En esta segunda parte de la asignatura se han tratado dos temas, el maquis, distinguiéndose entre la guerrilla organizada y la mera supervivencia aislada, y la situación carcelaria durante la guerra y la posguerra, con los agravantes de la injusticia reinante y la dura represión aplicada, entre otros.
Como fuentes referenciales las emblemáticas novelas Luna de Lobos y La voz dormida, la evocadora película Silencio roto, de contenido sórdido y hermético, una presentación sobre Raza y Espíritu de una raza (la propaganda y el franquismo), otra sobre La memoria y el simbolismo de Las trece rosas, las explicaciones, reflexiones y comentarios de clase y una completa colección de artículos.
Todas las narraciones se tratan desde una óptica sensibilizada con el lado republicano, la víctima humillada y oprimida por el lado vencedor, el tiránico verdugo fascista, que impone su ley del terror, sesgando impunemente vidas, desmembrando familias, forzando al exilio, ultrajando obsesivamente el alma republicana. Es cierto y se trata de delitos sumamente graves. También lo es que la considerable parte de población que nunca cuestionó al franquismo nunca los sufrió (hecho que no lo exculpa naturalmente).
Las posturas radicales “quien no está conmigo está contra mí” eran la tónica de aquellos tiempos. No obstante, debo decir que discrepo parcialmente del soslayado planteamiento con que se enfoca el tema, pues cabe hacer matizaciones sobre el tono tan extremoso de citadas narraciones y obra cinematográfica. La verosimilitud expresada con un incuestionable valor artístico queda parcialmente mermada por su sectarismo (las atrocidades sólo las cometía un bando), su ámbito restringido (no extensible a una gran parte del pueblo) y su precaria articulación histórica, factores que, si no en su estilo sí en su fondo, comparten con la mayoría de las novelas franquistas. La voz dormida es históricamente más completa. En cualquier caso, Luna de lobos invita poderosamente a una reflexión que reservo para el final. (Las consideraciones anteriores tampoco pretenden justificar las transgresiones cometidas).
La radicalización fue denominador común a ambos bandos, como ya dije en el diario precedente. El 18 de julio supuso en toda España un levantamiento de la veda para la caza de unos españoles por otros. En la prensa de la zona republicana se concede la justificación popular de la justicia, e incluso se aplaude que “la justicia del pueblo” -es decir, los asesinatos a mansalva por motivos muchas veces personales- se adelante e incluso suplante a la justicia del Estado. En la zona nacional los presuntos “incontrolados” eran con frecuencia conversos de organizaciones izquierdistas que trataban de justificar historias adversas; o derechistas de toda la vida que interpretaban así su afiliación a la Falange. [“Las matanzas colectivas en territorio rebelde no excusan las que tuvieron lugar en zona republicana. … Los españoles se mataban entre sí”, afirma el historiador de afiliación comunista M. Tuñón de Lara]. En la guerra la pertenencia a uno de los bandos sólo llevaba al suicidio; tendencia que tras ella continuó.
En el Museo del Ejército de Madrid existe un gran cuadro que evoca las matanzas con una clara leyenda: “Españoles: perdonad, pero no olvidéis”.
(Sólo cabe la más viva repulsa y condena a toda aquella degradación humana, con independencia de su signo).
Monte, anochecer, herido, sin comer, valiente, nombre verdadero, combate sangriento, Guardia Civil, … voces componentes de una canción guerrillera que recrea al galicismo francés “maquís” (matorral o lugar poblado de matorrales), “los que se echan al monte”, “los huidos”, “los fugados”, “los del monte”, para designar a la resistencia activa antifascista de los años cuarenta. Este contingente junto con la población reclusa constituyeron los focos preferentes de la dura represión franquista.
Desde la retirada de las guarniciones alemanas de la vertiente pirenáica en 1944, las guarniciones fronterizas españolas y los puestos de la Guardia Civil registraban movimientos sospechosos y sufrían hostigamiento y agresiones armadas. Comenzó así una prolongación de la Guerra Civil. En alegatos de tono triunfalista el ejército guerrillero español (el/los maquis) trataba de presentarse como el enemigo activo del franquismo. “La unión de bolsas de huidos al finalizar la guerra civil y de los maquis infiltrados desde Francia hizo posible la guerrilla propiamente dicha”, afirma Secundino Serrano.
En aquel ajedrez político se creó en Buenos Aires un Comité Nacional de Liberación, apareció una Junta de Unión Nacional auspiciada por el Partido Comunista, se lanzaban manifiestos monárquicos, republicanos y nacionalistas (vascos y catalanes, naturalmente) en pro de la invasión conducente a la Reconquista de España, aludiéndose al hambre, las tenebrosas mazmorras, los pelotones de fusilamiento, el reguero de sangre y los gemidos del pueblo, etc, ante el criminal contubernio de carroña y podredumbre … de “Franco, la muerte de España, cuyo derrocamiento es el umbral de la resurrección de la patria. ¡Mueran Franco y su maldita Falange! ¡Viva el Gobierno de la República!”. … “La canalla franquista, -el “enano sangriento” y sus esbirros-, emplea contra nosotros todos sus recursos represivos y terroristas: Guardia Civil y Policía armada; moros y Tercio Extranjero; Guardia Nacional Portuguesa y contrapartidas de forajidos y espías. Pero sus esfuerzos criminales están condenados al fracaso”.
