La guerra civil y el franquismo en la novela española actual

Curso de literatura española contemporánea

La guerra civil y el franquismo en la novela española actual

Los Schindler mexicanos

Un artículo del País que narra las hazañas de los diplomáticos mexicanos que salvaron la vida de miles de republicanos refugiados en Francia, entre ellos Luis Rodríguez mencionado muchas veces en Los Rojos de Ultramar.

La generosidad sin precedentes del presidente Lázaro Cárdenas con los republicanos españoles no hubiera sido posible sin el talento y el esfuerzo de un grupo de intelectuales y diplomáticos mexicanos que, superando unas circunstancias políticas extraordinariamente difíciles, lograron que unos 20.000 refugiados encontraran la libertad y una nueva patria en este país. De figuras como Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, pero sobre todo de Luis I. Rodríguez, Gilberto Bosques, Isidro Fabela y Narciso Bassols bien puede decirse una vez más que nunca tan pocos salvaron a tantos.

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Homenaje a los republicanos exiliados en Francia

21 Feb 2015

El primer ministro francés, Manuel Valls rindió un vibrante homenaje este viernes, en la localidad pirenaica de Argelès-sur-Mer, a los republicanos españoles que “rechazaron la dictadura” y criticó la actitud de Francia, que los hacinó en playas durante el invierno de 1939.

Valls habló a un centenar de metros del antiguo “campo de las arenas” de Argelès, por el que pasaron más de 220.000 personas “internadas”, entre ellas los padres de Lydie Salvayre, ganadora este año del prestigioso premio Goncourt por su novela consagrada a la guerra civil española, presente en esta ceremonia.

“Soy hijo de españoles, de una familia republicana catalana (…) pero estoy delante de ustedes como primer ministro de Francia”, dijo Valls, coincidiendo con el 76º aniversario de la “Retirada”, el exilio de más de 450.000 vencidos de la guerra civil española (1936-1939).

La Retirada, dijo, “fueron hombres y mujeres que cruzaron la frontera porque habían rechazado la dictadura, defendieron la República, muchos huían de las tropas franquistas después de la caída de Barcelona” y “lo único que se encontraron al llegar fueron los campos del desprecio”.

A los pocos días de cruzar la frontera, combatientes y familias enteras de civiles fueron encerrados en campos de emergencia del Gobierno francés.

“Nuestra primera responsabilidad es reconocer que Francia no estuvo a la altura de las esperanzas de estos hombres y mujeres que venían a refugiarse y esperaban que Francia acudiera junto a ellos en 1936”, dijo Valls.

El primer ministro alabó el compromiso de los republicanos, muy presentes en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial y “de los primeros en entrar en París”.

El acto transcurrió en el minúsculo “cementerio de los españoles”, en memoria de los 220 muertos -republicanos españoles y otros extranjeros considerados “indeseables”, judíos, gitanos- registrados en el campo de Argelès.

Antes de esta ceremonia, Valls y el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, inauguraron una nueva línea eléctrica subterránea de muy alta tensión entre España y Francia.

Españoles en los campos de concentración nazis

Un artículo publicado en El País el mes pasado sobre los españoles en los campos de concentración nazis relacionado con el libro Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) de Carlos Hernández de Miguel:

Últimos testigos de Mauthausen

El periodista Carlos Hernández reconstruye la historia de los 9.000 republicanos españoles internados en campos nazis con la aquiescencia de Franco.

Tereixa Constenla Madrid 26 ENE 2015

Foto: Derribo del símbolo nazi en el campo de Mauthausen, tras su liberación.

Durante años Sigfried Meier fue muchas cosas en la vida para tratar de ocultar aquella que le habían obligado a ser contra su voluntad: un superviviente del nazismo. Judío de Fráncfort, Meier llegó de niño a Auschwitz, donde vio morir a su padre y afinó al máximo dos armas: el afán de supervivencia y el espíritu de rebeldía. Cuando entró en Mauthausen, trasladado en un convoy de la muerte sin ninguna noción de estar vivo, llevaba consigo tanta rabia que se atrevió a gritarle a los nazis que intentaron raparle. Y así fue, gracias a sus gritos y a su impecable perfil ario, cómo el capo de turno lo puso en manos de Saturnino Navazo, el preso español que organizaba partidos de fútbol en Mauthausen y que le adoptó como un hijo. Meier se emociona cada vez que recuerda a Saturnino. José Alcubierre lo hace cada vez que recuerda a su padre, asesinado a golpes en el campo de Gusen.

