Vendedores de biblias contra Hitler

Magdalena Reuter, una testigo de Jehová alemana, cuenta su paso por los campos de concentración en el II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica

TEREIXA CONSTENLA El País28/04/2010

Magdalena Reuter, superviviente del campo de concentración de Ravensbrück- DAVID ARRANZ

La alemana Magdalena Reuter no guarda rencor por los años que pasó en el campo de concentración de Ravensbrück. Salta a la vista en su discurso, optimista y casi naïf. Pero hay un hecho biográfico que apuntala su falta de resentimiento con contundencia: se casó con un antiguo soldado alemán que vigiló el gueto de Varsovia. El encuentro entre ambos fue posible gracias a su activismo religioso como testigos de Jehová. “Nos contábamos experiencias”, recordó hoy ella en Salamanca, poco antes de la clausura del II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica.

La religión fue la causa de la caída en desgracia de la familia de Magdalena (los Kusserow tenían 11 hijos) y también fue su tabla de salvación. “De alguna manera mi padre nos preparó para lo que ocurriría, avisando de que venían tiempos difíciles”, recordó. Su padre, un antiguo oficial alemán que había combatido en la I Guerra Mundial, fue encarcelado por vez primera en 1936. Los testigos de Jehová no eran del agrado del Führer. En sus revistas habían criticado la deriva totalitaria y lunática del dirigente. Quería ser Dios. Una afrenta para los creyentes. “Heil quiere decir también salvación y eso no puede venir de un hombre, y menos de Hitler”, explicó Reuter.

Así que Magdalena y sus hermanos sufrieron el escarnio de sus compañeros de escuela y los golpes del maestro por negarse a participar en la ceremonia en la que ensalzaban a Hitler. Tres de sus hermanos fueron encerrados en reformatorios durante siete años. Sólo en 1945 pudieron reencontrarse con los demás. Wilhem, otro de los Kusserow, fue fusilado en 1940 por negarse a ir a la guerra. “Cada día le visitaban oficiales para hacerle desistir pero él estaba decidido”.

Magdalena, nacida en 1924, fue arrestada a los 16 años por primera vez y enviada a un campo de concentración en cuanto cumplió los 18. Llegó a Ravensbrück en febrero de 1942. En el patio aún había un gran árbol de Navidad y, bajo las ramas, se esparcían cadáveres de judíos.

Durante tres años, en los que se reencontró con su madre, vivió en el barracón de los testigos de Jehová, lo que le proporcionó una red afectiva que le ayudó a sobrellevar la infamia del encierro. También se envalentonaban: se negaron a trabajar en la fábrica de armamento de Siemens y a coser bolsas para los soldados. El propio Himmler las golpeó y ordenó que las castigasen durante días por su boicot a la guerra. Irónicamente, cuando abandonaron el campo en los últimos días del conflicto, caminaron hasta una finca del propio Himmler, donde un empleado las cuidó. En septiembre de 1945 regresó a su casa. Su padre reunió a la familia, citó al maestro del pueblo para afearle la conducta y pasaron página.

Ella fue una de los 4.200 prisioneros que llevaron cosido en el uniforme un triángulo violeta, que identificaba a los testigos de Jehová en los campos. Se calcula que murieron 1.490, entre ellos 253 sentenciados a muerte. Tras los judíos, fue el segundo colectivo religioso más perseguido por el régimen nazi. Una unidad especial de la Gestapo había comenzado a registrarlos desde 1936. Su resistencia, pacífica, y sus denuncias -en 1938 editaron un libro donde se recogía el plano de un campo de concentración- les convirtieron en un grupo detestable para el nacionalsocialismo. Una parte de los alemanes contrario a Hitler salió de las filas de “bibelforscher” (vendedores de biblias) como los Kusserow.

La Corte de Chile rechaza investigar el asesinato de Carmelo Soria

La familía del diplomático fallecido durante la dictadura de Pinochet lleva más de treinta años de juicios para que se condene a los culpables

El País28/04/2010

El diplomático español Carmelo Soria fue asesinado en 1976, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Un caso que seguirá cerrado más de 30 años después, ya que la Corte Suprema de Chile rechazó el miércoles reabrir la investigación por el secuestro y asesinato del diplomático para indagar supuestos nuevos antecedentes, tal y como pedían abogados del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y de la acusación particular, encabezada por Carmen Soria, hija de la víctima. El máximo tribunal del país confirmó así la resolución del juez Héctor Carreño del pasado 29 de marzo, tal y como informaron fuentes judiciales.

