El arte de la adaptación política

La trayectoria de Juan Antonio Samaranch fue un constante ejercicio de transformación a lo largo del siglo

ENRIC COMPANY El País22/04/2010

Samaranch, primer embajador español en la URSS, y el vicepresidente del Parlamento, Ivan Poliatov, en 1977.- UPI

Nacido en Barcelona el 17 de julio de 1920 en el seno de una familia de la burguesía textil, la larga vida de Juan Antonio Samaranch consistió en una insuperable exhibición del arte de la adaptación al entorno sociopolítico. Un arte que le llevó a ser uno de los españoles que ha dirigido durante más tiempo, 21 años, una de las más relevantes organizaciones de ámbito mundial.

Burgués por nacimiento, el joven Samaranch se afilió a Falange Española cuando la retórica antiburguesa era una de las características de la versión española del fascismo, al principio de la década de 1950, y en 1954 ocupó su primer cargo político como concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Corrían tiempos duros y Samaranch fue entonces uno más de Falange, en la que hizo amistades que durante años le acompañarían en su carrera como dirigente político-deportivo durante el franquismo. Una de ellas era la de Pablo Porta, largos años presidente de la federación de fútbol. Hasta su boda con Bibis Salisachs, con la que tuvo dos hijos, eran famosas las fiestas que hasta altas horas de la madrugada celebraba con sus amigos. Por ello el grupo era conocido como La Brigada del Amanecer.

Samaranch estuvo en el franquismo desde 1938, cuando, movilizado por la República, decidió pasar a Francia y desde allí a la zona de España controlada por los sublevados. Tras la guerra, se graduó en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona y comenzó una trayectoria en la que alternaba la atención a los negocios familiares, la práctica deportiva y una intensa dedicación a la política. En 1954 fue nombrado concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Y ya no paró.

La carrera política le llevó a presidir en 1973 la Diputación Provincial de Barcelona y a intentar, a la muerte de Franco, la creación de un partido político, Concòrdia Catalana, que recogiera el voto de la derecha que, como él, había vivido cómodamente instalada en “la situación”, como entonces se decía. El intento de partido, repleto de ex franquistas, no llegó siquiera a concurrir a las primeras elecciones democráticas. El agudo sentido de adaptación que le caracterizaba le había llevado ya a desempolvar en la sede de la Diputación el busto de su ilustre antecesor nacionalista Enric Prat de la Riba, a permitir el uso del catalán en los plenos de la corporación y, llegado el momento, a cambiar en el vetusto edificio de la plaza de Sant Jaume el rótulo que decía Diputación Provincial por el de Palau de la Generalitat. A él le tocó ceder el puesto, la presidencia, a un sucesor inesperado hasta hacía muy poco tiempo, Josep Tarradellas, cuando el presidente de la Generalitat en el exilio retornó a Barcelona a finales de 1977. Todo fue muy fluido, tanto que a Samaranch se le concedió un destino político-diplomático del que extraería rendimiento: el estreno de la embajada de España en la URSS tras el restablecimiento de las relaciones.

En la capital rusa, Samaranch pudo continuar y ampliar las relaciones con los dirigentes del olimpismo iniciadas desde que, en su juventud, fuera el representante español en la federación internacional de uno de los deportes que practicó, el hockey sobre patines (RCD Español).

Su carrera como dirigente deportivo comenzó en la década de 1940 como jefe provincial de Deportes de Falange, continuó como delegado regional de Deportes y luego como miembro y presidente del Comité Olímpico Español y de 1966 a 1970, como Delegado Nacional de Deportes, el máximo cargo político-deportivo en un régimen de origen corporativista como era el franquismo. Integrado como procurador en las Cortes durante 10 años, entre 1967 y 1977, en lo que entonces se llamaba sector azul, es decir, falangista, Samaranch fue en los primeros años de la década de 1960 amigo de Alfonso de Borbón, cuando éste aspiraba a que Franco le colocara en el trono de España. Pero, cuando en 1969 esta opción perdió la batalla, resultó que gracias al deporte, en este caso la vela, Samaranch había trabado una excelente relación con el que sí iba a ser Rey de España, Juan Carlos de Borbón. Así fue cómo aterrizó en 1977 en Moscú como mensajero de la democracia que alentaba la titubeante monarquía acabada de reinstalar en España.

