‘La Mari’ vive ahora la Transición

TV-3 prosigue la miniserie sobre la inmigración andaluza

FERMÍN ROBLES El País06/04/2010

Ana Fernández, María Galiana y Ramon Madaula, en la serie, durante la manifestación del 11 de septiembre.- TV-3

En junio de 2003, TV-3 estrenó una miniserie que contaba la historia la Mari, una mujer que en la década de 1970 hace las maletas, abandona su Huelva natal y se establece en Barcelona en busca de una vida mejor. Ese recorrido de superación e integración, similar al que muchos catalanes hicieron desde otros puntos de España, cautivó a la audiencia y los dos primeros capítulos obtuvieron el 31% de cuota de pantalla. Ana Fernández era la protagonista de La Mari, una producción que tendrá continuidad con una segunda parte que se emitirá hoy y el próximo día 13. Han pasado los años, la Mari es ahora maestra, vive los días de la Transición y busca nuevas causas por las que luchar, junto a su marido, interpretado por Ramon Madaula.

La primera parte de esta historia se cerró con la muerte de Franco y la noticia de que la Mari iba a ser madre. “Seis años más tarde no hay fisura, el personaje sigue siendo el mismo, pero se enfrenta a una crisis de madurez”, explica la protagonista. Una visita a su tierra de origen actúa como revulsivo. Tras unos años volcada en el papel de madre, la Mari más combativa despierta, encuentra nuevas reivindicaciones y decide estudiar magisterio. Lo hace en un momento convulso, marcado por las protestas sindicales, el atentado de Atocha y el golpe de estado del 23-F.

Los autores de la serie -coproducida por TV-3, Canal Sur e Invitro Films y dirigida por Ricard Figueras- no han querido desaprovechar ese marco histórico y en esta segunda parte retratarán algunos episodios clave para recordar cómo era esa sociedad en plena transformación. Aun así, la directora de TV-3, Mònica Terribas, invita a ver esta nueva producción sin olvidar el presente. La superación personal, la integración y la cultura como vía para avanzar -resume- son valores de la protagonista también muy importantes ahora que Cataluña recibe una nueva inmigración, porque “a pesar de que las circunstancias personales han cambiado, las vivencias de las personas que llegan deben de ser muy similares”.

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Podéis ver algunos capítulos de la serie en la página web de TV-3.

IU advierte de que la inhabilitación de Garzón provocaría una “reacción popular masiva”

Avisa al PSOE de que al no querer reformar la Ley Electoral “ha abierto la puerta a que Rajoy llegue a La Moncloa”

Público – 03/04/2010

Se puede decir más alto pero no más claro. El coordinador federal de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, aseguró hoy que desea que el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón no sea inhabilitado y “pueda continuar ejerciendo la acción que emprendió para sentar en el banquillo a los crímenes del franquismo”, si bien vaticinó que en caso de que eso suceda habrá una “conmoción en la gente demócrata de este país”, acompañada de una “reacción popular masiva”.

“Va a haber una conmoción en la gente demócrata de este país, no sólo la de izquierdas. Esta es una escena que la gente todavía no se la cree. Yo no me la creo, pero vamos a ver los acontecimientos, aunque parece que la transición democrática todavía no ha llegado plenamente a determinados sectores de la judicatura”, planteó el líder de IU en una entrevista con Europa Press.

Según destacó, fue el franquismo el que “llevó a las cunetas a miles de personas que todavía siguen en ellas enterradas sin tener un entierro mínimamente digno”. Añadió que los familiares de esas personas son los que “han pedido justicia, y lo que ha hecho Garzón ha sido hacerse eco de esa posición e intentar llevar adelante un proceso para sentar a los crímenes de ese franquismo en el banquillo y hacer una condena simbólica”.

“Parece que la transición democrática todavía no ha llegado plenamente”

A su juicio, la pretensión de algunos de intentar inhabilitar a Garzón tiene como causa de fondo que “quieren que se siga manteniendo la impunidad de los crímenes franquistas en España, contrariamente a lo que ha pasado en países como Argentina o Alemania, donde la opinión pública y sus democracias se han reconciliado perfectamente con su pasado”.

Para Lara, se podría producir una “conmoción” si Garzón es inhabilitado porque se le estaría dando un “hachazo a la democracia española”. Por eso auguró que “habría una reacción popular desde el punto de vista democrático para poner en cuestión una decisión de ese calibre”.

