Del Biscúter al chicle Bazooka

Un mosaico único del Madrid de posguerra a través de los recuerdos de infancia de Pilar Garrido Cendoya y de las ilustraciones siempre geniales de su marido, Forges

PILAR GARRIDO CENDOYA – El País –  11/04/2010

El tufillo del bacalao, el café y el chocolate daban una bienvenida acogedora- FORGES

Mi calle era la del Arenal y hasta los años sesenta del siglo XX, todas las tiendas que había en ella eran de lujo. Saliendo de mi portal, a la izquierda, estaba la farmacia de Gayoso, donde comprábamos las necesarias medicinas. La mayoría de las veces aspirinas, que entonces hasta se vendían en sobrecitos individuales de dos en dos. El Payeski (no sé si se escribe así), una pomada muy dura que vendían en una cajita metálica que había que calentar con una vela para que al derretirse se pudiera coger una porción de ella con una espátula (aconsejado) o con el rabo de una cucharilla limpia para ser untado sobre unos granos horribles llamados forúnculos; también algún yogur porque fue en las farmacias donde empezó a comercializarse; unos gránulos deliciosos de calcio con sabor a chocolate, unos laxantes como chocolatinas, también apetitosos, y la harina de linaza para hacer cataplasmas.

(…) En la calle de las Fuentes, mi predilección se inclinaba hacia la tienda de Pepe, El de los ultramarinos. Como aquella tienda había muchísimas y eran todas encantadoras. Nada más abrir la puerta, la mezcla de café, bacalao, queso, cereales y chocolate daban con su tufillo una bienvenida acogedora. Pepe era muy amable y con frecuencia regalaba a los niños de su clientela un caramelito que sacaba de los botes hexagonales de cristal donde se exponían al público. En otros frascos similares había pequeñas galletas simulando burdos animales. Su ingesta era uno de los mayores placeres infantiles, pero eran muy caras: por 10 céntimos te daban dos galletitas tan minúsculas que parecía que desaparecerían entre los dedos de tu mano abierta.

El local era muy grande, con el suelo de madera lavada con asperón; del alto techo colgaban algún jamón y grandes bacalaos resecos. Para alcanzarlos hacía falta un palo largo con un pincho curvo en la punta. En el suelo había sacos de arroz, judías y garbanzos; bien ordenados y cada uno con su recogedor metálico correspondiente. Encima del mostrador, la poderosa máquina de cortar el bacalao -una guillotina bastante oxidada que chirriaba invariablemente- y una balanza, moderna para la época, con un platillo y un alto chaflán donde se veían los kilos y los gramos. Para las patatas se usaba una romana.

Nada como aquellas tiendas y aquellos tenderos que las más de las veces fiaban al vecindario. Además, eran otros de los plurales “observatorios” del barrio: con mirar atentamente un rato se sabía a la perfección cuáles eran las clientas de postín y cuáles las plebeyas. A las niñas que iban con las primeras, Pepe les alargaba siempre el caramelito; a las segundas, muy de vez en cuando.

(…) Estaba mal visto ser pobre. Ser pobre se había convertido en sinónimo de ser rojo. Se suponía que los rojos estaban muertos, o en la cárcel. Pero cuando alguien de clase media, alguien que había tenido posibles, había descendido por causa de la guerra al escalón de pobre, al adjetivo se le añadía vergonzante. Hasta se hacían colectas específicas para ellos en las parroquias más señoriales de Madrid. La realidad es que había muchos pobres vergonzantes; desfallecían de hambre con un traje bien cortado y bien planchado, acharolado en algunas zonas, con su pañuelo inmaculado en el bolsillo izquierdo de la chaqueta, con corbata grasienta y sombrero casposo, con gemelos en los raídos puños de la camisa de algodón tan relavado que transparentaba la camiseta de tirantes.

