Niños de Morelia, niños de la guerra

Ezgi Özdil

Entre los temas de la guerra civil española y la época de la dictadura de Franco, me interesan más analizar y leer sobre cómo la guerra y la dictadura han afectado a los niños de España y el postrauma de la guerra.

En mi primer trabajo escrito hablé de la educación infantil durante el franquismo y cómo las dictaduras abusan de los niños para ampliar su propaganda fascista. Es cierto que los niños en contadas ocasiones han tenido un papel principal y protagonista de un acontecimiento histórico, también lo es que su presencia es una constante en guerras, conflictos políticos, dictaduras y, siempre, han sufrido directa o indirectamente los efectos provocados por dichas situaciones. No hay que olvidar que, en cualquier tipo de conflicto armado, los niños son siempre víctimas.

Los rojos de ultramar” de Jordi Soler nos introduce al tema del exilio de los republicanos, de los miles de personas que tuvieron que dejar todo lo que tenían, su casa y su país y una parte de su identidad. Vivieron y pasaron muchos años en el exilio y aunque se establecieron bien, siempre llevaban esa esperanza de volver un día a su patrio.

Dentro de esos miles de personas y familias que abandonaron España, hay algunos que quizás no tuvieron tanta suerte como Jordi Soler:  Son los niños de la guerra, los Niños de Morealia, que dejaron España sin sus padres en los barcos transatlánticos a México para iniciar una nueva vida lejos de la Guerra.

Salieron de España en un viaje que creían de ida y vuelta. Sus padres les aseguraron que sería cuestión de pocos meses. Pero la Guerra Civil se alargó de manera infernal hasta que los golpistas se impusieron y acabaron con el Gobierno de la República. Aquellos niños que llegaron a México en plena guerra fueron los pioneros del exilio republicano español. Son conocidos como los niños de Morelia, porque esta ciudad fue su destino final. Si bien se esperaba que su retorno se produjera al cabo de unos meses, cuando finalizara la guerra civil española, la derrota republicana y el inicio de la Segunda Guerra Mundial dieron como resultado un largo exilio, que para muchos se convirtió en definitivo.

El general y el presidente de México Lázaro Cárdenas ofreció acoger a 500 niños españoles y más tarde abrió las puertas a miles de refugiados republicanos que habían huido a Francia. Los requisitos eran un certificado médico y que los niños tuvieran entre 3 y 15 años. El contingente se concentró en Valencia, y procedía mayoritariamente de familias trabajadoras de esta ciudad, Barcelona, Madrid y Andalucía.

Lázaro Cárdenas y su esposa Amalia mostraron desde el primer momento un vivo cariño e interés por los 451 niños que viajaron en el Mexique desde Burdeos hasta Veracruz, donde desembarcaron el 7 de junio de 1937. Al día siguiente llegaron a ciudad de México, siendo alojados en la Escuela “Hijos del Ejército” nº 2. El 10 de junio una multitud de personas les daban la bienvenida en Morelia, en el estado de Michoacán.

Se les alojó en dos antiguos seminarios, ahora transformados en colegios para niños y niñas con el nombre de Escuela Industrial “España-México”. Aquí es donde los niños empezaron a extrañar verdaderamente a los padres y hermanos que habían dejado en España. Las niñas de mayor edad trataron de suplir estas carencias en los más pequeños.

El primer director de la Escuela fue Lamberto Moreno que fue destituido tras la muerte accidental del niño Francisco Nebot Satorres. Le sucedió Roberto Reyes Pérez. Otros niños también murieron por accidente o enfermedad y varios se escaparon de la Escuela al no poder adaptarse al régimen que había allí. El presidente Lázaro Cárdenas veía regularmente a los niños y estos hacían visitas a la ciudad de México en periodos vacacionales. Algunos niños se fueron a vivir con familiares o con antiguos residentes de la colonia española en México, otros fueron llevados a escuelas en ciudad de México.

