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La gente necesita cuentos – sobre la necesidad de El vano ayer (Trabajo IV)

El vano ayer (2004), escrito por Isaac Rosa, ciertamente no es otra maldita novela sobre la guerra civil. Es una novela que experimenta con diferentes géneros y estilos para contar la historia del régimen franquista. La tarea no es muy fácil porque esa historia ya ha sido contado innumerables veces, pero el resultado es más que una historia. En 2004 el periodista Ignacio Echevarría de El País escribió: ”[Rosa] Ha escrito, además, una novela extraordinaria. Una novela que en sus primeras páginas se plantea explícitamente la exigencia de resultar necesaria. Y lo consigue. Después de haberla leído no cabe ninguna duda: existía la necesidad de una novela como El vano ayer, y hay que aplaudir su advenimiento” (Echevarría 2004). En este trabajo voy a reflexionar por qué El vano ayer resulta tan necesaria en la literatura española actual.

El vano ayer, estilísticamente parecido a Soldados de Salamina (2001), una novela elogiada de Javier Cercas, es un retrato del régimen franquista que concentra en el proceso de construcción de la propia novela. El autor-narrador abandona la memoria colectiva de la época que le parece ”una memoria que es fetiche antes que uso; una memoria de tarareo antes que de conocimiento, una memoria de anécdotas antes que de hechos, palabras, responsabilidades: en definitiva, una memoria más sentimental que ideológica”. Según Rosa, resulta moralmente cuestionable embellecer la realidad brutal de la guerra civil y la época franquista.

El lector que, tal vez, preferiría leer otra novela sobre la guerra civil con amigos y enemigos, vencidos y vencedores, (y tal vez con un pequeño romance) no lo tiene fácil; El vano ayer es un libro que no sólo obliga al lector el conocimiento de la guerra civil española y del régimen franquista, sino también el conocimiento de la literatura actual sobre ellos. ¿Qué se ha escrito sobre estos temas y, sobre todo, cómo? ¿Qué quiere decir el autor con un libro tan fragmentario y contradictorio?

A través de El vano ayer Rosa ofrece propuestas sobre cómo debería ser narrado sin prejuzgar la respuesta correcta, supuestamente porque no existe, porque lo más importante es activar al lector a pensar y cuestionar la memoria sentimental hegemónica que domina la literatura española actual. Rosa describe: “Es necesaria una memoria reflexiva, autocrítica, diseccionada. Reformular las preguntas, aunque se demoren las respuestas. Escribir lo que no recuerdo, pero también lo que otros no recuerdan, aunque deberían” (Echevarría 2004). Para transmitir este mensaje Rosa hace uso de ironía y de sarcasmo, parodiando retratos basados en “hechos reales” (como Soldados de Salamina, por ejemplo) y otras novelas que representan la época con nostalgia. De hecho, se puede argumentar que es el humor feroz que forma el núcleo del libro, porque la historia en sí parece un mero instrumento para las experimentaciones del autor.

Aunque el libro es muy bienvenido, una novela necesaria, por la falta de la historia apropiada deja frío al lector. Rosa es, sin duda, un escritor ingenioso, pero hay que recordar también la importancia de los cuentos en la interpretación del mundo. Rosa (nacido en 1972), como los demás niños de la transición, nunca realmente conocerá la época franquista y, tal vez, por eso recalca la importancia del conocimiento de la cruda realidad. La exigencia es justificable pero no siempre posible, porque la mente humana no funciona de tal manera. En el pasado, antes del aumento del alfabetismo, el contar cuentos oralmente era una manera efectiva de enseñar hechos importantes, y los cuentos más emotivos eran más fácil de recordar. Con esto en mente, la memoria de “anécdotas” antes que de hechos tiene un poco más sentido.

Como ya se ha dicho, la preocupación de Rosa es justificable; hay que contar lo que realmente pasó sin embellecerlo en vano. Por esta razón El vano ayer es una novela necesaria, pero no la única mejor manera de contar sobre el franquismo. La gente necesita cuentos para entender mejor el mundo que les rodea, incluso aunque fueran coloreados de nostalgia.

 

Bibliografía

Rosa, I. 2004. El Vano Ayer. Barcelona: Seix Barral. [PDF]

Echevarria, I. 2004. Una Novela Necesaria. El País: http://elpais.com/diario/2004/06/12/babelia/1086997165_850215.html.

