La vía fascista del ‘Spain is different’

Peñafuerte viaja por Europa con su obra sobre la memoria

José Luis Peñafuerte, ayer, en una cafetería del centro de Madrid. – GRACIELA DEL RIO

C. P. – MADRID – Público – 20/04/2010

Bélgica 4 – España 3. No, no es el marcador de un partido de fútbol, sino el número de ciudades belgas y españolas en las que se podrá ver Los caminos de la memoria, documental de José Luis Peñafuerte (Bruselas, 1973) sobre la memoria histórica, los represaliados del franquismo y las fosas comunes que se estrena el viernes.

Para hacernos una idea de la repercusión que está teniendo la película en Bélgica, Peñafuerte, hijo de exiliados, cuenta que el pasado miércoles participó en un debate en la radio pública belga con el ex presidente del parlamento europeo José María Gil-Robles y el historiador Ángel Viñas.

“Los periodistas belgas no daban crédito a lo que decía Gil-Robles, que defendió la vigencia de la Ley de Amnistía del 77 y aseguró que los españoles no quieren reabrir las heridas del pasado. Pero en Europa conocen bien la historia del franquismo. Y las imágenes de, por ejemplo, las concentraciones en esa caricatura del mal gusto llamada Valle de los Caídos sólo pueden provocar perplejidad”.

La visión del exiliado

Estupefacción que se ha incrementado estos días tras ver cómo los grupúsculos ultraderechistas Manos Limpias y Falange Española de las Jons han conseguido llevar a Baltasar Garzón al banquillo por investigar los crímenes del franquismo. “Es como si el Partido Nacionalsocialista pidieran a los jueces alemanes que cesen inmediatamente los ataques que viene sufriendo el nazismo”, resume.

“Lo que está en juego es la jurisprudencia internacional sobre los delitos de lesa humanidad por la irresponsabilidad de un pequeño sector de jueces españoles. Si una democracia no puede juzgar los crímenes de su pasado, ¿cómo podemos exigirle luego lo mismo a una dictadura?”, se pregunta el cineasta, que cree que los exiliados pueden aportar una mirada sobre el pasado a prueba del aislamiento ideológico y la trifulca partidista que se vive en España.

Y concluye volviendo a sacar el belga (léase europeo) que lleva dentro. “Más que un proceso contra un juez estamos ante un juicio a los valores democráticos sobre los que se construyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial”, afirma aludiendo a los Juicios de Núremberg . “Ya va siendo hora de condenar el franquismo y recordar a sus 130.000 víctimas. Se lo debemos a Europa. No se trata de reabrir heridas, sino de curarlas del todo. Haciendo justicia”, zanja.

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Trailer del documental Los caminos de la memoria:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=iqK5iFPWdcs]

Almería autoriza la exhumación de un alcalde represaliado por la dictadura

El ex regidor de Cuevas de Almanzora yace en una fosa con otras 370 víctimas

ROSABEL RODRÍGUEZ El País20/04/2010

Martín Márquez Navarro, alcalde de Cuevas del Almanzora (Almería) durante la II República, fue ejecutado el 30 de junio de 1939. Más de 70 años después, su familia ha sido la primera en Almería en recibir la autorización para buscar sus restos en la fosa común del cementerio de la capital en la que permanece junto a otros 370 represaliados almerienses.

“Estamos muy emocionados”, dijo Manuela Márquez tras reunirse con el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP), y recibir su visto bueno para buscar y exhumar el cuerpo de su abuelo. Su búsqueda, que dura ya más de siete años, empieza a dar sus frutos, puesto que las tareas para determinar con exactitud el lugar en el que se encuentra el cuerpo se iniciarán “de inmediato”, según afirmó el comisario para la Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Juan Gallo, durante el acto celebrado ayer en el cementerio municipal para honrar a Márquez.