En 1940 terminó el sexenio de gobierno del General Lázaro Cárdenas. En la Escuela el nuevo director fue Diego Hernández Topete. A partir de este momento el apoyo oficial empezó a disminuir. Con la ayuda de la antigua colonia de españoles, un grupo de niñas fueron llevadas al orfanato Divino Pastor en Mixcoax y otro, al convento de las Madres Trinitarias en Puebla. En diciembre de 1943 concluyeron para los “Niños de Morelia” las actividades en la Escuela y los que quedaban en ella fueron repartidos en varias Casas-Hogares en ciudad de México.

Algunos de estos jóvenes regresaron a España, pero el resto se quedó definitivamente en México donde formaron una familia. Aunque la mayoría de estos niños conservaron un sentimiento de gratitud hacia el General Lázaro Cárdenas, el pueblo mexicano y los españoles allí residentes, el deseo unánime de todos ha sido y es “¡Qué no haya más Niños de Morelia!”.

Según los registros, la mayoría de esos niños que llegaron desde España fueron catalanes. Uno de ellos, Joaquim Quimet García, catalán, no duda un instante cuando se le pregunta por lo mejor y lo peor de los 70 años que lleva en México. “¿Lo mejor? Haber venido. ¿Lo peor? La muerte de mi esposa y tener un hijo discapacitado”. Y sigue: “Si nos hubiéramos quedado en España no habríamos sobrevivido. Los bombardeos eran diarios en Barcelona. Vivíamos más en el refugio que en casa. Pero no es sólo eso. Nuestras familias no tenían para comer. Por eso enviaron a los hijos más pequeños a otro lugar, donde les pudieran alimentar. Fue un sacrificio de amor enviarnos a México, para que nos pudiéramos salvar”.

Quimet llegó a México con nueve años, acompañado de su hermano de 11. Hoy tiene 79, y es viudo de mexicana y padre de seis hijos: dos abogados, dos médicos, un arquitecto y un encargado de ventas. “Pude darles estudios superiores a todos”, dice con orgullo. Pensaba que cruzar el Atlántico sería como ir de colonias, por unas semanas o unos meses. “Y resulta que tardé 26 años en volver a ver a mi madre”.

Los recuerdos de Quimet adquieren mayor claridad a partir de la llegada a México, el 7 de julio de 1937. Asegura saber de memoria los nombres de los 456 niños que viajaron a bordo del Mexique. Hablador y ocurrente, el acento catalán asoma en cada frase, a pesar de que abandonó Barcelona hace 70 años y de que asegura que pasó muchos años sin hablar catalán con nadie. Estudió cinco años en la escuela de Morelia y luego en un colegio del Distrito Federal, adonde fue trasladado. No aguantó más de un año. “Me llamaban el españolito, pinche gachupín. Teníamos pleitos cada día”.

 

FUENTES:

EL EXILIO ESPAÑOL DE LA GUERRA CIVIL: LOS NIÑOS DE LA GUERRA

RELEA, Francesc: Aquellos niños, aquellos recuerdos, El País

GOICOECHEA, Elena: Los niños de Morelia: A 80 años de su llegada a México

One Reply to “Niños de Morelia, niños de la guerra”

  1. Muchas gracias por tu trabajo Ezgi! Me ha parecido muy muy interesante porque hice mi presentación del curso sobre los niños de la guerra y leí un artículo sobre los niños de Morelia 🙂 Has tratado el tema bastante ampliamente y has utilizado diferentes fuentes que parecen muy adecuados. El texto ha sido fácil de leer y está claramente estructurado. Me han gustado también las citas directas que traen credibilidad a los acontecimientos. Me hubiera gustado saber un poco más cuántos “niños” decidieron volver a España tras la guerra y si se adaptaron a su patria o no. Sería también interesante saber cómo los mexicanos acogieron estos niños. Pero en total, me ha gustado leer este texto, gracias!

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