Estudio las alusiones que se hacen al colonialismo en la Los rojos de ultramar de Jordi Soler y reflexiono qué significados llevan, llegando a conclusiones parecidas que en la clase. Se espera que el trabajo será completado con un fragmento en que se estudia cómo la literatura que trata temas de injusticia puede llegar a ejercer influencia en la legislación.
El protagonista de Los rojos de ultramar (Jordi Soler 2004) es nieto de un repúblicano exiliado de España en 1939. Arcadi, el abuelo, llega a la selva mexicana después de varios meses en Francia y encuentra allí con tres camaradas catalanes. Fundan juntos una empresa de café, y viven con sus familias en ese lugar remoto que se llama “La Portuguesa”.
El protagonista crece en La Portuguesa y vive su infancia allí en una comunidad que es formado por cinco catalanes, las mujeres e hijos de dos o tres de ellos y los nativos de cuales unos trabajan como sirvientes y otros (que son más) como trabajadores en la plantación. El narrador cuenta con más detalles de algunos de las personas que no son parte de la familia pero tampoco completamente desligadas a ella: Teodora, la criada que tiene más o menos la misma edad que Laia, la madre del protagonista, Lauro que es el hijo de aquella/esta, y en menor grado de Jovito que es el hijo de otra criada. Demuestra qué estrictamente el origen determina los límites de una vida y imposibilita el cambio de la clase social. Igual que su madre, los descendentes de Teodora acompañan a los hijos de la familia al mercado, con la misión de cargarles las canastas. Arcadi intenta cambiar el “círculo perverso” e impedir que la vida de Lauro siga la ruta predestinada, inscribiéndolo en la escuela y tratándolo como a uno más de la familia. Al final, el proyecto fracasa y Lauro sigue los pasos de su padre.
También hace algunas alusiones generales a los nativos, por ejemplo:
“(…) una plantación de café. El proyecto era una simpleza, consiguieron un terreno a unos cuantos kilómetros de Galatea y durante los fines de semana de varios meses, con la ayuda de media docena de nativos (…)” (p. 45)
y otras a ‘trabajadores’, es decir, nativos:
“Las ventajas productivas que tenía el aumento en la población de trabajadores de la plantación comprendían también un germen de descontento social que comenzó a hacerse grande (…)” (p. 61)
En estas alusiones los nativos son un colectivo de que no se dan características, lo cual da una sensasión vaga e impersonal del subjeto. Refuerza la impresión de la frontera entre la clase de los criollos y la de los indígenas, aquellos tratando a estos como el aire u otra cosa insignificante. En ocasiones el narrador hace la frontera claramente visible. En las primeras descripciones sobre La Portuguesa como solían ver la televisión el y su hermano:
“Ahí estábamos mi hermano y yo, el par de blancos, mirando cómodamente el televisor
desde nuestro sillón verdoso, a tres metros escasos de esos nativos que se apelotonaban en la ventana, éramos el ejemplo vivo de ese encuentro entre dos mundos que lleva siglos sin poder consolidarse.” (p. 49)
y también que “(…) los unos comenzaron a sentir como una afrenta las posesiones de los otros, que vivían ahí mismo en sus casas grandes, separados por una alambrada de las casas chicas de ellos.” (p. 61)
Lo que hace esta situación colonial menos tradicional y proporciona algo de nuevo punto de vista, y también suscita otras preguntas, es la convicción política de los ‘blancos’. Son repúblicanos exiliados, es decir supuestamente oponen a tal orden social injusto. Sin embargo, allí viven, en dos áreas separados. ¿Por qué? ¿Qué les impide realizar sus ideales? Por otro lado, no se conforman completamente a la tradición de quinientos años. Arcadi intenta cambiar el rumbo de la vida de Lauro, y cuando desacuerdo sobre los salarios lleva a Arcadi y González (uno de los catalanes) y el líder sindical a prisión por un rato, aquellos hacen amistad con él. Pero, en la mayor parte las relaciones entre los catalanes y los indígenas refrejan la antigua realidad colonial de México. Quizá demuestra como siempre hay abismo entre los ideales y la realidad. También hace considerar el concepto de heroismo y el hecho de que en las representaciones sobre la Guerra Civil, el papel de los “buenos” es claramente el de los repúblicanos, esto creando implícitamente la idea de que por su bondad natural no podrían ser opresores, sean las circunstancias los que sean. Pero no es así, y a pesar de los ideales de igualdad acaban en una comunidad muy tradicional, practicando las relaciones de poder de siempre.
Aunque los ‘rojos del ultramar’ provocan sólo un cambio mínimo en las estructuras coloniales, es una señal del proceso que empezó en el siglo veinte y que se desarrolla todo el tiempo, muy lentamente pero se desarrolla. Es un pequeño paso en el camino a la igualdad en Latinoamérica. En La Portuguesa están presentes varios fases de este proceso: están los antiguos franquistas, que no comparten ni una de las ideas de los repúblicanos, están ellos, que se conforman pero no en todo, y está Lauro, que casi tiene la posibilidad a una vida mejor.
SOLER, Jordi (2004): Los rojos del Ultramar. Madrid: Santillana Ediciones Generales, S. L.