Entrevista: Antony Beevor, historiador


“La violencia nace del miedo”

El País – JUAN CRUZ 23/03/2008

beevor1.jpgEn Cartagena de Indias, durante el Hay Festival, había un hombre en mangas de camisa que pateaba la joya del Caribe como si estuviera fotografiándola a toda velocidad. Se quiso llevar Cartagena en la retina, pero lo que llevaba en la memoria era la contienda de los españoles. Es Antony Beevor, 61 años, historiador británico, uno de los grandes narradores de la Guerra Civil española (La Guerra Civil española, Crítica, 2005). Ahora anda obsesionado con el desembarco en Normandía, para saber cómo fueron las relaciones entre franceses y norteamericanos. En un patio de Cartagena le preguntamos qué había aprendido de nosotros, los españoles, estudiando lo que pasó de 1936 a 1939.

Pregunta. ¿Qué aprendió cuando estudió la Guerra Civil?

Respuesta. Aprendí que la raíz de la violencia es el miedo. En España, donde estaba mal visto tener miedo, la violencia durante los primeros años era terrible. Nadie sabía quién era el enemigo. Al suprimir el miedo se produce un desequilibrio químico en el cuerpo, y ése es el origen de la violencia. Pero eso ahora ha cambiado. Ahora los hombres pueden decir tranquilamente que tienen miedo. Eso es nuevo en España, acaso los hombres no han tenido ningún problema, ya, en reconocer su lado femenino.

P. ¿Hay algo que no ha llegado a entender sobre nuestra Guerra Civil?

R. No hay nada en concreto que no haya llegado a entender, pero lo que siempre he pensado es que es una contienda sobre la que no se debe generalizar, porque ocurrió de manera muy distinta en muy diferentes sitios de España. La fragmentación geográfica la convirtió en un conflicto diferente, en cada provincia hubo una Guerra Civil no necesariamente igual a las otras.

P. En 2009 se cumplen setenta años. ¿Cree que es un momento para olvidarse?

R. Uno nunca debe olvidarse de la historia porque hay muchas lecciones que aprender de ella. Y una de ellas es la democracia y el respeto a la democracia. Uno tiene que trabajar la libertad y la democracia para poder preservarlas. La actitud tan pasiva hacia la democracia que se vivió en las Cortes y sobre todo en las calles antes de la Guerra Civil era muy peligrosa. Nadie debe olvidar, sino aprender.

P. ¿Cuál fue el primer tópico con el que se encontró?

R. Que había sido la primera fase de la II Guerra Mundial o, como decían los franquistas, el preludio de la tercera. Ese primer contacto con España me impuso la escritura de una versión no muy buena del libro, eran tiempos en que los archivos no era muy accesibles. Años después, Gonzalo Pontón me insistió en que lo reescribiera. Y me ayudó muchísimo, entregándome material que habían recopilado historiadores españoles mientras yo buscaba por los archivos extranjeros, sobre todo en el archivo ruso.

P. Y llegaría usted al meollo, a cómo fue posible la guerra.

R. En el momento de escribir me di cuenta de que muchos de los mitos de la derecha sobre el origen de la guerra quedaban destrozados. Mitos como el de los asesinatos que había habido en uno y otro sitio. ¿Qué hubiera pasado si la derecha hubiera ganado las elecciones de 1936? Ganó la izquierda simplemente porque los anarquistas decidieron votar por primera vez y el Frente Popular ganó por menos de un 2% del voto. No es cuestión de decir que ambas partes son iguales moralmente, sino de entender cómo se desarrolló semejante conflicto. Y yo lo achaco al miedo.

P. Ésa es la raíz.

R. Y esta pregunta: ¿Cómo se pudo meter España en una guerra civil cuando los que querían guerra eran muy pocos? La mayoría de la población no quería la guerra pero se vio forzada por los extremistas de ambas partes.

P. Y vino la tragedia.

R. Y una lección muy importante, además. La tragedia fue para España que la oportunidad para reformar que constituía la República llegó en el peor momento, doce años después de la guerra civil en Rusia. La gente no es consciente de los efectos que tuvo esa Guerra Civil en otros países. El miedo que provino de esa situación aumentó en ambos bandos. ¿Fue la Guerra Civil inevitable?

P. Respóndalo usted.

R. Hay quien dice que sí, hay quien dice que no. Pero existe otra pregunta interesante: después de 1934, ¿se pudo haber evitado la Guerra Civil?

P. ¿Y la respuesta?

R. Es una pregunta muy difícil de contestar. Pero creo que tuvo que ser muy difícil evitarla debido al odio y al resentimiento de la izquierda por la conducta de la guardia civil y las tropas, pero también debido al miedo, por parte de la derecha y de la clase media, a una revolución bolchevique. Otra pregunta que me debía plantear era: si la República hubiese ganado, ¿qué tipo de administración hubiera creado?

P. Buena pregunta, imposible de contrastar.

R. Sí, pero si se fija en cualquier guerra civil de la historia, se dará cuenta de que es imposible que nazca una democracia de una guerra civil. Lo que descubrí en los archivos rusos fue que en el caso de victoria el poder comunista iba a controlarlo todo.

P. La salida de su libro en España coincidió con una campaña de historiadores de la ultraderecha para convencer a la gente de que la República fue culpable de la guerra.

R. Sería muy injusto decir eso. Creo que lo interesante es buscar las razones por las que se desató y no volver a la propaganda del pasado. La irresponsabilidad que tuvo la izquierda fue desoír a grandes figuras, como Julián Besteiro, que les avisó del peligro de su retórica. Ningún país ha sufrido más que España a causa de la retórica extremista. La retórica de Calvo Sotelo o de Largo Caballero. Algunos dicen que las palabras no matan, pero yo no lo creo. Las palabras matan, pueden matar.