Resultado, el sangriento fracaso de las agrupaciones guerrilleras, como los 6.000 hombres de las brigadas-cuadro (en referencia a los cuadros de mando) que en su hábil penetración por el pirineo leridano y Roncesvalles ocuparon en sorpresivo ataque varios pueblos, tras arrollar a sus guarniciones (como vimos en Silencio Roto), en cuya contraofensiva se empleó un grupo móvil de divisiones hasta envolverlos (conforme a la táctica tradicional conocida como “la horca del Caudillo”). Durante la retirada algunos grupos ya no pudieron regresar y se adentraron en el país uniéndose a los huídos, escondidos desde el final de la guerra en grupos aislados, y sobrevivieron gracias al apoyo de una parte de la población campesina.
El Partido Comunista trató de organizar a estos hombres para crear un frente único de liberación en el interior. Las agrupaciones guerrilleras se estructuraron con forma organizada y territorial, incluyendo una escala de mandos, disciplina castrense, responsabilidades políticas y militares, se creó una escuela técnica de capacitación para guerrilleros y se publicó un boletín de combate (el periódico El guerrillero). Existían puntos de apoyo que suministraban el abastecimiento de las bases. Sus objetivos eran civiles y militares, asaltaban trenes, secuestraban personas por las que se pedía un rescate, unido a las ejecuciones ejemplarizantes de falangistas o traidores. Realizaron campañas de propaganda, principalmente entre el campesinado, mostrándose como la única esperanza para acabar con el modelo caciquista que el falangismo pretendía perpetrar. [Recuérdese que el régimen semifeudal imperante en el campo mantenía al campesinado en unas condiciones paupérrimas]. Piénsese que durante el año 1947 toda la zona de actuación de la agrupación querrillera del Levante fue declarada zona de guerra, llegando a crearse compañías móviles para su control.
Tras una reciente Guerra Civil, ante la veracidad de lo anterior no debería sorprender que el franquismo presentara al maquis (un enemigo armado) como una “conspiración exterior” o como un grupo de bandoleros, malhechores, forajidos, terroristas con las manos manchadas de sangre”, sobre todo por minimizar su importancia. [Con la banda terrorista ETA se recurre a la misma estratégia semántica (pistoleros, asesinos, bandidos), evitándose a toda costa calificarla como organización estructurada. En Rusia se alude de igual forma a los insurgentes chechenos]. Se pagaba una recompensa de hasta 5.000 pts. por cada huido o guerrillero capturado. Su delito se tipificaba como “Rebelión Militar (Bandoleros)” en juicio sumarísimo.
Con un lapsus de dos centurias Robin Hoods a la española como Tragabuches, José María el Tempranillo, Pasos largos, Cintas verdes, Luis Candelas, etc., nombres míticos del romántico bandolerismo andaluz nacido en los tiempos de lucha contra el invasor gabacho, pasaban el testigo a Juanín, Facerías, Quico Sabaté, Caraquemada, etc., maquis rurales y urbanos de leyenda; los Migueletes, antiguos fusileros de montaña, intercambiaban papeles con los números de la Guardia Civil, los míticos depositarios del altruismo, la heroicidad y la masculinidad en la literatura franquista.
Por su copiosa documentación y amplitud de análisis, cabe destacar el libro escrito en dos tomos, Maquis en España (1975) y El maquis en sus documentos (1976), por Francisco Aguado Sánchez, historiador y teniente coronel de la Guardia Civil. Conforme a los archivos de la Guardia Civil, la acción del maquis produjo (en cifras aproximadas) 1.000 muertes violentas entre la población civil, 6.000 asaltos y atracos, 8.300 actos delictivos de toda clase, murieron en acción 2.200 guerrilleros o bandoleros, 3.000 fueron capturados, 550 se entregaron de forma voluntaria y 19.500 fueron detenidos como cómplices. En la contraofensiva murieron unos 300 miembros de los cuerpos armados (Guardia Civil, Cuerpo General de Policía, Policía Armada y Ejército). [Moreno Gómez descalifica esta obra con tremenda contundencia, afirmando que está escrita “sobre bases teóricas falsas, desde una defensa a ultranza de la dictadura y su Caudillo, desde un profundo desprecio hacia el sistema democrático, y desde unas fuentes unilaterales (los exclusivos fondos de la Guardia Civil, fragmentarios, tendenciosos y con muchas lagunas),…”]. Guste o no, hay que constatar que son los únicos datos que por el momento existen.
