Jubilar a Garzón por investigar crímenes

JULIÁN CASANOVA El País – 13/02/2010

La sombra de la dictadura de Franco es alargada. No resulta fácil olvidar ese periodo prolongado de autoritarismo, sus miles de asesinatos, sus humillaciones, torturas y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Pero, precisamente por esas mismas razones, hay también muchas personas que no quieren que se recuerde.

El proceso para suspender de sus funciones al juez Baltasar Garzón es la última proyección oscura que el franquismo nos lanza más de 30 años después de su muerte oficial. Dicen que Garzón tiene pocos amigos en el Consejo General del Poder Judicial, cuya Comisión Permanente es la que ha acordado por unanimidad iniciar los trámites para esa suspensión; que algunos no le perdonan sacar a la luz los trapos sucios del caso Gürtel; y que otros tienen con él viejas disputas que saldar. Pero todo comenzó, recordémoslo, cuando en mayo del año pasado el Tribunal Supremo admitió a trámite una querella contra Garzón por asumir la investigación de los crímenes del franquismo.

La democracia española y sus principales instituciones tienen un serio problema con las historias y recuerdos que afloran de la República, de la Guerra Civil y de la dictadura. Y todo se resume en un déficit de educación democrática y, como consecuencia de él, en la persistencia en el falseamiento de la historia, en no haber sabido poner en marcha políticas públicas de memoria para aprender de ese pasado.

Aprender, por ejemplo, de la Segunda República, un régimen sobre el que se pueden hacer diferentes valoraciones, pero que, en cualquiera de los casos, y comparado con lo que siguió, merece un puesto de honor en la historia de la política del siglo XX español. Nunca lo creyeron así los políticos de la Transición y nadie desde los poderes de la democracia actual se atreve a defenderla, pese a que España fue durante cinco años, el tiempo que los militares golpistas permitieron, una República parlamentaria y constitucional, con elecciones libres, sufragio universal y gobiernos responsables ante las Cortes. Casi nadie recuerda a sus dirigentes, muertos la mayoría de ellos en el exilio, a quienes presidieron sus instituciones, hicieron sus leyes y dieron el voto a todos los ciudadanos, incluidas las mujeres.

España comenzó los años treinta con una República y acabó la década sumida en una dictadura derechista y autoritaria. El discurso del orden, de la patria y de la religión, se impuso al de la democracia, la república y la revolución. La larga dictadura de Franco, que mató, encarceló, torturó y humilló hasta el final, durante cuatro décadas, a los vencidos, resistentes y disidentes, culpó a la República y a sus principales protagonistas de haber causado la guerra, manchó su memoria y con ese recuerdo negativo crecieron millones de españoles en las escuelas nacionales y católicas. Nada hizo la transición a la democracia por recuperar su lado más positivo, el de sus leyes, reformas, sueños y esperanzas, metiendo en un mismo saco a la República, la guerra y la dictadura, un pasado trágico que convenía olvidar.

Bastaron, sin embargo, tres años de guerra para que la sociedad española padeciera una oleada de violencia y desprecio por la vida del otro, por la deshumanización del contrario, sin precedentes. Por mucho que se hable de la violencia que precedió a la Guerra Civil, para tratar de justificar su estallido, está claro que en la historia del siglo XX español hubo un antes y un después del golpe de Estado de julio de 1936. Además, tras el final de la Guerra Civil en 1939, lo que se instaló en España durante mucho tiempo fue una historia de propaganda, mentiras, intimidación y crimen.

El juez Baltasar Garzón pidió investigar las circunstancias de la muerte y el paradero de decenas de miles de víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco, abandonadas muchas de ellas por sus asesinos en las cunetas de las carreteras, junto a las tapias de los cementerios, enterradas en fosas comunes, asesinadas sin procedimientos judiciales ni garantías previas. Como los poderes políticos nunca tomaron en serio el reconocimiento jurídico y político de esas víctimas, fue un juez quien tomó la iniciativa, el mismo, por cierto, que actuó contra los GAL, envió a prisión a cientos de terroristas de ETA u ordenó el arresto de Augusto Pinochet.