P. Ha bajado el tono, pero hasta la Iglesia católica ha querido frenar la ley de Memoria Histórica. ¿Era necesaria?

R. Cuando hay algo como el Pacto del Olvido es como si quisieras tapar una herida profunda. Si hay una herida profunda debes airearla, porque si no se pudre. En España se tapó, nunca se discutió una vez muerto Franco. Hubo muchos libros sobre la guerra civil nada más morir el dictador, pero después no hubo nada. El problema en particular en España es que la izquierda, después de la humillación de la derrota y de la opresión que sufrió durante la dictadura, no pudo contribuir a esa memoria una vez caído el régimen. Y esto produjo mucha frustración. Los que murieron por parte de la derecha fueron enterrados en tumbas, como mártires. Y era importante que los muertos del otro bando fueran identificados y enterrados como es debido.

P. Tras la muerte de Franco, el general Gutiérrez Mellado

[vicepresidente con Adolfo Suárez] le pidió a Felipe González que no removiese las cosas…

R. Estuvo bien hacerlo en ese momento. Pero ese silencio siguió así durante mucho tiempo, cuando el debate debió empezar mucho antes.

P. La derecha nunca consideró oportuno condenar el golpe.

R. Como la izquierda, que no condenó el golpe de 1934.

P. ¿Tenía que haberlo hecho?

R. Sí, si eso hubiera sido significativo. El debate sería mucho más honesto si la izquierda también aceptara sus errores.

P. Como testigo de lo que ocurrió y de lo que ocurre, ¿cree usted que la guerra sigue entre nosotros por otros medios?

R. No. Las condiciones sociales, económicas, políticas han cambiado, y la historia no se repite. No habrá otra guerra civil. ¿Por qué no habrá guerra en Europa? No necesariamente por unificación de los países, sino porque las verdaderas democracias no luchan entre sí.

La familia Franco en Helsingin Sanomat

Suvusta upporikas kiinteistöillä ja taiteella

HS – 22.3.2008

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Espanjan johtaja Francisco Franco kuvattiin tyttärentyttäriensä Maria del Carmenin (oik.) ja Maria de la On kanssa 1953.

BARCELONA. Spartalaiseen elämäntyyliin tottuneen kenraali Francisco Francon varallisuus alkoi karttua heti sodan jälkeen. Yleneminen vallankaappauksella valtiojohtajaksi moninkertaisti hänen palkkansa. Sodan runtelemassa ja köyhtyneessä Espanjassa se oli yli 120-kertainen tavallisen kansalaisen keskipalkkaan verrattuna. Sotapäällikkö alkoi saada lahjaksi kiinteistöjä mielisteleviltä tai uhkailluilta alamaisilta.

Nykyään on useimpien kiinteistöjen omistajiksi merkitty osakeyhtiöitä, joiden hallitusten puheenjohtajana istuu Francon perheen sihteereitä ja asianajajia. Viime vuosina perhe on rikastunut myymällä kalliisti ylläpidettäviä ja kunnostusta vaativia historiallisia rakennuksia.

Taide- ja antiikkikokoelmien kasvamisesta vastasi puoliso Carmen Polo. Mariano Sánchez Soler kertoo kirjassaan Los Franco S.A. (Francot Oy, Ed. Oberon 2003) Polon olleen perso valtiovierailujen ja audienssien tuliaisille: taideteoksille, seinävaatteille, mitaleille ja kunniamerkeille.

1970–80-lukujen vaihteessa perheen asumuksissa riehui tulipalojen sarja. Osan taideteoksista väitettiin kadonneen tai tuhoutuneen. Francot syyttivät roihuja onnettomuuksiksi, murtovarkauksiksi tai tihutöiksi, mutta julkisuudessa tapahtumia epäiltiin harhautukseksi, jonka turvin arvoesineitä salakuljetettiin muualle.

Diktatuurin päättyessä perheenjäsenet olivat kokeneet myös huiman urakehityksen. Heitä oli nimitetty useisiin julkisiin virkoihin ja 150 suuren espanjalaisyhtiön hallituksiin.

Francon kesäkartanosta kiistellään oikeudessa Espanjassa

Diktaattorin miljonääriperillisten omaisuutta selvitetään

HS – 22.3.2008

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Francojen suvun omistuksessa olevasta Pazo de Meirásin kivilinnasta halutaan tehdä suojelukohde.

BARCELONA/SADA. Diktaattori Francisco Francon perillisten omaisuutta koskevaa salamyhkäisyyttä murretaan Espanjassa ensimmäistä kertaa. 1800-luvulla rakennetusta Pazo de Meirás -kivilinnasta halutaan suojelukohde. Rakennus sijaitsee Luoteis-Espanjan Galiciassa ja se oli kapinalliskenraalin kesänviettopaikka. Francon suku vastustaa suojeluhanketta, joka toteutuessaan määräisi Francot avaamaan ovet yleisölle neljänä päivänä kuukaudessa.

Pääsiäisen alla Galician aluehallitus sai erävoiton, kun tuomioistuin päätti, että suvun on päästettävä arkkitehti, arkeologi ja historiantutkija mailleen.

Galicialaissyntyinen Franco sai voittoisasta sisällissodasta tunnustuksena vuonna 1939 kartanon ja kuusi hehtaaria tiluksia, joilla nyt lomailevat hänen tyttärensä ja lapsenlapsensa. Kartano oli poliittisen historian näyttämö, sillä on lisäksi galicialaisille myös kulttuuriarvoa. Se kuului ensin tunnetulle galicialaiskirjailijalle Emilia Pardo Bazánille. Rakennuksessa uskotaan olevan yhä osa hänen kirjakokoelmastaan sekä Francojen tuomia taideaarteita ympäri Espanjaa, perustelee Galician kansallismielisen puolueen BNG:n kunnanvaltuutettu Carlos Babío Sadassa suojelutarvetta. “Haluamme myös, että totuus Pazo de Meirásista tunnetaan”, hän painottaa kartanon edustalla.