Se le estaría dando un “hachazo a la democracia española”, asegura

“Espero que Garzón no sólo no sea inhabilitado, sino que pueda continuar con esa causa, ya que al Gobierno del PSOE le faltó fuelle para haber tomado una decisión y haber hecho una Ley de Memoria Histórica que realmente consiguiera los objetivos que reivindican las víctimas de aquel pasado y mucha gente que es solidaria con ellas: la verdad, la justicia y la reparación”, señaló. […]

El autor favorito de Mitterrand

Rescatada la obra de Gómez Arcos, escritor español – Censurado por Franco, triunfó en el exilio

TEREIXA CONSTENLA El País31/03/2010

Agustín Gómez Arcos, durante una visita a España en 1994.- SANTOS CIRILO

Cada nueva novela se recibía con un viejo ritual: la visita del chófer del presidente de la República al domicilio del escritor para recoger un libro dedicado. François Mitterrand admiraba a aquel autor español que escribía en francés: Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933-París, 1998), que triunfó en su voluntario exilio en Francia y fracasó en España, arrinconado en la esquina de los malditos.

Contra esa marginación pugna la editorial Cabaret Voltaire desde 2007, cuando publicó El niño pan (traducción de María del Carmen Molina Romero), al que siguieron El cordero carnívoro (2008), Ana no (2009) y, ahora, La enmilagrada (traducciones de Adoración Elvira Rodríguez). Gómez Arcos murió tras haber publicado 14 novelas en francés, haber sido finalista del premio Goncourt con dos obras -la editorial catalana publicará una de ellas, Escena de caza (furtiva), el próximo año-, haber sido condecorado con la Orden de las Artes y las Letras francesas con grado de caballero (1985) y oficial (1995) y ser estudiado en los liceos. Murió, en suma, como un escritor prestigioso y fue enterrado en el cementerio de Montmartre.

En España estaba muerto hacía mucho tiempo. Muerto para la cultura: sólo dos obras habían sido traducidas al español, Un pájaro quemado vivo (Debate, 1986) y Marruecos (Mondadori, 1991). Muerto en Enix, el pequeño pueblo de Almería que ya ni le recordaba y donde había nacido en una familia numerosa represaliada por su republicanismo. Muerto en Barcelona, la ciudad a la que se habían mudado tras la posguerra y de la que desapareció un buen día para abandonar los estudios de Derecho y consagrarse al teatro. Muerto en Madrid, donde brilló como dramaturgo (escribió 15 obras y ganó el Premio Nacional Lope de Vega en 1962 y 1966) y se estampó contra la férrea censura franquista.

Gómez Arcos había muerto incluso cuando Franco ya se había muerto. Eso era lo que más le enojaba. En 1985, en una visita a Madrid, con los socialistas en el Gobierno y a pesar de su buena relación con Felipe González y del estreno teatral de algunas de sus obras, lamentaba: “Me han cerrado todo con el mismo estrépito con que lo hizo el franquismo. Los políticos españoles han dejado sin contenido a la palabra libertad. Se pueden leer y ver obras en las que los personajes dicen tacos, muestran las tetas y se drogan. Pero en lo que respecta a la política, hay una censura feroz”.

“Siempre fue un outsider que no aprovechó su éxito, pero a pesar de la parte cínica y la mala leche, le hubiera gustado ser reconocido en España”, defiende Antonio Duque, el actor que alimentó durante 40 años su amistad con el escritor. Se habían conocido en el café Gijón y se convirtieron en inseparables. En Madrid compartieron piso con Miguel Narros, pero luego Duque arrastraría a Gómez Arcos a Londres y, en pleno 1968, a París. “Llegar y echar a correr todo fue uno”, bromea el actor. Antes de irse, Gómez Arcos le escribió una carta a Manuel Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo, para quejarse del ninguneo que sufrió. Demasiado radical para la dictadura, pero también demasiado radical para la Transición, donde aún no había espacio para la memoria histórica que impregna la obra de Gómez Arcos, anticlerical, izquierdista y homosexual. “En aquel momento, España no quería mirar atrás y él no lo entendía porque ya había democracia”, precisa Miguel Lázaro, coeditor de Cabaret Voltaire. Atrapado en esa relación ambigua con su país de origen, Gómez Arcos visitó con cierta frecuencia España en los noventa. Recibió algún reconocimiento tímido, pero los temas de sus obras estaban lejos de interesar en un momento en que el pasado seguía acechando sobre los cogotes. Su peripecia era atípica: pastor, estudiante modélico, prometedor dramaturgo, camarero buscavidas en Francia y profeta en tierra extraña, capaz de doblegar una lengua ajena como si fuera propia. Escribía sobre incestos, derrotados, homosexuales, luchadores y represiones.

Miguel Lázaro cree que la carga biográfica pesó como una losa sobre su vida y su literatura. “Cuando acaba la guerra tiene seis años y ve las consecuencias para su familia, cómo se cambia del tiempo de ilusión en que su padre era el alcalde republicano y su madre la panadera a otro de encarcelamientos y penurias”, compara. Esa transición es patente en El niño pan, tan autobiográfica que causó una sublevación en su pueblo natal, Enix, cuando se publicó hace tres años. “No cambia nada, usa los nombres y los motes reales de familias que siguen allí”, afirma Lázaro. Molestó tanto que se recogieron numerosas firmas para pedir que le retirasen su nombre a una calle y el nombramiento de hijo predilecto. El destino de los malditos.

