Diario de aprendizaje IV (Ruth)

Soldados de Salamina, Javier Cercas, 2001, Barcelona.

Leí  Soldados de Salamina por segunda vez. Y volvió a gustarme. La primera la había leído de forma lúdica, pero ya me había llamado la atención, lo mismo que a J.A. González Sainz en su artículo La obsesión y el secreto (Letra Internacional, 75, 2002, pp. 69-71): el personaje-autor persigue casi como en una novela policial a un no-asesino, a alguien que otorga/ posibilita la vida. Personalmente no sé si se puede hablar de perdón a los enemigos (Santos Juliá, El azar y la piedad,  Letra Internacional, 75, 2002, pp 69-71) ni de redención entre facciones opuestas (E. Poniatowska, El sueño de los héroes,  La Jornada. unam.mx.2003.07.06).  En mi opinión podría decir que se trata de piedad o compasión pero desde un punto de vista personal. El soldado que no-mata no está pensando “voy a perdonar a mis enemigos”. Siente compasión personal por otra persona. Decide no matar. Me atrevería a decir que lo hace desde un punto de vista sartreano: tomo la responsabilidad personal de no matar y me atendré las consecuencias. Porque en esos escasos momentos en que el soldado mira a Sánchez Maza tiene que haber pensado qué podría pasar si lo descubrieran. Si alguien llegara y le dijera “cómo que no hay nadie ¿y este hijo de mala madre,  creador del falangismo, qué es?”. En esos segundos tiene que haber sopesado la vida y la muerte, su vida y su muerte. ¿por qué no lo mata? ¿para qué no lo mata? (Poniatowska, id). Sólo lo puede saber el soldado. Para mí, una interpretación más entre todas las que he leído, es simplemente un rasgo responsable de humanidad frente a la deshumanización que implica una guerra fraticida que ya terminaba.

Volví a disfrutar con la novela que se va  construyendo dentro de la novela, con todos los conceptos de realidad ficcionada, de novela casi real, de las intenciones de realismo y veracidad,  de las idas y vueltas del peridiodista de investigación.  De la verdad inventada. Miralles es mucho más real que todos los otros personajes. Creo que todos quisiéramos que exista. Que se haya dado ese abrazo tan literario con un novelista de verdad. Uno de los momentos más interesantes en el libro es el encuentro personaje-escritor con el escritor-personaje que es Bolaño,  hilo de Arianna reencontrado, da pie a la tercera parte: el encuentro con Miralles, donde el personaje-autor da lo mejor de sí mismo.

Poniatowska critica a Cercas dos posiciones despreciativas , mirando desde arriba a Conchi y a los campesinos. Aún pensándolo desde un punto de vista feminista, no todos los personajes tienen que ser políticamente correctos, un personaje es como es, aunque no nos resulte simpático. Como pienso que son muchos periodistas y novelistas de habla hispana, machistas inocentemente (sí, ya sé, hoy en día nadie es inocente). No pienso que Cercas no se haya dado cuenta de lo que escribía. Simplemente es un toque más de “realidad” en la novela. Poner a Conchi a la altura del Cercas personaje hubiera sido poco creíble en la sociedad española en la que se mueve Cercas. Y él pretende hacer una novela “donde todo sea verdad”.

3 thoughts on “Diario de aprendizaje IV (Ruth)”

  1. Me gusta lo que dices de “la humanidad frente a la deshumanización”.Porque Miralles dijo que eö soldado no había pensado en nada al dejar vivir a Sánchez Maza, y yo me quedé con eso por alguna razón, pero puede ser que hubiera sido por algo bueno que aún en medio de la guerra quedaba en aquel soldado.
    El personaje Miralles en mi opinión fue un poco antipático, pero es verdad que parecía uno de los personajes más reales de la novela con su vicio de fumar etc.
    La cultura machista es muy difícil para entender, aunque sea normal en países hispanohablantes, pero creo que es normal que en una novela se escriba así de las mujeres por sólo llamar la atención de las personas que lo leen (Y alomejor para irritar a las mujeres también?.

  2. ¿Qué piensa el soldado anónimo cuando le perdona la vida a Sánchez Mazas? Esta pregunta, que te planteas en el primer párrafo del diario, es la misma que obsesiona al autor-narrador Cercas y lo lleva a realizar la novela. Al igual que tú, no creo que el motivo del soldado consistiese en perdonar al enemigo; me parece más probable que, durante un instante, a ese joven soldado se le olvidó toda la retórica de la guerra y vio delante de sí simplemente a un hombre, a un hombre muerto de miedo, y no tenía ningún motivo para matarlo. Como bien dices, quizás fue simplemente un atisbo de humanidad frente a la deshumanización que siempre implica una guerra.