Lahjoitus ei aikanaan ollut aivan vapaaehtoinen. Sen suunnitteli ryhmä paikallisia liikemiehiä ja francolaisia poliitikkoja, jotka pyrkivät kenraalin suosioon. A Coruñan kaupungin ympäristössä asukkailta kerättiin varoja kartanon ostamiseksi Francolle. Virkamiehiltä pidätettiin viikon palkka. Edes köyhimmät eivät uskaltaneet kieltäytyä osallistumasta peläten, että heidät leimattaisiin punaisiksi. Galicia oli kääntynyt sodan alussa nopeasti sotilaskapinallisten tueksi ja vasemmistolaisia tasavaltalaisia vainottiin.

Espanjassa tarve menneisyyden selvitystyöhön on tullut julki vasta aivan viime vuosina. Yhä enemmän kuullaan ääniä, jotka vaativat perillisiä luopumaan komeista tiluksistaan. Viime syksynä Espanjan parlamentissa torjuttiin aloite, joka pyysi hallitukselta selvitystä suvun diktatuurin aikana saamista varoista sekä keinoista palauttaa valtiolle julkinen omaisuus, kuten Francon arkistot. “Espanja on ainoa tuntemani entinen diktatuuri, jossa etuoikeutetussa asemassa rikastunut diktaattorin perhe on jatkanut elämäänsä ja liiketoimiaan kaikessa rauhassa”, hämmästelee Francojen omaisuutta tutkinut Mariano Sánchez Soler Alicanten yliopistosta.

Franco-klaani arvioidaan yhdeksi Espanjan vauraimmista. Perhe kahmi kenraalin liki neljä vuosikymmentä kestäneellä valtakaudella omaisuuden, jonka arvoksi lasketaan vähintään 350 miljoonaa euroa kartanoineen ja taideaarteineen. Francon kuoltua 1975 perillisten ei tarvinnut harkita maanpakoa. Päinvastoin espanjalaiset suhtautuivat leskeen ja muuhun sukuun avokätisesti ja kärsivällisyydellä. He saivat uusia etuoikeuksia.

Demokratiaan siirtymisestä tavoiteltiin mahdollisimman väkivallatonta. Francon perheen ympärille kerääntyneitä äärioikeiston liikkeitä ja sotilasjärjestöjä varottiin ärsyttämästä. Francon tytär Carmen Franco sai pitää diplomaattipassin pitkälle 1980-luvulle. Leskelle Carmen Pololle maksettiin kuolemaan saakka 1988 ruhtinaallista eläkettä, joka oli suurempi kuin Espanjan silloisen pääministerin Felipe Gonzálezin palkka. “Surullista on, että vielä 1980-luvulta eteenpäin heidän on annettu tehdä mitä haluavat”, Sánchez Soler tuumaa.

Francojen julkisuuskuva on yhtä kaikki rapissut. Viestimissä suvun rappiota ovat kuvastaneet Francon lapsenlapset: metsästys- ja talousrikoksiin sotkeentunut Francis Franco, tyttöystävänsä pahoinpitelystä pidätetty Jaime Martínez-Bordiú sekä avioerojaan juorulehdissä selostava Carmen Martínez-Bordiú, joka liiteli espanjalaisten Tanssii tähtien kanssa -show’ssa. Hän unelmoi myös esiintyvänsä jonakin päivänä Pedro Almodóvarin elokuvassa.

Guerra y lenguaje

Guerra y lenguaje
Adan Kovacsics
Acantilado. Barcelona, 2007.

portada4.jpgLas reflexiones sobre la manipulación política del lenguaje en la sociedad de masas tienen ya una larga tradición. Una de las referencias indiscutibles es el estudio de Victor Klemperer sobre la lengua del Tercer Reich, que ha servido como modelo a muchas obras posteriores -entre ellas, muy recientemente, Rojos de Francisco Sevillano (Alianza Editorial, 2007), un análisis del lenguaje franquista en la guerra civil- . Decía el filólogo alemán que el medio de

propaganda más eficaz del hitlerismo no eran los discursos ni los símbolos, ni nada que se registrase a nivel consciente, sino las palabras aisladas y expresiones que se repetían y se terminaban por adoptar de forma mecánica e inconsciente. El libro que ahora nos ocupa se mueve en una órbita parecida, tratando de desentrañar los orígenes y fundamentos de esa repetida manipulación.

El ensayo que da título al volumen es el más extenso de los cuatro que componen esta breve pero enjundiosa obra del escritor chileno Adan Kovacsics (Santiago de Chile, 1953). Tras una oportuna cita de Karl Kraus sobre la función de la mentira en la guerra, nos sitúa el autor con una frase contundente en el centro del conflicto: al estallar la Primera Guerra Mundial, algunos, como Walter Benjamin o el aludido Kraus, reaccionaron con el silencio.

El mutismo no se debía sólo al espanto, la indignación o la censura, sino a que “se había producido una avalancha de un determinado lenguaje” que exigía una respuesta adecuada. No tenía sentido la protesta sin más, convertida al fin y al cabo en otra voz que añadir a la algarabía. Callar era la actitud de quien se apartaba del derrumbe. “El silencio: el lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento”. Una exigencia paradójica: “Quien tenga algo que decir, ¡que dé un paso adelante y calle!” (pp. 70-71). El silencio, en efecto, se constituye como la única ética posible ante una “gentuza” a la que el horror no le ha paralizado la lengua, sino todo lo contrario.

Como diría Anson Rabinbach, la catástrofe de la guerra había traído también una “catástrofe de la palabra”. De ahí que, tras la primera reacción de retirada, es decir, de silencio, los intelectuales que habían resistido el vértigo se impusieran una reflexión sobre la lengua, el destino de la palabra en el contexto bélico. Los últimos días de la humanidad, del citado Karl Kraus es, básicamente, una meditación sobre ese asunto.

La implicación y responsabilidad del lenguaje en la guerra: éste es también el asunto medular que ocupa a Kovacsics en estas páginas. No es extraño por ello que, junto a los escritores ya mencionados, haya un importante hueco para Ludwig Wittgenstein, combatiente voluntario en la Gran Guerra y autor de la más importante obra del período (el Tractatus Logico-Philosophicus) sobre los límites del lenguaje, es decir, sobre lo que puede y no puede decirse.