¡Había tantos pobres! Muchos de los vergonzantes venían a mi casa a calentarse y a comer lo que hubiera, que no era mucho, pero que repartíamos con alegría. Venían unas hermanas que tenían vidas interesantes y desgraciadas: María, la encajera primorosa que contrajo tal reuma en las manos que si no es por mis tías hubiera muerto de hambre; doña Lola, una dama venida a menos, que nos frecuentó cuando ya no le quedaba nada por empeñar. De vez en cuando alguien desaparecía de nuestras vidas porque había muerto de cualquier infección, de abandono (…)

(…) Muy niña aún, fui a un colegio de monjas que estaba en un piso cerca de casa. Allí teníamos uniforme. También en tan práctica prenda, que nació con la pretensión de igualar a unas y a otras, se notaban los dineros. (…) Empecé el bachillerato en otro colegio, también de monjas, para huérfanas de médicos. Como era gratuito, esto supuso un ahorro para mi depauperada familia. (…) El colegio estaba situado en un lugar estratégico en la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Justo por un lado pasaba el Canalillo (Canal de Isabel II). (…) Un día el colegio se revolucionó porque venía a vernos en calidad de amiguita y compañera nada menos que Carmencita Martínez-Bordiú, luego Carmencita Franco, la hijita del marqués de Villaverde, médico como nuestros papás -en su mayoría muertos o depurados- y nietecita de nuestro Caudillo, nada menos que del mismo Franco. Debíamos ponernos muy contentas por tan notable distinción, y estar muy agradecidas a personas tan importantes que nos mimaban tanto. (…)

La víspera del acontecimiento, la cocina echaba chispas y emanaba un olorcillo a repostería -digno de lo monjas que eran- que inundaba todo el colegio. Hasta el último rincón de la capilla refulgía -y eso que siempre estaba limpísima- y olía a maravilla de perfumes y flores. De las ventanas, normalmente, vacías, caían plantas, o subían hacia el cielo.

(…) Por fin apareció la niña con su interminable comitiva. Era el momento o la escena de la confraternización. Se dirigió al corro muy derecha, orlada de tirabuzones, con un vestido blanco inmaculado, calcetines y zapatitos blancos, y un lazo rosa. Sonrió tímidamente, miró para atrás y a una orden cogió de las manos a las dos niñas que estaban en el centro. (…) A un tiempo, la madre superiora dio dos palmadas y, conforme habíamos ensayado, todas nos pusimos a girar como en el corro de la patata.

Gritos:

-¡Paren, paren, paren! ¡Estaos quietas! No ha valido.

¡Consternación! ¿Qué estaba mal? Pues que, si girábamos del todo, la niña Carmencita desaparecía del campo “visual” de la cámara del NO-DO. ¿Qué hacer? Sencillo: la niña invitada y las tres o cuatro de cada mano se debían mover, no muy de prisa, de un lado para el otro, es decir, cinco o seis pasos a la derecha y después cinco o seis pasos a la izquierda. El resto, para no estropear el ritmo de las actuantes, debíamos saltar derecho sin movernos del sitio. La toma duró lo que parecía una eternidad.

Después seguimos a la niña como perrillos, en fila, a través de las galerías ornamentadas hasta llegar de nuevo a la entrada. Allí hicieron unas fotos en grupo: la niña con las monjas, dos o tres condiscípulas y el séquito. Aplaudimos. La calle se llenó de vítores. Los del NO-DO rodaban ya al público reunido. Salieron pitando hacia el coche. Dijimos adiós con la manita. ¡Pues vaya!

Según pasábamos por la portería nos hicieron devolver los lazos blancos. “¡Me importa un pito, yo tengo en mi casa mil!”. Pero no era verdad. Al día siguiente todo era un vago recuerdo. No vimos el NO-DO y si lo hubiéramos visto no nos habríamos encontrado porque no salimos.

Del Biscúter al chicle Bazooka. La posguerra vista por una particular y su marido, de Pilar Garrido Cendoya. Ilustraciones de Forges. Editorial Planeta. Precio: 19,90 euros. Fecha de publicación: 13 de abril.

Dónde han ido los pájaros de Buchenwald

Jorge Semprún rememora el día en que hace 65 años fueron liberados los presos del campo nazi

JUAN CRUZ – El País 11/04/2010

Día gris, nevado, hielo puro en Buchenwald. Parece un calco de lo que vivieron Jorge Semprún y miles de supervivientes del horror de este campo de concentración nazi hace 65 años, cuando las tropas aliadas les comunicaron que ya estaban libres.