En el fallo se explica que la petición de la parte querellante, que pretendía entrevistar a varios agentes del gobierno militar, no se especifica de forma adecuada. “Las diligencias carecen de precisión y detalle, desconociéndose su necesidad y los objetivos que se persiguen con ellas, de tal forma que resultan absolutamente genéricas”, sostiene el documento. Una decisión que no debió sorprender a Carmen Soria, quien ya anunció a finales de marzo que recurrirá ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos la negativa de la Justicia chilena de investigar la muerte de su padre, tal y como ha hecho en las sucesivas demandas que han sido desestimadas.

Más de un intento fallido

Soria fue secuestrado el 14 de julio de 1976 y su cadáver, con huellas de tortura, fue encontrado dos días después en un canal de Santiago. Según consta en el proceso, el asesinato fue cometido por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) chilena, la policía secreta del dictador Augusto Pinochet, pero ninguna persona ha sido condenada por él.

Casado con una hija del escritor chileno José Santos González-Vera, era funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organización de las Naciones Unidas con sede en Santiago. La ONU pidió entonces que se abriera una investigación sobre el crimen, pero en 1979 la Justicia del régimen sobreseyó el caso.

Al acabar la dictadura, el proceso fue reabierto en 1991, pero se archivó en 1996 al considerar que los presuntos delitos estaban dentro de la Ley de Amnistía de 1978.

El caso volvió nuevamente a los tribunales en octubre de 2003, en el marco de una querella presentada por la familia Soria contra Augusto Pinochet, de la que el Estado chileno se hizo parte, pero en agosto de 2004 el alto tribunal rechazó una vez más la reapertura. El último intento por castigar a los culpables tuvo lugar en 2009, que fue desestimado por el juez Carreño.

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La justicia argentina declara inconstitucional el indulto que Menem concedió al general Videla

El dictador y su ex ministro de Economía volverán a ser juzgados por el golpe de Estado de 1976, el secuestro de los dos empresarios y la desparición de un funcionario

El País28/04/2010

Jorge Rafael Videla, ex militar y dictador argentino, dentro de un vehículo de la policía de Argentina a su llegada a un juzgado para testificar en el caso de los niños robados a prisioneros políticos durante la dictadura militar argentina de 1976- 83- REUTERS

La Corte Suprema de Justicia Argentina ha declarado inconstitucionales los indultos que el Gobierno de Carlos Menem concedió al dictador Videla y a su ministro de Economía José Martínez de Hoz, por considerar imprescriptibles los delitos de lesa humanidad. Este fallo no modifica la situación de Videla, condenado a cadena perpetua en 1985 por crímenes de lesa humanidad, pero sí podría provocar la detención en las próximas horas de José Martínez de Hoz . Ambos volverán a ser juzgados por su participación en el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y que dio paso a la dictadura, por el secuestro de los empresarios Federico y Miguel Gutheim y la desparición del funcionario del Ministerio de Economía Juan Carlos Casariego de Bel.

El ex presidente argentino Carlos Menem firmó en 1989 y 1990 dos tandas de indultos que beneficiaron a a más de 1000 personas, entre ellas represores, guerrilleros, imputados por delitos comunes, participantes de distintos levantamientos y los militares responsables de Malvinas .

El fallo dictado ahora por el alto tribunal argentino confirma decisiones judiciales anteriores y pertenece a la causa que investiga el secuestro de los Gutheim, propietarios de una empresa algodonera que estuvieron presos cinco meses entre 1976 y 1977 como medida de presión para que aceptaran un contrato de exportación beneficioso para el gobierno de facto. Durante su cautiverio, los Gutheim pasaron por dos cárceles de la capital argentina e incluso mantuvieron reuniones con funcionarios que intentaron presionarlos para concretar el negocio que pretendía la dictadura. Tras su liberación, los empresarios demandaron al Estado y en septiembre de 1990 fueron indemnizados con unos 16.000 dólares.

No será el único proceso que afrontará el dictador en los próximos meses. Videla y el dictador Reynaldo Bignone serán juzgados desde el próximo 20 de septiembre por la apropiación de 33 bebés durante el último gobierno de facto (1976-1983), en el marco de una causa conocida como “Plan sistemático de robo de bebés”. La causa fue instruida por el juez federal Norberto Oyaribe, quien el año pasado ordenó que Videla, el primero de los cuatro presidentes de la dictadura, cumpliera prisión preventiva en el penal de Campo de Mayo, a las afueras de Buenos Aires, en vez de hacerlo en su domicilio. Bignone, el último presidente del régimen militar, fue condenado la semana pasada a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad cometidos en los denominados “años de plomo”, que causaron unos 30.000 desaparecidos.

“No entiendo el castigo a Garzón por rastrear la memoria”

JUAN CRUZ El País – 28/04/2010

Gelman vive comprometido con la búsqueda de desaparecidos.- G. LEJARCEGI

Juan Gelman, el poeta argentino, cumple 80 años el 3 de mayo. Parece que tiene 32 menos.