Hay en todo ello un denominador común, un profundo repudio a la “cháchara” de la época pero, además, una convulsión moral en las personas más conscientes ante una “lengua corrompida y encarroñada” que es mero instrumento de los verdugos y que termina por emponzoñar todo: a la crueldad se suma la frivolidad verbal, manchando hasta “a quien piensa sobre ello”. En una guerra industrializada el lenguaje propagandístico se convierte en preciada mercancía y se revela tan eficaz que pocos se resisten al “entusiasmo”. No se refiere Kovacsics tan sólo a 1914, sino también a la maquinaria nazi y, ya muy recientemente, a las falsedades de la invasión de Irak. La mentira ha recorrido todo el siglo XX hasta convertirse, como proféticamente señaló Franz Kafka, en “principio universal”. Cuando la palabra se convierte en vasalla de la voluntad política, supeditada a unas decisiones establecidas de antemano, su rol deviene “absolutamente accesorio y servil”.

Rafael NUÑEZ FLORENCIO
El Cultural   18.03.2008

Diario de aprendizaje II (Estefanía)

En este segundo período de la asignatura, hemos estudiado los primeros años de la dictadura desde el punto de vista de los vencidos. En este caso, desde dos puntos de vistas: el de los maquis y el de las mujeres encerradas en la cárcel (muchas veces sin acusaciones de los delitos por los cuales estaban en la cárcel).

Luna de lobos y La voz dormida muestran la opresión en voz de unos hombres, que luchan de forma activa contra el franquismo (como guerrilleros), que viven en un lugar abierto (el monte), pero para ellos las circunstancias son cada vez más claustrofóbicas, sus vidas se hacen cada vez más cerradas, llegando a convertirse en una especie de “animales”. Mientras, en La voz dormida son las mujeres las que hablan, su lucha es pasiva (cosen banderas de la república), y, aunque viven en un espacio cerrado (la cárcel), sin duda alguna su mundo no es tan claustrofóbico como el de los hombres de la anterior novela.

Mientras en Luna de lobos el final es trágico (sólo les queda dos salidas o la muerte o el exilio), en La voz dormida nos queda la esperanza en la niña (la esperanza de la lucha, de que los ideales siguen a pesar de que, el bando franquista, intentó acallarlos).

Pero, lo que está claro, es que en ambas novelas, tanto los hombres como las mujeres, se caracterizan por formar una “familia”, un núcleo alrededor de sus compañeros de lucha, tanto en el monte, como en la cárcel; que estará unido a la sociedad a través de sus familiares, los cuales seguirán manteniendo contacto con ellos.

Estamos, sin duda alguna, ante dos puntos de vista de lo mismo: ¿Cómo era la vida de los que fueron castigados con la derrota en la Guerra civil? ¿Y sus familiares? Y, es que en realidad, el bando franquista no solo castigo a los que lucharon en su contra, también a sus familiares, a la gente que le rodeaba… a una buena parte de la sociedad. Esto provocaba que la existencia del bando derrotado fuera una existencia oprimida; una pesadilla, como en Luna de lobos, (en un ambiente rural, cerrado, donde todo el mundo conoce a todo el mundo; lo más seguro es que está fuera la vida más dura, la más castigada); mientras en La voz dormida, el ambiente es urbano, y hasta cierto punto, era más fácil vivir escondido.

Ambas obras se escribieron tras la dictadura, y los autores, ninguno, vivió ese período, como mucho, los últimos años de la dictadura, una etapa en la que empezaba a “respirarse” el cambio. Esto provoca que se idealice el bando de los vencidos, de los republicanos, de los que lucharon… y eso se nota, y mucho, en La voz dormida.

Ambas novelas son un gran ejemplo de la nueva narrativa que aparece en España tras la etapa franquista, un tipo de novela, que trata, por fin, no sólo el lado de los vencidos, sino también el de los vencedores; cada vez se le da menos prioridad a los hechos históricos, y se le da voz a los que sufrieron. Además, ambas novelas tienen una gran relevancia, pues Luna de lobos es la primera que trata el asunto de los maquis en la literatura en España, y fue toda un novedad. Mientras, La voz dormida es una de las primeras novelas que pone la voz a las mujeres, tratándolas ya no como personajes secundarios (madres, hermanas, novias…), sino como individuos activos en la lucha, y que sufren directamente el acoso del franquismo. Hasta los títulos de las novelas evocan el significado de las mismas: la luna que acompaña a esos hombres, que se convierten en lobos, en animales salvajes; y esas mujeres que no están calladas, sencillamente, están esperando el momento para gritar.

Pero, no sólo hemos visto el cambio en la literatura, también en lo audiovisual (algo que me parece realmente importante, pues nunca te das cuenta de cómo cambia la sociedad en la que vives, hasta que te fijas en estos detalles). Comenzamos con la presentación de Raza (película para la auto-promoción de Franco), después con la película de Silencio Roto (que trata el tema de los maquis, pero ya no como luchadores, sino como víctimas, y, sobretodo, trata como era la vida de los familiares de estos guerrilleros), y, acabamos con la presentación sobre las trece rosas (hace poco se realizo una película sobre este suceso), trece chicas que fueron asesinadas por formar parte del PSOE, sin que, en algunos casos, fuera así. Una evolución del cine.

Y, es que la sociedad está dando la palabra a las víctimas, y ya no sólo con la Memoria Histórica, sino también con los dos medios de comunicación más importantes: el cine- televisión y la literatura.

Diario de aprendizaje II (Ruska)

Después de haber leído La voz dormida y de haber visto la película El silencio roto, me di cuenta de que era muy diferente leer que escribir. A mí me gustó mucho más el libro, porque pienso que daba una imagen más realista de la guerra civil que la película. En el libro se contaba con detalles la vida de los personajes, sus sufrimientos y la tortura en la cárcel, pero en la película parece que todo sucedió muy rápido y la gente no sufrío tanto. A mí personalmente la película no me afectó mucho los sentimientos.

