El vano ayer trae preguntas sin respuesta: Interpretación del pasado en la novela de Isaac Rosa

El vano ayer busca denunciar la impunidad de la represión en la época del franquismo. La novela intenta rescatar todas las historias censuradas e ignoradas, además de presentar todos los puntos de vista, y denunciar las violaciones contra los derechos humanos como actos ilegales, que aún tienen repercusiones en la sociedad actual. Sin embargo, el propósito de Rosa no es reivindicar a las víctimas o darle la oportunidad a los vencidos de poder ser escuchados, su objetivo es llamar la atención sobre los temas irresueltos del franquismo. Continue reading

La descripción de la tortura en El vano ayer (el cuarto trabajo)

Elijé este tema porque era el tema que más emociones provocó en mí en el libro El vano ayer de Isaac Rosa. El resto del libro me parecía un poco aburrido, pero tan pronto como empezaron las descripciones de la tortura, el libro despertó mi interés. La narración era al mismo tiempo fascinante y repugnante. Por una parte quería seguir y seguir leyendo, no podía parar, pero por otra parte me daba asco y quería cerrar el libro. Y aquí estoy leyéndolo y pensándolo otra vez.

La tortura se realiza por los policías que interrogan a estudiantes. Algunas veces quieren confesión, algunas veces que den nombres, y algunas veces su comportamiento llega a ser pura violencia y sadismo. Dan bofetadas y golpes más fuertes que finalmente deja su víctima “hecho un jirón, con dolores por todo el cuerpo y arabescos de sangre” (ROSA, 2010: 166) y ejecutan medidas de tortura muy estremecedoras, como por ejemplo la tortura con agua, el descoyuntamiento y el rompimiento de los partes de cuerpo, y las descargas eléctricas. También usan tortura mental, la espera de la tortura.

Pero la cuestión que el autor-narrador plantea es ¿cómo podemos referirnos a la tortura en una novela? El autor-narrador prueba diferentes maneras.

“Podemos hacerlo [refiriendo a la descripción de la tortura] […] desde la indefinición, la suposición, abandonando al protagonista en el momento en que es tumbado sobre una mesa, desnudado, amordazado; y a continuación incluir un tragicómico manual de torturas para que sea el lector el que complete el círculo, el que relacione, el que, en definitiva, torture al protagonista, imagine sus músculos tensados, su piel probando coloraciones ajenas” (ROSA, 2010:381-382).

Si el lector tiene buena imaginación, esta manera puede ser muy eficiente. Pero el autor-narrador destaca que “en ese caso [de la indefinición y la suposición] descuidamos nuestro propósito y lo dejamos a merced del criterio del lector” (ROSA, 2010: 382). El lector puede elegir que no quiere imaginar tanto, que no quiere participar en la tortura, que piensa en algo otro.

Entonces, el autor-narrador considera otra manera mejor: “A veces es necesario abandonar por un momento ambigüedades, juegos literarios, relatos horadados que precisan la complicidad del lector para que los complete con su inteligencia, con su imaginación, con sus propios miedos y deseos; a veces es necesario el detalle, la escritura rectilínea, cerrada, completa, descriptiva sin concesiones” (ROSA, 2010: 381). Así la única opción de escapar para el lector es saltar las páginas o cerrar el libro. “Porque hablar de torturas con generalidades es como no decir nada; […] hay que recoger testimonios, hay que especificar los métodos, para que no sea en vano” (ROSA, 2010: 384-385).

Sin embargo, esta manera no es del todo satisfactoria tampoco, porque “eso [el dolor] sólo puede conocerse al  experimentarlo, no existe vocabulario que lo describa, es mentira que se pueda informar del dolor al lector, es posible describir la tortura exteriormente, pero el dolor no, sólo puede sentirse […]” (ROSA, 2010: 410).

En el libro La voz dormida de Dulce Chacón la autor ha elegido la forma menos brutal de escribir el sufrimiento y la tortura. En su narración no se describe detalladamente las fases de la violencia, sino que muchas veces se muestra solo el resultado. Ella dice que ha tenido que hacer  “de tamiz para suavizar la historia” porque “la ficción no soporta tanto horror” (elmundolibre.com, 15/10/2002). Esto es una opinión contrario con la opinión de Isaac Rosa.

