Los primeros poetas de la Democracia

Nacidos en los ochenta, reivindican unos versos de fusión íntima que huyan de la militancia

Erika Martínez, Pablo López, Laura Rosal, Alba González, Cristian Alcáraz. – J. GÓMEZ

PAULA CORROTO – Público – 19/04/2010 01:00

Pertenecen a la generación que creció con la serie de dibujos animados Bola de dragón, pero en sus poemas no hay ni Gokus ni Krilines. Tampoco Oliver ni Benjies.

Pablo López, Erika Martínez, Alba González, Cristian Alcaraz y Laura Rosal, nacidos entre 1979 y 1990, y con su primer poemario recién salido de la imprenta, están bastante alejados de las referencias nostálgicas con las que quiere enganchar la publicidad. También del debate entre poesía de la experiencia o individualista. Compromiso político o interés por los aspectos formales y por la literatura. Tradición o modernidad. Verso libre o corsé estrófico. “Nosotros hacemos fusión. Somos una generación que ha perdido el miedo a hacer lo que le gusta”, resume Erika Martínez.

Esta semana han participado en los talleres del festival Cosmopoética de Córdoba. Son los poetas emergentes. Escriben porque leen, para pensar, porque es más fácil que no hacerlo, para relacionarse consigo mismos. Son frescos, críticos, pero sin romper con las generaciones más inmediatas. Al contrario, se consideran deudores de los poetas nacidos en la década de los setenta (Carlos Pardo, Mercedes Cebrián, Abraham Gragera, Agustín Fernández Mallo, entre ellos), los primeros que llevaron a su poesía los fenómenos de la globalización, las nuevas tecnologías y una nueva reflexión sobre la definición del ciudadano en torno al consumo, según teoriza Martín Rodríguez-Gaona en Mejorando lo presente. Poesía española última (Caballo de Troya). “Nosotros nos estamos aprovechando de sus hallazgos”, señala Pablo, que también ve como una influencia a poetas norteamericanos como John Ashbery.

Sin embargo, tampoco sienten temor a mirar hacia más atrás para reinterpretar a grupos poéticos como el del 27. “La Guerra Civil supuso un corte sobre la percepción de aquella época. Creo que tenemos cosas que descubrir, sobre todo de la obra que hicieron las mujeres aquellos años. Y a nivel poético hay tradiciones que recuperar”, señala Alba, que trabaja en una tesis sobre las mujeres ensayistas del XIX. No son rupturistas absolutos.

Los nacidos en los ochenta quieren saber cuál es nuestra historia, de dónde venimos. Se preocupan por los problemas sociales violencia de género, pero no desde una militancia poética. “Nosotros trabajamos más la Historia de forma simbólica. No hay un discurso explícito”, apostilla Erika. “Son problemas que nos interesan, pero desde el individuo”, afirma Pablo. Lo suyo es una poesía más íntima. En algunos casos como el de Cristian Alcaraz (Málaga, 1990), personalísima. Su poemario Turismo de interior trasluce una fresca iniciación en el sexo homosexual. “Creo que he sido muy sincero. Posiblemente mis próximos poemas no me muestren tanto a mí”, aclara.

Cinismo y pesimismo

El topicazo de ser la primera generación nacida en democracia les ha acompañado siempre. Sin embargo, no creen que las cosas vayan a mejor. Eso sí, sus acciones basculan entre el cinismo, el pesimismo y la necesidad de no callarse. “Creo que no va a haber grandes transformaciones. Y no creo para nada en el progreso”, dice Erika. “Ya, pero el pesimismo no nos hace avanzar”, contrarresta Alba. “Lo que sí que ha desaparecido es el concepto de revolución”, cuestiona Pablo en un pequeño rifirrafe durante la conversación.