En vez de permitir que ese pasado de degradación y asesinato político se investigue, de intentar comprender y explicar por qué ocurrió, condenarlo y aprender de él, un sector de jueces, de políticos y medios de comunicación se muestran encantados con la idea de sentar en el banquillo a Baltasar Garzón, inhabilitarlo durante el tiempo suficiente para darle la jubilación.

La posible inhabilitación de Garzón no hará desaparecer el recuerdo, el verdadero rostro de esa dictadura asesina, porque nadie ha encontrado todavía la fórmula para borrar los pasados de tortura y muerte, que vuelven una y otra vez. Servirá para demostrar, eso sí, la indiferencia y desprecio que algunos poderes siguen mostrando desde la democracia hacia la causa de esas víctimas y de todos aquellos que quieren honrarlas.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

El proceso contra Garzón

No se entiende

JUAN GELMAN 12/02/2010

* * * * * * *

La caza

FRANCISCO JAVIER ÁLVAREZ GARCÍA 12/02/2010

* * * * * * *

La nieta de Negrín pide ser oída en el Supremo

El tribunal rechaza las pruebas que solicitó para exigir la recusación de sus magistrados en el caso contra Garzón

NATALIA JUNQUERA – Madrid – 12/02/2010

* * * * * * *

Amnistía ve “inédito” que Garzón pueda acabar en el banquillo

La nieta de Negrín dice que los jueces del caso juraron fidelidad a Franco

NATALIA JUNQUERA – El País – 13/02/2010

* * * * * * *

Ni leyes ni justicia

JOSÉ SARAMAGO – El País– 13/02/2010

* * * * * * *

Reivindicar a Garzón

MANUEL CAAMAÑO – El País – 13/02/2010

La izquierda política y judicial se moviliza para apoyar a Garzón

Procesarle “sería el peor golpe desde el 23-F”, asegura un grupo de intelectuales

JULIO MARTÍNEZ LÁZARO – El País – 12/02/2010

La delicada situación del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, a quien el juez del Tribunal Supremo Luciano Varela está a punto de sentar en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo, multiplicó ayer las muestras de apoyo y solidaridad hacia el magistrado por parte políticos, juristas e intelectuales de izquierdas. El portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, pidió respeto a las instituciones judiciales que tienen que decidir si expulsan a Garzón de la Audiencia Nacional, pero dijo que el magistrado es “un profesional decente” al que deseó “que le vaya lo mejor que le pueda ir en este trance”.

La reacción más contundente fue la del primer fiscal Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, ya retirado, que en declaraciones a la cadena SER aseguró: “La extrema derecha española ha conseguido poner a su servicio a una parte de la magistratura. Es así. Seis magistrados del Tribunal Supremo y cinco vocales del Consejo General del Poder Judicial, lo cual ya es gravísimo en sí mismo”. Jiménez Villarejo atribuyó la situación de Garzón a actitudes “de recelo, de envidia, de venganza”. “Es el juez que más se ha enfrentado a ETA y a su entorno, el que más eficazmente ha combatido el narcotráfico y la delincuencia financiera. Desarticuló las cuentas secretas del BBVA en Jersey o el caso Pretoria, que alcanza a Prenafeta y Alavedra. Combatió la guerra sucia contra el terrorismo del GAL, el caso Gürtel de corrupción en el seno del PP, las dictaduras latinoamericanas… El factor determinante es que se atrevió a lo que nadie se había atrevido: a investigar las desapariciones forzadas, cien mil desapariciones”.