Hay algo de radiante en él, y en su esposa, Mara La Madrid, psicoanalista, o, como ella dice, “speakanalista”.

Ambos celebran, con una alegría muy privada, algo que ocurrió en 2000 y cambió sus vidas. Luego él ganó el Cervantes, publicó más libros, pero como aquello no hubo nada, ni habrá nada.

Él lo relata ahora, en este desayuno frugal, como si lo estuviera diciendo por vez primera. Mara le aporta algún dato, y explica: “Para él es tan emocionante; cualquier palabra se le quiebra mientras lo dice”.

Fue el año 2000, cuando los esfuerzos, sobre todo de Mara, dieron el fruto de encontrar a la nieta de Juan, que nació del matrimonio de su hijo y de María Claudia García Iruretagoyena, secuestrados y asesinados por los militares argentinos en 1976. María Claudia estaba embarazada. Se supo que de ese embarazo nació “un baby”, hasta ahí llegaron las noticias. Juan desgrana el proceso de la búsqueda, que duró tres años. Con los primeros indicios, Mara y él vinieron a ver al juez Garzón; tocaron en el Vaticano, en el Gobierno uruguayo, pero en todas partes sólo había hilillos y desesperanzas.

Hasta que en el año 2000 las evidencias les llevaron a Uruguay. Una gran campaña, organizada a partir de la generosidad de sus amigos José Saramago y Eduardo Galeano, alertó como una campana universal, y llegó a los oídos de alguien que había oído…, y así sucesivamente.

El encuentro con la nieta (primero en la residencia del obispo de San José, Uruguay, que ayudó, y después, casi clandestinamente, en la casa de Galeano) fue a tientas, casi, porque había que establecer todos los elementos analíticos que añadieran ciencia al convencimiento. Antes de ese encuentro, Gelman relataba esa búsqueda como si los ojos se le fueran a salir, con las lágrimas, de las órbitas. Su camisa blanca, las flores amarillas de la mesa, la sonrisa de Mara pespunteando las erratas del relato…, todo conspira para que en esa mirada haya ahora una sonrisa que todavía abraza el momento del reencuentro definitivo con quien para él (y para muchos) fue símbolo de la supervivencia frente a la barbarie. Macarena Gelman, la nieta, que ahora tiene 32 años.

Detrás de esa búsqueda han nacido muchos símbolos y su decidida defensa, también, de los que buscan en otros lugares a sus desaparecidos. Esa actitud fue la que le llevó a escribir en este periódico, el 12 de febrero, un artículo breve sobre lo que sucede con el juez Garzón. Gelman tituló: No se entiende nada. Ayer le preguntamos, cuando ya ha consumido su sexto cigarrillo, si ahora entiende. Y dijo: “Sigo sin entender nada. No se entiende que se pretenda castigar a un juez que está buscando la memoria de una nación, necesaria para la construcción de una ciudadanía de memoria sana, capaz de construir hacia adelante, a partir de la conciencia de lo ocurrido”.

Ha consumido su zumo, sus frutas, y nosotros le hemos mirado hablar. No hemos dicho nada de la comida, Juan, le decimos. “Di que desayuno así, casi nada. Y que en España me gusta el jamón”. ¿Y además? “Y además, el jamón”. Hay en su mirada, ahora, un alivio que se parece a la alegría.

‘La vida de los otros’, en versión real

El Encuentro de Centros de Memoria Histórica evoca con testimonios y cifras la represión en la ex Europa comunista – Las atrocidades de la Stasi, al descubierto

TEREIXA CONSTENLA El País28/04/2010

Soldados de la RDA cargan con el cuerpo de Peter Fechter, a quien mataron ante el muro de Berlín.- EFE

Ulrich Mühe murió en 2007, tras haber rozado una sarcástica gloria. Un año antes había sido encumbrado por su interpretación de un eficaz capitán de la Stasi, la ubicua policía secreta de la República Democrática Alemana, que debía espiar a una pareja de artistas. En el filme, La vida de los otros, el capitán lograba convertir a la espiada en espía del régimen. Una más. La película logró el Oscar y miles de aplausos. Mühe estaba impresionante. Hasta aquí la gloria. ¿Cuál era el sarcasmo? Que la primera esposa del actor había colaborado con la Stasi en el pasado.