La democracia incompleta

VICENÇ NAVARROPúblico – 25/03/2010

Ilustración de Mikel Jaso.

Una de las lecturas sesgadas que se hace de nuestra historia reciente y que ha dominado la sabiduría convencional del país es que la transición de la dictadura a la democracia en España fue modélica, pues permitió pasar de un régimen dictatorial a un sistema democrático, homologable al de cualquier otro país europeo, sin que ocurrieran mayores convulsiones en el país. Tal visión de lo que fue la transición es, sin embargo, errónea. No sé si podría haber ocurrido otro tipo de transición, pero lo que me parece evidente es que de modélica tuvo poco, pues la democracia existente en España –resultado de la transición– es extraordinariamente limitada, lo cual explica muchas cosas, incluyendo el enorme retraso del Estado del bienestar en España. Todavía hoy, España es uno de los países que tienen un gasto social público como porcentaje del PIB más bajo de la UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al nuestro.

El hecho de que la democracia sea incompleta y el Estado del bienestar sea tan insuficiente se debe al enorme dominio que las fuerzas conservadoras tuvieron en aquel proceso de transición y que continúan teniendo en la vida económica, política y mediática del país. Tal dominio aparece, entre otros indicadores, en la continuidad de personas procedentes del régimen dictatorial anterior en la cúspide del aparato del Estado, desde la monarquía y el ejército a la judicatura. Una consecuencia de esta situación es el hecho de que el Tribunal Supremo de España, la máxima autoridad judicial del país, no ha llevado a los tribunales a ninguna persona, perteneciente al régimen anterior, responsable de las enormes atrocidades llevadas a cabo por aquel régimen (incluyendo a los más de 150.000 asesinados, cuyos cuerpos no han aparecido). En realidad, el único que parece ser que va a ser penalizado ha sido un juez, el juez Garzón, que intentó llevar a los tribunales a los responsables de tales asesinatos, ayudando, además, a los familiares de los desaparecidos a encontrar a sus muertos.

Y para mayor ofensa a cualquier persona con un mínimo de conciencia democrática, a este hecho se le suma que el presidente del Tribunal fue un colaborador de aquel régimen, que juró en su día lealtad al movimiento fascista (el Movimiento Nacional), y que la denuncia al juez Garzón ha sido protagonizada por la Falange, heredera de aquel régimen. Esta situación vergonzosa es impensable en la Europa democrática. Lo que ocurre en España es comparable a que en Alemania el Partido Nazi (prohibido en aquel país) llevara a los tribunales al único juez que hubiera intentado llevar al régimen nazi a los tribunales por sus atrocidades, siendo juzgado por el Tribunal Supremo alemán, presidido por un juez que había jurado lealtad al nazismo. El escándalo internacional sería enorme. Pues esto es lo que está pasando en España.
Otro ejemplo del dominio conservador es el blindaje mediático del monarca y de la monarquía, que alcanza niveles extremos, no permitiéndose críticas a la institución y al que la dirige en los medios de información y persuasión de mayor difusión del país, que constantemente promueven al monarca y a la monarquía vetando voces republicanas. Las televisiones, tanto públicas como privadas, han estado promocionando la figura del rey en varios programas que silenciaron cualquier voz crítica del monarca o de la monarquía. Estos programas propagandísticos de la monarquía son frecuentes en los medios televisivos, radiofónicos y escritos de mayor difusión del país. Mientras, voces críticas con sensibilidad republicana son sistemáticamente excluidas o encuentran grandes dificultades en expresarse en tales medios.
La prensa en Catalunya ha publicado la noticia de que un documental preparado para la televisión pública catalana que presenta voces republicanas junto con voces monárquicas en un debate sobre los méritos y deméritos de tal institución está encontrando serias dificultades y retrasos en su presentación, habiéndose cancelado su emisión a pesar de haberse anunciado en su programación.

Estos y otros hechos cuestionan la imagen de que la monarquía es una monarquía constitucional homologable a las monarquías existentes en Europa (imagen tan promovida por los medios de mayor difusión). El blindaje a la crítica de la monarquía se debe a que el establishment conservador tiene plena conciencia de que la monarquía es el lazo que une el entramado conservador que domina el país. Las críticas a la monarquía por parte de la ultraderecha la benefician, pues le permiten presentarse como una monarquía centrada (como algunas voces de la izquierda confusa también la presentan). Este blindaje se debe al temor de que el entramado pueda deshacerse. En realidad, si estuvieran seguros de la fortaleza de su dominio, permitirían una mayor diversidad ideológica. El hecho de que no lo permitan es un indicador de su falta de fortaleza. Y de ahí derivan las enormes limitaciones de la democracia.

