Diario de aprendizaje I (Ilona)

Estudiar la historia española de los últimos casi 80 años me ha parecido sumamente interesante e importante. Lo que tal vez más me haya hecho pensar durante este curso es un tema que me ha tormentado ya antes: el problema de la dictadura, sea derechista o comunista. Una dictadura represiva que persigue a sus críticos, los que no están de acuerdo con la ideología official, encarcelándolos y torturándolos, sigue existiendo en muchos países del mundo (Coréa del Norte, Cuba, Birmania etc.) En la política rusa actual, no lejos de Finlandia, también existen espantosas tendencias de despotismo, como la censura de los medios de comunicación críticos del presidente y de su gobierno y la eliminación de periodistas y otros que se atreven presenter una opinión que difiere de la official. Lo que estas distintas dictaduras tienen en común, y lo que explica hasta cierta medida su existencia, es que  benefician ciertos grupos de la sociedad, aunque sean minoritarios, son influenciales.

Tanto Julián Casanova como Gabriel Jackson destacan en sus artículos la importancia del reconocimiento de los crímenes de la dictadura. Sin embargo, dice Jackson que “no son los afectados más inmediatos -las viudas e hijos de las víctimas republicanas-, sino sus nietos, quienes impulsan el movimiento para crear un recuerdo veraz y digno del periodo entre 1931 y 1975”. Quizás sea así con la mayor parte de aquellos ‘afectados más inmediatos’, pero no es completamente cierto en cuanto al artista  Carlos Giménez: no sé si impulsó un movimiento, pero participó en “crear un recuerdo veraz y digno” cuando públicó el primer album de la serie Paracuellos ya en 1977.

Las historietas “Paracuellos” de Giménez, incluídas en las lecturas complementarias del curso son otra cosa que me ha impresionado, primero porque el tebeo me fascina como forma de arte y representación de la historia, del pasado, pero también porque aprendí de ellas un nuevo aspecto de la dictadura franquista. En estas historietas Giménez relata sus experiencias en los Hogares de Auxilio Social, que eran instituciones de corte falangista para niños de padres republicanos muertos en la Guerra, encarcelados o con problemas económicos. En estos colegios, la educación se componía básicamente de la religión y de la instrucción militar. La experiencia y el punto de vista de un niño que sufrió durante la dictadura franquista, me parecen muy interesantes: parecen, si posible aun más trágicos que los de un adulto, ya que en la infancia nuestra identidad no se ha formado aún, sino estamos en una fase importante de desarrollo intellectual y emocional y dependemos de los adultos que nos rodean.

En un artículo que escribió como prólogo a una obra de Giménez Antonio Martín cita a Carlos Groocke, jefe de Informaciones e Investigaciones que en 1941 se refirió a los niños acogidos en los Hogares «Comprende usted… estos niños no son responsables. Y representan la España futura. Queremos que lleguen a decir un día: sin duda la España falangista fusiló a nuestros padres pero fue porque lo merecían. […] Los que, pese a todo, a los veinte años nos odien todavía, serán los que no tengan valor alguno. Los desperdicios». (Max Gallo según Antonio Martín, http://www.carlosgimenez.com/obra/paracuellos.htm) Por lo tanto, los Hogares eran una herramienta más del Gobierno franquista para humillar y reorientar niños de familias republicanas, y negarles su historia.

Hanna habló en su diario de la importancia de la historia para la identidad de una persona. El tema de la identidad y los factores que influyen en su formación,  me interesan mucho y quiero terminar este texto con una cita del artículo de Antonio Martín, en la que explica el daño que sufre una persona, y especialmente un niño, cuando se le prohibe tener su historia personal. ”Durante los años del franquismo se intentó ocultar, borrar, negar la historia previa, creando un enorme vacío vital en el que nos movíamos los que entonces éramos niños. Debido a ello tuvimos que aprender desde cero quiénes éramos y dónde estábamos, comenzando por volver a dar vida a lo que parecía, y el régimen quería, muerto. Esta larga tarea por la recuperación de nuestras señas de identidad se ha llevado gran parte de nuestro esfuerzo y tiempo y explica muchos de nuestros errores”.

 

Bibliografía:

PRESTON, Paul: La guerra civil española. Barcelona, Mondadori, 2004.

Artículos:

CASANOVA, Julián: “Después de tanta memoria…“. El País, 20/09/2007.

JACKSON, Gabriel: “El reconocimiento del pasado trágico“. El País, 02/04/2006.

MARTÍN, Antonio: La obra nacional del Auxilio Social. En la página web: http://www.carlosgimenez.com/obra/paracuellos.htm 15/02/08

One thought on “Diario de aprendizaje I (Ilona)”

  1. Muchas gracias, Ilona, por compartir con nosotros tus reflexiones y también por presentarnos los orígenes de la serie Paracuellos y el artículo de Antonio Martín (en la página web de Carlos Giménez hay también otros artículos relacionados con su obra). La cita de Carlos Groocke es terrible, pero creo que ilustra bien la ideología del momento. Una vez acabada la guerra abierta, la destrucción del enemigo se convirtió en una práctica institucionalizada.

    Si queréis saber más sobre el destino de los niños “rojos” durante la dictadura, os recomiendo los documentales Los niños de Rusia y Los niños perdidos del franquismo (ver el apartado “Documentales y películas”), que se ha convertido también en libro. También hay una novela reciente que trata el tema de los niños desaparecidos y que os puedo dejar: Mala gente que camina de Benjamín Prado (Alfaguara, 2006).

    Como bien indicas, “los nietos de la guerra” no son los únicos que trabajan para crear una memoria más inclusiva y heterogénea del pasado reciente español. Aparte de Carlos Giménez, hay muchos escritores de las generaciones anteriores que no deben ser olvidados al hablar de la representación de la Guerra Civil y el franquismo en la literatura española (incluyendo la del exilio): Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Juan Goytisolo, Juan Benet, Ramón Sender, Max Aub…

    El tebeo como forma de narrar el pasado me parace interesante, y en el caso de Giménez especialmente acertado, ya que se trata de la experiencia de unos niños que viven fascinados por el mundo de los tebeos. Sin restarle importancia histórica o artística al trabajo de Giménez, creo que desde el punto de vista narrativo puede, sin embargo, resultar más logrado (o por lo menos más complejo) el famoso Maus de Art Spiegelman. También os recomiendo cálidamente Persepolis de Marjane Satrapi, del que existe también una versión cinematográfica. ¿Los conocéis? ¿El formato cómic os parece apropiado para tratar temas como el Holocausto?

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