La metáfora de árbol en Dicen

En su obra Dicen (2019) Susana Sánchez Arins cuenta sobre su historia familiar y el lazo que esta tiene con la represión después de la Guerra Civil. El tío de la autora fue considerado el mayor represor en varios municipios de Galicia. Sánchez trata el tema de lo que se cuenta y lo que se calla, lo que se ve ya en el nombre de la obra: ella cuenta lo que dicen, porque no puede comprobar la veracidad de las historias ni qué es lo que no se dice. En esto se suma el silencio causado por la falta de documentación historial sobre varios hechos. Para reconstruir la historia familiar se utiliza lo que los parientes de la autora y otros testigos han contado y los pocos documentos y fuentes impresas que se encuentra sobre los sucesos de la época en cuestión. En la narración se utiliza la metáfora de árbol a lo largo de la novela para representar la memoria y la historia familiar. Como explica Jensen en la página web de Oregon State University, la metáfora consiste en comparar dos elementos no conectadas entre sí, trasladando de esta manera las cualidades de un elemento al otro. Esto permite ver algo desde otro punto de vista y le ofrece más claridad al texto (Jensen). Este análisis se concentra en observar la narración de lo que se registra en la memoria y lo que no, y la metáfora de árbol como parte de ella.

En el texto la autora menciona repetidamente árboles en alguna forma, por ejemplo, describiendo como se utilizaba sus raíces para pegar y se amarraba a la gente a sus troncos durante la represión. En especial, se habla varias veces de los viejos castaños de Zacande, de un pueblo incluido en las historias, desde el momento cuando se les pudo haber sembrado. Además, cuenta como a su abuelo y a su tío Manuel les gustaban mucho los árboles. Algunas de estas menciones parecen sueltas, sin más importancia, mientras otras más claramente llegan a formar un hilo rojo en forma de una metáfora.

El tema de lo que se registra en la memoria y lo que no se nota en una frase que se repite en la obra: “la historia la escriben e inescriben los vencedores”, refiriéndose a los vencedores de la Guerra Civil, los falangistas, que lograron borrar evidencias de sus horribles hechos. Esto lleva a Sánchez a dudar de toda la información: “¿qué no sabemos ni sabremos nunca? ¿qué hay de cierto en lo que sí sabemos?” (p. 25). Además, la destrucción de documentos causa problemas en el proceso de escritura de la autora: “¿qué cuento? ¿cómo cuento? — y sin papeles que aguanten, y sin voces que hablen, ¿qué puedo narrar?” (p. 33).

La metáfora del árbol como memoria se utiliza en la obra de dos maneras, para tratar la memoria que se mantiene, por un lado, y la perdida, por otro.

Al tratar la memoria mantenida se habla de la memoria de los árboles en una forma u otra. Por ejemplo, se describe una viuda que guardó costras del pino contra el que su marido fue fusilado y se afirma “ella sí que creía en que los árboles tienen memoria” (p. 44). Además, se describe cómo después de haber presenciado una tortura, “la marca del chicote trenzada — continúa presente en su superficie. en su savia” (p. 68) de los árboles. En general, el papel representa la manera más eficiente de memorizar y pasar historias de una generación a otra. Se le describe como el que aguanta cualquier historia que se le ponga encima y la autora hasta refiere al papel como “madera de memoria” (p. 57).

En cuanto a la cualidad conservadora de la memoria que tiene el papel, sin embargo, se crea una controversia en la obra: al tratarse del silencio y de la memoria perdida, los árboles aparecen en la frase “lo que mejor quema que la leña es el papel” (p. 54), describiendo así la destrucción de los documentos por los falangistas y la facilidad de eliminar evidencias contra ellos. Se repite también como “los árboles nos sacan ventaja. no tienen voz” (p. 19) con la que contar historias, y que “por eso los árboles viven tanto. Alcanzan generaciones que ni imaginamos solo porque no arrastran el lastre que a nosotras, personas pensantes, nos acorta la vida” (p. 19). La autora describe cómo las experiencias negativas solo les afectan en la corteza y no les envenenan la savia ni les atraviesan las raíces, como a los humanos nos entran en el corazón. De esta manera se crea la metáfora de un árbol genealógico, en el que se transmite el pasado familiar a todos sus miembros y, evidentemente, la escritora misma forma parte de los que cargan este lastre. Al observarlo de este punto de vista es posible ver el significado más profundo de la mención de como al tío represor de la autora le gustaban los árboles, pero por su valor económico. Viendo el árbol como árbol genealógico, se nota la conexión de esta afirmación con el hecho de que el tío de la autora utilizó su familia para sacar provecho económico mientras la trataba mal. Estaba listo para cortar el árbol por fines egoístas, lo mismo que quiso hacer con la memoria de él destruyendo cualquier documento sobre sus hechos o borrando su nombre de ellos.

En cuanto a la estructura externa de la obra, se puede ver cómo se construye un tipo de árbol de la memoria familiar a través de los párrafos cortos que están ligados entre sí. Cada uno hace crecer alguna rama de la historia y la narración va saltando de rama en rama. Así el árbol, como los castaños de Zacande en la obra, ha visto la historia de varias generaciones.

En conclusión, las menciones de los árboles forman un hilo rojo en la historia que se construye a través del contraste entre la memoria y el silencio, ya que el árbol es el material en que se confía para guardar historias y también es lo que se destruye para borrarlas. Asimismo, representa la historia familiar en forma del árbol genealógico con las experiencias de las generaciones pasadas.

 

 

Bibliografía:

Jensen, T. ¿Qué es la metáfora? Una guía para los estudiantes y maestros de literatura. Oregon State University. https://liberalarts.oregonstate.edu/wlf/what-metaphor-spanish (Recuperado el 26.11.2021)

Sánchez Arins, S. (2019). Dicen. DeConatus.

 

 

 

 

 

 

 

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