A quien corresponda

En los años sesenta, dos millones de españoles tuvieron que emigrar al extranjero, y muchos de manera irregular. Los inmigrantes presentes en España son hoy lo que fueron tantos de nuestros padres y abuelos

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JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA- El País – 29/01/2010

Diciembre de 1962. Un hombre joven lucha por reprimir sus lágrimas ante el cónsul de Alemania en Barcelona. La policía de aquel país lo ha expulsado por no tener los papeles en regla. El cónsul le grita que debe ir hasta Málaga, de donde es, a arreglar sus documentos. Pero el joven no tiene dinero, sólo un billete de vuelta a Frankfurt. La secretaria del cónsul rellena nerviosamente un impreso y lo pone delante de su jefe para que lo firme. El cónsul lo firma, se lo da al joven, y le dice: ya puedes volver a Alemania. Aquel hombre joven era mi padre.

No lo podemos saber a ciencia cierta, pero se calcula que en torno a un tercio de los españoles que emigraron a Alemania lo hicieron de manera irregular. No sé muy bien qué quieren decir quienes afirman que los españoles emigrábamos con papeles. Ni para qué lo dicen. Pero no es del todo verdad. En los años sesenta, después de una Guerra Civil y cinco lustros de dictadura, aproximadamente dos millones de españoles tuvieron que emigrar al extranjero, y muchos lo hicieron de manera irregular. Ése fue el balance del gobierno de las élites de nuestro país cuando pudieron gobernar sin competencia política, sin sindicatos, sin libertad de prensa. Es decir, cuando pudieron gobernar sin lo que todavía algunos consideran trabas molestas.

A su regreso a España aquellos emigrantes trajeron algo más que las divisas ahorradas. La convivencia con los trabajadores de países democráticos y más desarrollados que el nuestro fue una escuela de modernidad para nuestra clase obrera. La combinación entre emigración y dictadura produjo por unos años la paradoja social de una clase trabajadora más viajada y cosmopolita que el grueso de la clase media. Cuando en nuestro país algunos intelectuales aún se debatían entre el maoísmo y el trotskismo, una buena parte de nuestros emigrantes tenían clara su apuesta por la socialdemocracia. Ellos fueron un pilar fundamental para el proyecto de cambio que lideró Felipe González. Se ha dicho que tal proyecto era claro: ser como Europa. Pero no hubiera sido tan claro sin la experiencia de Europa de tantos españoles, sin su peculiar Erasmus.

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