Un pésame por las vidas perdidas: la función del narrador en el relato “Prefiero morirme en el camino” de Juan Pablo Villalobos

Yo tuve un sueño: el viaje de los niños centroamericanos a Estados Unidos es la quinta obra del autor mexicano Juan Pablo Villalobos, publicado en 2018. Es una crónica periodística no ficticia contada a través de técnicas narrativas de la ficción. La obra narra diez historias – divididos en once relatos cortos, basados en entrevistas realizados por el autor – sobre inmigrantes entre diez a diecisiete años centroamericanos, que cruzan de manera ilegal la frontera entre México y Estados Unidos. En este breve trabajo analizaré más de cerca la narración del relato “Prefiero morirme en el camino” en la obra. Reflexionaré sobre por qué cambia la focalización del narrador en este relato en contraste con los otros relatos incluidos en el libro, y qué función pretende tener este cambio en la historia y en la interpretación del lector. 

El objetivo de Villalobos con esta obra es poner rostro a las cifras de las estadísticas de migración y mostrar la humanidad que se esconde bajo el frío concepto de crisis migratoria. Uno de los métodos concretos con que el autor propone lograr su meta es con la narración: En mayoría de los relatos los niños mismos llevan el papel del narrador. Son narradores personales que participan en su propia historia. Aunque Villalobos es el autor de la obra, el hecho de dar la voz a los niños en la narración él, de alguna manera, empodera a los niños dándoles el papel de un sujeto consciente, alguien que está encargado de contar su propia historia, y no necesita que nadie más hable por sí mismo. Esta narración también nos permite acercarnos al estado de ánimo de los niños mientras comparten sus experiencias de su camino a Estados Unidos. 

No obstante, el relato “Prefiero morirme en el camino” se distingue de los demás de la obra en términos de narraciónEn el relato un camionero está esperando en el semáforo para que se cambie a verde. De repente una niña de diez años y su hermano mayor golpean en su ventanilla para pedirle que los lleve. Están en camino a la frontera de Estados Unidos. El camionero finalmente ordena a los niños que suban a la camioneta y promete llevarlos con él. El niño duda en entrar a la camioneta, pero cuando su hermana se apresura a entrar, el hermano también accede. El hermano le pregunta al hombre dos veces adonde se van, pero este ignora la pregunta. Mientras conducen, el hombre les pregunta sobre su viaje y si su familia sabe dónde están. Se descubre que los niños se llaman Nicole y Kevin. Se han escapado de su casa en Guatemala y su madre, que vive en Los Ángeles, no sabe que están en camino hacia ella. De repente, el camionero da un giro hacia una carretera no asfaltada. La historia termina con el niño preguntando por tercera vez hacia dónde los lleva el hombre:  

      • ¿Adónde nos vamos? – volvió a decir el muchacho.

      • ¿Tú no sabes decir otra cosa? – dijo el hombre -. Por aquí vamos a llegar más rápido.

El hombre sostuvo el volante con fuerza, presionó el acelerador y la camioneta se perdió en la noche mexicana. (Villalobos 2018: 71)

Esta historia es única en el libro, porque solo este lleva un narrador impersonal: no tiene personaje que participe en la historia. En su mayor parte su focalización es externa, pero al comienzo de la historia el narrador sí revela algunos detalles sobre lo que pasa en la cabeza de los personajes: En las primeras páginas aprendemos cómo se siente físicamente el camionero y cómo percibe la forma en que los niños se acercan a él:

      • ¿Adónde van? – les dijo.

      • A la frontera – contestó la niña, que, aunque era menor parecía más habladora, quizá confiaba en causar más lástima, quizá era la estrategia que usaban para conseguir ayuda. (Villalobos 2018: 64)

Aunque no está claro si estos son los pensamientos del hombre o del narrador impersonal, según mi interpretación es como si el papel del narrador fuera captado por el hombre por un breve momento. Lo mismo ocurre nuevamente en la página siguiente, pero esta vez con la niña: 

La niña rodeó la camioneta sin consultar al muchacho [hermano], tenía miedo de que el hombre se arrepintiera. Llevaban todo el día caminando y la expectativa de sentarse y ganar kilómetros, en la dirección que fuera, le parecía una magnífica idea. (Villalobos 2018: 65-66)

Estas son las únicas ocasiones en las que el narrador entra en la mente de los personajes. El último también es impactante, ya que da una idea del estado en el que se encuentran los niños: están cansados y han viajado un largo camino. La niña busca un alivio a su estado y no duda en aceptar la ayuda ofrecida, a pesar de que su hermano claramente no está seguro de las intenciones del hombre, puesto que el hombre se niega a dar una respuesta de adónde exactamente los llevará. 

A partir de ahí, la focalización parece hacerse más estrecha: el narrador describe la ruta que conduce el camión y lo que está dicho en voz alta en la conversación entre el hombre y los niños. Pero el lector ya no sabe lo que pasa en la cabeza de los personajes; esto, en mi opinión, crea una atmósfera opresiva en la historia: uno comienza a preguntarse si el hombre es en realidad bueno o si está tramando algo travieso. También considero que las finales palabras del relato, especialmente la de “perder”, suenan algo siniestras: “y la camioneta se perdió en la noche mexicana”. Es como si algo malo les pasara, pero no llegamos a saber. 

A finales de la obra el autor ofrece biografías de las protagonistas. Bajo los seudónimos se revelan las nacionalidades y edades de los niñosTambién se señala cuáles relatos cuentan la historia de qué niño: se revela que Nicole emigró a los Estados Unidos y que actualmente vive con su familia en Los Ángeles. El nombre de Kevin no se menciona, pero también se revela que la primera historia de la obra trata sobre ellos: en esa historia, titulada “¿Dónde están tus hijos?” la madre recibe una llamada de las autoridades que le informan que sus hijos han llegado a Estados Unidos. Esto nos revela que ambos niños están vivos. Vivos, sí, pero nunca llegamos a saber, si les hicieron daño en el camino.  

Dado que la narración de esta historia es notablemente diferente de las demás, estoy segura de que pretende cumplir una determinada función. Sugiero que el objetivo del autor es hacer que el lector tema intencionalmente lo peor para los niños, no solamente para destacar la peligrosidad del viaje de los migrantes hacia la frontera, pero quizá más aún para rendir homenaje a todos aquellos niños migrantes que se han perdido o muerto en el camino: ya que son miles que se han perdido en busca de una vida mejor 

Para concluir, considero que el relato “Prefiero morirme en el camino” lleva un significado importante en la obra: con este relato el autor quiere hacernos recordar a los niños inmigrantes perdidos y fallecidos en su camino hacia Estados UnidosOpino que Villalobos logra su objetivo de que el lector sienta empatía por los niños. El impacto emocional de la obra está garantizado por su tema: las historias que los niños comparten sobre su duro viaje a un nuevo país no dejan fuera las realidades espantosas y peligrosas de acercarse a la frontera y entrar indocumentados a Estados Unidos. Considero que “Prefiero morirme en el camino” es uno de los relatos más impactantes del libro: a pesar de que estos niños han logrado su objetivo y tienen la oportunidad de hacer su vida en un nuevo país, miles de otros no tienen la oportunidad debido a la dura y violenta realidad que los supervivientes deben haber sobrevivido en su camino hacia el norte. 

Bibliografia 

Villalobos, Juan Pablo (2018) Yo tuve un sueño: el viaje de los niños centroamericanos a Estados Unidos. Barcelona: Anagrama. 

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