Semprún dice, en su libro La escritura o la vida, sobre ese momento terrible de Europa, que ese 11 de abril nevaba sobre Buchenwald, y aún así los supervivientes salieron a los caminos, con sus armas, a celebrar la libertad.

Trescientos de esos supervivientes han escuchado a Semprún rememorar ese momento de sus vidas; el relato del escritor español, que ha dedicado gran parte de su obra a esa memoria, es una pieza que prolonga aquel libro fundamental para entender la raíz herida de su memoria europea.

Las edades de los supervivientes hacen presagiar una resta progresiva de la memoria que ellos representan, de modo que este testimonio y los que hoy se escuchan en Buchenwald parecen el campo de batalla a favor del recuerdo, en contra del olvido.

Hay gente de la edad de Semprún, que vino muy joven al campo, y que tiene 86 años, como su compañero asturiano Vicente García, o de la edad del cordobés Virgilio Peña, que tiene 96 años y una jovialidad que le lleva a hablar en metáforas llenas de buen humor. “Tengo más años que un olivo”. “Aquel día llorábamos de alegría lágrimas que parecían babas de vaca”. Y hay un austriaco, Leitiger, que es el más veterano de todos, tiene 104 años.

Practican aquí, en este campo desolado, la ceremonia de la fraternidad contra el Mal. La frase es de Andre Malraux, y Semprún la cita reiteradamente en ese libro, La escritura o la vida. “Si recupero esto”, escribe Malraux, “es porque busco la región crucial del alma donde el Mal absoluto se opone a la fraternidad”.

Una joven historiadora alemana, de Weimar, que organiza ahora exposiciones sobre el dominio nazi y sus consecuencias humanas y políticas en Alemania y en el mundo, nos hablaba precisamente de esto, antes de que los sobrevivientes se juntaran bajo el frío helado del campo de concentración. Ella, Johanna Wensch, una joven estudiosa del pasado nazi, nos decía que empezó a estudiar este periodo porque se preguntaba cómo su abuelo pudo participar en el proceso nazi; muchos lo hicieron por cobardía o porque eran antidemócratas, “gente que no creía en la fraternidad, en el respeto al otro”.

Esa es la raíz de la conmemoración, la reafirmación de la fraternidad, y de ello hablan todos los discursos de hoy, incluido el de Semprún, y de ello hablan los viejos militantes que han acudido aquí detrás del señuelo de una alegría que vino después de un sufrimiento indecible, de días que fueron así, como relata Semprún: “Podría contarse un día cualquiera -empezando por el despertar a las cuatro y media de la madrugada, hasta la hora del toque de queda: el trabajo agobiante, el hambre perpetua, la falta permanente de sueño, las vejaciones de los kapos, las faenas en las letrinas, las schlague (golpes) de los S.S., el trabajo en cadena en las fábricas de armamento, el humo del crematorio, las ejecuciones públicas, los recuentos interminables bajo la nieve de los inviernos, el agotamiento, la muerte de los compañeros…”

Esa es la esencia, y el leit motiv es esa reflexión sobre el Mal. Sobrevolando, valga la expresión, los pájaros, o su ausencia. Cuando se produce la liberación, aquel 11 de abril de hace 55 años, Semprún le comentó a uno de los soldados que acudieron a liberarles que no había pájaros, que los pájaros habían huido, que no había pájaros sobre Buchenwald. Porque huyeron del olor de los hornos crematorios. Cuando se adentró en los bosques, hacia la casita que fue de Goethe, Semprún descubrió los pájaros, sintió su rumor, sus trinos, y quedó presa de un ataque, “casi irresponsable”, dice, de alegría. Hoy en Buchenwald no había pájaros; los he buscado con la mirada, he querido escuchar sus trinos; no hay, el frío será esta vez el que lo ha ahuyentado, en medio de una atmósfera de una extrema melancolía, como si el tiempo estuviera enviando su propio mensaje de fraternidad pero también de rabia por lo que quedó en el tiempo como la metáfora de un olor terrible.