“Ha sido un camino largo, pero aquí estamos, con el permiso para poder sacarlo y darle un entierro digno, que es lo único que queremos”. Márquez, que además de ser el último alcalde republicano de Cuevas fundó la UGT de su sección, fue apresado al término de la Guerra Civil, tres meses antes de que le fusilaran frente a la tapia del cementerio de Almería. “Con 13 años, mi padre vio como se lo llevaban preso. Ahí le perdió la pista”. A sus 83 años, su hijo, Agustín Márquez, ve más cerca el momento de cumplir su deseo de que los restos de su padre reposen junto a los de su progenitora y los de un hermano que falleció a los 14 años. “Él nunca hablaba de mi abuelo. Le dolía mucho. Pero un día me senté con él, le pregunté y le aseguré que no pararía hasta encontrar a su padre”. Así arrancaba la incansable búsqueda de Manuela, quien ya en 2003 empezó a tirar del hilo en los registros de distintas ciudades, hasta dar con el paradero de su abuelo en Almería, donde éste había sido registrado con un apellido erróneo. “Estuvimos entonces en el cementerio sentados sobre unas jardineras. Años después descubrimos que allí debajo estaba la fosa de mi abuelo. Se me pusieron los pelos de punta”. Manuela llegó a trasladar su caso al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas adscrito a la ONU.

Marcado por algunas sombras, entre ellas la instalación por el Ayuntamiento de un templete sobre la fosa en la que se sospechaba que se encontraba Márquez, el difícil proceso de búsqueda y recuperación de los restos emprendido por la familia podría acabar este mismo año, según apuntó Gallo. Márquez se convertiría así en el primer represaliado en ser exhumado en la provincia de Almería.

Justicia

ROSA MONTERO – El País – 20/04/2010

Con esta innata propensión a la tolerancia y la mesura que nos caracteriza a los españoles, he aquí que estamos sumergidos una vez más en una batalla campal, ahora por Garzón. Nos encanta polarizarnos, dividirnos en hinchadas enemigas, helarnos el corazón unos a otros y escupirnos en los ojos, a ser posible.

Si fuéramos más normales, Garzón no tendría que ser tan puro como Juana de Arco o tan malo como Landrú. Por ejemplo, parece evidente que la Ley de Amnistía no ampara delitos de lesa humanidad. ¿Por qué no se van a poder perseguir los crímenes del franquismo? Hemos aplaudido actuaciones semejantes en otros países. Pero para mí también es evidente que un juez no debe mandar resbaladizas cartas al presidente de un banco: la prensa sacó fotos de esas cartas y, si no está falsificada, una dice adjuntar “la propuesta y el presupuesto” de un seminario. Y, aunque estoy segura de que él no se ha lucrado, creo que eso simplemente no se hace y que los favores, por pequeños que sean, crean lazos. Garzón, en fin, ha tenido actuaciones magníficas, y otras imprudentes y bastante torpes: recordemos las fotos de caza con el ministro Bermejo. Las cosas, como siempre, no son blancas y negras. Pero lo peor de todo este gorigori es la enorme sensación de arbitrariedad y sectarismo judicial que produce. Esta lluvia de causas contra Garzón, ¿tiene motivos políticos? Sin duda. Y la numantina defensa en torno a él, ¿es partidista? Pues también. Hay magistrados estupendos, pero la justicia española está bajo mínimos. Las asociaciones judiciales alardean de acaparar cargos para sus compañeros de ideología, el Constitucional está catatónico, los partidos crían a sus pechos lustrosos rebaños de dóciles jueces. El 65% de los españoles creen que la Justicia está politizada. Y cuando la justicia no parece justa, nada funciona.

Cuando las injusticias no prescriben

REYES MATE El País – 20/04/2010

“La memoria abre expedientes que el derecho considera archivados”,

Walter Benjamin

El recurso a la memoria, proclamado con rabia en plena guerra mundial cuando a los vencidos no les quedaba otra arma de lucha contra la barbarie, se ha convertido en clave interpretativa de los conflictos más agudos de nuestro tiempo, incluido el que afecta al juez Garzón.