¿Y qué opinan de los soportes electrónicos? Ellos fueron los primeros en crecer con un ordenador (a pesar de no existir Internet ni los móviles), pero aún recuerdan los trabajos escritos a mano y alguno, como Alba, prefiere el bolígrafo a la tecla. También se muestran asombrados ante los análisis sobre las redes sociales o Google. “Como estamos en Face-book ya se dice que cambia el contenido de los poemas. Yo creo que no tanto. Eso sí, a mi, Googlebooks me salvó la vida en la tesis”, reconoce Erika.

Ahora esperan que llegue el e-book, aunque sin prisas. Son de una generación que todavía creció con el papel. Son un grupo mixto. Los primeros poetas nacidos en democracia. Quizá todavía en transición.

La ONU amonestó tres veces a España por la Ley de Amnistía

Reprobó al Gobierno el año pasado por mantener la norma de 1977, no investigar el franquismo y descuidar a las víctimas

Rita Barberá prohíbe el himno de Riego en un homenaje a las víctimas de Franco porque “turba” a la gente.

PERE RUSIÑOL – Público – 19/04/2010 06:00

La Ley de Amnistía de 1977 se ha convertido en un quebradero de cabeza para la diplomacia española. Tres informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) amonestaron a España en 2009 por escudarse en esta ley para evitar investigar a fondo los crímenes del franquismo y no atender el ruego de las víctimas.

Durante 30 años, la Transición sólo había dado motivos de satisfacción a la diplomacia española ante la cascada de elogios que cosechaba. Pero la imposibilidad del juez Baltasar Garzón de seguir adelante con su causa para investigar los crímenes del franquismo se le negó la competencia a finales de 2008 y el Tribunal Supremo quiere juzgarlo ahora por supuesta prevaricación ha puesto por vez primera la Ley de Amnistía en el punto de mira de la ONU y de las organizaciones de derechos humanos más prestigiosas, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, ante la interpretación que se está haciendo de la

El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que vela por el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, fue el primero en amonestar a España y lo hizo en términos muy duros. Su documento, publicado el 5 de enero de 2009, muestra “preocupación” por “el mantenimiento en vigor de la Ley de Amnistía” de 1977 y recuerda que “los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles” y que las amnistías “relativas a las violaciones graves de los derechos humanos son incompatibles con el pacto”.

Comisión de expertos

El comité sugirió “la derogación de la Ley de Amnistía”. Y también “tomar las medidas legislativas necesarias para garantizar el reconocimiento de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad por los tribunales nacionales”, crear una comisión de expertos independientes “encargada de restablecer la verdad histórica sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y la dictadura” y “permitir que las familias identifiquen y exhumen los cuerpos de las víctimas y, en su caso, indemnizarlas”.

La diplomacia española contestó indignada el 8 de enero, tan sólo tres días después: lamentó la alusión y la atribuyó al “desconocimiento del origen y significación social de la Ley de Amnistía”: “[El comité] está descalificando una decisión respaldada por toda la sociedad española y que contribuyó a la transición a la democracia a España. La citada ley fue una demanda de toda la oposición democrática y fue una de las primeras leyes aprobadas por consenso por las mismas Cortes que aprobaron la Constitución de 1978”, sostiene el documento remitido por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

La réplica no tuvo efecto. El 19 de noviembre, el Comité contra la Tortura de la ONU volvió a señalar explícitamente la norma porque “el enjuiciamiento de actos de tortura no se debe limitar por el principio de legalidad, ni por el efecto de prescripción”.

A continuación, la exigencia: “El Estado debería asegurar que los actos de tortura, que también incluyen las desapariciones forzadas, no sean crímenes sujetos a amnistía”.

La última tarjeta amarilla llegó el 21 de diciembre, sólo 44 días antes del auto por el que el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela seguía adelante con la querella contra Garzón acusándolo de prevaricar por su interpretación de la Ley de Amnistía.

“No es una ley de punto final”

En sus conclusiones sobre España, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzosas de la ONU cita expresamente de nuevo la Ley de Amnistía y concluye con dos exigencias al Gobierno socialista: “Que todo acto de desaparición forzada será considerado, de conformidad con el derecho penal, delito posible de penas apropiadas que tengan en cuenta su extrema gravedad”. Y que se realizarán “investigaciones exhaustivas e imparciales mientras no se haya aclarado la suerte de la víctima de una desaparición forzada”.