Isaac Rosa ha dicho en un artículo que “Esa imagen dulcificada que se ofrece tanto en la ficción y también en el ensayo es la que intento contrarrestar. […] El miedo al lector que no van a encontrar condiciona a muchos autores a la hora de escribir sus libros y optan por otro tipo de escritura. Si hubiera pensado de esa manera no habría hecho esta novela” (tribuna entrevista, 10/2004).

En mi opinión, creo que la mayor parte de lectores estaría acuerdo con Dulce Chacón, con la forma de describir más suavemente la tortura. Creo que a la mayor parte se interesa la tortura pasado en los tiempos de Franco, pero no tanto que querían tener pesadillas. Queremos cultivarnos y saber que pasó, pero solo hasta el cierto punto, hasta nuestra zona de comodidad. Si el autor va más allá, muy fácilmente cerramos nuestra mente, nuestros ojos, nuestros oídos. La vida sería demasiada dura si tuviéramos que sentir todo el dolor que los otros han sentido. Cada uno tiene ya sus propios dolores en su vida.

Pero sin embargo, es necesario que las cosas brutales no pasen otra vez, y para evitar esto la única manera es escribir detalladamente sobre los hechos. Aunque dé asco, aunque no quieras saber más, esto es la única manera para conseguir atención. Si se hubiera descrito la tortura a la misma manera que en La voz dormida no hubiera despertado mi interés.

¿Cómo debería el autor describir la tortura, entonces? Creo que Isaac Rosa y Dulce Chacón tienen ambos razón. La ficción no soporta tanto horror que en el mundo ha verdadero pasado, porque ficción es nuestro modo de divertirnos. Pero tampoco tenemos que cortarlo del todo, o modificarlo. Podemos describir la tortura como era, podemos hacer que el lector siente el dolor de la víctima, pero no hay que darse a excesos.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

ROSA, ISAAC, 2010. El vano ayer. PDF.

15/10/2002. ”Dulce Chacón: «’La voz dormida’ ha levantado ampollas»”, elmundolibre.com [online], http://www.elmundo.es/elmundolibro/2002/10/15/anticuario/1034694175.html

10/2004. “El franquismo torturó y ejecutó hasta el último momento”, tribuna entrevista [online, PDF], http://www.fsc.ccoo.es/comunes/recursos/99922/29408-Entrevista_2.pdf

La gente necesita cuentos – sobre la necesidad de El vano ayer (Trabajo IV)

El vano ayer (2004), escrito por Isaac Rosa, ciertamente no es otra maldita novela sobre la guerra civil. Es una novela que experimenta con diferentes géneros y estilos para contar la historia del régimen franquista. La tarea no es muy fácil porque esa historia ya ha sido contado innumerables veces, pero el resultado es más que una historia. En 2004 el periodista Ignacio Echevarría de El País escribió: ”[Rosa] Ha escrito, además, una novela extraordinaria. Una novela que en sus primeras páginas se plantea explícitamente la exigencia de resultar necesaria. Y lo consigue. Después de haberla leído no cabe ninguna duda: existía la necesidad de una novela como El vano ayer, y hay que aplaudir su advenimiento” (Echevarría 2004). En este trabajo voy a reflexionar por qué El vano ayer resulta tan necesaria en la literatura española actual.

El vano ayer, estilísticamente parecido a Soldados de Salamina (2001), una novela elogiada de Javier Cercas, es un retrato del régimen franquista que concentra en el proceso de construcción de la propia novela. El autor-narrador abandona la memoria colectiva de la época que le parece ”una memoria que es fetiche antes que uso; una memoria de tarareo antes que de conocimiento, una memoria de anécdotas antes que de hechos, palabras, responsabilidades: en definitiva, una memoria más sentimental que ideológica”. Según Rosa, resulta moralmente cuestionable embellecer la realidad brutal de la guerra civil y la época franquista.

El lector que, tal vez, preferiría leer otra novela sobre la guerra civil con amigos y enemigos, vencidos y vencedores, (y tal vez con un pequeño romance) no lo tiene fácil; El vano ayer es un libro que no sólo obliga al lector el conocimiento de la guerra civil española y del régimen franquista, sino también el conocimiento de la literatura actual sobre ellos. ¿Qué se ha escrito sobre estos temas y, sobre todo, cómo? ¿Qué quiere decir el autor con un libro tan fragmentario y contradictorio?