Una última observación. Cuando se produjo el golpe militar del general Pinochet en Chile, la BBC (la televisión pública británica) hizo y mostró una película (A Very British Coup, BBC), que mostraba que si un gobierno laborista en Gran Bretaña hubiera querido hacer las reformas que hizo el presidente Allende en Chile (al cual tuve el enorme privilegio de asesorar), habría habido un golpe de Estado en Gran Bretaña liderado por la monarquía. Fue uno de los programas más vistos en aquel país. Comparen este comportamiento con el de las televisiones públicas y privadas en España, que no permiten ninguna crítica a la monarquía o dificultan su expresión. ¿Es esto democracia?

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University

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En el blog del prof. Navarro encontraréis más artículos sobre la Transición y la memoria histórica.

Ocaña vuelve a las Ramblas

La Virreina muestra una cara insólita de la vanguardia barcelonesa de los setenta

J. M. MARTÍ FONT El País25/03/2010

Ocaña, con mantilla, en una manifestación gay en 1978 en Barcelona.- PEPE ENCINAS

En la Barcelona -prodigiosa, para algunos- de la década de 1970 hubo un personaje emblemático que la fijó en la memoria colectiva: Ocaña. Ahora, 27 años después de su muerte y en el contexto de una revisión de aquella transición paralela a la transición política, una muestra en el centro de arte La Virreina -en plenas Ramblas, su territorio- descubre a un artista total, más allá de los folclorismos, las provocaciones y las anécdotas. Un atrevimiento que sin duda traerá polémica.

¿Quién era Ocaña? José Pérez Ocaña había nacido en 1947 en Cantillana, un pueblo de la provincia de Sevilla. Su modo de vida, sus hábitos sexuales, le llevaron a emigrar a Barcelona, adonde llegó en 1973, el año del asesinato del almirante Carrero Blanco. Hasta que murió en Sevilla en septiembre de 1983, de un fallo hepático cuando se reponía de las quemaduras que había sufrido en Cantillana al incendiarse el disfraz de sol que lucía en las fiestas, pasó una década. Tiempo suficiente para que, mientras España se transformaba, Ocaña desarrollara su carrera como artista.

Su primer trabajo fue de pintor de paredes. Pronto encontró el caldo de cultivo para dar rienda suelta a su creatividad que se filtraba por todos los rincones de su cotidianidad en una actividad frenética. Por un lado están sus pinturas, extraordinarios cuadros de vírgenes, santos, angelitos, flamencas y procesiones en un peculiar estilo naïf. Pero al mismo tiempo, desarrolla su faceta de transformista -de travestí, en el lenguaje de la época-, de actor y de escenógrafo. Una práctica poliédrica que hoy en día no sorprende a nadie en el mundo del arte, pero que entonces no era tan evidente. Ocaña, para quienes le veían desde fuera, era un pintor naïf, una loca travestida, un activista homosexual y un provocador, pero cada cosa por separado.

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La Ley de Amnistía no ampara al franquismo

JAIME SARTORIUSEl País 15/03/2010

Durante la época de la dictadura, la amnistía fue una de las principales reivindicaciones de las fuerzas democráticas de la oposición, encontrándose a la misma altura que la exigencia de un Gobierno provisional, la reinstauración de las libertades y los estatutos de autonomía.

La necesidad de reconocer a los cientos de miles de ciudadanos que habían sufrido todo tipo de represión por sus actividades políticas de oposición al franquismo constituyó una imperiosa necesidad de justicia, a la que siempre se opuso la voluntad implacable del dictador. Por eso, cuando se aprobó la solicitud de amnistía al Gobierno en el Congreso Nacional de la Abogacía, celebrado en León en 1970, la conmoción social y política fue enorme, provocando una serie de pronunciamientos a su favor de otros colegios profesionales e instituciones de todo tipo, que el Gobierno sólo pudo contener en parte declarando un mini estado de excepción.

Al llegar la democracia y tras las elecciones del 15 de junio de 1977, la necesidad de promulgar una amnistía se convirtió en insoslayable. Sin su aprobación la credibilidad de la naciente democracia se resentía, por lo que los partidos políticos decidieron crear al efecto una Comisión Parlamentaria a la que se encargó la redacción de un Proyecto de Ley por la que quedaran amnistiadas todas las personas que habían sufrido cualquier tipo de represión por oponerse al levantamiento armado contra la República y a la dictadura en defensa de las libertades públicas.

Se trataba de amnistiar a los reprimidos por el franquismo, no a los franquistas, que ya se habían autoamnistiado, de forma que fueron los partidos de izquierda y los nacionalistas con representación parlamentaria los que tomaron la iniciativa de redactar la ley, sin que los herederos de la dictadura ni siquiera aceptaran participar en la Comisión Parlamentaria, ni votaran posteriormente a favor de una ley que no les afectaba.