Todos estos antecedentes le permitieron postularse con éxito desde la capital soviética para presidir el olimpismo internacional. Lo logró y ocupó la presidencia del COI desde 1980 hasta 2001. Durante esta larga etapa, el organismo que por décadas había dormitado en Lausana como refugio de aristócratas poco amantes del trabajo se convirtió en una corporación que administra con enorme éxito una de los mayores acontecimientos, los Juegos Olímpicos, a los que ha convertido en un negocio de una magnitud acorde con la globalización económica y cultural en curso. Además, organizó y presidió la transición del viejo COI corroído por las acusaciones de corrupción a otro dominado por los ejecutivos.

La designación de Barcelona como sede de los Juegos de 1992 permitió a Samaranch, además de proporcionar al deporte español la oportunidad de dar un salto enorme, congraciarse con una ciudad y una sociedad en la que tenía algunas deudas. Funcionó la química con el artífice local, un alcalde socialista, Pasqual Maragall. Funcionó de nuevo la conexión con los sectores dirigentes de la economía catalana. De sus antiguas actividades financieras en la década de 1960 en el Banco de Madrid y Catalán de Desarrollo junto a Jaime Castells Lastortras, un personaje situado en el entorno económico del Palacio del Pardo, y luego a partir de 1973 como presidente de la Caja de Ahorros de la Diputación Provincial, Samaranch pasó en 1987 a ocupar la presidencia de la Caja de Pensiones (La Caixa), que ya entonces era la tercera entidad financiera de España. En 1999 fue designado presidente honorario.

Nombrado marqués de Samaranch por el Rey en 1991, el político que hizo del deporte un talismán capaz de adaptarle a todas las situaciones contemplaba en los últimos años la evolución del olimpismo con un optimismo que le llevó, como presidente de honor del COI, a dar una batalla más, hace menos de un año, y apoyar con todas sus ya menguadas fuerzas la candidatura de Madrid para los Juegos de 2016. Esta vez no fue posible, pero lanzó ahí una vez más el mensaje que bien podría ser su lema: casi todo es posible si se saben mover los hilos adecuados en el momento oportuno.

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ESPECIAL: Juan Antonio Samaranch. El hombre que revolucionó el olimpismo

Las fiestas de Moscú

El niño que quería dirigir el deporte

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Juan Antonio Samaranch valora la figura de Franco con motivo de su muerte

12-11-2008 RTVE

Juan Antonio Samaranch, que presidía la Diputación de Barcelona cuando se produjo el fallecimiento de Franco, valora en una grabación de la época la figura del general que llevó las riendas de España desde 1939 hasta 1975. Samaranch sería presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) desde 1980 hasta 2001.