El papel de la mujer durante la posguerra y la dictadura de Franco era terrible. En los cárceles trataban las mujeres con violencia, aunque no hubieran hecho nada. Si sus hermanos eran guerrilleros, era una razón suficiente para meterlas en la cárcel y torturarlas, o hasta quitarles la vida. También me impresiona mucho, que con sólo conocer a alguna persona importante te podían salvar, eso quiere decir que las relaciones familiares y sociales tenían un papel muy importante durante aquel tiempo.

Cuando se habla de guerras en general, a menudo se piensa que los que más sufrieron fueron los hombres. Pero como podemos ver en la película y en el libro, también sufrieron muchísimo las mujeres, porque tuvieron que quedarse a cuidar la casa y los niños y no podían esconderse en ninguna parte. Tenían que aguantar los soldados que venían de vez en cuando a registrar sus casas o a interrogarlas amenazando con tortura, y que las vigilaban todo el tiempo. El sufrimiento de las mujeres era tanto físico como psíquico. Corrían peligro si querían ayudar a sus maridos y hermanos dejándoles comida o ropa, porque si alguién se enteraba de que estaban ayudando a los guerrilleros las metían en la cárcel.

Algunas mujeres se habían metido en la política, y eso era lo peor, porque según Franco la política era cosa de hombres. Muchas mujeres republicanas, que habían luchado durante la guerra contra los nacionalistas, estaban metidas en la cárcel. Las mujeres de la posguerra parecían muy fuertes, y no se reñían facilmente. Sobre todo las mujeres de La voz dormida tenían mucho carácter e intentaban aguantar la cárcel con una actitud optimista pensando en un futuro mejor.

Pienso que las mujeres españolas de la posguerra eran muy valientes, y aunque sufrieron mucho durante la dictadura no se decepcionaron y siguieron siempre adelante a pesar del hambre, la pobreza y la muerte de amigos y familiares que tuvieron que aguantar. Lo peor para estas mujeres era la inseguridad; no sabían si se iban a morir y tampoco si sus familiares estaban muertos o no, ya que no podían estar en contacto con ellos y porque el gobierno de Franco ocultaba información sobre ellos.

¿A quién pertenecen los muertos?

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Os traigo hoy una parte de un texto escrito por Mireille Roselló (lo podéis leer entero aquí). El texto está fuera de contexto y hace referencia a Francia, pero creo que suscita muchas preguntas que resultan esenciales a la hora de reflexionar también sobre la situación en España en cuanto al debate acerca de la “recuperación de la memoria”.

* * * * * * * *

The question that seems to beg an answer, literally, like the beggar that religious or political ethics teaches me to honor, could be formulated as follows: how do we share mourning?

And “we” in that particular sentence, is obviously what needs to be constructed rather than what exists. Can we mourn for the dead when, between the dead, history and geography have placed the borders of nationality, ethnicity or religion. How can I think of a “we” that would grieve for “our” dead without resorting to a bland narrative of human mortality that makes Death the image of the great leveler of all differences. Even more specifically (but I take the apparently extreme case as paradigmatic rather than exceptional), how can we mourn our dead when the first “we” includes murderers and the survivors of their victims, and when “our dead” includes the victims killed by “our” executioners.

For a nation or a community to even agree on a day when “all souls” can be remembered, democratically so to speak, we need to have moved beyond other types of rituals, those for example, that would designate only martyrs, religious heroes, the “saints” as worthy of rememberance. Suggesting that “we” mourn one specific class of dead requires the type of identification that most often remains implicit and constructs the “we” by excluding all those who will not be invited to mourn “their” dead. All Saints Day implicitly disinvites not only those who were not martyrs or heroes, but perhaps more importantly, those who, in one way or another, identified or are identified as the people who killed the martyrs and the heroes. It also disinvites whoever does not believe in martyrdom, and all those who, as individuals, do not want their identity to be exclusively defined as members of a given community (whether their ascendants were victims of perpetrators).

France, like many countries today (and for a series of case studies I would refer you to Derrida’s text on “forgiveness”) the question of how “we” can mourn “our” dead is turning into a rather acrimonious debate about the role of history and, more broadly speaking, of any narrative that speaks in the name of history (and this includes cinema, literature and all the arts). Is it even possible to imagine a national discourse of mourning when the mourning in question reproduces, among the dead, the distinctions that originally led to the separation of the living between victims and torturers. When the dead that we want to mourn, and that politicians sometimes want to celebrate as national heroes, were killed not by “others” but by some of “us,” do we, fearfully, reconfigure the “us” so as to exclude either victims or executioners, either the dead or the living, from the common work of mourning, or do we face the immense task of finding a new national narrative of mourning that includes the history of slavery, colonization and collaboration? And if we choose that difficult path, doesn’t it mean that we must, on the one hand reconfigure the “we” that can mourn “our dead” but also find new genres, new types of stories that will allow us to represent the unthinkable object of our grief, the as yet unimagined shape of our loss?

El olvido de la crueldad franquista

Los estudiantes españoles saben más del nazismo, gracias al cine, o de las dictaduras de Chile y Argentina, por las informaciones de los medios de comunicación, que de lo que fue nuestra dictadura franquista

POR CARLOS BERZOSAEl País – 07/01/2008

salvador-puig-antich.jpgAntes de que tuviera ocasión de ver la película Salvador, acerca de la ejecución de Salvador Puig Antich, había hablado con jóvenes que ya la habían visto y que ignoraban por completo los hechos que narra. La mejor descripción la hizo una chica, quien dijo que le pareció impactante. Realmente lo es, y lo que más les extrañaba a estos jóvenes es que esos hechos pudieran haber sucedido en la España de los años setenta. Se enfrentaban, de esta manera, a través de la película, al horror que había supuesto el franquismo, y lo hacían ya no sólo a través de las ideas más o menos vagas que acerca de la dictadura les hubiesen contado en los estudios de bachillerato o de lo que pudiesen haber oído en sus casas.

Muchos estudiantes no tienen idea exacta de la brutalidad que supuso el régimen de Franco. No sabían nada de la matanza de Montejurra o de la de Vitoria. Algo sí sabían de la de Atocha.