El coordinador de Izquierda Unida, Cayo Lara, manifestó en nombre de toda la organización su “completa solidaridad” con el magistrado de la Audiencia Nacional y denunció la “terrible paradoja” que puede producirse si Garzón acaba siendo juzgado. Tras expresar su “escrupuloso respeto” al Tribunal Supremo, no dejó de “valorar” que se haya permitido “que llegue hasta aquí la persecución al magistrado”.

Un grupo de intelectuales, que integran escritores como Juan Goytisolo y José Manuel Caballero Bonald, entre otros, suscribieron un manifiesto de apoyo al juez Garzón en el que muestran su “preocupación” por los pasos dados por el Tribunal Supremo. El manifiesto, para el que solicitan adhesiones en la dirección de correo electrónico hemosconocidolanoticia@gmail.com, lo firman también la política y abogada Cristina Almeida, el cantautor Paco Ibáñez, los escritores Manuel Rivas y Fanny Rubio y catedráticos como el arabista Pedro Martínez Montávez o el filólogo Joan Oleza. También lo suscriben, entre otros, el sociólogo José Vidal Beneyto, el hispanista Ian Gibson, el coordinador del grupo para la recuperación de la memoria histórica Matías Alonso Blanco, el penalista Miguel Ángel Rodríguez Arias y Carmen Negrín, nieta del último presidente del Gobierno de la II República.

Los juristas e intelectuales dicen que se consideran “sentados en el mismo banquillo que el juez Garzón” y “tristemente convencidos” de que asistiremos, en palabras de Manuel Rivas, ‘al kafkiano proceso de un tribunal que encausa, en carne, a la Justicia, sufriendo con ello nuestra Democracia el peor golpe desde el 23-F”.

El juez chileno Juan Guzmán, que ha sido citado por Garzón como testigo, aseguró a la cadena SER que a él también podían haberle acusado de prevaricación, porque no aplicó un decreto de amnistía que dejaba sin investigar crímenes de lesa humanidad. “Técnicamente no podían reabrirse, pero consideré que eran ilegítimos. Así pude procesar a Pinochet en tres ocasiones y a numerosos agentes estatales y militares que hoy día cumplen pena porque hubo un juez que se atrevió a ir más allá de la normativa que impide a los jueces actuar”.

Guzmán encontró “increíble” que se quiera juzgar a jueces que investigan crímenes contra la Humanidad. “Es como una traición a la propia judicatura” prosiguió el magistrado chileno, a quien le hicieron renunciar a la carrera. “Me impidieron llegar a la Corte Suprema, el sueño de todos los magistrados para culminar su carrera judicial. Garzón es un juez de instrucción de selección, por no decir el mejor que ha habido en el mundo”.

La Unión Progresista de Fiscales (UPF) siguió la estela de Jueces para la Democracia y aseguró que sentar a Garzón en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo supone “criminalizar la discrepancia jurídica”. La UPF respaldó la investigación de los crímenes contra la Humanidad porque “se ajusta completamente a la legalidad nacional e internacional”. Según los fiscales progresistas, la actuación de Garzón “de ningún modo puede considerarse jurídicamente infundada o arbitraria”, y su trayectoria profesional “no se hace acreedora a ser acusado y sentado en el banquillo por iniciativa de organizaciones relacionadas con la derecha más extrema de este país, herederas directas de algunas de las implicadas en los crímenes investigados”.

El Seminario Internacional de Derecho y Memoria Histórica de la Universidad Carlos III criticó ayer el auto del juez Luciano Varela “que desprecia la terrible realidad” de los crímenes de la dictadura franquista. “Denunciamos la resolución del juez Luciano Varela como acto contrario a la cultura democrática y a los derechos humanos”, terminan.

Un documental sobre el maquis

Os cuelgo aquí el documental La guerrilla de la memoria de Javier Corcuera (2002) sobre el maquis en España. Si lo veis entero, podéis reconocer a personas que aparecen (ficcionalizadas, desde luego) en La voz dormida.