Ni el Comité de Derechos Humanos ni los grupos de trabajo de la ONU tienen valor vinculante, pero sus resoluciones tienen una gran importancia moral y los estados no escatiman esfuerzos diplomáticos para salir bien parados.

España presentó una larga lista de alegaciones, en las que pedía que no se confundiera “la Ley de Amnistía con las denominadas leyes de punto final”, como las de Argentina y Chile, que impidieron iniciar procesos judiciales contra los regímenes dictatoriales anteriores. Es decir, el Ejecutivo precisó que la ley de 1977 no es una ley de impunidad.

Pese a que el 60% de los juzgados que recibieron partes de la causa de Garzón han archivado el caso sin investigar ni citar a las víctimas y el resto está en stand by, el Gobierno replica así a la ONU: “La investigación de las desapariciones forzadas se ha realizado siempre que haya sido instada por los interesados, y no se haya dictado ninguna resolución fundada en la Ley de Amnistía”.

Un frente cada vez más amplio

La comprensión hacia la Ley de Amnistía ha cambiado tanto a nivel internacional que ya forma parte de la agenda de las grandes organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, que lleva años exigiendo que se aborde el asunto, y Human Rights Watch. La causa contra Garzón ha actuado como acelerador. El mes pasado, esta última organización, con sede central en EEUU, inició así su comunicado: “Las autoridades españolas deberían cumplir la recomendación de la ONU de poner fin a la Ley de Amnistía de 1977, en lugar de investigar a un magistrado que busca la rendición de cuentas por los abusos del pasado”.

El frente internacional de acoso a la Ley de Amnistía se amplió también a finales de 2009 con una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No hace referencia a España, sino a Turquía, pero las argumentaciones son tan rotundas que han alimentado las esperanzas de los abogados de derechos humanos en relación con España y han sido incorporadas a la querella presentada en Buenos Aires.

“Aunque el transcurso de más de 34 años sin noticias de las personas desaparecidas puede constituir un fuerte elemento de prueba circunstancial de que estas han muerto durante este lapso, ello no suprime la obligación procesal de investigar”, sostiene el Tribunal de Estrasburgo. Y tras recordar que los delitos de lesa humanidad no prescriben, concluye que “ha habido una violación continua del artículo 2 [del Estatuto de Roma] por el hecho de que el Estado demandado no procedió a realizar una investigación efectiva destinada a aclarar el destino de los nueve hombres que desaparecieron en 1974”.

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Los compromisos de España que obligan a investigar

Las querellas se apoyan en la jurisprudencia internacional
Las querellas presentadas por asociaciones de víctimas contra Luciano Varela -en el Tribunal Supremo- y contra los crímenes de lesa humanidad del franquismo -en Buenos Aires- coinciden en subrayar que España ignora varios convenios que ha firmado y que le obligan a investigar, pese a la Ley de Amnistía de 1977. El magistrado Baltasar Garzón incluyó en su auto el balance provisional de víctimas de la dictadura que hicieron los peritos designados para la causa: entre 136.062 y 152.237 muertos.

Los principios del Convenio Europeo de derechos humanos
En 1950, en Roma, el Consejo de Europa aprobó el Convenio Europeo para la Protección de Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, que España firmó el 4 de octubre de 1979. En su artículo 7. 2, se explicita que “no se impedirá el juicio o la condena de una persona culpable de una acción o de una omisión que, en el momento de su comisión, constituía delito según los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas”.

Castigo para los responsables de los crímenes
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, firmado en 1998 (y que España ratificó ese año), establece ya en su preámbulo que los delitos de lesa humanidad no pueden quedar impunes. Se afirma que “los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional (…) no deben quedar sin castigo (…). Y se recuerda “que es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales”.