Lo único bueno de los archivos de la Stasi es que existen. Cualquier alemán tiene derecho a consultar si hay información sobre él y quién la proporcionó. Y vaya si quieren. Más de 2,6 millones de personas han escrutado los fondos para averiguar si fueron espiados y por quiénes desde que se abrieron los archivos del régimen comunista, en 1992. Contra algunos temores apocalípticos, el ansia de saber no iba de la mano del afán de venganza. “No conocemos ni un solo acto violento de una víctima contra su acusador”, dijo ayer Helge Heidemeyer, representante del Comisionado Federal de Documentos de la Stasi, en el II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica, que se celebra en Salamanca.

La Stasi fue puntillosa, obsesiva. Puestos en fila, sus archivos ocuparían 51 kilómetros. En aquel universo cerrado que todo lo oía, la desconfianza se convirtió en un arma de supervivencia. “Enfrentarse al pasado a veces es doloroso y emotivo, pero pone su vida en sus manos. Ahora ya saben quién espiaba y quién no, pueden probar si han sido víctimas de la Stasi y rehabilitar su nombre si no colaboraron”, contó Heidemeyer.

Porque Alemania oriental pareció durante unos años un país de espías. Hasta 174.000 personas colaboraron con la policía comunista en 1989, justo antes de la caída del muro de Berlín. Ese mismo año, en Polonia, los “soplones” no llegaban a los 100.000, según datos aportados ayer por Krzysztof Persak, del Instituto Nacional de la Memoria de Polonia.

El encuentro, que organiza por segunda ocasión el Centro Documental de la Memoria Histórica, pone en su sitio a los archivos, un arma incontestable contra la reescritura histórica o la tentación del silencio. Ya lo avisó el poeta Juan Gelman: “Desaparecen los dictadores de la escena y aparecen inmediatamente los organizadores del olvido”. En las oficinas de la Stasi lo hicieron a la carrera destruyendo documentos y grabaciones con cualquier método. “Los quemaron, le echaron agua y también los hicieron trizas con las manos, pero no fueron destruidos por completo”, contó Heidemeyer. Son el grupo de los “predestruidos”. Ocupan unas 15.500 cajas. Ya han logrado rehacerse 40.000 páginas. Gracias a lo recuperado se ha desenmascarado algún cargo parlamentario que negaba haber colaborado con la policía secreta.

La transparencia del Comisionado Federal de Documentos de la Stasi sirvió de guía para otros países de pasado comunista como Polonia, que comenzó a ajustar cuentas con su historia reciente en 2000, con la creación del Instituto Nacional de la Memoria. “Durante la transición se consideró agitadores a quienes pedían abrir los archivos y se destruyeron muchos documentos”, contó Krzysztof Persak, investigador e integrante de la Comisión para la Persecución de Crímenes contra la Nación Polaca.

El Instituto Nacional de la Memoria, además de custodiar 89 kilómetros de archivos de servicios represivos de la era comunista, promueve investigaciones penales y ha acusado a 400 personas por crímenes, torturas o detenciones. “El problema es llevar ante la justicia a los jueces militares que firmaron condenas de muerte, porque se tapan entre ellos”, lamentó Persak.

Las deportaciones masivas a la URSS o las limpiezas étnicas contra polacos cometidas por nacionalistas ucranios son algunos de los asuntos que investiga el instituto, cuyo director falleció en el accidente aéreo en el que perecieron numerosas autoridades de Polonia, incluido su presidente Lech Kaczynski, justo cuando viajaban hacia Rusia para participar en un acto de desagravio por la matanza de Katyn. La URSS, responsable de aquella matanza de 22.000 polacos, negó su participación e incluso permitió que el tribunal de Núremberg juzgase por ello a varios oficiales nazis, finalmente, absueltos.

La farsa se destapó en 1990 gracias al presidente Mijaíl Gorbachov, que entregó a su colega polaco Jaruzelski la lista de los fusilados y otros documentos. Las investigaciones iniciadas entonces se cortaron en seco en 2004, bajo el mandato de Putin, cuando se ordenó declarar secreto de Estado 116 de los 183 tomos de la investigación. De nuevo, los organizadores de olvido.

A veces reaparecen sobre terreno ganado. El Tribunal Constitucional de Rumania declaró inconstitucional la ley que desnudaba la represión del régimen de Nicolae Ceausescu. “Contenía veneno”, opinó el tribunal. Dragos Petrescu, del Consejo Nacional para el Estudio de los Archivos de la Securitate, desveló la clave: “Los jueces del Constitucional necesitan tener más de 15 años de experiencia. ¡Habían accedido durante el antiguo régimen!”. En Rumania, la colaboración con la Securitate no era obligatoria, pero se incentivaba gracias al chantaje y a las prebendas como la autorización para viajar a Occidente. Lo vital y complejo que resultaba salir del país se aprecia con nitidez en la película Cómo celebré el fin del mundo (2006), en la que un niño de siete años, Lalalilu, planea asesinar al dictador para impedir que su hermana huya de Bucarest en 1989.