[googlevideo http://video.google.com/videoplay?docid=5196216466361894539#]

Vicens Vives era otra historia

Una exposición y la recuperación de sus principales obras evocan, en el centenario de su nacimiento, al gran referente de la historiografía española moderna

CARLES GELI El País11/02/2010

¿Cómo España acabó en una guerra civil? ¿Y Cataluña, tan alejada y castigada? Preguntas como ésas forjaron la trayectoria de Jaume Vicens Vives (1910-1960), renovador de la historiografía española, “el primero y único que en una época podía salir de España y homologarse con sus colegas europeos”, como afirmó Raymond Carr. Esa figura desapareció prematuramente hace ahora 50 años, cuando también se cumplen cien de su nacimiento. Doble motivo para el Año Vicens Vives, que ayer abrió una conferencia del hispanista John Elliott y la exposición Jaume Vicens Vives y la nueva historia, en el Museo de Historia de Cataluña.

[leer todo el artículo]

El proceso contra Garzón en El País ayer y hoy

“Conde-Pumpido apunta que la Fiscalía no apoyará la suspensión de Garzón

El Fiscal General del Estado recuerda que su departamento no acusa al juez en ningún proceso.- El informe no es vinculante

JULIO M. LÁZARO – El País – 10/02/2010

* * * * * * *

Garzón convoca a juristas internacionales para que declaren a su favor

El magistrado recurre ante el Supremo el auto de procesamiento de Varela y pide que se acepten nuevas pruebas

JULIO M. LÁZARO – El País – 10/02/2010

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha interpuesto este miércoles un recurso ante el Supremo contra la decisión de Luciano Varela -el instructor de la investigación contra el magistrado por supuesta prevaricación en la causa de la Guerra Civil y el franquismo- de pedir respaldo a la Sala de lo Penal para que siga adelante el proceso. En su auto Varela atribuía a Garzón un delito sancionado con inhabilitación de 12 a 20 años.

Garzón ha solicitado que el auto de Varela quede sin efecto y ha convocado a varios magistrados internacionales y expertos en el proceso contra el franquismo para que declaren a su favor. Entre los jueces que solicita que comparezcan están Carla del Ponte -antigua fiscal jefe del TPI de la antigua Yugoslavia- , Eugenio Raúl Zaffaroni -uno de los jueces que declaró inconstitucional la ley de punto final en Argentina-, Juan Guzmán Tapia -quien abrió causa contra los responsables de la dictadura chilena-, Hugo Relva- coordinador de Justicia de Amnistía Internacional-, Sergio García Ramírez -magistrado de la Corte Internacional- y Eduardo Freile -presidente de la Cámara Federal de Buenos Aires y autor de resoluciones contra las leyes de punto final en Argentina-.

Garzón pide además la declaración como testigos de los magistrados de la Audiencia Nacional Ricardo Prada, Ramón Sáenz Valcárcel y Clara Bayarri, que apoyaron la competencia del magistrado para investigar los crímenes del franquismo. Incluye también en la lista al antiguo fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, al fiscal de la Audiencia Nacional Javier Zaragoza y a un grupo de expertos en el proceso contra el franquismo.

El magistrado de la Audiencia Nacional considera en su recurso que los argumentos del juez Varela son “insostenibles”, “incomprensibles” y sin fundamento jurídico.

Las posibilidades de que el recurso prospere son casi inexistentes, y si finalmente la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo no revoca la decisión, Varela preparará el juicio oral contra Garzón.

Varela aseguraba en sus 54 folios de escrito que Garzón no pretendió investigar los “horrendos crímenes” de la dictadura franquista, sino que obró “con la finalidad de eludir la decisión del legislador sobre el régimen de localización y exhumación de las víctimas”. De acuerdo con los argumento de Varela, Garzón se extralimitó tras aprobarse la ley de Memoria Histórica al hacerse cargo del control de las localizaciones y exhumaciones de los cuerpos sin vida de las víctimas de la dictadura y además “ignoró conscientemente” la Ley de Amnistía.