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El archipélago del horror nazi

DOCUMENTO (PDF – 15Kb) – 11-04-2010

Garzón acusa a Varela de “poner en riesgo la independencia judicial”

El magistrado recurre el auto del juez del Supremo por “contrario a derecho”

NATALIA JUNQUERA El País11/04/2010

Homenaje a los 3.000 fusilados en el cementerio de La Almudena (Madrid) frente a la tapia contra la que fueron ejecutados.- CRISTÓBAL MANUEL

El juez Baltasar Garzón acusa al magistrado Luciano Varela de “imponer un serio riesgo para la independencia judicial” con el auto “contrario a derecho” por el que el pasado miércoles le anticipó que le sentará en el banquillo por su “imaginación creativa” al declararse competente para juzgar los crímenes del franquismo. En el recurso de reforma que su abogado, Gonzalo Martínez-Fresneda, presentó ayer ante la sala de lo penal del Supremo, Garzón alega que “han sido motivaciones ideológicas las que han movido a ciertas organizaciones y grupúsculos marginales [en referencia a Falange y a Manos Limpias] a ejercer una acción penal” contra él, y lamenta que el alto tribunal no haya valorado sus “motivaciones espurias a la hora de no dar crédito a tal persecución ideológica”.

El escrito, de 28 páginas, acusa al juez instructor de su proceso por prevaricación de “vulnerar clara y decisivamente” su derecho a la defensa al denegar todas y cada una de las diligencias que solicitó a modo de prueba, como la declaración de los jueces de Granada y El Escorial -que, como él, entendieron que la Audiencia Nacional era la competente para juzgar los crímenes del franquismo-; la del historiador Ricardo Vinyes -para constatar la existencia de la denuncia sobre el secuestro organizado de niños durante la dictadura-; la de los propios denunciantes, o la petición de antecedentes de otros procesos penales que han sentado en el banquillo a criminales de guerra en Argentina, Alemania, Italia, Francia o Estados Unidos.

Con estas pruebas, Garzón pretende demostrar que cuando decidió investigar los crímenes del franquismo lo hizo “con la ley en la mano”, amparado por normas como el Convenio Europeo de Derechos Humanos (vigente en España), que aplica el Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuando impone la interpretación restrictiva de leyes de amnistía para juzgar delitos como desapariciones forzadas, asesinatos masivos o secuestros de niños.

Garzón añade que le consta que Varela no comparte este criterio, como demostró con un voto particular en la sentencia de octubre de 2007 del caso Scilingo [represor argentino condenado a 1.084 años de cárcel por crímenes contra la humanidad], pero advierte que esta doctrina existe, la secundan otros jueces, dentro y fuera de España, y en cualquier caso ni es “extravagante” ni “cuartea principios esenciales del Estado” como aseguraba Varela. Garzón recuerda que ni la fiscalía ni la sala de lo penal en pleno de la Audiencia Nacional apreciaron delito en su decisión de investigar los crímenes del franquismo. Añade que todavía ignora los motivos por los que el Supremo le acusa de prevaricación, e interpreta en sus resoluciones un intento de “zanjar el inocultable debate jurídico de fondo [si la ley de amnistía impide juzgar estos crímenes], con una decisión que, de paso, termine con la tentación de abrirlo en el futuro”.

Por todo esto, Garzón, que se enfrenta a 20 años de inhabilitación, solicita a Varela que admita las pruebas que pide para defenderse y que archive la causa.

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“No entiendo nada. ¿Al final va a volver a ganar Falange?”

Familiares y un Nobel contra Franco

N. J. El País11/04/2010

A sus 90 años, Darío Rivas encabeza la querella en la que los familiares de víctimas del franquismo tienen puestas ahora todas sus esperanzas: la que el miércoles se depositará en la Cámara Federal argentina por genocidio y crímenes contra la humanidad durante la Guerra Civil española y la dictadura franquista. “En España el Tribunal Supremo está del lado de los asesinos, y yo eso no lo puedo consentir porque fue Falange la que asesinó a mi padre, Severino”, dijo.

Severino Rivas, alcalde republicano de Castro de Rei (Lugo) fue ejecutado y arrojado a una cuneta. Darío se enteró ya en Buenos Aires, donde su padre le había enviado para estudiar, de que se había quedado huérfano.