Baltasar Garzón está siendo procesado, acusado de prevaricación, por intentar dar satisfacción a las víctimas del franquismo. El juez instructor, Luciano Varela, le echa en cara desconocer principios esenciales del Estado de derecho como “la irretroactividad de la ley y de leyes como la de amnistía”. La actual querella contra el franquismo está siendo abordada desde perspectivas muy diferentes: desde la técnica jurídica y ahí el problema es cuándo una interpretación de la ley deriva en prevaricación; desde el costado político y ahí la ironía es que grupos falangistas lleven al banquillo al juez que quiso juzgar al franquismo; o también desde la cultura que somete los planteamientos del derecho a las exigencias morales de la memoria. Estaríamos entonces ante un conflicto entre la memoria y el olvido.

Si hoy la memoria resulta, aquí y fuera de aquí, tan peligrosa es porque se ha ido cargando a lo largo del siglo XX, debido a las dos guerras mundiales, de una autoridad que escapa a los controles que durante siglos habían impuesto el derecho, la política y la ética. Esa autoridad procede de unos contenidos nuevos que hoy reconocemos como propios de la memoria. En primer lugar, que no es un sentimiento sino un conocimiento. La memoria ve algo que escapa a la historia o a la ciencia. Lo que la memoria ha descubierto en los últimos años es que las víctimas del colonialismo, de la esclavitud, de la conquista o de la guerra civil son significativas, tienen significación. Claro que víctimas ha habido siempre, pero eran insignificantes o invisibles porque entendíamos que eran el precio del bienestar presente o de la transición política. Había que asumirlo como irremediable y lo que tocaba era pasar página. Eso se ha acabado. Ahora son visibles y si queremos romper una lógica política que camina sobre víctimas, hay que hacer justicia a las víctimas de la historia. No podemos plantearnos el futuro del País Vasco al margen de la memoria de las víctimas y no podemos lograr la reconciliación sin la memoria de la guerra y de la postguerra.

El segundo componente consiste precisamente en entender la memoria como justicia y al olvido como injusticia. Primo Levi cuenta que una joven le preguntó, después de oír su testimonio, qué podrían hacer ellos, los oyentes. Y Levi, que no daba una puntada sin hilo, respondió con un escueto “los jueces sois vosotros”. Extraña respuesta porque ¿qué justicia puede impartir un oyente? Eso debería ser cosa de los tribunales o de la historia. Pero Levi lo tenía muy claro. Sabía que sin memoria de la injusticia no hay justicia posible. Sin memoria la injusticia deja de ser, como si lo que en su momento fue crimen, robo o infamia, nunca hubiera tenido lugar. Nadie lo sabe mejor que el propio criminal, por eso se afana, una vez cometido el crimen, en borrar las huellas, es decir, en quitar importancia al crimen, interpretándolo como inevitable dadas las circunstancias. Los supervivientes mantenían viva esa memoria de la injusticia mientras vivían, pero, una vez idos, el testigo pasaba a las generaciones siguientes. Lo que Levi pedía a la generación de la joven es que hiciera justicia bajo esa forma modesta, pero fundamental, que es la memoria de la injusticia. La forma más perversa de olvido consiste en privar de significación y de actualidad a la injusticia pasada.

El deber de memoria alcanza al derecho en el sentido de la frase del exordio: la memoria abre expedientes criminales que las leyes de punto final o de amnistía convinieron en dar por clausurados. Algunos de esos expedientes abiertos han sido muy sonados. Recordemos el Juicio de Nüremberg. Cayó de un plumazo el sacrosanto principio, mantenido durante milenios, de que hasta los crímenes más horrorosos prescribían con el tiempo. Pues no, hay crímenes, como los del franquismo, que no prescriben aunque se invoquen dos amnistías. Pero más allá de las anécdotas, lo importante es señalar que gracias a la moderna cultura de la memoria se ha creado una cultura moral que establece una relación indisoluble entre justicia y memoria de la injusticia, de suerte que las figuras del olvido son cómplices de la injusticia. Entre las variables que un juez, también si es del Tribunal Supremo, tiene que tener en cuenta en la interpretación de la ley, la atención a las injusticias pasadas olvidadas es prioritaria porque es un deber moral. En el caso de que esa inspiración moral no haya logrado aún cambiar las leyes en ese sentido, debe condicionar la argumentación jurídica siempre en favor de dar satisfacción a las víctimas que esperan se las haga justicia. En este caso el juez Garzón está del lado de la memoria y el juez Varela, del olvido.