El Estado debe proteger a las víctimas
La Asamblea General del 16 de diciembre de 2005 de la ONU aprobó los llamados ‘Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos’. El texto reconoce a las víctimas el derecho al “acceso igual y efectivo a la Justicia, reparación adecuada, efectiva y rápida del daño sufrido” y a la información “sobre las violaciones y los mecanismos de reparación”. Tales obligaciones “deberán reflejarse” en el derecho de cada país. La resolución obliga a los estados a “establecer procedimientos para que grupos de víctimas puedan presentar demandas de reparación y obtener reparación”.

No cabe anmistía para una desaparición
La Convención Internacional para la Protección contra las Desapariciones Forzadas, suscrita por España, estipula que “el delito de desaparición forzada no será considerado delito político, delito conexo a un delito político ni delito inspirado en motivos políticos”.

Personalidades francesas muestran su apoyo al juez Garzón

Profesores universitarios, periodistas, escritores, sindicalistas e intelectuales firman un manifiesto de apoyo al juez español que harán llegar a la embajada de España en París

El magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. EFE/Archivo

Público – 19/04/2010 15:00

Desde hace días cuando se habla de España en el extranjero es para hacerlo del caso Garzón. Varios cientos de profesores universitarios y personalidades de la sociedad francesa muestran su apoyo al juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, procesado por investigar los crímenes de la dictadura franquista en España (1939-1975), en una declaración que ya ha sido firmada por más de 700 personas.

El promotor de esta recolecta de firmas, el profesor de la Universidad de Pau (al sur de Francia) Jean Ortiz, dijo este lunes que este miércoles llevará las signaturas en apoyo a Garzón a la Universidad Complutense de Madrid y las trasladará al colectivo universitario y al movimiento sindical que respaldan al magistrado.

“Es un grupo con gente muy prestigiosa y de un espectro muy amplio”, afirmó Ortiz sobre los firmantes, entre los que se encuentran, por un lado, más de 400 profesores universitarios, y por el otro, personalidades de la cultura y de las artes francesas, así como ciudadanos de a pie.

Entre ellos, Lise London, antigua voluntaria en las brigadas internacionales, oficial de la Legión de Honor y medalla de la Resistencia.

Asimismo, catedráticos universitarios, músicos como Bernard Lubat, escritores como Ramón Chao, o periodistas como Patrick Appel-Muller, director del diario L’Humanité.

En la declaración se reclama que la justicia española abandone esta “persecución infundada” contra Garzón y se alerta de que, si se destituye al juez de sus funciones, la democracia española y su sistema judicial quedarían “gravemente hipotecados”.

Aberración política

El Sindicato Nacional de la Enseñanza Superior (SNESUP), el mayoritario en Francia, mostró en un comunicado su apoyo a esta iniciativa y animó a recolectar más firmas.

El SNESUP protesta “con indignación” contra esta “aberración política e histórica”, resalta el comunicado.

Señala además que comparte las motivaciones de la llamada a la movilización de los sindicatos españoles Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) “contra la persecución de la cual es víctima el juez” Garzón.

El proceso de recogida de firmas sigue abierto y se espera superar las 800 durante el día de hoy.

Un grupo de hispanistas franceses ya se manifestaron el pasado 13 de abril ante la Embajada española en París para mostrar su apoyo a Baltasar Garzón.

Ortiz anunció su colaboración y cooperación con este grupo —tienen previsto realizar una declaración conjunta— y su intención de entregar las firmas a la Embajada de España en París y al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Mary Poppins

ALMUDENA GRANDES – El País –  19/04/2010

El juez Varela se asustó -¿en qué país vive el juez Varela?- y convocó a los corresponsales extranjeros para explicarles lo que ni ellos ni nosotros alcanzamos a entender. Luego, rectificó. Quizás, alguien le recordó a tiempo que eso mismo hizo el Gobierno de Aznar después del 11-M, para desautorizar a la sociedad civil. Por eso, quiero enunciar aquí mi propia explicación. Es muy sencilla, sobre todo para quienes hayan visto Mary Poppins.