También Inés García, hija de otro exiliado español, y familiar de dos fusilados y un desaparecido, encabeza esta querella contra el franquismo, que firman la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y todas las grandes organizaciones argentinas de defensa de los derechos humanos (Abuelas de Plaza de Mayo, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Asociación de Detenidos y Desaparecidos…) además del Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel.

El juez del Supremo José Antonio Martín Pallín cree que la querella tiene posibilidades de ser admitida aplicando el principio de justicia universal “porque se trata de un genocidio claro”.

Inés García explica que le gustaría que los responsables aún vivos sean llamados a declarar en un juicio “para que los culpables queden retratados como culpables, y las víctimas como víctimas”.

La imaginación creativa

JOAN VENTURA PLANELLA El País10/04/2010

Los familiares de las víctimas del franquismo y gran parte de la sociedad no entendemos muy bien ese acoso al juez Garzón por investigar el pasado. Lo que sí se sabe es que gracias a dicho juez se abrieron esperanzas para recuperar la dignidad de los perseguidos por sus ideas. Obreros, maestros, campesinos, escritores… eran gentes fieles a un Gobierno constitucional. Algunos fueron encarcelados, maniatados y fusilados, u obligados a trabajos forzados en batallones, en campos de concentración… Otros eran forzados hacia el exilio. Fueron miles, tenemos memoria, documentación de los tristes hechos.

Quizás precisamente sea la falta de imaginación creativa, no el exceso, la que permite que algunos sigan ignorados bajo tierra, o que la justicia los siga manteniendo como culpables, por la incapacidad de anular la farsa de juicios a los que fueron sometidos.

Las leyes pueden ser interpretables; el daño del franquismo, no. Señor Varela, puede que sus argumentos tengan unos efectos concretos deseados contra Garzón, pero vale la pena insistir: es precisamente la poca creatividad la que hace que haya muchos despropósitos.

Prevaricadores

MANUEL RIVAS El País – 10/04/2010

El mundo debe saber que en España no es la justicia democrática la que lleva al juez Garzón al banquillo. Al contrario, es ella, la justicia democrática, la que va a ocupar el banquillo de los acusados y posiblemente va a ser estrangulada. Es decir, “mantenida a raya” por el empeño de un grupo de la escuela de Epimeteo, el inconsciente hermano de Prometeo que entregó a Pandora la caja de los truenos. Así, como un Epimeteo crístiano, críptico pero implacable, le gustaba definirse al kronjurist del Tercer Reich Carl Schmitt, el hombre que tenía por texto de cabecera el Discurso sobre la dictadura de Donoso Cortés. La gran aportación de Schmitt fue el “decisionismo” y una de las inspiraciones que solía paladear era de la Auctoritas, non veritas, facit legem (La autoridad, no la verdad, hace las leyes). En su último auto, el instructor del caso Garzón arremete contra el juez por lo que denomina “imaginación creativa”. He ahí una nueva y curiosa figura delictiva. Pero el mundo debe saber que Garzón no actuó por el influjo de fantasías, ni con poderes nigrománticos, sino con el conocimiento de sus compañeros y por las denuncias acumuladas de familiares de víctimas desaparecidas, más de 100.000 sacrificados todavía en fosas y cunetas, por causa de un régimen genocida que ejerció su crueldad mucho más allá de la guerra. En palabras del dictador, pronunciadas después de la “victoria”, la tarea tenía que proseguir hasta arrancar “la última raíz de la Enciclopedia”. Consciente o inconscientemente, hay quienes siguen a ello. Pero, además, el mundo debe saber que la persecución a Garzón se intensifica cuando pone al descubierto la mayor trama político-mafiosa de la España contemporánea. El mundo debe saber que se le va a juzgar sin acusación fiscal y despreciando pruebas. ¿Quién prevarica? ¿Garzón o los que pretenden hundirlo con una creatio ex nihilo? Es decir, desde la nada.

Familiares de víctimas piden a la justicia argentina que juzgue los crímenes de Franco

Presentarán una querella por genocidio en un tribunal de Buenos Aires.- Asociaciones de memoria se querellarán el lunes contra el juez Varela por prevaricación

NATALIA JUNQUERA El País 09/04/2010

No se conforman. Paralizada su causa en la Audiencia Nacional y procesado por prevaricación el juez que la abrió, Baltasar Garzón, los familiares de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo están dispuestos a pedir justicia en Argentina. Esta tarde se reunirán con asociaciones de defensa de los derechos humanos, como las Abuelas de la Plaza de Mayo, y con abogados en Buenos Aires para perfilar la querella que presentarán el próximo miércoles en los juzgados federales de Argentina por genocidio y crímenes contra la humanidad.

