Representación de la crisis humanitaria de los inmigrantes centroamericanos en La fila india

La fila india parece a simple vista una novela histórica o una crónica periodística, donde se reportan los datos, entrecruzan las fuentes y se deja que el lector forme su propia opinión, no sin antes declarar cuál es la opinión clara del autor. Sin embargo, cuando vemos más profundamente la estructura de la obra, nos damos cuenta que, en realidad, la obra funciona como una denuncia del problema del holocausto centroamericano, que ya ha cobrado miles de vidas y en la cual se construye una representación de la misma.

No se explora el pasado de los países de donde provienen los personajes, México o Honduras, puesto que no sé buscan causas o explicaciones a la situación tan compleja en la que se vive. Por eso, esta obra no se puede clasificar como novela histórica, crónica literaria o periodística. No se exploran los antecedentes políticos y sociales del problema sino que se presenta la violencia como un hecho que siempre ha estado presente en la vida de los mexicanos y centroamericanos. La situación sólo existe en el presente y es importante porque amenaza con ser eterna: se ha vuelto tan cotidiana y normalizada que se le acepta como un mal perjudicial pero necesario.

Villanueva (2017: 51) afirma que la literatura de la migración centroamericana por sí misma no puede solucionar este complejo problema, pero que al menos sirve para visibilizar el sufrimiento humano detrás del “último holocausto de la especie”. Es más impactante leer testimonios de inmigrantes y experimentar con ellos el viaje horrendo que leer un informe hecho por alguna organización defensora de los derechos humanos. Sin embargo, la novela de Ortuño no emplea el fácil de recurso de despertar lástima y empatía hacia las víctimas para que luego el lector pueda sentirse mejor consigo mismo por haber sentido compasión hacia los otros y continuar con su vida. La obra busca incomodar al lector y motivarle a buscar preguntar y a analizar sus propios conceptos preconcebidos sobre el problema. La intención de la obra es despertar al pueblo mexicano del trance idiota en el que está metido: que abra los ojos y salga de su zona de comodidad para afrontar la realidad.

Al no ser una novela histórica sino una novela de denuncia, en la novela se utilizan diversas voces, distintos formatos de escrituras y símbolos, los cuales brindan a la historia mayor verosimilitud. La realidad se construye a través de la versión oficial de los organismos del Estado, del artículo periodístico de Luna, de las observaciones de Irma y de las peroratas del biempensante. Los inmigrantes no tienen voz propia pero a través de sus cortos diálogos podemos entender y experimentar la situación en la que están.

El suegro de Vidal representa el estado corrupto e invencible, un padre cruel y tiránico que utiliza sociópatas como Vidal y su banda criminal para mantener al margen a la población. Nadie tiene el coraje ni las ganas de enfrentarse al sistema, que probablemente provenga desde la época en que la República mexicana fue fundada. El conformismo de todos los personajes que conforman la obra se ve en su conformancia con la historia oficial: todos saben que los comunicados de la Conami y del Ejército son totalmente falsos pero nadie se atreve a desenmascarar la farsa: los medios de comunicación repiten coralmente los boletines de Conami y los que se atreven a contrastar la verdad terminan asesinados como Luna.

El juego de apariencias y de establecer una versión oficial se ve en todos los personajes: para Vidal lo único que importa es que todo el mundo sepa que él es “la puta República” pero que nadie lo diga en voz alta, Irma no se atreve a desenmascarar a Vidal por el peligro que él representa y se conforma con acusar al Delegado fallecido y a las otras víctimas del ataque de Yein, el biempensante se desinteresa del destino de los centroamericanos basándose en la mayor importancia de la suerte de sus compatriotas “morenos panzones jodidos, pero nuestros”, que es el discurso que la mayoría utiliza para lavarse las manos. Yein es la única que representa la rebeldía contra el sistema y un intento suicida para vengarse pero todo esto al margen de la policía y de los medios de comunicación, es decir de manera secreta y sin subvertir la narrativa oficial.

Los inmigrantes pierden su singularidad y al hacerlo ya no son tratados como personas, se les deshumaniza y trata como animales o objetos, como mercancía al fin y al cabo. Se llega al extremo de describirlos de forma grotesca, como si fueran animales. El biempensante cuando se refiere a los migrantes, especialmente a un niño, dice: “Uno, al que le falta una oreja, no sé si porque su madre no se tomó el ácido fólico o porque se la cortaron por el camino, mira los apéndices sanos y limpios de mi perro y bromea: el perrito con tanta oreja y yo sin una” (Ortuño, 114). Las mascotas son tratadas mejor que los perros. Esa símbolo del perro también se usa para describir a Yein: “La noté más flaca que de costumbre y su aspecto de perro costroso se redondeaba porque seguía sin permitir que le arraigara el cabello en las sienes” (Ibid, 81). También se les compara con las vacas: “Los echaron a la calle y, mirados de reojo por los paseantes, escupidos por las familias de los pacientes y por los médicos, mascando trozos de pan y bebiendo a sorbos el agua que unos pocos les arrimaban, esperaron. Vino un tipo de Migración al cabo de las horas. Los miraba como otros miran las vacas, las plantas. Los contó” (Ibid, 22).