La Sala de lo Penal que tendrá que decidir si respalda la petición de de Varela está formada por los jueces conservadores Juan Saavedra, Adolfo Prego, Francisco Monterde y Juan Ramón Berdugo, y por el progresista Joaquín Jiménez, que admitieron a trámite las querellas contra Garzón del seudosindicato ultraderechista Manos Limpias, de Libertad e Identidad y Falange Española de las JONS.

El juez ha interpuesto el recurso un día después de que la Comisión Permanente del Poder Judicial comenzara los trámites para suspenderlo de funciones. El fiscal General del Estado, Candido Conde-Pumpido, ha apuntado hoy que el dictamen del fiscal encargado de analizaresta solicitud será negativo.

* * * * * * *

Juristas internacionales se movilizan para testificar a favor de Garzón

La defensa impugna el “insostenible” e “infundado” auto del juez Varela

JULIO M. LÁZARO – El País – 11/02/2010

[…]

Uno de los argumentos que el instructor de la causa contra Garzón por investigar el franquismo, Luciano Varela, usa contra el juez de la Audiencia es la no aplicación de la Ley de Amnistía, que, según Varela, le obligaba a cerrar el caso. En su nuevo recurso, Garzón propone como testigos a siete juristas de prestigio internacional para demostrar que los crímenes contra la humanidad no son amnistiables conforme a tratados internacionales suscritos por España.[…]

* * * * * * *

Los fiscales progresistas también apoyan a Garzón

El presidente de la Audiencia Nacional cree que la ideología de los jueces puede determinar el proceso

El País – 11/02/2010

El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzon, suma apoyos entre la judicatura ante la posibilidad de que el Tribunal Supremo le impute por dos causas distintas y sea suspendido por el Consejo General del Poder Judicial. Si ayer el abogado del magistrado daba a conocer que juristas de gran prestigio internacional habían accedido a testificar a favor de Garzón y que la asociación Jueces para la Democracia le respaldaba, hoy ha sido la Unión Progresista de Fiscales quien ha defendido públicamente al juez.

En un comunicado, la asociación ha querido “manifestar su solidaridad y apoyo” a Garzón. En su opinión, la investigación de los crímenes del franquismo “y su consideración como crímenes contra la humanidad” es “completamente ajustada a la legalidad nacional e internacional”, por lo que la actuación del magistrado “de ningún modo puede considerarse jurídicamente infundada o arbitraria”.

Los fiscales, además, recuerdan que la iniciativa contra Garzón nace de “organizaciones relacionadas con la derecha más extrema de este país, herederas directas de algunas de las implicadas en los crímenes investigados” y finalizan: “Criminalizar la discrepancia jurídica en base a querellas palmariamente sospechosas pone en grave peligro la función jurisdiccional y la independencia judicial”.

[…]

* * * * * * *

La asociación del instructor de la causa contra Garzón apoya al magistrado

Jueces para la Democracia expresa su “honda preocupación” por la decisión de Varela y consideran que el juez no prevaricó

El País – 10/02/2010

La asociación de Jueces para la Democracia, a la que pertenece Luciano Varela, el instructor de la causa penal contra el juez Baltasar Garzón por su actuación prevaricadora al investigar los crímenes del franquismo, ha mostrado su apoyo al magistrado de la Audiencia Nacional y ha expresado su “honda preocupación” por la decisión de Varela de pedir respaldo a la Sala de lo Penal para que siga adelante el proceso.

A través de un comunicado, la asociación ha recordado que “la causa se abrió exclusivamente a instancias de asociaciones que podrían calificarse como de extrema derecha, herederas ideológicas del franquismo”, en alusión a Manos Limpias, Libertad e Identidad y Falange Española de las JONS. Por ello, pese a su respeto a la independencia del Tribunal Supremo, Jueces para la Democracia ha manifestado su “opinión contraria” a que estas asociaciones utilicen el proceso penal para sentar en el banquillo al “único juez que, a instancias de familiares de desaparecidos durante la represión franquista, ha tratado de articular una respuesta procesal penal adecuada a las demandas de aquellos olvidadas durante décadas”.