No se entiende por ello las continuas referencias a la Ley de Amnistía como amparadora de los delitos cometidos durante la Guerra Civil y la brutal represión practicada por la dictadura tras su conclusión continuada mientras Franco vivió, cuando era una ley que no contemplaba tales supuestos.

Una mera lectura de su articulado permite comprobar que las medidas de gracia que aprueba se refieren únicamente a los actos de intencionalidad política y a los delitos y faltas tipificados en las leyes franquistas que pudieran haber cometido sus opositores. En ningún momento se mencionan los delitos que hubieran podido cometerse por la dictadura, por la sencilla razón de que no eran considerados como tales por las leyes entonces vigentes.En caso de duda, toda disposición legal habrá de tener en cuenta la voluntad del legislador, y nada mejor para entender ésta que examinar lo que fueron las discusiones en la Comisión Parlamentaria redactora de la ley, sobre todo cuando el proyecto fue aprobado en su totalidad, sin modificación alguna, por el pleno del Congreso de los Diputados.

Los debates en la Comisión se redujeron a un tira y afloja de los partidos democráticos para que la amnistía fuera total y a un intento de los representantes de la UCD para limitarla en algunos temas conflictivos. De tal forma que para evitar falsas interpretaciones se fuerza en su artículo 2º a una casuística, que de otra forma hubiera sido innecesaria, en la que no cupiera duda alguna sobre los supuestos comprendidos en la ley: como los delitos de rebelión y sedición, de los que fueron acusados los defensores de la República y otros muchos posteriores juzgados ante tribunales militares, hasta llegar a los integrantes de la Unión Militar Democrática (UMD), en los años setenta; o los de objeción de conciencia o guarda de secreto profesional y los de prensa y similares.

La única preocupación de los representantes de UCD fue que los referidos militares de la UMD no pudieran reingresar en el Ejército y que también estuvieran comprendidos en la amnistía los delitos cometidos por autoridades, funcionarios y agentes del orden público en su actuación represora de las libertades, al encontrarse varias causas abiertas en su contra por homicidios, torturas y otras arbitrariedades en distintos juzgados y tribunales. Pero nada más.

En la Comisión Parlamentaria, y por mor de ser el más joven de sus componentes, me nombraron secretario de la misma, encargado de la redacción de las actas que recogieran lo tratado en las reuniones celebradas, y aunque tras la tercera reunión desistí de ello, pues nunca fueron firmadas por sus componentes, sí conservo las primeras -sin validez legal- y numerosas notas de las discusiones. Ni una sola de ellas hace mención a que la amnistía suponía el borrón y cuenta nueva de las responsabilidades en que hubieran podido incurrir los vencedores de la Guerra Civil.

Nadie planteó que la amnistía se ampliara a los delitos cometidos bajo el paraguas y en defensa de la dictadura. En primer lugar, porque Alianza Popular, su legítima heredera, no quiso intervenir en la Comisión Parlamentaria, a pesar de ser reiteradamente invitada a asistir, declinando la defensa de cualquier derecho en la misma. En segundo lugar, porque los franquistas vencedores en la Guerra Civil y en la posguerra no creían que fuera necesario que les amnistiaran por las tropelías que habían cometido, que no sólo no se persiguieron sino que se avalaron con total impunidad, estimando que estaban suficientemente protegidos por las leyes de la dictadura.

Por eso cuando leo o escucho en los distintos medios de comunicación el argumento de que la Ley de Amnistía impide la investigación de los hechos ocurridos durante la guerra y la posguerra y la búsqueda de los restos de las personas represaliadas que fueron ejecutadas, estimo que se trata de una interpretación arbitraria y sin fundamento.

Que se busquen otras excusas y otras disposiciones legales en las que se puedan proteger de forma vergonzosa, pero que no se amparen en la Ley de Amnistía de 1977, que no se dictó para ellos.

Jaime Sartorius es abogado y fue miembro de la Comisión Parlamentaria que redactó el proyecto de Ley de Amnistía, en representación del PCE.

El arte hurga en la memoria

El Reina Sofía y la galería Off Limits combinan vídeos de artistas y recuerdos de ciudadanos para reinterpretar la historia reciente

PABLO DE LLANO El País02/03/2010

Foto: página web de Virginia Villaplana

El verbo exhumar tiene un sentido material, desenterrar un cadáver, y otro figurado, sacar a la luz algo olvidado. Se estima que en España hay más de 100.000 cuerpos de combatientes y represaliados de la Guerra Civil bajo tierra, pero no hay medida de las experiencias que cada individuo calló durante la era franquista y que sus descendientes barrieron a una esquina de la casa. Ésta es la materia prima de un ciclo que contrasta las formas oficiales de la memoria histórica con análisis alternativos y recuerdos familiares: El instante en la memoria. Narrar la historia, dirigido por la artista Virginia Villaplana (París, 1972) en el museo Reina Sofía y la galería Off Limits.

