Las dos muertes de Rafael Mesa

El hijo de una víctima de la guerra descubre tras buscar 70 años que un miliciano robó la identidad de su padre

NATALIA JUNQUERA El País21/02/2010

Foto:  Dolores Juárez y Rafael Mesa, el día de su boda.-

En una fosa común en el cementerio de Vic (Barcelona) hay una placa que recuerda que allí yace un malagueño llamado Rafael Mesa Leal, chófer del Estado Mayor durante la Guerra Civil, muerto en un bombardeo en 1939. En un cementerio de Toulouse (Francia) hay una lápida el la que se lee el mismo nombre, pero con una fecha de fallecimiento distinta: 3 de diciembre de 1985. El hijo del primero llamó recientemente por teléfono al hijo del segundo, que contestó en francés:

– ¿Habla usted español?

– Sí, cómo no, soy descendiente de españoles. ¿En qué puedo ayudarle?

– Me llamo Rafael Mesa Juárez…

Al otro lado del teléfono, un hombre también llamado Rafael Mesa rompió a llorar. “Se vino abajo. Yo entonces aún no entendía muy bien lo que estaba pasando y traté de tranquilizarle, pero enseguida me lo confesó todo”, explica el hijo del chófer fallecido en Vic. “Me dijo que, antes de morir, su padre le había confesado que en realidad no se llamaba así, sino Rufino Álvarez, y que huyendo de la guerra, para poder pasar a Francia, había robado la documentación de un cadáver”. Rafael Mesa Juárez, de 74 años, averiguó entonces, después de una vida, que alguien había suplantado a su padre.

Su madre, Dolores Juárez, y él le habían seguido por el frente, donde había sido llamado como chófer y mecánico para las filas republicanas. Entonces Rafael era un bebé de meses, y en las peligrosas y largas travesías estuvo varias veces a punto de morir de hambre. “A principios de 1937 mi padre pidió un permiso y se citó con mi madre en Alicante porque quería verme. Yo ya tenía un año y mi madre me contó que, al verme, él empezó a llorar porque estaba muy cambiado”. Fue la última vez que le vieron.

Al terminar la guerra, siguieron buscándolo. “Durante mucho tiempo, mi madre pensó que volvería a casa en uno de los barcos de refugiados que llegaban al puerto de Málaga. Los esperaba todos. No se perdió ni uno”, recuerda Rafael, entre sollozos. Pero él nunca volvió. Dolores no volvió a casarse. “Y entonces empezó la supervivencia…”

[leer todo el artículo]

Leave a Reply