Trabajo 4

Violencia policial: la herencia del franquismo

 
En la novela El vano ayer (2004), Isaac Rosa destaca el tema de la brutalidad policial durante el franquismo. Una de las voces de la novela le reprocha al escritor que: hasta llegar a este punto, usted ha dedicado 118 de 264 páginas a su cuestión monotemática, nada menos que 118 de las 264 páginas precedentes se refieren de forma más o menos directa a la represión, a la brutalidad policial, esto es, un 44,7 % de las páginas (266). En efecto, en las páginas de El vano ayer quedan plasmadas las más salvajes torturas y la más cruel persecución que el gobierno de Franco ejerció sobre el pueblo español hasta el último momento de la dictadura. Rosa narra con gran detalle la sádica y fría actitud de la guardia civil hacia su ‘labor’. Electroshocks, roturas de hueso, sangre, gritos y súplicas adornan esta novela. Continue reading

trabajo III

Salvar al Villano: el concepto de heroísmo en Soldados de Salamina

 
Soldados de Salamina gira en gran parte alrededor de un solo acto de ‘heroísmo’: la decisión tomada por un soldado republicano de no delatar a un enemigo falangista (Sánchez Mazas) tras toparse con él en el bosque. Este acto Continue reading

Soldados de Salamina – ¿Por qué salvar a un enemigo? (Trabajo III)

Soldados de Salamina (2001), escrito por Javier Cercas, es un ”relato real” que mezcla características de historia y ficción. Se centra en la historia de Rafael Sánchez Mazas, un miembro de la Falange Española y ministro del gobierno franquista, y su escape de un fusilamiento colectivo. La pregunta clave que el narrador, el propio Cercas, trata de contestar es quién fue el soldado que salvó la vida de Sánchez Mazas y, sobre todo, por qué. En este trabajo voy a centrarme en la última pregunta y ofrecer una respuesta.

El libro está dividida en tres partes, de las que la primera y la tercera se centran en la creación del libro. En la primera parte Cercas cuenta cómo se interesa en la historia de Sánchez Mazas que es detenido y llevado al santuario Santa María del Collell para ser ejecutado. Logra huir de un fusilamiento colectivo y en vano intenta esconderse; un soldado le encuentra, pero cuando su compañero le pregunta: ”¿Hay alguien por ahí?, responde: ”¡Aquí no hay nadie!” (Cercas 2001, 44), da media vuelta y se va salvando la vida de Sánches Mazas. Cercas se fascina con la historia y quiere averiguar la identidad del soldado heroico y sus razones de por qué decidió respetar la vida de Sánchez Mazas.

En el libro se introduce Miralles, un anciano que vive en Francia y que supuestamente fue el soldado que salvó la vida de Sánchez Mazas, aunque esto se deja abierto; también puede ser que sea un personaje ficticio que Cercas creyó para poder terminar el libro y, sobre todo, tener un héroe. ”Así que lo que andaba buscando era un héroe. Y ese héroe soy yo, ¿no?”, dice Miralles a Cercas, ”[…] ¿Pues sabe una cosa? En la paz no hay héroes. […] Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o los matan. […] No hay héroes vivos, joven. Todos están muertos” (86). Como veterano que perdió la juventud ”peleando por su mierda de país” (75), no ve la guerra desde el mismo punto de vista que Cercas. Para Miralles la guerra es un desperdicio de tiempo, algo que está llena de historias novelescas sólo para quien no las vive (86), como para Cercas. Es como una obra de teatro dirigida por unas cuantas personas que actúan en sus propios intereses y usan los partidarios como si fueran meros peones de juego. Los partidarios, por su parte, adoptan varios papeles, como el papel de soldado; un hombre que lucha valientemente por su ideología sin pensar demasiado en las consecuencias, porque si pensara en ellas, se volvería loco. Lo más importante es obedecer a las autoridades, no pensar.

Tal vez el soldado que decidió salvar la vida de Sánchez Mazas dejara su papel de soldado por un momento y empezara a pensar. Conocía a Sánchez Mazas y sabía que estaba en el Collell (”¡Claro! ¡Cómo no iba a saberlo, si era el pez más gordo! Lo sabíamos todos”, dice Miralles en la página 82), así que puede que luego le reconociera también. Tal vez le sorprendiera encontrar a Sánchez Mazas, una persona tan conocida, en una condición tan desesperada, intentando taparse con el barro para esconderse. Tal vez, al reconocer a Sánchez Mazas, pensara que todos los españoles, sin importar quienes fueran, eran víctimas de aquella guerra absurda que les forzaba a matar a sus propios paisanos y por eso decidiera actuar como ser humano en vez de soldado.

Realmente nadie sabe la respuesta a la pregunta, porque el libro tampoco lo ofrece, pero tal vez la clave es pensar en el carácter de las guerras y los motivos de las partes en guerra; ¿por qué se lucha? ¿Qué pasará en la mente de una persona cuando adopta el papel de soldado, prisionero, etcétera? Soldados de Salamina es un buen recordatorio de que al final somos todos humanos, incluso en caso de guerra.

 

Bibliografía

Cercas, J. 2001. Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets Editores. PDF