Reyes Mate es profesor e investigador del CSIC, autor de La herencia del olvido, premio Nacional de Ensayo.

Apoyo a Garzón en Latinoamérica

HERNÁN VELA SUBIELA / CARMEN TAGÜEÑA PARGA (Presidenta del Ateneo Español de México) – Buenos Aires, Argentina / México – El País20/04/2010

Soy argentino, vivo en Buenos Aires, soy nieto de españoles, como tantos otros por aquí. En la década de los noventa una fundación pluripartidaria de la que formo parte, organizó un seminario sobre herramientas de lucha contra la corrupción, mal endémico en esta parte del mundo: allí lo conocí, a Baltasar Garzón y su mujer Pilar; pasé tiempo con ellos, tanto en Buenos Aires como en Mar del Plata, junto a mi mujer. Creo, como muchos por aquí, que es un hombre honesto, severo y con agallas. No concuerdo con él en algunos de sus juicios y opiniones, pero eso no me impide respetarlo.

A los españoles, vuestra historia y vuestro presente. Pero si la Falange avanza, el fascismo avanza, y ya deja de ser un tema sólo español. Como escribiera Hemingway: “¿Por quién doblan las campanas? Doblan por ti”.

El Ateneo Español de México, fundado en 1949 por exiliados españoles e intelectuales mexicanos, asiste con estupor a los ataques contra el juez Baltasar Garzón por grupos residuales de la dictadura, apoyados por una derecha anacrónica y antidemocrática y se solidariza con el dolor y la indignación de las familias de las víctimas.

El Ateneo ha sido una tribuna libre y abierta, no sólo a los exiliados españoles, sino a todos aquellos que en México, país de asilo, encontraron refugio contra la persecución y la violación de los derechos humanos.

El juez Garzón pretendía llevar ante la ley a quienes se creían impunes; es incomprensible que ahora él sea enjuiciado por aplicar principios de justicia universal que son avalados por todos los países democráticos, y están en consonancia con los tratados y convenios internacionales sobre la no prescripción de los crímenes contra la humanidad, suscritos por la propia España. El Ateneo Español de México exhorta a quienes tienen en sus manos este caso a que reflexionen sobre las consecuencias de imponer una justicia a todas luces injusta y recapaciten sobre el abismo ético entre aferrase a un pasado innoble o labrar un futuro de dignidad.

Falange pide 20 años de inhabilitación para Baltasar Garzón

El magistrado Varela aún no ha enviado al Poder Judicial su resolución sobre el juez de la Audiencia Nacional.- Creada la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo

J. Y. / N. J. El País19/04/2010

Falange Española de las JONS (FE-JONS) ha solicitado 20 años de inhabilitación en sus funciones de juez para el magistrado Baltasar Garzón, al que acusa de un delito de prevaricación supuestamente cometido al pretender “desde su juzgado hacer una causa política para la que sabía que no era competente”. Se refiere a la investigación de los crímenes del franquismo, que Garzón consideró un delito contra los altos organismos del Estado, en el contexto de crímenes contra la Humanidad.

FE-JONS -una de las tres acusaciones, junto al pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias y la asociación conservadora Libertad e Identidad- estima que Garzón hizo caso omiso de “los principios de legalidad, imperio de la ley, prescripción de los delitos e irretroactividad de la ley penal”. Las otras dos acusaciones tienen de plazo hasta pasado mañana para presentar sus escritos; luego el juez instructor del Tribunal Supremo Luciano Varela decretará la apertura de juicio oral.

