabada en la mente. Creo que la escena describe bien una época caracterizada por la paz frágil. Es un día como cualquier otro, y los vecinos están en la taberna de pueblo, donde un grupo de amigos juegan a las cartas. Todo parece tranquilo, pero es sólo una ilusión, porque la guerra ha cambiado todo. Jugando a los naipes uno de los chicos dice algún taco. El jefe de la guardía cívil, que se encuentra en la mesa de al lado, decide actuar. Se enfrenta al chico y, sin hacer caso a las protestas, le obliga a beber aceite de ricino como castigo.
Por qué decide reaccionar a algo tan trivial? Por qué le impone un castigo tan desmesurado? Igual es por que sabe que el chico colabora con los maquis, pero probablemente se trata de algo más. En las reacciones de los que presencian el incidente se refleja el sentido de impotencia: el guardia civil representa la máxima autoridad en el pueblo y sus decisiones son indiscutibles. También las acciones despóticas y arbitrarias tiene una clara función: sirven para establecer un poder psicólogico y controlar la población.
Las personas pueden reaccionar a tales medidas de varios modos, pero de todas formas, el efecto psicicológico tiene que ser abrumador. Seguramente, la guardia civil representaba el orden y la paz para algunos, pero para muchos también el terror. El fin de esta estrategia (para llamarle de algún modo) es crear un ambiente, donde las personas, o para ser más preciso, los disidentes, sienten que sus capacidades de influir son minimales y la resistencia parece futil
Tanto en la Silencio roto como en La voz dormida, protagonizan mujeres que sí resisten, y a lo mejor por este motivo, es fácil de olvidar que muchas decidieron adaptarse. Eran tiempos complicados y las mujeres tenían que enfrentar unas situaciones sumamente dificiles. Los dos sexos comparten el mundo, pero a veces, las mujeres tienen una realidad muy distinta. Las mujeres tenían que luchar día a día para sobrevivir y, en ocasiones, la resistencia encontró formas más sútiles que la de las armas (ej. doña Celia). Ya sólo rexflexionando las posturas algunas personajes se revela la complejidad de decisiones, y también surge la pregunta si se trataba de decisiones, que tomaron ellas, o simplemente de destinos? Pepita no eligió su camino, pero Lucía que sí tomó una decisión (aunque no muy premeditada, por lo visto). Mercedes en La voz dormida y la mujer del guardia civil en Silencio roto no veían más remedio que intentar vivir como puedan.
No tengo ni idea cómo actuaría yo en una situación parecida, lo que ayuda a entender la diversidad de soluciones personales. Sin embargo, respecto a los maquis y a los que colaboraron con ellos, hay algo que no consigo concebir por mucho que intente, y es la motivación que algunos tenían para seguir resistiendo, incluso mucho después de que toda la esperanza ya se había perdido. Cuánto tiempo se puede vivir con el cansancio y el miedo y bajo qué condiciones? La convicción ideológica y el sentido de justicia sirven para motivación, o son los sueños, la costumbre y el amor los que empujan a las personas? Aunque puede que sólo sea una ilusión que tuvieran otra alternativa que resistencia, y la única motivación era simplemente sobrevivir.
Gracias, Hanna! En la última clase quedamos en que todos que postean su diario deberían comentar el diario anterior (indicar lo positivo que hay y también qué aspectos se podrían desarrollar). A ti te tocaría el de Estefanía.
En la primera mitad de tu diario, en base a una escena significativamente purgante de la cinta Silencio roto, constatas la función represiva de una despótica Guardia Civil erigida en aquella época como máxima autoridad cuyas decisiones eran inapelables, (no sólo ya sobre el maquis y sus colaboradores o presuntos colaboradores, añado yo, sino) sobre la sociedad en general. (En uno de los comentarios mantenidos con Elina en mi diario hice una referencia a la secuencia que comentas y a la película en general).
Este hoy emblemático Cuerpo de la Seguridad del Estado Español “destinado principalmente a mantener el orden público en las zonas rurales, y a vigilar las fronteras marítimas o terrestres, así como las carreteras y ferrocarriles” (funciones detalladas en pág. web del Ministerio de Interior http://www.guardiacivil.org/tramites/atciudadano/funciones.jsp) parecía campear a sus anchas como juez y brazo ejecutor de la justicia a la vez en aquel entonces.
Citas que “Seguramente la Guardia Civil representaba el orden y la paz para algunos, pero para muchos también el terror.” Creo modestamente que, salvo casos contados de reducido entorno poblacional (y la película es buen ejemplo de uno de ellos), las proporciones quizás deberían citarse a la inversa. Queda claro que la película pretende inculcar en el espectador una imagen terrorifica generalizada de la paradójicamente denominada “Benemérita”. No queda ni un atisbo de duda sobre quienes son “los malos y los buenos” de la película. Curiosamente, “el silencio” de la pertinaz actividad ofensiva del maquis, sus sabotajes, secuestros y ejecuciones ejemplarizantes (realidad contribuyente a lo que citas como frágil paz), “se rompe” entre sus secuencias muy tímidamente. Por eso creo que la veracidad de su mensaje resulta algo sesgada.
La segunda parte la ocupan las interesantes reflexiones que planteas sobre el distinto papel de la mujer republicana envuelta en tal maremágnum de hostilidades. Haces una acertada visión general y la ilustras con las referencias a varios de los personajes femenidos del material tratado en clase.
En su último párrafo tratas de situarte en primera persona en el conflicto e intentas comprender a sus protagonistas. Esto me ha parecido muy difícil de hacer y muy original. ¿Podría pensarse que la ensoñación ideológica perviviente en aquellos grupos guerrilleros resulta excesiva desde el punto de vista del enormemente perseverante y pragmático carácter finlandés? (No necesitas contestar a ésto. Sólo manifiesto mi sorpresa).
Un diario de lectura amena, extensión adecuada (no como otros) y contenido interesante y sugerente. Gracias por su elaboración y, sobre todo, perdona si algunas de mis apreciaciones te puediesen resultar chocantes.
Como dice Enrique, tu diario es de agradable lectura, ya que te expresas con claridad y aportas una reflexión personal acerca de la temática de las obras tratadas en clase.
La escena de El silencio roto a la que te refieres resulta violento y creo que aciertas en tu análisis sobre los objetivos del comportamiento de la Guardia Civil en la película. Sin embargo, si quieres hacer referencia a la situación histórica y no sólo a su representación artística, podrías dar más firmeza a tu análisis citando algún estudio sobre la represión franquista. (Enrique sugiere en su comentario que la población para la que la Guardia Civil representaba el orden y la paz era más numerosa en comparación con las personas para las que era el sinónimo del acoso y terror. A partir de los años cincuenta o a finales de los cuarenta, eso es seguramente cierto, pero en cuanto a los años inmediatamente posteriores a la guerra, no estoy muy segura de que fuera así. Quizás sí, no lo sé, pero creo que la sensación de miedo fue algo muy generalizado.) Si te interesa el tema, podrías echar un vistazo, por ejemplo, al libro Víctimas de la guerra civil de Santos Juliá (coord.).
En clase hemos hablado mucho del maquis y de la lucha armada, por lo tanto, me parece interesante que menciones también las formas más sútiles de la resistencia, de las que hay muchos ejemplos en La voz dormida. Es un tema sobre la que me gustaría saber más. Esther Tusquets cuenta en sus memorias tituladas Habíamos ganado una guerra (Barcelona, Bruguera, 2007, p. 37) un ejemplo de la vida real. Cuando era niña, dice que las criadas comunistas de su casa le servían todo el rato ensaladilla rusa: