A modo de conclusión

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Como terminamos la última clase sin tiempo para llevar a cabo una síntesis de las novelas estudiadas durante el curso, os prometí postear la parte de las conclusiones de un artículo mío sobre las cuatro primeras novelas (Luna de lobos, La voz dormida, Llegada para mí la hora del olvido y Soldados de Salamina). Escribí el artículo hace dos años y quedáis avisados de que no se trata de una obra maestra, pero espero que os sirva para algo. Todo tipo de comentarios y objeciones son bienvenidos. Una vez más, muchas gracias por participar en el curso, ha sido un gran placer trabajar con vosotros.

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Las cuatro novelas analizadas hablan del pasado reciente y aún hiriente de España, la Guerra Civil y el franquismo, desde el punto de vista “posmemorial”, esto es, mezclando elementos procedentes de la memoria transmitida, conocimientos históricos adquiridos por distintos medios e imaginación creativa. No obstante, las obras resultan muy diferentes entre sí, ya que cada uno de los novelistas ha elegido un enfoque y unas estrategias narrativas muy distintas. Luna de lobos resucita a cuatro huidos acorralados en las montañas de León; La voz dormida narra la historia de un grupo de mujeres republicanas en la cárcel de Ventas; Llegada para mí la hora del olvido consiste en las supuestas memorias del Caudillo; y Soldados de Salamina nos presenta a un falangista fusilado por los rojos y a un soldado republicano exiliado mediante la investigación histórica de un escritor en los años noventa. En conjunto, las novelas basadas en la posmemoria construyen, por lo tanto, un pasado plural, consistente en muchas voces, muchas historias y muchos puntos de vista.

A pesar de la variedad formal, las cuatro novelas del corpus tienen también varios elementos en común. Todas adoptan una postura moral favorable a los vencidos de la guerra y tres de las cuatro reivindican a alguna figura histórica, como a los maquis, a las mujeres resistentes o a los soldados anónimos. Sin embargo, ninguna de las novelas hace apología de la ideología concreta de estos colectivos, sino que se las observa siempre desde una distancia crítica. Como ha indicado Norma Sturniolo, las obras narran más bien “la tragedia de hombres y mujeres ante una situación límite, se profundiza en las reacciones que genera tal situación, como el miedo, el dolor, el desesperado apego a la vida.”[1] El conflicto y sus causas ideológicas pertenecen claramente al pasado; lo que perdura es la huella que dejaron los acontecimientos en la memoria colectiva y en las personas que los vivieron. Lo que reivindican los novelistas es, principalmente, el derecho a la memoria y a conocer la historia reciente del país, manipulada durante el franquismo y silenciada por los políticos en la Transición. Como dice María Coira, “[n]ovelar el pasado puede ser leído, pues, como no-velar el pasado; es decir, correr el velo con que ha sido cubierto o encubierto.”[2]

Las obras comparten también una vinculación emocional con el pasado. Cada una de ellas constituye una excursión al pasado, a la vida de las generaciones inmediatamente anteriores. Mediante la escritura, los novelistas buscan no sólo una conexión intergeneracional sino también una continuidad entre el ayer y el hoy. La Guerra Civil es considerada como el principio del presente y resulta imprescindible para entender la sociedad española de hoy. Por lo tanto, las novelas basadas en la posmemoria no estudian el pasado a causa del pasado mismo, sino que lo utilizan como una herramienta para comprender la actualidad y para construir un futuro diferente. El objetivo no es detener “el pasado que no pasa”, sino superarlo. Los novelistas parecen sugerir que, para liberarse del lastre del pasado dictatorial, primero hay que conocerlo y admitirlo; no se logra una verdadera reconciliación mediante un silencio pactado o un olvido fingido, sino hablando, a través de un diálogo polifónico y abierto.

Como resultado del análisis de las cuatro obras que forman el corpus, se pueden distinguir tres facetas distintas en la construcción literaria de la memoria histórica. La primera consistiría en la reivindicación de un grupo marginalizado concreto, como el de los huidos en la novela de Llamazares y la de las mujeres resistentes en la de Chacón. La segunda faceta implicaría la problematización de esa postura algo simplista y la introducción de un planteamiento histórica y políticamente más complejo y equitativo, que se vería realizado en la novela de Cercas. Y la tercera, representada por la novela de Val, supondría un desprendimiento del realismo y de la verosimilitud histórica del discurso, y la búsqueda de la liberación del pasado mediante la imaginación creativa y el uso de la ironía.

Aunque el reducido corpus de este estudio impide dar validez general a los resultados obtenidos, creo que éstos pueden resultar interesantes como hipótesis para futuros estudios sobre el tema de la posmemoria literaria con un corpus más amplio. Asimismo, para estudiar con más profundidad la aportación “posmemorial” a la discusión sobre la Guerra Civil y sus secuelas, sería necesario comparar la obra de estos autores, nacidos en los años cincuenta y sesenta, con la de las generaciones anteriores, publicada tanto antes como después del fin de la dictadura, en España y en exilio. Este tipo de trabajo global, aún sin realizar, podría revelar aspectos interesantes sobre la evolución de la novela española sobre la Guerra Civil y sus secuelas.


[1] STURNIOLO, N.: “El final de la guerra civil. 60 años después”. DeLibros, 126, 1999, p. 36.[2] COIRA, M.: “Historia y ficción: versiones narrativas”, en J. M. Pozuelo Yvancos, F. Vicente Gómez (eds.), Mundos de ficción [Actas del VI Congreso de la Asociación Española de Semiótica], Vol 1, Murcia, Universidad de Murcia, 1996, p. 492.

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