Mary sale de paseo con los niños bajo un cielo acorazado de nubes negras y encuentra a su amigo Bart, pintando paisajes sobre las baldosas de la acera. Cuando empieza a tronar, los cuatro se cogen de las manos, cierran los ojos, saltan sobre el más bonito y… ¡Oh! Ahora están en un mundo de dibujos animados a todo color, donde los caballos vuelan y los peces bailan un fox-trot. ¿No es maravilloso?

Ese proceso, cerrar los ojos, cogernos de las manos y saltar sobre un paisaje de irreal felicidad, fue el precio del indiscutible éxito institucional de la Transición española. Es cierto que nos estaban apuntando desde las azoteas, pero lo que vale en una película, no funciona en la realidad. Renunciar a nuestra tradición democrática, omitir una ruptura oficial, expresa y contundente, con el golpe de Estado que causó la Guerra Civil, fingir que toda la sangre derramada durante 40 años no hizo mella en nuestras conciencias, produjo una democracia de colores, vistosa, fotogénica, pero congénitamente débil. Esa fragilidad de Estado sin memoria, sin raíces, edificado en el aire de su propia soberbia, se manifiesta en las grietas, las inconcebibles fisuras que consienten que un partido fascista, y orgulloso de serlo, siente en un banquillo al único juez que ha investigado los crímenes del franquismo. Basta ya. Porque Mary Poppins no era española. Y nunca es tarde para hacer las cosas bien.

Prevaricaciones

ENRIQUE GIL CALVO El País – 19/04/2010

La semana pasada se montó una escandalera nacional a propósito de un acto público de solidaridad con el juez Garzón que la derecha política y mediática, sin duda para hacer olvidar el escándalo Gürtel, aprovechó para rasgarse las vestiduras escenificando su histriónica indignación por lo que calificó de ataque antidemocrático contra el sacrosanto poder judicial. ¿Antidemocrático? Es verdad que en aquel acto, celebrado en sede universitaria (mi propia universidad), un antiguo miembro de ese mismo poder judicial (el fiscal retirado Jiménez Villarejo) pronunció graves descalificaciones contra el juez que instruye la causa contra Garzón y contra los magistrados del Supremo que han de juzgarle. Pero eso no significa que se estuviera violando la separación de poderes, y mucho menos la independencia del judicial.

Es verdad que el poder judicial ha de ser independiente (independencia que al parecer el Supremo no reconoce a Garzón). Pero de ahí a deducir que es intocable y que no se le puede criticar en público, porque ello constituiría un delito de lesa majestad, media un abismo. El poder judicial merece el mismo respeto que los otros dos poderes. Y si la derecha se arroga el derecho a insultar gravemente al ejecutivo y al legislativo, ¿por qué no podría la izquierda descalificar al judicial? Se dice que la magistratura ha de ser respetada por encima del Gobierno y del Parlamento porque estamos en un Estado de derecho. Pero lo que implica el Estado de derecho es el imperio de la ley, no el imperio de los jueces, que están tan obligados a cumplirla en su letra y espíritu como el resto de los mortales. Y cuando los jueces violan el espíritu de la ley, como el fiscal Villarejo y muchos ciudadanos creemos que están haciendo los jueces del Supremo, entonces tenemos legítimo derecho a elevar la voz para denunciarlo en público.

Lo que están haciendo sus colegas contra Garzón es un caso típico de alguacil alguacilado. Es decir, en este caso, de prevaricador prevaricado. Parece ser cierto, a juzgar por lo que dicen los técnicos, que los sumarios instruidos por él pecan por falta de rigor. Sobre todo en el caso de las víctimas ajusticiadas por los franquistas en la Guerra Civil, a las que todavía no se ha hecho justicia. Y Garzón intentó hacérsela, pero utilizando un procedimiento tan equivocado que él mismo tuvo que rectificar, renunciando a instruir el sumario. Ergo no llegó a haber delito de prevaricación. Esta figura delictiva es confusa y difícil de aplicar, pues no se sabe dónde acaba la independencia del juez y empieza la prevaricación, creándose amplio margen para la inseguridad jurídica. Por eso, esta figura podría aplicarse todavía con mayor razón al juez Varela que al juez Garzón. Veamos por qué.

