Waorani: la defensa del territorio triunfa

Redacción y foto: Katy Machoa, Nacionalidad Kichwa Amazónica, Ex–Dirigente de la Mujer CONAIE

“Su mapa no sirve… No reconocemos que el gobierno llame bloque 22. Nuestro territorio ancestral, no es un bloque petrolero, es nuestra vida,  estas son nuestras palabras, nuestras lanzas cruzadas”
Oswaldo Nenquimo (25 de abril 2019)

Waorani people dancingLa primera reacción de los y las “pekenani” (anciano/a sabio/a) representantes de 16 comunidades Waorani de Pastaza, organizadas en CONCONAWEP, tras escuchar la sentencia de la jueza Pilar Araujo de la Corte Provincial de Pastaza en la que se aceptaba la acción de protección y se reconocía la vulneración al derecho constitucional de la consulta previa, libre e informada fue bailar y cantar. La sala de audiencia quedo inundada por la energía de las voces waorani y por la danza que dibujaba la dignidad enaltecida, tan pequeño quedo el espacio que en poco tiempo se esparció a las afueras y con seguridad esa energía se conectó con su territorio, así como se conectó con los corazones que defendemos la vida amazónica.

El canto expresaba su legado histórico, el compromiso con la defensa del territorio y también reiteraba “monito ome goronte enamai” (nuestro territorio no se vende), retumbo tan fuerte este canto que la respuesta del estado no se hizo esperar. Mediante un comunicado del Ministerio de Energía y Recursos Naturales no Renovables conocíamos que no hay tregua en esta lucha, que el estado colonial iba a mover su aparataje estatal para revertir la decisión de la Corte Provincial de Pastaza.

Sin tregua cientos de años hemos luchado y lo continuaremos haciendo porque somos dueños/as del territorio y aunque el estado-nación insista en su proyecto homogenizador y aunque todavía la plurinacionalidad sea una declaratoria, continuaremos desde la praxis defendiendo nuestros sistemas de vida, delimitados por el horizonte verde que alcanzan a ver nuestros ojos y no por los mapas de escritorio que se trazan desde las oficinas lúgubres del tecnicismo obediente y domesticado al servicio del capital.

“Los gobiernos siempre han puesto actualizaciones, sin el conocimiento de las comunidades o de las nacionalidades hacen esos mapas, la gente que vivimos en la selva, los dueños del territorio no sabemos que es lo que está haciendo el gobierno. Por [esa desconfianza] hemos hecho visitas a todas la comunidades que han vivido con petróleo, con bloque 16 y 21, que han vivido más de 20 años con la intervención petrolera… nosotros hemos aprendido de eso. [Por lo que] queremos proteger la selva de Pastaza que no tiene intervención, que no hay carretera; es mucho mejor proteger esa selva para salvar y dejar como un legado histórico para nuestra nacionalidad.”
Oswaldo Nenquimo (25 de abril 2019)

Este aprendizaje es determinante para la humanidad, necesitamos des-enajenarnos, des-aprender y valorar las propuesta de vida construidas desde la inspiración y el respeto por la vida y no por el lucro que beneficia a la clase gobernante que monta show de anticorrupción mientras los ‘recursos no renovables’ de todo un país paradójicamente son usurpados por un sistema corrupto y nunca más serán recuperados.

Luchar es aprender y desaprender, es dejar de ser la pieza en la maquinaria del gran capital global que fabrica espejismos a costa de la muerte y destrucción de nuestra gran madre, la tierra. Está claro que existen dos “ontologías políticas” (Blaser 2013, 8) que coexisten en pugna sobre un mismo espacio territorial, dos sistemas: uno de vida y otro de muerte que se baten en una lucha desigual por un mismo espacio territorial. Está claro también que la historia la construimos minuto a minuto y en esta construcción necesitamos aprender del pasado para visualizar sin obnubilaciones el futuro anhelado.