Actitudes y prejuicios hacia (in)migrantes

La (in)migración genera mucha controversia social, política y económica. La inmigración se ha convertido en uno de los principales problemas en muchos países a través del ‘Crisis migratoria’, y también el sentimiento antiinmigrante ha crecido en los últimos años. Los (in)migrantes están vistos como una amenaza a la sociedad o al país. ¿Qué hay detrás de estas actitudes, y qué dicen de nosotros? ¿Es la actitud antiinmigrante un mecanismo de defensa “natural” ante los cambios percibidos como consecuencia de la incorporación de los inmigrantes?

La principal causa de la oposición de la (in)migración es evidentemente el miedo. Existe el temor de enfrentar competencia en el mercado laboral o que los (in)migrantes sean una carga a la sociedad y al bienestar, la preocupación por la inseguridad y el miedo de la pérdida de una identidad nacional. Estos primeros surgen especialmente en países donde hay inseguridad económica y recursos limitados de empleo, vivienda, sanidad, etc. Pero el último, la amenaza de la identidad colectiva, está presente en todos los países, basada especialmente en lo étnico. La llegada continua de población extrajera provoca efectos negativos en la cultural nacional, levantando el orgullo nacional y etnocentrismo. También se puede hablar de xenofobia.

El miedo detrás de las actitudes hace que los (in)migrantes son vistos como inferiores (o culturalmente o individualmente), criminales, y personas que valen solo a los trabajos que nosotros no queremos hacer. Sin embargo, muchas veces el único “crimen” de estas personas es querer una vida mejor. Y cruzando mares y fronteras, aunque saben lo que puedan experimentar a lo largo del camino, muestran un gran determinación, perseverancia y talento inventivo. ¿Tendríamos nosotros el mismo valor? ¿Y acaso no son justamente estos valores que apreciamos en el mundo laboral? También se olvidan los lados positivos que pueda tener la (in)migración, aunque la verdad es que los inmigrantes son necesarios, incluso imprescindibles, especialmente ahora cuando la población está envejeciendo en muchos países y se necesita más mano de obra.

Existe también otras cuestiones detrás del miedo a la (in)migración. En el artículo escrito por Sergio Ramírez (El País, 28.11.2018), se cita a la novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie quien dice: “Es el momento de preguntar si la cuestión es la inmigración o la inmigración de tipos concretos de personas: musulmanes, negros, morenos”. En efecto, según European Social Survey, publicado en 2016, “[…] los públicos europeos se han vuelto algo más favorables hacia los migrantes procedentes del mismo grupo racial o étnico que la mayoría de la población del país. Pero al mismo tiempo, se han vuelto indudablemente menos positivos respecto a los migrantes que provienen de países no europeos (que además ya eran los migrantes menos preferidos para empezar).” Son muchas veces justamente musulmanes, negros o morenos, los que más prejuicios encuentran en Europa. Ya la palabra inmigrante tiende a tener connotaciones negativas, porque se toman muchas veces estos grupos como el arquetipo a través del cual se piensa en la inmigración.

Sergio Ramírez (op.cit.) plantea también otro punto de vista muy interesante haciendo referencia al libro de la filósofa española Adela Cortina: “Los emigrantes parecerían ser rechazados porque provienen de culturas extrañas, pero eso no es lo fundamental: no se les admite porque son pobres. […] ‘Lo que nos molesta, […] es la pobreza, no la inmigración’. […] ‘Se habla mucho de xenofobia, de islamofobia, y es verdad que existen. Pero en todos esos casos si traen dinero o algo que parece beneficioso se les acoge sin remilgos’”.