Ambos son algunos de los protagonistas de Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B), el libro donde el periodista Carlos Hernández de Miguel rastrea la historia de los 9.000 deportados a campos nazis, con un doble objetivo: “Darles voz a las víctimas e identificar a los culpables”.

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Los presos republicanos en Mauthausen

Este artículo apareció en el diario Público el 22 de enero:

Así se organizaban los presos republicanos en el campo nazi de Mauthausen

Este testimonio forma parte de una serie artículos que Público ofrece como avance editorial de Los últimos españoles de Mauthausen publicado por Ediciones B.

Campo de concentración de Mauthausen

Foto: Campo de concentración de Mauthausen

El factor decisivo para salvar el mayor número de vidas entre las filas de los prisioneros españoles fue, sin duda, la solidaridad. Una solidaridad que abarcó todos los grados imaginables, desde compartir con el compañero una patata en la penumbra de la barraca hasta lograr esconder las pruebas de los crímenes que se cometían en el campo, y que servirían para condenar a decenas de responsables nazis en los juicios de Núremberg y Dachau.

El deportado barcelonés José Alcubierre lo resume así: “El que podía ayudaba mucho. Todos no podían porque había quienes trabajaban en sitios de los que no se podía sacar nada. Hubo compañeros que nunca dejaron de ir a la cantera y esos recibieron mucha ayuda. El que tenía posibilidad de echar una mano siempre lo hacía. No solo era con comida; los zapateros, por ejemplo, te arreglaban los zapatos cuando podían. Formábamos pequeños grupos. Yo tuve que estar unos días en la enfermería y allí apenas comía. Estaba con dos madrileños y dos aragoneses que siempre conseguían robar patatas o un poco de salchichón. Me esperaban y por la noche nos juntábamos y nos lo comíamos a escondidas, bajo las mantas”.

José Alcubierre

En sus comienzos, la organización clandestina de los prisioneros apenas era capaz de planificar algunos pequeños robos de comida y controlar su posterior reparto entre los prisioneros más debilitados. Fue con el paso del tiempo cuando su poder creció, en la medida en que los españoles fueron accediendo a puestos clave en la estructura del campo. Allí veían mejorar notablemente sus condiciones de vida, podían robar alimentos, escuchar noticias sobre la marcha de la guerra o alcanzar otros objetivos que contribuyeran al bien común.

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Franco y el genocidio judío

El diario Público sacó ayer este artículo sobre el franquismo y el holocausto judío:

Franco sabía del genocidio judío y ordenó salvar sólo a los españoles “indudables”

La dictadura franquista conocía la magnitud del genocidio pero sólo ordenó salvar a “los judíos de indudable nacionalidad española”. En los próximos días, ‘Público’ ofrecerá testimonios de supervivientes españoles de los campos nazis, que aparecen en la obra ‘Los últimos españoles de Mauthausen’.

Traslado de cadáveres judíos tras el Holocausto nazi. EFE

Foto: Traslado de cadáveres judíos tras el Holocausto nazi. EFE

No. Franco no hizo nada para evitar el holocausto judío. La propaganda franquista lo ha intentado machaconamente. Desde el ministro Serrano Súñer, el cuñadísimo, tras la derrota de Hitler y Mussolini en la II Guerra Mundial hasta la Fundación Francisco Franco en la actualidad, pasando por una larga lista de historiadores del régimen. Sin embargo, parte de la documentación y de los telegramas intercambiados entre el Gobierno de Franco y los embajadores españoles en Europa ha resistido al paso del tiempo y a los distintos intentos para falsear y reescribir la historia.

La obra Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B), que publica el periodista Carlos Hernández de Miguel, y de la que los lectores de Público disfrutarán de cinco adelantos editoriales con testimonios de españoles que sobrevivieron a los campos de exterminio nazi, recoge estos telegramas entre el Gobierno franquista y sus embajadores en los que queda negro sobre blanco que Franco conocía la magnitud del genocidio judío que llevaba a cabo Hitler y que no movió ni un dedo para evitarlo.

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