Aquella actividad subversiva del maquis, pese a alcanzar su apogéo entre los años 1946 y 1947 (coincidiendo con las ofensivas políticas exteriores contra la España de Franco), duró hasta 1949, fecha en que el movimiento fue prácticamente aniquilado. Y pese a las consignas reconciliadoras impartidas finalmente desde el sur de Francia por el Partido Comunista, algunas guerrillas se negaron a abandonar el monte hasta entrados los años sesenta.
La antes referida fragmentación de los grupos guerrilleros (de grupos aislados formados por huidos, como el de Luna de lobos), la paulatina disminución del apoyo familiar y popular por el miedo y el deseo de salir de la hambruna de los años de la autarquía (conforme indica José María Izquierdo), junto al control que las fuerzas de seguridad franquistas ejercían fueron factores decisivos que llevaron a su desaparición definitiva. El acoso y espionaje desplegado por la Benemérita fue de tal intensidad (téngase Silencio Roto como ejemplo) que hasta familias enteras abandonaron todo lo que tenían para echarse literalmente al monte e ingresar en la guerrilla. “Ir a la cárcel en aquella época era ir a que te mataran a palos”, cuenta Remedios Montero, Celia, detenida en 1952 y que permaneció en prisión hasta 1960.
El olvido los conmina a una supervivencia feroz, a una muerte en vida, como es el caso del legendario Gregorio García Díaz, Gorete, cuyo solitario destierro en una fría y recóndita cueva se prolongó durante más de once años. El hombre que presencia el entierro de su madre a través de unos prismáticos y siega por agradecimiento a la luz de la luna la hierba de una familia en Luna de lobos. Pese a todo, la dadivosa España democrática no llegó ni a indemnizarle mínimamente.
La paradigmática “lucha borrosa” del maquis fue silenciada durante el régimen franquista (su lógica política para encubrir la actividad subversiva), paradójicamente incluso por el Partido Comunista, los gobiernos democráticos y las élites políticas e intelectuales. Además, la Transición fue útil para pasar de la dictadura a la democracia, pero no fue justa, ya que se construyó con una amnesia y olvido patentes, conforme observación de Secundino Serrano.
La realidad histórica de la guerrilla antifranquista ha sido una de las áreas más desconocidas por la opinión pública y más abandonadas por la historiografía tradicional. Entre otras realidades del pasado que aúnan silencio histórico y trauma mencionar los campos de concentración franquistas, los trabajos forzados, la construcción del Valle de los Caídos, la oposición antifranquista protagonizada por mujeres, el robo de niños a los rojos, los desaparecidos, los topos, etc. Conforme a la teoría del trauma, toda víctima de un trauma no suele reconocerse a sí misma como tal víctima y evade el tema guardando silencio. El silencio es un modo de vida con el que sujeto se siente psíquicamente protegido del terror experimentado. De ahí el deseo de algunos autores a romper su silencio mediante la construcción de una memoria histórica, como representa la película vista, Silencio roto (2000).
“Bandoleros (asesinos y secuestradores, orquestados por la “bestia parda” del Partido Comunista), héroes (valerosos y altruistas que no dudan en dar su vida por la libertad y la justicia -La voz dormida y Silencio roto-) y supervivientes (de una extrema represión y expuestos a extremas condiciones de vida; cuya la heroicidad es resultado de la lucha contra la naturaleza, que también se ha convertido en enemiga -Luna de lobos- )” son tres modelos básicos de representación del maquis español según se hayan producido en la España franquista, la del exilio o la democrática.
Concluyo mencionando Luna de lobos. Un relato mitificador de la Guerra Civil por su dialéctica entre mito (la luna, el sol de los muertos) y trauma (los lobos, los maquis apartados de la sociedad, perseguidos a muerte, que tienen que sobrevivir en condiciones extremas, llegando incluso a matar como alimañas salvajes). Un canto a la bondad y a la maldad, al entorno aliado y al hostil, a la oscuridad y a la soledad, a la astucia y al silencio, a la resistencia o a la muerte. Está llena de matices muy sugerentes sobre la esencia del ser humano y la vida misma. Su prosa poética y su contenido filosófico me han resultado fascinantes.
Fuentes:
Aguado Sánchez, Francisco, 1975 y 1976. Maquis en España y El maquis y sus documentos.
De la Cierva, Ricardo, 1976. La Historia se confiesa. Tomos III y V. Planeta. Barcelona.
Izquierdo, José María. 2002. Maquis: Guerrilla antifranquista. Un tema en la literatura de la memoria española.
http://www.duo.uio.no/roman/Art/Rf-16-02-2/esp/Izquierdo.pdf
Llamazares, Julio. 1991. “Adiós a Gorete”. En Babia. Seix Barral. Barcelona.
Los últimos guerrilleros. La historia de los maquis. Documental.
Moreno-Nuño, Carmen. 2006. Las huellas de la Guerra Civil. Mito y trauma en la narrativa de la España democrática. Ediciones Libertarias. Madrid.
Serrano, Secundino. 2001. Entrevista: Antifranquista. Nueva Leer nro. 122. Serrano,
Secundino. 2001. Maquis: Historia de la guerrilla antifranquista.