A partir de ese momento, la suspensión en sus funciones del juez Garzón por parte del Consejo General del Poder Judicial será automática. Aunque en principio parecía que el pleno del CGPJ podría suspender al magistrado el próximo jueves 22, la fecha parece ahora demasiado próxima como para que el Supremo tenga tiempo para remitir la resolución del instructor.

Las asociaciones de la memoria histórica de Cataluña, Mallorca y Palencia han solicitado de nuevo personarse en la causa contra Garzón, a la vista de que el Supremo resolvió el pasado viernes posponer la cuestión de competencia sobre las fosas hasta que se resuelva el proceso.

Estas asociaciones, junto a familiares de víctimas y artistas como el director de cine Pedro Almodóvar, los actores Juan Diego Botto y Alberto San Juan, el cantante Pedro Guerra y los escritores Luis García Montero y Almudena Grandes, entre otros, se han unido hoy para crear la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo. Han convocado una marcha para el sábado 24 de abril en Madrid y otras ciudades españolas contra los crímenes del franquismo.

La protesta en la capital partirá a las 18.30 de la plaza de Cibeles; al final, Almodovar, Grandes y el activista Marcos Ana leerán un manifiesto. Entre los numerosos grupos que diariamente ofrecen su apoyo a Garzón, ayer se sumaron la Comisión Colombiana de Juristas y más de 350 profesores universitarios en Francia.

Punto de vista de dios

Normalmente si tratamos de imaginarnos a un narrador cuyo punto de vista se asemeja al de dios, nos viene a la mente el narrador del realismo: todopoderoso, omnipresente pero inlocalizable, aparentemente objetivo y justo. No obstante, el caso de Llegada para mí la hora del olvido es todo lo contrario: el narrador de la novela de Tomás Val es un dios autodeclarado, introvertido, subjetivo y delirante – el Francisco Franco demenciado de sus últimos años. La visión del dictador está restringida por sus conocimientos, observaciones y imaginación; pero no obstante es más amplia de lo que se podría suponer. Tiene imaginación vívida y se refleja bastante (casi demasiado) para ser un dictador atroz, calculador y ignorante que con sus aspiraciones de poder ha causado la muerte de cientos de miles de conciudadanos. De hecho la novela une en su protagonista algunas características que le hacen parecer más que un mortal ordinario.

En una sola voz narrativa, la novela conjunta una multitud de diferentes voces y puntos de vista acerca de Franco. Coexisten voces elogiosas e injuriosas, las de la historiografía, de la propaganda franquista y de la mitología popular. De esta manera se nos presenta una imagen que es bastante completa en su multidimensionalidad causada por la gran cantidad de enfoques (suponiendo que el pasado o una persona histórica está compuesto de todas las cosas que logramos conocer sobre de él), pero al mismo tiempo inverosímil o hasta surrealista en su polifonía. (No hay polifonía en el sentido bajtiniano ya que todas las voces son filtradas a través del dictador y su postura, muchas veces irónica). No obstante, si dios es todo o un ser que es consciente de todo, la polifonía subraya también el aspecto divino del protagonista, aunque en la mayoría de los casos es más sencillo explicar la penetración del dictador en los pensamientos de sus súbditos como fantasía del protagonista, como por ejemplo en la siguiente cita donde se ve también la pregunta fundamental de la obra: “Quién soy, quién soy, mi voz sonámbula recorre el caserón, toca generala en los cuarteles, pone las catedrales en rebato, alerta a las sirenas policiales, moviliza todo el cuerpo diplomático, los curas rurales se ponen la sotana porque se asustan de repente ser hombres, los obispos recuperan de pronto su fe en dios y todo el país, hasta los barcos de altamar se olvidan las minas movedizas de peces, se ponen a averiguar quién es Francisco Franco.” (23)

Además de la consciencia amplia hay incluso otros elementos relacionados con la divinidad asumida por el dictador. Uno de los más importantes es la existencia de la vida postmortal. Durante las horas solitarias en el Pardo a Franco le aparecen generales muertos, víctimas de fusilamiento o garrote y además su propio padre. También está recordando como hizo resucitar su primer víctima en Burgos en 1936, un joven oficial a quien ha matado arbitrariamente, sólo para demostrar su poder. Tantos muertos han sido en su camino que de algún modo es lógico que le siguen hasta el fin de la vida y no es difícil de interpretar los elementos sobrenaturales de la obra como fantasía o delirios de Franco, porque nunca aparecen para otras personas y los resucitaciones no tienen testigos.