A través de El vano ayer Rosa ofrece propuestas sobre cómo debería ser narrado sin prejuzgar la respuesta correcta, supuestamente porque no existe, porque lo más importante es activar al lector a pensar y cuestionar la memoria sentimental hegemónica que domina la literatura española actual. Rosa describe: “Es necesaria una memoria reflexiva, autocrítica, diseccionada. Reformular las preguntas, aunque se demoren las respuestas. Escribir lo que no recuerdo, pero también lo que otros no recuerdan, aunque deberían” (Echevarría 2004). Para transmitir este mensaje Rosa hace uso de ironía y de sarcasmo, parodiando retratos basados en “hechos reales” (como Soldados de Salamina, por ejemplo) y otras novelas que representan la época con nostalgia. De hecho, se puede argumentar que es el humor feroz que forma el núcleo del libro, porque la historia en sí parece un mero instrumento para las experimentaciones del autor.

Aunque el libro es muy bienvenido, una novela necesaria, por la falta de la historia apropiada deja frío al lector. Rosa es, sin duda, un escritor ingenioso, pero hay que recordar también la importancia de los cuentos en la interpretación del mundo. Rosa (nacido en 1972), como los demás niños de la transición, nunca realmente conocerá la época franquista y, tal vez, por eso recalca la importancia del conocimiento de la cruda realidad. La exigencia es justificable pero no siempre posible, porque la mente humana no funciona de tal manera. En el pasado, antes del aumento del alfabetismo, el contar cuentos oralmente era una manera efectiva de enseñar hechos importantes, y los cuentos más emotivos eran más fácil de recordar. Con esto en mente, la memoria de “anécdotas” antes que de hechos tiene un poco más sentido.

Como ya se ha dicho, la preocupación de Rosa es justificable; hay que contar lo que realmente pasó sin embellecerlo en vano. Por esta razón El vano ayer es una novela necesaria, pero no la única mejor manera de contar sobre el franquismo. La gente necesita cuentos para entender mejor el mundo que les rodea, incluso aunque fueran coloreados de nostalgia.

 

Bibliografía

Rosa, I. 2004. El Vano Ayer. Barcelona: Seix Barral. [PDF]

Echevarria, I. 2004. Una Novela Necesaria. El País: http://elpais.com/diario/2004/06/12/babelia/1086997165_850215.html.

Trabajo 4

Violencia policial: la herencia del franquismo

 
En la novela El vano ayer (2004), Isaac Rosa destaca el tema de la brutalidad policial durante el franquismo. Una de las voces de la novela le reprocha al escritor que: hasta llegar a este punto, usted ha dedicado 118 de 264 páginas a su cuestión monotemática, nada menos que 118 de las 264 páginas precedentes se refieren de forma más o menos directa a la represión, a la brutalidad policial, esto es, un 44,7 % de las páginas (266). En efecto, en las páginas de El vano ayer quedan plasmadas las más salvajes torturas y la más cruel persecución que el gobierno de Franco ejerció sobre el pueblo español hasta el último momento de la dictadura. Rosa narra con gran detalle la sádica y fría actitud de la guardia civil hacia su ‘labor’. Electroshocks, roturas de hueso, sangre, gritos y súplicas adornan esta novela. Continue reading

Los rojos de ultramar y el choque sociocultural de un exilado republicano en México

En este trabajo quiero tocar el tema de la adaptación de Arcadi a la realidad sociocultural de la plantación ”La Portuguesa”.

Arcadi era un republicano español que representaba los ideales progresistas de libertad, igualdad y justicia. Él emprendió un viaje al otro lado del mar, a un destino desconocido donde la realidad de la sociedad no respondía exactamente a esos ideales.

Arcadi y sus compatriotas fundaron una plantación cafetalera en la selva, al igual que siglos atrás lo habían hecho sus ancestros españoles en un medio socioeconómico que apenas había cambiado. Estos inmigrantes iniciaban una especie de repetición del viaje de los primeros conquistadores de América. La sociedad mexicana con la que se encontraron estaba fuertemente marcada por las diferencias sociales. Con la conquista y colonización del continente americano se instituyó el poder y la supremacía de la raza blanca, con su religión monoteísta. La vida social, cultural y religiosa del indigena fue censurada y su identidad practicamente destruida. Este fue el panorama con el que se encontró Arcadi en las selvas de Veracruz. Los indigenas con los que conviviía la familia de Arcadi estaban sumergidos en el atraso y la miseria; el alcoholismo era ente común y el destino fatal de la mayoría. Esto último como consecuencia de la destrucción de la sociedad y el medio económico y cultural en el que habían vivido en el pasado.