    [Ahora que escribo esto, me acuerdo de un vecino de infancia, un hombre mayor, que había hecho la guerra. Siempre me contaba historias de la guerra de invierno, las mismas cada vez. No me acuerdo mucho de sus historias, yo era muy pequeña, pero me ha quedado grabada su expresión de dolor a la hora de recordar esos días trágicos de su juventud. También recuerdo dos detalles que nunca omitía. El viejo siempre se acordaba de una bala que había disparado y con la que creía haber matado a un ruso. No sabía con seguridad si la bala que mató al hombre de enfrente, también llamado enemigo, le pertenecía a él, pero la duda no le dejaba en paz ni un día durante el resto de su vida. Otro detalle del que me acuerdo quizás tiene que ver con esta primera experiencia. El viejo decía que al disparar siempre intentaba no dar con el blanco, ya que éste al fin y al cabo era simplemente un hombre, un hombre que también tenía una familia: padres y hermanos, quizás también una mujer e hijos. Me decía que su esperanza consistía en que los del otro lado hiciesen lo mismo.]

    Para ti, Miralles es el personaje más real de la novela, pero para mí no. Desde luego, el abrazo entre él y Cercas, heredero de su memoria, me conmovió a mí también, pero a pesar de todo, hay algo en mí que me impide sentir una admiración sin reticencias hacia un soldado profesional, por muy trágica que haya sido su vida. A mí me parece un personaje idealizado que el Cercas extasiado ve embellecido a través de un cristal rosado. A mí personalmente me molesta un poco el fin de la novela, algo desaforado y sentimental, y echo de menos un planteamiento más crítico. (Esto no es una crítica a tu texto, simplemente una opinión diferente.)

    Yo también creo que la actitud despreciativa del personaje Cercas hacia Conchi es deliberado, pero a mí me parece que nace más bien de una intención irónica que de un deseo de retratar la sociedad tal como es (aunque sin duda hay aún mucho machismo en España). Como dice Päivi (diario III, 08/04/2008),

    En mi opinión, es con la ayuda del personaje de Conchi que ‘el verdadero Cercas’ llega a ridiculizar el ‘ficticio autor Cercas’.

    Asimismo, quiero citar una frase tuya (comentario de Ruth al diario III de Ruska del 24/04/2008), en mi opinión muy acertada:

    La gracia del personaje de Conchi está justamente en poner en ridículo a quien piensa que la ridícula es ella.

  3. Querida Ruth, me parecen interesantes las reconsideraciones que haces sobre el soldado republicano, auténtico percutor de esta novela. En vez de faltarle un tornillo en la cabeza y eliminar sin piedad a su enemigo, resultó sobrarle uno en el corazón y le perdonó la vida.

    En situaciones de crueldad extrema, como ésta, parece complejo poder adentrarse en un alma humana deformada y entresacar las razones a las que obedezca la potesdad de perdonar o de quitar la vida en un tris tras a un semejante. Ese indulto compasivo, que de haber sido descubierto le hubiese costado la vida, se revela como un arriesgado acto de generosidad personal en aquel determinado momento (por tratarse de ¿una guerra ya perdida?, ¿un semejante milagrosamente devuelto a la vida, absolutamente indefenso entre aquellos ramajos?, ¿…? ). Y como dices, ¿sabía aquel miliciano a quién salvaba o era un acto de conciencia el que le guiaba? Como nuestra profesora, creo que tu explicación es la más razonable.

    Veo que además de disfrutar con la novela que recrea a la novela, de esa verdad inventada, y de la contundencia del pobre personaje Miralles -dicho pobre en el mejor sentido de la palabra-, el “literario” abrazo que éste da al novelista no se te pasó de largo, ni a Elina ─matizaciones aparte─ y lo citas, detalle que me gustó. Con las consideraciones que haces sobre la espontanea frescura de la vapuleada Conchi y la raigambre del machismo español (y no hablemos de la del latinoamericano o del ruso), también coincido contigo en que “es un toque de realidad”; un deseo de retratar la sociedad con una intención irónica ─invirtiendo el orden de pareceres de Ruska y Elina─, diría yo. Don Javier, al menos aquí, sí fue coherente con sus afanes veracidad “total”.

    Gracias por éste y tus diarios anteriores, reflejos de tu indiscutible don de la palabra, bagaje de lectora consumada, habilidad para poner temas sobre la palestra, buen sentido analítico y capacidad de síntesis. Como “crítica” decirte que me han sabido a poco. Una lástima que esa dichosa muñeca derecha no te haya permitido regalarnos sin esfuerzo algunas líneas más. La calidad de la presentación que nos ofreciste, así como tus oportunas intervenciones durante las clases también se te agradecen.

    Este antaño uniformado sólo puede descubrirse su chapiri legionario ante ti y hacerte una reverencia.

Leave a Reply