En realidad, un juez sólo puede prevaricar en dos supuestos. El primero es cuando acepta cohechos de justiciables sujetos a su jurisdicción o los extorsiona para obtenerlos, según el infame ejemplo del juez Estevill. Se podrá alegar que éste es el caso del juez Garzón con el señor Botín, pero eso sería rizar el rizo del formalismo rigorista, lo que ya fue rechazado por la Sala Penal de la Audiencia Nacional. Por lo demás, todos los jueces asisten a seminarios patrocinados por la banca: y en esto, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En cuanto al segundo supuesto de prevaricación, se produce cuando el juez administra justicia en contra de una persona física o jurídica con manifiesta parcialidad. El ejemplo reciente más notorio es el del juez Gómez de Liaño, que montó una causa falsa contra el Grupo PRISA y sus principales responsables en el caso Sogecable, mereciendo la condena del Supremo por prevaricación (e incluso entonces la Corte de Estrasburgo sancionó a España por no haberse juzgado a Liaño con imparcialidad). Y este mismo supuesto es el que ahora se le quiere imputar a Garzón en el caso de las víctimas del franquismo.

Pero este segundo supuesto, que sí se le podía imputar a Liaño, en absoluto se le puede aplicar a Garzón. Para que ese segundo supuesto de prevaricación tenga consistencia hace falta que existan víctimas de la prevaricación. Víctimas como PRISA, Cebrián y Polanco en el caso Liaño. Pero en el caso Garzón no hay víctimas. ¿O es que acaso Falange Española y Manos Limpias son víctimas del prevaricador Garzón? No, a Garzón se le está acusando de un delito sin víctimas. Pues las únicas víctimas que hay en este caso son las del franquismo, que todavía no han obtenido tutela judicial efectiva (como Garzón intentó ofrecerles aunque fracasó). Y si no hay víctimas no hay delito de prevaricación. En cambio, en la causa que instruye Varela contra Garzón, sí que hay una víctima designada de antemano, por lo que quizá se esté incurriendo en el segundo supuesto de prevaricación.

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Garzón: “Ahora y así, no me puedo ir”

Apología de Franco en el iPhone

La aplicación iFranco se publicó el 14 de abril

ROSA JIMÉNEZ CANOEl País18/04/2010

Portada de la aplicación en un iPhone-

La aplicación, publicada en la misma fecha que se proclamó la II República, 14 de abril, aparece entre las destacadas en la tienda de aplicaciones de Apple para iPhone, iPod y iPad, AppStore en la categoría “Estilo de vida”.

Esta apología de Francisco Franco con una biografía sesgada, discursos en vídeo y audio ha pasado el filtro del gigante de Cupertino muy cuidadoso con los contenidos de política o sexuales. También se incluye un mapa de Google con las instrucciones para llegar al Valle de los Caídos.

Por 79 céntimos de euro se puede descargar un archivo de más de 20 megas con una biografía favorable al dictador. De hecho en la versión del programa se especifica: “iFranco. Versión 1.0. iFranco recopila información relacionada con una etapa y época especial que vivió España”.

Algo parecido sucedió en Italia. En el mes de febrero apareció iMussolini que llegó a convertirse en la aplicación más descargada.

Ruth Vilar Díaz ha creado un grupo en Facebook para evitar que este tipo de aplicaciones estén disponibles: “No más app. de dictadores para menores de edad, en la apple store”.

La invisibilidad de las víctimas

JUAN DIEGO BOTTO – El País –  18/04/2010

Al bisabuelo español de mi hija

La primera persona que va a ser juzgada por los crímenes del franquismo es precisamente la única que ha pretendido investigarlos. Esta paradoja cuestiona la naturaleza de nuestro Estado de derecho y nuestra democracia. La transición nació fruto del siguiente pacto: Estado de derecho sí, pero vamos a hacer un aparte con este genocidio y estos crímenes de lesa humanidad para que sea posible avanzar. Y así se desarrolla nuestra democracia, manteniendo en los aparatos del Estado a quienes habían administrado la dictadura.