La asociación señala que en el seno de la propia sala de lo penal de la Audiencia que le declaró no competente hubo “discrepancias” al respecto, por lo que concluye que la actuación del juez es “jurídicamente discutible y, por lo tanto, no opuesta frontalmente a la legalidad”. Añade, además, que la investigación llevada a cabo por Garzón no perjudicó a nadie, ya que “no existe ninguna persona o grupo que haya visto limitados sus derechos por la instrucción”, y considera que no puede llamarse “prevaricadora” a una actuación que, “acertada o equivocadamente desde una perspectiva jurídica”, trata de dar respuesta a las demandas de “las víctimas de crímenes contra la humanidad, así declarados por las Naciones Unidas en 1946, por el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo”.

Por último, la asociación ha reiterado su apoyo a las víctimas de la represión franquista y de sus familias y “a cuantas iniciativas ciudadanas se lleven a cabo para conseguir la más completa reparación de las mismas, y, en especial la apertura de las fosas diseminadas por todo el país”.

Cuánto cuento

MARUJA TORRES El País – 11/02/2010

Érase una vez un dragón muy malo, muy malo y muy pérfido. Se llamaba Garrzón, y con sus actuaciones tenía atemorizada a la gente más buena de un país muy bonito llamado Ehpaña. Esas bondadosas personas habitaban todas en la región Amnesia Bendita, que últimamente se les estaba poniendo perdida de agujeros, debido a que el dragón Garrzón usaba hollar con sus garras las calles de la ciudad, ahondando en los socavones urbanos en busca del pasado. Al dragón le acompañaba siempre en sus incursiones la pérfida bruja Memo Riaistórica, un pozo sin fondo de rencor cuyo único objetivo era sembrar el enfrentamiento y la discordia en el reino. Tampoco en el campo se veían tranquilos estos sencillos ciudadanos. Cuando salían a cazar pacíficamente jabalíes y cosas así, los antaño calmos montes, tan bucólicos -con sus fosas, comúnmente denominadas comunes, cubiertas de hierbas-, presentaban un aspecto amenazador.

Los afligidos súbditos no sabían qué hacer ni a quién acudir, y le rezaban a san Augusto Pinochet. ¿Habría algún guerrero lo bastante valeroso para oponerse al vil dragón Garrzón? ¿Podría un mercenario enfrentarse a la furia de la Bestia y de su cómplice, la Bruja? Sufrían mucho, los pobrecillos, y, por las noches, en sueños, veían un hueso por aquí, una calavera por allá, y se llevaban tremendos sustos. Habían perdido toda esperanza cuando, en el horizonte, cara al sol e impasible el ademán, aparecieron un grupo de héroes y heroínas legendarios: el justiciero Man O’Slimpias, las hermanas Liberty e Identity, y el prestigioso Falan Gespa Ñola. Mas no iban solos. Tras ellos caminaban airosamente Mary Provida, Mary Demagogia y el señor Odios, que también puede pronunciarse Ohdiós.

Las afligidas almas respiraron con satisfacción. Ahora sólo tenían que hallar, en la Justicia, a implacables justicieros como ellos. Lo más triste es que los encontraron.