El elemento que mejor podría comprobar la divinidad de Franco es su capacidad de ver más allá de su muerte. En un pasaje donde quiere acentuar la distinción entre él y los dictadores ficticios que “no llevan más trajes que las palabras” dice que “[u]n caudillo tiene más poderes y puede soñar el tiempo verdadero de después del acabóse y hasta puede leer en una noche todos los libros que sobre él aún no se han escrito” (29) Efectivamente nombra varios historiadores reconocidos, entre ellos Paul Preston que se ha publicado casi toda su obra después de la muerte de Franco. Sin embargo, más revelador aun es que no solamente conoce la fecha de su propia muerte, sino también la de su mujer que se murió trece años tras la muerte de su marido: “Santa Carmen Polo de Franco, nacida en Oviedo en 1922 y muerta en olor de santidad en Madrid, el 6 de febrero de 1988, bajo un Gobierno socialista” (86) (Obsérvese que el demenciado dictador equivoca en la fecha de nacimiento con dos décadas.)

En un principio me perturbaba la clarividencia sobrenatural del protagonista porque no sólo parecía innecesario en cuanto a la historia que cuenta la novela sino también incongruente con la imagen abyecta y desfavorable que representa de él. ¿Tiene sentido juntar en el personaje poderes cuya existencia puede acreditar que es algo más que un anciano demente? En este aspecto la novela actúa como un dictador caprichoso que de repente fuerza a sus súbditos en algo aparentemente absurdo, y al mismo tiempo hace añicos la última posibilidad del realismo o verosimilitud. Se trata de un acto de metaficción absoluta en que el lector se ve forzado a tomar postura sobre las diferentes niveles de la ficción y la realidad, reflexionar quién fue el Francisco Franco histórico que tanto parece al protagonista pero no puede ser él. De esta manera reinvidica la función original de la metaficción que ya desde hace décadas ya no ofrece resistencia a la lectura y se ha convertido en un recurso literario frecuente y placentero en vez de suscitar preguntas sobre la naturaleza de la literatura y del conocimiento humano. Al mismo tiempo demuestra de un modo muy concreto cómo el período de tiempo que nos separa de un determinado momento histórico, junto con los acontecimientos y interpretaciones que este período ha producido están siempre presentes en la imagen que somos capaces de reconstruir del momento histórico en cuestión. Este enfoque rompe con el concepto de tiempo lineal porque, si bien el futuro se basa en los acontecimientos del pasado, la historia más reciente cada vez ejerce una gran influencia sobre las interpretaciones de la historia anterior. Así podemos observar que el punto de vista de la novela no es de los años setenta, es retrospectivo y el autor no intenta ocultarlo: es visible por ejemplo en algunos topónimos: en la página 42 Franco habla de la Gran vía, aunque durante su régimen fue denominada Avenida de José Antonio. Sin embargo, no se trata de un anacronismo, porque la obra está operando en varios niveles temporales a la vez.

La visión que transmite la obra de Val sobre el dictador envejecido es muy inquietante en su complejidad narrativa pero a la vez verdaderamente original. Aunque casi todos los aspectos sobrenaturales tienen una explicación natural dentro del mundo de la obra, en cuanto al tiempo incluye metaficción historiográfica que verdaderamente ofrece resistencia a la lectura. La novela y su narrador tiranizan la lectura de manera que nos invita reconstruir activamente la imagen que tenemos de Francisco Franco.

VAL, Tomás. Llegada para mí la hora del olvido. Madrid: Alfaguara, 1997.