El mismo desconocimiento de estos hechos recientes por parte de los jóvenes se ponía también en evidencia en una tertulia de radio que, dirigida por Concha García Campoy, se emitía desde los cursos de verano de la Complutense en El Escorial y en la que tuve la ocasión de participar. Al presentar a la actriz Leonor Watling, García Campoy señaló que ésta acababa de terminar el rodaje de Salvador. La actriz mencionó entonces que, antes del rodaje, ni ella ni el resto del equipo tenían conocimiento de esa historia. José Luis Sampedro y yo hablamos en el programa de radio de lo terrible que fue aquel suceso, de la conmoción que nos produjo y de otras ejecuciones que se llevaron a cabo al final del franquismo. Pero es que hay que admitir que resulta lógico que los jóvenes no sepan nada acerca de estos hechos tan cercanos en el tiempo, pues nadie les ha hablado de ellos, lo que es una muestra más de la ocultación a la que se encuentra sometida la historia de España más reciente y lo ominosa que pudo ser aquella parte de nuestra historia.

lagallinaciega.jpgEsta falta de información me recuerda la que también padecimos tantos jóvenes universitarios en la década de los sesenta, incluso entre los que nos enfrentábamos al franquismo. Max Aub arremete en La gallina ciega contra esa juventud que en 1969 no sabía nada acerca de la Guerra Civil, ni de lo que había representado la generación del escritor en el ámbito de las ciencias, las artes y la cultura. Para el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Manuel Aznar Soler, que hace un estudio introductorio a esta obra en la edición de Alba Editorial, este ataque a cuenta de la desmemoria impuesta por el régimen franquista le parece un tanto injusto, pues la culpa no podía ser de aquellos a quienes no se les había enseñado nada de aquello a que se refería Aub o, en todo caso, se lo habían transmitido totalmente deformado. En realidad, no podía ser de otra manera ya que los libros más rigurosos acerca de la República y la Guerra Civil, como los de Hugh Thomas y Gabriel Jackson, estaban prohibidos y no resultaba fácil para muchos adquirirlos en el cuarto de atrás de determinadas librerías o comprarlos en Francia.

Llegados a este punto, conviene volver al principio: ¿cómo se encuentra el conocimiento de la juventud universitaria hoy respecto a lo que fue el franquismo y su última etapa? Mi experiencia como profesor universitario es que, salvo una minoría excesivamente pequeña, la mayoría no tiene ningún conocimiento. Esto sucede, además, en un contexto y en un tiempo en el que no es posible excusa alguna, pues ahora no hay libros prohibidos y se han publicado muchos que permiten disponer de una información documentada sobre lo que realmente pasó.

losrojosdeultramar.jpgUn testimonio notable de todo este desconocimiento lo ofrece Jordi Soler en su libro Los rojos de ultramar, cuando explica el porqué de ese libro basado en las memorias escritas de su abuelo. Pensó, en principio, que su publicación carecía de interés, aunque fueran memorias noveladas, pues no dejaba de ser un libro más sobre la Guerra Civil. Sin embargo, cambió de idea cuando, encontrándose impartiendo una conferencia en la Universidad Complutense, un estudiante le preguntó cómo es que se llamaba Jordi y hablaba con acento mexicano. Como contestación, contó la historia del exilio de su familia en no más de 10 minutos. Cuando terminó su rápida explicación los alumnos se quedaron mirándole desconcertados, como si acabara de contarles algo que hubiera sucedido en otro país o en la época del Imperio Romano. Tras las preguntas y las caras de asombro, dejó su conferencia de lado y habló largo y tendido sobre el exilio republicano, sintiéndose un poco ofendido de que esta información hubiera sido extirpada de la historia oficial de España.

Las razones de este desconocimiento pueden ser muchas, pero algunas de las más inmediatas las he obtenido de las explicaciones de mis estudiantes. Unos me señalan que los acontecimientos más recientes apenas se abordan en la asignatura de historia del bachillerato, debido a la extensión del programa, lo que hace que las explicaciones se acaben cuando comienza el franquismo; otros apuntan que en esas clases percibían la impresión de que los profesores, no todos, por supuesto, demostraban poco interés en querer entrar en lo que parece ser un agujero negro en nuestra historia.

Tampoco en las familias se habla del tema, ni siquiera del tardofranquismo que han vivido sus padres. Hace pocos años, hablando distendidamente con estudiantes de doctorado, me confesaban que no conocían nada acerca de las muertes que se produjeron en el final del franquismo y el inicio de la transición. No sabían nada acerca de la matanza de Montejurra, ni de la de Vitoria, ni sabían nada acerca de la muerte de estudiantes como Luz Nájera, Carlos González, ambos de la Universidad Complutense. Algo sí sabían sobre la matanza de Atocha.

La idea que tienen los universitarios del franquismo es generalmente vaga, algo así como que fue una dictadura y que algunos de sus padres corrieron delante de los grises, planteándolo como algo divertido y folklórico, sin que se sepa que detrás de esas carreras había detenidos, torturas, expedientes de expulsión de la universidad, depuraciones, exilios, e incluso muertes como la de Enrique Ruano.

elvanoayer.jpgBien es verdad que este desconocimiento procede tal vez del pudor de muchos padres de no hablar de esa parte de la historia que hemos vivido. Y es que sobre el tardofranquismo, aunque haya novelas extraordinarias como El vano ayer, de Isaac Rosa, se ha escrito poco.

Mi experiencia como profesor me indica que los estudiantes saben más del nazismo, gracias al cine, o de lo que sucedió en las dictaduras de Chile y Argentina, por las informaciones de los medios de comunicación, que de lo que fue nuestra dictadura, y, por supuesto, que no tienen una idea exacta de la brutalidad que supuso el régimen de Franco.