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Represión con nombres y apellidos

– Un encuentro internacional analiza en Salamanca el papel de los archivos para resarcir a las víctimas de las dictaduras comunistas

República Democrática Alemana. El Comisionado Federal de Documentos de la Stasi, que tiene 90 millones de euros y una plantilla de 1.700 trabajadores, guarda 31.000 grabaciones y 1,4 millones de documentos gráficos captados por la Stasi.

Polonia. El Instituto Nacional de la Memoria dispuso de 53 millones de euros en 2009. Emplea a 2.170 personas. Unas 200.000 personas han consultado los archivos de la represión.

Rumania. El Consejo Nacional para el Estudio de los Archivos de la Securitate custodia 1,8 millones de volúmenes de los servicios secretos de entre 1945 y 1989.

El Holocausto con voz eslovena

Babelia avanza en primicia el prólogo que Claudio Magris ha hecho para el libro imprescindible de Boris Pahor, ‘Necrópolis’ (Anagrama), sobreviviente del nazismo

WINSTON MANRIQUE SABOGAL El País26/04/2010

“Es una de las obras maestras de la literatura del Holocausto” Con esta contundencia define Claudio Magris Necrópolis, de Boris Pahor, uno de los sobrevivientes eslovenos del horror del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. El escritor italiano se refiere en esos elogiosos términos en el prólogo que acompañará la edición española del libro que Anagrama pondrá a la venta el próximo 13 de mayo. Ante la trascendencia del valor testimonial y literario de Necrópolis, Babelia adelanta hoy este texto de Magris en ELPAIS.com, donde tras estas páginas el lector se encontrará con un Boris Pahor cuyo nombre y obra queda ya unido al de otros autores que han narrado desde su experiencia el infierno del Holocausto, tales como Primo Levi, Elie Wiesel, Imre Kertész, Robert Antelme y Jorge Semprún.

“La mirada micrológica del autor atrapa lo esencial -el horror difícilmente expresable- desde partículas aparentemente insignificantes y coloca cada cosa, aunque sea mínima, dentro de una perspectiva global, dentro de la totalidad de la vida y de los procesos naturales e históricos”. Es la mirada del italiano Magris sobre el texto que ha creado Pahor, un hombre de 97 años nacido en Trieste y que estuvo en varios campos de concentración como Dachau y Natzweiler-Struthof en la Alsacia francesa, y el primero de los campos de la muerte que fue descubierto por los Aliados en 1944.

Una historia que parte, se reconstruye y vivifica a partir de una visita que Boris Pahor realiza a ese antiguo campo de la muerte de la Alsacia en medio de los turistas que hoy lo recorren. A partir de ahí, el autor logra imbricar de manera natural ese presente bullicioso de gente que pasea y quiere homenajear y no olvidar, con el infernal pasado evocado y revivido en una prosa poética. El escritor entabla un diálogo consigo mismo y con el resto del mundo. Todo ello esparcido de reflexiones sobre sentimientos, emociones, ideas y sensaciones conocidas y desconocidas que crean una cartografía de lo mejor del ser humano pero también de los precipicios empeñados en crear él mismo.

“Con este gran libro Pahor afronta la tortuosa pesadilla de la culpabilidad del superviviente, de quien ha regresado”, analiza Claudio Magris, autor de títulos como El Danubio. “Él no se deshace de la culpa, la asume como asume la presencia a cada instante de su existencia vivida en la necrópolis, que no sólo es la necrópolis de ese lugar y de los campos de concentración, sino la existencia en general”.

La narración de Pahor describe un mundo aterrador creado por Hitler y el nazismo que aunque ya contado por otros autores aquí parece y se aparece diferente. Su voz, con sus frases, metáforas y recuerdos son como una cerilla que se enciende en la oscuridad del mal.

Una de las imágenes que podría acercarse a lo que este libro contiene en forma y fondo y su trascendencia es la coincidencia y fusión de un hecho fortuito de la naturaleza con la maquinación del ser humano: “Así, la luz sorprendió en su nido a un gorrión que había muerto de hambre antes de que le saliesen las plumas y que ahora se mueve inerte de acuerdo con los movimientos de la mano que ejecuta las órdenes del examinador”.

Es la vida de un Boris Pahor que de joven tuvo la suerte de tener el dedo meñique malo, cubrirlo con una venda y gracias a eso poder contarlo. Un hecho “bendito” que le permitió “jugar al escondite con el destino”. Las páginas de Necrópolis también repasan la historia del pueblo esloveno, su cultura, el destino que por momentos se ensaña con ellos mientras ellos se rebelan contra la asimilación. Una obra imprescindible como escribe Magris en el prólogo que se puede leer hoy en la edición digital de este diario.

