El hombre que inventaba mundos reales

SERGIO RAMÍREZ El País – 07/02/2010

Tomás Eloy Martínez

Cuando Eva Duarte se encontró por primera vez con Juan Domingo Perón en Luna Park, la noche del 22 de enero de 1944 en que se daba una función artística de beneficencia por los damnificados del terremoto de San Juan, ella le dijo cuando estuvieron sentados lado a lado: “Gracias por existir”. O no se lo dijo nunca para los términos de la historia mezquina que resiente de imaginaciones, porque la frase la inventó Tomás Eloy Martínez, que acaba de morir en Buenos Aires, en su novela Santa Evita. Pero se lo dijo. La historia fue modificada a partir de la novela, igual que los propios personajes de la historia argentina, y de la novela, Juan Domingo Perón y Eva Duarte fueron modificados y ya no serían nunca más los mismos desde que pasaron por las manos de su novelista inevitable. Su creador, su inventor. Su falsario.

Tomás contaba historias en sus novelas y las contaba para sus amigos con la misma calidad seductora. Una de las que más me seguirá cautivando tiene que ver con esa frase maestra del arte de la seducción, que años después de haber sido publicada en Santa Evita pasó a ser el texto de una manta en una manifestación peronista: “General Perón, gracias por existir”. Tomás protestó que se trataba de una frase suya escrita en una novela suya y puesta en boca de un personaje suyo, pero su intento resultó tan ingenuo como vano, al punto que fue acusado de falsear la historia del peronismo atribuyéndose lo que no le pertenecía, sino a la historia.

La historia, ya tomándose en serio, se apropió no sólo de la frase, sino de toda la novela, y la hizo suya. El novelista dejó de ser el inventor y pasó a ser el cronista, y a lo mejor ni siquiera eso, porque para negar que la Eva Perón que conocemos, tal como la conocemos, sea la invención de una persona, y para negar que las frases célebres que dijo sean también la invención de esa persona, hay que empezar por negar al novelista, y negar su novela. Para que Eva Perón sobreviva, hay que desaparecer a Tomás Eloy Martínez. La criatura sacrifica al creador; pero allí está precisamente su victoria. El personaje sale de las páginas de la novela y se queda en el mundo real.

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Os reccomiendo también el artículo de Carlos Fuentes sobre Tomás Eloy Martínez y su obra: “El escribidor de un país autoengañado“, El País, 02/02/2010.

A los 75 años, murió el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez

Escribió La pasión según Trelew, mandado a quemar durante la dictadura, y Santa Evita, la novela argentina más traducida de la historia. En 2002 obtuvo el Premio Alfaguara por El vuelo de la reina. También fue autor de ensayos y guiones de cine.

ClarínDomingo 31, Enero 2010

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El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez murió hoy a los 75 años tras una larga lucha contra el cáncer.

Entre sus principales novelas figuran “Santa Evita”, traducida a más de 30 idiomas, y “La novela de Perón”, basadas en las vidas del presidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y su segunda esposa, Eva Perón, en las que combinó elementos de la ficción y la realidad.

Asimismo fue el autor de otras muchas novelas como “El cantor de tango”, “La mano del amo”, “El vuelo de la reina” y “Purgatorio“, la colección de relatos “Lugar común la muerte” y el relato periodístico “La pasión según Trelew”, además de escribir libretos de cine y televisión. Era asimismo columnista de los diarios “El País” de España y del “The New York Times”.

Nacido en San Miguel de Tucumán en 1934, tuvo una larga trayectoria como periodista, novelista y crítico de cine, además de haber trabajado en importantes medios argentinos. A su vez, fue reconocido también por su intensa actividad académica brindando conferencias y cursos en universidades de todo el mundo.

Vivió exiliado en Caracas durante la última dictadura militar. Allí se mantuvo en la actividad periodística: fue editor del periódico “El Nacional” y fundó “El Diario de Caracas”, ocupando el cargo de jefe de redacción hasta 1979. Vivió gran parte de su vida en Estados Unidos, donde dirigió el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University, en New Jersey.

En 2002 fue galardonado con el premio Alfaguara, uno de los más importantes concursos literarios en lengua castellana, por su novela “El vuelo de la reina”.

El diario madrileño “El País” le otorgó el Premio Ortega y Gasset de periodismo el 22 de abril de 2009, una distinción dirigida a trabajos en español publicados en medios de todo el mundo. El 24 junio de ese mismo año fue incorporado a la Academia Nacional de Periodismo.

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El obituario de Juan Cruz publicado en El País: “El periodista que no cesó de narrar