Hay otro factor más que aclara este escaso conocimiento sobre el ayer cercano, y es que, en la actualidad, la curiosidad intelectual y la inquietud política y cultural es menor que la que había en esos años sesenta. Asimismo hay una menor afición por la lectura y, por tanto, también menos interés por averiguar por uno mismo, como se hacía entonces, aquello que no se encuentra en los programas de las asignaturas oficiales. El porqué esto es así tendría que ser objeto de un análisis sociológico más profundo, que no es lo que pretendo hacer aquí ya que tan sólo quiero dejar constancia de un hecho. Tampoco pretendo juzgar ni condenar a nadie por su desconocimiento, aunque sí lamentar que esto suceda, ni comparar generaciones. Son momentos diferentes que responden a realidades distintas, y en la actualidad hay cosas mejores y otras peores, en lo que a preparación intelectual se refiere y respecto a lo que sucedía en los años sesenta, que tampoco debe ser un decenio ni mucho menos mitificado.

Creo necesaria, no obstante, la adaptación de la enseñanza a los tiempos actuales, y también que no debemos consentir que la historia de España más cercana haya quedado extirpada o deformada, máxime cuando llevamos 30 años de democracia y ésta se encuentra ya consolidada.

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Carlos Berzosa es rector de la Universidad Complutense de Madrid.

Los moros de la ‘cruzada’ de Franco

TOMÁS BÁRBULOEl País – 01/03/2008 

El realizador melillense Driss Deiback reconstruye en el documental Los perdedores la tragedia de los miles de marroquíes que lucharon en la Guerra Civil.

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Cerca de cien mil marroquíes de entre 16 y 50 años lucharon en la Guerra Civil española. Fueron reclutados por el Ejército de Franco en las cabilas del Protectorado del norte y en los miserables poblados de Ifni, y trasladados a la Península en barcos y en aviones alemanes. Durante los tres años que duró la contienda, participaron en todos los frentes de batalla y dejaron un recuerdo terrible de asaltos a sangre y fuego, saqueos (tenían derecho al pillaje), violaciones y matanzas. Tampoco ellos salieron bien librados. A los 20.000 que murieron en combate hay que sumarles los que fallecieron de enfermedades y los mutilados. Cuando terminó la guerra, los que quedaban vivos fueron licenciados y repatriados sin contemplaciones.

Una película documental llega ahora a las pantallas para rescatar su peculiar cruzada, Los perdedores, dirigida por el melillense Driss Deiback, arranca de aquellos sucesos de los años treinta y, a través del testimonio de los supervivientes y del análisis de especialistas como Juan Goytisolo, María Rosa de Madariaga o José María Ridao, trata de vincularlos con el conflicto que enfrenta a la cultura musulmana con las civilizaciones de raíz cristiana.

No-do, el noticiario que el régimen de Franco obligaba a emitir en todos los cines antes de la proyección de las películas, explicaba así el comienzo de esta historia: “Todos los musulmanes de nuestro Protectorado en Marruecos, impregnados del amor y la cultura que en ellos ha sembrado España, acuden en socorro inmediato al escuchar los clarines de la llamada de Occidente. (…) Ni levas ni propaganda. Voluntarios nada más. Por mandato del corazón”.

La realidad fue muy distinta. Los militares facciosos reclutaron a los marroquíes a través de la red de caídes amigos que el Ejército de África había tejido durante los años anteriores. El reclamo era económico: una paga que rondaba las 180 pesetas al mes, con dos meses de anticipo, y cuatro kilos de azúcar, una lata de aceite y tantos panes como hijos tuviera la familia del alistado. Empujadas por el hambre, miles de familias enviaron a sus hijos al matadero.

En el documental son entrevistados varios de aquellos soldados. Uno de ellos se llama Mimou Mohammedi. Convertido en un venerable anciano, resume gráficamente lo que hicieron con ellos: “Nos metieron como a gatos en un saco, nos soltaron en España y nos dijeron: ¡a disparar o a morir!”. Alentados por los oficiales, se aplicaron a la tarea con la misma brutalidad que habían aprendido pocos años antes luchando contra los españoles en las guerras de África: destripamientos, decapitaciones y mutilaciones de orejas, narices y testículos. Los generales aventaban su fama de salvajes. Desde la radio de Sevilla, Queipo de Llano prometía a los “milicianos castrados” que sus mujeres pronto conocerían la virilidad a manos de aquellas tropas.

“¡Volveréis a vuestros pueblos con babuchas de oro!”, les había prometido Franco. Pero cuando terminó la contienda los echó a patadas. Fueron licenciados y repatriados a la fuerza. Cierto que retuvo a unos pocos miles para luchar contra el maquis, pero también a ellos los despidió en los años cincuenta, una vez eliminada la amenaza guerrillera. Sólo conservó al puñado de integrantes de su Guardia Mora, que durante décadas actuaron como vistosa escolta ecuestre en torno al Rolls Royce (regalo de Hitler) en el que el dictador se desplazaba para los actos oficiales.

Las medallas que el Gobierno del caudillo entregó a los soldados marroquíes se oxidaron pronto. Hammou el Houcine, que ahora es ciudadano español y vive en Melilla, enumera sus ocho condecoraciones, entre las que figura la codiciada Laureada de San Fernando. “No recibo por ellas ni un céntimo”, asegura. Su compañero Amar Lazar muestra a la cámara el último recibo que le ha remitido el Ministerio de Hacienda: “Me dicen que todas mis medallas caducaron. Me queda sólo la de sufrimientos por la Patria. Por ella me pagan 5,17 euros al mes”. Más dramática aún es la situación de las viudas y los huérfanos de quienes murieron en la contienda. Jamás han recibido pensión alguna y viven desde entonces en la miseria.

El papel desempeñado por los soldados marroquíes en la Guerra Civil quedó grabado al rojo en el imaginario español. Retratados como salvajes por los republicanos y despreciados como “moros amigos” por los franquistas, la opinión pública no ha logrado desprenderse de los viejos clichés, aun después de treinta años de democracia. Buen ejemplo de ello son los cementerios en donde fueron enterrados sin identificación alguna aquellos soldados y que ahora ni los ayuntamientos ni el Estado reconocen como tales. En las tumbas del de Asturias han brotado árboles que ahora una empresa quiere talar para convertir el lugar en un campo de golf. El de Granada, próximo a la Alhambra, es mantenido, de forma alegal, por los musulmanes de la provincia.