Ya en las páginas del propio libro se escuchan voces, pisadas, lluvias; escapan susurros; se ven los uniformes a rayas blancas y violáceas, la oscuridad; se percibe la esperanza que habita detrás de los montes Vosgos que no llegará hasta 1944; se siente el frío de la nieve, el anhelo y los remordimientos por comerse el pan del que ya no volverá; los temores agazapados que no dejan dormir. “La puerta sigue cerrada. En el bosque empieza a ulular un búho, surgido de repente de la imaginación amedrentada de un niño que se ha dejado llevar por el cuento de su abuela. El suelo está sembrado de bultos de los que crecen blancos cuerpos desnudos”.

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Extracto de la novela imprescindible de Boris Pahor ‘Necrópolis’

Las víctimas acudirán también a la Justicia en Berlín

Los abogados preparan un pleito para investigar la ayuda nazi en las masacres de Franco

Ciudadanos se manifiestan ante la Audiencia Nacional, el pasado día 8.

PERE RUSIÑOL – Público – 22/04/2010

La querella presentada en Buenos Aires por familiares de las víctimas de Franco no será la única iniciativa jurídica que promoverán fuera de España. Los abogados de las asociaciones de memoria histórica preparan una demanda ante los tribunales de Alemania reclamando una reparación por la responsabilidad de las empresas y autoridades alemanas que colaboraron con los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Franco, particularmente en el bombardeo de Gernika.

Ante la dificultad de avanzar en España 35 años después de la muerte del dictador a Baltasar Garzón se le impidió investigar y ahora está a un paso del banquillo, mientras que el 60% de los juzgados que asumió los casos ya los ha archivado sin ni siquiera indagar , los abogados de las víctimas se han planteado explorar todas las posibilidades en el exterior, ya sea exprimiendo el principio de jurisdicción universal o buscando la relación directa con España.

El pasado 14 de abril, los familiares de dos víctimas del franquismo presentaron una querella en la Cámara Federal de Buenos Aires. El proceso está aún pendiente de la aceptación a trámite pero ha generado tantas esperanzas entre los familiares de las víctimas que ya se están preparando nuevos casos para aportar a los tribunales argentinos.

En Europa se están explorando también varias posibilidades, sobre todo en Alemania. En este caso, la vía elegida es un pleito civil por la responsabilidad de las empresas alemanas que, bajo el impulso del régimen nazi, colaboraron con Franco para masacrar a civiles.

Tras la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la doctrina Nuremberg, Alemania y sus empresas han indemnizado a miles de víctimas de la barbarie nazi, que tuvo en la guerra civil española un auténtico prólogo y campo de entrenamiento.

El bombardeo de Gernika es el caso más emblemático: la masacre fue perpetrada por la fuerza áerea nazi, equipada con los equipos más punteros elaborados por las empresas alemanas en colaboración con el régimen.

En un mes

Los abogados españoles plantearán el pleito civil como la mejor vía de forzar también una investigación de los crímenes del franquismo y la ayuda que recibió de Hitler. La semana que viene tienen previsto viajar a Hamburgo y Berlín para trabajar el pleito con expertos del Center for Constitutional and Human Rights, una organización que ya participó en la demanda contra Mercedes-Benz por supuesta colaboración con la dictadura argentina en la desaparición de obreros. Su previsión es presentar la demanda en un mes.

Antes de verano, las víctimas también tienen previsto acudir al Parlamento europeo para defender la candidatura de Garzón al Premio Sájarov, y al puesto de Defensor del Pueblo europeo.

Parlamentarios chilenos repudian el “hostigamiento a Garzón”

46 legisladores de la oposición firman una declaración de rechazo al proceso abierto en España contra el magistrado que “lideró las investigaciones para juzgar a Pinochet”

El País22/04/2010

La Plataforma contra la Impunidad del Franquismo presenta firmas a favor de Garzón en la Audiencia Nacional de Madrid- Samuel Sánchez

46 parlamentarios chilenos han firmado una declaración pública de apoyo al juez Baltasar Garzón, que afronta tres causas por prevaricación en el Tribunal Supremo español, una de ellas por investigar los crímenes del franquismo. En el escrito, los parlamentarios, 44 diputados y dos senadores de la oposición, manifiestan su “solidaridad con quien ha velado de manera inagotable y ejemplar por el respeto de los derechos humanos incluso más allá de las fronteras de su propia nación”, con especial referencia a las investigaciones emprendidas por el magistrado para juzgar al dictador Augusto Pinochet por los “crímenes de lesa humanidad practicados durante 30 años de gobierno de facto en Chile”.