Mi generación (nacidos en 1975) siempre pensó que era cuestión de tiempo, que cuando la democracia estuviera asentada llegaría el momento de las víctimas. Lo que ha ocurrido es precisamente lo contrario. Este auto del juez Luciano Varela es el equivalente a la peor de las leyes de punto final. Peor, porque en este país ya nadie pedía sentar en el banquillo a los responsables. Lo único que se pedía era dar amparo a víctimas y familiares.

Preguntémonos con qué autoridad moral se asienta un Estado de derecho que investiga a quien comete un asesinato pero no a quienes cometen 100.000; que investiga la desaparición de una niña pero no la de decenas de miles de personas; que persigue a quien roba un coche pero no a quien organiza un entramado para robar niños. Sobre esa estructura es improbable que alguien llegue a confiar en sus instituciones. La mejor manera de garantizar que ningún grupo ose alzarse de nuevo contra la democracia es demostrar que la justicia será con ellos implacable. Pero a quienes lucharon por la República se les ha premiado con una fosa común con vistas al olvido.

Según las encuestas, la mayoría de los españoles prefiere la democracia a la dictadura franquista, a la que la mayoría considera sangrienta. Ello presupone que cualquier gobierno en estos años de democracia estaba legitimado para enfrentar una tarea que, sin embargo, ninguno acometió.

Se trataba, simplemente, de catalogar esos delitos como lo que son y, más importante aún, ofrecer reparación a las víctimas. Si desde el Estado se cometieron los crímenes -y se hizo además desde las fuerzas del Estado y en nombre del Estado- es éste, sin duda, el que debe asumir buscar, desenterrar y averiguar cómo fueron eliminados sus ciudadanos. La visibilidad de casi 1.000 víctimas del terrorismo etarra es uno de los grandes aciertos de la democracia española; sin embargo, la lacerante invisibilidad de los al menos 113.000 desaparecidos y miles de torturados, encarcelados y exiliados es una de sus más imperdonables deudas.

En cuanto a la Historia, se recurre a menudo al argumento de la equidistancia: “Por ambos bandos se cometieron atrocidades”. Sí, muy probablemente el bando republicano cometiera crímenes de guerra. Todos deberían ser investigados. Ahora bien, eso no puede nunca oscurecer el hecho históricamente nítido de que la contienda tuvo un responsable, un bando que se sublevó contra la democracia y que ello derivó en una guerra. Más aún, no se puede negar que hubo durante la guerra y también en los años posteriores a ella un plan sistemático para acabar con un grupo político o ideológico.

Ampararse en que ambos bandos cometieron atrocidades para igualar a los contendientes sería tanto como afirmar que no se puede juzgar a los nazis porque los aliados también cometieron crímenes. Sin lugar a dudas las cometieron. Es difícil pensar que los bombardeos sobre Dresde no fueran un crimen de guerra. Eso, sin embargo, no ampara ni una sola de las atrocidades cometidas por los nazis.

Para sostener que hubo prevaricación, el juez Varela señala que la Ley de Amnistía impide juzgar los crímenes del franquismo. Pues bien, aclaremos que la propia Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas pide la nulidad de dicha ley, porque los delitos de lesa humanidad y genocidio no pueden estar sujetos a leyes de amnistía. Son delitos considerados tan graves que no se permite a los políticos el derecho de amnistiarse ni arrebatar a las víctimas el derecho a obtener justicia. Por otra parte, esa interpretación que coloca la Ley de Amnistía por encima del amparo a las víctimas es contradictoria con los artículos 10.2 y 96.1 de la Constitución, en vinculación con varios tratados y convenciones internacionales suscritos por España.