“No es un proyecto sobre la historia, sino sobre las maneras de contar la historia”, afirma Villaplana. En el plan que la artista articula entre los dos centros, caben desde reflexiones sobre la posguerra hasta análisis del tiempo de cambio democrático, unidos por un criterio común: abrir la interpretación del pasado a juicios artísticos y subjetivos, ajenos a la oficialidad.

Una de las actividades, desarrollada del lunes al viernes de la semana pasada, consistió en dialogar sobre imágenes de álbumes familiares de los años setenta. Villaplana organizó en el Reina Sofía un taller con 16 ciudadanos nacidos en esa década, y a principios de los años ochenta, para intentar buscar el trasfondo histórico y personal de los documentos.

“Arañando en aquellas imágenes hemos comprendido la época, y, en parte, reconstruido nuestra identidad”, explicó el viernes Marta Rodríguez, nacida en Galicia en 1971. En las fotos de cuando eran niños se veían iglesias de fondo, chiquillos graves en traje de comunión, familias vestidas de domingo. “Con este ejercicio se nos cayó el mito de cambio de la Transición y entendimos que nuestra infancia también fue un tiempo de continuidad con el pasado”, explicó otro participante, Curro Corrales, madrileño de 25 años, el más joven del grupo.

El resultado del taller, un mural de la memoria que mezcla los distintos álbumes familiares, estará expuesto desde mañana en la galería Off Limits. Aquí se puede ver otra de las piezas del ciclo, El instante de la memoria (2007), una investigación de Villaplana sobre una fosa común del cementerio de Valencia en la que hay cuatro familiares suyos enterrados y que el Ayuntamiento pretendió recubrir con nuevos nichos, aunque dio marcha atrás por una denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, según relata la artista.

Villaplana exhibe en la galería las fotografías que hizo del lugar, expuestas con la misma modestia y hondura poética de su abandono, y el vídeo de una emotiva entrevista a un matrimonio de guerrilleros valencianos de la posguerra.

El tercer elemento del ciclo es la serie de vídeos documentales y conferencias de artistas que se celebra en el Reina Sofía. “La intención es cuestionar la narración clásica de la Transición, que subraya el papel que representó la clase política y obvia al otro sujeto de la historia: el movimiento obrero, las asociaciones de vecinos, las feministas, los gays, las lesbianas”, describe Villaplana.

Foto: Página web de María Ruido

El Plan Rosebud (I y II), de María Ruido (Ourense, 1967), un documental premiado el año pasado por el Festival de Cine Independiente de Nueva York, analiza las “políticas de la memoria”, como dice Ruido, profundizando en la utilización turística de la historia bélica, desde los tours por las playas del desembarco de Normandía hasta la apertura al público de San Simón, un islote de la ría de Vigo que ha sido hogar de huérfanos de marineros, casa de leprosos y cárcel de perdedores de la Guerra Civil. Y hurga en la Transición: “Nuestra generación quiere ver más allá del relato oficial del paso del franquismo a la democracia y saber que ahí no está toda la verdad, que la memoria hegemónica no es la única que existe”, razona la artista.

Ruido analiza el discurso del cambio político en documentales y películas de aquella época, como se hace en el vídeo No haber olvidado nada (1997), proyectado el sábado pasado, un “desmontaje”, en palabras de sus autores, de la serie televisiva sobre la Transición de la periodista Victoria Prego. Uno de los creadores de la pieza, Marcelo Expósito (Puertollano, 1966), detalla su objetivo: “Se trata de cuestionar la muerte de Franco como la separación absoluta de la dictadura y la democracia. Prego muestra en un capítulo la muerte de Franco y en el siguiente la coronación del Rey. Pero los hechos no fueron así: Franco murió, el Rey fue coronado por las Cortes franquistas y asistió, ya como rey, al entierro del dictador”.

Foto: de la película No haber olvidado nada

Esta colaboración del Reina Sofía con la galería Off Limits lleva al terreno artístico y de las percepciones singulares el debate sobre la memoria histórica, no tanto para negar la versión política o académica como para reivindicar la reflexión personal. “Seguimos desconociendo muchos aspectos de la historia del franquismo, y creo que hay una necesidad de pensar sobre aquello desde el presente”, sostiene Villaplana. “Ha sido demasiado tiempo de silencio”.

Los hitos

Vídeos. El Reina Sofía ofrece hasta el 20 de marzo, cada sábado, un vídeo sobre la memoria histórica, que trata asuntos como la Transición (Plan Rosebud I y II, María Ruido) o el exilio a Rusia de los niños de la zona republicana (Abanico rojo, Pedro Ortuño, y La tierra de la madre, José A. Hergueta y Marcelo Expósito).