La (in)migración es algo que ha existido siempre. Pero también la xenofobia y la aporofobia (la fobia a los pobres) han existido siempre. Parece ser algo “natural”, la intención incluir y excluir, formar un ‘nosotros’ y ‘ellos’, viendo ‘nosotros’ como un grupo mejor y culpando a los otros, a ‘ellos’, del mal de las cosas. Y en el fondo de estas actitudes está siempre el miedo, el miedo de que los otros son una amenaza, que vienen a quitar nuestros trabajos, nuestras mujeres o nuestros esposos, nuestra prosperidad, nuestro bienestar o nuestra identidad. El miedo de que nosotros tendremos que renunciar a un derecho que ya tenemos. Pero los inmigrantes no quieren ser una amenaza. Son ellos quienes son amenazados. Son ellos que tienen miedo. ¿Se les puede culpar de intentar tener una vida mejor? Una vida sin miedo, sin violencia, sin pobreza, una vida que merece vivir. ¿Cuándo podremos aceptar que ellos quieren lo mismo que todos nosotros y que no es cuestión de nosotros o ellos, sino de nosotros y nosotros, de humanidad?

El problema es que vemos a los (in)migrantes como números, como una masa indeterminada y tremenda que amenaza y molesta. Cuando pensamos en números, es muy fácil dejar las cosas como están y construir muros, cerrar y vigilar fronteras, pensar en la amenaza hacia nosotros. Los relatos e imágenes de los individuos, de las personas reales, han generado, sin embargo, simpatía, indignación, furia y voluntad de ayudar. Citando otra vez a artículo de Sergio Ramírez,

“Hay que transformar en nuestras mentes los números en seres humanos. […] ‘Es el momento de replantearnos cómo pensamos los relatos’. Los relatos de esas vidas.”

“También la solidaridad está arraigada en nosotros, y podemos hacerla despertar. […] Hay que entrar en las historias individuales.”

La inmigración es una cuestión de derechos y deberes. Tanto de los inmigrantes que los demás. Y todos nosotros tenemos un deber fundamental en este debate: intentar de cambiar nuestras actitudes. En realidad, el problema no es la (in)migración ni los (in)migrantes, sino que nuestras actitudes. Hay que informarse, ver la otra cara de la situación, reflejarse a sí misma a través de esas historias y vidas. Y no pensar que el problema es de alguien otro, porque es de todos. Si pensamos así, estamos sosteniendo justo esa actitud de ‘nosotros y ellos’, que tendríamos que evitar.

 

Referencias:

HEATH, Anthnony y RICHARDS, Lindsay: “Actitudes hacia la inmigración y sus antecedentes: Principales resultados de la séptima edición de la Encuesta Social Europea”, European social survey (2016). En: https://www.europeansocialsurvey.org/docs/findings/ESS7_toplines_issue_7_immigration_Spanish.pdf

RAMÍREZ, Sergio: “¿Quiénes son esos?”, El País (28.11.2018). En:
https://elpais.com/elpais/2018/11/27/opinion/1543337722_492564.html

Video YouTube “International Migration” (14.12.2011) en: https://www.youtube.com/watch?v=lOZmqIwqur4

2 thoughts on “Actitudes y prejuicios hacia (in)migrantes”

  1. Gracias por tu texto! Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que has dicho. El miedo, y ese pensamiento que hay un ‘nosotros’ y luego existen ‘los otros’, nos están arrastrando hacia abajo, y así no se constryue una sociedad igualitaria. Como has dicho, deberíamos quitar las gafas del prejuicio y ver más allá de los números y estadisticas. Son todos personas y todos somos personas.

  2. Justo hoy estabamos hablando más o menos del mismo tema en otra clase. Lo que me parece curioso es la conotación y el significado que ha adcquirido la palabra “inmigrante”. Como en el artículo que has mencionado, cuando se utiliza esa palabra, se hace referencia justamente a ciertos grupos étnicos y sobre todo muy a menudo a musulmanes por ejemplo. Es como si la palabra fuera reservada para este grupo de personas. ¿Llamamos inmigrante a una persona que ha mudado aquí de Alemania?

    Yo creo que lo importante ahora sería rectificar información erónea para quitar esos miedos que mucha gente tiene hacia inmigrantes como si fueran una amenaza a nuestra cultura. Mucha gente está preocupada por la influencia de otras culturas en la nuestra, pero poca gente questiona por ejemplo la influencia americana que influye fuertemente nuestra cultura popular… Son justamente las culturas “no conocidas” que parecen provocar miedo en la gente. Me parece que el problema es más bien falta de información.

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