Varela indica, además, que los delitos han prescrito, pero eso solo sería posible si se observa cada caso individualmente, es decir, si se niega la existencia de crímenes masivos y por ende, la intencionalidad del franquismo de cometerlos, dado que los crímenes de genocidio y lesa humanidad no prescriben.

Varela señala también que Garzón ha incumplido la Ley de la Memoria Histórica al usurpar tareas que corresponden a la administración, lo cual es falso, porque dicha ley señala en su disposición adicional segunda que las previsiones contenidas en la misma son compatibles con el ejercicio de las acciones establecidas en las leyes o tratados y convenios internacionales suscritos por España.

Cuando la justicia da cobertura a una dictadura a costa de negar auxilio a sus víctimas, cuando se actúa de espaldas a la voluntad de la mayoría, ¿qué Estado de derecho es éste? ¿Qué democracia es ésta?

Juan Diego Botto, hijo de desaparecido de la dictadura argentina, es actor.

Conferencias sobre memoria

Mañana (el martes 20 de abril) sigue el seminario interdisciplinario “History, Memory, Politics” organizada por el Helsinki Collegium for Advanced Studies:

Finnish historical memory
April 20, Tuesday, 16.00 – 18.00

Helsinki Collegium for Advanced Studies, Fabianinkatu 24, seminar room (1st floor to the right)

16.00 – 16.30 – Sirkka Ahonen, Social Memory as an Ethical Project: The Case of the Finnish Civil War 1918
16.30 – 17.00 – Seppo Hentilä, Politics of Memory: The Finnish-German Brotherhood of Arms, 1940-1944
17.00 – 18.00 – Discussion

Sirkka Ahonen is Professor emerita of History and Social Sciences Education at the University of Helsinki. In 2006–2008 she worked as a teacher of history at the United World College in Mostar (Bosnia and Herzegovina). Her research work covers the domains of history education, historical identity, school politics and history of educational sciences. She is the author of The form of historical knowledge and the adolescent conception of it (1990, dissertation, in Finnish); Clio Sans Uniform. A Study of the Post‑Marxist Transformation of the History Curricula in East Germany and Estonia 1986‑1991 (1992); A No-History Generation. The Reception of History and the Construction of Historical Identity by Young People in the 1990s (1998, in Finnish); Common School – Equality or Uniformity? Equal Educational Opportunity in Finland from Snellman to today (2003, in Finnish). She participated in international research and development projects in the fields of historical consciousness, history education in post-conflict societies and school politics. Her current research deals with the uses of history in post-conflict societies.

Seppo Hentilä is Professor and Chair of Political History at the University of Helsinki. His main research interests include politics of history, political uses of history and the post-War German history. Recently, he has established a research team to examine the disputed political culture of Finland in 1970s (so-called “Finlandization”). His recent publications in German and English include “Treibholz oder Stromschnellenboot? Zur finnischen Erinnerungskultur während des Kalten Krieges”, Vergangenheitspolitik und Erinnerungskultur im Schatten des Zweiten Weltkrieges. Deutschland und Skandinavien seit 1945, ed. R. Bohn, Chr. Cornelissen, K. Chr. Lammers (Essen: Klartext, 2008); “Finland and the two German States: Finland’s German Policy in the Framework of European Détente”, Eastern and Western Europe in the Cod War, 1965-75, ed. W. Loth, G.-H. Soutou (London: Routldedge, 2008); “Maintaining Neutrality between the Two German States: Finland and Divided Germany until 1973”, Contemporary European History 15/4 (2006).

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El miércoles día 12 de mayo dos profesores visitantes, invitados por el área de Literatura general, darán una conferencia en la Universidad de Helsinki (edificio principal, sala 14). A las 13.15 la profesora Irene Kacandes (Dartmouth College) hablará sobre tema de Traumatic Memory in Familial and Cultural Contexts y a las 14.30 el profesor Philippe Carrard (Dartmouth College) dará su conferencia titulado From Life to Text: Toward a Poetics of the Memoir“.