– Exposiciones. El instante de la memoria, estudio de la artista Virginia Villaplana sobre una fosa común, con fotografías del lugar, se exhibe en la galería Off Limits. La artista hace visitas guiadas hasta el 20 de marzo. Hasta esa fecha también se expone un mural de álbumes familiares de la Transición.

Entrevista. En la galería Off Limits se puede ver el vídeo de la conversación entre Villaplana y dos ex guerrilleros, Remedios Montero (Celia) y Florián García (El Grande).

Nuevos libros en la biblioteca

En realidad, estos libros no son tan recientes, pero acaban de llegar a la biblioteca hace poco. Todos tienen que ver con la temática del curso. El primero es sobre España, los tres siguientes sobre América Latina.

VV.AA.: Tiempo de Transición

Madrid: Fundación Pablo Iglesias, 2007.

Idelber Avelar: The Untimely Present: Postdictatorial Latin American Fiction and the Task of Mourning
Duke University Press, 1999

Nelly Richard: The Insubordination of Signs: Political Change, Cultural Transformation, and Poetics of the Crisis

Duke University Press, 2004

Nelly Richard: Cultural Residues: Chile In Transition

University of Minnesota Press, 2004

Espanja, maanosamme majakka

Kaija Virta – Helsingin Sanomat – 4.2.2010

Euroopan unionin kiertävä puheenjohtajuus ei Lissabonin sopimuksen aikana enää tuo entisenlaista hohtoa ja huomiota. Kun puheenjohtajamaana on nyt kooltaan ja poliittiselta profiililtaan keskinkertainen Espanja, kuka välittää.

Espanjalla on kuitenkin loistavan majakan lähimenneisyys kaikkea muuta kuin vähäisessä asiassa, siirtymisessä diktatuurista demokratiaan. Kysykää vaikka puolalaisilta, unkarilaisilta tai chileläisiltä. He muistavat espanjalaisen valomerkin.

Viime syksynä huipentunut 1989-romantiikka esitti demokratisoitumisen moraalisesti ehdottomana äkkikeikauksena: kansa virtasi hurraten kaduille, ja kukistuneet johtajat luikahtivat häpeissään takaovesta.

Näinhän järjestelmänvaihdos ei läheskään aina ole tapahtunut, ei entisissä sosialistimaissa eikä muualla maailmassa. Monella suunnalla on seurattu, usein tietoisesti, 1970-luvun Espanjan mallia. Siinä pääosassa eivät ole avoin taistelu ja voitonhuuma vaan itsehillintä, varovaisuus ja takahuoneissa tehdyt kompromissit.

Kenraali Francisco Francon itsevaltius alkoi vuosien 1936-39 sisällissodasta, jossa arvellaan kuolleen jopa puoli miljoonaa ihmistä. Sodan jälkeen kymmeniätuhansia teloitettiin. Puolueet kiellettiin. Valtion perusarvoja olivat vanhoillinen katolilaisuus ja fasismin maustama isänmaallisuus.

Erikoista oli, että maan alle tai maanpakoon joutunut oppositio pohjusti tulevaisuutta jo 1960-luvulta alkaen kriittisellä itsetutkistelulla. Samoin tekivät ne francolaisuuden tukivoimat, jotka ymmärsivät muutoksen väistämättömäksi Francon jälkeen.

Kummallakin puolella haluttiin välttää 1930-luvun jyrkästä poliittisesta kahtiajaosta syntyneen sisällissodan toisinto. Laajalti pelättiin, että kansallisominaisuuksina pidetyt anarkistisuus ja väkivaltaisuus saavat francolaisuuden sortuessa muuten ylivallan.

Kun Franco syksyllä 1975 kuoli, espanjalainen maltin malli toteutettiin kolmen keskeisen henkilön ja kahden sopimuksen avulla.

Francon valtaistuimelle nostama nuori kuningas Juan Carlos piti siirtymäkaudella valtion koossa ja asevoimat rauhallisina. Kuningas valitsi pääministeriksi francolaisen virkamiehen Adolfo Suárezin, josta kehkeytyi suosittu keskustaporvarillinen poliitikko. Vahvimman oppositiopuolueen kommunistien johtaja Santiago Carrillo hyväksyi vastoin kannattajiensa mielipidettä kuningasvallan jatkumisen.

Suárez voitti ensimmäiset vapaat vaalit vuonna 1977, ja niiden jälkeen kaikki poliittiset voimat äärioikeistoa ja baskiseparatisteja lukuun ottamatta neuvottelivat niin sanotun Moncloa-palatsin sopimuksen. Se pohjusti instituutioiden demokratisoimista mutta oli myös tulopoliittinen sitoumus palkankorotusten ja inflaation hillitsemiseksi.

Samalla tehtiin epävirallinen “unohduksen sopimus”, jonka mukaan menneet jätetään menneiksi eikä vanhan vallan edustajia vaadita tilille.