La censura política en los medios

15 Abr 2010 – VICENÇ NAVARRO – Público (blog Dominio Público)

dominio-04-15.jpgDurante mi largo exilio viví en dos monarquías (Suecia y Reino Unido) y en una república (EEUU), y pude ver en los medios de información de aquellos países críticas abundantes a sus jefes de Estado y a los sistemas políticos que representaban, tal como es de esperar en cualquier país democrático.
No así en España. Cuando me integré de nuevo a mi país vi una situación muy distinta. La gran mayoría de los medios de información ofrecían, y continúan ofreciendo, un blindaje mediático al rey y a la monarquía, frente a cualquier tipo de crítica. En realidad, tales medios promocionaban al rey y a la monarquía en una campaña propagandística, presentando a la monarquía como un elemento de estabilidad, la manera cortesana de definir el orden profundamente conservador heredado del régimen dictatorial anterior. En tal propaganda, el rey se presentaba como un demócrata camuflado durante la dictadura, que nos había traído la democracia. Criticar al rey se veía como criticar la Transición y el establecimiento de la democracia.
Es fácilmente demostrable que esta imagen del monarca es profundamente falsa. El rey era un producto del régimen anterior y su comportamiento durante la dictadura y en la Transición así lo demostró. Su supuesta vocación democrática quedó falseada en las primeras propuestas que el primer Gobierno monárquico hizo para establecer la democracia. Tanto en las reglas del proceso democrático, como en la limitación en las ofertas políticas al electorado, las propuestas del rey eran escasamente democráticas. Fueron las movilizaciones populares, y muy en especial las huelgas políticas de la clase trabajadora, las que forzaron una apertura y la democratización de aquellas propuestas. La debilidad de las izquierdas, recién salidas de la clandestinidad, y el dominio de las derechas en el aparato del Estado, así como en la sociedad civil, incluidos sus medios de información y persuasión, explican, sin embargo, que aquella Transición inmodélica diera lugar a una democracia vigilada y enormemente limitada, en la que la cultura promovida por los medios era profundamente conservadora y excluyente de las voces republicanas. El orden profundamente conservador establecido tenía a la monarquía como su eje, lo cual explica su blindaje mediático.
No fue hasta hace poco que la televisión, el mayor medio de difusión en España, exhibió un documental, “Els nens perduts del franquisme” (Los niños perdidos del franquismo), de Montserrat Armengou y Ricard Belis, que muestra el nivel de represión y horror que representó aquella dictadura. Este documental, que vio la luz en la televisión pública catalana, ponía de manifiesto cómo el robo de niños de las familias represaliadas, que se estaba denunciando en Argentina, había ocurrido con creces bajo la dictadura de Franco. En realidad, tal documental causó la integración del caso de los niños robados por el fascismo en la investigación del juez Garzón sobre los crímenes del régimen anterior. Este documental, que recibió gran número de galardones en el extranjero, tuvo escasa difusión fuera de Catalunya, y las autonomías gobernadas por el PP nunca lo mostraron en sus medios televisivos públicos.
Tal resistencia a conocer aquel pasado fue lo que determinó el caso Garzón. El Tribunal Supremo, presidido por una persona profundamente conservadora que había jurado lealtad al movimiento fascista, admitió la denuncia del partido fascista, la Falange, en contra del único juez en España, Garzón, que intentó llevar a los tribunales a los responsables de aquellas atrocidades, siendo su causa supervisada por otro miembro del Tribunal, Adolfo Prego (que será el que redactará la sentencia final), admirador del mayor ideólogo que tiene el fascismo en España, Pío Moa.
Mientras, a los autores de aquel documental se les ha prohibido, en la práctica, emitir su nueva obra, ¿Monarquía o República?, en la que se daba voz a personas republicanas, críticas del sistema monárquico (algo bastante inédito en los canales públicos), así como a partidarios de la monarquía. Mònica Terribas, directora de TV3, vetó el documental aduciendo, sorprendentemente, que lo hacía para proteger la libertad de los ciudadanos, asumiendo que su prohibición venía motivada por el interés de proteger a la ciudadanía de un posible sesgo republicano en el programa. Tal motivación no impidió, sin embargo, que tal directora aprobara la emisión de un documental (presentado como ficción), 23-F: el día más difícil del Rey, que era una mera propaganda de la monarquía y del papel del rey en el fallido golpe militar del 23 de febrero de 1981. No hay duda de que los portavoces de TV3 y sus apologistas en el mundo mediático negarán que haya habido un veto político, señalando –como hizo Mònica Terribas– que es una mera suspensión temporal hasta que se haya corregido su orientación. Tales declaraciones ignoran que el documental, tal como lo han hecho sus autores, ha sido prohibido, nunca se mostrará su versión original y nunca se emitirá, a no ser que se modifique. Esto, en una sociedad democrática, se llama censura.
La Vanguardia, el diario monárquico de Catalunya, propiedad de la familia del conde Godó (uno de los mayores colaboradores que el régimen anterior tuvo en Catalunya) felicitó a Mònica Terribas por su suspensión (el término que se utilizó para definir el veto), indicando que “la objetividad y el rigor que deben ofrecer la actuación de toda la televisión pública, han llevado a suspender la emisión de un documental sobre la república y la monarquía, que requería un enfoque distinto” (10-04-10), lo cual significa que se desea que se diluyan todavía más las voces republicanas, dilución que, en el caso de La Vanguardia, alcanza su máxima expresión, equivalente a eliminación, pues tal rotativo nunca ha publicado un artículo favorable al establecimiento de la república en España. Esto es lo que el establishment mediático define como libertad de expresión.