“Nos basamos en los mismos principios por los que Garzón juzgó desde España la dictadura argentina y la chilena: la jurisdicción universal”, ha explicado a EL PAÍS Carlos Slepoy, abogado argentino, especialista en temas de Justicia Universal y premio internacional de Derechos Humanos 2008. “En España se han paralizado las investigaciones sobre los crímenes del franquismo y los tribunales argentinos pueden intervenir para frenar esa impunidad”.

La querella abarca el periodo comprendido entre la Guerra Civil y el último día de la dictadura de Franco. De ser admitida a trámite, los querellantes solicitarían un listado completo de todos los dirigentes de Falange -uno de los grupos que ha sentado a Garzón en el banquillo-, la Guardia Civil, el Ejército y los Gobiernos franquistas que continúan vivos para depurar responsabilidades. Además, pedirían a modo de pruebas el censo de víctimas y desaparecidos, el mapa de fosas comunes halladas en España y toda la documentación recabada por el juez Baltasar Garzón cuando decidió investigar los crímenes del franquismo.

De momento acuden a los tribunales argentinos Darío Rivas, un gallego exiliado en Buenos Aires, hijo de fusilado durante el franquismo, a modo particular, y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica o las Abuelas de la Plaza de Mayo, entre otros, pero Slepoy cree que la presentación de la querella el miércoles será una especie de convocatoria “para que se sumen muchas personas más”.

En Argentina hay muchos familiares de víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, hijos de exiliados, que pueden sumarse a esta iniciativa, aunque asociaciones argentinas de defensa de derechos humanos están dispuestas a presentarla aunque no los hubiera, como acusación particular, porque la legislación argentina permite esta fórmula.

“Creemos que tenemos muchas posibilidades de que esta querella sea admitida a trámite, porque se basa en los mismos principios que permitieron juzgar la dictadura argentina. Muchos familiares de desaparecidos, fusilados y torturados podrían venir a declarar ante el juez”, ha añadido Slepoy.

Querella contra el juez Varela

Por otra parte, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cataluña y la de Baleares han anunciado que el lunes presentarán una querella criminal por prevaricación contra el magistrado Luciano Varela, instructor del proceso contra el juez Garzón. Basándose en las resoluciones de Varela denuncian su “falta de imparcialidad”, su “animadversión a Garzón” y “la vulneración de leyes internacionales basándose en la Ley de Amnistía”, según ha explicado Manuel Perona, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cataluña.

Martín Pallín: “Es asombroso que los genocidas persigan al juez”

Familiares de víctimas del franquismo aplauden a Garzón en un homenaje a los 3.000 fusilados en la tapia del cementerio de La Almudena

NATALIA JUNQUERA El País10/04/2010

El magistrado del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín en el acto por las víctimas del franquismo- CRISTÓBAL MANUEL

Cerca de 200 familiares de víctimas del franquismo han homenajeado esta mañana a los 3.000 fusilados del cementerio de La Almudena, en Madrid, frente a la tapia donde fueron ejecutados. Lo han repetido en los últimos cuatro años, pero este, explicaban, ha sido el aniversario más triste, por el procesamiento del juez que quiso investigar los crímenes que muchos de ellos habían denunciado: la tortura, asesinato o desaparición de sus seres queridos.

“No sé si voy a poder superar la emoción”, advertía, al iniciar su intervención, el magistrado del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín. No pronunció su nombre, pero todos entendieron que se refería al juez Baltasar Garzón. “Estamos ahora ante un episodio judicial triste, pero pase lo que pase, han conseguido el efecto contrario. Yo viajo mucho: a Bolivia, Ecuador, México, Ginebra, Argentina… y en todos esos sitios me preguntan: ¿Qué pasa en España? Están asombrados. Y no sólo ellos, que pueden ser cercanos a nuestros ideales. Editoriales de los periódicos de otros países también llaman la atención sobre algo asombroso: cómo los genocidas están tratando de perseguir al juez que pretendió poner en marcha los mecanismos del derecho internacional. Esperemos que lo que ha empezado mal sólo termine regular”, dijo, visiblemente emocionado.