Batasuna, Falange Española, los puños y las pistolas

Félix Población – Público (blog Voz de memoria) – 19 Abr 2010

Hasta hace bien poco se mantenía en la fachada del Teatro de La Comedia de Madrid una lápida conmemorativa del discurso que pronunció allí, el 29 de octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera. Tal arenga constituye la base ideológica fundacional de Falange Española, el partido que ha logrado sentar al juez Baltasar Garzón en el banquillo, acusado de prevaricación por pretender investigar los crímenes del franquismo.

Fue Garzón quien en agosto de 2002 suspendió las actividades de Batasuna en el marco de un proceso penal por asociación ilícita con fines terroristas. La competente actividad desarrollada por el juez, tanto contra los comandos y la dirección de ETA como contra su entorno social, ha sido decisiva para que la banda armada haya llegado a la situación de manifiesto declive en la que hoy se encuentra. Si ETA mata menos es en parte gracias a Garzón.

Se ha repetido hasta la saciedad que Batasuna sólo podrá ser legal cuando condene la violencia etarra o haga posible que la organización terrorista abandone definitivamente la lucha armada. Sin embargo, es legal Falange Española, cuyo fundador apeló a la violencia en el aludido discurso. Esto dijo José Antonio:

Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia. Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho al hablar de “todo menos la violencia” que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria. Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanarnos en edificar.

Ese Estado fue edificado y basó su origen y apuntalamiento en la violencia, durante y después de la Guerra Civil. Transcurridos treinta y cinco años desde la muerte de su artífice, ¿cómo es posible que Falange Española haya logrado que el Tribunal Supremo siente en el banquillo a quien, además de perseguir con éxito la violencia etarra, ha pretendido investigar también la franquista, justificada en el mensaje fundacional del citado partido, cuya legalidad ningún tribunal ha cuestionado?

Miguel Hernández: Poeta antes que soldado

Homenaje. El compromiso poético e íntimo del alicantino es reivindicado por los autores actuales frente a su imagen de militante

Miguel Hernández. – PAULA CORROTO

PAULA CORROTO – Público – 16/04/2010 08:30

En varias cárceles españolas volverán a escucharse hoy los versos de Miguel Hernández. Penales como el de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) y Córdoba han organizado sendos actos para rendir homenaje al poeta que pasó por varias prisiones por su defensa de la República y su militancia comunista, y que finalmente murió en una de ellas, en la de Alicante, en el año 1942. Será la ocasión también para volver a oír una lírica y una poesía en la que mostró “su humanidad y su ternura, y una gran musicalidad poética”, como recuerda el poeta colombiano William Ospina.

Sin obviar, por supuesto, Las nanas de la cebolla, que el poeta escribió en la prisión madrileña de Torrijos (en la actual calle Conde de Peñalver) y de El rayo que no cesa y Viento del pueblo, los dos poemarios en los que fajó su compromiso con la causa republicana.

Estos homenajes no serán como el que se celebró en 1960 en la cárcel de Burgos. Allí se encontraba preso el también poeta y militante comunista Marcos Ana (Salamanca, 1920), que participará hoy en el tributo en Córdoba. Aquellos eran otros tiempos. Plena dictadura franquista. Ana lo rememora hoy para Público como un acto de “alto riesgo”. “Se celebraba el 50 aniversario de su nacimiento e hicimos un recital llamado Sino sangriento. Los presos estábamos sentados y había guardias por todas partes”, comenta, mientras muestra una de las hojas llenas de poemas escritos para la ocasión.

Es un papel minúsculo en el que apenas se distinguen las palabras. “Lo saqué de la cárcel metido en un tubo de pasta de dientes”, dice con orgullo, con una sonrisa.

Miguel Hernández había sido sepultado por el régimen. Versos como “Tristes armas si no son las palabras, tristes, tristes” no gustaban a los nuevos jerifaltes. Preferían quedarse con su poesía primera. Poemas como la Elegía a Ramón Sijé, un amigo, pero también notable falangista de su pueblo Orihuela. O con sus versos eclesiásticos, aquellos que escribió cuando era un joven que tenía que peregrinar a la Iglesia si quería que sus poemas fueran publicados.