“Estamos convencidos del respeto y afecto que el juez Garzón se ha ganado entre la gran mayoría de los chilenos”, señala el documento, que “repudia” de forma categórica “el hostigamiento del que está siendo víctima el juez Garzón en su país”. En opinión de este grupo de legisladores chilenos, encabezados por los diputados Tucapel Jiménez, Hugo Gutierrez y Osvaldo Andrade, “resulta insólito que el mundo deba presenciar esta cruel paradoja, en que un grupo de personajes de dudosa calidad moral, reconocidos en su país por su férrea defensa de los más terribles horrores del franquismo, emprendan un juicio para perseguir a quien tanto ha dado a las víctimas de los derechos humanos”.

Finalmente, el escrito llama a “todos los diputados y demócratas de Chile a sumarse a este repudio, de manera de garantizar que esta farsa judicial quede en los anales de los episodios más vergonzosos de la historia reciente”.

Los parlamentarios chilenos se suman así a los múltiples actos internacionales de apoyo recibidos en las últimas semanas por el juez tras la causa por prevaricación abierta por el Tribunal Supremo, especialmente en Argentina, donde varias asociaciones han presentado una querella contra el juez Varela, instructor de la causa.

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Más de 100.000 firmas a favor de Garzón

Gelman y la “morriña futura”

El poeta argentino recoge en Santiago la distinción de Escritor Galego Universal

DIANA MANDIÁ El País21/04/2010

El poeta argentino Juan Gelman, ayer en el claustro del Pazo de Fonsexa de Santiago.- PATRICIA SANTOS

Juan Gelman, argentino, hijo de ucranios, nacido en un barrio judío de Buenos Aires, exiliado en Italia, España, Nicaragua, Francia, Estados Unidos y México, donde todavía vive, es desde ayer escritor gallego universal. “Algo que me confirma que soy argentino”, bromeó tras recibir la distinción que cada año, desde 2006, otorga la Asociación de Escritores en Lingua Galega (AELG) . Tras varios días en Galicia, en los que dictó conferencias -como la del lunes en A Coruña- y ejerció de invitado de honor de la Cea das Letras, a Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) le tocó hablar de su concepción de la poesía y de su relación con los que buscaron en su país trabajo y libertad.

Gelman no los nombró a todos -“son tantos que llevaría demasiado tiempo”, -, pero sí tuvo un recuerdo para Seoane, Castelao o Lorenzo Varela, así como para los artesanos, obreros, campesinos e intelectuales que desde el siglo XIX fundaron centros gallegos por todo el país. “Todos ellos contribuyeron a la riqueza material y espiritual de Argentina”, aseguró, antes de echar mano de la “morriña futura” de su compatriota Roberto Arlt, que decía comprender la nostalgia del emigrante tras visitar Galicia en los años 30.

Gelman es el segundo latinoamericano distinguido con el premio de Escritor Galego Universal tras Elena Poniatowska, que lo recibió el año pasado. Como la escritora y periodista mexicana, el poeta argentino, de 79 años, sigue escribiendo y opinando sobre un mundo que no deja de preocuparle. “Vivimos una época gris, en un mundo globalizado en el que lo material se impone y el poder intenta manufacturarnos y uniformarnos”, aseguró. En ese mundo, lamenta, no hay mucho lugar para “el difícil menester de la escritura”, y menos para el verso. “La poesía es inútil porque no tiene valor de mercado. Tampoco Saturno lo tiene, pero la poesía está cargada de vida”, defendió.

Cuando en 2007 recibió el Premio Cervantes, algún periodista le hizo la pregunta de rigor Le pidió que definiera la poesía. “Un árbol sin hojas que da sombra”, declaró entonces. La misma frase elegida para titular su discurso de agradecimiento, que pronunció en el Salón Nobre del Pazo de Fonseca ante el presidente de la AELG, Cesáreo Sánchez Iglesias; el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, y la vicerrectora de Cultura de la Universidade de Santiago, Elvira Fidalgo Francisco. Todos resaltaron la dimensión ética y estética de la obra de Gelman. “No escapó a la realidad de su tiempo, aun cuando le expropiaron su patria, sus lugares de amor y de infancia”, recordó Sánchez Iglesias.

La vida del poeta que se hizo la pregunta que respondería Mario Benedetti, otro exiliado universal –¿Y si Dios fuera una mujer? era el verso- explica también la de la Argentina de las últimas décadas. No sólo por ser el poeta vivo más conocido de su país, sino también por sufrir en carne propia las mismas tragedias que otros muchos de sus compatriotas. El exilio y la pérdida de sus hijos y de su nieta, que recuperaría muchos años después, hicieron mella en su carácter y en su obra, a medio camino entre el intimismo y el realismo crítico. Cesáreo Sánchez Iglesias citó al periodista mexicano Carlos Monsivais para explicarlo: “La existencia del horror requiere la poesía”.