Es evidente que el miedo al moro sigue arraigado en España. Para explicarlo, el escritor Juan Goytisolo se remonta mucho más allá de la Guerra Civil, hasta la confrontación que durante siglos hubo entre Al Andalus y las naciones cristianas emergentes. “Se forjó una imagen terrible del moro. Ríase usted de lo que podían escribir los nazis sobre los judíos. Y la Iglesia fue la gran responsable de todo eso”. Frente a la gran cruz de piedra del Valle de los Caídos, el escritor y periodista José María Ridao sentencia: “El odio al moro es una consecuencia de que la idea de ser español haya sido asociada a la condición de cristiano, y posteriormente a la condición de católico”.

Pero hay una pregunta que el documental de Driss Deiback no formula: ¿existe en Marruecos un sentimiento inverso al odio al moro? El escritor Carlos Lencero vivió durante varios años en el Rif. Su anfitrión era un hombre mayor que había luchado en la guerra de España. Un día, Lencero le hizo notar la aparente contradicción que suponía haberse batido contra Franco en Marruecos para luego ir a pelear junto a él en España. El anciano levantó las cejas con sorpresa: “¿Por qué le extraña?”, dijo. “Nosotros siempre hicimos lo mismo: matar españoles”.

Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria 

Arrestado un coronel por criticar la Ley de la Memoria Histórica en un escrito

El general Blas Piñar arremete contra los mandos del Ejército en una carta

MIGUEL GONZÁLEZ El País – Madrid – 22/02/2008

Genio y figura. Aunque el Ejército ha experimentado una profunda transformación en el último cuarto de siglo, no puede decirse lo mismo de algunos capitanes ultras que protagonizaron graves episodios de indisciplina en la Transición y fueron rehabilitados por el sistema democrático.

El general de brigada Blas Piñar Gutiérrez, hijo del fundador del partido de extrema derecha Fuerza Nueva y firmante en 1981 del Manifiesto de los 100, un panfleto en apoyo a los golpistas del 23-F, ha aprovechado su pase a la reserva, en enero pasado, para remitir una carta a los tenientes generales en activo con duros reproches hacia los mismos y críticas al Gobierno.

El jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, Carlos Villar, del que depende Blas Piñar tras su pase a la reserva, ha abierto ya un expediente disciplinario, que debería saldarse en los próximos días con la imposición de un arresto, ya que éste se negó incluso a retirar la misiva cuando fue requerido para ello.

Quería una brigada

En tono irrespetuoso hacia sus superiores, el general se queja de haber sido marginado por el Gobierno socialista y no haber sido defendido ni escuchado por éstos. Critica, por ejemplo, que no se le diera el mando de una brigada ni la Gran Cruz del Mérito Militar. Lo cierto es que, pese al grave episodio que protagonizó hace 25 años, ha llegado al generalato, lo que no logra la gran mayoría de los coroneles.

Piñar dirigió en septiembre de 2002 la agrupación española en Bosnia-Herzegovina, coincidiendo con la visita del Príncipe de Asturias. En enero de 2004, el Gobierno del PP le ascendió a general de brigada. Hasta enero pasado, ha sido subdirector del Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército, en Granada.

Piñar expresó su voluntad de pasar a la reserva si no se le daba el mando de una brigada, pero Defensa le recordó que los generales no pasan a la reserva a voluntad propia, sino por decisión del ministro. Las fuentes consultadas estiman que, a la luz de su actitud, fue un acierto no acceder a sus pretensiones.

El segundo acto de indisciplina conocido ayer lo protagonizó el coronel Lorenzo Fernández Navarro de los Paños y Álvarez de Miranda, quien ha sido destituido como comandante militar de A Coruña y Lugo tras elaborar un escrito plagado de críticas y opiniones personales sobre la Ley de la Memoria Histórica.

Con el pretexto de informar sobre los escudos y símbolos preconstitucionales, el coronel remitió el pasado 8 de enero un escrito a su superior, el jefe de la Subinspección del Ejército con sede en Valladolid, en el que aseguraba que la ley “poco o nada tiene que ver” con el reconocimiento y ampliación de derechos de las víctimas de la Guerra Civil o la dictadura, que es su objetivo oficial. “Tampoco pretende reconciliación alguna, sino la supresión de los símbolos de los malos”, agrega el escrito.

Aunque La Voz de Galicia, que ayer adelantó la noticia, describió el escrito como aséptico, el mismo incluye frases como la siguiente: “La Segunda República no fue otra cosa que un golpe de Estado civil y cualquier vestigio de su legalidad desapareció el 11 de mayo, antes de haber transcurrido un mes de su proclamación”, en referencia a la quema de iglesias y conventos

El militar sugiere incluso incumplir la ley, al señalar que, “en el ejercicio de sus funciones y utilizando cuantas posibilidades deje la misma, los oficiales deben procurar la permanencia de los símbolos que forman parte auténtica de la memoria histórica y son matriz del actual ordenamiento constitucional”.

Hernández, que pasa a la reserva en julio, ha sido castigado con un mes de arresto, aunque la sanción podría elevarse a dos meses si se concluye que ha cometido una falta grave.

Escrito sobre la Ley de la Memoria Histórica

– “La ley poco o nada tiene que ver con el reconocimiento o ampliación de derechos […] Tampoco pretende reconciliación alguna, sino la supresión de los símbolos de

los malos […] La Segunda República no fue otra cosa que un golpe de Estado civil, cualquier vestigio de su legalidad desapareció el 11 de mayo de 1931 […] En el ejercicio de sus funciones y utilizando cuantas posibilidades deje la misma, los oficiales [del Ejército] deben procurar la permanencia de los símbolos que forman parte auténtica de la memoria histórica y son matriz del actual ordenamiento constitucional”.

Firmado: Coronel Lorenzo Fernández Navarro de los Paños y Álvarez de Miranda. Comandante Militar de La Coruña y Lugo. 8 de enero de 2008.