En el siglo XX la relación de descrimininación y explotación del indigena por parte de las clases económicamente dominantes en el continente americano se asemejaba en mucho a la que predominaba durante la colonización. El crecimiento y el desarrollo económico se veían en gran medida respaldados por las expropiaciones de tierras y la explotación del trabajo del indio. El concepto de indio se relacionaba como siglos atrás con inferioridad y desigualdad :La Portuguesa era una comunidad de blancos rodeada de nativos por los cuatro costados, el típico esquema social latinoamericano donde blancos y morenos conviven en santa paz, siempre y cuando los morenos entiendan que los blancos mandan y que, de vez en vez, lo manifiesten, para que los blancos no se inquieten, para que no empiecen a pensar que la cosa se está poniendo del cocol, que los criados empiezan a trepárseles por las barbas, ¡pinches indios!, les da uno la mano y luego te agarran el pie. Ese estilo convivencial vigente desde el año 1521” (pág 19).

En la novela se describe la acentuada desigualdad social que se vive en La Portuguesa , a pesar de que los cinco exilados trabajan cuerpo a cuerpo con los empleados” (pág.74). Los jefes y dueños son los exkilados. Los dueños son los únicos que tienen televisión y los otros habitantes del pueblo la pueden ver sólo por la ventana de la casa. Arcadi y su familia hablan entre ellos en catalán y esto acentúa el distanciamiento con los locales. Tambíen hay un ”odio” que viene de siglos atrás de los nativos hacia los ”nuevos colonizadores españoles” y un descontento por parte de los empleados de la plantación.

La hija de Arcadi está casada con un mexicano ”de buena familia”, donde no había indios.  “ Mi madre se casó con mi padre, un abogado de buena familia, es decir, una familia mexicana donde no había indios. Nunca en mi vida he tocado ni a un indio ni a un negro, decía el padre de mi padre, que era un viejo rico descendiente de españoles que poseía una plantación de caña en San Julián de los Aerolitos, una protuberancia selvática, salpicada de pedruscos enormes, que estaba entre Galatea y Tritón, en plena jungla veracruzana. Su aversión por lo moreno lo hacía sacarle la vuelta al café, al frijol negro, al huitlacoche, al chicozapote prieto y a la Coca-Cola, bebía whisky para no caer en la tentación del cuba-libre, que además de oscuro le parecía que era bebida de gente rascuache.” ( pág. 21).

Arcadi trata de romper el circulo vicioso del destino trágico de la familia de su criada Teodora tratando de darle una buena educación al hijo de ésta, Lauro. El intento de sacar a Lauro del medio de la selva y llevarlo a la universidad no tuvo éxito. Es de suponer que que en la universidad estudiaban sólo hijos de familias pudientes de la sociedad mexicana, quienes no verían con muy buenos ojos a un indio como compañero de clase sino que lo rechazarían. Lauro no se adaptaría a un medio hóstil a él y prefirió volver a Galatea a yudar a su madre. Lo que era lo mejor para Arcadi no tenía que serlo necesariamente para Lauro. Al fin y al cabo esa no había sido su decisión propia, el abandonar su familia y aspirar a un futuro que jamás se había imaginado ni deseado. Como consecuencia, Lauro no se encuentra a sí mismo y termina desmoralizado y deprimido. Esto podría ser un producto tardío del intento de anulación de la idiosincracia de sus antepasados. Sin embargo, esto es interpretado en forma fatalista por el nieto de Arcadi:” Mientras Teodora me contaba su tragedia, observé que el círculo que habían detectado mi abuelo y mi padre era, efectivamente, una maldición: las hijas de Lauro entraron a la cocina cargando las canastas de mis sobrinas, las hijas de Joan, que venían de comprar cosas en el mercado de Galatea.”(pág.23)

Por otra parte, Arcadi se contraría cuando humilla a Teodora tratándola como una criada antes que como a una invitada en la boda de Lauro,creo que bajo las presiones del qué dirán.

Se puede concluir que Arcadi cede bajo la presión de la sociedad que lo rodea. Una sociedad que impone moldes de comportamiento ceñidos a normas socioculturales arcaícas que benfician a patrones económicos mundiales de explotación e injusticia.

Bibliografía:

Soler, Jordi. Los rojos de ultramar