Adiós a Gorete

JULIO LLAMAZARES El País – 14/12/1990

El pasado día 17 de noviembre fallecía en León, a la edad de 87 años y en el más oscuro de los anonimatos, Gregorio García Díaz, Gorete. A la mayoría de los lectores, seguramente, ni el apodo ni el nombre les dirán nada. Pero a quienes, como yo, los aprendimos al arrimo de la lumbre o caminando en la nieve cuando los años cincuenta se despedían de España -y a quienes, sobre todo, tuvimos la fortuna de llegar a conocer al hombre que con su vida alimentó de leyendas las largas noches de invierno de nuestra infancia-, el nombre de Gorete nos trae recuerdos de un tiempo que ya se ha ido y de un mundo en el que los cuentos servían para decir lo que la radio callaba. Gregorio García Díaz, Gorete, había nacido en Lillo, un pequeño pueblecito de León colindante con Asturias, allá por el año de 1903, en el seno de una humilde familia campesina dedicada, como todas en la zona, al cuidado de los prados y las vacas. Campesino fue también él, lo mismo que sus abuelos y que sus padres y, aunque desde muy joven dio muestras de su particular tesón y de un temple y valentía extraordinarios (durante los años de la República, por ejemplo, llevó a cabo en solitario la aventura de viajar en bicicleta hasta Madrid; y vuelta, pedaleando 800 kilómetros durante una semana, para asistir a un mitin de Manuel Azaña), nada hacía presagiar que, con el tiempo, su apodo acabaría convirtiéndose en un nombre de leyenda para los habitantes de aquella zona de España.

Todo empezó con la guerra. Una guerra que a Gorete, entonces de 33 años, le sorprendió en su pueblo dedicado a la política local (fue presidente del pueblo con tan sólo 27) y al cuidado de sus prados y sus vacas y que le arrastró en seguida, después de atravesar en plena noche las montañas, a combatir en el frente del Norte enrolado en las tropas republicanas. Cuando éste cayó en el otoño de 1937, Gorete, como tantos, se escondió en las montañas y así fue como empezó la increíble aventura que le iba a convertir en un nombre de leyenda y en un mito popular para todos cuantos nacimos y vivimos hacia la mitad del siglo en las perdidas aldeas de los montes leoneses y asturianos. Lo que empezara una noche como una huida desesperada se iba a acabar convirtiendo -sin que el propio Gorete entonces, claro está, lo imaginara- en una de las páginas más crueles de la guerra y en uno de los destierros más solitarios de los que guarda memoria la última historia de España: durante 11 años, tres meses y cinco días (años, meses y jornadas que Gorete apuntó en su propio cinto haciendo muescas con la navaja), permaneció escondido en una cueva de su pueblo, completamente solo, como un Robinson Crusoe de las montañas.

La relación de sus aventuras, reales o legendarias, es, como cabe pensar, ciertamente impresionante. Yo mismo, en Luna de lobos, la novela que escribí para recoger los cuentos que de los hombres del monte me contaron en mi infancia, intercalé dos de ellas, precisamente las mismas que algún crítico avisado descalificó en su momento por demasiado fantásticas: aquella en la que el maquis, el mosquetón a la espalda y la guadaña en las manos, siega a la luz de la luna la hierba de una familia que le ha ayudado, y aquella otra en la que asiste desde el monte y a través de los prismáticos al entierro de su padre (de su madre, en realidad, en el caso de Gorete) para bajar después en plena noche al cementerio a ver su tumba, caminando de espaldas sobre la nieve para confundir sus huellas y envuelto, para evitar ser visto, en una manta blanca. Hubo más, muchas más, alguna incluso todavía más fantástica. Como cuando escapó en plena noche a un cerco de varios guardias, o como cuando se cayó desde 10 metros de una peña y permaneció cuatro días sin poder incorporarse, temiendo haberse roto la columna y no tener otro remedio que suicidarse. Pero lo peor no fueron esas anécdotas, por más que fueran las que le hicieran a los ojos de la gente un personaje legendario. Lo peor fue el silencio, el frío de los inviernos, la soledad de la cueva durante más de 11 años. Baste saber, para imaginar el frío, que ésta estaba en lo alto de una peña, a 1.800 metros de altura y en lo que hoy es la estación de esquí de San Isidro, en la que practican los deportes de la nieve los aficionados leoneses y asturianos.