Los personajes son verosímiles porque todos tienen una cierta dualidad: todos desempeñan dos papeles distintos o incluso opuestos: el biempensante es intelectual pero xenófobo y misógino, Yein pasa de víctima a victimario, Irma comienza la historia como un engranaje más del sistema pero luego se convierte en una rebelde. Sobre las figuras que representan roles opuestos son los profesores y los policías representados por el biempensante y el Jefe de la Policía en Santa Rita respectivamente. Como señala Villanueva (2017: 96): “Los policías en lugar de servir y proteger se unen a los criminales, por lo que son temidos por los civiles. Asimismo, el catedrático, en lugar de ser fuente de sabiduría basada en la razón, se convierte en un salvaje que viola a una mujer”. El único acto subversivo es la venganza de Yein, dicho ataque sin embargo constituye una inversión temporal de la jerarquía que no logra debilitar el sistema.

Según Fuentes (2018: 42) el mayor acierto de la novela reside en la voz del biempensante, quien sintetiza las opiniones del “ciudadano común” sobre la presencia de los centroamericanos en México: “nadie me escucha pero igual lo digo. Hay demasiados muertos aquí para preocuparse por las carroñas centroamericanas. Demasiados desaparecidos, igualitos a los otros, morenos panzones jodidos, pero nuestros, y tantos como para preocuparse seriamente de los otros” (Ortuño, 113). Fuentes (Ibid) afirma que el nombre propio de este personaje nunca se revela y porque su anonimato tiene un sentido colectivo, representa la actitud de indiferencia, xenofobia y racismo de la comunidad mexicana frente a una crisis humanitaria que se ha convertido en parte de su vida diaria. Sus peroratas están escritas en cursiva porque trascienden la representación de la crisis en la novela para analizar y exponer de modo brutal el punto de vista de la clase media mexicana.

En La fila india, los migrantes mueren por intentar pasar la frontera y no vuelven a sus comunidades, ni logran contribuir al bienestar de los suyos, lo cual crea la impresión de que la travesía del migrante es inútil y absurda. Por otro lado Fuentes (2018, 47) menciona que en la obra de Emiliano Monge Las tierras arrasadas: “la esencia misma del migrante consiste en la búsqueda de una dignidad que jamás tuvo o que le ha sido arrebatada por la sociedad en la que vive. El desplazamiento del migrante brota de su inherente renuncia a permanecer pasivo ante las condiciones sociales y económicas que atentan en contra su dignidad. El migrante no persigue utopías, no es un iluso que espera obtener riquezas y lujos sólo por cruzar una línea que arbitrariamente divide al mundo próspero del mundo subdesarrollado. El migrante no pide mucho, sólo la oportunidad de ganarse la vida con un mínimo de dignidad, y su estatura moral queda en evidencia en el momento mismo en el que emprende un viaje infernal en el que se juega la vida a cada segundo. El migrante es, no es precipitado afirmarlo, el sujeto por excelencia de la tragedia contemporánea”.

En conclusión, creo que La fila india logra retratar de una forma verosímil y apropiada las distintas actitudes y puntos de vistas que rodean a la crisis humanitaria de los centroamericanos. Sin embargo, no logra representar con éxito la compleja situación de los migrantes, ni logra transmitir sus motivaciones. Según Fuentes (2018,: 51) el nuevo migrante no busca el paraíso perdido o la edad de oro en los Estados Unidos, busca simplemente huir de la violencia en sus países de origen. Más que migrantes son refugiados. Pero antes de llegar a Estados Unidos deben pasar por México, cuna de los grupos de crimen organizado más peligrosos del mundo. Los migrantes huyen para poder vivir pero muchos deben morir en el intento y a nadie parece importarle.

Referencias:

Villanueva Benavides, Idalia Hermelinda (2017). “La deconstrucción del sujeto, del autor y de la estructura narrativa en La fila india de Antonio Ortuño”. Revista Iberoamericana 83, 258: 87 – 101.

Fuentes Kraffczyk, Felipe Oliver (2018). “La novela mexicana sobre la migración centroamericana”. América Crítica 2, 1: 39 – 54.

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3 thoughts on “Representación de la crisis humanitaria de los inmigrantes centroamericanos en La fila india”

  1. Enhorabuena Isabel por tu artículo. Me ha gustado tu análisis y tu reflexión. Estoy de acuerdo en que la novela cuenta una historia ficticia que podría ser perfectamente real actualmente, es una denuncia a lo que está pasando. A mi también me sorprende la “normalización” de los sucesos, cómo las mujeres toman píldoras para no quedarse embarazadas suponiendo con antelación que van a ser violadas, ¡es increíble!

    Discrepo contigo cuando dices que la novela está escrita para los propios mexicanos, yo pensaba que era para que el mundo supiera lo que allí ocurre, pero puedo imaginar que en un país con corrupción y falta de información haga falta que alguien denuncie lo que está pasando. Lo bueno es que lo pueden leer los mexicanos, españoles, finlandeses y quien le apetezca.

    En tu análisis hablas de diferentos aspectos de la novela, he echado de menos una mejor coordinación entre ellos. También me hubiera gustado que presentaras quiénes son Villanueva y Fuentes, porque no los conozco y no sé si son profesores, periodistas, etc, para ver desde qué óptica hablan.

    En general creo que has hecho un muy buen análisis.

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