La visión ética de la poesía

La dictadura no admitió la evolución que hizo aquel chico que, de pastorear con las cabras y esconderse entre sotanas pasó a convertirse en uno de los símbolos republicanos. Una evolución que también dio su poesía pocos años antes del estallido de la Guerra Civil. Una transición, realizada entre 1933 y 1936, que estos días se recuerda en la Universidad de Córdoba dentro del seminario Miguel Hernández. Cien años después. El hombre, el escritor, el mito y que dirige el escritor Agustín Sánchez Vidal.

En esa época, el poeta pasa de los corsés formales de las estrofas neogongorinas y el áurea del catolicismo a una poesía más intimista, en la que tiene como punta de lanza al ser humano.

Agustín Sánchez Vidal cree en este sentido que hoy no urge tanto reivindicar su faceta de activista político y se puede reclamar su importancia poética “de una manera más sosegada”, que permita “recorrer todos los poetas” que se encerraron en la persona de Miguel Hernández.

Su voz comprometida iba además más allá de la propaganda. “Miguel Hernández habla mucho de la mujer, del hijo”, señala Marcos Ana, quien reconoce en este sentido la influencia que tuvieron en el alicantino los poetas de la generación del 27, especialmente Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. “Aleixandre fue quien más le abrió las puertas cuando llegó a Madrid para intentar hacerse un sitio en la poesía”, reconoce.

Precisamente, en los balcones de las calles cordobesas, se pueden leer ejemplos de esta poesía humanista en versos como “apagado va el hombre sin luz de mujer” o “Sonreidme que voy a donde estáis vosotros”.

“Él cambió la poesía propagandística. En él hay un proyecto ético. Y él fue sin duda el que otros poetas como Gabriel Celaya escribieran aquello de que la poesía es un arma cargada de futuro”, reconoce la escritora Marta Sanz.

Este compromiso ético, más allá del político y labrado en los años que precedieron a la Guerra Civil, está calando también en la nueva generación de poetas jóvenes. Como mantiene Sanz, “en los últimos años, es cierto, que el compromiso ha estado más en el lenguaje que en la realidad, pero eso es algo que ya está cambiando. Ya no hay tanta endoliteratura, ni tanto mirarse el ombligo”.

Un poeta estético

Los poetas emergentes lo reconocen. Hay cierto rechazo hacia la simplista imagen mítica del poeta con el fusil. José Luis Rey (Córdoba, 1973), ganador del premio Loewe de poesía en 2009 con Barroco, ve en Miguel Hernández “un valor ético y estético. En mi adolescencia fueron muy importantes los recursos retóricos que utiliza. Creo que es muy interesante su esteticismo, más allá del símbolo que tenemos hoy del poeta militante”

Marcos Cantelli (Asturias, 1974), autor de poemarios como Su sombrío (DVD Ediciones, 2005), se queda con la música del poeta. Es lo primero que le llamó la atención cuando comenzó a leerlo, también en la adolescencia. “Me gusta mucho la ternura que traslada al lenguaje, y la humanidad, que está muy presente”.

En el homenaje que se le rendirá hoy en la prisión de Córdoba, aparte de los versos más conocidos de su lucha en el frente, se leerán poemas de Cancionero y romancero de ausencias, que es quizá su producción más intimista. En este acto también participará William Ospina, quien insiste en la idea de superar la imagen del poeta: “Es cierto que hay una entonación militante y que Miguel Hernández defendió con su poesía un sistema, pero no podemos olvidar que fue más un combatiente de la humanidad que de una causa política”.

Curiosamente, el Cancionero fue también su último poemario, con el que culmina su transición desde la poesía neogongorina. Precisamente para Agustín Sánchez Vidal, este hecho supone una paradoja, ya que el alicantino se quedó tras su muerte con la imagen del mito que tuvo el oficio de poeta. “Por eso vamos a volver a recitar sus versos, para que se recuerde su genio poético y que no vuelva a estar sepultado”, cierra Marcos Ana.

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“Su genio fue no convertir la poesía en un panfleto”