El 26 de enero de 1949, 11 años, tres meses y cinco días después de haberse echado al monte, Gorete, incapaz de aguantar ya más tiempo, se entregó a los guardias. Luego vendría la cárcel, y el trabajo, y la familia, y los pequeños paseos frente a su casa del barrio de Puente Castro, en la que yo le conocí un día, hace ahora nueve años, cuando el hombre legendario de los cuentos de mi infancia era ya un silencioso y apacible jubilado. Hasta el mismo momento de su muerte, sin embargo, Gorete, como la mayoría de los hombres que secundaron sus pasos, conservó la rebeldía y el espíritu tenaz que, al finalizar la guerra, le llevaron a esconderse en las montañas y, de la misma manera que guardaba en un armario, como si fueran reliquias, las cartucheras y el cinto y el puñal y los prismáticos, conservó hasta el último día la esperanza de que los ideales que un día le llevaron a vivir en una cueva, como si en lugar de un hombre fuera un lobo o una alimaña, se pudieran realizar en la renaciente España.

Por eso se murió sin entender demasiado. Por eso, seguramente, vivió los últimos años otro destierro -obligado, relegado como tantos al baúl de los recuerdos precisamente por el Gobierno por el que tanto lucharon y que ni siquiera se acordó de ellos para intentar resarcirles de las penurias pasadas (a Gorete, en concreto, ni el millón de pesetas aprobado a modo de limosna hace unos meses para quienes cumplieron un mínimo de tres años en las cárceles de Franco le llegó a corresponder porque, evidentemente, los 11 de la cueva no los consideraron cárcel). Por eso, precisamente, quiero ahora despedir con el mejor de mis recuerdos, en este tiempo de olvidos y en esta España moderna y desmemoriada, al hombre que con su vida alimentó de leyendas las largas noches de invierno y los días de mi infancia, cuando los años cincuenta se despedían de España y los cuentos de los viejos servían para decir lo que la radio callaba.

* * * * * * *

Se me olvidó deciros hoy en clase que tenéis este artículo y más material relacionado con Luna de lobos y la figura del maquis en la carpeta que está delante de mi despacho.

Proceso exprés para suspender a Garzón

El Poder Judicial se salta los trámites habituales con el fin de acelerar el relevo del juez de la Audiencia Nacional, impulsado desde el Supremo por Luciano Varela

JULIO M. LÁZARO El País10/02/2010

La Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial acordó ayer por unanimidad iniciar los trámites para suspender de funciones al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Lo hizo sin esperar siquiera a la resolución de los recursos planteados por Garzón contra la decisión del juez del Tribunal Supremo Luciano Varela de sentarle en el banquillo por investigar el franquismo y contra la admisión de una querella por no haber archivado un proceso contra el presidente del Santander.

[leer todo el artículo]

“Me interesa la esencia del totalitarismo, sea vasco o sueco”

CAMILO SÁNCHEZ El País09/02/2010

Unai Elorriaga

El temperamento de Unai Elorriaga (Ondárroa, Vizcaya, 1970) se asemeja a primera vista a su escritura. Esa prosa esencial y poco dada a los artificios que le valió el Premio Nacional de Narrativa en 2002 por su debú, Un tranvía en SP, se ajustan a su aspecto y al modo en que se conduce. Pide una botella de agua mineral y un lugar con poca luz en una tarde opaca y lluviosa como todo requisito para hablar de Londres es de cartón (Alfaguara), su nueva novela, recién editada. “Uno de los retos a la hora de sentarme a escribirla fue evitar los maniqueísmos”, asegura. En la obra, Elorriaga propone la memoria como el antídoto más eficaz contra los regímenes totalitarios. Y se permite la licencia de incrustar una pequeña novela negra que navega entre Agatha Christie y Charles Dickens.

“La reflexión sobre una dictadura debe ir más allá de discursos simplistas como el de Bush cuando se refería al eje del mal. Ni en la guerra, ni en el arte o la política hay únicamente buenos y malos”, añade.

[leer todo el artículo]