Vicenç Navarro es catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra

Ilustración de Mikel Jaso

IU denuncia que el rey no haya condenado todavía el franquismo

IU reclama  la nulidad de los juicios sumarísimos franquistas

El líder de IU, Cayo Lara.

Público – 14/04/2010

IU reclama la “nulidad plena de todos los juicios militares sumarísimos por los que fueron asesinados, torturados y encarcelados cientos de miles de personas” y defiende al magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón , procesado por investigar los crímenes de la dictadura. Así consta en el manifiesto redactado por la coalición que lidera Cayo Lara con motivo del 79 aniversario de la proclamación de la II República, que se cumple este miércoles.

“La condena de la dictadura de Franco, que en su momento aprobó el Consejo de Europa y que aún no ha realizado el rey Juan Carlos, sólo tendrá credibilidad si se declara la nulidad plena de todos los juicios militares sumarísimos por los que fueron asesinados, torturados y encarcelados cientos de miles de personas”, dice el texto.

A juicio de IU, “la restitución de su memoria exigiría romper el pacto de silencio que desde la Transición opera como una gigantesca ‘Ley de Punto Final'”. La coalición critica el procesamiento de Garzón , pues demuestra que “la Administración de Justicia en España no se ha adecuado a los valores democráticos y a la defensa de los derechos humanos”.

El manifiesto se refiere también a la monarquía, de la que afirma que “es la negación de la igualdad ante la ley”. Tras hacer un llamamiento para “avanzar en la legítima aspiración de la III República”, IU afirma que “no habrá democracia plena, si aún existen ámbitos del Estado al margen de la elección popular”, en referencia a la monarquía, de la que critica que se la considera “inviolable e irresponsable, y con privilegios y derechos por razones de nacimiento”.

IU recuerda que “la Casa Real española recibe anualmente de los Presupuestos Generales del Estado cerca de 9 millones de euros, que gestiona con total falta de transparencia actuando como un verdadero paraíso fiscal”. Para la coalición que lidera Cayo Lara, “tratándose de dinero público, ninguna institución debería gestionarlo sin transparencia y sin control”.

Asimismo, expresa su rechazo a “un orden social en el que la desvergüenza, la impunidad y la corrupción parecen avanzar sin freno” y añade que “en medio de una crisis devastadora, la mayor deslegitimación del sistema proviene de la percepción del deterioro de las condiciones de vida y de trabajo, consecuencia implacable de las políticas especulativas y neoliberales”.

El manifiesto recuerda a las familias que, frente a los “beneficios insultantes de la Banca”, se ven sumidas en el paro, que no cesa de aumentar, pierden sus viviendas y abocadas a”la precariedad y a la temporalidad”.

Estado Laico

El texto defiende también la laicidad del Estado y de la educación pública, pues consideran que las creencias religiosas deben quedar en el seno de la conciencia personal de cada uno. “No se puede seguir argumentando que los acuerdos con la Santa Sede, de 1976 y 1979, son un muro insalvable para avanzar hacia una sociedad y una escuela laica. Exigimos su denuncia y derogación”, señala el texto.

Además, IU clama contra el vigente sistema electoral español porque “no garantiza la igualdad de voto”. Recuerda que la coalición necesita cuatro veces más votos que los partidos mayoritarios para obtener representación parlamentaria.