Tomás Montero, coordinador de la asociación Memoria y Libertad, ha leído un manifiesto en nombre de los familiares de las víctimas del franquismo en Madrid en el que advertía: “Estamos aquí para recordarle a la sociedad que tiene una deuda pendiente con quienes defendieron sus valores más nobles, pero también para distinguirnos de quienes hoy comparten la irracionalidad de sus asesinos”. Los familiares han agradecido “la confianza, la mirada generosa y firme” del juez Garzón y añadido que “resulta imprescindible juzgar el genocidio franquista para conquistar nuestro futuro”.

El acto ha arrancado con versos del poeta Miguel Hernández recitados por la actriz Amparo Climent y concluido con el canto de la Internacional. Al terminar, los familiares se despedían recordándose unos a otros la necesidad de acudir a los próximos actos de apoyo al juez Baltasar Garzón.

Garzón recurre su proceso, en el que ve motivaciones ideológicas

El juez asegura que la doctrina expuesta por el magistrado del Supremo es contraria a Derecho

NATALIA JUNQUERA El País10/04/2010

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha recurrido hoy ante el Tribunal Supremo (TS) el auto del magistrado del Alto Tribunal Luciano Varela del pasado miércoles por el que le anticipaba que le sentará en el banquillo por su “imaginación creativa” al declararse competente para juzgar los crímenes del franquismo. El recurso, que el abogado de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, ha presentado ante la sala de lo penal del TS, alega que la doctrina expuesta en el último auto de Varela “es contraria a Derecho e impone un serio riesgo para la independencia judicial”.

“El espíritu del auto” de Varela, según Garzón, “tiene más que ver con el intento de imponer a unos subordinados jerárquicos una determinada interpretación normativa”. “Parece como si lo que se quisiera es zanjar el inocultable debate jurídico de fondo [si la ley de amnistía impide juzgar los crímenes del franquismo] con una decisión que, de paso, termine con la tentación de abrirlo en el futuro”, añade.

El magistrado alega que “han sido motivaciones ideológicas las que han movido a ciertas organizaciones y grupúsculos marginales [en referencia Falange y Manos Limpias] a ejercer una acción penal” contra él “para denunciar un delito que ni la Fiscalía ni la sala de lo penal en pleno de la Audiencia Nacional habían advertido”. Y añade: “Habríamos esperado que este excelentísimo tribunal valorarse estas espurias motivaciones a la hora de no prestar crédito a tal persecución ideológica.”

Garzón acusa al juez instructor de “vulnerar clara y decisivamente” su derecho a la defensa al denegar todas las diligencias de prueba que ha solicitado, como la declaración de los jueces de Granada y El Escorial que, como él, entendieron que la Audiencia Nacional era la competente para juzgar los crímenes del franquismo; la del historiador Ricardo Vinyes, para constatar la existencia de la denuncia sobre el secuestro organizado de niños; la de los propios denunciantes o la petición de antecedentes de otros procesos penales similares en Argentina, Alemania, Italia, Francia o Estados Unidos…

Con estas pruebas, el magistrado pretende demostrar que cuando decidió investigar los crímenes del franquismo lo hizo “con la ley en la mano”, amparado por normas como el Convenio Europeo de Derechos Humanos (suscrito y vigente en España) que aplica, por ejemplo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuando impone la interpretación restrictiva de las leyes de amnistía.

Por todo esto reclama al juez instructor que admita las diligencias solicitadas en su pasado escrito del 9 de febrero y que acuerde seguidamente el archivo de la causa por prevaricación.

Cospedal sobre Garzón

Sin citar explícitamente al juez Garzón, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha subrayado que “los primeros que tienen obligación de cumplir la ley son los jueces” y ha instado al Gobierno “a no intentar engañar a los ciudadanos” explicando “de quién viene o va a venir una demanda”, informa Efe.

Recurso del juez Garzón ante el Supremo

DOCUMENTO (PDF – 56,89Kb) – 10-04-2010