En realidad Juan Gelman escribía desde mucho antes del horror, por lo menos el que le tocaría vivir en su familia. Su primera obra, Violín y otras cuestiones (1956) nació a la sombra de su militancia en el Partido Comunista y de la revista Pan duro, que no marcaba fronteras entre poesía y política. El Juan Gelman joven que todavía vivía en Buenos Aires experimentaba entonces con el lenguaje de los suburbios, el mismo de la canción popular. En 1963 vivó la luz Gotán, tango en argot lunfardo, y ya entonces llamaba a resistir (hay que aprender a resistir/ no a irse ni a quedarse/ a resistir). Gelman aprendió a hacerlo: en 1976, tras el golpe que encumbró a Videla al poder, dejó Argentina para comenzar su largo periplo como exiliado. En 1982, poco antes del fin de la dictadura, falleció su madre, y Gelman escribió para ella, entre Ginebra y París, un extenso poema de despedida. Vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo/ ¿por qué no me esperaste un poco más?, se preguntaba el exiliado Gelman.

Argentina reconquistó la democracia, pero el poeta no regresó. En 2007 salió de la imprenta su última obra, Mundar, y a pesar de su longevidad no ha dejado de escribir. Habla de “obsesión” para explicar su apego a los versos, y confiesa que los poemas nunca se le acaban. “No hay palabras gastadas, la poesía es lo que no se puede nombrar”, aventura. Por eso los temas que aún le atormentan -la infancia, el amor, el exilio o la revolución-lo convierten, dice, no en el Dios Poeta de Huidobro, sino “en un mendigo que persigue una magia que no se le da”.

“Habrá reclamaciones internacionales contra España por la causa a Garzón”

Un ex relator de la ONU vaticina “consecuencias nefastas” para procesos de paz

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País21/04/2010

Leandro Despouy.-

“Estoy completamente seguro de que el eventual procesamiento del juez Garzón dará origen a reclamaciones internacionales contra España, porque es clarísimo que un juez no puede ser procesado por abrir una investigación sobre violaciones de derechos humanos, respaldada plenamente por el derecho internacional”, asegura el jurista argentino Leandro Despouy, que fue el Relator especial de Naciones Unidas sobre independencia de magistrados y abogados y que ocupa actualmente la Auditoria General de la Nación (equivalente al Tribunal de Cuentas español).

Despouy está asombrado: “No se entiende muy bien si todo esto es una propuesta para echar al juez Garzón o para hacerle Premio Nobel”, ironiza. No sonríe, sin embargo, cuando advierte que España no objetó sino que respaldó el informe aprobado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un documento histórico, en el que se establece el derecho inderogable de las víctimas y familiares de violaciones de derechos humanos a conocer la verdad sobre los hechos acaecidos. “Es una necesidad imperativa que dicho derecho se encuentre contemplado en el sistema jurídico de cada Estado (…) El derecho a la verdad garantiza el conocimiento de lo acaecido a través de la acción del poder judicial”, establece el documento.

El presidente de la Auditoría General expresa su profunda preocupación por la repercusión que puede tener el caso Garzón en todo el mundo. “Si yo siguiera siendo ahora mismo relator, reclamaría mucho cuidado porque los Estados tienen la obligación positiva, según el derecho internacional, de investigar las violaciones de derechos humanos y sancionar a un juez por ese motivo es inconcebible”.

Leandro Despouy lamenta que España, que ha sido origen de precedentes de gran trascendencia para el avance del derecho internacional, con sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Constitucional, de enorme importancia, se vea ahora en un camino de vuelta atrás. “Suena muy triste que todo ese prestigio atesorado pueda perderse”, vaticina. Despouy recuerda que la sentencia del Constitucional español que reconocía la competencia española para enjuiciar delitos de genocidio, tortura y terrorismo cometidos en Guatemala, ha sido y sigue siendo fundamental para la mejora institucional de ese país. “Si lo de España, a través del caso Garzón, termina mal, muchas dictaduras van a sentirse liberadas del peso jurídico y moral que ha significado la presión internacional para que se investiguen esos delitos”, explica.

Para el ex relator de Naciones Unidas la eventual suspensión de Garzón sería vista como “un frenazo terrible” en el avance del derecho internacional en su lucha contra la violación de los derechos humanos. Todo este tema va a traer consecuencias nefastas en muchos procesos de transición de dictaduras y conflictos donde la influencia de España había, hasta ahora, alentado procesos de paz fundados en la búsqueda de la verdad, se lamenta.

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