Espanja demokratisoitui muutamassa vuodessa, liittyi Natoon 1982 ja EEC:hen 1986. Nykyinen pääministeri, sosialisti José Luis Rodríguez Zapatero, on vasta viides hallituksen vetäjä demokratian aikana.

Newyorkilainen professori Omar Encarnación on pitänyt Espanjan mallia ahkerasti esillä ja todennut sen haastaneen monet suositut siirtymäteoriat.

Sopimuspohjainen, eliittien sisällä neuvoteltu diktatuurin purkaminen ohitti kansalaisyhteiskunnan. Espanjassa vapaa kansalaistoiminta on edelleen vähäistä. Toisaalta espanjalaiset ovat olleet spontaanisti valmiita osoittamaan vakuuttavin joukoin mieltään, jos demokratian on katsottu olevan uhattuna esimerkiksi terrorismin vuoksi.

“Unohduksen sopimus” ei noudata kansainvälisen ihmisoikeusliikkeen käsitystä, jonka mukaan demokratia käy aidosti mahdolliseksi vasta kun menneet vääryydet on selvitetty oikeudessa tai totuuskomissioissa. Espanjassakin 2000-luvun oikeisto- ja vasemmistohallitukset ovat katsoneet aiheelliseksi joillakin aloilla avata historiakeskustelun uudelleen. Sen ei kuitenkaan katsota todistavan siirtymäkauden vaitiolosopimusta virheeksi.

Taloudessa Espanjan siirtymäkausi oli kaukana entisissä sosialistimaissa ja Latinalaisessa Amerikassa sovelletusta armottomasta sokkihoidosta. Sosiaaliturvaa ehdittiin Espanjassa vahvistaa ennen kuin vuonna 1982 valtaan tullut ensimmäinen vasemmistohallitus ryhtyi toden teolla vapauttamaan talouselämää ja työmarkkinoita. Siksi espanjalaiset Encarnaciónin mukaan ovat vuosikymmenet sietäneet laajaa työttömyyttä.

Espanjassa on valtavasti siirtolaisia, mutta parlamentissa ei ole äärioikeistolaista siirtolaisvastaista puoluetta.

Espanjan majakalle on yhä käyttöä. Maailmassa on Freedom House -järjestön mukaan 47 vapaudetonta ja 58 vain osaksi vapaata valtiota.

Encarnación on pohdiskellut Espanjan esimerkin käyttökelpoisuutta muun muassa Venäjän kannalta. Pidän ilahduttavana hänen muistutustaan siitä, että historiaan ja instituutioraameihin perustetut ennakko-oletukset eivät aina ratkaise. “Demokratia on enemmänkin tosielämän poliittisten toimijoiden taitojen ja lahjakkuuden tulos”, professori väittää.

Terveisiä Mihail Gorbatšoville, joka ensi tiistaina täyttää 79 vuotta, ja pilven päälle Boris Jeltsinille, joka olisi tässä kuussa täyttänyt saman verran. Yritys oli hyvä.

Los recuerdos de Canetti

No tiene nada que ver el lícito recuerdo de quienes quieren recuperar los cuerpos y la dignidad de sus muertos en la guerra con el abusivo intento de cambiar lo sucedido para que sirva a intereses nuevos

JORGE M. REVERTE – El País – 24/02/2010

A diferencia de muchos, en particular de quienes han sucumbido a una psicología verbosa, yo no estoy convencido de que haya que torturar, dejar o extorsionar al recuerdo, ni tampoco exponerlo a la acción de alicientes bien calculados. Me inclino ante el recuerdo, ante el recuerdo de cada ser humano. Quiero dejarlo tan intacto como le pertenece al hombre que existe para bien de su libertad, y no oculto mi aversión por quienes se permiten someterlo a prolongadas intervenciones quirúrgicas hasta igualarlo al recuerdo de todos los demás. Que operen a su antojo narices, labios, orejas, piel y cabellos, que trasplanten ojos de otro color si no hay más remedio, o corazones ajenos que palpiten un añito más, que ausculten, amputen, alisen o igualen, pero que dejen en paz al recuerdo”.

El largo párrafo no es mío, sino de un gran hombre, de Elías Canetti, y está incluido en su libro La antorcha al oído. Un libro de memorias, de sus memorias.

Creo que no he leído nada más contundente al respecto. Ni he encontrado ocasión más oportuna para traer a colación esta sencilla forma de ver las cosas. Oportuna para el momento que vive nuestro país, para desbrozar las razones que a unos y a otros nos asisten para traer el pasado inmediato a la discusión política.

Porque esto del recuerdo y la memoria está sirviendo para poner en cuestión una etapa de la historia de España y, con ello, reventar la legitimidad del régimen en que vivimos, de la democracia que hemos construido, de la ley que nos ampara.

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